Prólogo
¿Cómo fue que llegamos a esto? , ¿ y ahora, cómo será nuestra relación?,¿ amigos, amantes ocasionales o algo más? , eran los pensamientos de un santo dorado, no era que se sintiera arrepentido o al menos no tanto, se voltea para observa a su acompañante de la noche, no tiene porque mentirse, se siente muy bien en compañía de esa persona, pero, ¿se sentirá igual que él?, lo mejor por ahora seria descansar su mente y enfocarse solamente al momento, ese estrecho pero confortable momento que ambos comparten, ya a la mañana podrá martirizarse todo lo que guste.
El visitante se mueve algo inquieto en la amplia cama, unos ojos solo observan tiernos y divertidos las expresiones faciales de su amante y/o ¿compañero?, le parece tan tierno verlo así tan tranquilo y revoloteando como cual crio, pero no es para menos después de todo es menor que él, solo por unos cuantos años, lentamente nuestro bello durmiente despierta, contemplando mentalmente si en abrir o seguir manteniendo los ojos cerrados, decide abrirlos pero parsimoniosamente, después de todo no hay prisa y lo sabe, entreabriendo sus bellos ojos violeta intenso divisa unos azules profundo, que lo observan serios pero bondadosos.
Se siente un poco avergonzado y lo demuestra con sus mejillas algo encendidas, intimidado por la edad y por la falta de experiencia, pero profundamente enamorado de aquel que en un principio le pareció serio, alejado y de cierta manera algo solitario (pues solo tenía por amigo al El Cid) siendo uno de las caballeros más respetados en toda la orden de Athena pero ¿Quién le dice al corazón de quién enamorarse?.
-. ¿Cómo te sientes?.- el tono voz es sereno en el mayor
-. Un poco cansado y adolorido, pero muy contento.- lo dijo en un susurro casi imperceptible, pero que pudo oír claramente le otro
-. Te sugiero que duermas aquí, hasta que el sol salga así tendrás las fuerzas necesarias para ir a tu templo, o si prefieres puedo llevarte cargando hasta tu templo para que descanses mejor.- le propuso cariñosamente
-. NO.- casi gritando apenándose al segundo, ocultando su carita roja en el pecho bronceado y fuerte.- perdón no quise alzarte la voz, es solo que aun no deseo irme, quiero quedarme un poco mas.
El ariano no percibió la hermosa sonrisa que se dibujo en el rostro de su compañero de armas, sintiéndose agradecido por su compañía, lo estrechó entre sus brazos pegándolo más a su cuerpo sintiendo el cálido aire que desplazaba el ariano, chiqueándolo de a poco para que volviera a dormir.
El de Aries tímidamente se encogió de hombros tratando de conciliar nuevamente el sueño, restregando su cabeza en el fornido pecho, percibiendo el agradable aroma masculino de su amante para dormirse con el como cual sedante.
El castaño de ojos azulados quiso ver la faz del de Aries antes de volver al mundo de Morfeo, así por lo menos tendrá una última agradable visión para soñar tranquilamente, lo apreció durante unos minutos grabándose cada detalle que ese bello rostro le proporcionaba, sintiendo de a poco los parpados pesados hasta caer rendido.