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Vintage Boxer por SeptimaKolera

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Notas del fanfic:

El título fue creado por la señorita Valeska Verónica.

Gracias a todas las personas que concursaron por el nombre de este fic :)

Round  1: Sueño de una noche de invierno (1)



Aún tenía algo de escarcha en su pelo, pero ya se estaba por derretir y desaparecer para siempre. Parte de la almohada quedó húmeda; era lo menos importante de todo. Las sábanas que esta mañana eran blancas, ahora estaban grises. No me importa. Claramente apenas traje a este tipo aquí ya nada importaba.

Él no hacía nada, sólo se dejaba maniobrar a mi merced. Terminé de despojarle de la poca ropa que le quedaba; él mismo se había quitado la maloliente chaqueta al entrar en mi departamento. Al traerlo sin tour alguno directo a mi habitación, me concentré en quitarle esos pantalones roñosos, esos botines oxidados de tanto recorrer las veredas soleadas y esos guantes sin dedos que gente de su tipo suele usar para escarbar en la basura. Cada prenda supongo que tiene más kilometraje que mi automóvil. Ahora sólo se quedaba con una camiseta de nada y una trusa curiosamente mejor cuidada que el resto de su ropa.   

Cuando entró a la habitación lo primero que hizo fue mirar por la ventana. Le sorprendía estar en un edificio tan alto, y cuando lo arrojé a la cama, siguió mirando en dirección de la ventana. Ahora mira el techo. Quiero que me mire a mí, pero en realidad tampoco importa.

Le despojé de su camiseta con agresividad para descubrir su pecho. Ya lo había percibido pero ahora lo confirmé: Su torso es grande. Su desnutrición es evidente, pero aún así su espalda es tan ancha como la mía. Me relamí de ver ese pecho vasto y moreno bajo mi disposición. Me acerqué a su piel y sin miramiento alguno la mordí. Pensé que él emitiría algún alegato, pero no fue así; sólo pestañeó un poco y siguió mirando el techo, con los brazos extendidos hacia los extremos de la cama para darme mayor libertad de hacer con él lo que yo quisiese. Tanta sumisión podría acabar por hartarme, pero también resulta beneficiosa en casos como este.

Seguí mordiendo su cuerpo hasta llegar a su cuello, ahí le mordí sin piedad, como en las películas de vampiros que veía con mi hermano cuando llegamos a la ciudad. Me sentía como Nosferatu(2).

Mientras mis labores de sanguijuela me llamaban a devorarme ese cuello sucio pero exquisito, aventuré mis manos a conocer sus genitales. Me colé por debajo de su ropa interior y me topé con algo que me desanimó y me hizo detener todo acto. Me alcé y me senté arriba de sus muslos para poder observar mejor la situación. Sustraje la tela que me separaba de su masculinidad y pude evidenciar mis sospechas: El joven no estaba excitado en lo más mínimo.

—¿Tienes problemas de erección o qué? —Le hablé secamente. Él no me respondió, el techo parecía ser más importante para él que mis quejas sobre su miembro. Me enfadé y le crucé la cara con un golpe y al instante le tomé con una mano ambas mejillas apretándolas para dirigirle la cara hacia mí con violencia—. Te estoy hablando, idiota. Dime, ¿tienes problemas de erección o algo?

—¿Erección?

¡Listo!, ¡lo que me faltaba! Ya sabía que este niñato era un imbécil e ignorante, pero ¿tan alejado vive de la realidad?

—Cuando tu pene parece cobrar vida y se hace grande, ¿eh?, ¿has tenido una de esas, niño?

—Sí…

—Entonces dime porqué no está tu pene erecto ahora.

—No lo sé.

—Ya me suponía que no lo sabrías… No sé por qué gasto mi tiempo —Solté su cara y lo empujé hacia atrás con la mayor violencia que pude para así evidenciar mi molestia. Con una mano me dispuse a darle inicio a mi idea de masturbación… la cual en este caso fue bastante agresiva. Apreté su miembro en una de mis manos e inicié un movimiento corto y reiterativo.

—Du…du…duele. ¡Duele-‘ttebayo!

—Te dejará de doler en un rato, ya verás. Esto lo deberías hacer tú mismo, idiota.

Seguí en lo mío. Él también en lo suyo: mirar el techo. Sin embargo ahora respiraba un poco más fuerte y apretaba las sábanas entre sus manos. Al rato su respiración empezó a ser más larga y ronca, y los efectos de mi acción empezaron a hacerse notar entre mis dedos. Sentí su dureza propagarse y pensé que había hecho la buena acción del día.

Ya era demasiada bondad de mi parte por el momento, ahora debía proceder a lo que nos convocaba. Dejé de masturbarlo y aprecié el buen tamaño de su falo. Reí para mis adentros y me relamí de lo que estaba a punto de hacer. Esto era tan nuevo y prohibido para mí, pero da igual, ya no hay vuelta atrás. De todos modos estoy ebrio, ¿no? Le tomé de las caderas y lo di vuelta con toda mi fuerza. Ahora ya no podría ver el techo que tanto parecía fascinarle. Aún con sus caderas en mis manos lo atraje hacia mí, haciendo que se sostuviera sobre sus rodillas. ¿Acaso creen que lo haría de frente con él?, ¡claro que no! No preciso de su sucia cara cerca de la mía, gracias.

El niñato me miró por sobre su hombro, expectante a mis acciones. Decidí ser amable y escupí en dos de mis dedos y sin aviso previo los inserté en su recto. Él se retorció, pero no dijo nada; ya estaba claro para él como era que iban a ser las cosas entre nosotros dos durante las próximas horas, asique no manifestó réplica alguna. ¿Qué esperaban?, ¿que lo besase y me pusiera a esperar a que se dilate metiendo dedos uno a uno?... ¡por favor!, ¡es un vagabundo! Debe estar acostumbrado a que lo traten como la escoria que es. Si le muestro demasiado cariño después se acostumbraría y eso sería cruel de mi parte. No le daré una muestra mínima del amor que soy incapaz de procurarle a través del tiempo. Esto sólo durará esta noche, y dependiendo de qué tan bien se porte durante las horas venideras, decidiré si darle alojamiento el resto de la noche o echarlo de lleno a la calle, donde pertenece.

Ya habiendo dejado un rastro de humedad en su interior, lo cual era mi objetivo, me dispuse al acto principal. Busqué entre mi ropa mi miembro erecto. Bajé mis pantalones para darme mayor libertad. Me apronté hasta su entrada ayudándome con una de mis manos. Me quedé unos segundos saboreándome de ver la punta de mi extensión a la puerta de sus interiores.

—Hey, idiota —El joven se volteó ligeramente para indicarme que me estaba escuchando —. No grites. Muerde la almohada si así lo deseas, pero no vayas a gritar. Odio los ruidos fuertes.

Sin mayor advertencia, y con una sonrisa maquiavélica adornándome la faz, entré en su interior sin más. Estaba… tan… estrecho. El niñato se arqueó y siguió mi consejo de morder la almohada. Una siguiente estocada hizo que apretara con más fuerza. Me encanta. Entré en él lo más profundo que pude y empecé a sumarle cada vez más movimiento hasta lograr un ritmo que me acomodara. Ya estaba hecho: estaba teniendo sexo con un vagabundo que hasta momentos antes sólo tuvo la mala suerte de toparse con mi auto en uno de mis peores días.

Su columna vertebral se estremecía ante mi actuar, pero no emitió ruido alguno hasta ya pasado un rato, cuando empezó a respirar con una agitación ronca escapándose entre sus exhalaciones. Le di más fuerte de lo que nunca le he dado a una mujer. Con ellas siempre he tenido cierta consideración, aunque fuesen prostitutas o estas jovenzuelas que se mueren con tal de que yo les haga abrir las piernas, me da igual: para mí todas son unas zorras. Pero que ellas sean mujerzuelas no implica que su cuerpo merezca cierto cuidado y consideración; después de todo soy un caballero. Sin embargo con este vago la cosa cambiaba, no le debía ni un gramo de respeto, y hasta le haría un bien a la comunidad si en esto yo llegase a matarle… por su culpa he caído hasta aquí… por su cuerpo sucio y pecaminoso. Tal ser inmoral merece ser castigado.

Seguí en mi labor sintiendo la prisión de sus intestinos en mi falo, excitándolo, corrompiéndolo, este cuerpo sucio sabe cómo hacerme sentir bien. Sus gemidos ahogados sólo envalentonaban mi acción, y fue mi placer hacerle perder la razón con mis movimientos en su interior. Se nota tanto que no tiene experiencia alguna en esto… realmente este jovencito es el pecado más exquisito que mis caderas han probado. Decidí llevar esto en otra dirección, su ineptitud frente a temas de sexo me tiene intrigado.

—Me cansé, sigue tú —Salí de su interior y él levantó su rostro para sentarse en la cama y mirarme agitado. Me acosté a su lado y le indiqué que se pusiera arriba de mí.

—No sé cómo hacerlo-‘ttebayo.

—Primero, con tu mano, ponlo dentro —Me obedeció recibiendo una parte de mi extensión de a poco. No iba a esperarlo asique lo tomé de las caderas y lo empujé hacia abajo para apresurar el proceso. Él emitió un alarido; ante esto me vi en la obligación de golpearlo nuevamente hasta casi dislocarle la mandíbula—. ¿Qué te dije sobre no gritar?

—Lo siento…

—Más te vale que lo sientas o si no te lo haré sentir. Ahora muévete hacia arriba y hacia abajo, pero un poco hacia adelante y hacia atrás también. Busca el punto medio.

Mis indicaciones no le sirvieron de mucho asique con brusquedad busqué sus caderas y las tuve que guiar con mis brazos hasta que pudo hacerlo solo. Cuando encontró su ritmo fue perfecto. Se sentía tan estrecho y no parecía cansarse. Los vagabundos suelen caminar por largas horas, asique su resistencia es buena, he de suponer.

Siguió y siguió hasta que empecé a sentirme en el cielo. Ahora sus ojos me miraban. Observa mi cara de goce, supongo que ha de ser una muy parecida a la que él tiene en estos momentos. Sé que empezó a disfrutarlo y ya entendió como separar la línea del dolor de la del placer. Se frota donde le gusta asique él mismo está dándole control a lo que siente.

Sus mejillas están encendidas y respira con dificultad entre pequeños gemidos. Parece concentrado en mirarme, tal cual lo hago yo con él. Me gusta ver sus ojos, son tan extraños; fueron lo primero que me llamó la atención en él. Sus ojos son tan azules que parecen coloreados por el suspiro de un ángel. Tienen una inquietante luz propia que me obliga a perderme en ellos.

Sus movimientos se están acelerando. Lo está haciendo muy bien, tanto que no creo poder aguantar. Tengo orgullo, asique procuraré soportar un poco, mientras busco con mi mano nuevamente su pene y termino de ganarme una nube en el cielo. Lo masturbé esta vez más delicadamente, dentro de lo posible para mí. Él empezó a gemir más fuerte.

—Siento… siento… algo… que va a… salir-‘ttebayo…

Me habló. Ese “algo” era mi luz verde para dar rienda suelta a mi placer. Me dejé llevar mientras sentía como el líquido de sus entrañas se derramaba sobre mi vientre. Yo deposité mi semilla dentro de él. Aquél niñato no dijo ni pío cuando tuvo su orgasmo, sólo apretó con toda su fuerza mi camisa abierta y cerró los ojos.

Una vez culminado el acto, lo empujé desde uno de sus hombros para sacarlo de encima de mí. Él coopero recostándose a mi lado pero distanciado. Se acurrucó como un polluelo en su nido y se abrazó a sí mismo, tratando de comprender lo que había pasado hace unos instantes. Tembló un poco, mientras calmaba su respiración. Se notaba que sentía frío. Lo arropé, dándole a entender que se podía quedar. Él cerró los ojos. Y pareció sollozar, pero no lo tengo muy claro, aún estoy un poco ebrio.

Yo me puse de pie, me saqué la camisa y sólo quedé con una sudadera y mi ropa interior. Fui hasta la cocina y luego a mi mini-bar. Llevé a la habitación un sándwich simple y un par de cortos de whisky.

—Hey, idiota. Te traje comida —Lo removí un poco. Él se asomó entre las sábanas y se sentó en la cama lentamente con la tela cubriéndole los hombros—. Te ves demacrado.

Realmente era cierto lo que decía. Su semblante estaba morado por los dos golpes que le asesté en cada mejilla. Debajo de sí le seguía un hilo de sangre entre las piernas y tenía los ojos llorosos. Le extendí el sándwich, pero contra todo pronóstico sólo comió un poco. Le pasé uno de los tragos pero no lo quiso. Mejor: más para mí. Posó el resto del sándwich en uno de los veladores a un lado de la cama y me habló sin mirarme.

—¿Puedo dormir un poco-dattebayo?

—Sí.

Le respondí secamente. Él se recostó ocupando una pequeña porción de la cama, abrazándose a sí mismo. Es normal que los vagabundos hagan eso, digo, ¿qué otra cosa van a abrazar si la única posesión que tienen es a sí mismos?

Encendí un cigarrillo y contemplé el bulto que generaba el niñato al dormir. No sabría definir el momento exacto en que caí dormido yo también.



* * * * * * * * * * * * *



Su silueta en la ventana. Eso fue lo primero que vi al despertar. Lo contemplé mientras él veía la luminosidad de la nieve en el lejano pavimento. Con detenimiento me fijé en sus piernas delgadas rellenas de músculos, muy fibrosas. Debe ser porque vaga mucho. Su cuerpo es un atado de huesos y músculos bastante bien formados. Su tamaño no es malo, ¿diría que es un peso “mosca”?...podría llegar a ser un “gallo”(3) con buena alimentación. Sólo es cinco dedos más bajo que yo, pero tiene un aire infantil que me confunde.

—Muchacho —Hablé mientras me sentaba y encendía mi cigarrillo matutino. Él se sobresaltó de verme despierto y me miró serio y atento—. ¿Cuántos años tienes?

—No lo sé…

—¿Ni eso sabes?, eres un inútil.

—¿Cuántos tiene usted-dattebayo?

—Veintisiete.

 —No debo tener tantos menos-‘ttebayo.

—Me imagino, debes tener unos veinte cuando mucho, pero dudo que seas menor de dieciocho —Nos quedamos callados unos segundos. Me levanté y me dirigí hacia la ventana donde se encontraba él. Miré hacia abajo y pude notar que estaba bastante más nevado que ayer. Si lo devuelvo a la calle morirá para hoy en la noche —. ¿Te vas a quedar esta noche también?

—¿Puedo?

—Si estás dispuesto a que te use de nuevo, sí.

—No me importa.

—¿No te duele?

—Sí. Pero también se siente bien-dattebayo.

—Eres muy objetivo. Debe ser porque no tienes orgullo ni amor propio.

—No sé de lo que me está hablando-‘ttebayo.

—No importa, no es la primera cosa que no sabes. Puedes quedarte esta noche, pero debes ser sumiso, ¿ok? No me agrada tener que golpearte cada vez que me desobedeces.

—Pensaba que si le agradaba golpearme.

—¿Pensar? —Me acerqué a él y lo acorralé en el muro cercano a la ventana—. No me hagas reír. Si quieres quedarte y no morir congelado  afuera debes dejar de intentar sacar conclusiones por tu cuenta. Sí, hasta cierto punto me gusta golpearte, pero me hallo todos  los domingos en misa, y tú y tu perturbadora y pecaminosa presencia me hacen tener que bajar de mi pedestal, y eso es lo que me desagrada.

—¿Es culpa mía? —Pobre idiota, acaba de cruzar la línea. Lo tomé desde el cuello y lo levanté con una mano. Con la otra le golpee la boca del estómago dejándolo sin aire para culminarlo con un azote contra la misma pared en que lo tenía aprisionado… Este tipo me exaspera.

—¡Claro que es culpa tuya, idiota! Ya es suficiente con que me haya acostado con otro hombre, ¿no crees? ¿Acaso has leído la biblia alguna vez, hijo(4)? Todo lo que he hecho desde que te conocí está escrito con palabras rojas en ese libro. Las personas como tú me repugnan, pero no por eso voy a dejar de sacarles el mayor provecho


Me acerqué a él y le escupí en la cara. Él cerró los ojos y luego los volvió a abrir mirándome con la expresión que tienen los perros: un reflejo de mis propias emociones. Me sentí un poco bajo por como lo estoy tratando, pero en realidad no importa demasiado lo que haga o deje de hacer con este idiota, ¿no?

Algo hay en su mirada que me hace sentir melancólico. Se nota que está sufriendo, pero no hace nada al respecto. Veo un poco de temor en su semblante. Teme a que yo le termine por matar entre tanto golpe. Me da rabia que me mire como si yo fuese una especie de monstruo, me dan ganas de borrarle esa expresión a porrazos. Levanté mi puño nuevamente y él no se preparó para recibirlo cerrando los ojos como es lo común, en su lugar simplemente tembló. Realmente tiene miedo de mí. Me ofusqué y lo solté. Me alejé y volví a encender el cigarrillo que ya se había apagado.

—Apestas a muerto —Me dirigí hacia el armario. Él se acurrucó en el rincón, aún temblando—. Voy a desayunar. Si quieres acompañarme debes tomar una ducha y lavarte la boca con un poco de pasta y agua. Aquí te dejo una camiseta y unos pantalones que me quedan algo pequeños. Levántate del piso —Me hizo caso. Le tiré una toalla a la cara, él la recibió en el aire con una agilidad poco usual a la cual resté importancia—. Supongo que no sabes abrir la llave de estas duchas.


Abrí el paso de la ducha y la nivelé con agua bastante fría, he de suponer que no está habituado al agua caliente, luego de eso me marché. No sé por qué hago esto. Mientras preparaba un par de huevos estrellados y unas tostadas me pregunté eso una y otra vez. Creo que es por sus ojos, son expresivos como los de un cachorrito. También es bueno en la cama, y siento que ayer le despojé de su virginidad, porque no parecía tener experiencia alguna. Eso me agrada. Tiene un cuerpo bastante especial, aunque tenga que tirar a la basura las sábanas de anoche gracias a lo sucio que estaba, eso no impidió que me diera cuenta de lo bien formado que está. Sus caderas son estrechas y su espalda es ancha, tiene brazos fuertes y muslos ágiles… mmm… gracias a la profesión que ejerce mi hermano, soy capaz de fijarme en todas esas virtudes en los hombres y puedo decir que hace bastante tiempo no había visto tales extremidades tan dotadas de resistencia. Mmm… eso me hace pensar… en estupideces que no son posibles pero que me gusta pensarlas.

Medité un poco acerca del joven vagabundo, del cual ni siquiera sé el nombre. Ya el desayuno estaba listo y me produjo algo de nostalgia verme a mí mismo poniendo dos cafés en la mesa en vez de uno. ¿Cuántos años harán desde la última vez que hubieron dos tazas en mi mesa?, deben ser los mismos años desde que le llamé por su nombre por última vez… a… mi hermano… ¡bueno!, será mejor no pensar en eso ahora.

Traté de salir de mis cavilaciones y me di cuenta que el idiota se estaba tardando en venir al comedor. Me enfadé y fui hasta la habitación, dispuesto a romperle una costilla o dos, pero al abrir la puerta me detuve de golpe. Frente a la ventana vi una imagen que no creí jamás estar vivo para ver: un ángel.


Continuará…


(1) Referencia a “sueño de una noche de verano” de William Shakespeare.
(2)Nosferatu: Vampiro del cine clásico conocido como el más terrorífico de su época.
(3)Términos del boxeo para referirse a la masa corporal de un luchador y su respectiva categoría. 
(4) Hijo: (Son) Es una manera un tanto campirana de referirse a alguien menor. A veces esta puede tener una connotación negativa, como en este caso, marcando la superioridad de alguien frente a otra persona. Pero la mayoría de las veces es signo de apadrinamiento frente a una persona de menor rango o quién se estima.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER :)


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