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XS por Yoshita

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Notas del fanfic:

Ooooooooooossu! Sé que muchos esperan Disculpen... ¿quién es quién?, pero estoy en exámenes y no he podido escribir. Esta es una idea que surgió porque hoy es el cumplaños de Squalo :)

Otanjobi omedetou Squalo!

 

NOTA: EDITADO. Editado porque ando editando fanfics en esta cuarentena y este estaba de mierda. Edité también el resumen, porque era un fragmento desubicado del fic y no dejaba ver su verdadera esencia. 

Notas del capitulo:

Los personajes son de Akira Amano-sensei, yo solo disfruto hacer historias con ellos.

Disfruten.

Nota: hace 7 años escribí esto con el motivo del cumpleaños de Squalo, como notarán. No era tan buena escribiendo como ahora y hay muchos errores, así que en esta cuarentena me he propuesto arreglar los dos fanfic que tengo de Xanxus y Squalo y, de paso, añadir uno más. 

Siendo sincera, no recuerdo de qué iba este realmente, así que, aquí voy.

Squalo salió de esa pequeña cabaña lleno de sangre y se dirigió al castillo Varia, terminando el trabajo que le habían encomendado. Había matado al joven italiano que intervenía con los Vongola en silencio, tarde y alejado de todo, tal cual él, un asesino de la élite. 

- ¡Vooooi, llegué! - gritó al entrar en la mansión - hay demasiado silencio - ese día de Marzo estaba muy silencioso... Su cumpleaños. Seguro que salieron para no tener que felicitarme, pensó y salió al balcón grande que daba al comedor después de haberse quitado la chaqueta untada de sangre. Una lágrima recorrió su mejilla, no me importan los otros idiotas, pero el jefe... Xanxus, no te perdonaré esto, aunque sé que no tienes razón para estar conmigo, por lo menos el día de mi cumpleaños podrías... bah, qué idiota soy al estar enamorado de ti, las lágrimas seguían brotando de sus ojos grises. 

- Así que derramas lágrimas por la persona a la que mataste, ¿eh, basura? – escuchó la voz profunda a su espalda. 

- ¡Vooooi, maldito jefe! ¿Quién está llorando? - dijo secándose las lágrimas antes de voltearse a encarar a su amor imposible - no soy tan débil como para llorar por alguien que solo vi cubierto de sangre. ¿Qué es lo que quieres, maldito jefe?

- Esto - le lanzó una pequeña caja negra con un moño azul claro. 

- ¿Qué es esto?

- ¿Es que aparte de basura eres bruto? - le respondió Xanxus, enojado pero con algo más... ¿Vergüenza? Y... ¿Era eso un sonrojo? - hoy es tu cumpleaños, escoria. 

Squalo se quedó mudo, no sabía que decir, la persona a quien tanto amaba, la persona de la que menos esperó, pero que más deseó que estuviera con él en ese día, estaba, y mucho más, le había dado un regalo. 

- ¿Te quedaste mudo, escoria? Abre eso ya, no hagas que desperdicie en lo que gasté toda mi tarde - y ahí viene de nuevo, otro sonrojo. 

- Qué lindo te ves boss, con esa cara seria y un sonrojo - susurró involuntariamente el tiburón.

Hubo un silencio hasta que Squalo se percató de lo que había dicho. El guardián de la lluvia abrió los ojos con sorpresa y se sonrojó visiblemente, tenía aun sus manos al frente, sosteniendo la caja que Xanxus le había dado. No sabía qué hacer, pero su boss sí y se acercó lentamente a Squalo, con ojos indescriptibles. El tiburón dio un paso hacia atrás y se encontró con la barra del balcón, la cual lo hizo perder el equilibrio y se balanceó hacia el exterior de la mansión. Espero el dejar de sentir algo cerca de él y el aire correr entre su cuerpo cerrando los ojos, pero nunca llegó. En su lugar había un férreo brazo en su cintura y unos labios en su oído. 

- Así que eres basura, bruto y torpe - sintió el aliento de Xanxus murmurando en su oreja y abrió los ojos de golpe - creo que también me falto algo en esa descripción... - y tomó aire y valentía, dejó atrás su orgullo y dejó que los sentimientos lo arrastraran - te ves jodidamente sensual, Squalo - dejó caer la cabeza en el hombro del tiburón, haciendo más fuerte el agarre de la cintura y acercó al guardián de la lluvia más a su cuerpo - feliz cumpleaños, Superbia Squalo, gracias por estar siempre ahí para mí... Ti amo - lo soltó, se dio la vuelta y caminó hacia el interior del castillo pero algo lo detuvo, Squalo lo abrazaba por detrás mientras enterraba su rostro en la espalda de su jefe. 

- Jefe de mierda, ¿por qué te vas sin siquiera recibir una respuesta? -  se empinó para alcanzar el oído de Xanxus – ti amo - susurró el tiburón en el oído de su estúpido jefe y sin tener tiempo de reaccionar, el moreno lo giró para tenerlo de frente, lo miró con ojos profundos y lo besó, no como alguien que besa por primera vez a la persona que ama, sino como alguien que no ha besado a la persona que ama por un largo tiempo. Lo abrazó más a sí y Squalo envolvió el cuerpo de su jefe en un abrazo, mientras sostenía en una mano la cajita negra que acababa de recibir. El albino no dejaba de sorprenderse, ese orgulloso hombre al que llamaban jefe de los Varia había dejado caer el muro que lo envolvía y sacaba a relucir los más puros y profundos sentimientos de su ser, y cuando pensó que no se podía sorprender más, sintió una cálida gota en su rostro. Se separó de su jefe.

- Xanxus... ¿Estás llorando? - le preguntó, secando la lágrima que le había caído desde los ojos de su jefe - pero, ¿por qué?

-No te emociones tanto, tiburón de mierda, solo... solo estoy feliz... de... - Xanxus era malo con las palabras, aunque hubiera dejado de lado su orgullo, este se negaba a desaparecer. Squalo lo comprendió. 

- Yo también me alegro de que nuestros sentimientos sean correspondidos, estúpido jefe - y abrió su regalo - ¿qué es esto? - dijo, mientras sacaba de la caja una fina cuerda negra de la cual colgaba un dije en plata. 

- Un collar. 

- ¿Es que acaso soy un perro?

-No, eres un inútil tiburón, basura, ¿es que no entiendes la diferencia’

Era un largo cordel de cuero negro y el dije eran una X y una S unidas. Sorprendido, de nuevo, Squalo se lo colocó, el dije le llegaba hasta la mitad de su pecho.

- Gracias Xanxus - bajó la mirada, completamente rojo. 

- Mírame a los ojos cuando hables, basura - con la mano levantó el rostro del apenado tiburón - dame las gracias de frente. 

- Gracias jefe. 

- Dilo como lo dijiste antes. 

- ¿Antes? 

- Di mi nombre. 

- Gracias Xanx... - no pudo terminar la frase porque los labios de su jefe lo habían callado al haberse posado sobre los suyos. Xanxus lo alzó en brazos y lo llevó a la habitación, SU habitación, la de su basura, su tiburón, su... Squalo. 

Cuando lo puso en la cama, notó que el tiburón estaba felizmente dormido. 

-Escoria, no esperaste a que llegáramos a tu habitación - se acostó a su lado, poniéndose frente a él, los arropó con una sábana y cogió el dije que le acababa de regalar - esto es para que tú y las demás personas sepan que eres mío, y solo mío - y empezó a jugar con el cabello blanco de su amado hasta quedarse dormido. 

 

 

Squalo se levantó desorientado y solo. ¿En qué momento había él ido a su habitación? ¿En qué momento se había acostado en su cama? Luego le vino a la memoria lo sucedido la noche pasada, el... Jefe... Xanxus... yo le dije que lo amaba... ¡no! Todo eso fue un sueño, es por eso que estoy aquí en mi habitación y mi chaqueta está ahí, señaló un sofá en donde descansaba su chaqueta llena de sangre, claro, vine y me acosté de una vez, vaya sueño extraño que tuve de cumpleaños,  se llevó la mano al pecho sintiendo alivio y al mismo tiempo, sintiendo algo frío al tacto. No puede ser, sostuvo el pequeño dije entre sus dedos, él en realidad... Me dio esto... él me dijo... él me dijo que me amaba... y yo le dije... yo le dije lo mismo... ¿fue él quien me trajo aquí? Squalo se sonrojó, primero por vergüenza y luego de ira, pensando qué pudo haber hecho su jefe mientras él estaba dormido. Corrió al baño y se desnudó frente al espejo de cuerpo completo para observar su cuerpo. Su níveo y bien formado torso no tenía señales de haber sido mordido, lamido, arañado o chupado por su jefe y no sentía dolor en ningún lugar de su cuerpo. Al parecer es verdad lo que dijo, no quería simplemente seducirme y llevarme a la cama
Se vistió con su pantalón negro del uniforme de Varia, una chaqueta gris de hacer deporte y se recogió el pelo en una coleta alta, dejando solo dos mechones de pelo cayendo sobre sus hombros, los siempre alborotados mechones en su cara y salió hacia el comedor, no sin antes fijarse en que el reloj de su mesita marcaba las 7:30.

- ¡Vooooi! ¡¿Es tan temprano y ustedes ya están haciendo ruido?!

- Ushishishi, ¿así que el idiota gritón ya está despierto? Toma - le lanzó un paquete. 

- ¿Un yukata? - le preguntó el tiburón al príncipe, abriendo el paquete. 

- Squ-chan, ayer era tu cumpleaños, así que todos te trajimos algo - le dijo Lussuria, entregándole una caja rectangular azul oscuro con unas letras grabadas - toma, happy birthday!

- ¿Una colonia?

- Toma - le dijo Levi de mala gana, entregándole un libro que el espadachín había estado buscando por mucho tiempo, La Divina Comedia de Dante Alighieri, versión de aniversario.

- Vaya - dijo Squalo con una mirada sorprendida que encajaba muy bien con su tono, que Levi le diera algo era algo raro, siempre creyó que Levi lo odiaba porque él era el más cercano al jefe, el favorito, por decirlo de alguna manera, y le pareció aún más extraño que le diera algo que él había deseado con tantas ansias. 

- Mu mu, quita esa cara y toma - la arcobaleno le puso un sobre en la mano. 

- ¿Cupones para pizza? - miró a la ilusionista. 

-Si no te gusta devuélvelos, los puedo vender muy caros y ganar más dinero- y estiró su pequeño brazo para recibir los cupones de vuelta. 

- Vooooi, es comida gratis, no te lo daré. 

Squalo dejó los regalos sobre un lado de la mesa del comedor y comenzó a leer el respaldo del libro que Levi le había dado, fascinado con notar que contaba con las notas del borrador original.

- ¿Qué es esta cosa colgada de tu cuello? - preguntó Levi, tomando el dije que Xanxus le había dado, en el mismo instante que Xanxus entraba al comedor. 

- ¡No lo toques! - le gritó Squalo al guardián del rayo - ¡es algo muy importante para mí! Si le llegas a hacer algo...

-Te mataré – el moreno terminó la amenaza. 

- Boss - lo miró Levi- yo no le haré nada, lo juro, boss, yo solo lo miré. 

-Ushishishi, ¿por qué tanta preocupación, boss? ¿Qué es acaso eso para usted? - dijo, señalando el dije en el pecho de Squalo. 

-La marca de que él es...

El timbre de la puerta de entrada interrumpió la respuesta, en la habitación nadie se movía. Sonó de nuevo, pero los ojos de todos en el comedor no se apartaban del moreno, expectantes. El tercer repicar logró hacer que Squalo se irritara y saliera en camino a la entrada, ¿qué nadie en ese maldito lugar podía abrir la puta puerta? Chasqueó la lengua con molestia al ver al anciano parado fuera, con su afable sonrisa y un sobre en la mano.

- ¿Qué quieres, viejo? - le preguntó el tiburón al Noveno - ¿otro trabajo?

-No, Superbia, esta vez es algo mejor – le entregó el sobrecito rojo que llevaba. 

- ¿Qué es esto?

- Una fiesta. 

- ¿Y con qué motivo?

- Tu cumpleaños. 

- ¿Y es que acaso mi cumpleaños es tan importante como para hacer una gran celebración? – objetó cruzándose de brazos, el Noveno soltó una risotada.

- La verdad es que no, pero llevamos un gran rato sin fiestas y esta era una razón para tener una. 

- ¿Quién necesita una razón para una fiesta?

El Noveno lo miró con el rostro impasible y Squalo suspiró derrotado, él tampoco había asistido a una fiesta en mucho tiempo, además si era de su cumpleaños habrían regalos y, también, como en toda fiesta, comida, mucha comida.

- Está bien – aceptó - pero no sé qué dirán los otros. 

- Ellos ya saben. Todos irán. 

Maldito viejo, se adelanta demasiado.

- Vale. Adiós - cerró la puerta en las narices de Timoteo y fue al comedor. 

- Ushishishi, ¿así que si habrá fiesta? Creí que ese estúpido tiburón se negaría y perderíamos la oportunidad de una fiesta, pero por fortuna si tendremos - Belphegor se retiró del comedor. 

- ¡Magnífico! Fiesta, tengo que ir a arreglarme de una vez. 

- Momento, Lussuria, ¿por qué de una vez?

- ¿No es obvio, Squ-chan? La fiesta es esta noche. 

- ¿Hoy? ¿Y hasta ahora tiene el maldito viejo la decencia de avisarme?

- Mu mu, no te quejes – reprochó la arcobaleno

- Estoy hablando con Lussuria. 

-Pero él ya se fue y tú estás algo distraído hoy, no me importa la razón – se fue del comedor antes de que el albino pudiera siquiera regalarle un grito.

Squalo miró a su jefe y soltó un suspiro. 

- Supongo que tú eres la razón, maldito jefe. 

- Ja, ¿así que si soy importante? - se jactó. 

- ¡¿Qué clase de pregunta es esa?! - le gritó Squalo, enfurecido y sonrojado, señalándolo con un dedo.

- Yo tenía razón - le dijo Xanxus, acercándose a él. 

- ¡Voi! Retrocede por favor, mira que L... - los labios de Xanxus se estrellaron con los de su guardián de la lluvia quien, por más vergüenza que sintiera, se dejó consumir por los besos de su jefe. Cuando al fin se despegaron, el moreno habló. 

- ¿Ves que sí, escoria? Te sonrojaste y te ves mejor, sensual, ¿es que te da pena que te vea así? Eres una basura inservible. 

- No es eso – lo contradijo - es que... - señaló a su izquierda- Levi aún estaba aquí – dicho esto, ambos hombre voltearon a ver al estupefacto guardián del rayo.

Levi A Than los miraba con una enorme cara de sorpresa, con los ojos y la boca bien abiertas y un tembloroso dedo señalándolos. 

- ¿Qué te pasa, inservible inútil? ¿Quieres uno también?

Un hormigueo recorrió a Squalo, era a él a quien amaba, ¿por qué ofrecía sus labios a otro? ¿Es que pensaba que estaba pintado en la pared? ¿Iba en serio con eso de besar a Levi?

-Sí, yo quiero uno, jefe. 

Squalo estaba que ardía en llamas y cuando vio a Levi acercarse a Xanxus, explotó. 

- ¡Vooooi! ¡Apártate! – Tomó la cabeza de Levi y lo estampó contra el piso - ¡es mío y solo mío! - dijo mientras se erguía del suelo y se señalaba a su jefe - ¡es mi jefe, mi maldito jefe, mi basura, mi Xanxus! - volteó a ver a Levi, dejando a un Xanxus estupefacto, sonrojado y sorprendido - ¿entendiste, basura? No te lo daré, y si lo quieres, mátame primero - lo pateó tan fuerte que lo sacó del comedor, quedando así solo con Xanxus. 

- Maldita basura inservible, idiota, atrevido, irrespetuoso, mala clase, desgraciado... - y sintió en caluroso abrazo por detrás. 

- Y pensar que la lluvia se puede volver tormenta solo con unos pocos rayos, todo por la provocación del cielo, ¿de verdad que no me compartirás, Squalo?

- Ah - no sabía que más decir, en ese momento no podía generar una frase coherente para explicar lo sucedido. 

- Tus celos son tangibles en el aire, basura - le susurró al oído. 

- ¿¡Quien está celoso!? - exclamó. 

- ¿Ah, no? ¿Entonces qué fue eso? - empezó a deslizar sus manos por todo el pecho del tiburón, lo cual le produjo unos escalofríos por todo su cuerpo - ¿o será que es excitación? - le mordió la oreja suavemente. 

- Xanxus… - jadeó, aunque lo intentara, no tenía nada más que decir en el momento, no era capaz de proferir algo coherente. 

- Te tengo una invitación, escoria - le volvió a susurrar al oído - ¿quieres saber qué tan cómoda es mi cama? - no le dio tiempo para contestar, lo volvió a alzar en brazos y lo llevo a su habitación. Era la primera vez que estaba en la habitación de su jefe y sus nervios estaban de punta. Xanxus lo puso en la cama y se quedó observándolo. 

- Puta mierda, deja de hacer eso. 

- Vooooi, ¿hacer qué?

- Deja de seducirme, maldito tiburón. 

- ¿¡Que yo estoy haciendo qué?! ¡Si solo estoy sentado en tu cama! - era cierto, Squalo estaba sentado en la cama del moreno, pero el no veía exactamente como estaba, vista que Xanxus tenía plena: en una postura casi ofensiva, a punto de lanzarse en pos del moreno si la situación se ponía fea, estaba apoyado en una de sus piernas con la otra lista para impulsarle hacia el frente, su cuerpo se encontraba agazapado, como un felino en caza, su abrigo suelto dejaba un poco de piel visible, su cabello, aún atado en la coleta alta, estaba despeinado y los mechones le caían enredados, uno a cada lado de su rostro, largos hasta la cintura, resaltando la promesa que le había hecho al hombre que lo miraba con los ojos carmesíes encendidos. 

- Maldita sea, Squalo, terminaré haciéndote el amor como sigas así. 

Esa era precisamente la llamada a la guerra que el albino había estado esperando. Con agilidad, se lanzó hacia el moreno, quien apenas tuvo tiempo de notar que Squalo le había desatado la corbata del cuello.

- Entonces que sea un reto – con la corbata y distrayendo al moreno con sus labios en su oreja, ató las manos del jefe tras su espalda, empujándolo luego hacia la cama - ahora, maldito jefe, quédate ahí quieto, quiero probar algo – se sentó a horcajadas sobre las piernas cruzadas de Xanxus y comenzó a levantarse lentamente la chaqueta gris que llevaba. 

- La puta que te parió, Squalo - aunque Xanxus podía fácilmente quemar la corbata con la que estaba amarrado, prefirió permitirle al tiburón seguir jugando. No lo admitiría, pero tenía curiosidad por saber qué era lo que planeaba su guardián de la lluvia. 

- Cierra la maldita boca, jefe de mierda – le tapó la boca con su diestra y cuando el moreno dejó de hablar la retiró. Miró los labios del moreno y comenzó a delinearlos con sus dedos, recorriéndolos completamente, hasta que fueron sus propios labios los que tomaron su lugar. La intensidad del beso comenzó a aumentar y el albino se abrazó al cuello de su jefe, acercándolo más a su cuerpo. -Vamos a hacer un pequeño cambio – soltó el cinturón del moreno y lo usó de reemplazo para la corbata que le ataba las manos, usando luego la corbata para vendarle los ojos.

- Tienes bastante creatividad con esto, ¿verdad escoria?

- ¿Crees que no me he imaginado lo que haría si me dieses la oportunidad de meterme en tu cama?

- Mierda, Squalo, quítame esto de los ojos – reprochó molesto, odiaba no tener el control de la situación, pero odiaba más el no odiar que Squalo le controlara. Se mordió los labios con fuerza.

- ¿Qué? ¿Por qué? ¿No te diviertes? – susurró suave en el oído del moreno y luego dio una mordida en el hueco de su cuello.

- Mierda, que si me divierte - quemó la correa, dejando sus manos libres para quitarse la corbata de los ojos – pero, ¿qué parte de sensual es la que no entendiste, estúpido inútil? -  atrapó el rostro de Squalo entre sus manos y unió ambas frentes para detallar los ojos platinados del albino hirviendo de lujuria - ahora es mi turno – arrancó de golpe el abrigo del albino, recibiendo varios gritos de protesta y se las apañó para atar las manos del guardián de la lluvia por sobre su cabeza. Ahora tenía el torso de Squalo a su disposición, el tono de porcelana del espadachín lucía innumerables cicatrices de diversos tamaños, ya cicatrizadas y Xanxus supo que tenía que marcar con sus dientes toda la piel que tuviera a su alcance. El moreno comenzó a recorrer el pecho desnudo con la punta de su nariz empezando por la cadera y subiendo lentamente, inhalando y exhalando, causando escalofríos y gemidos leves en el espadachín. 

- Xanxus…

- ¿Qué quieres, basura? - le preguntó con sus labios en el cuello del albino - ¿es que acaso no te divierte? - usó la misma pregunta que le había hecho el tiburón. 

- ¡Voi, sí! Yo te…

- Te deseo, Superbia Squalo. 

- ¡Vooooi! ¡Yo lo iba a decir primero, mierda! - refunfuñó el guardián de la lluvia, levantándose y encarando a su jefe. 

- Pues te gané yo, miserable, y como gané, te reclamo como premio – arrebató un beso de los labios del albino, evitando así los gritos del hombre.

- ¡Vooooi! – Obviamente, no iba a salvarse de los gritos.

- ¿Quieres tu beso de vuelta, estúpido imbécil? Ven y recupéralo – retó. 

Squalo sabía que luchar contra la boca del jefe era lo más absurdo que podía hacer porque tenía una ínfima posibilidad de ganar. La única carta que podía usar era ese deseo ferviente en los ojos del moreno y hacerse la puta en la cama. Se recostó de vuelta en las sábanas y dejó los brazos sobre su cabeza. Maldijo en su interior y se tragó la vergüenza.

- Boss – susurró, la mirada de Xanxus no se había despegado de su cuerpo - ¿no se atreve usted a arrebatarme otro? – se mordió la lengua luego de hablar. Puta, se reprochó.

- Maldita mierda, que si lo haré, estúpido tiburón malnacido – comenzó a desvestir al albino con agresividad, quemando las partes de la ropa restante de Squalo que tomaba con sus manos.

- ¿Se puede? – El leve toque en la puerta de la habitación hizo que ambos soltaran vulgaridades en voz baja. Maldito seas, Lussuria, murmuraron al unísono - Boss, hay alguien que lo está buscando, dice que es muy urgente, de hecho nos busca a todos. 

- Ya voy – la mirada asesina de Squalo lo hizo proferir una carcajada. Se separó con cierta reticencia del cuerpo del albino para luego susurrarle al oído – te prohíbo que salgas de aquí, puto tiburón. Cuando termine este asunto, volveré a reclamar lo que es mío.

- Lussuria dijo que nos necesitan a todos. Yo también voy – se incorporó sobre las sábanas.

- No – lo detuvo – tienes el día libre, feliz cumpleaños – se acercó a su rostro y le robó un beso fugaz. Squalo lo agarró del cuello en un abrazo. 

-Gracias boss - lo besó y Xanxus respondió con una mordida en el labio inferior. Salió de la habitación y se dirigió a la sala, donde estaban todos los Varia. 

- ¿Para que es que me interrumpen, basuras? Por la maldita vida que aprecian, espero que sea importante.

- Jefe, tenemos una petición por parte del Noveno - le dijo Levi, su rostro estaba lleno de moretones y rastros de sangre que se había quitado con torpeza. Xanxus sonrió con orgullo al ver las marcas del tiburón sobre el atrevido hombre del rayo. 

- ¿Y qué mierda es que no puede esperar hasta después? – miró al hombre mayor que estaba sentado en el mueble más grande de la sala.

- Primero lo primero – el Noveno se puso de pie - Superbia tiene una fiesta esta noche en su honor. Quiero que le hagamos pasar un buen día, se lo merece. 

- Ushishishi, hace tiempo que no mato a alguien, será divertido. 

- No tendremos que matar a nadie - le respondió el Noveno - solo que pase un buen rato. 

- ¿Diversión? ¿Al estúpido tiburón? ¿Qué van a hacer? ¿Mandarlo a matar a alguien?

- No solo matar es divertido para Superbia - le contestó el Noveno tranquilo - también la comida es felicidad. 

- Está bien, pero no haré ninguna estupidez - aceptó Bel. 

- ¡Me parece fantástico! Creo que a Squ-chan le vendría bien algo de créme brulee.

- Mu mu, lo haré gratis esta vez, por ese idiota gritón - dijo la arcobaleno - ¿qué vamos a hacer, quiero decir, ¿alguna broma?

- No tienen que pensar mucho ya que yo, el príncipe, siempre tengo las mejores ideas.

 

 

Squalo se removía impaciente en la cama de su jefe. 

- El puto jefe de mierda que tengo me dejó aquí, diciendo que volvería por mí y todo eso, ¡pero tarda, maldición! – se recostó entre las sábanas y cerró los ojos, buscando dormir un poco.

- ¡Basura inútil e inservible!

- Tengo nombre, ¿sabes? – Murmuró somnoliento - ¿te mataría usarlo?

- No quiero. 

- Jódete – se tapó la cabeza con la sábana e intentó seguir durmiendo.

- No duermes sin mi permiso, basura. 

- Tengo el miserable día libre por órdenes tuyas y tengo el puto antojo de dormir, así que déjame en paz.

- Tienes el miserable día libre sujeto a cambios por mi parte, obviamente.

- Eso no hacía parte del paquete, así que lárgate.

- No quiero. 

- ¡Que te largues!

- ¡Que no quiero! – los gritos podían oírse en la mansión entera.

- ¡Que te largues! – Salió de entre las sábanas y encaró al moreno – te vas a largar de aquí y me dejarás dormir en paz. 

- ¿Es que crees que eres el jefe? ¿Te parece que me das órdenes ahora?  

Xanxus se arrojó sobre el cuerpo desnudo del tiburón, sin darle tregua ni dejarle una ligera abertura para que escapara. Squalo se lo había buscado. Y la follada que se le venía no le iba a dejar el día libre.

 

 

- ¡Squ-chan, apúrate!

- ¡Ya casi estoy listo! ¡Voi! – aparte de haber tenido que bañarse tres veces para poder quitarse los residuos de su encuentro pasional con el jefe, también había tenido que hacerlo con cuidado, porque el resentimiento que tenía en su espalda baja por culpa del moreno de ojos carmesíes le había pasado factura hasta la mitad del segundo baño, donde pudo recobrar la compostura. Salió de su habitación luciendo un smoking negro y una corbata gris que hacía juego con sus ojos. 

- ¡Squ-chan! ¡Te ves fabuloso! Pero tú peinado es un desorden, cielo, deja te lo arreglo.

- ¡Deja mi cabello en paz, Lussuria!

- Eres un amargado, Squ-chan

- Me importa una putísima mierda lo que pienses de mi cabello.

Squalo y Lussuria eran los últimos en salir de la mansión Varia, por obvias razones por parte del albino, Lussuria era el único con la paciencia suficiente para esperarlo. Por fortuna, el camino al castillo Vongola no era tan largo y la limosina los dejó en la puerta en menos tiempo de lo que habían tardado los tres baños de Squalo.

- Así que ha llegado – el hombre se acercó hasta él – Superbia Squalo, será mi mayor placer emborracharte esta noche

- ¿Rokudo Mukuro? – Si Mukuro estaba ahí, eso significaba que los demás molestos mocoso japoneses también.

- ¡Ja, ja! – La risueña voz que tanto odiaba le sorprendió por detrás - feliz cumpleaños, Squalo- Yamamoto Takeshi se adelantó a los demás presentes para entregarle una cajita con un moño azul brillante. 

- ¡¿Qué hacen todos ellos aquí?! - Exclamó irritado mientras señalaba a la décima generación. 

- Esta era mi perfecta idea y es perfecta porque soy un príncipe.

Squalo estaba perplejo, él quería fiesta, pero no de esa manera. Sus ojos acerados apuñalaron a cada una de las personas presentes en la celebración, dedicando gruñidos a Bel y a Yamamoto Takeshi, puñaladas dobles al ilusionista de la décima generación e insultos personalizados a los restantes.

- Tráiganlo – la voz del Noveno lo sobresaltó y sintió como Mukuro lo empujaba hasta una enorme poltrona ubicada en uno de los extremos del salón – es hora de celebrar el cumpleaños al estilo Vongola.

Squalo maldijo por lo bajo al ver como dramatizaban los momentos más icónicos que habían tenido con él. Estuvo a punto de asesinar a Yamamoto, al verlo recrear la pelea por los anillos, y al chico Sawada, por recordarle su casi muerte a manos del hombre de la tormenta de los Millefiore. Cuando las representaciones se acabaron y pudo ir a la enorme mesa de comida, el ambiente se relajó un poco. Aunque le molestara la presencia de todas esas personas, sentía que disfrutaba la fiesta. Escapándose upor un momento de la reunión, Squalo salió al balcón mientras, en el salón, Gokudera tocaba el piano.

- Es una bonita melodía – murmuró para sí mismo. 

- Pero es mejor si se baila con alguien – Xanxus tomó la cintura del albino y comenzó a guiar al espadachín sobre los adoquines del balcón – feliz cumpleaños, Superbia Squalo.

Notas finales:

Bien, les prometo que actualizaré pronto (pronto, ojalá). ¡Feliz día y feliz cumpleaños a quienes cumplan hoy!

NOTA: he leído esto y he visto que era una mierda, así que lo he arreglado, lo que más pude, sin quitarle la esencia que quería que tuviera.

Quité, por obvias razones, las menciones jocosas que hacía hacia violar a Squalo, porque eso no es una broma. Aparte, eliminé las reacciones fresa de Squalo porque todos sabemos que Squalo le partiría la cara a Xanxus de un puñetazo y que es un bruto salvaje, ese es el Squalo que me gusta.

Pido perdón por el Xanxus romántico, hice todo lo posible por regresarlo a su forma original.

Antes, esto no tenía una sola grosería, porque yo era una niña santa de diosito que no las decía, pero ahora me importa una reputísima mierda y me encanta soltar barbaridades, así que me valen tres hectáreas de poronga y les pongo las groserías que sé que estos gritan.

Gracias por (volver a) leer. 


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