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Mycroft Holmes por Masamune

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Notas del fanfic:

Primer Caso: El Caso del Ladrón de los Cuarenta Rostros.

Notas del capitulo:

He trabajado y resubido este fic. Las ideas ligeras que utilicé la primera vez que lo hice creo que han sido profundizadas adecuadamente para el primer capítulo.

Una discusión en la planta superior de un edificio. De repente, ciertos objetos rompen la ventana y caen al viejo callejón sin tránsito. Las figuras de barro se han hecho trizas contra el pavimento. De pronto un grito ahogado y luego silencio... sólo silencio.


 


Con las primeras luces del alba, el novel jefe interino de Scotland Yard, Lestrade, llegó seguido de un joven de cabellos negros y patillas apenas pronunciadas. Parecía tener singular confianza en mostrarle la escena periférica al robo más pintoresco que se había dado en ese barrio de clase media en Londres.  El aire frio de la mañana convertía la respiración de ambos hombres en vapor cálido y sus sombras se reflejaban en largas proyecciones en la larga pared de ladrillos. 


Sherlock Holmes - pues este era el que acompañaba a Lestrade - pasó amplios minutos en silencio, arrodillado entre los trozos de barro de las imágenes apenas reconocibles como vulgares adornos de animales de caza. Entonces, como si una intuición sobrenatural le hubiese espoleado se irguió girándose hacia otra persona que acababa de aparecer en escena. Su vista no pudo parecerle agradable por la reacción que se dio a continuación. El nuevo integrante del equipo tenía cierto aire familiar pero facciones más finas y cabellera dorada, además de unos reposados ojos azules. 


Sherlock no pudo sino lamentar su presencia porque apenas le reconoció fue a increparle.


-- ¡Maldito seas, Mycroft, este es mi caso! No comprendo qué desea ahora el Servicio de Inteligencia Británico. -... 


El de cabellos rubios sonrió ampliamente. Sabía que en ese momento, Sherlock estaba retrocediendo mentalmente hasta la casita de Sussex donde ambos se criaron durante la infanciay donde la mala suerte había determinado que él, Mycroft fuese el mayor y Sherlock, el moreno el segundo vástago de una familia acomodada con ascendencia francesa. 


Hacía mucho tiempo que ambos hermanos no se veían. Incluso antes de graduarse y a pesar de estar internos en Oxford en habitaciones contiguas apenas si habían cruzado palabra. Mycroft el rubio ostentaba una devastadora popularidad resolviendo casos para los catedráticos y lores académicos. Además de sacar un récord imbatible de calificaciones perfectas y ser casi un ídolo en los deportes practicados por la aristocracia. Sherlock, en cambio había pasado casi desapercibido para sus congéneres y sus calificaciones eran harto pobres excepto en Química, Botánica y Música.


Pasado el tiempo, Mycroft encontró de inmediato un lugar en el Servicio de Inteligencia Británico, mientras que el futuro de Sherlock todavía no se vislumbraba y parecía ser de éxito esquivo. Todavía empezaba sus primeros casos como ayuda alternativa de Scotland Yard, esperaba estar lejos ya de la fama de su hermano, labrándose camino en solitario como detective privado. No esperaba encontrarse tan pronto con su némesis de pie, sonriente y muy bien vestido observándolo con aire de suficiencia.


--- Oh, Vamos Sherly, no debes poner esa cara, tu entrecejo lucirá muy mal en el futuro. -- le dijo en cierto tono irónico que solía emplear. Movió apenas el bastón marfileño y se apoyó en él suavemente.-- ... y sí, yo también te he extrañado de sobremanera.


Los policías de Scotland Yard sonrieron mirando de lado, ese "Sherly" rompía con la figura delgada vestida de negro, muy seria que se había presentado hace algunas horas. Sherlock se dio cuenta que de golpe y pluma acababa de perder autoridad y con los brazos cruzados le dio la espalda al intruso jurando no soltar palabra hasta que no fuera absolutamente necesario. Se volvió al callejón donde se encontraban figuras en el piso. Lestrade tenía la teoría de que habían salido volando de la habitación del séptimo nivel. El oscuro se arrodilló para notar la trayectoria. Bajo el farol, Mycroft ni siquiera se molestó en aproximarse. Jugó por un rato con su bastón y luego de echar un vistazo a la ventana se arregló la visera del sombrero.


-- ¿Tanto tiempo tienes que prefieres jugar con una pista falsa a dilucidar el verdadero misterio, Sherly? -- le dijo con su media sonrisa llena de autosuficiencia -... esas figuras fueron arrojadas a propósito, no fueron parte de una pelea, sino de un plan. Mira la forma en que están despedazadas, cayeron verticalmente porque alguien las lanzó con mucha calma, y sospecho que esas mismas personas están esperando que buena parte de la patrulla se cansase de buscar...  


-- Eso quiere decir que...---. No terminó la frase, Sherlock se levantó y se fijó en todo alrededor -... hay alguien que en este mismo instante nos está vigilando.


--- ... ecco... yo diria que son un par...- susurró el rubio esta vez haciendo girar su bastón en el dedo. --... y a la cuenta de tres tú y yo entraremos al edificio del costado yo por la puerta principal y tu por la salida de emergencia. Es hora de atrapar a estos novatos. Mostrémosles el lado menos gentil de la ley, Sherly.


Un asentimiento bastó para que ambos se lanzaran cada cual más veloz por la ruta marcada. De improviso los pasos de otro hombre que huía acompañaron la soledad de los pasillos interiores del edificio. Mycroft pudo ver el final de un sobretodo y se dispuso a avanzar sin detenerse.


Más abajo, desde el lado exterior se desarrollaba una persecusión similar. 


 "Mycroft, como siempre, tiene razón"- masculló el oscuro enojado. Hasta ese momento nunca le había pillado en un error. "Pero no me ha contado toda la verdad. Si él ha venido no puede tratarse de un vulgar ladrón, debe haber demasiado detrás de esta persona. Un investigador del servicio de inteligencia no viene a ver a un par de pillos. Hay algo que sabe y no me lo dirá a menos que le acolarre también".


Craso error detenerse a pensar. En ese momento vio venir un objeto largo hacia su rostro y cayó al piso perdiendo el sentido. Alguien acababa de sacarlo de juego usando un sencillo palo de golf. Las vibraciones que se produjeron en sus oidos zumbaron tiempo después de estar sumido en la oscuridad. Escuchó los pasos de los zapatos sobre las escaleras y sintió el olor de agua de colonia. Después luchó largamente contra su propio sopor y el aroma de los objetos cambió a moho y cortinas húmedas.


"No puedo dormir ahora..."


Despertó con el zumbido de la conversación. Estaba de lado en una habitación bien amueblada - probablemente en el séptimo piso. --  El jefe de guardia, Lestrade, charlaba en voz alta apoyado en el marco de la puerta. Le habían dejado en una vieja mecedora. A su izquierda, Mycroft lucía pensativo y reconcentrado, mirando el pomo de su bastón. Ya estaba esbozando una brillante teoría con los pequeños hilos de realidad que le había tocado presenciar. Sólo se animó con la voz fresca que provenía de fuera. Pronto entró un muchacho de contextura delgada con sobretodo blanco, estudiante de medicina con el típico bordado colegiado de Oxford. Sus ojos marrones largos e ingenuos, se relajaron del todo cuando ubicó a Sherlock entre las mantas y se dirigió exclusivamente a él:


-- ¡Gracias a Dios que te he encontrado! el ama de llaves me dijo que estarías aquí, pero he tenido que explicar largamente quién soy hasta que el jefe me ha reconocido... ¿quién te ha dado con tanta fuerza?... debiste haberme esperado... siempre haces todo por tu cuenta y luego tengo que preocuparme de más- exclamó sacando una gasa y una pomada para fijarse en la herida de la frente. -- hum... qué herida más precisa. Quien usó el palo de golf debió ser alguien que tenía costumbre... espero que no quede marca.


Mycroft afiló la mirada y apoyó la barbilla sobre la mano con mucha atención. La familiaridad e intimidad de ambos era innegable. Sherlock negó y lo rechazó con los ojos como si lanzara fuego de ellos, apretando los dientes. "Aléjate"- parecía decir. 


-- Y usted es... - dijo extendiendo la mano amigablemente y sonriendo al joven. Este interrogó a su compañero con un gracioso gesto sin palabras.  El oscuro se levantó entre los dos con ademán brusco.


-- Él es el estudiante Jhon Watson quien me asiste en mis pesquisas, sus teorías y su lógica no son nada digno de alabarse pero a veces luce sus habilidades en el campo de la ciencia forense. Este es mi hermano, un personaje siniestro en la historia de mis desventuras personales y a quien no tengo el lujo de despreciar porque no creo que valga la pena desperdiciar bajos sentimientos cuando la lógica dice que podría ignorarle facilmente... listo ya estais presentados así que - eso iba para el rubio - no tenemos nada mas que decir ¿está claro?.


Mycroft no se dio por aludido y solo hizo una venia fijando sus ojos azules en el chico. Le divertía la reacción y el vago sentimiento de posesión oculto bajo aquellas palabras.--... qué bien guardado te lo tenías, hermano... jamás mencionaste que tuvieses un ayudante de cámara tan agradable y encantador, y encima estudiante de medicina, justo lo que necesitábamos... ahora me están dando unas intensas ganas de descubrir este misterio juntos... y de estrechar nuestros lazos. Si sabes a lo que me refiero.


Pretendía ver hasta qué punto respondía el oscuro a su avance y lo que vio le dejó aún más intrigado.


 -- Y usted es...  el hermano mayor...- empezó con curiosidad Watson yendo de un rostro a otro. No sabía qué lucha se estaba librando entre los dos.  Mycroft dio un rodeo en su dirección y Sherlock lo atajó una vez más intentando quitarle el bastón. Lucía como si fuese a partirle la cabeza con él si lo alcanzaba. Todas sus acciones emanaban una gran energía.


-- Claro que sí, soy el hermano mayor de Sherlock, soy... el otro Holmes. Mycroft...


 


 


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