Ya habían pasado dos años, dos largos años desde que se habían separado otra vez. Pero ahora todo era distinto, todo era maravillosamente distinto para la alegría del espadachín de la tripulación mugiwara.
La primera vez había sedo muy doloroso separarse de aquel rubio que, desde que se habían conocido, le había robado su corazón. Aquel chico de te pálida y cabellos rubios como el mismísimo sol que le había protegido sin dudarlo ni un instante, aquel chico al que amaba más que a su vida propia.
Pero ahora, y desde que Kuma había llegado a sus vidas, el peligro había empezado a acechar sus vidas como un animal en busca de su presa. La primera ve habían tenido suerte, pero por sobre todo tener suerte de que el mismo saliera vivo y de que Sanji, su Sanji, también lo estuviese.
Ninguno de los dos había dudado en dar su vida por su capitán y por su tripulación, pero menos habían dudado al ver que, el amor de su vida, estaba a punto de desaparecer frente a sus ojos…
Pero luego de aquel segundo encuentro las cosas solo habían ido de mal en peor: no solo había sido incapaz de proteger a su capitán y a sus nakama, sino que también había vuelto a perder a su adorado rubio sin saber cómo se encontraba o si aún seguía con vida o no…
También recordaba como Mihawk se había dado cuenta de sus sentimientos por Sanji, algo que ni siquiera su tripulación se había percatado al usar como excusa de su comportamiento, que ambos eran buenos amigos de la infancia. Es por eso que se sentía tan en deuda con el pelinegro, porque a pesar de que fuesen rivales así como maestro y alumno, el había averiguado la ubicación del rubio usando sus influencias como Shichibukai, informándole la situación en la que se encontraba el día de su cumpleaños.
“Digamos que hice lo que hice, porque yo una vez hace mucho, pase por una situación parecida a la que estás viviendo tu”-le había contestado el espadachín en sus días, pero haciéndole sentir sumamente agradecido al ver que, a pesar de lo serio que se mostraba, había un corazón bajo esa dura coraza de hierro-
Un corazón que ya tenía un dueño, y que junto a Perona se la habían pasado discutiendo y apostando sobre la posible pareja del ojimiel.
Sabía que todo en su vida tenía un motivo, una razón que le impulsaba el seguir adelante, a superarse a sí mismo día tras día, semana tras semana, año tras año… Una razón de seguir vivo, de seguir de pie luchando por lo que más quería…y esa razón, tenía el nombre de una persona: Sanji…
Siguió caminando sin importarle mucho a donde sus pasos le llevasen, disfrutando del exquisito clima que solo una tarde veraniega le podía ofrecer. Sus pensamientos eran confusos en aquellos instantes, pero a pesar de todo había algo que no paraba de darle vueltas por la cabeza. Algo que siempre había tenido claro pero, y que a pesar de no creer en los dioses, le agradecía a quien quisiera que fuese haber puesto a Sanji en el camino de su vida como su amigo, y ahora, como su pareja…
“Nuestro pasado siempre me ha marcado”- pensó el peliverde mientras paseaba por el archipiélago Shabondy, perdido en sus recuerdos- “y si no hubiese sido por él, quizás no hubiese tenido futuro…”
FlashBack...
Tsusuku (o tal vez no)