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Lo Hecho Está Hecho por Fyrea

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Notas del fanfic:

Adivinen!!! Síiiiiiiiiiii!!! Un Jongkey! :3 

He de advertirles que como songfic no sé qué tan bien hecho esté, ya que nunca había hecho uno y he leído muy pocos... así que en cuanto a estructura no sé si esté bien! ._.

La canción es Lo Hecho Está Hecho de Shakira... La escuchaba en un viaje en bus y el Jongkey mágicamente vino a mí... sjdhsakhdbajdh

Notas del capitulo:

Esto quedó algo agressor, ya que quería que fuera algo bien hot...

Bueno, ojalá les guste! (:

Pasen a leer! n-n

Lo vi llegar por la tarde, poco después de que yo hubiera hecho mi entrada a aquel lujoso hotel al que estaba invitado a motivo de una conferencia que se efectuaría allí. Me habían asignado la suite 16. Por el rabillo del ojo pude ver que él venía tras de mí, quizás le habían asignado una habitación en el mismo pasillo... o esperaba que fuera eso y no que viniera directamente hacía mí. Entré a la habitación sin parar un segundo a mirarle y cerré la puerta tras de mí. No escuché nada raro. Quizás siquiera me había reconocido.

Dejé mi pequeña maleta en el suelo, a un lado de la cama y me fui directo al minibar. Mis pensamientos me dirigieron muchos meses atrás, a nuestro último “encuentro”. Cada vez que nos veíamos era lo mismo, pero no, esta vez no podía ser. Yo sabía que su estado civil había cambiado y que las cosas no eran como cuando íbamos a la universidad. Las cosas habían cambiado mucho desde que todo empezó.

 

~*~

 

Kibum había entrado ese año a estudiar Medicina y Jonghyun ya iba en su segundo año. La primera vez que se cruzaron no hubo el menor adelanto de lo que sería luego su contacto más cercano. Siquiera se miraron aquella vez, siquiera se enteraron de que estaban uno al lado del otro en la fila de la cafetería.

Con el paso de los meses, Kibum se hizo amigo de Jinki y de Luna, ambos de segundo año y quienes se habían ofrecido a ayudarlo en lo que necesitara tanto dentro como fuera de los estudios. Ellos siempre andaban juntos y Kibum pensaba que hacían linda pareja aunque nunca les dijo nada porque no quería quedar por impertinente frente a los mayores.

Un día, buscando a Onew, como había comenzado a decirle a Jinki por insistencia de Luna que lo había apodado así, fue que tropezó con alguien, iba con tanta prisa que sólo musitó un “disculpa” y siguió su camino, siquiera se volteó a ver cuando una voz, presuntamente la de a quien había chocado, lo llamaba para que regresara.

Días después caminaba por los pasillos de la facultad inmerso en uno de sus libros cuando sintió que alguien lo miraba desde su costado derecho. A su lado, caminando a su mismo paso había un chico moreno, un poco más bajo que él y con una mirada que en el minuto no supo descifrar. Le sonrió y rebuscó algo en la mochila negra que traía en la espalda al mismo tiempo que dejaba de caminar tal como Kibum lo había hecho. Sacó una pequeña libreta de color rosa que Kibum reconoció enseguida y se la tendió.

- Se te cayó el otro día... cuando casi me atropellaste – añadió entre risas, entregándole la pequeña libreta.

- Disculpa por eso – respondió algo apenado al recordar cómo había salido corriendo sin siquiera preocuparse por el chico al que había empujado. – Y gracias por esto. – Señaló la libreta.

- Jonghyun – dijo el moreno tendiéndole su mano derecha.

- Kibum – dijo devolviendo el gesto.

- Lo sé. Te he visto conversando con Jinki y Luna. – Aclaró para sorpresa del más alto, quien no pudo evitar el sonrojarse un poco.

Aquel chico tenía buen parecer y se veía bastante simpático con aquella bella sonrisa pegada al rostro, pensó Kibum.

- ¡Keeyyy! – la voz de Onew sonaba por el pasillo haciendo eco. – Veo que estás acompañado – dijo cuando llegó a la altura de Kibum y Jonghyun, dándole una mirada sugestiva al primero.

- Así es como me han apodado Luna y Onew, Key – aclaró ante la mirada de confusión que se reflejaba en el moreno. – Y sí, Jonghyun ha venido y me ha devuelto la libreta que te comenté que había perdido ¿recuerdas?

- Oh, sí, recuerdo. ¡Keeyy! – volvió a gritar efusiva y repentinamente Onew aunque sin necesidad ya que el aludido estaba justo en frente suyo. – Luna nos espera en la biblioteca, dijo que había algo que teníamos que ver... no sé... quizás descubrió algo con lo que confundir al profesor de Anatomía, ya sabes lo mal que se han empezado a llevar. – Rió para sí al recordar los últimos encontronazos que había tenido la chica con el profesor y que luego se había encargado de reproducir con lujo de detalles para Kibum. – Si quieres puedes venir, Jjong.

- Claro, vamos – dijo dándole una sonrisa a su compañero.

Después de esa tarde Jonghyun se ofreció a ayudar a Kibum en lo que necesitara tal como lo habían hecho Luna y Jinki anteriormente. Con el tiempo, Kibum al momento de pedir ayuda en sus materias siempre se dirigía a Jonghyun aunque éste no fuera el mejor de sus tres amigos en cuanto a las clases.

Las cosas se sucedieron y tanta cercanía llevó a que un día “las cosas se dieran como se dieron”... o así era como lo pensaba Kibum cada vez que sus recuerdos volvían a caer en aquel día en que estudiando en su habitación de la pensión en la que se hospedaba había perdido la virginidad a manos de Jonghyun.

Nunca se apartaron de él los escalofríos que se paseaban juguetones por su espina dorsal al recordar cómo las manos de Jjong lo asieron de cada parte palpable, cómo no pudo dejar de repetir el nombre de ese chico entre jadeos, y cómo le besó hasta en el más recóndito lugar de su cuerpo aquella tarde y las tardes posteriores que le sucedieron a esa. Hasta que Jonghyun se graduó.

Nunca fueron nada más que amantes, si es que se podía hacer la distinción. Nunca compartieron con nadie su pequeño secreto, Kibum siquiera se lo mencionó a Onew ni a Luna. Por esa misma razón cuando Jonghyun desapareció de su vida, sintió que no podía sentirse decepcionado, las promesas no habían existido en esa relación apasionada entre cuatro paredes. Pero siendo sinceros, tampoco era como si le sobrara la alegría cuando se dio cuenta que no volvería a saber de él.

 

Meses después de haberse graduado se lo encontró en un bar. Él había acudido allí por la celebración del cumpleaños de una amiga, Jonghyun sólo había ido buscando un poco de entretención nocturna junto a algunos compañeros de trabajo. Cuando sus miradas se encontraron nadie supo de ellos sino hasta el día siguiente.

En un cuarto de motel fue que Kibum se dio cuenta que Jonghyun se había apoderado de él completamente, y no importaba el tiempo que transcurriera entre ellos. Su cuerpo y su mente estaban ya atados a ese moreno de piel tersa.

Cuando despertó a la mañana siguiente se encontró solo en aquella habitación desconocida y una pequeña nota yacía en el lugar donde debería haber estado su acompañante.    

 

“Fue todo un placer volver a verte Key.”

 

No volvió a saber de él sino hasta año y medio después. Aquella vez ya estaba preparado para lo que pasaría, sabía que apenas abriera los ojos a la mañana siguiente Jonghyun habría vuelto a desaparecer, pero ya no le importaba. O eso quería creer. Se había entregado por completo a ese juego delirante.

 

~*~

 

En la suite 16  lo que empieza no termina.
Del mini bar al Edén y en muy mala compañía.

 

Ya había pasado casi un año desde esa última vez, recordé con una copa de brandy en mi mano -el tercero, quizás- y mis pensamientos como única compañía. Miré el reloj, la conferencia comenzaba dentro de diez minutos. Salí de la habitación con total relajo y sin preocuparme de inspeccionar el pasillo antes de salir por si me encontraba con Jonghyun en mi camino. Lo mejor sería que no fuera así, pero por alguna razón no me preocupó.

Llegué al salón de eventos del hotel y me senté en la mesa que me indicaron al entrar al lugar, junto a mí habían otras cinco personas que yo desconocía del todo, pero como todos teníamos la misma profesión no demoró mucho que la compañía en la mesa se hiciera amena.

Me sumergí en la conversación hasta que sentí el peso de una mirada sobre mí. Traté de mirar disimuladamente de quién se trataba, pero no logré nada, así que sin mayores prevenciones miré hacia todos lados y en un movimiento de mi cabeza lo tenía con sus ojos clavados en los míos. Ahí estaba, dando cuentas de mi presencia. Me sonrió y yo como un idiota le correspondí el gesto, sólo para luego regresar mi mirada a la mesa y regañarme mentalmente por ello.

Me sentía mareado y me reía por todo, durante la conferencia otro vaso de algún licor que no recordaba había llegado a mis manos, siendo el cuarto trago de la noche. Posterior a eso se nos invitó a un cóctel en un amplio salón de baile. Apenas entramos todos sentí la mirada intensa de Jonghyun sobre mí otra vez. No quería ceder, no iba a ceder. No esta vez.

Me acerqué a una mesa atiborrada de copas y tomé la primera que tuve a mi alcance sin pararme siquiera un segundo a verificar de qué trago se trataba. El licor me escoció en la garganta, pero tomé un segundo sólo para calmarme los nervios que iban a desquiciarme de un momento a otro.

Comencé a caminar por el salón, rodeando el lugar para poder calmarme un poco y escapar de su campo visual para que dejara de violarme con la mirada. No me di cuenta cuando pasé por detrás de él sino hasta que sentí su perfume asfixiarme los pulmones y taladrarme otra vez los recuerdos. Algo dentro de mi cerebro se tuvo que haber desencajado en ese momento como para que tomara el valor de acercarme al grupo en el que conversaba. No sabía cómo podría estar de pie frente a él ni cómo sería capaz de hilar una conversación coherente con todo el alcohol que tenía en el cuerpo y que empezaba a idiotizar mis sentidos. Pero ya no había vuelta atrás, su olor y toda su esencia se habían impregnado en mí desde la primera vez que me tomó en aquella pensión, no podía simplemente tratar de ignorar su presencia en el lugar.

 

Era ese sabor en tu piel, a azufre revuelto con miel.
Así que me llené de coraje y me fui a caminar por el lado salvaje.

 

Había esperado vanamente que el tener personas rodeándonos de cerca hiciera que él disminuyera la intensidad con la que enfocaba esos ojos de cachorro en mí, pero me había equivocado olímpicamente, porque ahora que me tenía cerca podía sentir como me desnudaba ahí mismo, como me hacía placentera la idea de ser un exhibicionista frente a toda la cuadra de doctores que nos flanqueaban por todos lados.

 

Pensé "no me mires así, ya se lo que quieres de mi
Que no hay que ser vidente aquí
Para un mal como tú no hay un cuerpo que aguante”.

 

No supe en qué exacto momento me encontré haciéndole una seña indicándole que me siguiera. Me despedí de nuestros acompañantes, agradeciéndoles por la edificante plática y subí en el ascensor y presioné el botón que daba al piso en el que me encontraba alojado, pero antes de que las puertas pudieran cerrarse una mano se posó entre ellas haciendo que se abrieran otra vez.

- Kibummie~ – dijo con una voz seductoramente cantarina.

Yo no pude hacer otra cosa que soltar un pequeño gemido, mientras él se abalanzaba sobre mí, comiéndome los labios mientras las puertas del ascensor volvían a cerrarse tras él. Sólo atiné a posar mis manos en sus brazos, indefenso ante la intensidad de su tacto.

Nos sobresaltamos cuando sonó algo muy parecido a una campanilla y las puertas del ascensor se abrieron indicando que habíamos llegado al piso. Me zafé de su agarre y salí al pasillo, intentando llegar a mi habitación para alcanzar un poco de la cordura que parecía correr lo más rápido posible para alejarse de mí.

Puse arduamente la llave en la cerradura y cuando logré hacerla girar, abriendo la puerta, sentí sus manos rodearme por la cintura y un aliento pegado a mi cuello.

- Te sienta muy bien el rubio – susurro en mi oído haciendo que me estremeciera.

Entramos rápidamente a la habitación, él cerró la puerta dando una patada hacia atrás mientras me acorralaba contra la primera pared que estaba a la vista, fundiendo sus labios con los míos. Yo no puse la menor resistencia y ayudé en el trabajo de quitarnos las corbatas que no nos ayudaban para nada al momento de necesitar más aire con lo agitadas que ya se iban poniendo nuestras respiraciones. Pronto mis brazos rodeaban su cuello y mis manos se perdieron dentro de su camisa, así como lo que me quedaba de cordura, acariciando su espalda.

 

Lo hecho está hecho.
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.

 

Con fuerzas que no sabía que me quedaran lo empuje contra la pared de enfrente. Quería ser yo quien llevara las riendas, pero no me duró mucho el esfuerzo y él volvía a empujarme contra la pared a mis espaldas, jalando de mi chaqueta para quitármela sin dejar de aprisionar mis labios en ningún momento. Intenté sacarle la suya, pero mi sentido del equilibrio se perdía cada vez más y en el momento en que intentaba sacarle la prenda lo empujé contra la puerta, pegándose aún más nuestros cuerpos bajo el efecto de la inercia. Noté su entrepierna dura, casi saliendo por sí sola de los pantalones y quería hacerlo sufrir un poco. Deslicé mi pierna lentamente por aquella zona ahora sensible y gimió levemente entre nuestros labios.

Me perdí en ese instante y él volvió a arremeter contra mí, pero esta vez caímos al suelo y comenzamos a reír mientras yo intentaba de nueva cuenta sacarle la maldita chaqueta, con resultados positivos esta vez.

Estaba él encima de mí, no nos levantamos del suelo y no hicimos el mínimo amago de movernos del lugar donde habíamos caído hasta que unos golpes en la puerta nos hicieron bajar los sonidos de nuestras risas y los jadeos que se entremezclaban con éstas.

Del otro lado, uno de los botones del hotel golpeaba con ahínco, preguntando si es que alguien se encontraba en la habitación. Jonghyun y yo nos habíamos quedado estáticos en nuestra posición, pero luego la boca intrusa de Jjong buscaba tesoros inexistentes en mi cuello, cavando con su lengua en toda la superficie entre mi mandíbula y mi pecho.

Apenas pude ponerme de pie y arranqué de los brazos de Jjong, escuchando como éste protestaba le hice una seña para que se callara y me dirigí a la mesa de noche en busca de un pequeño marcador que indicaba en letras mayúsculas “DO NOT DISTURB” para colgarlo en la puerta. Camino a la mesilla tropecé con mi maleta, cayendo en la cama quedando cubierto por Jonghyun en menos tiempo del que pude darme cuenta de que estaba tirado en ella.

Sus manos se movían con impaciencia hacia mis pantalones cuando lo detuve, necesitaba alcanzar aquel marcador. No era como si eso fuera a parar los sonidos que se abrirían paso más tarde, pero al menos sabrían que no queríamos que golpearan a la puerta.

 

Cómo fue que pasó esa noche impaciente.
Fueron a llamar de la de recepción
Cuando se quejaba la 17.
No puede ser nada normal acabar eligiendo tan mal
En materia de hombres soy todo un experto siempre en repetir mis errores.

 

Llegué a la puerta dejando a Jonghyun en la cama mirándome con esos ojos de necesidad y súplica, abrí despacio la puerta. Pude ver como un botones estaba de pie fuera de la puerta siguiente a la de mi dormitorio. El carrito me indicaba que era el servicio a la habitación. Pero al parecer había llegado tarde. La comida ya estaba servida.

Luego de colocar el marcador, volví a cerrar la puerta y reprimí una risilla. Al darme la vuelta, me encontré con los cálidos y húmedos labios de Jonghyun chocando con los míos, cada vez con un mayor frenesí que me desesperaba.

Como pude lo empujé hasta que dimos con la cama. Esta vez estaba yo sobre él. Lo admiré un poco antes de arrancarle la camisa que se ceñía a su cuerpo burlándose de mí y me encontré con aquel cuerpo trabajado con el que tanto me había deleitado durante la universidad y las dos veces que nos habíamos vuelto a encontrar en el paso de esos años. Un pensamiento trataba de abrirse paso en mi mente cuando recordé aquellas ocasiones, pero no logró darse forma antes de que mi raciocinio se fuera al carajo cuando sentí las manos de Jjong abrir el cierre de mi pantalón y acariciarme la hombría como haciéndome pagar por lo que yo le había hecho momentos antes.

 

No hay ceguera peor que no querer mirar,
Cuando te guardabas el anillo dentro del bolsillo y dejarlo pasar.
Lo hecho está hecho
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.

 

Ceñido a su mano pude sentir ese anillo que me corroboraba que no seguía soltero, que había preferido mantener una imagen heterosexual frente a los estirados del gremio en lugar de reconocer que las mujeres poco y ningún placer le proporcionaban.

No me costó mucho olvidar por completo esa estúpida y dorada circunferencia cuando gemí fuertemente al sentir su mano apretando mi entrepierna.

¿Hasta que punto este hombre podía hacerme perder la razón? ¿Cuántas veces perdería mi dignidad frente a sus caricias? No lo sabía y no tenía la menor intensión de averiguarlo en esos momentos.

Volví a acercar mi boca a la suya, pero en lugar de besarla, mordí su labio inferior haciéndolo gemir también, mientras tocaba su entrepierna tratando de soltarme de su propio agarre que me estaba empezando a desesperar.

 

De un momento a otro, nuestra ropa estaba regada alrededor de la cama y las cobijas se encontraban desordenadas en jirones que denotaban nuestros salvajes movimientos entre el frenesí de desvestirnos y el licor que aún hacía estragos en mi sangre y mis sentidos.

Jonghyun recorría mi cuerpo con su lengua sacando suspiros y gemidos desde mi garganta, sabía exactamente qué lugares eran los más sensibles en mi cuerpo, cuáles me llevaban a sentirme placenteramente excitado y él disfrutaba de sentirme así, jalando su cabello cada vez que me sentía morir al sentir sus dientes marcándome, y fue peor cuando llegó a mi hombría.

 

Nunca me sentí tan fuera de lugar,
Nunca tanto se escapó de mi control,
Pero todo en este mundo es temporal.
Lo eres tú, lo soy yo.

 

El roce de sus manos con ese sector de mi cuerpo estaba comenzando a nublarme los sentidos, con excepción de uno. No podía dejarlo continuar así sino de un momento a otro me correría en su mano sin remedio.

Me acerqué al costado de su rostro y tomé el lóbulo de su oreja con mis labios, comencé a lamerlo y pude sentir como gemía en mi oído. Aproveche mi oportunidad y lo volteé en la cama para poder quedar sobre él. Mi desesperación había alcanzado su límite.

Acerqué dos de mis dedos a su boca para prepararme, pero me tomó de la muñeca y volvió a tumbarme en la cama y comenzó a prepararme él.

Sus dedos se sentían tan bien. Había extrañado su tacto en mi piel, su peso sobre mí, sus ojos envolviéndome. No podía dejar de recorrer su abdomen, sintiendo los relieves que se habían hecho cada vez más sexys con el paso del tiempo. Trataba de distraerme a mí mismo mientras una parte de mí se encogía en reacción al contacto que hacía con mi entrada.

Cuán débil era estando junto a él. Qué humano y qué pecador.

 

Nunca me sentí tan fuera de lugar,
Nunca tanto se escapo de mi control,
Pero todo en este mundo es temporal,
En eso no decido yo.

 

Para el momento en que un condón se cernía sobre su miembro erecto yo ya había perdido aquella cosa que llamaban cordura. Un gemido se escapó de mis labios cuando entró en mí tan fuerte que no supe si había sido yo o mi imaginación era la que gritaba de ese modo descarado.

Amoldó mi cintura con sus manos, mientras yo me aferraba a sus hombros, clavándole mis dedos y estremeciéndome con cada embestida. No podía mantener los ojos abiertos, el placer y la excitación colándose por mis poros no me lo permitían, así como no me era posible el reprimir los jadeos que se hacían más profundos en cuanto la fricción de nuestros cuerpos se hacía igual de intensa.

Podía sentir la sangre bombeando con excesiva rapidez por todo mi cuerpo y las sensaciones fluyendo al galope en mi bajo vientre.

Sus brazos me asían a él en un abrazo posesivo lleno de la lascivia guardada por meses en los que no habíamos coincidido. Su boca recorría la zona de mis clavículas provocándome cosquillas.

Sin previo aviso se separó de mí haciéndome soltar un gemido más fuerte que los anteriores y me arrojó a la cama, antes de que pudiera voltearme a verlo pasó sus brazos rodeándome y me apegó a su pecho, lo sentía húmedo, caliente. Excitante.

- Tendrás que sujetarte, ya sabes cómo va esto – me susurró al oído, y estuve seguro de que si lo hubiera visto a la cara me hubiera guiñado un ojo.

Me aferré a las sábanas, anticipándome a lo que no se demoró en llegar. Volvió a entrar en mí con premura y al mismo tiempo que volvía a sumirnos en un ritmo constante comenzó a masajear mi hombría que había sido desatendida y ya se encontraba por lo menos desesperada.

Después de unos minutos, mi labio inferior estaba resintiendo el soporte de los gemidos que ahora trataba de amortiguar hundiéndome en la almohada. Podía sentir su respiración desacompasada y sus jadeos en cada movimiento.

Era desconcertante como aquellas cosas en él me parecían placenteras y me llevaban agonizando a los límites de mi raciocinio. En todos estos años nadie más me había hecho sentir igual... siquiera nada parecido.

 

Lo hecho está hecho
Volví a tropezar con la misma piedra que hubo siempre.
Se siente tan bien todo lo que hace mal
Y contigo nunca es suficiente.
Se siente tan bien todo lo que hace mal.

 

Ya no aguantaba más, y podía suponer por como se estremecía que él estaba muy cerca de terminar pronto.

No bastó mucho más para que acabara en su mano, derramando mi esencia en las sábanas. De seguro aquellas manchas les darían algo qué cuchichear por los pasillos a las chicas del aseo al día siguiente. No tardó mucho para que él se fuera dentro del condón, aún así pude sentir como algo líquido recorría mis piernas camino abajo.

Nos quedamos así por unos momentos, su cabeza reposando en mi espalda, mientras nuestras respiraciones se regularizaban.

Salió de mí y echó a un lado el preservativo. Nos recostamos con los ojos pesándonos de cansancio. Una de sus manos me aprisionó contra él y yo posé una de mis manos en su rostro, le recorrí con la yema de los dedos.

- No has dicho palabra Bummie – de alguna manera, le agradecí que susurrara, si hubiera hablado en una voz más alta hubiera sentido como el romperse de un hechizo.

- Digamos que... se me había hecho algo difícil sino hasta ahora – soltamos unas risillas sin elevar los tonos de nuestras voces.

- Realmente te sienta bien el rubio... te ves diferente.

- Supongo que debo decir que gracias.

- Te ves diferente, pero no has cambiado nada. – Su mano, antes estática, recorrió un poco más mi cuerpo y se posó en mi muslo. No pude evitar un escalofrío.

- ¿Cuánto tendrá que pasar esta vez? – pregunté con dejo de nada. Sólo por preguntar.

- No lo sé. – Me jaló más hacia él. – Como ves, las vueltas de la vida, son enormes. -  Me besó cortándome el hilo de pensamientos que apenas nacía en mi mente y haciéndome dar un respingo por el roce de nuestras hombrías aún resentidas. – Y placenteras – acotó.

Me abracé a su pecho y él me rodeó con sus fuertes brazos. No supe en qué momento caí dormido bajo ese cálido manto.

 

~*~

 

Despertó cuando los rayos de sol que entraban por la ventana le golpeaban el rostro. Estaba en una cama que no era la suya y le costó recordar dónde se encontraba y por qué, pero luego de hacerlo no le fue difícil recordar lo que había sucedido en esa habitación algunas horas antes.

Una vez sentado en la cama, cubriéndose apenas con las sábanas, se refregó la cara con las palmas de las manos.

Levantó su voz sólo para cerciorarse de lo que parecía ser obvio. Un papel en la almohada, que le trajo recuerdos sarcásticos, era todo lo que tenía por compañero en la habitación.

 

“Fue todo un placer volver a verte Jjong.”

 

El moreno no pudo reprimir una sonrisa irónica y juguetona mientras volvía a recostarse en la cama.

Notas finales:

Esperaré sus comentarios! (:

Saludos y nos leemos! n-n


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