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Yuno por LovelessMidori

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Yuno.

Peces de colores

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Cuando conocí a Yuno, tan solo tenía 10 años, y él 7. Siempre fue un niño callado. No decía nada, incluso llegué a pensar que era mudo. Era un niño muy pequeño. Sus cabellos rubios bailaban suavemente con el viento y hacían un buen contraste con sus ojos azules. Su mirada era tierna. Su rostro tan delicado y fino, casi como una niña. Yuno era tímido y muy tranquilo. El día que lo vi por primera vez, estaba sentado en una gran rama de un árbol bastante alto. Al ver su cuerpo tan frágil y delgado, temí por que fuese a caer desde esa altura. Le grité que era peligroso estar ahí y que bajara. Él me miró confundido y su mirada expresaba un ligero enojo, pero poco a poco pasó a ser alegre, casi burlona. Se levantó y comenzó a bajar lentamente del árbol, sin hacer movimientos bruscos. Ya con ambos pies en la tierra, me acerqué a él, pero él retrocedió. Yo me quedé parado sin moverme, para no asustarlo. "Mi nombre es Aki. Tu ¿Cómo te llamas?" fue lo que le dije, pero él no me contestó. Simplemente se dio la vuelta, como para que yo no viera el sonrojo que comenzó a hacerse presente en sus mejillas. Su piel era tan blanca, que el tono rosado resaltaba perfectamente en su rostro. Traté de tocarlo pero se hecho a correr. Me parecía un chico bastante extraño.

 

Al día siguiente, me adentré nuevamente en el bosque, exactamente a la misma hora que el día anterior, con la ligera esperanza de encontrarme nuevamente con él. Y así fue. Se encontraba sentado en el mismo árbol, solo que ésta vez no en una rama, si no en el suelo. Me acerqué lentamente para no incomodarlo; él me permitió sentarme a su lado. Le dije: "Me alegra saber que entiendes que es algo peligroso subir hasta ahí". Él asintió ligeramente. "¿Cómo te llamas?" le pregunté, y él comenzó a escribir con su dedo índice en la tierra las cuatro letras de su nombre: "Y-U-N-O". Le sonreí, "lindo nombre “y él volvió a sonrojarse como el día anterior. "¿No puedes hablar?" pregunté curiosamente. Yuno no me respondió. Se puso de pie y me extendió su mano. Yo acepté su ayuda, para levantarme, aunque no la necesitara. Sin soltar mi mano comenzó a caminar y yo le seguí. Caminamos un largo rato sin un rumbo fijo. Yo le preguntaba cosas sobre sus gustos, su familia, sobre él; preguntas que se contestaban con sí, no o no sé, ya que Yuno continuaba sin decir nada. Así logré saber que su color favorito era el verde, que vivía en medio del bosque con su madre, que su padre había fallecido cuando él tenía 3 años, que le gustaba trepar árboles porque arriba el viento soplaba más fuertemente. 

 

Ese día no dijo ni una sola palabra; asentía para decir que sí, negaba para decir que no y se encogía de hombros para dar a entender que él no sabía algo. La noche llegó rápidamente y tuve que despedirme de él.

 

Supongo que a mucha gente le sería complicado entablar una conversación con una persona que no dice ni su propio nombre, pero Yuno era tan expresivo que no había necesidad de que pronunciara palabra alguna. El silencio se llenaba con sus risas y sus sonrojos. Mucho tiempo fue el que estuvimos "platicando" las tardes enteras y sin darnos cuenta llegamos a los 6 meses. Me di cuenta de que Yuno tan solo decía algunas palabras que eran necesarias para facilitar la comunicación, aunque nunca decía frases completas. También descubrí que  le daba miedo el agua; se metía al río para bañarse, pero solo en la orilla. Él no aprendió nunca a nadar. Me confesó que su padre se ahogó en una presa en la que desembocaba el río, y que de ahí su miedo al agua. Su madre nunca estaba en casa, por eso Yuno prácticamente vivía en el bosque. En su casa solo llegaba a dormir. 

 

Por mi parte, mi madre siempre me dejaba salir, pero mi padre me exigía llegar siempre al caer la noche. Yuno me enseñó a trepar los árboles, pues quería mostrarme lo que él sentía. Debo admitir que fue una de las mejores experiencias que eh tenido. El viento me despeinaba el cabello, mis piernas colgaban a los lados de la rama, casi daba la sanción de estar flotando.

 

Ese día me sentía tan emocionado. Giré mi cabeza y me encontré con un par de ojos azules que me miraban casi tan fascinados como yo lo estaba. El sol comenzaba a ocultarse, así que el rostro de Yuno se ilumino de un bello color naranja. Sus labios, pequeños y carnosos, se veían hermosos. Lentamente acerqué mi rostro al de él y presione mis labios contra los suyos. Era un beso tierno e inocente, un leve roce que revolvió mi estomago, cerré los ojos y todo se desvaneció. Solo estábamos Yuno y yo. Cuando abrí los ojos y me aleje un poco de él, pude notar que estaba tan rojo como un tomate y que apretaba fuertemente sus ojitos. Se veía realmente hermoso.

 

Después me di cuenta de que Yuno se sonrojaba más veces de lo normal: cuando me acercaba, cuando lo tocaba, cuando le preguntaba cosas, cuando lo miraba e incluso cuando no hacía nada. Y siempre que él hacía eso, mi estomago se contraía y se revolvía haciéndome sentir esas tan famosas mariposas.

 

Puedo decir con toda sinceridad que me enamore perdidamente de Yuno. Su silencio me agradaba, y me agradaba más cuando decía algo, cualquier cosa: Cascara, banana, chango, pie, roble... ¡Cualquier cosa! Su voz era el sonido más hermoso que podía existir. Y me agradaba tanto que casi no hablara, porque cuando lo hacía, yo sentía que era especial para él, y que el sonido de su voz no se lo mostraba a cualquier persona.

 

Solo existió un Día en el que Yuno dijo frases completas, y que tuvimos una conversación real.

 

Él llegó completamente emocionado. "Aki, acabo de ver unos peces de colores" fue lo que me dijo. "¿Ah sí, Yuno? ¿Dónde?" fue lo que le respondí. "En el río; ven conmigo y te los muestro" y entonces lo seguí y llegamos hasta el río. Me extrañó que se metiera tanto por su miedo al agua. Me metí con él y observe como revolvía el agua, y se reía. No vi nada. Me acerqué y él me dijo "los has asustado". Me disculpé con Yuno, pero se veía algo molesto.

 

Salió del agua y busque con la mirada pero nuevamente no pude ver ni un solo pez. Comenzaba a oscurecer y tuve que regresar a mi casa. Como ya era tarde le dije a Yuno que se quedara esa noche conmigo y él aceptó encantado. En el camino de regreso a casa, no volvió s pronunciar palabra.

 

Cuando desperté, Yuno ya no estaba. Le pregunté a mamá si sabía algo de él y ella respondió que se había marchado muy temprano: "Mencionó algo de unos peces de colores" fue lo que me dijo. Me alisté rápidamente y me dirigí al bosque. Llegué a la misma hora en que siempre nos veíamos pero Yuno no estaba. Pensé que tal vez yo había llegado antes, así que trepé el árbol y me senté a esperar.

 

No supe cuanto tiempo pasó pero comencé a preocuparme. Fui al río donde Yuno me llevó a ver los peces, pero tampoco estaba ahí. Más preocupado regrese a casa y le conté a mi madre lo sucedido. Ella me dijo que probablemente su madre lo regaño por no llegar a dormir la noche anterior y con ello me tranquilicé.

 

Al día siguiente regrese al bosque pero Yuno nuevamente no estaba ahí. Lo busqué en el río y como el día anterior, tampoco lo encontré. Más preocupado que triste, regrese a casa y le conté a mamá. Ella me dijo que algunos castigos duran más de un día.

 

Pasó una semana y ya se había vuelto rutina: Despertaba y me iba al bosque. Esperaba unas horas. Me dirigía al río. Yuno no estaba. Regresaba a casa y mi madre me repetía "algunos castigos duran más de un día". 

 

Mientras más tiempo pasaba, más preocupado me sentía. Cada día me parecía aun más ridícula la explicación de mi madre. Cada día mi preocupación aumentaba junto con mi tristeza y desesperación.

 

Necesitaba volver a ver a Yuno. Necesitaba saber que estaba bien.Necesitaba SABER de él.

 

Me parecía patético que el enojo de una madre que nunca esta con su hijo fuera tanto como para que lo encerrara tanto tiempo. Y aún más patético me parecía que Yuno no se diera una sola escapadita sabiendo que su madre no se daría cuenta si su hijo estaba o no en casa. La señora tendría que estar realmente loca si bloqueaba puertas y ventanas para que el niño cumpliera su castigo.

 

Y después de otros 20 días de no saber nada de él, mi desesperación se convirtió en ira, y mi tristeza en decepción.

 

Caminé esta tarde por las calles y fue entonces cuando me enteré. La noticia resonaba en mis oídos una y otra vez: En el bosque había una pequeña casita, que habitaban una viuda y su hijo. No se supo cómo ni porque, pero se encontró en la presa, el cadáver de ambas personas. Decían que la mujer pudo haberse suicidado. Que no era sencillo cuidar al niño. 

 

No podía creerlo. Tenía que ser mentira. Tenía que serlo.

 

Mis piernas se movieron por sí solas al terminar de escuchar esa noticia. Corrí hacia el bosque. Llegué hasta el río y vi por primera vez esos peces de colores de los que Yuno me había hablado. Los peces nadaban tan rápido y algo me dijo que debía seguirlos, así que continué corriendo. Por mi mente solo pasaban aquellos momentos que pasé junto a Yuno, y mi garganta se cerraba poco a poco, sentía el viendo sobre mi rostro y mi desesperación incrementaba dentro de mí. Los peces del río me guiaban hacia donde nunca había ido y fue así como llegue a la presa. La delicada y tierna voz de Yuno resonaba en mi memoria. Cada palabra. Cada sonrisa. Cada sonrojo. Todo eso llegaba a mi mente de golpe.

 

Me di cuenta de la realidad: Yuno estaba muerto.

 

Por un instante se me ocurrió que los peces anunciaban la muerte de un ser querido.

 

Yuno ya no estaba frente a mí. Ya nunca volvería a ver esa hermosa sonrisa en ese rostro inocente con adornos rojizos en las mejillas. Simplemente no lo volvería a ver jamás. Lloré toda la tarde mientras repetía una y otra vez su nombre en mi mente, tratando de aferrarme a ese ser que ahora sería tan solo... un recuerdo.

 


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