- Huele a tostadas – dijo olfateando el aire y abriendo con dificultad sus ojos debido a la intromisión de la luz entrando en el cuarto de manera invasiva cuando él acababa de despertar.
Buscó con la mirada sus bóxers que debían de estar por algún lugar, encontrándolos casualmente sobre la marquesa del final de su enorme cama.
Se levantó con pereza, y fue por su ropa interior para luego buscar algo que ponerse. Tirada en el suelo se hallaba una polera que le pareció perfecta. La recogió y antes de ponérsela, inhaló con fuerza el olor que la prenda traía impregnado. Le encantaba ese olor ajeno.
Bajó las escaleras sin nada más de ropa encima, mientras sentía intensificarse el olor a tostadas.
Entró a la cocina arreglándose con los dedos su rubio flequillo. La escena era de lo más gratificante para comenzar la mañana, pensó. Se sentó en un banco junto a la mesa ubicada en el centro de la habitación mientras observaba a Jonghyun -que sólo traía puestos unos vaqueros- intentando hacer algo decente en la cocina. Probablemente, unos huevos revueltos. No pudo evitar soltar una risilla burlona que sorprendió al moreno, quien se giró a verlo rápidamente.
Jjong le dio una sonrisa antes de volver su mirada a la cocina nuevamente y apagar el fuego. Con la ayuda de un mantel llevó la pequeña paila a la mesa y la depositó en el medio –Kibum no pudo evitar una segunda risilla que Jonghyun dejó pasar intuyendo la razón de ella-. Luego acercó dos tazas, sirviendo té en ambas, aún sin mediar ninguna palabra con el rubio, y por último tomó las tostadas recién preparadas para ponerlas en un plato que depositó a un lado de lo demás.
Sin perder un segundo, el moreno rodeó la mesa y se ubicó detrás de Key, posando su mentón en el hombro del otro.
- ¿Cómo dormiste? – le preguntó al tiempo que le abrazaba.
- Plácidamente. – Sonrió de modo que fue perceptible para Jonghyun.
- Come, las tostadas van a enfriarse – le dijo sin soltarlo, sin moverse ni un centímetro.
Tampoco era como si Kibum quisiera que se moviera. No se podría cansar nunca de ese cálido contacto. Nunca.
- Sabes que no como mucho por las mañanas – soltó en un tono que intentaba demostrar protesta, pero que sonaba más como un berrinche de niño pequeño.
- Ni en la mañana, ni en la tarde, ni en la – frenó sus palabras cavilando bien lo que diría. – Bueno, el menú de la noche parece serte más interesante – acabó riendo de su propia broma.
- ¡Jonghyun! – le regaño el rubio.
- Pero es que comes tan poco. – Hizo un puchero a sabiendas de que el otro no podía verlo. – No quiero que un día de estos me des un susto.
- Susto me voy a llevar yo cuando me suba a una báscula – pronunció con dramatismo. – Desde que estás aquí he comido tantas tostadas que ya no puedo ni recordar cuántas.
- Deberías darme las gracias, si no fuera por mí tus comidas seguirían basándose en lácteos.
- Tú quieres que me vuelva gordo y feo – le acusó cruzándose de brazos. - ¿Te quieres deshacer de mí? ¿Es por eso que me llenas de comida? ¿Para tener una excusa para dejarme?
- No seas tontito – le convino dejándole un suave beso en el níveo cuello. – No busco excusas para dejarte porque nunca las necesitaría, nunca podría dejarte. Y aunque fueras gordo y feo te querría de todos modos. ¿Aún no lo has entendido, cierto?
- ¿Qué cosa? – preguntó bajando la guardia de nueva cuenta.
- No hay nadie en el mundo que yo pueda amar más que a ti. Si tú no hubieras nacido, mi destino hubiera sido quedarme solo hasta el momento de mi muerte. – El tono en su voz era tan seguro que parecía como si realmente hubiera podido echar un vistazo a cómo hubiera sido su destino sin Kibum.
Key se removió un poco en el asiento para poder tener un mejor ángulo del rostro de Jonghyun.
- Te amo.
- También te amo, Bummie... y lo haré siempre – prometió tomando el mentón del menor para sellar el pacto con un suave y cálido beso.