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Caricias Compradas por qaroinlove

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Notas del fanfic:

Dulce traición.

Disclaimer: es más que claro que Kuroshitsuji y Sebastían nunca fue, es o será mío. La canción se llama caricias compradas y es de banda cuisillos y si la historia es mía.

Summary; al importante empresario Sebastían Michaelis la traición de un amor le demostró que una peligrosa mezcla de alcohol y dolor pueden llegar a dar un nueva oportunidad de amar. Un UA.

Advertencia: universo alterno, ooc de los personajes.

N/A: a279;mi primer fic yaoi, me estoy estrenadno en este fandom y si hay alguna falta de ortografía *que es mas que seguro* mi lap no tiene Word asi que la estoy escribiendo en el block de notas *lo odio grr* asi que disculpenlas, ojala les guste :D

Notas del capitulo: :D si gustan pueden encontrarme en

https://www.facebook.com/Luna.Moony.Love
Una Dulce traición.
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He probado el sabor de otra piel pues quería borrar el ayer,



Sebastian Michaelis, reconocido y afamado presidente del corporativo Michaelis Inc. Caminaba con rumbo a su hogar después de un extensa y agotadora mañana de reuniones importantes con sus accionistas. Había salido unas cuantas horas antes gracias a que uno de sus socios había cancelado la reunión programada, excusando un grave e importante asuntó personal que requería su presencia.

Sebastian, mas que molesto estaba feliz por la cancelación, puesto que le daría mas tiempo de organizar la sorpresa que quería darle a su amada esposa Victoria, así que antes de llegar a casa dobló una esquina que daba a un callejón de tiendas de regalos, él se dirigió a la mas exclusiva floristería que le había recomendado su pequeña sobrina Melody y le compró un exquisito ramo de rosas rojas como elegantes manchas de sangre, pues le recordaban a los delicados labios de su amada y las frescas hojas a sus hermosos ojos verdes. Suspiró, pensando que pronto seria su aniversario y él amaba el poderle llenar de detalles con días de anticipación, para culminar en una velada romántica.

Desde que la conoció en aquella reunión en Mónaco con los Landers, le impresiono su belleza y la seguridad con la cual se desenvolvía. Pero sobretodo esa mirada felina con la que observaba a quienes consideraba un riesgo para sus planes y proyectos, laboralmente hablando. Desde aquel primer momento esa sensual dama rubia llamada Victoria Scott acaparó los pensamientos del presidente de los Corporativos Michaelis. Hasta que dos años después se convirtió en la Sra. Michaelis.
Ante todo el mundo ambos eran la pareja perfecta.

Después de escoger la mejor ‹‹siempre lo mejor›› caja de chocolates tomó el ramo y salió con rumbo a su casa, al llegar no quiso hacer demasiado ruido para darle una sorpresa a su amada fierecilla.

─Victoria…─ la llamó al entrar a la lujosa sala de su mansión pero ella no respondió, así que se dirigió a la cocina,nada, después de buscarle por toda la casa, colocó el ramo en la mesita de caoba que estaba junto a la escalera y se dirigió desanimadamente a su alcoba pensando que Victoria había salido con alguna amiga, pero antes de llegar escuchó unos leves gemidos que procedían de la habitación que era de ambos, eso lo alertó, no quiso reconocer los sonidos del placer y prefirió imaginar que su adorada fierecilla podría estar sollozando por razones que él desconocía, apresuró sus pasos para consolarla y abrió la puerta sin tocar, todo su cuerpo se paralizó al contemplar una imagen que se reflejó en sus ojos carmesí, intentando rebotar la verdad pero grabándose a fuego en su mente.

Su mejor amigo y socio Claude Faustus estaba enredado en las blancas piernas de su esposa, el cabello revuelto y la espalda perlada de sudor mientras los brazos delicados de Victoria se aferraban a su alrededor, tan perdidos en su placer que ni siquiera se dieron cuenta que el los miraba desde el umbral de la puerta medio abierta. El mundo perfecto de Sebastian se derrumbo tan rápidamente que se quedo inmóvil mirando el espectáculo que protagonizaban los seres que mas quería.
Escuchó que algo se rompía dentro de él y sus piernas por fin respondieron, así entre los gemidos de ambos amantes y embestidas por parte de su mejor amigo hacia su esposa, se dio media vuelta y se marcho tan silenciosamente con el corazón hecho pedazos.

No quería llorar, no debía llorar. No porque fuera de las antiquísimas ideas de su abuelo Anthony, aquella de que los hombres no lloran, si no porque no valían la pena y su orgullo no se lo permitiría.



El licor fomentaba mis ganas de mi alma arrancarte,



Lo único que ocupaba su mente en ese instante era la idea de ahogar su pena en licor. Y que mejor que una botella de vino para eso, llegó al primer Bar que encontró sin importarle lo raro que pudiera verse con su traje Armani en color negro y su pinta de hombre de negocios, ignoró las miradas que levantó a su paso y se acercó a la la barra, pidió una copa y la bebió de un solo golpe, el cantinero le miró como si ya conociera esa imagen, seguro no le era extraño ver a hombres ahogar sus penas en alcohol.

─ ¿Algún amor?- preguntó directamente el cantinero.

Sebastian le miró fríamente, y sin querer dar explicaciones le respondió con sequedad.

─ Limítese a mantener llena mi copa, no vengo a charlar.

El viejo cantinero no pareció ofendido, al contrarió parecía su vieja rutina de respuestas, por lo que su siguiente ataque fue decir:

─La buena compañía ayuda a olvidarse de todo. ─ le sirvió otro trago mientras señalaba con la mirada a unas chicas en el fondo del bar.

Michaelis miró a las cabareteras y luego le lanzó una mirada de aquellas que le gustaba usar para atemorizar a sus nuevos empleados cuando eran ineficaces. Y funcionó, el cantinero se marchó dejándole una botella medio vacía. Entre copa y copa pasaron las horas, su mente empezó a nublarse pero el dolor seguía allí, atravesando su alma con saña.

─Hola guapo… ¿quieres un poco de compañía esta noche?- le habló sensualmente al oído una rubia mientras ponía su nívea mano en el hombro del hombre de mirada carmesí.

Michaelis giro rápidamente su cabeza y le miró entre una espesa bruma causada por el alcohol, sus ojos se abrieron de par en par y una chispa de esperanza cruzó por sus ojos carmesí.

─ Victoria─ susurró suavemente.

- No cariño, soy Jessica─ dijo la rubia lanzandole una sensual sonrisa ─pero si así lo quieres, me puedo llamar Victoria o como quieras─ ofreció giñándole un ojo ─ entonces cariño, que dices ¿necesitas compañía esta noche?.

Sebastían le miró y una mueca de asco apareció en su varonil rostro, enarcó una ceja despectivamente.

─Largo─ le respondió lo mas fríamente que el alcohol que lo atontaba le permitió─ quiero estar solo.

La chica lo miró entre sorprendida y ofendida, nunca nadie le había rechazado. Dio media vuelta indignada y se marchó contoneándose, Michaelis rodó los ojos ante la desfachatez de aquella chica. A continuación quiso levantarse, ya tenía suficiente de ese lugar, pero al intentarlo sintió un leve mareo y volvió a sentarse frente a la barra, estaba claro que se había excedido en la bebida, pero aun así las dolorosas imágenes de la traición estaban en su cabeza, quizá con un poco mas de alcohol las pudiera borrar, iba a servirse otra copa cuando escuchó una alboroto varios lugares más allá de donde se encontraba, giró la vista atraído

─He dicho que contigo no─ escuchó el gritó de una joven que no pudo enfocar a la primera.

─Vamos gatita, nos divertiremos─ insistió ronroneando un hombre vulgar mientras sus amigos aplaudían su estupidez ─ además, un partido mejor que yo no encontraras─ sonrió cínicamente de lado al tiempo que tiraba del brazo de la chica, quien tenía un lindo cabello azul, la piel blanca como la porcelana y unos inocentes ojos del tono de su cabello.

La joven le soltó una bofetada pero era unas cabezas más pequeña que él, y mucho mas delicada, así que el tipo detuvo el golpe y tomándola de la muñeca la acercó hacia él.

─¡He dicho que nos divertiremos maldita zorra! , Escúchame bien zorra, a Ivan nadie lo rechaza─ amenazó─ y menos una ramera como tu.

La chica de mirada zafiro reflejó un creciente miedo hacia su agresor. Parecía resignada, pero en ese instante miró como un puño pálido se estampaba en la cara del moreno.

─ ¿Eres estúpido o que? ¿No escuchaste a la señorita? ─ Sebastian escupió con odio cada una de las palabras, en parte por que detestaba a los sujetos que querían pasarse de listos con una mujer y la otra, principalmente, quería desahogar todo el veneno que estaba consumiendo su alma.

El tipo llamado Ivan cayó estrepitosamente al suelo armando toda una escena. Con la boca ensangrentada quiso responder, pero al ver la mirada asesina del hombre que estaba frente a él, decidió que era mejor llevar la fiesta en paz.

─Hombre, esta ramera no vale la pena─ fue lo único que se atrevió a decir mientras se levantaba ─no era necesario el golpe, además ya nos íbamos ¿verdad chicos? ─ Sus acompañantes asintieron y se fueron dispersando uno a uno.

Sebastían se sintió frustrado por no poder desquitar su coraje y dolor. Así que volvió a dejarse caer en su silla, pero al hacerlo escucho una suave voz detrás de él.

─Gracias… eres el primero que me defiende, a pesar de… y me gustaría agradecértelo─ ofreció la joven de cabello azul.

Sebastian alzó su mirada carmesí, no esperaba que la chica le hablara y no estaba de ánimos para una platica, quiso deshacerse de ella pero al girar su cabeza y mirarla cambió de opinión. Era demasiado joven para dedicarse a… ese trabajo… era delgada y menuda con piel nívea, su melena azulina estaba enmarcada con definidos mechones, pero lo que mas le llamó la atención fueron sus cálidos ojos azules, de cerca parecían trozos pulidos de zafiro.

─No hay necesidad─ respondió el hombre restándole importancia─ hice lo que cualquiera hubiera hecho.

─Sabes que no es verdad─ replicó suavemente la joven mientras bajaba la mirada ─ no al menos, por alguien como yo… por favor solo se una manera de agradecerte, déjame hacerlo─ suplico la chica, ¡miles de veces que había jurado aborrecer su oficio y ahora estaba frente a un desconocido, ofreciendo desesperadamente su compañía! Pero algo le decía que él era diferente, además quería agradecerle y esa era la única manera que conocía.

Sebastían titubeó, él no quería recibir ese tipo de agradecimiento, no era de caballeros. Además alguien mas hubiera hecho lo mismo por aquella joven, pero al mirarle fijamente a sus profundos ojos azules, se sintió hipnotizado por la belleza que emanaban y quizá, sobre todo, por la peligrosa mezcla de alcohol en su sangre y el doloroso recuerdo de la traición, decidió aceptar, le ofreció su brazo y así, en medio del frío de la noche y la oscuridad se dirigieron ambos a un motel.
Notas finales: apesar de que estoy manejando a un Ciel ella, es chico :D asi que si, si es yaoi :D un saludo a Karenka y a quienes me lean death!! :D

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