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Dos Simples palabras por ZaraRock

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Notas del fanfic:

Los personajes mencionados en este fanfic no me pertenecen, Son propiedad del Gran Arthur Conan Doyle. (excepto por Violeta xD ella es mía) 

 

Notas del capitulo:

Ruego que me disculpe si tengo algún error, ya que solamente he leído estudio en escarlata... :D

Era una fría y oscura noche, camine por las calles de Londres; como pude entre llegue al  221B Baker Street, subí las escaleras tambaleándome por mi estado de ebriedad  intentado hacer el menor ruido posible. Llegue a tu habitación y me senté pesadamente en el sillón mas cercano, Habían pasado dos largos y tortuosos años desde la muerte de Mary así que decidí volver a aquí. Respire profundamente aspirando tu aroma que aun queda impregnado en el ambiente dejando la botella en el suelo, miles de recuerdos llenan mi cabeza, tu risa, tus ocurrencias, tu manera tan armoniosa y exasperante de tocar el violín, recuerdo como caminabas de un lado a otro por toda la habitación de forma ansiosa cuando las cosas no salían como tu querías, escudriñando hasta el detalle mas insignificante para encontrar las respuestas,  todo  de ti lo extraño… Holmes…

*FlashBack*

– Watson… ¡Watson! –

– ¿que sucede Holmes? – pregunte levantando la mirada de mi libro.

– ¡Quiero hacer un experimento! – Exclamaste con entusiasmo infantil.

–Pues hazlo, no necesitas mi consentimiento– respondí con simpleza para volver a concéntrame en la lectura. Tú Sonreíste y de un salto te sentaste en mis piernas, me quitaste el libro de las manos y lo lanzaste lejos, luego rodeaste mi cuello firmemente con tus brazos acercando nuestros rostros levemente.

– ¡¿Que rayos haces Holmes?! – pregunte muy sorprendido por tu aptitud. Sentí mis mejillas arder.

–Ya te lo dije Watson, es un experimento– dijiste con picardía y vi tus  ojos paros destellar.

– ¡pero no me dijiste que yo iba a ser parte de este experimento! – Espete irritado.

–mmm interesante, tienes el pulso acelerado, te ruborizaste, tus pupilas se dilataron, sin contar eso que siento entre tus piernas ¿no creo que sea tu revolver o si?... – esbozaste una sonrisa lujuriosa Y yo aparte la mirada avergonzado.

–No te burles de mi Holmes ¿ya terminaste con tu experimento?– Gruñí.

–No me atrevería nunca a  burlarme de ti Mi querido Watson; apenas estoy empezando con esto, así que  por favor se paciente y podre terminar mas rápido– dijiste para luego unir nuestros labios. Me quede en estado de Shock por instantes y sin pensarlo un segundo mas termine correspondiendo al beso con una intensidad que no imagine posible. Tu ‘‘experimento’’ pudo haberse prolongado hasta el punto de hacerme perder la razón, pero nos vimos interrumpidos por tres golpes secos en la puerta. Te empuje con brusquedad  y me puse de pie de forma apresurada. Tú caíste graciosamente sentado en suelo.

–Adelante– dije con la voz entrecortada, me aclare la garganta y repetí  –adelante–

–Interesante, muy interesante– susurraste con expresión pensativa, llevándote  el dedo índice a los labios.

–Lo busca la señorita Morstan– dijo la señora Hudson asomando la cabeza por la puerta entreabierta.

– ¡Ohh por supuesto, ahora mismo bajo! – respondí un poco nervioso. Me gire, tome mi saco y mi sombrero, podría jurar que te vi fruncir el ceño. –Volveré tarde Holmes, Adiós–

*Fin de Flashback*

Me recline sobre el asiento echando mi cabeza para atrás. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo como las lagrimas caían por mis mejillas.

–Te extraño tanto Holmes– sollocé, tapándome el rostro con las manos. –ojala pudiera regresar el Tiempo atrás…– Si saber como en algún punto de mi llanto caí profundamente dormido…

A la mañana siguiente Los Rayos del sol entraron por la ventana perturbando mi sueño.

–Holmes– te llame en un susurro adormilado, pensando por un momento que todo había sido una pesadilla. Pero al no recibir respuesta alguna entendí que estaba equivocado, recordé que estabas muerto. Suspire, sintiendo la fuerte jaqueca producida por el alcohol y el dolor muscular por haber dormido en el incomodo sofá. Baje las escaleras intentado mantener el equilibrio.

–Buenos Días señora Hudson– salude entrando en la cocina. Ella se limito a sonreír y servirme el desayuno.

Escuche el ruido de  unos delicados pasos bajar las escaleras, la nueva inquilina entro en la cocina dando los buenos días con una sonrisa que iluminaria a cualquiera.

–Buenos días Doctor Watson, Señora Hudson – saludo con amabilidad. Era una preciosa mujer, de lisos cabellos azabaches, mejillas sonrosadas, labios carnosos y brillantes ojos celestes.

–Buen día Señorita Hanze– Dije sin apartar la mirada de mi desayuno.

–Oh por favor llámeme Violeta, llevamos casi un año conviviendo juntos y nunca me ha llamado por mi nombre doctor–  dijo con una sonrisa para luego empezar a comer. Yo asentí con la cabeza y empecé a leer la prensa. –Sabe, mi familia dará una fiesta esta noche por mi veinticuatroavo cumpleaños  y me gustaría que usted asistiese… También asistirán  La señora Hudson, los inspectores Lestrade y Gregson. – Agrego ella. Guardé silencio y agradecí que el periódico  no le permitiera ver  la expresión de frustración en mi rostro.

–lo lamento, pero esta semana voy a estar muy ocupado… Tengo pacientes que atender y… Salude de mi parte, si no es molestia a los inspectores de Scotland Yard – Respondí seriamente, doble el periódico a la mitad, tome mi taza de café y subí de nuevo a la habitación encerrándome. Horas más tarde escuche a  Martha tocar mi puerta.

–Pase– respondí yo sumido en papeleo.  La señora Hudson entro en la habitación con una bandeja,  Una taza de té y galletas. La dejo a un costado de mi escritorio y sin decir una palabra volvió a retirarse pero antes de salir me dijo:

–Debió aceptar la propuesta de Violeta Doctor… Ya ha pasado mucho tiempo desde su muerte, usted se ha vuelto ermitaño, ya no sale, no convive con nadie, solo se dedica a su trabajo y en su tiempo libre solo se queda aquí encerrado o se emborracha hasta el punto de perder la consciencia… Me preocupa…  Créame que yo también los extraño  pero nadie regresa de la muerte. Debe rehacer su vida, volver a sonreír, es por su bien– Dijo apunto de llorar desde el umbral de la puerta.

Me quede un rato meditando sus palabras, decidí salir a dar un paseo por Londres y despejar un poco mi mente.

Era un día nublado y hacia un frio bastante agradable; camine sin rumbo. Termine llegando a un pequeño parque, me senté en una banca y empecé a recordar de nuevo.

*FlashBack*

Baje las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja, esa mañana había decidió por fin pedir la mano de Mary.

–Holmes, Señora Hudson tengo algo muy importante que decirles–

– ¿Qué sucede Watson? –preguntantes con expectación tomando un sorbo de humeante café.

–Voy a pedir la mano de Mary– dije por fin con una sonrisa. Tus ojos se abrieron desmesuradamente y te quedaste estático.

– ¡Oh felicidades! ella es una buena mujer– exclamo Martha abrazándome llena de alegría.

Tú Te pusiste de pie y estrechaste mi mano.

–Enhorabuena–  susurraste cabizbajo y te aproximaste a las escaleras.  Te mire confundido por tu repentino cambio de ánimo.  Recuerdo también el vacío  que sentí en mi estomago al verte caer al suelo. Y allí al pie de las escaleras yacías desmayado.

– ¡Sherlock! – grite Corriendo a tu encuentro. Toque tu frente, estabas hirviendo en fiebre. Te tome entre mis brazos y subí la escaleras apresuradamente. – ¡Señora Hudson tráigame alcohol, agua fría y paños Holmes tiene fiebre muy alta!–  ordene mientras subía.  Te acosté en mi cama y Ella acudió casi inmediatamente con lo que le pedí, Primero Frote con alcohol tus muñecas, la nuca y la frente, esperando que recuperaras la consciencia. Poco a poco  Abriste los ojos pesadamente y te aferraste al cuello de mi camisa.

–no, no  Watson… no te cases… quédate conmigo– rogaste en un susurro, tus preciosas orbes pardo se llenaron de lágrimas.

–Estas delirando por la fiebre tan alta– dije colocando un paño frio sobre tu frente.

– ¡NO Estoy delirando, estoy consciente de lo que digo! Yo… te amo John–

Pase el día entero  intentando bajarte la fiebre sin apartarme de tu lado ni un instante, Sin éxito. Y en un abrir y cerrar de ojos me di cuenta de lo tarde que era, la señora Hudson se había ido a dormir; preocupado por tu estado de salud decidí tomar medias desesperadas, te cargue entre mis brazos una vez mas, Fui al baño y abrí el grifo para llenar la bañera con agua fría mientras empezaba a desvestirte con urgencia. Sumergí tu cuerpo por completo en el agua con la esperanza de que la fiebre bajara. Después de bañarte volví a llevarte a la habitación y te coloque el pijama.

–Esto es lo que sucede por andar corriendo de un lado a otro bajo la Lluvia– sentencie fingiendo estar  molesto.  Tú me dedicaste una sonrisa burlona y te recostaste en la cama. Yo me senté a tu lado quitándote un mechón de cabello que caía por tu frente.

– ¿Watson? – tus facciones cambiaron a una expresión seria.

– ¿si Holmes? – suspire ya mas tranquilo, notando como la fiebre comenzaba a bajar.

– ¿Te quedaras conmigo?– me preguntaste con timidez. Aparte la mirada sin articular palabra alguna. Tú Interpretaste mi silencio –… Ya veo…– susurraste, estirando el brazo y jalando mi camisa para atraerme hacia ti quedando a escasos centímetros de tu rostro –No estoy delirando Watson, Yo te amo mas que a nada– Uniste tus labios con los míos fugazmente, luego te acurrucaste dándome la espalda y pronto te quedaste dormido.

*Fin del FlashBack*

–Recuerdo el cálido contacto de tus labios, mataría sin dudar ni un segundo por volver a sentirte cerca, por ver tu sonrisa, escucharte tocar el violín, por estrechar tu cuerpo entre mis brazos. –pensé en voz alta mientras suspiraba.

–Watson, no desesperes. ¡Sonríe para mí! – dijo la aguda vocecita de un niño junto a mí.

– ¿Cómo dices pequeño? – pregunte levantando la vista; me encontré con un chiquillo harapiento de cabello rojizo y lleno de pecas, aproximadamente  de unos 5 años.

– Watson, no desesperes. ¡Sonríe para mí! – repitió el con una sonrisa.

– ¿Como sabes mí…mí–

– ¡yo también extraño tu sonrisa! – interrumpió el pequeño pelirrojo entregándome un bombón de chocolate con un diminuto lazo rojo y una nota doblada a la mitad. En ella estaba escritas dos simples palabras con la elegante caligrafía del ‘‘difunto’’ detective Sherlock Holmes: <Esta noche>  Dos simples palabras que podían hacerme cambiar mi estado de animo drásticamente. Un destello de esperanza en el oscuro abismo de la amargura en el que había caído desde el día de su muerte… Abrí los ojos desmesuradamente y me levante del asiento con rapidez, mirando en todas las direcciones posibles buscando algún indicio de tu presencia.  Incluso revise bajo la banca con la esperanza  de encontrarte. Pero no, simplemente no estabas, sin embargo la nota que tenia aferrada con fuerza en mi mano era suficiente para creer ciegamente que estabas con vida. Y sonreí. Sonreí como había dejado de hacerlo años atrás, sonreí como cuando Mary estaba para alegrarme los días. Como cuando tus actos por mas descabellados que fueran iluminaban mi existencia, deje escapar un par de lágrimas lleno de euforia. Volví a sentarme revolviendo con mi mano izquierda los rebeldes risos del pequeño pecoso junto a mí.

 –Gracias– le dije limpiando las lágrimas de mis mejillas.

–Guarda el Secreto–  susurro el niño colocando el dedo índice de forma vertical en medio de los labios. Haciendo un ademán de silencio. Y sin más se fue corriendo. Me quede ahí sentado contemplado la nota entre mis manos. Decidí volver al anochecer, todo a mi alrededor parecía haberse vuelto hermoso, Pronto sentí la lluvia caer sobre mi empapándome por completo, primero pequeñas gotitas, luego un aguacero y sin darme cuenta me vi a mi mismo corriendo con vehemencia por las calles de Londres con una gran sonrisa. Llegue jadeando a el 221B la noche había llegado, entre intentando disimular mi evidente felicidad; recordé entonces que la casa estaría vacía ya que Violeta y la Sra. Hudson estarían en la fiesta. Fui directo al baño, desprendiéndome en el camino de la ropa mojada. Después de un relajante baño con agua caliente y de una suculenta cena volví a encerrarme en la habitación; vi en mi escritorio un vaso lleno de ron e intente recordar si lo había dejado ahí esta mañana y sin tomarle mucha importancia lo bebí  sentado en el sofá esperando tu llegada con suma ansiedad.  Empecé a sentirme cansado, los parpados se cerraban contra mi voluntad, por mi mente paso la idea de que el ron tenía alguna especie de fármaco para dormir y sin querer termine cayendo en los brazos de Morfeo. Cuando desperté encontré la habitación en penumbras, tenía las manos y las piernas atadas a los respaldos del sofá reprimí mis ganas de gritar al  sentir unas frías manos taparme los ojos, el cálido aliento sobre mi cuello subiendo hasta mí oreja y te escuche susurrar:

– ¿Adivinas quien soy?– Mi pulso se acérelo, el corazón latía con fuerza dentro de mi pecho, había añorado tanto este momento, volver a escuchar tu voz fue un sueño hecho realidad.

–…Holmes…– Afirme casi sin aliento.

– ¡Acertaste! – dijiste con tono burlón y con un pañuelo negro vendaste mis ojos.

– ¿la venda es necesaria? –pregunte ácidamente.

–Si, es para continuar con nuestro experimento, pero en esta ocasión me asegurare de que nadie nos interrumpa…– Sentí como  te sentabas a Horcajadas en mis piernas. Casi podía imaginar tu mirada lujuriosa.  Unimos nuestros labios en un beso, que decía: te extrañe, te deseo, te amo. Separaste tus labios levemente dándome la oportunidad de explorar el interior de tu dulce boca. Luego de unos minutos nos separamos  jadeando por falta de aire.

– ¡Desátame! –   exigí exasperado por tocarte. Tú desataste mis piernas y  mi brazo izquierdo, pase mi mano libre por tu sedoso cabello bajando por tu nuca, luego tu espalda hasta llegar a tu cintura y después a tu trasero, sin poder evitarlo di un fuerte pellizco a una de tus nalgas. Diste un pequeño gritillo seguido por una carcajada, para luego seguir besándonos… pronto la ropa empezó a molestar, desabroche tu camisa arrancando varios botones en el intento. Y De un momento a otro estabas desnudo sobre mis piernas. Yo sin camisa, con una dolorosa erección y por si fuera poco comenzaste a frotar tu hombría Obscenamente con la mía.

–AHHH No hagas eso Ahhh– gemí zafándome de la atadura en mi brazo derecho.

Tus manos bajaron hasta mi evidente erección acariciándola juguetonamente, te deshiciste de mis pantalones  y la ropa interior dejándome completamente desnudo. Me lleve una gran sorpresa al sentir tu lengua en mi miembro, luego estar dentro de tu boca húmeda y cálida Me hizo gritar de placer. Después de 5 o 10 minutos te detuviste e inconscientemente solté un gruñido.

– ¿porqué te detienes? –Pregunte estirando los brazos hacia el frente buscando tu cuerpo, ya que aun me encontraba con los ojos vendados.

–Tenia que lubricarte – respondiste volviendo a sentarte sobre mí. Sentí un escalofrió recorrer mi espina dorsal y tu pareciste notarlo.

– Tranquilízate Watson… Lo que viene será mucho más placentero, te prometo que vas a disfrutarlo. –  

Acto seguido comenzaste a introducir mi hombría en tú entrada… Te aferraste a mi espalda arañando ferozmente, dejando marcas que ardían.

–AHH John, se siente tan bien – Susurraste sensualmente cuando ya estaba por completo dentro de ti. Abrase tu cuerpo con mi brazo derecho, mientras que con el otro subía hasta mi rostro con la intención de quitarme el pañuelo. Pero tú me detuviste tomando firmemente mi muñeca.

– ¡No! si lo haces nunca podrás olvidarme y yo nunca me podre marchar – dijiste, tu voz expresaba el sentimiento de melancolía.

– ¿Y usted cree que después de hacer el amor voy a dejar que se aparte de mi lado Mr. Holmes? –Pregunte con ironía. –si he de hacerlo te atare y te amordazare para que no vuelvas a irte. ¡Mi vida sin ti es como estar muerto! ¡Nunca más dejare que te vallas! – Espete quitándome la venda de los ojos. La visión que tuve de tu rostro valía más que una mina repleta de oro; me mirabas con tus grandes ojos pardos, tus cabellos desordenados y las mejillas sonrosadas. ¡Simplemente magnifico! Mi corazón acelerado hasta más no poder, Acaricié tu rostro delicadamente, pensando que en cualquier momento despertaría de en la cama rodeado por botellas de alcohol. Sin pensar más, te plante un beso cargado de dulzura. Comencé a entrar y salir de ti sin romper el beso, colocando mis manos en tus caderas para aumentar el ritmo de las embestidas.

Pronto nuestros gemidos  retumbaron por toda la habitación. Harto de la posición en la que nos encontrábamos te arroje en la cama posicionándome encima de ti, llenando de pequeños y húmedos besos tu abdomen. Para luego volver a penetrarte.

– ¡Mas profundo! ¡MÁS RAPIDO! – Gritaste con un tono de voz agudo, mas como una orden que como una petición.

Me aferre a la cabecera de la cama intentando llegar a ese lugar en tu interior que te haría tocar el cielo por el mas puro placer, ese lugar en el que yo me encontraba. Acelerando y embistiendo con fuerza, con brusquedad, como un animal en celo, deseoso por sentir más y pensar menos.

–Ahh ¡JU-justo aahí Watson!– Sonreí victorioso por haber encontrado tu punto ‘‘G’’. – ¡Voy a estallar!– Gritaste con voz ronca llegando al orgasmo. El viscoso líquido mancho nuestros abdómenes y segundos mas tarde yo también acabe llegando al orgasmo. Salí de tu interior y me recosté a tu lado jadeando, empapado en sudor. Te tome de la mano dándote un pequeño jalón para que te acercaras. Cuando ya estabas lo suficientemente cerca de mi, me abrace a tu cuerpo como si no existiera un mañana, la sensación de abrazarte era una de las cosas que mas añoraba, te sentía tan frágil e indefenso; era como si encajaras perfectamente con mi cuerpo, como si hubieras sido creado para estar entre mis brazos, no estoy realmente consciente de cuanto tiempo nos quedamos así, pudieron haber sido solo unos minutos, quizás varias horas, la verdad no estaba interesado en saberlo. Me encontraba a punto de cerrar los ojos e intentar conciliar el sueño entonces tú preguntaste:

– ¿no vas a dejarme ir, verdad? –

–No, nunca– respondí yo plantando un casto beso en tu frente. –Estoy consciente de todo el riesgo que implica el tenerte a mi lado, sin embargo estoy Deseoso y dispuesto… No tengo absolutamente ningún interés en nada que no sea estar a tu lado. ¿Comprendes?–

– ¿Y que hay de la señorita Hanze, ella parece tener un especial interés tu persona John? – Tu voz denotaba celos a simple vista, lo que me hizo  Soltar una pequeña risita. 

–Es cierto ella es la mujer perfecta, delicada, inteligente, de buena familia y con un magnifico don para el piano– hice una pausa para mirar la expresión irritada en tu rostro y volví a reír –Pero ella tiene un único defecto, la razón  de que sus sentimientos no sean correspondido por mi y es que ella no eres Tu… Solo hay una persona a la que quiero y puedo amar. Tú, Sherlock Holmes. Tú– sonreíste tiernamente mientras te abrazabas a mi espalda, yo correspondí al abrazo y baje hasta quedar a la altura de tu torso ocultando mi rostro en tu pecho desnudo. Arrullándome con los latinos de tu corazón.

Y sin más, nos quedamos dormidos…

Es increíble como de un momento a otro la muerte puede tocar a tu puerta y sin previo aviso llevarse de tu lado a una persona importante para ti. Así que ten en cuenta: No importa lo que suceda, mientras el hecho no implique la muerte no será un final sino un nuevo comienzo.

*Bonus*

Baje la mañana siguiente a desayunar con la intención de darle la buena noticia a La señora Hudson y A Violeta de que Sherlock había regresado. Las encontré desayunando en la cocina y las salude con un caluroso ‘‘Buenos Días’’, tome mi café matutino mientras me preparaba mentalmente para lo que diría, lo mas probable era que Martha llegara a la conclusión de que el alcohol había destruido lo que me quedaba de cordura, entonces tendría que darle pruebas... De pronto mi pequeña discusión mental se vio interrumpida por un fuerte estruendo que venia de mi habitación seguido por el típico grito de Sherlock:

– ¡Sra Hudson!  – Grito Holmes irritado, bajo las escaleras a paso decidido, entro a la cocina completamente desnudo, con la cara y el cabello llenos de Polvo. Provocando me con su repentina aparición que escupiera todo el café que esta a punto de tragar. – No se cuentas veces tendré que decirlo ¡NO TOQUE MIS COSAS!– espeto expresando su frustración, tomo una taza de café y dos pequeños panecillos de la mesa, para luego dar media vuelta y volver a subir.

La Facciones de en el rostro Martha se contrajeron en una mueca que denotaba el mas puro terror y confusión. Mientras que Victoria tenia la boca tan abierta que podría haberse tragado un enjambre completo de abejas y le sobraría espacio. Sonreí un poco ante esta imagen mental.

Lo único que fui capaz de articular fue:

–Ha regresado… –

¿Fin?

Notas finales:

¿Les gusto? ¿si? ¿no? Por favor haganmelo saber, dejen Reviews :D  ¡Saludos!


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