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Dolor Latente por Na Na

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Notas del fanfic:

Es mi tercer One-shot *brinca de emoción* así que espero les guste. Lo hice con mucho amor ^^

 

 

Notas del capitulo:

Podría decirse que es un songfic ya que fue inspirado en una canción, pero decidí no colocar la letra porque no use la traducción literal ni la historia en sí.

 

Fue inspirada en una canción de Adele, "Don't You Remember" (http://www.youtube.com/watch?v=ehEGgonfFD4)

Dolor Latente

 

 

El cielo estaba de un color naranja, mezclado con un toque de dorado dando, poco a poco, paso al celeste, indicando la llegada del amanecer.

El despertador sonaba, indicando lo mismo, y SungMin lo golpeaba con una mano para apagarlo. Lo golpeaba repetidamente provocando que sonara más fuerte y optó por halar del cable y desconectarlo para que aquel fastidioso ruido cesara.

Estaba boca abajo, con su rostro hundido en la almohada y sus rubios cabellos despeinados y enredados.

Se levantó de la cama, se puso sus pantuflas de conejo y caminó a baño dispuesto a darse una ducha para despertarse. Salió del baño con una toalla envolviendo su cintura y con otra en el cabello del cual caían gotas, dándole un aspecto sensorial.

 

 

 

 

Acomodó el nudo de la corbata y salió del departamento con una carpeta en mano. Caminó hacia el garaje del edificio, su subió a su auto – un convertible plateado – y condujo hasta su trabajo. El tráfico estaba ligero, aunque eran las ocho de la mañana.

“Eso es raro…”

Algo le decía que ese día no sería tan malo.

Se estacionó, se bajó y se dirigió a su oficina.

Botó la carpeta en el escritorio, se sentó, y apoyó la cabeza en el escritorio rodeándola con sus brazos.

– ¿Sigues mal? – preguntó su compañero de trabajo sentado en el escritorio de en frente.

– ¿Cómo estarías tú si SiWon te hubiera terminado hace dos días y debes verlo en el trabajo?

–No han pasado dos días, y KangIn no trabaja aquí. Ni siquiera lo has visto.

–Lo siento –alzó la mirada–. No he dormido bien y al parecer ya estoy delirando.

El castaño le devolvió la mirada y le sonrió tratado de que el otro lo hiciera, pero no lo hizo.

–Minnie, ya han pasado seis meses desde que…

–KyuHyun, no hablemos del tema. No quiero saber más de eso.

SungMin salió de la oficina dejando a un preocupado KyuHyun que no sabía qué más hacer para que su compañero sonriera.

 

 

 

 

– ¿Seguro de que no vienes? –KyuHyun guardaba unos papeles en el cajón.

–Sí –dijo Min mientras escribía.

–Deberías venir, así, vas a distraerte un poco.

–No, deseo terminar todo esto. Ve tú y diviértete.

–Te va a hacer bien venir –insistía el menor de ambos.

–No te preocupes por mí, ve tú.

–Está bien, pero luego no digas que no te invito a nada, ¿eh? –Min soltó una pequeña risa–. Adiós, te quiero.

–Te quiero –siseó.

Y no fue no porque tenía trabajo pendiente, sino que, a pesar de que han pasado seis meses desde que KangIn no estaba, aún le dolía no sentir su presencia cerca de la suya, sentir el calor de su cuerpo, el sabor de sus labios y sus grandes manos.

Durante aquellos seis meses había repasado en su mente cada pequeño detalle que pudo ser el causante de su ruptura. Empero no encontraba nada. Puede que algunas veces sea necio, y algunas cosas más, pero YoungWoon lo amaba así.

Seguía sin entender la causa de su ruptura.

 

 

 

 

“Quizá se enamoró de alguien más”

Ahora estaba conduciendo hacia su apartamento, ese que alguna vez compartió con KangIn, que fue testigo de muchas veces que se entregaron al amor.

Dejó su auto en el garaje y subió a su apartamento.

El ascensor hacía un pitido en cada piso. Cuando el sonido cesó, las puertas del ascensor se abrieron y Min salió caminando hasta la última puerta del pasillo. La abrió y subió los escalones hasta llegar a una puerta corrediza de metal.

La abrió y sintió el frío aire rozar su rostro.

Caminó un poco más y se adentró a la azotea. Amaba estar ahí, le traía recuerdos.

Quizá demasiados.

El viento soplaba con fuerza moviendo sus rebeldes mechones rubios en su frente.

 

 

 

 

–Dime si piensas en mí, o por lo menos en lo que hubo entre nosotros –hablaba al aire con los ojos acuosos tratando de que las lágrimas no cayeran.

Se sentó en el suelo. La luna lo acompañaba en su soledad y, aunque la luz lo iluminara, se sentía en lo más profundo de la oscuridad.

–Ni un beso ni una palabra de despedida –seguía hablando con el aire como si KangIn lo estuviera escuchando–. ¿Me borraste por completo de tu mente?

– ¿Con quién hablas? –sus sollozos se detuvieron.

Había estado llorando pero ni siquiera lo había notado. Al escuchar su voz lo notó.

KangIn estaba detrás de él, y le había hecho una pregunta. Algo tonta, por cierto, pero le habló.

– ¿Minnie? –se acercó y el aludido no hacía más que quedarse quieto–. ¿Estás bien?

–Sí. Yo… –secó sus lágrimas con el dorso de su mano.

–Lo siento –dijo antes de que SungMin añadiera algo más–. No debí irme sin decirte nada. Debí, por lo menos, decirte la razón.

–Ya no me amas, ¿cierto?

– ¿Eso importa? –KangIn no estaba muy cómodosentado a su lado y menos contestando aquello.

– ¿Por eso te fuiste?

–Minnie despierta  dijo de la nada.

– ¿Qué? –preguntó confundido.

–Minnie despierta

– ¿Qué despierte de qué?

– ¡Lee SungMin!

Despertó asustado y en su habitación. KyuHyun estaba sentado a su lado en la cama algo preocupado.

– ¿Estás bien? –le preguntó tocando su frente.

– ¿Qué sucedió? –se incorporó en la cama tratando de recordar lo acontecido.

–No lo sé, te encontré tirado en la azotea bajo la lluvia. Ni siquiera sé si te desmayaste, o qué.

–KangIn –musitó y KyuHyun suspiró cansado.

–La tina se está llenando de agua caliente, ve a bañarte.

SungMin asintió y caminó hacia el baño de su habitación. Se despojó de sus ropas y se metió en la tina, cerrando el grifo y perdiéndose en la sensación que el agua caliente le brindaba.

 

 

 

 

–Sabía que no tenías trabajo pendiente, por eso decidí venir por ti –habló KyuHyun sirviéndole un plato de comida.

–Gracias –ni siquiera lo miraba.

– ¿Qué hacías allá arriba? –preguntó Kyu sentándose a su frente.

–Pensando –se llevó un bocado a su boca sin mirar al castaño.

KyuHyun no hacía más que mirarlo con pesar. No cabía en su cabeza el por qué KangIn dejó a SungMin si decía amarlo más que a nada en el mundo.

El silencio reinó en la cena.

KyuHyun temía preguntar y SungMin no quería hablar, muchos menos  responder las interrogantes del menor.

 

 

 

 

–Ten cuidado, ¿sí? Y no hagas tonterías, cualquier cosa me llamas,  ¿eh?

–Sí, mamá, yo te llamo –KyuHyun lo golpeó suavemente en el hombro y se fue del apartamento algo más calmado.

Sabía que SungMin no haría nada que lo pusiese en riesgo, pero temía que volviera a llorar como lo había hecho durante esos últimos seis meses.

Se subió a su auto y condujo hasta su casa.

SungMin, por su lado, caminaba de un lado a otro tratando de calmarse.

Fue a la cocina y se preparó  un té. Regresó a la sala y se sentó frente al televisor dispuesto a encenderlo, pero no contaba con que alguien tocaría el timbre.

Cansado, y algo molesto, caminó hacia la puerta, pensando que era KyuHyun, cuando halló un sobre en el suelo.

Pestañeó confundido y lo tomó entre sus manos. Lo revisó y solo tenía escrito su nombre con tinta.

Buscó por el pasillo a quien lo había pasado por debajo de su puerta, pero el pasillo estaba tan desierto que prefirió entrar.

Abrió el sobre mientras entraba y se sentaba en el sofá.

Era una carta, pero no tenía emisor.

 

“Hola SungMin

¿Cómo has estado? Espero que hayas comido bien en estos días. Supongo que estás confundido ante quién es el emisor de esta carta. Solo diré que espero que no hayas olvidado tan pronto mi letra.”

“KangIn” fue lo primero que se le vino a la mente al leer aquel fragmento. Sin querer perder más tiempo, continuó leyendo.

“Antes que nada, te quiero pedir disculpas por no haberme comunicado contigo en estos últimos seis meses.

Supongo que ahora me has de estar odiando por haberme ido sin decirte nada, pero todo tiene una razón de ser. Me fui de tu lado para no ser una carga y no verte sufrir por mí ni que me tuvieras lástima.

Quizá no la hubieras sentido, pero preferí no arriesgarme.

Han pasado seis meses y no sabes cómo me dolió haberte dejado.

Durante todo este tiempo no he hecho más que pensarte, añorarte y soñarte. Me has hecho tanta falta en las noches, que he abrazado incontables veces la almohada intentando sentir el calor de tu cuerpo, pero me ha sido imposible.

He pensado en las miles de personas que pueden tenerte cerca y las envidio. Las envidio tanto porque ellas pueden ver tu sonrisa, tus ojos y tus labios, aquellos labios que extraño tanto besar.

Te he extrañado como no tienes idea, quizá tú lo has hecho igual, no lo sé.

Lo único que sé es que te amo. No fui bueno expresándome, pero puedo decir que te amo y que hubiese sido capaz de dar mi vida por ti.

Espero no haberte aburrido o incomodado. Esto es todo.

Me gustaría verte de nuevo, ¿sabes? Te espero mañana en «Mouse & Rabbit» a las tres de la tarde. No faltes, mi SungMinnie.

Te ama,

                Kim YoungWoon”

SungMin estaba que brincaba de felicidad. No podía creer que lo volvería a ver, ¡lo volvería a ver!

El rubio no pudo dormir en toda la noche ante tanta emoción. No sabía si llorar, reír o gritar de la emoción. Lo que si sabía era que lo volvería a ver.

 

 

 

 

SungMin miraba su reloj por decimoquinta vez. Eran las 3:05 pm.

Había llegado quince minutos antes de la hora acordada para verlo llegar y poder abrazarlo.

–Seis minutos tarde –había pedido un té y lo estaba revolviendo con la cuchara, cuando una mano en frente de él se posó  en la mesa.

La mano era pequeña y tenía un anillo azul en uno de sus dedos. Subió la mirada y se encontró con alguien a quien no esperaba ver.

– ¡JongWoon!

–Hola SungMin –el recién llegado se sentó frente a él y pidió un café.

Mientras su pedido llegaba los dos se mantuvieron en silencio. Un silencio algo incómodo para SungMin, pero muy necesario para JongWoon, quien simplemente lo observaba a los ojos intentando descifrarlo.

– ¿Qué haces aquí? –preguntó una vez que el café llegó–. ¿Dónde está YoungWoon?

–KangIn me envió y él no vendrá.

– ¿Por qué? –preguntó dolido y confundido.

–Antes de contestar eso –metió su mano en el bolso que colgaba del espaldar de la silla y sacó una caja rosa, algo fina, de madera–, toma. Es de él.

SungMin la tomó en sus manos  y lo miró confuso. No dudó en abrirla encontrándose con algo que lo dejó perplejo. Eran fotos de KangIn y él; algunas cartas que el mayor le había escrito y que nunca le entregó por vergüenza. Tantas cosas que no creyó ver en su vida. Tenía tantos sentimientos encontrados que no sintió cuando una lágrima rodó por su mejilla.

Se sintió tan frustrado. ¿Por qué tenía que ir JongWoon a darle todo eso? ¿Por qué no fue él personalmente?

Por qué y más por qué se creaban en su mente, todos por una razón, y todos ellos sin respuestas. Esperarlas era perder tiempo, algo que ya lo había hecho desde que YoungWoon salió de su vida sin despedirse.

–Él quería que la tuvieras.

– ¡Hola JongWoon! – llegó KyuHyun saludando al aludido agitando su mano. SungMin rápidamente secó su lágrima, observando a su amigo–. ¡SungMin!

– ¿Tú qué haces aquí? ¿Qué es lo que sucede? –inquirió Min algo enojado ante la actitud del mayor de los tres.

–Lo llamé porque es importante que él sepa lo que te voy a decir – suspiró pesadamente, tomando aire para ganar fuerza.

Lo que tenía que decir no era fácil, nunca lo fue, y nunca lo sería.

Se había preparado tanto para ese momento, había pensado tantas formas de decírselo, y creyó que ser directo sería la mejor.

–YoungWoon ha muerto –dijo después de observar la cara de ansias de ambos.

Después de dar aquella noticia, Min emitió un sonido tan lastimero, que inclusive el corazón de JongWoon se partía de escucharlo.

Era cierto que la relación entre ellos dos no había sido la mejor del mundo, pero tampoco le gustaba verlo sufrir.

–Tenía una rara enfermedad. Murió un mes después de dejarte SungMin. Me pidió que te lo dijera ahora pensando que ya lo habrías olvidado, pero veo que no –juzgó por las incontables lágrimas que caían de los ojos oscuros del rubio –. Eso es todo –sacó su billetera y dejó unos billetes en la mesa –. Lo siento mucho, y si te sirve de algo, mi hermano en verdad te amaba.

JongWoon se levantó y tomó su bolso –Hazlo feliz –se dirigió a KyuHyun–, él lo hubiera querido –y se alejó del lugar.

KyuHyun abrazó a SungMin, mientras éste se ahogaba en su propio llanto. Ahora entendía las palabras de YoungWoon cuando decía que no quería que le tuviera lástima. Era por su enfermedad. Abrazó más la caja, y KyuHyun lo abrazó más a él, mientras susurraba un “Lo haré” en dirección al cielo pegando más a Min a su cuerpo.

 

Notas finales:

Comenten y háganme feliz ^^


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