+Tranquilo, no te quedarás nunca más solo... te lo prometo. -Dijo el mayor con voz apaciguada. Llevaban ya un buen rato así, tumbados uno sobre otro, desnudos, sin ropa alguna, aceptando el cuerpo del otro tal y como eran, se amaban, estos dos chicos habían congeniado desde aquel primer momento, eran el uno para el otro, se querían. Era especial.
+Olle... quiero peguntarte algo… ¿Por qué en aquel momento tu…?
Había un chaval llorando desconsolado cual niño chico sentado en el borde de aquel acantilado, aunque artificial, era de gran altura. Estaba cerca del bosque que había al noroeste de la ciudad. Era un chico bajito, 1.60 aproximadamente, tenía 14 años, Tenía el pelo marrón claro, le llegaba por los hombros, flequillo casi a los ojos y con puntas teñidas de verde. Tenía los ojos azul claro, nariz pequeña y definida y labios finos. Se llamaba Edwart, era huérfano y vivía solo. Con el cuerpo lleno de cortes, aunque poco profundo, hacían que sangrase. Llevaba varias horas llorando, tenía en mente algo, algo que llevaba mucho tiempo queriéndolo hacer. Por casualidad, un chico, medianamente alto, pasaba por allí, por su rutínica manía de pasear por aquella zona, ya que le encantaban las vistas de aquel lugar. Vio a aquel niño llorando, al borde del precipicio, sangrando y decidió ir a ver qué pasaba. Se acercó a él, le puso una mano en el hombro y le miró fijamente. El pequeño se giró despacio, secándose las lágrimas y parando de llorar previamente, hasta al darse cuenta vio un chico mayor que él, de ojos verdes, con pelo corto y flequillo dirigido hacia arriba de color rubio con toques marrones. Era realmente guapo, le gustó a primera vista. Este se lanzó a él besándolo en aquel momento, lo cual le confundió mucho, aunque todo aquello tenía un por que. Él pequeño le dirigió unas palabras a aquel desconocido para él.
+Tú… ¿Por qué has hecho eso…?
+Pequeño, no estás solo, llevo mucho tiempo que te veía desde lejos. He conseguido averiguar varias cosas sobre ti y veía tus intenciones así que… decidí intervenir y evitar lo que tenías en mente, el suicidio, ¿verdad? –Respondió el mayor al pequeño confuso-
+…qué mas te importa a ti lo que yo haga… no le importa nadie…
+Tú me gustas, me llevas gustando desde el primer día que te ví, pero nunca me atreví ir a hablarte. Ven, acompáñame a mi casa, yo también vivo solo, te ayudaré por el momento. ¿Me acompañas? –El grande le tendió la mano con una leve sonrisa marcando su cara-
-El pequeño zarco sonrojado con lágrimas en los ojos cogió su mano, era la primera persona que le mostraba signos de aprecio, nunca ante nadie le había tratado bien. Estaba feliz-
Fueron todo el viaje cogidos de la mano, lo cual fue gracias al mayor, el se la cogió y no ofreció resistencia. No vivía lejos de aquel lugar, fueron nada más que 5 minutos andando. Llegaron a su casa, no era demasiadamente grande pero era lo suficiente para estar comodo.
+¿Y todos estos cortes, quien te los ha hecho? Los tienes por todo el cuerpo. –Planteo el mayor ojiverde preocupado-
+Me los hice yo… me gusta ver sangrar mi cuerpo… es diferente a la demás gente…
+Estupido… no lo vuelvas a repetir, ahora tienes a alguien que te quiere y está a tu lado ¿Vale? –El pequeño sonrió y asintió- Deberías ducharte, te ayudaré.
Empezó a ayudarlo a desvestirse, llevaba nada mas que una camiseta de manga corta y pantalón muy corto. Le tumbó en la cama y empezó a desvestirlo. Le quitó la camiseta y vio el pequeño torso desnudo, era perfecto, no tenía imperfeccione, tampoco tenía musculación lo que le hacía mas adorable. A continuación fue a desabrocharle el pantalón y se los bajó dejándolo solamente en boxers, unos boxers verdes muy ajustados. Tenía ante el un cuerpo inocente desnudo, le ponía mucho, así que no puedo evitar crecer. Apartando los pensamientos pervertidos de su mente un momento se paró a fijarse en su cuerpo, tenía cortes por todo este, desde el principio de sus delgadas piernas, hasta por todo el torso y brazos, no eran muy numerosos pero los suficientes para manchar todo su cuerpo de sangre. Le cogió de la mano y le acompañó a la ducha. Le dio una toalla y ropa nueva y dejó que se fuese a ducharse, pero antes de esto le dijo salgo:
+Cuando te duches, antes de vestirte ven a verme, quiero hacer algo… -El pequeño sin saber lo que el mayor pretendía asintió y se metió en la ducha. 20 minutos después salió y se dirigió en busca del mayor, el cual estaba en la cocina preparando algo para comer.
+¿Así que ya estas aquí? Ven, acompáñame. –cogiéndolo por detrás le acompaño hasta el salón, allí le tumbó en el sofá, estando en boxers- ¿Ves estos cortes? No quiero que nunca vuelvas a hacértelos… tu preciada piel no debería sufrir esto… Así que para que te quede claro que me importas y para que recuerdes que nunca lo debes hacer, vamos a hacer algo. –El pequeño confuso y sonrojado le asintió y se propuso esperar a lo que el mayor iba a hacer, este era demasiado inocente para imaginarse nada pervertido así que no sabía que era lo que iba a hacer. El ojiverde se acercó primero a sus piernas, desde abajo, estando el ojiazul sentado en el sofá y el mayor de rodillas en el suelo, apoyándose en los muslos de este, comenzó a lamer cada raja que había en su piel, su fina lengua recorría cada tramo de los cortes, el pequeño muy confuso por los actos del grande solamente apartaba la cara sonrojado soltando unos pequeños gemidos. Iba subiendo lamiendo cada corte que se encontraba, lo hacía con mucha sutileza haciendo que el pequeño se estremeciera. Levantó un poco la vista y consiguió apreciar el miembro de su pequeño amigo, hacía crecido y se había puesto muy duro, este joven, inmaduro, inocente y frágil cuerpo era muy apetecible, sin duda le gustaba mucho, algún día conseguiría que fuese suyo. Fue lamiendo cada corte desde las piernas hasta el torso, cuando termino con el último de este, se puso enfrente de él y le cogió suavemente del mentón, en ese momento con unas simples palabras consiguió que el corazón del pelimarrón diese un suspiro y se sintiese bien “Te amo. Eres el único que me importa en este momento, no te voy a dejar solo nunca, que lo sepas. Eres muy importante para mi.” A esto le siguió un beso, largo y apasionado al separarse tras un fino hilo de saliva el mayor vió al pequeño sonreírle, era la primera sonrisa que había visto en su cara, era preciosa, simplemente perfecta, no había palabras para describirla, simplemente, amaba esa sonrisa igual que le amaba a el. Se levanto y el pequeño se colgó de su torso sintiendo aún su pene erecto, esté los llevó hasta el dormitorio, dejando suavemente a su pequeña personita y tumbándose alado de él. Los dos se durmieron abrazados, al fin habían encontrado alguien al que le importasen, se sentían felices. Los dos se durmieron con una sonrisa en la cara.