Cansancio. Eso es lo que siento en estos momentos.
Se preguntarán por qué? Bien, se los voy a decir. MI VECINO. Sí… mi estúpido, horrible e indeseable vecino. Lo odio… Calculo que también querrán saber el por qué de mi odio hacia él? Se los puedo comentar… Imaginen esta situación: Llegas cansado de trabajar, de soportar los gritos y abusos de la persona que te “enseña” a diseñar como corresponde, bueno, en fin… llegas de tener un día agotador y en qué piensas?
Descanso! Dormir, apoyar la cabeza sobre la almohada y no pensar en nada más, sabiendo que al otro día deberás despertar para seguir sufriendo por llegar a lo que más quieres, la cumbre de tu profesión, ser un profesional. Ser excepcional.
Hasta ahí vamos bien, no es cierto? Pero no. El simplemente, espera, si… Yo SÉ que espera mi llegada, para poner música a todo volumen…
A LAS DIEZ DE LA NOCHE. Acaso… hay alguna persona que haga eso? Pues sí, mi vecino lo hace.
Y eso, no es lo peor de todo… Claro que no.
Lo peor de todo es que cada día es la misma rutina:
1) Llegar –lógico, no es cierto?-
2) Intentar dormir.
3) No poder hacerlo por el volumen de la música
4) Levantarme ofuscado, al borde de la locura para mirarlo mal por aquella ventana.
5) Recibir una vil sonrisa, una que sin necesidad de palabras, me deja ver que lo hace apropósito.
6) Proceder a abrir la ventana para decirle la mayor cantidad de insultos posibles.
7) Recibir como respuesta… un beso al aire.
Sí, como acaban de oír. Un beso al aire… ese es mi problema. No lo comprendo!
Nos odiamos? Sí. No nos soportamos, ni nos saludamos? Sí. Entonces… cuando alguien te insulta qué es lo que haces? Insultarlo de vuelta, al menos eso es lo que yo haría. Pero él no! Él se dedica a tirarme besos, como si fuera algún tipo de galán. AISH, LO ODIO.
Por cierto… creo que no me presenté, no es verdad? Lo siento mucho. Es que este hombre realmente me exaspera.
Mucho gusto, mi nombre es Kim Kibum, tengo veinticinco años y acabo de recibirme como diseñador. Y éste es mi diario del odio.
Diario del odio? Nombre raro? Por supuesto, es que el odio que le tengo a este hombre, me llevó a crear algo así. No porque quisiera, ni porque tuviera ganas, claro que no. Me dedico a esto cada bendita noche que ese hombre no me deja dormir. Y sé también que probablemente este diario no lo lea jamás nadie, pero qué más da? Es la única forma que tengo de descargar toda mi ira.
Ahora sí, beautiful people, intentaré dormir. Probablemente nos veremos mañana, continuando mi diario del odio. Annyeong ~
*****
Y así, Kibum cerró su diario y procedió a cambiarse, claro, primero tomando los recaudos de que aquél insoportable vecino, como él lo describía no lo estuviera espiando como cada día –o noche, mejor dicho- hacía.
Antes de recostarse en su cama, echó una mirada por la ventana, suspirando y sacándole la lengua al moreno que divertido le sonreía y le tiraba más besos.
Y es que Minho, Choi Minho se divertía demasiado exasperando al rubio. No conocía su nombre, no sabía realmente quién era, pero por algún motivo en especial, aquél chico de finos ojos y mirada gatuna, le llamaba la atención y mucho. Más que nada, aquél día que decidió poner la música a todo volumen hacía ya unos dos años y notó el enfado de su querido vecino. La reacción de cualquiera hubiera sido bajar el volumen y disculparse, pero a Minho le había parecido tan gracioso y entretenido la reacción de ese desconocido, que lo tomó como una rutina.
Sí, lo había decidido, cada día a las diez de la noche, tenía que poner música sólo para su rubio enojón. Ese era el apodo que Choi le había adjudicado a Kibum, el motivo? Bueno, su motivo era que de tanto molestarlo le había tomado algo de cariño, no sabía por qué le generaba una amplia sonrisa ver ese rostro tan apacible cambiar a una fiera total, pero que era divertido, sí que lo era.
Luego de tirarle unos cuantos besos y confirmar que su rubio se había ido a dormir de verdad, bajó la música y se tiró en la cama sintiéndose renovado.
Minho tenía unos veintitrés años, el sueño de toda su vida había sido ser futbolista, pero su padre, un gran Chaebol no se lo había permitido y sin más que hacer había tenido que tomar las riendas de su empresa. Bittersweet –así era el nombre de esta reconocida empresa multinacional- se dedicaba a crear los mejores artículos de diseño del mercado asiático, tales como botas, carteras, tapados y más prendas de ese estilo, no solo para mujer sino también para hombres.
Luego de un árduo día laboral y una que otra discusión con su padre, la única forma que tenía Minho de liberar el estrés que mantenía continuamente gracias a la vida que llevaba era molestar a ese chico que revoloteaba por su mente cada día. Las mujeres que se le insinuaban tan solo por su estátus social simplemente lo aburrían, todas eran iguales a sus ojos, mujeres plásticas, inmaduras, cazafortunas que sólo veían en su rostro unos cuantos –o miles- de billetes.
-Será.. será por algo en especial que lo molesto? –Se preguntaba Minho en voz alta, mirando aquel techo blanco que cada noche soportaba sus preguntas sin respuestas, como siempre, al finalizar su pregunta se golpeó en el rostro negando con velocidad.-
-Acaso estoy loco? Sólo lo molesto porque es divertido, y parece un estúpido al enojarse de esa forma, nada más. Él es mi escape.
Por otro lado, Kibum daba vueltas en la cama llegando a enrollarse con las sábanas, suspiraba enojado, con bronca.
-Lo odio, lo odio. LO ODIO. –Refunfuñaba mientras agarraba algunas mechas de su cabello y con suma frustración lo revolvía sin piedad.-
-Ya verá, encontraré la forma de vengarme de él. Juro por que mi nombre es Kim Kibum que lo haré! –Decía el rubio agitando sus manos al aire como si fuera algún tipo de súper héroe a punto de exterminar al villano de la película.-
Y así, el moreno sonriente en su cómoda cama y el rubio más que enojado sobre sus sábanas, ambos se quedaron dormidos susurrando la misma frase.
-Mi estúpido vecino.