-¿Estás loca?, solo podemos ser amigas si estás pensando lo que yo creo que estás pensando –dijo con la voz oscurecida y débil-. Somos mujeres, ¿lo entiendes?, no puedo tener nada con otra mujer a menos que sea una amistad y creo que eso ya lo has perdido conmigo.

Enmudecí, el frío de la noche pareció tragarse mis palabras, vi que se dirigía hacia la terraza de la casa y la seguí, tal vez estaba jugando con fuego y tal vez tenía miles de motivos para haber dicho lo que dijo, y si no me daba una razón convincente que explicara por qué no podemos estar juntas me iría y no me entrometería nunca más en su vida...