_ ¡Ya! ¡Te lo prohíbo! ¡Nunca más te acercaras, ni a ella ni a nadie! ¿Me escuchaste bien?_ me gritó, muy enfadada. Su mirada, era de extremo odio y repulsión, y eso a mi me mataba por dentro. No, por favor ya no me mires así o sino de nuevo la luz me abandonará. Sin querer se soltó una lágrima, que se deslizó muy suavemente por mi rostro; era esa mirada que me desbastaba, pero eran esos ojos que no podía dejar de ver. Por favor ya no,  ya no podré seguir soportándolo. El corazón, mi corazón, sentí como se estrangulaba a si mismo, impidiendo que pudiera respirar. Aun así, en mi inútil inmovilidad, justo en ese preciso instante mis piernas retrocedieron unos pasos por instinto. ¡No! ¿Por qué rayos hice eso? ¿Acaso yo sentía miedo? Pero recién fue que hice eso que dejó de mirarme con esa mirada de rabia, sin embargo fue mucho peor. Su expresión cambió de enojo, ahora sus ojos me observaban con demasiada tristeza, a punto de estallar, aun así parecían muy sorprendidos. ¡No, por favor Haruka, no me hagas esto! Comenzaron a surgir algunas lágrimas de su cara, mientras mantenía ese rostro de sorpresa y dolor.

_Yo-yo te doy miedo Michiru, me tienes miedo_ tartamudeó, muy por lo bajito. Se le notaba como le había costado pronunciar esas palabras. Apenas las había susurrado, pero resonaban por todo el apartamento. ¡Haruka! ¿Cómo puedes pensar eso? ¡Eres la persona más importante para mi! Pero tantas emociones sentía en mi interior que mi boca ya no me respondía. Quería gritarle, contarle las alegrías que me provoca cuando escucho su risa, o los sonrojos cuando se acerca mucho, quería contarle lo mucho que llegué a amarla.. ¿¡Cómo rayos podría tenerte miedo?!

Dejé de contener mis sollozos, ya para que servía. Lo único que me mantenía en pié, esa pequeña vitalidad que me quedaba se desmoronó por completo.  Cerré mis ojos, sin miedo a la caída, y me dejé caer al suelo con una sonrisa, por que creí que por fin este sería mi final.

_¡Michiru! ¡Michiru! ¡No me abandones por favor!