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Say goodbye por -oOYUKI-NII-Oo

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Titulo: “Say goodbye”

Autor: YUKI-NII.

Género: Friendship

Ranting NC17

Pareja: SasuNaru

N/A Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

Resumen: Naruto ve como todo cae poco a poco, Naruto abre sus piernas tratando de sostenerlo todo. A veces el amor no es suficiente.

Advertencia: Futuro, flash back.

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Capitulo. 12

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XXXII. THANK U FOR MY HEART

Es principios de otoño dentro del pueblo rural que te viera crecer muy cerca del bosque, es increíble, si miras con atención a solo 25 kilómetros al oeste se encuentra el desierto con enormes dunas doradas y rayos de sol traspasando sombrillas y evaporando agua. Te dejas caer lentamente sobre el pasto, mas allá miras como Kyubi corre tras una ardilla que trepa un árbol, con las mejillas hinchadas, llenas de nueces y con la nariz manchada de tierra que su carrera por escapar del enorme perro ha ocasionado. Silbas fuerte, con el mentón recargado sobre las rodillas y un enorme sombrero de paja dándote la sombra que necesitas.

Las orejas de Kyubi se elevan ante el sonido, sus patas delanteras frenan y su cuerpo entero gira, cambiando por completo de dirección. Ladra como una fiel contestación ante tu voz y tu solo ríes encantado, con el labrador golden que Gaara te regalara tres meses atrás, aún es un cachorro ante tus ojos, Sasuke lo ve como la amenaza latente de la que hay que cuidarse si quiere preservar todos sus dedos intactos.

Con la lengua de fuera y el pelo ondeándole, el perro llega para colarse entre tus brazos, su nariz húmeda se restriega contra tu oreja y tú te dejas caer al suelo, deslizando tus manos por su estomago y haciéndole caras, quejándote y empujándole como si pudiera entenderte, Kyubi te echa las patas encima del pecho para mantenerte en esa posición y comienzan a luchar, ambos ruedan por el pasto, entre gritos y ladridos.

r13;Vale, vale, me doy por vencido tebayo r13;Dejas caer tu cabeza hacia atrás cuando Kyubi te lame la mejilla, respirando fuerte, jadeándote justo frente a la cara r13;Quita, pesas r13;lo empujas un poco, para incorpórate y sentarte de nuevo, tus dedos bailan por la parte trasera de las orejas del labrador y el parece calmarse por el momento, pasa una pata sobre tu muslo y la otra la deposita en tus rodillas, ha encontrado en tu regazo el sitio perfecto para recostarse r13;Kyubi, eres un cachorro consentido, que lo sepas.

r13;Eso no es más que tu culpa.

Sonríes ante aquel que se ha inclinado sobre ti y acaricia la cabeza de Kyubi, de forma automática pones tu mano sobre la de él, para obtener su atención y te inclinas, juntando ambas frentes.

r13;Tu eres igual, tebayo. Lo tienes mimado, Gaara.

El pelirrojo cierra los ojos ante el contacto, separándose lentamente y sentándose a tu lado. Ese día lleva un traje color gris y una corbata color borgoña. No puedes evitar el pensamiento de lo elegante y lejano que se ve vestido de esa forma. Ha pasado tanto tiempo desde los jeans desgastados y las poleras viejas. No más sweater con leyendas en grandes letras ni más gorros negros de lana. Te muerdes el labio de forma inconsciente cuando notas como el cabello pelirrojo cae sobre el costado de su rostro, en un peinado recto y muy marcado, le esconde el tatuaje y eso te molesta.

Estiras ambos manos y lo despeinas, con una sonrisa satisfecha cuando los primeros trozos del Kanji de “amor” se dejan entre ver. Él te mira ofuscado porque tú no tienes una idea de cuanto es que ha tardado esa mañana en arreglarlo.

r13;No deberías venir como oficinista cuando me visitas Gaara, me haces sentir pobre e infantil. r13; Y mientras hablas, vas a flojeando su corbata hasta deshacerla y quedarte con una tira de tela que enredas en tu muñeca r13; ¿Cómo ha ido hoy todo con Sai? r13;. Ríes fuertemente cuando la nariz del pelirrojo se contrae, ha respingado. La mención de Sai a veces le provoca una irritación que viene entre mezclada en esa relación que al Uchiha tanto le gusta resaltar como “comprometido”

r13;Como tú has dicho, he venido a visitarte, no ha hablar del estúpido dibujante.

Y tú que sabes que ese tono mordaz es solo una fachada para encubrir la vergüenza que Sai provoca en el pelirrojo, te dejas caer sobre su constando, recargando la cabeza sobre su hombro y abrazándolo de la cintura, Gaara no suele demostrarlo pero el contacto le relaja los músculos tensos y le debilita el entrecejo.

r13;Itachi ha comprado el último cuadro, ese el de la avioneta surcando los cielos del Sahara. r13; y susurras bajito, para no alterar las emociones del otro, Kyubi se remueve entre tus piernas y bosteza, tu le acaricias el lomo para adormecerle, mientras que tu otra mano dibuja círculos sobre la espalda del pelirrojo r13;He escuchado que salió hoy con Obito y Sasuke a la galería de la ciudad vecina.

r13;Es una presentación r13;Gaara habla entre dientes, como si le costara decir algo tan natural como que su pareja es lo suficientemente bueno para tener su propia exposición. Así que tú lo lees entre líneas, con ese lenguaje que pugna entre ambos y alzas el rostro para que tus ojos capturen a los del pelirrojo.

r13;Obito dijo que era más que una presentación, y hasta estoy seguro que el teme piensa lo mismo. Sai podría ser reclutado, Gaara.

El pelirrojo te mira con los labios apretados y la urgencia de apartarse hormigueándole en la piel, tu le abrazas por la cintura para que no escapee, para que enfrente ese miedo que ha estado ocultando por meses, ese que le hace huir constantemente de la ciudad  hasta el pueblo en donde resides haciendo tu servicio y que provoco que pidiera un traslado dentro de la editorial en la que ahora trabaja y del cual ya es jefe de sección. Gaara lo ha hecho bien, estudiando por las mañanas, practicando por las tardes, deambulando entre los estantes de las grandes bibliotecas y buscando libros fuera de circulación entre los puestos ambulantes e internet

Ha sido reconocido por sus pequeños cuentos y tiene un libro de poemas que se ha vuelto viral entre las adolescentes de colegio que buscan la caballerosidad pérdida entre letras.

Gaara se parece mucho a la resurrección de vida que uno creía podría estar perdida, entre el bucle de la rutina y el único estilo que conocía. Sai le rompió la secuencia, le saco de a poco y con cuidado, un paso a la vez. Presentándolo con gente, llevándolo a museos, e inscribiéndole a cursos de literatura inglesa y a talleres de redacción, encontró al autor escondido dentro de un corazón olvidado.

Es increíble, cuan rápido ha pasado el tiempo, poco más de dos años. Estas a unos meses de graduarte en mecánica y has ido hasta el pueblo de tu madre, una pequeña aldea muy lejos de la ciudad para hacer tu servicio social, Sasuke había sugerido que te quedaras en la capital que lo hicieras en el laboratorio de física de uno de sus contactos, que eso elevaría tu curriculum, que sería una experiencia que podrías en un futuro cambiar por una mayor rentabilidad y tu le sonreíste, negando tenuemente.

Porque ambos habían demostrado no seguir las reglas, en ser diferentes y tú querías desde niño volver a ver las enormes colinas llenas de cabras, el olor a hierbas y manzanilla silvestre, al sonido del viento contra los techos de madera, a correr con libertad y perderte un día entero escalando veredas empinadas y abrazando arboles viejos. Querías ver el lugar que vio a Kushina crecer.

Y Sasuke apretó los labios, doy media vuelta y susurro un “haz lo que quieras” que sonó mas a “te extrañare idiota”

Y adoptaron una nueva rutina, de pasar los fines de semana juntos, turnándose para regresar hasta el lado del otro, con llamadas por teléfono que duraban pasadas de la media noche y mensajes esporádicos que eran el saludo de los buenos días que no podían darse como de costumbre.

Miras a Gaara, con su rostro ladeado con la vista puesta mas allá de la puesta de sol mientras se muerde el labio inferior, no ha cambiado mucho físicamente pero para ti luce tan diferente que no puedes evitar suspirar, recuerdas entonces cuando viste a Sai por segunda vez; fue en una parrillada en la casa Uchiha para festejar el cumpleaños de Obito.

Sai había llegado hasta el jardín con un brazo sobre los hombros de tu amigo, parpadeaste unos segundos enfocando a ese pelirrojo que no podía ser Gaara, pero te huía la mirada, con ese semblante avergonzado e incomodo así que no dudaste en apartarlo. Gaara podría ser un prostituto pero no era de aquellos que le siguen los juegos a un cliente, es por eso que pensaste que ese tipo de sonrisa irónica y ojos de pez muerto le tenia amenazado o algo mucho peor para hacerlo ceder ante  todos sus caprichos.

Fue una sorpresa – desagradable en ese momento – notar cómo es que fue el pelirrojo el que te apartara a ti, para regresar al lado de Sai y lo introdujera como un amigo cercano. Estrechaste los ojos y te mordiste el interior de la mejilla para no explotar aun más ante algo que te sabía  a mentira. El joven pintor se había hecho del cuerpo de Gaara de eso estabas seguro, la marca amoratada escondida tras el gorro del suéter del pelirrojo los delataba. Así que optaste por darte la media vuelta para no perder el poco control sobre tu cuerpo.

Gaara había rechazado muchas veces tu invitación para que la relación entre Sasuke y él mejorara, para que conociera esa parte nueva de tu vida, para que pudiera comprobar con sus propios ojos que estabas en un lugar seguro que no había nada que temer. Es por eso que no puedes creer la facilidad con la que Sai le ha traído a un lugar que ha estado evitando. Siente un sabor amargo en la boca entre los celos y la traición.

Así que optas por entrar por la puerta corrediza que da a la cocina, escondiendo tu egoísmo y las ganas de gritar que te bullen, aprietas los puños a tus costados y giras la cabeza hacia atrás, estas solo. Esa fue la primera vez que Gaara no corrió tras de ti, y eso  fue solo la inaugural prueba de que todo iría cambiando lentamente, que nada volvería  a ser igual. Que ahora ambos tenían vidas diferentes, te miraste las manos, te temblaban y tenias un nudo en la garganta, te preguntaste si así se sintió Gaara cuando tú desapareciste.

Respiraste profundo y retrocediste sobre tus pasos. Tener vidas separadas, no significaba que algo se quebraría entre ambos, habían pasado por tanto, habían sido por bastante tiempo el pilar él uno del otro. No podías permitir que los bríos provocados por el miedo y la cobardía te ganasen, porque podrías perder mucho más que solo un momento, podrías perder una pieza sustancial de tu existencia que jamás podrías volver a remplazar.

Es por eso que regresaste, a ese pedazo de ladrillos y kiosco que aun olía a carne y papas fritas, con Sasuke sentado en uno de los sofá junto a su hermano y con Obito comiendo un barquillo de helado mientras hablaba con Kakashi. Porque era un domingo familiar, de estar solo en casa, ver televisión y comer comida chatarra, por eso invitabas continuamente a Gaara para hacer que conformara parte de ese nuevo mundo que ahora también te partencia.

Él había permanecido con Sai detrás de él, quien corría en ese instante con una enorme sonrisa de niño pequeño hacia Obito que acogiéndolo entre sus brazos le dio un poco de su helado.

Y el silencio tenso cayó entre tú y el pelirrojo cuando tu presencia fue algo difícil de ignorar, te posicionaste a su lado y hablaron solo con la mirada y tú rugiste como un animal recién capturado, Gaara te dio una mirada larga antes de girar el rostro y re acomodar su bufanda, y Sai viendo el gesto comenzó a despedirse de Obito inventándose haber dejado a su mapache sin alimento. Y permaneciste estático, con los nervios crispándote los vellos, y algo a punto de explotarte en el estomago, te obligaste a reaccionar, poniéndote frente al pelirrojo impéndale el paso, él no te miro.

Así que tu mirada cayó sobre Sai, Sasuke se estiro sobre el sofá, como si quisiera levantarse e ir hasta ti y evitar que tus impulsos te dominaran una vez más. Pero tu boca fue más rápida que él.

r13; ¿Vienes de su apartamento? r13; tomaste el brazo de Gaara para que te prestara atención.     

r13;Si

r13; ¿Qué hacías ahí?

r13;Creo que eso es demasiado obvio, Naruto-Kun. Gaara-chan se ha quedado dormido en mi cama y no he tenido corazón para despertarle esta mañana, es por eso que llegamos juntos.

r13;Sai, cállate. r13; Miras la forma en la que Gaara pone una mano sobre el pecho del de cabellos negros que solo le sonríe ante la reprimenda. Aprietas los labios, dirigiendo tu atención hacia él

r13; ¿Es tu cliente? r13;el solo hecho de formular la pregunta te marea, porque esa es la primera vez que escuchas que Gaara se ha pasado la noche entera con alguien que no seas tú. El pánico se apodera lentamente de tu cuerpo.

r13;No creo que entre en la categoría de cliente, al menos que Gaara-chan de una exclusividad como la que tu le das a Sasuke.

r13;Sai he dicho que te calles.

r13;Gaara, ¿Qué sucede? ¿Por qué no le apartas, porque pasas la noche con él?

r13;Naruto, cálmate.

r13; ¿Que me calme? Mi mejor amigo esta en lo que parece ser una relación sin que yo tuviera ni las mínima idea, con un Uchiha, cuando yo creí que los odiabas. Nos vemos todos los días Gaara, vivimos juntos en un maldito apartamento de no más de 40 metros cuadrados, ¿Y me pides que me calme? Cuando pudiste haberme contado esto en un montón de ocasiones.

r13;Tú hiciste lo mismo. Me ocultaste tu relación con el Uchiha, y yo espere, espere por tu respuesta, a pesar de que era obvio que ya salías con él, escaparte por las noches, usar broches para el cabello para las cerraduras, por favor Naruto. No soy estúpido.

r13;Yo no…

r13;Somos unos mentirosos Naruto, eso es la única verdad que podemos decirnos al parecer. r13;Y miras, como Gaara se da la media vuelta. Se ira, si no lo detienes se ira. r13;Pienso mudarme, deberías hacer lo mismo. Ya no necesitas estar conmigo ni yo contigo.

r13; ¿Qué diablos estás diciendo?

r13;Prácticamente vives aquí Naruto. Solo estas alargando lo inevitable. Terminaras pasando tus días con Sasuke, ambos lo sabemos, así que es mejor dejar a las cosas claras.

Y lo sientes como todas las miradas caen sobre tu espalda. Aprietas las manos a tus costados, y respiras profundo, nunca antes sentiste la imperiosa necesidad de golpear al pelirrojo, es por eso que no sabes que hacer con la rabia, con el miedo, con la impotencia de verte de nuevo entre medio de opciones de las cuales no quieres elegir.

Gaara es tu mejor amigo,  pero ahora Sasuke es tu pareja, es injusto que tengas que elegir alguno de los dos, cuando ambos representan cosas totalmente distintas.

Cierras los ojos, antes de elevar el rostro y dar una mirada fugaz a Sasuke, que solo se cruza de brazos. Asiente con la cabeza y tu das el paso que hace falta, estiras tu mano y tomas la de Gaara, halándolo, obligándolo a correr, a alejarse de la casa, a cruzar los semáforos en rojo, a dejar a atrás a los Uchiha y ser solo ustedes dos.

Porque su relación nunca debió terminar así, distanciándose a medida que los meses pasaban. Nunca debiste créele a Gaara que estaba bien, después de tu confesión sobre haber elegido a Sasuke y te sientes como una mierda, el amor de tu mejor amigo es una de las cosas que te mantuvo vivo, dentro de todo ese mundo de alcohol, sexo y desvelos, de olor a medicina y depresión. Él fue la llama brillante en medio del bosque oscuro.

Y aun así, fuiste egoísta, lo hiciste a un lado, cuando él solo se merecía tu devoción, te equivocaste, escapaste, caíste y lo arrastraste contigo. Sacudes la cabeza, Gaara se mantiene en silencio, la carrera ha disminuido, ahora solo caminan a paso lento, con la tensión encima de sus cabezas y la incomodidad palpitando severa.

La mano de Gaara es fría y esta sudorosa, sabes que está nervioso y que se remueve en un debate mental por enfrentarte y dejarte ahí para regresar con Sai, lo cocones demasiado bien, a su orgullo, a su casta y sus pensamientos escondidos detrás las esmeraldas que relucen frías e impávidas, es una muralla de indiferencia que no termina por apartarte. Porque eres terco, porque quieres intentarlo. Atravesar los escudos y derrotar las armas que Gaara no se atreve a disparar, demasiado conmocionado por haberlas alzado contra ti en primer lugar.

Al final de la cuadra, se puede ver un asiento metálico, con vallas de publicidad y solitario. Es domingo y el trasporte público ha llegado a su fin de servicio, te parece el lugar prefecto para hacer tu última jugada, llena de puros sentimientos y carente de lógica.

Y sueltas la bomba, hablas sobre lo que nunca pensaste tocar, sobre la forma en la que te enamoraste de Sasuke, sobre tus miedos, sobre tu poca capacidad de manejar la situación, de tu escape, de Obito, de los días después de que regresaste y no sabías que era lo que pasaría, de la discusión con el Uchiha en el apartamento y como aceptaste lo inevitable. Lo cuentas todos, con los rayos de sol desapareciendo en el atardecer y con tartamudeos rápidos que a veces no se alcanzan a entender.

Y puedes recordarlo, la cara de disgusto de Gaara, tus brazos rodeando su espalda al llegar a la parada del autobús, a su resistencia por corresponder, a su claudicación justo cuando tus labios se posaron sobre su mejilla y comenzaron a susurrar un sinfín de lo siento, a los que el pelirrojo se rindió, defensas destruidas y corazón compungido.

r13;No voy a dejarte, nunca, nunca. Ni por Sasuke ni por nadie más, Dattebayo.

Y los ojos verdes te inspeccionaron, dudaron en creer pero los atrapaste con los tuyos, los fundiste en el azul del cielo y los dejaste caer al tornasol del mar. Apretaste el enlace de sus manos y Gaara asintió, dejando caer su frente sobre tu hombro, con el pecho agitado y el alma volviéndole lenta.

Tu voz nunca ha dicho cuanto es que lo amas, cuanto es que necesitas a Gaara en tu vida, como una coexistencia permanente que te mantuvo cuerdo. El pelirrojo es el refugio de los miedos y las sonrisas robadas. Es el hilo del destino que siempre te unirá al Naruto que camino sin farolas de luz e hizo tonterías por impulso y presión.

Y ahora lo observas, parece un niño pequeño, oprimido por las decisiones que tiene que tomar, y los deseos que se le marcan en la piel. Tu brazo lo acerca más hacia tu costado y él te mira, pestañea y tu le sonríes, el enarca una ceja, ese gesto tuyo no augura cosas buenas.

r13;Regresemos a casa

Le murmuras y él siente un escalofrió recórrele la espina dorsal. Porque Gaara no sabe si te refieras a ese pequeño cuarto que estas arrendado en el pueblo, o aquel apartamento que ambos han abandonado entre la séptima avenida y la calle 36. Ese que guarda entre sus paredes a un rubio y un pelirrojo compartiendo panqueques, mientras The Beatles canta “Do you want to know a secret” a todo volumen.

El final estará dividido en partes ¿qué porque soy una jodida perra y no lo publique completo de una vez? Bueno, la verdad es que este final será contado desde puntos de vistas diferentes, y no quería crear una confusión a la hora de leer. Además quiero darles un último capítulo, largo, llenando todos los agujeros y darles al fin, un poquito de toda esa felicidad que cada uno de los personajes de esta historia se merece.

Muchas gracias por su paciencia a todos mis lectores, los quiero mucho y nos estamos leyendo muy pronto.

Besos y abrazos YUKI-NII-Oo


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