Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ano toki no you ni... por metallikita666

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

VII

 

“Deseaba que algún día un color

dentro de mi corazón continuara

Busqué el inquebrantable amor

en la fotografía que he pasado de lejos…” Forever

 

A lo largo del camino de vuelta, yo me había sentido bastante intrigado, pues dado que Taiji ya no vivía más en la casa, no sabía si lo hallaríamos al llegar por la tarde; sobre todo, por lo que le prometió a Naoki el día anterior. Se había quedado hasta el desayuno tardío de ese día y ayudó a prepararlo, pero la excusa que le dio a su novio no cubriría su ausencia por más tiempo. Era gracioso que me encontrara cavilando esas cosas con tanta parsimonia, como si el poco tiempo que nos restaba en aquella época y mi razón principal para viajar a ella –que estaba relacionada con el rubio- no me importaran demasiado. Por un momento me sentí tranquilo al pensar así, pero luego me interrogué mentalmente acerca de qué haría si el mayor no volvía al lugar en donde vivió antes de cometer la insensatez de irse con Naoki. La respuesta, que fueron imágenes de mí mismo escapando en plena noche para ir al departamento de ambos, definitivamente me consternó. Incluso, una especie de emoción extraña despertó en mí. Supongo que debería llamarla “adrenalina”, pues es la que surge cuando se está ante una situación peligrosa que no deja de causar ansias, además de un fuerte embrujo que atrae inevitablemente hacia lo temido.

El caso es que, al volver, fuimos divisados primeramente por Baki, el cual para entonces se encontraba en la casa. El susodicho cantante tenía un aspecto terrible, se caía de sueño de manera más que evidente, e intentaba darle un baño a Kyo-chan de forma infructuosa. Por su parte, el can –si bien estaba atado- se movía de un lado para el otro sacudiéndose el agua, brincoteando, amenazando con morder al vocalista y tomando la manguera entre sus fauces. Es decir, que entre ambos armaban tremendo alboroto, el cual sin duda Tatsu-ojisan quiso evitar en el patio de atrás (donde ya estaría la ropa tendida al sol), y por ello le había indicado a su expareja que “bañara” al perro en el de adelante. Total, y a como se ha visto ya, unos cuantos transeúntes mojados de improviso y asustados por las maldiciones del cantante, era lo de menos.

-¡Maldito animal horrible; quédate quieto!- Gritó el moreno, desesperado y levantándose del banquito que le servía de asiento mientras hacía todo lo humanamente posible por llevar a cabo la labor encomendada. -¡Mira nada más el desastre que eres! ¡Quién sabe en dónde carajos te metiste, y quedaste todo pintado!... ¡Ugh, eres un estorbo, y no sirves para nada! ¡No sé por qué Tommy insiste en tenerte aquí, y no te lleva de una buena vez a “cuidarle” el refrigerador al sello!-

Takayuki rio de inmediato al ver los apuros del tío (que entre otras cosas, habían sido ocasionados por sus diabluras), pero yo, si bien me provocó gracia la escena, debía admitir internamente que tenía sentimientos encontrados hacia Tooru-chan. Desde que fui llevado a la casa por mamá, él se convirtió en el principal blanco de mis travesuras, y sin duda lamentó durante varios años quedarse dormido en momentos en que no debió, o no ser tan agresivo conmigo de la manera en que mis trastadas hacia él lo habrían justificado plenamente. Por ello, era claro que se había ganado mi cariño después de todo, pero… Me era imposible olvidar la adoración que Makoto le profesaba, una vez que lo conoció. Takanori, por su parte, también había querido mucho a Kyo, pues durante el tiempo en que mamá todavía no lo aceptaba plenamente, pasó gran tiempo junto a él. Empero, eso también cambió con el advenimiento del hijo de Taiji y Naoki, pues mi hermano llegó a considerar al animal como un rival por la atención del primo.

En resumen, y de forma irónica, los dos pequeños todavía sentían gran afinidad por Tooru-chan, pero los mayores teníamos razones absolutamente opuestas para abrigar reservas hacia él.

Aunque claro, es verdad; yo estaba hablando sobre nuestro tío mayor. ¿Cómo pude haberlo ignorado de esa manera?... En fin. Que fue Baki quien descubrió nuestra presencia en ese momento. 

-¡Hola, niños!- Gritó, saludando a los pequeños, luego de tironear fuertemente de la cadena para que el perro se quedara quieto al menos por un instante (a fuerza de casi ahorcarlo). Posteriormente, emitió un largo bostezo. –Oh, pero… ¿quiénes son esos muchachos que vienen con ustedes?-

-Son amigos… de la familia ahora, Masahiko.- Respondió Tatsu-ojisan, quien se asomó a la puerta apenas escuchó las voces y los ladridos felices de Kyo. –Pero, queridos, ¿qué pasó? ¿Todavía no encontraron a nadie en casa de Tetsu? Y díganme, ¿ya comieron? Estaba preocupado porque tardaron mucho.-

Entonces, decidí adelantarme.

-No se preocupe por el almuerzo, Tatsuya-san, porque nosotros llevamos a los Takas a comer.- Al oír lo que le refería, el pelimorado se tranquilizó. –Y también paseamos un poco con ellos. Sentimos haberlos tomado por más tiempo del permitido… Espero que sus padres no se hayan molestado.-

-Oh, no; despreocúpate, Yuki-kun. Tommy-san se sentía desconfiado e inquieto, pero Ken-chan lo tranquilizó. Supuso que probablemente aprovecharon para llevar a los niños a algún lugar, tomando en cuenta lo bonito que ha estado el día.-

Durante el intercambio, pude percibir que el pelinegro se hallaba interesado en lo que hablábamos, pues oía todo desde el patio sin dejar de jabonarle el lomo al perro. Hay que aclarar, también, que ese fue el único momento en que el animal no se sacudió como una cabra loca, pues parecía disfrutar mucho de los masajes.

-Por cierto, recuerdo que en la mañana expresaste las ganas que tenías de conocer a Baki. Pues bien… ahí lo tienes.- Agregó el guitarrista, con un dejo mordaz pero amargo a la vez. E inmediatamente, se volteó hacia su expareja. –Masahiko, los chicos son fans.-

-Oh, ¡qué bueno! Siempre es gratificante saber que los jóvenes aprecian el trabajo de uno, y que se inspiran en eso para hacer sus propias contribuciones.- Sonrió el moreno, todavía con sus manos ocupadas en lavar ese pelaje rubio que, no demasiados años después, recibiría tratamientos de salón. –Y ustedes… me imagino que tienen una banda, ¿no es así?-

Apenas el pelinegro preguntó aquello, distinguí perfectamente a papá en la ventana del segundo piso, quien corrió la cortina y se asomaba, según él, de manera muy discreta.

-Mmm… Estamos en bandas distintas, pero sí, así es, Baki-san. Es un gusto conocerlo.-

Efectuadas las correspondientes reverencias, entramos los cuatro Takas a la casa junto con Tatsu-ojisan, y nos percatamos de que Tada-nii y Morrie-san habían vuelto tras las diligencias de la mañana y el mediodía, y se encontraban viendo una película en la sala. Por ese motivo, nos dirigimos hacia la cocina, en aras de no estorbarles su proyección.

-Takayuki, Takanori… Por mí no hay ningún problema con que ustedes se queden aquí el tiempo que necesiten, pero comprenderán que como esta no es mi casa, con quienes deben hablar en realidad es con Tommy-san o con Ken-chan.- Los pequeños se acercaron a su tío pelivioleta y lo abrazaron, a lo que él entonces puso sus manos sobre las cabecitas pelicolorida y rubia, y miró a los infantes con gran afecto. –Me da mucho gusto ver que se han encariñado mucho con nuestros angelitos, y que ellos ya hasta los consideran como sus hermanos mayores.-

-¡Sí! ¡Yuki-nii y Nori-oniichan son muy divertidos! ¡Nos encanta pasar tiempo con ellos!- Dijo el rubito, y enseguida el mayor le pellizcó una mejilla suavemente, alabándole lo bonitas que le quedaron aquellas alas de mariposa en el rostro. El maquillaje infantil estaba compuesto de varios colores, así como de adornos que simulaban piedras preciosas y una buena dosis de brillantina.

-¡Qué bueno, mi vida! Y además se nota que han entendido muy rápido cuáles son sus gustos. Se parecen no solamente en los nombres, sino en sus formas de ser, siento yo. Pero… es hora de que mis pequeños vayan a hacer su siesta.- Dictaminó luego el falso ojiazul, provocando que la algarabía de los menores decayera un poco. –Luego de que despierten, tomaremos la merienda con Yuki-nii y Nori-oniichan. Vamos, andando.-

Me quedé maravillado no solo de escuchar al mayor, con su tono dulce pero de autoridad, sino de verlo desenvolviéndose a la perfección con los chiquillos. De nuevo, sé que no resultaba una novedad para nosotros, pero de niño jamás se me hizo posible apreciar cosas como esa. No obstante, no cabía duda de que era por ello que Ruki y yo llevábamos muy dentro del corazón a Tatsu-ojisan.

-Ustedes hagan lo que quieran mientras tanto, jovencitos. Como pudieron ver, Morrie y Joe están en la sala mirando una película. Ken-chan probablemente esté durmiendo, pero no sería raro que en un rato lo vean por ahí. Y Tomás… siempre aparece cuando uno menos se lo espera.- Suspiró el mayor.

Entonces, asumiendo el riesgo (y a pesar de que Ruki me dirigiera una breve mirada de advertencia), me decidí a preguntar por el vaquero.

-¿Y Taiji-san… no se encuentra? Digo, pues los niños nos contaron que él ya no vive más aquí, pero como ayer pasó la noche…-

-Taiji quedó en llamarme en un rato, pues estaba muy interesado en saber si ustedes por fin encontraron a sus tíos. Y bueno, naturalmente también se preocupó cuando supo que se llevarían a los Takas.-

-Claro, es lo lógico.- Expresó Takanori. –Se ve que Taiji-san también es un tío muy dedicado a los pequeños. Por cierto, Tatsu-senpai… ¿Me permitiría ayudarle con la ropa? Por favor, no se lo tome a mal. Es solamente que me gustaría ocupar mi tiempo en hacer algo útil para colaborar con usted, ya que ha sido tan amable con nosotros. Además, si solo usted se dedica a hacer la colada en esta casa, ha de ser una gran cantidad de trabajo.-

Tatsu-ojisan se sonrojó cuando mi hermano le preguntó si lo dejaría ayudarle, pero conforme el pelirrojo le dio sus razones, la pena inicial pareció mermar.

-Ohh, yo… estee… ¡Nori-kun! Pues, no tienes que hacerlo, pero… Si en verdad lo deseas, supongo que no puedo negarme, y te mentiría si te dijera que no serías de gran ayuda. Y sí, por el momento, solo a mí me corresponde atender esas cosas en esta casa… Taiji solía cocinar cuando vivía con nosotros, pero ahora que se fue con Naoki, Tommy contrató a otro chico para que lo sustituyera. Sin embargo, sólo viene entre semana.- De nuevo, el pelimorado dejó escapar otro suspiro. Lo más esperable era que estuviera despotricando en su mente contra papá por no pagarle a Issay[1] los siete días de la semana, o por su negativa de ofrecerle estadía durante algunos otros, para así poder tener más tiempos de comida cubiertos. Y se habría acordado de ello justamente porque, de no ser por la inesperada presencia del rubio, también le habría correspondido preparar el desayuno de ese día. –Pero bueno, ya que te ofreces, ven por aquí conmigo.-

-Tatsu-san, disculpe.- Me adelanté, antes de que ambos se fueran. -¿Sería tan amable… de prestarme una guitarra? Me gustaría practicar un poco durante este rato.-

En aquel instante, la sonrisa del atractivo músico volvió, y ni por un segundo se hizo de rogar o dudó. Al contrario; estaba feliz por la petición.

-Pero claro que sí. ¡Con mucho gusto!- Miró a Ruki un momento, para solicitarle con dicho gesto un pequeño tiempo de espera. -Aguarda aquí. Ya mismo te la traeré.-

Cuando estuvimos solos, el pelirrojo posó en mí sus ojos inquisitivos.

-Espérate y verás… lo mucho que nos divertiremos con papá en este rato. Desde la mañana anda súper inquieto por conocer nuestro talento.- Le susurré al mayor, con una ceja levantada y media sonrisa. –Encima, mamá le inventó que estuvimos audicionando para Soleil.-

Él, por su lado, no pudo evitar morderse el labio inferior, intentando ahogar una risilla.

-Sería terrible si nos ofrece un contrato… Y la verdad es que yo no tengo corazón para rechazarlo.-

-Piensa en dónde estaríamos ahora si hubiéramos empezado nueve años antes…- Le dije, mirando hacia arriba con aire soñador.

-Imposible, Yuki. ¿Y junto a quiénes? No sé tú, aunque creo que piensas igual, pero yo no me imagino con nadie más aparte de los chicos…-

Cierto. Esa era otra razón por la cual, muy para mi desgracia, el menso de Aoi no debía alejarse del todo de Ruki… En aquellos instantes, solo podía cruzar los dedos para que el mocoso no hubiese quedado tan permanentemente traumado como para no volver a acercársele. Upps…

En cuanto a los demás puestos en la banda de mi hermano, serían futuramente ocupados por Yutaka en la batería, y un par de chicos que entrarían a nuestra secundaria durante los últimos años, cuyos apodos coincidirían inexplicablemente con los de nuestro pato e iguana. O tal vez no resultaba tan inexplicable, pues mejor dicho, los tipos eran la reencarnación humana de aquellos animales. Takashima[2],  alto y bastante atractivo, poseía unos labios inusualmente carnosos y curvados cual pico de ave. Mientras que Akira[3], por su parte, se caracterizaba por ser introvertido y de nariz muy pequeña, razones por las cuales decidió llevar siempre una bandita de tela sobre la cara (como el retazo que Rei-chan se encontró una vez en algún rincón de la casa, y que si tratábamos de quitarle, protestaba dando coletazos). Como fuera. A veces, con tantas “coincidencias” de este tipo en mi vida, me sentía como un personaje salido de la pluma del más demente de los escritores.

Cuando Tatsu-ojisan volvió con una de sus guitarras acústicas, ya yo le había dado la razón a Takanori respecto de su comentario y ambos nos hallábamos aguardando en silencio. El pelimorado me entregó el instrumento y yo le agradecí de inmediato.

-Espero que no sea una molestia si me quedo a practicar aquí en la cocina. Realmente, no deseo perturbar a nadie.- Le dije al mayor, y luego tomé una de las sillas del desayunador interno y me senté.

-Para nada, Yuki-kun. Yo espero que no te moleste que de cuando en cuando venga a escucharte.- Me contestó él con una sonrisa, y después se retiró en compañía de Ruki.    

Primeramente, me dediqué a tocar algunos de los acordes de una canción armoniosa y apacible que no había terminado de componer para aquellos días, la cual vislumbraba en mi mente con una larga introducción de guitarras acústicas que probablemente se mantendrían durante toda la melodía. La letra, por su parte, estaba parcialmente decidida por fragmentos: pero aunque no la había terminado, era claro para mí que versaría sobre el amor de una manera triste. Durante aquellos tiempos me era imposible pensar en componer o escribir algo sobre esa temática que fuera transparente y absolutamente feliz, por cuanto no había tenido la dicha de experimentar tal cosa en carne propia. Contrariamente a lo que otros hubieran pensado, no se debía al hecho de que tocara en una banda cuyo género imperante fuera más bien pesado, con una estética tendiente hacia lo grotesco y rudo; muy probablemente, eso más bien fuera el resultado de las filosofías y sentimientos que le servían de asidero al concepto.

Sin darme cuenta, cerré los ojos y comencé a entonar las palabras que ya había elegido como posibles puente y coro de la canción, mientras mis dedos se deslizaban sobre las cuerdas buscando perfeccionar lo creado.

 

“Sorezore no kisetsu ni (En cada estación del año)

Tameiki wo tsuitemo (incluso si se me escapa un suspiro)

Kono mama nagarete yuku (voy a dejar que fluya de esta manera)

Aruki tsudzukete (y seguiré caminando)

Kawaita kaze no naka atemo naku samayotte (vagando sin rumbo fijo en el viento seco)

Tsunaida kokoro no nukumori dake wa (Solamente la calidez de cuando nuestros corazones están conectados)

Wasuretakunai (no quiero olvidar)

Donna ni kotoba kurikaeshitemo (No importa cuánto se hayan repetido las palabras)

Subete anata ga tsutsunde kureta kedo (a pesar de que todo fue ocultado por ti)

Nani mo iwazu ni (Sin decir nada en absoluto)

Nakusu no ga kowakute (estaba atemorizado de perderte…)

Yori sotta toki kara (…desde el momento en que estábamos acurrucados muy juntos…)”[4]

 

Y si bien mi voz estaba lejos de ser la de Tecchan o Kirala-kun, tras repetir un par de veces las estrofas, el canto se hizo cada vez más lastimero y adolorido, hasta que pude sentir cómo las lágrimas colmaban mis ojos. Me detuve, los abrí y me llevé los dedos a los párpados inferiores para impedir que se me humedecieran las mejillas. Fue entonces cuando me percaté de que Tatsu-ojisan me miraba desde el marco de la puerta del lavadero, con gesto de estar profundamente conmovido.

-Eso… es hermoso, jovencito.- Me dijo por fin el pelivioleta, con la voz un poco quebrada. –Sinceramente, cuando me pediste la guitarra ni siquiera sabía cuál traerte, pero al pensar que de todas maneras no podrías conectar aquí una eléctrica, elegí esa. Imaginaba que en general serías de solos enrevesados, o que tal vez te encontraría practicando algo más cañero, pero nunca pensé que fueras tan bueno componiendo baladas. ¿Dónde… aprendiste a tocar así?-

Tras el ojiazul divisé a Ruki, quien también se había acercado para escucharme, aunque probablemente estuviera más atento a ver qué clase de conversación se desarrollaría entre Tatsu-ojisan y yo, y qué detalles le brindaría sobre lo que me estaba preguntando.

-En realidad… también soy de solos enrevesados y melodiosos, y música cañera y pesada, Tatsu-senpai. No en vano soy fanático de Gastunk o Hanoi Rocks.- Le dije al mayor, sonriendo. –Lo que sucede es que no puedo negar lo mucho que me inspiran este tipo de melodías también. Pienso que tengo habilidad incluso para escribir letras melancólicas… Tal vez no tanto como Ruki, pero tampoco creo que estén tan mal…-

-¡En lo absoluto! Si se nota perfectamente lo mucho que las estás sintiendo, y que por lo tanto, te salen del alma. Mírate no más: ya estabas a punto de llorar.- Contestó el músico, visiblemente impresionado. Acto seguido, se volteó hacia el pelirrojo. –Oh, entonces tú también escribes, Nori-kun…-

-Emm, sí. Así es, Tatsu-san. Las escribo y las canto…-

-Y respecto de dónde aprendí a tocar así- continué, atrayendo la atención del mayor –sólo puedo decirle que tuve grandes maestros. Tanto mis ídolos, de los que aprendí admirándolos, como otros que me enseñaron directamente…-

En ese instante, mi mirada se perdió en la suya, por cuanto me fue imposible retirarla si bien estaba consciente de que intensificar el contacto sería arriesgado. Básicamente, luchaba contra el acuerdo que habíamos tomado mi hermano y yo de no decirle nada a Tatsu-ojisan sobre nosotros, absteniéndome de contárselo todo en esos mismos momentos. Sabía que era lo más conveniente, pero aun así me estaba costando muchísimo. Al ver la situación tan emocionalmente frágil que vivía el pelivioleta en esa época, en donde todavía no se encontraba en buenos términos con Baki y su trabajo en casa era realmente absorbente, deseaba con todas mis fuerzas darle un motivo para alegrarse de manera genuina. Y creía firmemente que confesarle todo y agradecerle por sus lecciones, mostrándole en lo que me había convertido, lograría hacerlo feliz.

-La lavadora acabó su ciclo, Tatsu-san.- Intervino Takanori oportunamente, y el pelimorado pareció salir del trance y el contacto visual que, aunque parecía inquietarlo, no fue capaz de romper por sí mismo.

Yo, por mi parte, solamente coloqué de nuevo la guitarra en mi regazo y rasgué unos cuantos sonidos.

-Ah… Ehh, ¡sí, Nori-kun! Gracias por avisarme. Iré por una ropa que tenía separada en mi cuarto, para ponerla junto con esa antes de agregarle el suavizante. No tardo.-

Y diciendo tal cual anunció, el guitarrista salió del aposento, en dirección de las escaleras que estaban al fondo de la sala.

-Yuki, ten cuidado.- Me dijo el pelirrojo, en voz baja. –La forma en que miraste a Tatsu-ojisan fue muy desatinada. Yo sé qué había en tu mente, pero él no; y es mejor que no le vayas a hacer pensar otra cosa…- Y dejándome solo con mis pensamientos, se fue.

No pasó demasiado para que volviera a escuchar los pasos de Shinozaki, quien regresaba de su habitación, pero esa vez estos fueron cortados por su voz.

-Morrie, respecto de lo de hoy en la mañana, en la mesa…- Al parecer, Tada-nii se había retirado de la sala por un momento, dejando a su novio a solas. La televisión todavía se escuchaba, aunque bajito; de igual manera, la voz del pelimorado. Por lo que fácilmente podía intuir que intentaba mantener un tono moderado, para que nosotros, al interior de la casa, no oyéramos. -Quiero que sepas que no me parece que hagas esos comentarios sobre Baki, especialmente si hay extraños presentes. No entiendo cómo dices respetarlo, cuando hablas mal de él con total soltura, e incluso frente a jovencitos que lo admiran.-

-Y yo no entiendo cómo tú lo sigues queriendo, después de las muestras que ha dado de tener tan pocas ganas de cambiar. Date cuenta, Tatsuya, de que tú mereces algo mejor.-

Las palabras del pelinegro se escucharon contundentes, a como solía suceder. Pero yo sabía que los pasos del ojiazul no se reanudarían inmediatamente.

-Si lo privas de la inspiración que para él significa poder ser un modelo para alguien, acabarás del todo con sus ganas de cambiar.-

El guitarrista se retiró entonces; al parecer, sin agregar nada más. Segundos después ingresó por la cocina, hallándome con expresión ida, todavía practicando mi canción.

-Ojalá pudieran quedarse más tiempo, y así terminaría con los quehaceres y sacaría un rato para enseñarte alguna que otra cosa.- Comentó el pelivioleta, deteniéndose un momento mientras todavía cargaba la canasta con ropa, y luego me guiñó un ojo.

-No se preocupe, Tatsu-senpai. Porque ya me ha enseñado muchísimo…-

A su gesto respondí con una sonrisa que de nuevo tuvo que haber resultado un poco inapropiada o algo parecido, pues él pareció volver a desconcertarse. No obstante, esa vez no había sido mi intención. Afortunadamente, al momento papá irrumpió en el lugar como quien no se da por enterado de nada, si bien era obvio para mí que había estado esperando el momento más oportuno desde que nos vio llegar a la casa. Posteriormente, comenzó a fijarse en todo, incluyendo la guitarra que seguía en mis manos.

-Ohhh… ¿Pero qué tenemos aquí? Parece que al forajido multicolor este le gustan los instrumentos de cuerdas.- Comentó el empresario con sorna, a lo que yo de inmediato sonreí, desviando la mirada. –Oye, Tatsu. ¿Por qué no le enseñas algo al crío? A lo mejor y resulta medianamente capaz…-

-No hay necesidad, Tomás.- Contestó el de mirada azulina. –Porque ya me di cuenta de que de mí ha aprendido lo suficiente.-

El pelivioleta dijo aquello con una complicidad que hasta a mí me sorprendió, pues era como si de pronto lo hubiera comprendido todo. Empero, la seguidilla de coincidencias no terminó ahí, pues en eso vi acercarse a Baki. Decidí ejecutar entonces los acordes iniciales de Geronimo[5], siendo secundado por el moreno con los correspondientes gritos, y por el resto de presentes (incluidos mi hermano y Tada-nii, quien llegó de la sala) a lo largo de toda la canción. A partir de ese momento, una interesantísima plática acerca de música se desarrolló en aquella cocina (dentro de la cual papá no dejaba de probar una y otra vez mis conocimientos y los de Ruki), y no terminó hasta que fue hora de ir a despertar a los niños para darles su cena.

Un rato más tarde, el momento de la comida sería alterado por una inesperada presencia que volvió a azuzar en mí la necesidad de concentrarme en mis premeditados objetivos.

 


[1] Kazunari “Issay” Fujisaki, vocalista de Der Zibet. En el rol, el cantante pelinegro de longeva belleza realiza, además de su trabajo musical, ocupaciones varias como espionajes por encargo y los turnos de preparación de alimentos ya mencionados, los cuales aceptó en casa de la familia Tomioka por su cercanía con Morrie.

[2] Takashima “Uruha” Kouyou, guitarrista de the Gazette.

[3] Akira “Reita” Suzuki, bajista de the Gazette.

[4] Estrofas de Forever de the Piass.

[5] Geronimo de Gastunk, la cual se halla contenida en el single del mismo nombre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).