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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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Severus Tobías Snape Prince a pesar de su frío y complejo carácter no había nacido en una familia que se considerara fría y compleja.

Su padre Tobías Snape había nacido en el pueblo muggle de Bath entre la frontera "no mágica" y mágica de los cuatro reinos. Era un joven atractivo, adinerado y curioso, que entró de golpe en un mundo muy distinto al suyo. En esa época la frontera, protegida por una barrera invisible abarrotada de hechizos, se había roto a causa de un duro enfrentamiento entre mortífagos y aurores de Ravenclaw, los más cercanos a Slytherin. Por lo que los muggles podían ingresar a tierras mágicas si miraban más allá de sus narices. Tobías siempre vió el mundo de forma diferente que sus vecinos, monótonos y simples, que caminaban lejos del ideal inusual que él buscaba.

Hasta que un día andando a ciegas, llegó a un bosque completamente insólito pues jamás había visto árboles de distintos colores y ramas moverse sin ton ni son. Asombrado y sediento se apresuró hacia el lago del Barón Sanguinario, según después descubriría su tétrico nombre, y divisó a una preciosa muchacha vestida con una especie de túnica negra, de ondeante cabello azabache y ojos oscuros como la noche. Para aumentar su excelsa belleza, Tobías vislumbro una purpurea mancha adornando su blanca mejilla. La joven comenzaba a hundirse mientras cerraba los ojos y abría los brazos, y Tobías pensó lo peor.

Totalmente asustado corrió hacia la muchacha con los pies pesados y la garganta seca que ni le salieron las palabras para soltar gritos que la ahuyentaran de su propósito. Tobías se metió en el agua sin pensárselo y en pocos segundos una entumecida Eileen sintió un tirón en la cintura que la sacó de su ambiente húmedo y sereno.

Un ambiente en el que solo eran ella y su lugar preferido.

- ¿¡Qué demonios te sucede!?- quiso saber el chico pelirrojo, de ojos castaños y altura envidiable a la vista de Eileen.- ¿Que se te ha pasado por la mente? ¡Estás mal de la cabeza!

Eileen por fin pudo repasar las palabras del muchacho en su paralizada mente, y comprendió que lo que escuchaba no le había gustado para nada así que le envió una mirada de desprecio, se echó la melena empapada hacia atrás y levantó la barbilla con altivez.

Aquello molestó mucho a Tobías, más de lo que imaginaba.

- ¡Te estoy hablando, mujer!- Eileen le ignoró por completo, cogió su capa y se la puso sobre los hombros. Hubiera querido meterse en el agua y flotar en ella un rato más de no ser por ese entrometido. Tobías no pudo más con el silencio por lo que la agarro del brazo.- ¡Mírame! ¿Te estabas dando cuenta de lo que hacías?

Eileen estaba desilusionada, cansada, aburrida de la vida que habían construido para ella. Haber aceptado obligadamente el precipitado compromiso con Lord Orión Black borraba completamente sus planes de escapar de los Prince.

Y eso la mataba.

Ahora no iba aguantar los reclamos de alguien que ni conocía.

- Perfectamente.- respondió con voz fría.- Eres tú el que no se da cuenta de lo que hace. ¿Es que una no puede zambullirse ni en su propio lago?

- Yo...- murmuró.

Eileen le reviso de pies a cabeza y Tobías sintió un calor recorrerle el pecho.

- ¿Quién eres?- exigió saber.- Responde.

- Me llamo Tobias Snape, vivo en la mansión de la colina de Bath.- Eileen entreabrió la boca.- En los dieciocho años de vida que tengo, jamás me había fijado en esta parte del bosque.- le explico mirando a su alrededor.- Me gusta explorar lugares extraños. ¡Es mágico!- dijo atónito.-¿Como puede ser que no las haya recorrido aún?

- No me interesa saberlo.- Eileen se apresuró a recoger sus cosas.- Estos muggles y su maldita curiosidad.-susurró para sí.

- ¿Muggles?- preguntó Tobias, confuso.

- Sí, muggles.- contesto cansada.- En este maravilloso mundo denominamos así a los muggles.- amplio los brazos con burla.- Gente "no mágica" patéticamente normal que vive en su burbuja al otro lado de los cuatro reinos.- Tobías resoplo audiblemente.- Estas tierras pertenecen a los Prince de Slytherin.- suspiró.- Aunque por poco tiempo.- Eileen vio la pregunta brillando en los ojos de Tobias.- Te explico, muggle. Mis "fantásticos" padres han solicitado un estirado compromiso con un arrogante Lord al que solo he visto en una fiesta y que se le conoce como el hombre más malvado y mujeriego de los sangre pura Slytherianos. ¡Casarme con él¡ ¡Y que todo lo que he tenido desde mi nacimiento le pertenezca a ese Black!- gruño.- Al negarme mi "adorable" padre me ha torturado con tantos crucios y pegado una paliza tan devastadora que no sé como sigo en pie.- Tobías torció la boca con enfado.- y después de tomarme una poción que reconstruyera mi costilla izquierda, mi madre ha querido obsequiarme esto.- señalo su morado pómulo.- como prueba de su fidelidad matrimonial.

Tobías oía las palabras de la muchacha con horror.

- ¡Oh, por Merlín!- exclamó Eileen con ojos llorosos.- Tienes razón, muggle.- formó una pequeña mueca.- Estoy mal de la cabeza por buscar la serenidad que no he tenido en mucho tiempo.

- Si es verdad lo que me cuentas. ¿Porque no los denuncias?- le preguntó con un tono sombrío y siseante en la voz.

En qué momento habían cambiado las tornas.

…l parecía más indignado y enfadado que ella.

- ¿Denunciar?- Eileen cabeceo con un chasquido de lengua.- Mi familia no denuncia, al revés, nos matamos los unos a los otros.- Tobías dejó escapar un jadeo.- Dejar escapar a un Prince con un encarcelamiento en la prisión de Azkaban es una deshonra.- le miró fijamente con simpatía en sus pupilas.- Oh, Merlín. No deberias estar aqui. Esos mortífagos idiotas solo sirven para limpiar el trasero del tirano rey Thomas. ¡A quien se le ocurre dejar caer la barrera mágica!

- ¿Mágica?- un nudo se instauró en su garganta.- Como, ¿brujería?

- Si, si.- rodó los ojos.- Hechizos, encantamientos y pociones. ¡No has oído lo que he dicho! Hombres.- escupió.- Ahora.- desenvaino la varita.- tendré que obliviarte.

- ¡Eh, eh!- Tobías alzó las manos.- Tranquilízate, muchacha. Demasiada información para poder digerirla.

- No hace falta que lo digieras, lo olvidarás pronto.- levantó la varita hacia él y Tobías se abalanzó sobre ella con un rugido para que ningún maleficio le afectará. El rayo azul cayó sobre una piedra del lago.- ¡Estás loco! ¡Pude dejarte peor, idiota!

- A mi no me insultes, yo no he sido el que quería echar un extraño maleficio a un desconocido.

El voluptuoso y suave cuerpo de Eileen debajo del fornido Tobías hizo que este se distrajera un buen rato en sus caderas. Y Eileen lo empujo lejos de ella.

- Un muggle como tú nunca lo entendería.- masculló.- Te estoy haciendo un maldito favor...

- Tobias.- contestó él ignorando esa palabra "muggle" que lo clasificaba.- Hagamos esto bien, yo soy Tobias Snape y tu eres...

La de ojos ónix le observó por un largo rato.

- Eileen.- cabeceo.- Eileen Prince.

Tobías formo una sonrisa seductora en sus labios, y con un rápido movimiento atrapó el dorso de la mano de Eileen besándolo en el proceso con un dulce sabor en su labios. De las pálidas mejillas de Eileen brotó un chispazo pequeño de color rubí, aquello provocó que se alejara unos pasos de Tobías.

- ¡Aléjate de mi, sucio muggle!- empuñó su varita de nuevo furiosa.- ¡Oblivi...!

Se oyó a lo lejos a una mujer chillando el nombre de Eileen.

Los ojos ónix se abrieron con pánico extremo y tiró del brazo de Tobias lejos del mundanal ruido.

- ¡Vete, muggle!- soltó con un siseo.- Si mis padres te ven, se encargaran de ti. No vuelvas, ni siquiera intentes nombrar este mundo o te encerraran con los locos.

Entonces Tobías tomó una decisión rápida.

- ¡Que...Eileen!- ella le miró con sorpresa.- Volveré a por ti.

- Muggle.- le apuntó el pecho con un dedo frío que Tobías sintió como una caricia.- Tú serás mi sucio secreto. - y un tenebroso brillo se instauró en los ojos de Eileen.- Olvídame o te buscare, y ahí te prometo que ni te acordaras de tu nombre.

La mente de Tobías barajaba las posibilidades de llevarse aunque sea a rastras a la amenazante Eileen Prince. Quería ayudarla a pesar de las amenazas que salían de su boca, él extrañamente no sentía miedo por su extraño mundo ni siquiera por la magia. Más bien ella provocaba que quisiera protegerla, y cuando un Snape quería algo lo obtenía hasta el final de su vida e incluso más allá de la muerte.

- Adiós, muggle.- Y le regaló una sonrisa que iluminó el alma de Tobías mientras corría hasta su infierno.

Porque cuando un Prince sonreía a un mortal fuera de toda malicia conquistaba a cualquiera que se le acercaba. Y con este Snape en particular había firmado una sentencia eterna sin darse cuenta.

- Hasta pronto, Eileen.- susurro anhelante.

Ese solo era el principio de una historia de largos meses llenos de tristeza, amor prohibido y esperanza que oiría Severus de la boca de sus padres todas las noches, y este escuchaba el relato con fascinación. Al principio creyó que era un cuento de miedo, pero su madre Eileen prefería llamarlo "La curiosidad de un Snape y su perdición" a lo que su padre Tobías solo bufaba en respuesta y continuaba embelleciendo el relato para que no le diera miedo a su pequeño hijo.


- ¡Tobías!- exclamó Eileen Snape con diversión.- ¿Quieres dejar a tu único hijo traumatizado?

Severus resopló mientras tomaba un sorbo de té en su estudio del castillo.

- Te dije que tuviéramos más hijos pero tú no.- le repitió Tobias con los ojos en blanco.- Severus siempre quiso un hermano.

- ¿Yo?- se señaló.- ¿Desde cuándo papá?

- Eres igual que tu madre.- Aunque ese hecho a Tobias no le parecía nada malo, adoraba a su mujer y a su hijo, y que se parecieran solo le hacía más feliz.- Bueno, como te contaba.- continuó.- Tu madre consiguió meterse en su preciosa cabecita que yo solo la quiero a ella y que mi cuerpo es solo suyo.- y atrapo en sus brazos a una pícara Eileen.

Severus envidiaba la relación de sus padres, aunque fuera un secreto guardado.

¿Pero quién no quería encontrar a su amor verdadero nada más verlo?

Amaba a sus padres, pero no era lo mismo.

En sus veinticinco años de existencia jamás tuvo la tentación de descubrir que era el amor, pero de un momento a otro, una mañana, quiso saberlo.

Nunca había sentido ese pinchazo de magia en el estómago, ni de niño ni de adolescente. Siempre prefirió los libros, el conocimiento por las pociones y la magia, que al sentimiento de amar a alguien.

- Compórtate.- murmuró Eileen al oído de Tobias antes de darle un beso en los labios.- ¿Como esta mi querido Thomas?

- Acabo de tener una reunión con él.- le informo.

Thomas Riddle y Severus se habían conocido cuando el segundo cumplió quince años. Para celebrarlo sus padres le regalaron un libro de pociones avanzadas que solo usaban los expertos en la materia. Por aquel entonces vivían en los límites de Ravenclaw, residencia actual de su familia pues su madre había decidido hacía muchos años alejarse de todo lo conocido en su malvado entorno familiar. Contento, corrió hasta el bosque de Helena para sentarse al pie de un árbol y leerlo tranquilamente pero esa mañana nada fue como quiso.

Apenas llegaba a su lugar favorito cuando escuchó quejidos de dolor a cinco metros de su árbol. Resulto ser un chico un poco más mayor que él, doblándose contra su estómago y gruñendo. Severus trago en seco antes de acercarse a él.

- Déjame.- masculló con dolor.

Severus lo ignoro impasible y le giró para encontrarse con una vista espantosa. La cara del chico era apenas irreconocible, tenía moratones por todo el rostro y su labio sangraba abundantemente, y luego bajó la mirada a sus brazos y cuello que tenían el mismo espantoso aspecto.

- Voy a curarte.- ordenó sin esperar respuesta.- Tengo mi kit de pociones bajo mi capa. Me imagino que eres mago por la varita guardada en tu antebrazo.

Y sin más comenzó a preparar pociones rápidamente en su mini-caldero peltre 1, y en menos de quince minutos el chico receloso bebía sus pociones incoloras sin decir nada. Poco a poco las heridas fueron sanándose lentamente de forma efectiva y el joven lo miró con desconfianza. Severus ignoró aquella mirada y sacó su libro para leerlo con cierto enfado por haber perdido un poco de su tiempo.

- Si quieres que te de las graci...- comenzó él más alto.

- No te las he pedido.- le cortó fríamente sin apartar la vista del libro.

- Bien.- y se sentó a su lado.

Estuvieron horas en silencio, sin hablarse ni mirarse y con eso parecieron entenderse formando una pequeña amistad que según cualquiera que les veía juntos, duraría toda la vida.


La voz de Eileen le trajo a la realidad.

- Ya era hora de que "su majestad" fuera expulsado a una endemoniada fosa.- siseo Eileen con asco.- Estaba completamente segura de que el pequeño Thomas no era igual que su padre. Hiciste bien al hacerte su amigo, cariño.- le acarició la mejilla a Severus.- Slytherin no es lo mismo desde la época del Rey Sorvolo. Mi querido tío abuelo Severus era la mano derecha de ese respetable hombre. ¡Mira como acabo al revelarse contra Thomas Riddle! A las desgracias que llevó a tanta gente a matarse unos a otros.- los ojos de Eileen se volvieron fríos, y Severus se levantó para abrazar a su madre.- Gracias, cariño.- se separó del cálido cuerpo.- Dile a Thomas que si necesita ayuda en sus filas, que me llame.- Tobías la fulmino con la mirada.- No pienso permitir que un hombre o una mujer venga a imponer una nueva tiranía que opaque la de Thomas Riddle Sr, Tobías.

- Ni se te ocurra, Eileen Snape.- Tobías se alzó en todo su altura.- ¿Has creído que dejaré que luches tú sola? Sé que no tengo ni un ápice de magia en mí, pero no permitiré que te enfrentes a nadie con esa palo de madera del demonio.- Eileen bufó y Severus prefirió callarse.- ¿Me has oído, Eileen?

Severus estaba de acuerdo con su padre.

Eileen Snape era una mujer fuerte, poderosa y valiente, pero Severus nunca querría ponerla en alguna situación peligrosa. Ella ya había tenido una juventud difícil y Severus solo quería darle una vejez tranquila.

- Perfectamente, Snape.- gruño.- E igualmente haré lo que crea correcto.

Tobías murmuró algo inteligible, cogió a su mujer por la cintura y tiró de ella hacia la red flu. Eileen no dijo nada, más bien calló pues sabía que tenía que hablarlo seriamente con Tobías, ya que era algo que no habían hablado como matrimonio y prefería calmar los humos de su esposo a solas. Envió un beso volado a su hijo, cogió polvos flu del tazón del estudio y gritó: "Mansión Snape".

Los dos desaparecieron tras las llamas verdes.

- Estupendo.- murmuró.- Otros tres días sin verlos.

Y volvíamos al principio...

Severus Tobías Snape Prince a pesar de su frío y complejo carácter no había nacido en una familia que se considerara fría y compleja.

En absoluto.


Sirius Black no solo era el bromista, juguetón y mujeriego del grupo Los Merodeadores. Tenía confianza en sí mismo, era atractivo y amaba a la que consideraba su familia desde hacía años.

Pero Sirius tenía un pasado, aunque este no fuera para nada alegre sino que era tan negro como su propio apellido.

…l procedía de una de las más grandes y antiguas familias de magos sangre pura de los cuatro reinos con residencia en Slytherin. Estos no soportaban por ningún caso a los muggles, hijos de muggles y squibs.

El padre de Sirius, Orión era el patriarca de los Black, jefe de la familia y el principal odio de su primogénito. Este desde niño le había inculcado desprecio absoluto a todos los que no estuvieran a su altura, que amara la magia oscura como a sí mismo y también que matar no fuera un impedimento para conseguir lo que uno quería. Su madre, Walburga Black, era prima segunda de su padre para, según ellos, continuar con el linaje puro de sus antepasados. Aunque Sirius estaba seguro de que no existía una familia enteramente pura.

Los detestaba a los dos.

Sirius hubiera querido irse hacía mucho tiempo de su casa, aquellos planes rondaron en su cabeza a los cinco años pero se truncaron al mirar a su hermano pequeño Regulus. Apenas era un año menor que él, pero lo quiso desde el primer momento que lo vio y lo alejaba de los malos tratos de su padre y las torturas de su madre. Habían sido inseparables hasta que....

- ¡Sirius! ¡Despierta!- le dijo Amos con la mano en la manija de la puerta que le habían encargado.- Entra ahí.

James, Lily, Peter, Remus y la señora Molly habían desaparecido por el pasillo izquierdo y solo quedaban ellos en esa sombría parte del castillo.

- Si.- suspiro.

"Un auror sirviéndole a un mortífago"- gruño.

- Esto pasa por seguir las ideas disparatadas de James.- le dijo Sirius a Amos, y este solo le sonrió cálidamente mientras entraba en la habitación.- Moony tenía razón.

Adoraba a James, era uno de sus mejores amigos después de todo, pero en ciertas ocasiones esa cabeza loca suya los metía en líos difíciles de salir.

La mayoría de veces se divertían e incluso le ayudaba en ello, pero esta vez Sirius no estaba para nada seguro.

Por primera vez en su vida.

El reino de Slytherin estaba plagado de familiares suyos que podían reconocerlo a simple vista. Confiaba con que los años le hubieran cambiado la apariencia aunque sea un poco.

Ni Narcisa ni Bellatrix debían enterarse que él volvía otra vez a Slytherin después de todo era buscado desde hacía años como fugitivo. Bellatrix Black, su prima, era un maldita loca que siempre había respetado las normas de los sangre pura y la pequeña Cissy, hermana pequeña de Bella, solo seguía los ideales de sus padres.

Era por esta última por quien Sirius sentía más empatía.

Sirius contempló desde una ventana rectangular del castillo, las montañas de las Reliquias de la muerte. Cuando Regulus era un niño, Sirius solía inventarse miles de historias para alegrarle después de un día de entrenamiento complicado. Se pasaban horas y horas mirando aquellas preciosas montañas, comiendo ranas de chocolate y riéndose juntos.

Sirius suspiró.

No podía sucumbir ahora a los melancólicos recuerdos.

Entró a la habitación, sorprendentemente, iluminada por cinco fuegos fatuos que eran la mejor opción a la vista de Sirius para que no hubiera ningún accidente que incendiara la habitación. Estaba ordenada y limpia como una patena. Sirius no vio nada por lo que preocuparse, incluso los zapatos estaban guardados y clasificados en cajas.

Esto era una señal clara de la personalidad del mortífago.

Poder analizar a tu enemigo era la primera regla de un buen auror.

Se echó el cabello hacia atrás, y busco alguna señal de otra puerta, que según Molly guardaba un estudio al que no debía entrar.

- Aquí.- era de madera de roble, dura e impenetrable.- ¡Maldición!

Por lo menos notó que cincuenta hechizos la rodeaban, y Sirius contempló la idea de deshacer cada uno antes de que llegara el tal Lord Severus Snape. Casi estaba desenvainando la varita cuando noto que un objeto se posaba en su cuello.

En realidad no era un simple objeto sino que era largo y puntiagudo.

Otra varita.

El cuerpo de Sirius se tenso brevemente a la vez que se giraba lentamente para ver a su contrincante.

Lo primero que distinguió fueron unos ojos tan negros y hermosos que ni la pupila era visible. Era un tierno joven, de altura pequeña, piel pálida como la nieve y fina como la porcelana. Tenía la melena hasta la mitad de los hombros, vestía de negro completamente, y poseía unos labios rosados, redondos y jugosos.

¿…l debía imponer miedo?

Lo analizo detenidamente.

Y lo vio en el momento que esos ojos tornaron amenazantes y le acribillaron. Un estremecimiento extraño le recorrió el pecho hasta llegar a su entrepierna con un punzante escozor.

Aquello le excitó.

- ¿Quién demonios eres?- le interrogó con tono tenebroso y seductor al parecer de Sirius.- Nadie entra a mi habitación sin mi permiso.

- Yo...- y la varita subió a su mejilla.

Desde el punto de vista de Severus, aquel extraño hombre era simplemente hermoso. De melena negra azulada, ojos grises eléctricos, y cuerpo fornido y por supuesto mucho más alto que él. Eso no intimidó a Severus, al contrario, fue un incentivo para que preparara una lista mental de hechizos letales contra el extraño.

- ¿¡Quién te manda!?- exigió saber.- Eres uno de ellos, ¿verdad?

¿Uno de ellos?

- En realidad soy....

- Estás muy equivocado si piensas que te dejare ir.- masculló entre dientes.- ¡Querías entrar a mi laboratorio! ¿¡Que te has creído!?

Sirius volvió en sí.

Así que eso era lo que guardaba la puerta.

Un laboratorio.

Tenía que investigar a fondo la habitación.

Miró de nuevo al hermoso chico, este no parecía querer darle tregua para defenderse así que se alejó dos pasos de él. Compuso su sonrisa más seductora, que le habían servido en el pasado para librarse de peligros insospechados, levantó la mandíbula con arrogancia e ignoro el punzante palo en su pecho.

- Me llamo Sirius, tú me puedes llamar Canuto.- sonrió lascivamente. Severus entorno la mirada.- Soy tu nuevo sirviente, así que estoy a tus pies. ¿Qué quieres que haga por ti?

Y un hechizo brotó de la varita de Severus dejando a Sirius en la inconsciencia.
Notas finales:

He tardado demasiado. Pido disculpas asi que para recompensar el tiempo perdido he decidido escribir pequeños flash backs sobre el nacimiento del amor entre Eileen y Tobias Snape, la pareja mas consolidada y amorosa de Mi Señor, en los capitulos de Sirius y Severus.

Gracias, espero que os guste. :D


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