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Luchando contra el instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Algunos me han preguntado por què tarde tanto en actualizar. La verdad es que están malcriados XD este fic lleva apenas dos meses y lo publiqué muy seguido, la realidad es que cuando entré de vacaciones no me queda tanto tiempo para escribir.

Estoy haciendo mi tesis de licenciatura, mi servicio social y estoy trabajando, así que no puedo dedicarle tanto tiempo a esto como me gustaría. Idealmente podría vivir de escribir Fics como la gente que vive de Youtube, pero no es posible. Por eso muchos de mis fics se actualizan una o dos veces por mes. A no ser que, como en este caso, tenga capitulos escritos con anticipación. Ya tengo otros 4 capítulos escritos y la historia esta casi terminada. Sin embargo les pido consideración porque el tiempo es algo que no me sobra.

 

Jodido era una buena palabra. Sí, si Will decidía dejarlo de lado… sin duda estaría jodido. No quería ni pensar en lo doloroso que sería. Pero era muy difícil mantener el estrés bajo cuando todo salía tan mal a su alrededor. Chilton estaba vuelto loco, trabajaba casi 10 horas al día, incluyendo sus días libres. Podría pagar la renta del departamento y las cuentas, pero no podría mantener el auto a este paso, tendrían que mudarse.

Will aceptó la idea con bastante calma, aunque ambos sabían que no era lo que querían. Su pensión sería de poco más de la mitad de su sueldo, no era suficiente para ayudar en los gastos de la casa si seguían viviendo ahí. Al menos le ofrecía un seguro de vida y un seguro médico, no era suficiente dinero para permitirse pagar las sesiones con Alana, detestaba pedirle a Matt dinero para ello, era un gasto del que el beta estaría feliz de disponer, pero no discutió, probablemente para complacerlo.

Matt hacía muchas cosas por complacerlo desde que le dijo que tendrían que mudarse. Su nuevo departamento tenía sólo una habitación, cocina, sala/comer y un baño. Estaba en un edificio viejo en un vecindario un poco más modesto y un poco más peligroso. Will lo conocía bien, había crecido cerca de ahí, más abajo, dónde abundaban las prostitutas y los narcomenudistas. La cercanía le provocaba repudio, quería irse para bien, estaba muy cerca ahora, sintiéndose un fracaso. Pero la gente, la comunidad, el corazón, era buen material. Igual que Will.

—Voy a mudarme…—Le dijo Will a Alana durante su sesión esa semana.

—No pareces emocionado.

—Es un paso atrás para mí, pero es lo que podemos pagar…—Dijo secamente, su expresión oscura y de extraña forma indiferente. — Tengo que tomar el metro casi una hora para venir aquí, pero creo que vale la pena.

—Sin duda lo hace Will, has progresado mucho aceptando tu nueva naturaleza.

—No es como que eso me ayude a superar mis traumas… o el estado general en que está mi vida. Tal vez debería volver a la policía.

—Will, tú mismo rechazaste esa posibilidad. Hablemos de tu celo, fue la semana pasa. ¿Cómo resultó?

—No fue agradable, si eso quiere saber. No podemos pagarle a ningún Alfa por ayuda, y definitivamente no quiero que Matt siga intentando. Finalmente está un poco más tranquilo.

— ¿Han tenido relaciones?

—Un par de veces…

—Ajá…

—Es… extraño. ¿Bien? Matt está muy enojado… creo que está usando el sexo para desquitarse.

— ¿Te ha hecho daño?

—No, no realmente, pero no me termina de agradar. Supongo que son los cambios en mi vida. Al final terminaré por adaptarme.

—Will, ¿crees que la mudanza sea algo bueno?

—No lo sé, espero que sí.

Eso era tanta honestidad como podía dejar ver, la realidad es que la mudanza lo tenía enloquecido. Era cierto que ahora tenían sexo de vez en cuando, pero Will no quería ese salvaje intercambio que Matt parecía querer, ansiaba un poco de cariño, devoción y cuidado. Algo más delicado. Además pasaba mucho tiempo sólo, Matt llegaba a casa a cenar, ya no discutía que Will cocinara, miraban televisión un rato y se iban a dormir. Había comenzado a besarlo sin que Will iniciara el contacto, pero no era suficiente, se sentía muy solo.

—Buenos días, Will.

Will dio un respingo cuando escuchó la aterciopelada voz de Hannibal detrás suyo.

—Lo lamento, no quería asustarte. — Se disculpó el doctor, sonriéndole. Will sintió sus mejillas encenderse, el ascensor tardaba horas en subir, o así le parecía.

—No…no es nada. ¿Cómo está?

—Bien, muchas gracias. ¿Y tú?

—Creo… creo que bien. —Dijo titubeante. Rebuscando en su bolsillo su tarjeta del metro, quería distraerse lo suficiente para fingir poco interés en la conversación.

—Puedo darte un aventón a casa si quieres, quisiera charlar contigo un poco más.

—Le dije que no quería relacionarme con usted… no… no quiero pretendientes.

—Si eso quieres no voy a pretenderte. —Mintió Hannibal, si bien sólo él lo sabía. — Pero luces cómo quien necesita un amigo.

—No quiero quitarle su tiempo.

—No te ofrecería mi tiempo si no dispusiera de él. ¿Puedo invitarte un café? — Su sonrisa se ensanchó, luminosa y haciendo que a Will le temblaran las rodillas.

—Bueno, no es cómo que un café pueda hacer mucho daño.

Will quería ir a la cadena que había cerca de ahí, pero Hannibal se negó, llevándolo a una bonita cafetería a 20 de distancia, en una zona de la ciudad mucho más elegante, dónde la gente paseaba con perros de largo pelaje y vestían ropa que valía lo mismo que su renta. Hannibal encajaba perfectamente, casi tanto como Will parecía más un empleado de servicio que un cliente. No tenía idea que podría pedir, todo en su menú costaba más que lo que llevaba en la cartera. Se mordió el labio preocupado, enredando un rizo oscuro entre sus dedos compulsivamente mientras calculaba.

—No es necesario que te preocupes, Will, yo pagaré la cuenta.

—Eso no sería correcto. — Dijo Will de inmediato. — Yo tengo novio, Dr. Lecter, no sería adecuado dejar que pague por mí.

—No lo hago con ninguna intención, sería un placer para mí, si acaso permítemelo por cortesía ya que yo decidí a dónde iríamos sobre una opción más accesible.

—Bien… supongo que sí ese es el caso… —La mesera de acercó rápidamente cuando bajaron la carta. — Quisiera un capuchino con caramelo por favor.

—Para mí un expresso y un pastel de 3 chocolates, si fueras tan amable.

La chica le sonrió, sonrojada, Hannibal le giño el ojo fugazmente. Will lo miró con interés.

— ¿Estás coqueteando con la mesera?

—Soy un hombre soltero, puedo coquetear con mucha gente. — Dijo el mayor, son una sonrisa que Will no supo interpretar, pero se la devolvió.

—Así que… ¿De dónde eres?

—Lituania, mis padres nos trajeron a los Estados Unidos cuando yo y mi hermana éramos muy jóvenes, cuándo murieron decidimos quedarnos.

—Me encantaría tener hermanos. ¿Cómo es tu hermana?

—Un dolor de cabeza, cómo todas. Mi completa adoración. —Se limitó a decir, Will pensó que aquello era muy dulce y le agradó su actitud. — ¿Tienes hermanos?

—No, mi madre nos abandonó cuando tenía dos años, mi padre nunca se volvió a casar.

— ¿Vive?

—En Florida, esperando para retirarse de la fuerza.

—Lo llevas en la sangre. —Observó Hannibal, Will soltó una risita.

—Ya no, he decidido jubilarme… No que eso me haga muy feliz.

— ¿Por qué no? Es una buena decisión que te beneficiaría mucho.

— ¿Eso crees? Podrías explicárselo a Matt… Está furioso con eso, y creo que tiene algo de razón, ahora no podemos pagar la renta así que nos mudaremos a las afueras.

—No me digas. — ¿Mudarse? ¿A qué barrio horrible pensaba Brown llevarse a su precioso omega? — Suena a que será un gran cambio, pero no es bueno que cambies de ambiente drásticamente.

—No tengo opción… Supongo que mi casa será casa dónde yo lo decida.

—Lo lamento.

— ¿Por qué? — Inquirió Will, sorprendido.

—Te gustaba tu casa, ponías esfuerzo en mantenerla limpia y cómoda, se sentía como un hogar, cálida y personal. Te sentías seguro ahí, lamento que pierdas eso, pero estoy feliz de saber que podrás quedarte en casa hasta que recuperes esa seguridad.

— ¿No cree que esto es algo tonto y que debería sacudirlo y volver a trabajar?

—Por supuesto que no. Eres un Omega, quieres hacerte de un hogar y deberían darte todas las herramientas para construirlo sea dónde sea que vivas. —Hannibal sonrió comprensivo, empujando el pastel de chocolate en dirección a Will. — Adelante, lo pedí para ti.

—No debería… —Tenía desde que llevaron su pedido mirando el pastel con deseo, Hannibal era muy fácil de tratar, amable, educado, veía en sus ojos paciencia y no reproche como estaba ya tan acostumbrado. Estaba lleno de gestos amables como ese pastel, sabía que lo quería, lo había visto desde la puerta pero costaba una diminuta fortuna pastelera. Incluso algo tan simple lo hizo sentir apreciado, si bien fuera por sólo un segundo. — Hannibal, sabes que si decidí hacer esto es por qué no tengo muchos amigos.

—Lo entiendo, no estoy intentando nada más que una nueva amistad.

—Gracias… —Dijo con sinceridad. ¿Salir de la hostilidad y que le consintieran un rato? Ese era un buen día.

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 No podían llevarse todo al nuevo departamento, habían tirado algunos objetos y vendido algunos muebles, incluso algo de ropa. Will casi había terminado de empacar la cocina cuando Matt llegó a casa esa noche. Sólo faltaban un par de cajas con cosas de baño y podrían mudarse ese mismo fin de semana. Guardarían la ropa al final. Will había llenado el refrigerador con paquetitos de comida que durarían hasta la mudanza, dejando el aparato libre y limpio para transportarlo.

Se sentó junto a Matt en el sillón, este cambiaba el canal del televisor cada 5 segundos, sin decidirse por algo en particular. Will comenzaba a marearse, así que sacó un libro de una caja cercana y se puso a leer, acurrucado en una de sus viejas mantas. Algo dentro de Matt lo odió por un segundo fugaz. Odiaba esos niditos que Will construía, como si de pronto tuviera que protegerse de algo. ¿Lo hacía por qué no podía cuidarlo o porqué se ocultaba de él? La respuesta era un misterio inalcanzable, incomprensible para su cerebro.

Pero lo ponía furioso. Will era un oficial de policía, antes se habría sentado a beber una cerveza con él. Ahora bebía la cerveza contra esa barrera mullida en la que se encerraba. Se incorporó, sin importarle que Will casi tirara la cerveza al ponerla en la mesita de la sala. Se aferró a su cuello antes de unir sus labios en un beso abrasador. Will cerró los ojos más por el dolor que por placer. Los labios de Matt parecían concreto contra los suyos, golpeando firmes, igual que su lengua abriéndose paso por su boca hasta enterrarse en su garganta a pesar de sus suaves quejidos de inconformidad.

Era eso o nada. Incuso si era de ese tipo, Will se sentía mejor después del sexo. Matt no se molestó en quitarse la ropa, le arrancó el pantalón de dormir y se insertó de una estocada en su entrada apenas lubricada. Will gimió de dolor dentro de otro de esos besos abrasivos pero no se quejó, cuando comenzara a moverse comenzaría a sentirse bien, entonces se mojaría y ya no habría dolor.

Will detestaba eso, ese sexo rabioso en el que Matt lo golpeaba contra el sillón, enterrando su cuerpo violentamente contra él, demasiado fuerte, demasiado estrecho. No le importaba si Will realmente lo estaba gozando, al menos al principio. Mientras más se aceleraban sus jadeos en su cuello más parecía desesperado por hacerle llegar. Golpeaba su próstata violentamente mientras una mano se envolvía alrededor de su miembro, haciéndolo llegar por algo muy similar a una trampa.  Luego, jadeante se vaciaba dentro de su cuerpo, dejando besos húmedos por su cuello y palabras de amor entremezcladas con obscenidades que de haber sido pronunciadas primero habrían puesto a Will a mil.

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No tendrían sexo en toda la semana, Will lo sabía, no con la mudanza y ese humor extraño en que vivía. Cuando se mudaron al nuevo apartamento, sin embargo, la cosa cambió. El lugar estaba limpio pero un gran edificio bloqueaba la luz, así que era frío y sombrío a todas horas del día. En algún lugar cercano pasaba el metro, así que todo el día se escuchaba el traqueteo del mismo contra las vías, haciendo 5temblar los cristales y los objetos pequeños. La cocina era pequeña y vieja, pero funcional, así como la ducha que aún calentaba bien, a ciertas horas claro. Sin duda extrañaría poder darse un buen baño.

¿Qué de ese horrible lugar hizo cambiar a Matt? Probablemente la culpa. Se acercaba a besarle la mejilla y masajearle los hombros cada vez que lo encontraba limpiando algo en la cocina. Presionaba una durísima elección matutina contra su trasero mientras se peinaba, aún en toalla, al salir de la ducha. La tercera noche ahí incluso le llevó flores. Un ramo con mucha nube blanca y un par de rosas. Las rosas eran caras, eso era un bonito gesto, aún si cuando esos detalles lograban excitarlo el sexo seguía siendo más una dolorosa venganza, para el final de la primera semana Will no podía ni alcanzar un orgasmo así, limitándose a fingir cansancio para darle una buena mamada y terminar con su energía.

Casi todos los vecinos eran beta, pero había un par de hermanos Alfa en el primer piso que olfatearon a Will descaradamente el día que llegaron, pudo ver la dura erección de sus cuerpos presionándose contra su ropa de forma obscena. . Aquellos hombres, vulgares y enormes, le daban miedo. No había otros Omega en el edificio, había un par de chicas atractivas que compartían con Will el placer de ser acosadas con comentarios como “mueve ese culito firme” o “Si pudiera meterle la polla a eso no volvería a levantarme una puta”. Will deseaba que hicieran algún avance con él para romperles los dedos con un solo movimiento. Pero no había sucedido. Aún.

Seguía estando sólo casi todo el día, su casa era más pequeña, había mucho menos que limpiar. Un día se descubrió deseando tener un hijo para tener algo que hacer. Ese día comenzó a correr por el vecindario. Y más importante aún. Ese día comenzó a aceptar las invitaciones de Hannibal.

Siempre lo llevaba a comer o a beber algo en cualquier establecimiento público concurrido. Era honesto, no se le insinuaba, no le ofrecía nada, no intentaba besarlo ni tocarlo. Escuchaba sus problemas, sobre su nuevo hogar, sobre su soledad, y se mostraba comprensivo y afable. Era además un hombre educado, interesante y de mucho mundo con quien podía hablar durante horas. No se burlaba de Will cuando este corría a jugar con algún cachorro en la calle, ni le miraba esperando a que se diera prisa y terminara de decidir entre un platillo u otro. No. Hannibal era suave, generoso, cuando fueron a pasear a un parque agradeció que Will levara una manta para sentarse, Matt habría encontrado ese acto sumiso y aburrido, se habría molestado. Will no quería compararlos, pero era feliz en la calma que emanaba del lituano.

Eso no estaba bien. ¿O sí? Hannibal no le había hecho ninguna insinuación, no había intentado nada, parecía disfrutar con su compañía, nada más. Will no estaba acostumbrado a eso y sobre todo no estaba acostumbrado a estar con un alfa tanto tiempo. Se encontró recordando el celo que compartieron juntos hace más de 2 meses. Recordando fugazmente el rostro a su lado, cubierto de sudor, jadeante y sonrojado por el esfuerzo, haciéndole llegar una y otra vez.  Estaba seguro de que Hannibal le haría el amor con dulzura, sin querer impresionar, sin lastimarlo. Imaginó sus delgados labios sobre los suyos, no un intercambio ardiente y desbocado, algo dulce, meticuloso, cariñoso, una caricia húmeda entre ambos.

¡No! ¡No! No podía fantasear sobre Hannibal, Hannibal no era su novio. A pesar de su profunda estupidez Matt sí lo era. Superarían esto, Will tenía que creerlo, era necesario, no quería pensar en que casi 4 años de relación se fueran a la basura por algo como sus hormonas. Sería bueno. Sería bueno y Matt se calmaría eventualmente, volvería a ser el mismo cariñoso hombre del que se había enamorado. Alguien sonriente y tranquilo, sin muchas ambiciones pero dispuesto a todo por él. Sí. Hannibal le ayudaba a no sentirse sólo y Alana le ayudaba a comprender sus emociones, el miedo y la frustración.

Haría algo especial. Sí, tal vez prepararía pastel de carne, o pollo a la mostaza que a Matt tanto le gustaba. Sí. Eso es, tenía que enfocarse en ser romántico. Termino de desempacar las cajas y le dio una buena barrida a la casa. Puso las cortinas, acomodo los libreros, sacó la basura y se puso a cocinar. Matt llegó a casa a eso de las 10, estaba cansado, adolorido y su rostro parecía mucho más viejo. Will sonrió, besándole los labios cariñosamente, tratando de no parecer sorprendido cuando le devolvió el beso con la misma dulzura.

—Bienvenido a casa, cariño…

—Hey…—Saludó, la sombra de una sonrisa en sus labios. — ¿Hay algo que cenar? Muero de hambre, Will.

—Sí, claro. Dame tu abrigo, hay comida en la cocina. Te traeré una cerveza.

—Está bien… yo puedo ir por ella.

—No, no. Déjame. —Todo iba bien, Mathew parecía inusualmente dispuesto a dejar a Will atenderlo y él no iba a desperdiciar esa oportunidad, tal vez incluso podrían hacer el amor sin que se tornara en una batalla de jaula.

— ¿Sacaste todas las cajas?

—Sí, hasta la última. —Dijo orgulloso, Matt le dio un buen trago a su cerveza mientras Will le llevaba la cena.

—Luce muy bien… —Admitió sonriendo.

—Espero que sepa igual de bien, el gas aquí es un poco menos fuerte, me da una flamita cuando lo enciendo.

—Oh…

—El calentador de agua tampoco funciona al 100, creo que tendremos que ahorrar para cambiarlo…—La expresión sombría de Matt le indicó que era momento de cambiar de tema. — Pe… Pero la vecina me regalo algunas flores para la ventana, creo que voy a plantarlas y ver que tal crecen, no nos da mucho el sol pero debería ser suficiente.

—Will, ¿Realmente odias vivir aquí?

—No lo odio, es diferente, me acostumbraré.

—No haces más que quejarte…—Dijo Matt tras una larga pausa, Will lo miró asombrado y ofendido.

—No me estoy quejando, estoy haciendo plática. De lo contrario pasamos horas sin que te dignes a dirigirme la palabra.

—No entiendo por qué de pronto quieres hablar, no tengo nada que contarte, todo el día trabajando no me da mucha ventana de oportunidad para salir a vivir aventuras que venir a platicarte.

—No quise decir eso… ¿Cómo está Barney?

—Bien, tiene una nueva novia, una chica que conoció haciendo pesas…

—Me alegra, Barney es una buena persona seguro que será buen novio.

— ¿Ah sí?

—Pues… si digo. Es amable y paciente y divertido…

—Tal vez deberías ir a hacerle de comer a él… siempre te ha gustado su departamento.

— ¿Qué mierda quieres decir con eso?

—Nada, olvídalo. —Matt dejó el plato vació antes de ponerse de pie. — Me voy a dormir.

—Apenas son las 11, Matt, pensaba que podríamos, no sé… relajarnos juntos…—Susurró Will, pasando sus manos alrededor de sus hombros y dándole un suave masaje, Matt se removió entre sus dedos.

—No Will, es tarde, tengo que irme a dormir.

—Vamos Matty… sólo hoy… Yo puedo hacerme cargo. —Susurró en su oído, lamiendo el lóbulo gatunamente. — Puedes relajarte en la cama y dejarme ocuparme de ti, soy un buen vaquero…

—Dije, que no. —Murmuró y se puso de pie, Will se sorprendió y trato de no parecer muy dolido por su rechazo. — No creas que una cena decente es suficiente, Will,, estoy muy cansado, tengo que hacer todo por aquí últimamente.

—Hago tanto como puedo. — Espetó de inmediato. — La casa está bien, desempaqué la mudanza, lave la ropa, hice las compras y limpie todos tus uniformes, no me digas que no hago nada.

—Oh lo siento, ser un ama de casa mantenida es tan difícil, dime ¿no quieres que trabaje los fines de semana para pagarte una criada que te ayude?

—Vete a la mierda. —Escupió Will, arrojando los platos sucios a la tarja y saliendo de la habitación, no que tuviera a dónde ir, se sentó en la cama a quitarse los zapatos.

—No me hables así, para ti es muy fácil tener todo lo que quieres y enojarte cuando no quiero acostarme contigo y hacerte sentir como una princesa. Bien, noticias para ti, no tengo ganas. No quiero follarte, no quiero tocarte, quiero irme a dormir antes de tener que despertarme a las 5 de la mañana para trabajar para que puedas quedarte todo el día colgando cortinas.

— ¿Qué mierda tiene de malo? —Chilló Will, no iba a llorar, era mejor que eso. No frente a Matt. — Sólo quería ayudarte, que llegarás a una casa cómoda y limpia y tal vez hacer el amor porque dicen que eso libera el estrés. Discúlpame por querer sentir que me amas incluso si es sólo durante el sexo.

—No me jodas, Will. ¿Crees que soportaría toda esta mierda si no te amara? Trabajar como esclavo para el imbécil de Chilton, vivir en un lugar cómo este, pagar tu terapia para que vayas a decirle a esa mujer lo infeliz que te hace todo lo que hago por ti.

— ¿Qué quieres de mí? —Le preguntó cansado. — Agradezco todo lo que haces Matt, te lo digo todo el tiempo, no dije nada cuando quisiste mudarte y no me he quejado de los imbéciles hermanos del primer piso que me gritan obscenidades cuando paso. Hasta ellos me prestan más atención que tú.

—Oh, claro, vete a follar con ellos entonces, seguro que un Alfa es lo que te hace falta, incluso uno como ese par de idiotas. Es lo que quiere la gente como tú ¿no?

—Púdrete, ¿si me amas porqué actúas como un niño? Dijiste que podías manejarlo y no puedes. Dijiste que nos acostumbraríamos pero no lo intentas, soy un omega Matt, no puedo cambiarlo…

—Dijiste que volverías al trabajo y no lo has hecho…— Will se quedó muy quieto ahora. — Sabes perfectamente bien que no puedo mantenernos a ambos pero dejaste de trabajar y te dedicas a ser ama de casa. ¿ES QUE NO TE IMPORTA?

— ¡Soy un omega! —Repitió Will, enrojecido. — No puedo volver a ser policía, no puedo. No lo hago por joderte la vida, pero no puedo volver, van a violarme y lo sabes. ¿Eso quieres? ¿Qué otro Alfa me haga suyo para que ya no tengas que vivir conmigo? ¿Tanto quieres librarte de mí?

— ¡No! Pero no puedo trabajar más horas, Will. — Gritó Matt, empujándolo con fuerza cuando se acercó a él. El Omega lo miró sorprendido cuando golpeó contra el muro, pero no se volvió a acercar. — Tengo que pedir doble turno para pagar las cuentas, tengo que tomar los cursos de preparación si quiero un aumento. ¿A qué hora se supone que tenga ganas de hacerlo contigo si lo único que hago es trabajar para que tú pierdas el tiempo en la terapia que supuestamente era para volver al campo? Ahora tienes mucha terapia y yo tengo que pagarla sin entender por qué mierda la sigues tomando.

—La necesito.

—Yo necesito ese dinero, Will, ambos, entiendo que no te sientas bien pero no podemos vivir así… No es sustentable, necesito al Will de antes que trabajaba y no se acurrucaba en nidos de mantas a leer sobre cómo vivir con alguien que no puede darle lo que necesita.

—Todo es sobre ti, siempre. —Espetó Will, tomando una chamarra y sus llaves. —No me sigas, no voy a volver.

—No te atrevas a salir por esa puerta.

—Quiero ver que intentes detenerme. —Dijo abriendo la puerta que daba a la calle, Matt le tomó del brazo pero Will se soltó con facilidad.

—Si das un paso fuera de esta casa te prometo que no respondo, Will, vuelve a dentro.

— ¿Para qué? Para que me grites en la privacidad de nuestro departamento. Jódete. No quiero verte ahora.

—No te estoy preguntando. ¿Quieres jugar al Omega? Bien, te ordeno que entres a la casa y te vayas a la cama.

—Oh, ahora quieres tratarme como un omega, bien. —Will salió y se puso la chamarra desafiante, vio la inflamada vena en el cuello de Matt, señal de que estaba furioso. — Pero la última vez eras un beta que no podía darme lo que necesito, así que no tengo para que quedarme.

Will no hizo caso a su expresión dolida y azotó la puerta tras él antes de salir. Tal vez Matt y él no deberían estar juntos después de todo. Tal vez Alana tenía razón… 


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