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Una Batinavidad por Nero Sparda

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Notas del capitulo:

Mis queridos amores ¡Finalmente lo terminé! No saben la alegría que me causa terminar un fanfic, muchos se ponen nostalgicos, yo sólo quiero concluir para no seguir haciéndolos esperar.
Sé que es feo y duele (?)


La idea del fanfic me vino por culpa de una imagen que vi durante mis primeros días en el fandom DC roleando a Jason, muchos supongo la conocerán, es donde todos los Robin están reunidos celebrando el cumpleaños de Bruce. Luego mi pequeño y adorable baby-bat, acá Damian, le regaló una palanca a mi Jason por navidad, lo que también hice capítulo. 
Fueron pequeños detalles reunidos hasta conseguir este fic, que si bien no tiene muchos comentarios es uno de mis favoritos, lo quiero y espero que ustedes le hayan tomado el mismo cariño que yo. 

Aquí se nos acaba el viaje, la noche no dura para siempre <3

 

Jason despertó con el brazo de Richard Grayson sobre la cara.

No le molesta, es inusual para él compartir la cama, ni siquiera sus mejores amigos Kori y Roy se quedaron, ni siquiera los escasos encuentros sexuales que son casi inexistentes; apartó suavemente aquel miembro y se quedó contemplando al chico azabache mientras dormía, quizás hasta le hubiese parecido perturbador en otro momento, sin embargo la sorpresa le puede más que la razón, más que ser un poco morboso con el chico que babea la almohada a su lado y parece tan…inocente.

Aún no comprende cómo eso puede ser real y no producto del sedante o algún fuerte golpe recibido durante la batalla. Quizás esté muerto, tal vez ha llegado al cielo sin saberlo aunque sabe que tiene garantizado el profundo infierno.

Todo fue tan irreal, la velada, las risas compartidas entre todos ellos e incluso sus sentimientos. Fue como una película, un sueño.

Cenaron, obviamente, Alfred preparó los más deliciosos manjares y todos se atiborraron de tanta comida que quedaron durante varios minutos laxos en las sillas, bebiendo vino los mayores mientras Damian refunfuñaba acerca de que él no era tan pequeño y que ya había probado alcohol con su madre, a nadie le gustó ese tema en particular, Tim le replicó que ahora estaban con Bruce, Jason discretamente lo dejaba beber de su copa cuando nadie miraba aunque tenía la muy ligera sospecha de que Clark estaba atento a esa inusual camaradería y la dejaba pasar. ¿Cuántas veces se habían llevado tan bien?

Hubo besos, claramente, ¿dónde estarían ellos si sus bocas no hubiesen estado tan ansiosas de encontrarse? Una colisión que envió estremecimientos por todo su cuerpo y despertó algo que creía dormido.

No va a decir que se enamoró inmediatamente de Richard Grayson, en absoluto, él tuvo su flechazo por Bruce Wayne durante todos esos años incluso tras volver del más allá, sin embargo Dick se le había metido bajo la piel, como cuando se queda dormido, vas cayendo despacio sin sospecharlo y de repente abres los ojos para darte cuenta que ha amanecido, que brilla el sol.

También hubo una breve discusión cuando Bruce Wayne y Clark Kent se besaron bajo el muérdago.

Jason creyó que dolería más.

Sólo fue ese estrujar en su pecho, la sensación de que perdió algo valioso y ahora flota a la deriva, aferrándose a algo diferente y no malo. Dick no era su plato de segunda mesa, era una nueva oportunidad que el destino o Santa Claus le daba.

“¿Estás bien? No sabía lo tuyo con Richard…”

Richard, Bruce no llamaba a Dick Richard desde hace bastante tiempo. Jay ni siquiera podía recordarlo o quizás no había estado pululando por allí el tiempo suficiente para notarlo.

“Estoy intentando, B, ya sabes, año nuevo y vida nueva”

Kent podría fácilmente estar escuchando así que sólo le lanzó una significativa mirada al millonario, cuyos ojos estaban embargados de un curioso sentimiento, algo brillante y al mismo tiempo oscuro.

“Me haces sentir orgulloso, Jason, no te lo digo jamás, tenemos demasiadas diferencias. Pero estoy orgulloso del hombre que eres, dedicado y leal, independientemente si sales o no con Dick. Te amo.”

Algo dentro de él se rompió, pequeños pedazos afilados rasgando bajo su piel lastimada, causándole un nudo incómodo en la garganta y un picor molesto en sus ojos. No supo por qué pero sintió al mismo tiempo el deseo de llorar y reír, burlarse aunque Bruce estaba siendo sincero, amable. Ese padre que durante tanto tiempo necesitó, cuando fue adolescente, cuando estuvo perdido e incluso mientras agonizaba en aquella abandonada bodega al otro lado del mundo. Lo que hubiera dado por oírle.

Esas simples palabras podrían haber cambiado muchas cosas. Antes, cuando sólo lo necesitaba a él.

Ahora sólo dolían, se sentían frías e insensibles, como si estuviera comiendo cenizas.

“Te tardaste bastante, ¿sabes? Dile a Damian, lo necesita…”

Es muy tarde para mí. Quiso agregar pero recordó las festividades, el buen ambiente compartido y sólo dio una palmadita sobre la amplia espalda del patriarca, animándolo también a unirse.

No era momento de revisar viejas heridas.

“Me gustaría arreglar nuestra relación, Bruce, pero creo que tenemos personas importantes esperando”

Y no cometería el mismo error nuevamente.

Si bien estaba atado a ese excéntrico hombre bastante dañado y roto, quería iniciar desde cero, quería darle a Dick Grayson algo más que las sobras, quería ser algo más que un resucitado sin rumbo ni razón.

“Claro hijo, hay villancicos”

Y vaya que cantaron. Desafinados, a veces equivocándose, pues los murciélagos al parecer no conocen bien las canciones navideñas pese haberlas escuchado, sin embargo se divirtieron como nunca, Jason atesoraría esa hermosa noche por el resto de su existencia, la volvería su favorita y si algún día debía marcharse nuevamente la evocaría, aferrándose a ella, al calor que le hacía sentir.

— ¿Jay? ¿Ya amaneció?

Las gruesas cortinas estaban corridas y aun así dejaban entrar ligeros vestigios del amanecer imponente al otro lado de la ventana. Dick sólo se frotaba el rostro con las almohadas, boca abajo, acurrucado contra su cuerpo como si fuese a desaparecer si acaso le soltaba.

—Sí, no sé qué hora sea pero ya salió el sol…

Grayson volvió a gemir, estirando su flexible cuerpo, acurrucándose, dejando aún más revuelto su oscuro cabello que para el momento ya llevaba un poco largo. Jason pronto le encontró placer a pasar los dedos entre este, jugándolo.

— ¿Quieres ir a ver los regalos?

— ¿Qué no ya tengo el mío aquí?

Richard rio, iluminando toda la habitación con ello e incorporándose lo suficiente para que ambos quedaran cara a cara. Obviamente no tuvieron sexo la noche anterior, no tan agotado como Jay se encontraba tras los festejos y la paliza, mucho menos no con Kent pudiendo escucharlos mientras retozaban, pero decidieron que sería bueno dormir juntos. Dick lo decidió, Jason se limitó a observarlo desvestirse mientras él dormía casi en pijama completa.

No era lo usual, disfrutaba estar desnudo entre las sábanas, tampoco era el más pudoroso con otros chicos alrededor, no tras Roy y sus intentos de quemarlo en la ducha al menos. Pero no quería hacer notar su entusiasmo, o más bien el entusiasmo de cierta parte bastante al sur que punzaba nada más ver la maravillosa figura ante él, la deliciosa piel pálida para marcar o chupar.

Sí, Bruce Wayne era su amor platónico, pero Richard Grayson era el sueño húmedo de casi media Gotham e incluso otros cuantos planetas.

Verlo rodar sobre la cama con las sábanas delineando el perfecto contorno…era algo para lo que ningún pobre mortal estaba cien por ciento preparado.

—Entonces, ¿quieres tu regalo, Jay?

Sobre todo le encantaba la manera en que podía comportarse, tan inocente y al mismo tiempo morboso.

— ¿Con Kent escuchando desde el otro cuarto?

Richard rio, trazando formas sobre su clavícula desnuda, allí donde ni las vendas que le hacían parecer una maldita momia o el pijama alcanzaban a cubrir, ese mismo sitio donde horas antes le marcó justo bajo el Muérdago.

—No seas tan pervertido, Jaybird, yo sólo decía darte caricias y besos.

—Vale, las acepto— Jason fingió resignación. —Nuestra relación será algo aburrida, ¿no te parece? Pero prometo respetar tu honor…o el poco que te quede.

Obtuvo como respuesta una significativa mirada mientras el muchacho descendía, besando el torneado abdomen algo magullado, deteniéndose sobre sus costillas apaleadas para darle unos cuantos besitos en lo que sus manos hábiles abrían el pantalón e iban liberándolo de este.
— ¿Dick?

—Nunca dije dónde iban esos besos o caricias, ¿verdad, hermanito?

Ni siquiera pudo reprimir la amplia sonrisa.

—Y dices que yo soy el pervertido.

 

 

[…………………………………………………]

 

Bruce Wayne se movió inquieto por la habitación, Clark sólo podía observarlo desde la cama que habían compartido esa mágica noche. Aún se sentía como caminando entre nubes nada más de imaginarse a todos como una enorme familia.

—En serio, vas a hacer un hoyo allí y Alfred se enfadará con ambos.

Entonces el murciélago se detuvo, esbozando lo que parecía ser el fantasma de una sonrisa que no iluminó sus ojos tormentosos. Clark estaba familiarizado con el gesto, lo odiaba y lo conocía, durante años fue la máscara imperturbable del playboy incluso estando entre amigos cercanos.

—Dime, ¿qué te preocupa?

—Dick y Jason iniciaron una relación…hoy me parece, Dick no me había contado y él suele ser malo guardando secretos. — Clark enarcó una ceja, no comprendiendo qué tenía de malo. Sí, eran hermanos pero no de sangre. —Jay está muy roto emocionalmente hablando, nunca le he conocido una pareja estable, con los Outlaws la cosa era distinta. ¿Y si Dick lo hiere? No quiero pasar por lo mismo otra vez…

Sí, Jason había tenido una época oscura de venganza, dolor y violencia, recientemente encontraba la calma, la extraña estabilidad que sólo proporcionaba luchar contra el crimen en una oscura ciudad.

Incluso el reportero se encontraba escéptico sobre su progresivo cambio, esperando verle recaer, volver a Arkhan convertido en el peor villano, rompiéndole así el corazón a Bruce. Pero su murciélago confiaba, tenía fe.

—Una vez me dijiste que tú creías, no en Red Hood ni sus forajidos, sino en el Jason Todd del futuro, ese hombre leal oculto bajo toda la hostilidad y rencor. Creo que estará bien, quizás lo necesita, un novio, un chico bueno como Dick siendo su consciencia.

—Él no es bueno, le rompió el corazón a Bárbara, tuvo problemas con Kori y recién ha terminado con otra chica. ¿Qué pasa si Jason sólo es uno más de la larga lista? ¿Y si le rompe el corazón?

Al hombre de acero aún le sorprendía cuan fieramente sobreprotector resultaba ser su pareja, más aún, le fascinaba notar que Todd, contrario a lo que este pensaba, era el consentido, aquel que Bruce intentaba tratar con guantes de seda como si fuese algo realmente preciado y frágil.

—Amor, los corazones se rompen, las personas se van…la vida continua. No seas tan fatalista, te dará un infarto, bien podrían terminar juntos para el resto de sus vidas, incluso casados, ¿lo imaginas?

Bruce podía imaginarlo, podía sentirlo y también un doloroso apretón en la boca del estómago, el estrujar helado en su pecho, la culposa sensación le hizo apartar la mirada, mirar hacia afuera donde la nieve continuaba cayendo. Los cristales parecían no existir realmente.

—Sólo quiero que Jason sea feliz…

Clark se levantó entonces, rodeándolo con sus fuertes brazos, acariciando el cuerpo perfecto del millonario que estaba envuelto apenas en la delgada bata. Miles de eróticas imágenes pasaron por su mente y fueron prontamente descartadas. No siendo ese ni el momento preciso ni el lugar, aunque nadie podría verlos ni tampoco molestarlos, él aún quería la mañana familiar que le prometió el otro.

—Lo es, anoche fue feliz, lo pude ver con mis propios ojos y todo gracias a ustedes, a Tim, a Dick, a ti y a Dami incluso.

—Debes darte crédito, Martha y tú fueron un complemento adecuado. Jamás les he tenido bajo el mismo techo sin que se rompa algo o destruyan media mansión.

Sonrió besándolo, saboreando la tersa boca que se abría para él como una flor ante el sol naciente del amanecer. Bruce era exquisito, su piel tan pálida y tan recubierta de cicatrices, recordándole la vulnerabilidad de la vida humana, cuan finito resultaba. Como polvo que vuelve al polvo entre sus dedos, escapándose a cada pequeño respiro.

—No, no, fue cosa tuya, siempre es cosa de Batman.

Y este sonrió, con los ojos tormentosos fijos en los celestes ajenos, girándose lo suficiente para rodearle el cuello, atrayéndole tan cerca que sus alientos se volvieron uno y pronto el deseo revivió entre los dos como si nunca antes se hubieran tocado o besado.

—Tal vez debamos salir, tu madre…

—Mi madre sabe que voy a casarme contigo, cuando me des el sí, por supuesto, mientras tanto planeo tener algunas “Luna de miel” adelantadas, mi querido señor Wayne.

Hay una risa compartida, chispas en sus miradas que incendian la habitación. Al besarse nuevamente Superman y Barman saben que pueden enfrentar lo que vengan, desde el corazón roto de sus hijos hasta invasiones alienígena, ahora están juntos y seguirán estándolo por los años, días o siglos que vengan.

 

 

Fin

Notas finales:

Con mucho amor para mis lindos lectores, a Zarite que siempre comenta y no sé porqué hoy no ha aparecido por este (?)
A May, mi vida, mi amor, sé que me vas a matar y poner algún epitafio genial en mi tumba (??)



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