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Relatos de una antigua alumna enamorada por MissWriterZK

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Notas del capitulo:

Este capítulo es algo más corto, pero es indispensable para continuar con su relación un tanto complicada. Espero que lo disfruten.

Ella me miró con dulzura y pensativa, besando mi mejilla tiernamente. Después de haber estado organizando sus ideas y recuerdos por un par de minutos, suspiró con decisión y comenzó a hacer una de las cosas que más amaba. Empezó a explicarme con su humor y entusiasmo característico.

—Sé que mi historia no tiene nada interesante como tú y que tampoco tiene ningún elemento trágico o sentimental.

—Saliendo por tus labios, cualquier verdad universal obtiene algo interesante y nuevo para mí.

—De acuerdo. Tú ganas. Bueno, creo que comenzaré por mis padres, son un matrimonio normal, con sus peleas y aficiones. Mi madre es médica y mi padre, abogado y viven en una casa modesta en otro Estado. Soy la mayor de tres hermanos, mi hermana pequeña es enfermera y mi hermano está terminando los estudios de arquitectura.

—¿Tenías claro que ibas a estudiar Historia?

—No, de hecho, iba a estudiar Medicina como mi madre, pero el mismo día que fui a rellenar la matrícula universitaria, no me imaginé como médica, sino como profesora de Historia. Siempre me apasionó la Historia, pero nunca la vi como algo a lo que dedicarme hasta ese día.

—¿Qué dijo tu madre?

—Se tiró todo el verano sin hablarme. Pero luego me dijo que se sentía orgullosa al haber tomado mi propia decisión sin dejarme influenciar por nadie.

—Fuiste valiente al oponerte a la voluntad de tu madre. —halagué colocando uno de sus suaves mechones tras su oído.

—Realmente era una joven aventurera, llena de energía y con ganas de comerme el mundo. Fui el prodigio de mi promoción y la única en aprobar las oposiciones a la primera. Estos últimos años he estado gozando de una buena suerte increíble, temo que se acabe.

—Scarlett, tú eres el motivo de tu buena suerte y, sé que suena tan cursi que es probable que antes de terminar la oración, vomite arcoíris. Puedes estar tranquila, si estamos juntas, superaremos cualquier cosa. Te apoyaré y seré tu guía, tanto e incluso más de lo que has hecho tú por mí.

—Eres un amor… —susurró contra mi oído, antes de besarme con sus labios y embriagarme con su potente afrodisiaco.

—¿Cómo he podido vivir estos dos años sin ti? —hablaba apasionadamente entre besos, a unos pocos milímetros de sus labios.

—Esa es la pregunta que me estaba haciendo. Estamos sincronizadas.

—Bueno, la sincronización no es nada nuevo. Yo terminaba todas tus oraciones antes que tú y seguía tus explicaciones cuando me mirabas de esa forma que me pone tanto.

—¿De qué forma te miraba? —me estaba poniendo a prueba y lo estaba disfrutando.

—Con esa misma intensidad y travesura. Justo así.

—Interesante, así que te pongo con solo una mirada. Me pregunto qué pasará si hago esto. —ronroneó antes de besar todo mi cuello y morder una zona próxima a la clavícula.

—¿Acaso no me has marcado suficiente?

—Nunca hay suficientes marcas de amor y sé que adoras sentir mis dientes contra tu piel. No puedes evitarlo, eres masoquista. —sonreía mientras decía todo eso sin cortarse ni un pelo.

—Scarlett, por estas fechas tendrías que estar corrigiendo los finales, si no me equivoco. Sé que odias corregir, así que te echaré una mano.

—¿Harías eso por mí?

—Por ti iría al fin del mundo y, además, no me cuesta nada. Salgo ganando, repaso y aprendo criterios de corrección.

—Hay un pequeño problema.

—Lo sé, la carpeta de los exámenes está en tu apartamento. No has traído nada más que tu bolso de mano.

—Si mal no recuerdo, la profesora de filosofía dijo que no eras nada observadora. Parece que se equivocaba.

—Bueno, ni se equivocaba ni acertaba. Solo presto atención a lo que realmente me interesa y quien más me interesa, eres tú. Así que nada se escapa a mis sentidos si tiene que ver contigo. —confesé con una sonrisa ladeada ante su expresión complicada.

—Una cosa más, vamos a trabajar, no a lo que tú sabes.

—Yo sé muchas cosas, pero ahora mismo no caigo en ello. —picaba con una voz pícara y sensual, recorriendo la suavidad de su mejilla con mis dedos y deteniéndome una vez que había alzado su mentón—. Dime… ¿qué es lo que sé tan bien? Si respondes con sinceridad, te besaré de una forma que no has experimentado todavía.

«Esto no es justo. ¡No puede retarme con su cara a centímetros de la mía! ¡Y mucho menos empleando la voz más sensual que tiene…!» pensaba mordiendo su labio inferior.

—Vamos a trabajar, no a hacer el amor.

—Has fastidiado la rima, pero aquí tienes tu recompensa. Te besaré de una forma en la que sentirás como te derrites ante mi lengua… —reí divertida, aproximándome a sus labios temblorosos y deseosos con una lentitud tortuosa.

La besé con mi técnica secreta, pero no desde el inicio, sino que fui subiendo la intensidad del beso, al mismo tiempo que subía la temperatura y la excitación de su cuerpo. Mis manos recorrían, presionaban y arañaban con suavidad sus zonas más sensibles y mi boca no se limitaba a encajar con la suya; mi lengua exploraba el territorio, inclinaba mi cabeza para cambiar de ángulo, mordisqueaba su labio y lo estiraba con una pasión y fogosidad inimaginable, me adaptaba a su ritmo y al mismo tiempo, me volvía salvaje, manteniendo la dulzura.

Ella respondía tan bien a mis caricias que parecíamos una pareja junta desde hace siglos, experta en sus cuerpos y que, entre ambas, formaban un corazón. Temblaba, se estremecía, suspiraba y emitía unos sugerentes gemidos que se ahogaban en mi garganta. Era una experta para hacerle perder la cordura.

Después de varios minutos me separé de ella en contra de nuestra voluntad, ella gruñó molesta y yo sonreí con cara de niña buena. Scarlett estaba tan jadeante y excitada que supuse que, si en ese mismo momento rozaba su piel, gemiría brutalmente. Y no me equivocaba, llevé mis labios a su cuello y lo besé, maravillándome de su perfume y sabor y, el gemido no se hizo de rogar.

—Parece que alguien está muy sensible… —me burlé con una mirada ensombrecida por la pasión.

—¡¿Quién no lo estaría después de ser besado de esa forma?!

—Te has mojado, y mucho, reconócelo. —bromeé levantándome del sillón y arreglando mi ropa.

—¿Qué me dirías si dijera que sí? —me jaló por la muñeca, se levantó y me estampó contra la pared, otra vez.

Ahora ella era la cazadora y yo la presa, esa respuesta no fue lo que esperaba. No esperaba tanta honestidad de su parte y tampoco que tuviera una parte tan vengativa. Decidí relajarme y cerrar mis ojos para disfrutar de las sensaciones tan contradictorias que me iba a regalar.

—Has sido una niña muy mala. —regañaba en una especie de juego de rol, mientras me tapaba los ojos con una de sus manos y arañaba todo mi cuerpo con su manicura algo larga, perfecta en forma de advertencia, antes de azotarme con fuerza. Siempre soñé con que me arañara.

—¡No! —gemí en contra de mi voluntad.

—¿No has sido una niña mala?

—He sido tan buena que te he excitado con un beso…

—Será mejor que cerremos esa boca mentirosa. —susurró antes de besarme—. ¿Quién ha sido muy mala? —volvió a preguntar con una voz erótica, al mismo tiempo que tiraba de mi cabello con algo de fuerza.

—Yo, yo he sido muy mala.

—Sí que lo has sido. Por ello, ¿qué debes rogar?

Lo llevaba claro si quería una disculpa por algo tan bueno como excitarla en sobremanera.

—¡Te imploro que me castigues! Asegúrate de que no vuelva a hacer nada malo. —acababa de devolverle la jugada—. Ah, y, por cierto, quiero que digas esa palabra.

—Yo no digo obscenidades.

—¡¿Qué?! Perdona, no te he escuchado bien. Debo recordarte todo lo que has dicho esta mañana.

—Jamás conseguirás que diga ese verbo.

—¿Me estás retando?

—Sí, es un reto.

—Sabes que nunca pierdo, ¿no?

—Perderás.

—No lo haré.

—Ya lo veremos…

Notas finales:

¿Quién ganará? Empiezan las apuestas, queridos lectores. Pueden ir pasando al casino y elegir sus fichas XD. ¿Alguna sugerencia?


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