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Butterflies por CaedesDarkParadaise

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Notas del capitulo:

Siento haber tardado tanto tiempo. Espero que me perdonéis y disfrutéis de este capitulo nuevo. A más tardar mañana o esta noche os daré el epilogo. Besos.

Luna Lovegood sintió que unas manos tiraban de su cuerpo. Eran dos muchachos, altos y desgarbados. No podía distinguirlos bien por el humo, que se extendía peor que la pólvora, pero sintió una punzada de miedo extenderse por su cuerpo.

- Dejadme, por favor, no os querré si no sois ella.- suplicó intentando soltar sus brazos.- Yo ya amo a alguien.

- Vaya, vaya, Lovegood, esa declaración va en serio.- la voz resultó conocida para Luna, luego otra voz acompañó a la primera e hizo que su boca diera un tirón involuntario de sonrisa.- No tengas miedo, somos nosotros. Perdón que te hayamos asustado, pero queríamos ayudaros a escapar. Tanto Ron, Harry, Hermione y Neville desaparecieron cuando lo intentamos así que te cogimos a ti.

- George, Fred...- murmuró Luna al reconocerlos. Les dio un gran abrazo de oso.- Gracias. No hubiera podido correr con estos tacones.

Miró sus pies adoloridos haciendo una mueca.

- Hubieras roto tu tobillo.- George se puso de espaldas y la ayudo a subirse a ella.- Tendremos que ayudar a los otros, ¿verdad, hermano?

- Tú lo has dicho, George, dentro de unas cuatro o cinco horas...- los dos se miraron pícaramente.- No veremos a Ron con la misma cara.

George gimió. Luna no se enteraba de la conversación. Ambos parecían tener un secreto bien guardado. Tenía la sensación de que no era algo que la beneficiara, sin embargo no dudaba que la protegerían. Luna vio que la encaminaban a una de las salas de desuso, se detuvieron y sacando sus varitas dieron un toque a la puerta. Esta se abrió automáticamente. Para cuando entraron los ojos de Luna se alzaron emocionados. Había una cantidad excesiva de artículos de broma y la habían decorado de tal manera que parecía una sección de Sortilegios Weasley.

- ¿Cómo...?

- Guardanos el secreto, Lovegood.- Fred le cerró la boca con un dedo.- Esta es una habitación secreta hecha por y para nosotros dentro del castillo. Nadie la conoce, excepto nuestros maestros los merodeadores y tú.- Luna estaba impresionada.- Sabemos que estás triste, así que queríamos animarte un poco esta noche.- George le dio un codazo en las costillas.- Y pedirte...uhm...pedirte que nos perdones por lo que hemos hecho.

Luna los miró preocupada.

- ¿De que estáis hablando?

No pudo seguir porque un estruendo horrible hizo explotar la puerta secreta. Todos pegaron un grito. ¡Por merlín! Luna sacó su varita, asustada. George gritaba, Fred protegía a Luna, pero nadie esperaba lo que iba a pasar. Ni siquiera ella misma. Entre el humo y los destrozos apareció una figura curvilínea que Luna no reconoció inmediatamente. Los brazos de Fred le ocultaban la vista, pero un olor a lavanda hizo que levantara la cabeza.

- ¡Sois unos malditos Gryffindors!

"Esa voz"- pensó Luna con su corazón palpitando a cien por minuto.- "No puede ser."

- Oh, mierda.

George gruñó.

- ¡Os habéis atrevido a secuestrarla en mi presencia! ¡Voy a hechizar vuestros estúpidos traseros!

Era Daphne Greengrass.

Tan elegante, imponente y furiosa. Jamás la había visto más hermosa.

- ¿Que ocurre Fred, George?- Luna estaba aturdida. Daphne gruñó y dando dos zancadas tiró de su brazo apartándola de Fred.- ¿Greengrass?

- Daphne para ti, preciosa.- murmuró en su oído tomándola de la cintura. Luna se estremeció y sus mejillas se sonrojaron- ¿¡Y vosotros, estúpidos, no creáis que huiréis sin pagar!?

Los gemelos, que estaban escurriéndose por algún lado, se miraron culpables el uno al otro.

- ¿Cómo se ha enterado del lugar?

- Os seguí, idiotas.

Ellos se resignaron.

- Sentimos lo que te hemos hecho, Luna.

- ¿Que habéis hecho? No entiendo.

George suspiró. Y Fred comenzó a hablar.

- Teniamos el conocimiento de que Greengrass iba a buscarte cuando el humo apareció.- dijo el segundo con una mueca.- Habíamos estado observando y espiando a los slytherin del grupito de Malfoy varios días. Nosotros ya sabíamos desde un principio que pensaban secuestraros.

Luna abrió los ojos, impresionada y se separó de Daphne, pero esta se lo impidió.

- ¿¡Secuestrarnos!? ¿Y lo sabíais y no nos dijisteis nada?

- Si sus intenciones hubieran sido malas, sí.- reveló George.- Sin embargo también conocíamos el hecho de que ellos estaban muertos de amor por vosotros.

¿Muertos de amor?

Luna se sonrojo aún más y su cabeza se agachó mientras Daphne hacía una mueca.

- Lo cual intuimos porque no dejaban de seguiros como unos cachorritos. Y al fin y al cabo, ese era vuestro plan.

Aunque había algo que no le cuadraba a Luna.

- ¿Y porque me separasteis a mi del grupo precisamente?

Se volvieron a mirar el uno al otro y Daphne volvió a apuntarlos con la varita.

- ¡Hablad!

- Le debíamos una Greengrass.

Greengrass bufó.

- Malditos Weasley.- masculló.- Son unas comadrejas rencorosas.

Fred gruñó.

- En sexto año estábamos perdidamente...

-...y también estúpidamente.- añadió George con una sonrisa.

Luna evitaba mirar a Daphne a toda costa, cosa que a ella no le gustaba.

- Si, bueno, eso también.- dijo poniendo los ojos en blanco.- Estaba enamoradísimo de Adrian y George de Terrence. Nosotros aún no estábamos preparados para confesarnos, así que tu querida Daphne por alguna razón se enteró y nos estuvo haciendo chantaje.

Los ojos de Luna se dispararon hacia Daphne que gruñía y maldecía a la vez.

- ¿Que tipo de chantaje?- tragó en seco.

- Quería fotos de ti, información, incluso pertenencias.- reveló sin miramientos.

A Luna le dio un vuelco el estomago. ¿Que clase de persona era Daphne Greengrass?

- ¿Cómo...?- A Luna se le empaño la mirada cuando un pensamiento se le cruzó por la cabeza.- ¿Os acercasteis a mi por eso? ¿No sois amigos míos?

Los rostros de Fred y George empalidecieron de golpe. Como un rayo, se abalanzaron sobre Luna empujando a su vez a Daphne, que gritó con furia. Luna se vio rodeada por sus brazos cálidos y sus lágrimas cayeron furiosamente.

- ¡La habéis hecho llorar, estúpidos!

- No pienses eso, Lovegood.- A Fred se le quebró la voz.- Jamás haríamos algo que te hiciera daño. Ni siquiera ahora cuando pensábamos darte dulces y preparar bromas contigo mientras esperábamos cabrear a Greengrass el doble.

- Incluso resignarnos a escuchar sobre los Snorkack de cuernos arrugados.- terminó George tomándola del rostro y limpiando sus lágrimas.- Tu ya eres una hermana para nosotros, lunática.

Luna rió dulcemente arruinando su maquillaje y eso fue todo lo que Daphne pudo soportar.

- ¡No la toquéis!

Los apartó a ambos de un manotazo y sostuvo a Luna en sus brazos.

- No seas tan posesiva, Greengrass.- se quejó Fred.

- ¿Le distéis a Greengrass algo que me perteneciera?

- Daphne.- repitió Greengrass mirándola severamente.

- Daphne.- susurró en voz baja.

- Si, bueno...- Ella los miró, advirtiéndolos. Pero ninguno le tenía miedo.- Unas cuantas fotos y esas espectrogafas rosas que usabas antes.

- No puede ser.- boqueó, sorprendida. Daphne apartó la mirada.- Creí que las habían robado los Nargles.

- Fuimos nosotros.- dijeron avergonzados.- Después de eso, no lo volvimos a hacer. Nos sentimos muy mal así que dijimos aquí se acabó y cortamos relación con Greengrass aunque eso supusiera revelar que amábamos a Adrian.- y George añadió.- y Terrence.

- Eso es bueno saberlo.- Luna se giró hacia las figuras de la puerta. Repentinamente recordó las caras de los antiguos alumnos de Slytherin, Adrian Pucey y Terrence Higgs. No eran hombres muy guapos, eran demasiado serios, demasiado fríos o eso parecían, pero Luna nunca juzgaba el carácter de nadie por la primera impresión. A pesar de todo, y para gran sorpresa del grupo, se habían enamorado de los gemelos Weasley, las personas menos serias del mundo. Daphne bufó más audiblemente, y se adelanto a ellos.

- ¡Ahí los tenéis!- los ofreció Daphne abriendo los brazos.- ¿No los estabais buscando?

- ¡Nos has vendido, bruja!

- ¡George!- la voz de Terrence Higgs la hizo estremecerse.- ¡Ya he esperado suficiente! ¡Hoy vienes conmigo, si o si!

Terrence caminó a zancadas hasta George, que por un extraña razón empezó a sonreír, y Fred escondía su risa tras su mano.

- No te creas que te has librado, Freddy.- murmuró Adrian muy bajo y amenazante, tan bajo que aunque Luna estaba a dos metros de él, le escuchó. Sintiendo un escalofrío en su columna vertebral tuvo que acurrucarse en el pecho de Daphne. Ella la recibió con un beso en la frente.

- Te estaba esperando, Pucey.- lo saludó Fred de vuelta.

- No me vengas con esas, Fred. Y no te creas que no he visto lo que llevas puesto.- masculló Adrian lanzando una mirada de disgusto a esos pequeños pantalones y su pecho expuesto.- A saber que maldades habéis estado haciendo.

- Nada bueno para nosotros, seguro.- le devolvió Terrence. Ellos asintieron a la vez y tomando a sus correspondientes novios por la cintura los cargaron como sacos de patatas. Con cada uno al hombro abandonaron la habitación ya no tan secreta no sin antes decir "¡Perdónanos, Luna!"

"Estáis perdonados"- dijo Luna en su mente. Sabia que los gemelos estaban muy arrepentidos. Y también estaba feliz porque ellos habían demostrado que la querían como amiga y no se habían acercado a ella por un chantaje.

- ¿Que tienes en esa cabecita, Lovegood?- el susurró de Daphne hizo que se sonrojara de golpe. Ella agarró un mechón rizado de su pelo y jugó con él enredándolo en su dedo.- Me has estado volviendo loca, Lovegood y eso no será nada bueno para ti...o sí.

Luna jadeó.

- Me tienes que dar unas cuántas explicaciones, Daphne.

- Lo haré, aunque no ahora.- Daphne echó hacía atrás su cabello rubio.- No te sonrojes más o será peor.- Sin embargo Luna no pudo evitarlo. Y los ojos verdes de Daphne se volvieron negros.- Es hora de irnos.

De repente su brazo fue apresado y las dos empezaron a moverse por el castillo.

- ¿A donde me llevas?- preguntó con urgencia e intentando no matarse en el camino con sus zapatos.

- A donde debiste estar desde el principio.- le dijo Daphne apurando más sus piernas.- En mi cama.

A Luna se le vino el mundo encima.

¿Solo la quería para eso?

Cuando Daphne se percató de que Luna no avanzaba, se detuvo.

- ¿Porque estas triste, pequeña?- sus ojos azules se habían vuelto llorosos. Le tocó la mejilla.- ¿He dicho algo mal?

- No quiero ir contigo.

A Daphne se le vino el mundo encima.

- ¿Co-como dices?- Nadie, nunca, había conseguido que perdiera los nervios, excepto Luna. Y que no la quisiera, como intuía cuando la miraba, le estaba rompiendo el alma.- ¿Por-porque no, Luna?

A Luna se le acongojó el corazón.

- No puedo.- murmuró.- Tu solo quieres acostarte conmigo. ¡Pues yo no!

Daphne retrocedió algo asombrada porque Luna, la tranquila y tierna Ravenclaw, le gritara.

- ¡Yo no soy esa clase de mujer! Yo...yo te quiero, Daphne.

Ya está. Lo había liberado.

- Luna...- susurró Daphne, conmovida.- Que idiota he sido.

Y la slytherin estampó sus labios contra los de Luna. Fue como si hubiera pisado el cielo y nada la pudiera sacar de ahí. Luna le devolvió el beso tiernamente, poco a poco, y Daphne la instó a profundizarlo de manera apasionada. Lovegood gimió bajito.

- No te quiero solo para eso.- susurró Daphne sin aliento.- Jamás serás solo eso.

Entonces Luna supo que podía entregarse a Daphne sin fisuras ni impedimentos.

Ella sería suya.

- Vamos.- susurró Luna tomando su mano y guiándola a las mazmorras.

Y ella se dejo guiar. Parecía complacida de que Luna hubiera tomado la iniciativa, que hubiera confiado en su palabra y que no esperara que le hiciera daño, pues nunca lo permitiría si estaba en su mano que así no sucediera. Cuando llegaron a Slytherin lo hicieron completamente en silencio. Ninguna habló. No hacía falta pues esa noche sus cuerpos hablarían por ellas. Daphne abrió la puerta, despacio, sintiendo el aliento caliente de Luna en la nuca y sus brazos delgados rodeando su cintura. Luna contuvo las dudas y cedió a sus deseos permitiendo que Daphne la tomara entre sus brazos y la encerrara en ellas como vigas de hierro.

- Oh, Luna.- susurró en su oído.- Te he deseado tanto tiempo.

- Y yo...

No encontraba las palabras para demostrarle la tortura mental que había pasado.

- No hables.- le impidió.

Volvió a besarla, acariciando todo su cuerpo, rozando sus brazos suaves y delicados con las yemas de sus dedos. Recorriendola de pies a cabeza, sin dejar de saborear cada parte de su cuerpo, no podía dejar de mirarla, porque si lo hacía llegaría a pensar que todo era un sueño y se despertaría de nuevo, sola y triste, en su habitación. Las manos de Luna se aventuraron a desabrochar los botones de su camisa, y hambrienta miró sus pechos con deseo. Daphne hizo lo mismo, rasgando de golpe su vestido de cuero.

- ¡No!

La miró con disgusto.

- Ya era hora de que arrancara ese trapo de ti.- gruñó Daphne tirando del último trozo.- Otro vestido ridículo más, amor, y no sé de lo que seré capaz.

Luna no cabía en sí.

¿Desde cuando Daphne ha dejado de ser la fría e indiferente slytherin a ser la posesiva mujer con la sangre mas caliente del mundo?

No sabía por qué, pero no pudo más que adorarla en ese momento.

Luna se separó de ella y se deshizo de sus zapatos. Greengrass se tumbó encima de la cama deleitándose con la vista que daba de su cuerpo semidesnudo. Mirándola con una pasión desgarradora, la tomó de las caderas y la echó sobre ella sin dejar de besarla.

- Daphne.- gimió.

Y Daphne gimió al escucharla sintiendo su interior humedecerse con fuerza. Las sensaciones que Luna estaba descubriendo eran indescriptibles, nada de lo que pudo haber imaginado estaba sucediendo. Aquello tan dulce, como era hacer el amor, no era algo que se pudiera aprender de los libros. No. La única forma de sentirlo era probandolo en propias carnes. Luna ayudó a Daphne a quitarse la ropa lentamente y cuando quitó la última capa se vieron mutuamente desnudas.

- Eres hermosa.- dijo Luna, atontada y maravillada.

- Y tú eres un ser de otro mundo, Luna.

No apartaron sus bocas ni siquiera en el momento que Daphne les dio la vuelta encajando sus cuerpos. Poco a poco fue buscando el centro de su placer con sus dedos, tocando, rozándola en los lugares correctos y oyendo con placer como ella respondía con gemidos y pequeños gritos. Hundía sus dedos en su interior con tanta intensidad que casi olvidó su nombre.

- ¡Merlín, Daphne!

- No dejes de decir mi nombre.- murmuró mordiendo su hombro.- Te voy a enseñar a quién perteneces, pequeña, no me ha gustado nada el numerito que hicisteis tú y tus estúpidos amigos.

Besó sus pechos con mimo, la saboreó de tal manera que no quedó ningún rincón de su anatomía que no conociera. Luna se deshizo en sus manos. Daphne le proporcionó placer y le enseñó a dárselo, y Luna aprendió rápido porque no era un muchacha tonta. El sentir a Daphne hundirse en la pasión y dejar que ella fuera la que se lo provocara dio a Luna cierto deleite. Amaba y era amada.

¿Que más podía pedir?

- No pares, Luna.- jadeó Daphne justo al borde.- ¡Merlín! ¿Quién iba a decirlo?

- No soy ninguna ingenua.- sonrió con lascivia.

Luna no dejo de probarla con su lengua hasta llevarla a la locura.

- Harás mucho esto.- le dijo Daphne con los miembros laxos y abrazándola posesivamente.- Básicamente el resto de tu vida.

La Ravenclaw solo pudo reírse.

Eran las cinco de la mañana y apenas habían terminado de amarse. Ambas estaban satisfechas, con las sabanas revueltas y no podían dejar de observarse. Habían hecho el amor, hablado, reído, pero principalmente hecho el amor. ¿Cómo iba a poder vivir Luna sin ella? La respuesta era fácil: No podía.

- ¿Porque siempre eras tan indiferente conmigo?

- No lo era.- bufó Daphne besando sus manos una a una.- He estado detrás de ti desde que llegaste a Hogwarts.

- Era una niña.- replicó Luna conteniendo un gemido.

- Mucho he tardado.

- Además, parecía que me odiabas.

Daphne suspiró.

- No lo hacía.- le explicó sentándose en la cama.- Mira Luna, nunca he sabido demostrar mis sentimientos. Nací en una familia que no lo hacía. ¡Por merlín! Si tuve que recurrir a las comadrejas esas para saber de ti, para conocerte. Y lo único que sé, de pensar noche tras noche, es que te amo más que nada.- acarició su mejilla con ternura.- Fue verte y descubrir el amor.- A Luna se le empañaron los ojos y sonrió llena de felicidad.- Nunca lo dudes.

¿Que iba a decir ante eso?

Cuando por fin lograron dormirse, los rayos del sol ya habían tocado el cielo. Luna dormía entrelazada a Daphne que había invocado una manta para cubrirlas. Greengrass era tan sobreprotectora y posesiva que se había encargado de sostenerla de tal manera que no podía moverse sin que ella no se diera por enterada. Y Luna tuvo que hacer malabares para salir. Daphne tenía el sueño pesado. Estudió minuciosamente sus rasgos, la longitud de sus pestañas, sus labios llenos y suaves y sus leves ronquidos. Luna estiró el brazo para acariciar su cabello, sin embargo algo llamó su atención. En su mano brillaba un enorme anillo en el que estaba incrustado un aún mas gigantesco diamante.

- ¿Que es esto? ¿Habrán sido los Nargles?

Era imposible. Un Nargle no traía anillos, prácticamente no transportaban nada. Intentó quitárselo del dedo, pero otra mano se cernió a su muñeca.

- ¿Que haces?- inquirió Daphne con los ojos adormilados aunque amenazantes.- No te lo quites.

- ¿Pero...? ¿Que significa esto?

- ¿No te has dado cuenta?- bostezó.- Es un anillo de casada.

A la Ravenclaw se le hizo un nudo en la garganta.

- ¿Me estás pidiendo que....- tragó saliva.-...que me case contigo?

- No.- dijo seriamente.- No te lo estoy pidiendo.

Estaba más que confundida y un poco desilusionada.

- ¿Entonces..?

Daphne se encogió de hombros como si no fuera a decir las palabras que cambiarían su vida para siempre.

- No te he pedido que te cases conmigo, Luna, ya estás casada conmigo.

- ¿¡Qué!?- gritó Luna al punto del desmayo.- ¿Y cuándo he aceptado?

- Cariño.- la miró tiernamente.- Jamás habría aceptado una negativa.

- ¿¡Cómo!?

- Lo que has oído.- beso su boca con lujuria dejando a Luna con ganas de más.- No te separaras de mí así que más te valdría acostumbrarte a ello. Ahora...- se levanto dejando ver su desnudez.- Hay que prepararnos para nuestra luna de miel.

¿Luna de miel?

Luna se miró el anillo con incredulidad y le tomó cariño rápidamente. Esa era la muestra de amor de Daphne.

¡Merlín! ¡Cuánto la quería!

En menos de tres horas estaban en alguna playa celebrándolo a los pies de la arena. Daphne y Luna no habían dejado de darse arrumacos en cada rincón que habían encontrado después de que la slytherin hubiera aceptado ponerse un anillo que una vez perteneció a la difunta madre de Luna.

- ¿Tu crees que los chicos hayan podido declararse?

- No me importa.- dijo Daphne sin dejar de besar su cuello.

- A mi sí.

- Lo han hecho, Luna.- le afirmó poniendo su cabeza entre sus pechos.- Ese Draco es un slytherin de cuidado. Iba tras Riddle desde que este se convirtió en el sex symbol de Hogwarts, incluso creo que antes. Zabinni, ese idiota de tres al cuarto, acechaba al Weasley desde las esquinas. Daba un poco de repelús.- Y Luna pensó con diversión que Daphne no era mejor que ellos.- Theo es más tierno en cierta forma, pero detrás de esa imagen de niño serio y pulcro aguarda un pervertido. A veces pienso que el Longbottom no está tan a salvo como parece.

- ¿Y Parkinson?

- ¡Pansy! ¡Ja! Esa muchacha es una depredadora sexual.

- ¿Estará Hermione a salvo?

Daphne lo pensó dos veces.

- Creo que nunca había visto a Pansy tan enganchada a una chica. Es la primera vez que se enamora, ¿sabes?

- Espero que a Hermione no le pase nada, ¿es Pansy muy infiel?

- Antes lo era, ahora ya no.

- ¿Crees que Hermione será feliz con ella?

El ceño de Greengrass empezó a fruncirse más.

- ¿Porque me preguntas tanto por la sabelotodo Granger?- sus ojos se achicaron, celosos.- ¿Te gusta ella?

Luna se sonrojó.

- ¡No, que va!

- ¿¡Porque te sonrojas!?- Daphne la atrincheró en sus brazos.- ¿Luna?

Lovegood se apresuró a aclarar el malentendido.

- Hermione no me gusta.- declaró.- No de esa manera. Ella es como una hermana para mí. Nada más.

La estuvo analizando un buen rato, descubriendo si era verdad o mentira, y Luna negando con la cabeza, besó sus labios e hizo que Daphne perdiera los papeles.

- No vuelvas a interesarte por nadie que no sea yo.- hizo un mohín.

- Eres de lo que no hay.

Y ahí, atrapadas bajo el sol del caribe y sintiendo la brisa marina, Luna no echó de menos Hogwarts y daba gracias al concurso y a sus amigos por haberle dado la oportunidad de declararse. Era la mejor decisión que había tomado en su vida.

- ¿Que habrá ocurrido con los gemelos?- preguntó al aire.

- Seguramente estén atados y chillando en sus respectivas camas "sufriendo" los castigos que les imponen sus novios.

La lengua viperina de Daphne era mítica, pero Luna descubrió que hasta eso amaba.

¡Bendito concurso!

Notas finales:

Pronto el epílogo 

;D


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