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La isla del Fin del Mundo por EvakForever

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Notas del capitulo:

Bueno después de 3 meses sin actualizar por fin terminé el capítulo 4, debo decir que no es lo mejor pero tampoco lo peor… creo xdxd

Pero bueno espero que quienes lean esto no se aburran, en serio parece que no pasa nada pero en realidad pasan muchas cosas importantes para la trama xdxd

;)

Capítulo 4

“El niño nunca había visto tanto color. El agua era de mil tonos de azul y nunca se quedaba quieto. Él estaba asustado pues este no era el mundo que conocía. No era el mundo que le habían enseñado. Así que se giró para correr, pero algo en el agua llamó su atención. Una mano había salido a la superficie y lo saludo con fervor. El chico hizo una pequeña pausa de su huida y le devolvió el saludo, luego se volvió y corrió nuevamente a casa, sin mirar nunca atrás.”

 

LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO

 

Ed podía escuchar su alegre risa, era una niña envuelta en un gran vestido blanco que se mecía con el viento, ella le sonreía y él la contemplaba extasiado como si fuera el tesoro más precioso del mundo. Estaban ambos en un gran campo rodeado de verdes árboles y un amplio cielo azul. Ed conocía ese lugar, porque a pesar de que hubieran pasado años desde la última vez que lo había visto en la realidad, siempre volvía en sus sueños o pesadillas, era el “páramo de Odín”. Sin embargo, esta vez él chico sintió una extraña tranquilidad cubrir su corazón, algo que hace mucho no experimentaba, así que corrió hacia la pequeña figura sin pensarlo dos veces, la sostuvo entre sus manos y la abrazó con todas sus fuerzas. Pudo sentir sus lágrimas resbalar por sus mejillas y mientras sus sollozos se volvían más fuertes, el viento resbaló por sus cuerpos, agitando sus cabellos y la ropa que los cubrían. Ed emanó un largo suspiró mientras cerraba los ojos tratando de que el momento no terminará, hasta que finalmente lo hizo.

Cuando abrió los ojos, estaba nuevamente postrado en su cama. Afuera comenzaba a hacerse la bulla, pues el día había comenzado. Ed suspiró mientras contemplaba las vigas del techo por unos segundos, después trató de levantarse, pero el movimiento de los músculos de su torso le provocaron una sensación de dolor quemante, haciéndolo soltar un quejido. Casi había olvidado la golpiza del día anterior, así que maldijo al aire, apenas en un suave susurro. Se quedó quieto un momento con los ojos cerrados antes de inhalar profundamente, apretar su boca magullada y levantarse de un solo tirón.

— ¡Hey espera! —escuchó decir a Alek desde su lugar, vio cómo el chico se despabilaba de su sueño y se acercaba a él, tratando de sostenerlo—déjame ayudarte.

Ed retiró los brazos del rubio lentamente—estoy bien… no te preocupes—le dijo mientras lo miraba de reojo—mejor vámonos yendo—finalizó antes de pasar por el marco de la puerta y adentrarse en el pasillo, Alek asintió y lo siguió a su espalda como un cachorro detrás de su amo.

Ed trataba de caminar con normalidad o por lo menos, hasta donde su limitada fortaleza le permitiera, sin embargo, su extraña posición evidenciaba que no solo su rostro había sufrido los estragos de una pelea. Y mientras avanzaba, el chico no pudo evitar ver la forma en que los demás internos lo miraban por su aspecto tan deplorable.

Empuñó la mano izquierda, ante el pensamiento de que lo vieran como alguien débil, pero en ese punto, no era como si pudiera eludir que todos obviaran las manchas amoratadas que adornaban su blanca piel. Pronto escuchó la voz de Alek llamado a Jakob a la distancia así que volvió el rostro hacia esa dirección para ver al rubio atraer al más pequeño hasta un abrazo correspondido. Y cuando ambos fijaron su atención en su persona, el niño más pequeño le brindó una mirada sorprendida pero no le preguntó nada.

—Un regalo de bienvenida—dijo el castaño, mientras el más pequeño no podía apartar la vista de su cara, hasta que Alek lo bloqueó con su cuerpo mientras lo tomaba de los cachetes y le plantaba un beso en la nariz.

—Se cayó de las escaleras porque está ciego—habló el rubio con una sonrisa que era falsa pero probablemente muy convincente—y bueno… ayer te perdí de vista leoncito—pasó un brazo por los hombros del niño y comenzaron a caminar en esa posición.

Ed volvió a centrarse en el corredor y con cada paso que daba podía sentir como la tensión en su cuerpo se iba acrecentando con rapidez, haciendo que el dolor se volviera un poco más fuerte también. Una sola pregunta se iba apoderando de su mente mientras la distancia hacia su destino se acortaba, ¿qué pasaría en el primer encuentro con el gamberro después de lo del día anterior?, él no podía luchar, aunque tuviera la intención por lo cual solo podía augurar un mal escenario en respuesta. A pesar de todo trató de tranquilizarse y poner la cara más dura que se le ocurrió hasta que finalmente llegaron al cuarto de “baño”.

Ed contempló todo el lugar, habían varios chicos semidesnudos ahí realizando ya su aseo matutino, pero no vio a Georg por ningún lado y eso le hizo liberar un poco de la tensión de sus músculos magullados.

— ¡Hey Haugen! —escuchó que alguien lo llamaba y cuando encontró la fuente de la voz, vio a un tipo igual de castaño que él, no recordó haberlo visto antes o tal vez lo había hecho en algún momento, pero en definitiva no lo recordaba. El tipo era más o menos alto, muy delgado y su nariz chata le daba un aspecto extraño a su rostro, en ese momento le sonreía burlón—ahora ya todos sabemos que eres la perra de Georg—seguido de sus palabras una ola de risas se extendió por el lugar.

Ed torció la boca y miró enojado al otro castaño—vete a la mierda imbécil—vociferó.

El tipo pareció aún más divertido con la reacción— ¡vaya!, al parecer Georg aun no te ha enseñado modales—negó con la cabeza—tal vez solo falta que te folle un poco la boca—las risas volvieron a surgir, Ed estaba más que encolerizado, apretó los puños y comenzó a caminar en su dirección, no le importó sentir dolor por lo brusco de sus movimientos, sin embargo, solo avanzó un metro hasta que una mano lo detuvo.

—Es suficiente—resonó la voz de Jan— ¿por qué no te callas de una buena vez Svein?, ¿o prefieres que yo lo haga por ti? —dijo el chico con una voz extrañamente tranquila.

Svein soltó una última risita mientras tomaba su cepillo—si lo que sea, Haugen, ahora tiene sentido porque te golpeó Georg—se lo llevó a la boca ignorando a los demás.

—Ese hijo de puta—soltó Ed, pero Jan apretó su hombro mientras le negaba con la cabeza.

—Solo te meterás en más problemas, eso es lo que él quiere.

Ed bufó y se frotó los ojos antes de dirigirse a su lugar en la repisa, tomó un poco de agua del recipiente y se mojó la cara, mientras Alek se colocaba lentamente en el lugar a su izquierda y Jan en el de su derecha.

—Ayer te fuiste antes de la enfermería, debiste esperarme—Jan mojó su cepillo y comenzó a lavarse los dientes, Ed solo alzó los hombros.

—No quería pasar más tiempo ahí, además, pude llegar solo hasta el cuarto sin ningún problema—Ed copió la acción del rubio corpulento.

—Jan ¿viste a Ed ayer? —preguntó Alek interesado, el otro chico asintió.

—Si, lo encontré en las escaleras y como no se veía muy bien… digamos que lo ayudé a llegar a la enfermería.

Alek le sonrió—gracias—susurró antes de comenzar a cepillarse los dientes también.

—Creo que yo debería decir eso—Ed soltó un poco rápido, miró de soslayo a Alek quien alzó una ceja y después centró su atención en Jan—pero… sí, creo que se me olvido agradecerte—finalizó.

—Vamos no hice mucho y… creo que hubiera servido más si hubiera podido ayudar a que no te dejaran en ese estado—suspiró Jan palmeando la espalda del castaño.

Pronto escucharon como comenzaban a alborotarse un poco los chicos que estaban ahí, así que Ed miró hacia la entrada y vio como Georg y Gunne ingresaban despreocupados al lugar. Inesperadamente hizo un ligero contacto visual con el pelinegro corpulento, pero este no le tomó mucha importancia, dirigiéndose a uno de los recipientes en la repisa, que estaba a varios metros alejado de donde Ed se encontraba.

Esto no calmó al castaño pues pudo ver que Gunne dirigía su mirada en su dirección, aunque pronto se dio cuenta de que no lo miraba a él, si no que tenía clavados sus ojos en Alek, que en ese momento le apretaba una de las mejillas a Jakob con diversión. Ed prestó atención en esa extraña mirada y no le gustó para nada, entonces el cuerpo de Jan se interpuso, tapando la imagen del gamberro.

—Bueno, mejor terminar aquí antes de que perdamos el desayuno… ¿no crees? —Jan sonrió un poco y alzo las cejas.

Ed asintió con lentitud y echó otro rápido vistazo a Alek que parecía no haber caído en cuenta de quien lo observaba antes, luego trató de mirar más allá del cuerpo de Jan, ahora Gunne estaba distraído hablando con Georg mientras reía y Ed no pudo evitar recordar como lucían aquellos mismos ojos el día anterior, con sus grandes pupilas negras y abismales.

Casi inmediatamente le surgieron ganas inmensas de ir hasta el tipo y arrancarle esos ojos para dejarle las cuencas vacías y calmar un poco el repelús que le provocaban, pero ese pensamiento solo duró unos segundos, entonces se talló los brazos por inercia mientras sentía un ligero escalofrió recorrer su piel.

***

Ed caminó lento por el pasillo cuando estuvo listo para el desayuno, con la voz constante de Alek a su espalda, que mantenía inmerso a Jakob en una plática sobre dinosaurios y dragones impresionantes. Los demás internos caminaban despreocupadamente a su alrededor en dirección al comedor del primer piso, Ed suspiró bajo cuando llegaron al inicio de las escaleras y con más calma comenzó a bajar. Jan se había ido antes del baño alegando algunas cosas que hacer antes del desayuno, por lo cual ahora solo eran los 3 chicos.

Cruzaron a uno de los oficiales, que se mantenía parado en la esquina del pasillo del ala B, al pie de las escaleras, lo pasaron con la cabeza baja para poder llegar al comedor. Cuando llegaron ahí, hicieron exactamente lo mismo que el día anterior, se formaron cerca de la ventana, tomaron sus bandejas, sus vasos de café y se sentaron en el mismo lugar cerca de los grandes ventanales del salón.

Ed no podía negar tener una pequeña sensación de incomodidad ya que, en ese momento, llamaba mucho la atención por las manchas y la hinchazón evidente de su rostro. Apretó los dientes muchas veces en el transcurso de su caminata desde la puerta hasta la mesa, no le gustaba llamar mucho la atención y le enojaba no poder hacer nada más que tratar de obviar lo que percibía en ese momento haciendo oídos sordos a los murmullos y risillas malintencionadas de los demás chicos, “púdranse todos” pensó para sí mismo.

Comenzaron a comer cuando Erickson y los demás estuvieron sentados en la mesa de la plataforma. Ed no pudo evitar mirarlos por un rato, hasta que chocó con el semblante impávido del director, este esbozó una pequeña sonrisa rígida que le dio un mal aspecto y asintió después. El chico solo tragó saliva y desvió la mirada a Strand que caminaba lentamente entre las mesas, tratando de encontrar algún infractor al cual castigar, se había afeitado esta vez, ese acto lo hacía parecer un poco más joven, aunque ese aire de asquerosa superioridad lo mantenía con un porte gallardo mientras daba pasos y pasos en el sólido piso del gran salón.

—Entonces hoy no habrá descanso ¿verdad? —dijo Alek desanimado mientras se llevaba una cucharada de arroz a la boca, notando casi al mismo tiempo la poca comida en la bandeja del castaño.

—Así es—dijo Ed comenzando a comer también, era lo mismo que el día anterior pero ahora era arroz en vez de queso.

—Oye…

—Erickson me castigo por estas también—señaló el moretón de su ojo izquierdo—así que hay menos comida para mí.

Alek hizo una mueca de disgusto—que mierda, todos aquí son unos hijos de puta—dijo antes de recibir un golpe en la cabeza por parte de Strand, que se había acercado a ellos sigiloso, “como una horrible serpiente” pensó Ed.

—Realmente te encanta ser golpeado B-21 ¿no es así? —suspiró— ya te dije que no se habla durante la comida, así que ¡cállate! o a la próxima te largas a correr afuera sin desayuno ¡entendiste!

—Si señor, no vuelve a pasar—Alek bajó la cabeza mientras Strand sonreía burlón y después se alejaba negando con la cabeza.

—Imbécil—dijo en voz baja el rubio—a este paso me hundirá el cráneo solo por los golpes—continuó mientras se sobaba la cabeza.

—Debes ser más cuidadoso, ese hombre es malo—dijo Jakob mirando triste a Alek, este le sonrió y le apretó amigablemente el brazo al más pequeño.

—Sí leoncito, lo seré…

—Lo dudo mucho, hablar fuerte es parte de ti—Ed soltó en un tono bajo y divertido a su compañero, justo en el momento en que Jan llegó junto a ellos, sentándose al lado del castaño.

—Oye—mascullo el rubio un poco avergonzado, mientras tomaba su pan tostado y lo dejaba en el plato de Ed sin más—mejor calla y toma estos antes de que me arrepienta.

—Oh, eres muy bueno Alek—dijo Jan sincero, Alek agitó las manos restándole importancia.

—Espera, no tienes que darme nada—Ed trató de devolver el pan, pero fue rechazado al instante.

—No importa, además no me gusta mucho el pan tostado, no me hagas una grosería amigo—negó el rubio con fuerza, Ed no dijo nada más y acepto la comida.

—Gracias.

—Strand es un hombre demasiado detestable—soltó Jan y los chicos asintieron.

—Creo que está demasiado enojado con su vida de mierda y ver sufrir a niños le da un poco de satisfacción—bufó el castaño, dando un vistazo un par de mesas adelante, donde Georg se encontraba hablando y riendo sin que nadie le hiciera nada—y ese imbécil no recibe el mismo trato—señaló con la cabeza.

Jan negó—Georg es “el far” después de todo, es como el perro personal de Nielsen, Strand no se mete con él, a menos que sea estrictamente necesario.

Ed siguió mirándolo con ojos serios hasta que un cuerpo le tapo la vista, era un chico grande que ahora mantenía una conversación con Georg— ¿y ese? —dijo señalando nuevamente con la cabeza al ver el desconcierto del rubio más bajo, Alek y Jakob voltearon disimuladamente también en aquella dirección para poder ver.

—Oh—murmuró Jan—¿ese de ahí parado? —Ed asintió—es Nils Solberg, el “far” del ala A—Ed lo miró un poco más, el tipo estaba de perfil en ese momento, tenía una nariz aguileña y cejas pobladas, además de que notablemente se le veían cicatrices de acné y algunas manchas aún rojas en la piel de sus mejillas, sus labios eran demasiado delgados y su cabello estaba lo suficientemente recortado como para solo dejar un leve rastro negruzco en su cabeza.

— ¿Se lleva bien con el idiota de Georg? —preguntó Alek.

—Pues… no que yo sepa—Jan tomó un trago de su café—solamente se soportan, básicamente no se meten el uno con el otro.

Ed tomó un poco de arroz con su cuchara y se lo llevó a la boca para después volver a alzar los ojos. Se encontró con que Nils lo estaba mirando, esto provocó que el castaño casi se atragantara con la comida, pero no lo hizo notar.

—Está mirando hacia acá—Alek se encogió de hombros.

Jan siguió la mirada de Ed y encontró al tipo, que efectivamente los estaba observando, así que alzó una ceja como interrogante y al poco tiempo, como respuesta, el rapado solamente desvió el rostro, comenzando a caminar en otra dirección—tal vez quiere hacer amistad contigo—le dijo sarcástico a Ed.

—Esos hijos de perra abundan como cucarachas—chasqueó Ed con la lengua—solo espero no toparme mucho con él.

—Supongo que…—la voz de Jan fue cortada cuando el sonido de una bandeja cayendo hizo eco entre las paredes y vigas del salón, seguido de gritos desesperados, entonces todos fijaron su atención en lo que estaba sucediendo en ese momento.

Ed se levantó de la silla para poder observar mejor y lo que vio lo dejó un poco atónito. En el, no tan ancho, pasillo que formaban la primera y segunda mesa del lado de la puerta de entrada, estaba un chico retorciéndose en el suelo, sus extremidades se movían como sanguijuelas cubiertas de sal y su cuello parecía que en cualquier momento podría romperse, estaba muy rojo e incluso se lograba escuchar el tiritar de sus dientes por su temblor incontrolable. El castaño no le calculó más de catorce o quince años y en un principio pensó que todos se alborotarían por tal espectáculo, pero esto nunca ocurrió. Los demás presentes en el gran salón no parecían nada sorprendidos y solo prevaleció una actitud de indiferencia. Pronto todos volvieron a lo que hacían antes, acción que sorprendió aún más a Ed, pero la repentina mano de Jan en su campo de visión le hizo volver a sentarse, aun así, pudo contemplar como Strand se dirigió al chico rápidamente y lo levantó con rudeza por un brazo.

—Peter por favor se amable de llevarlo con la señorita Wolff—la voz de Erickson resonó en el salón.

—Si señor—Strand habló mientras a jaloneos violentos trataba de llevarse al chico, que gritaba desconsolado y seguía retorciéndose sin control, sus ojos estaban virados para ese momento y la saliva corría por su boca abierta en varios hilos que descendían por su mandíbula, parecía estar convulsionando horriblemente, pero nadie le daba la importancia que, según Ed, merecía tener.

Strand lo arrastró por ambos brazos hasta que, por el marco de la puerta, apareció uno de los oficiales que maniató con facilidad al chico que nunca dejó de gritar, incluso cuando parecía estar a punto de ahogarse por falta de aire—¡ya viene!, ¡ya viene el señor! ¡ya viene el leviatán!, ¡el leviatán! —y era tal la vigorosidad de su voz que Ed pensó que podría desgarrarse la garganta en cualquier momento.

Los gritos siguieron escuchándose por un buen rato hasta que se convirtieron en leves susurros a lo lejos. Y en el comedor nadie más que los tres chicos nuevos tenían un aspecto de genuina sorpresa.

—Lamento tan desagradable escena, terminen jóvenes—habló el director una vez más con un monótono tono de voz, al mismo tiempo que se ponía de pie para salir del lugar juntó a Olav, dejando a Nielsen y el encargado del ala A para vigilarlos.

—¿Qué demonios fue eso? —Ed miró expectante a Jan, que estaba tratando de terminar su comida con tranquilidad.

—Ese fue Teodor… lo apodan “el loco”—se sonó la garganta antes de continuar—cada tiempo le vienen ataques de la nada así que ya todos estamos acostumbrados a su bulla.

—El loco…—murmuró Ed— ¿no es ese un apodo muy estúpido? —Jan alzó los hombros.

—Falta de ingenio tal vez, solo lo llaman así, no es que a él o a alguien más le importe, nadie se mete con el chico y él no se mete con nadie—Jan se paró de la mesa llevando la bandeja en sus manos—¿vienen? —les preguntó a los 3, pero parecían aún algo sorprendidos, más Jakob que no podía ocultar su cara de miedo mientras aferraba uno de sus manos en el brazo de Alek—vamos chicos, no es la última vez que verán algo como eso, ya se acostumbraran también.

—Pero es… muy… horrible como lo tratan, por… ¿por qué lo mantienen aquí? —preguntó Alek.

Jan pareció meditarlo un poco antes de responder—pues sinceramente no lo sé… tampoco es que podamos hacer algo Alek, solo… así es como es.

***

Ed mantuvo el recuerdo de lo ocurrido en el comedor por un buen tiempo, incluso cuando se encontró sentado ya en el mismo lugar del día anterior dentro del salón de lectura de Olav. El castaño aún no podía evitar imaginar que escuchaba los gritos desgarradores del pobre chico retumbar en sus oídos, entonces suspiró con pesadez, no quería perderse aún más en sus pensamientos desagradables así que hecho un vistazo a su alrededor.

El pizarrón afianzado a la pared, mantenía una capa ligera de sucia tiza que posiblemente se había acumulado con el tiempo; su mesa de madera estaba rayada en algunos lados con mensajes sin sentido, groserías más que nada y pequeños dibujos feos sin mayor ingenio que el de un joven hormonal. En la pared a su lado, estaban pegadas algunas laminas viejas sobre plantas que no podía reconocer, también había un mapa del continente, desde Finnmark hasta Vest-Agder y justo al lado de este se vislumbraba una imagen enmarcada del rey Haakon VII a blanco y negro, vestido y condecorado con su uniforme militar, mirando hacia el horizonte o a la nada en una pose firme, “bastardo” murmuró. Después desvió su mirada hacia la bandera que se movía ligeramente por la brisa del viento que se colaba por las ventanas, la tela estaba sucia de polvo por lo cual los colores rojos que deberían verse vivos, se notaban, más que nada, opacos.

Al final Ed miró a Alek, el rubio mantenía sus ojos pegados al libro que debería estar leyendo, absorto de todo a su alrededor, su rostro bonito se veía algo gracioso cuando fruncia el entrecejo y sacaba la lengua por su concentración, su piel blanca estaba indemne y Ed podía jurar que sus largas pestañas revoloteaban cuando parpadeaba. El ruido que Olav hizo cuando cerró la puerta y movió su asiento para sentarse, provocó que Ed perdiera la concentración en su compañero.

—Bueno ¿Por qué no comenzamos con la lectura ya?, haber…—la voz del hombre se perdió cuando Ed volvió a concentrarse en mirar a su alrededor, en busca de cualquier cosa que le llamara la atención, como la pintura descascarada de la pared en la parte en que se unía con el techo, o el silbido del viento afuera, los murmullos de los demás internos que hablaban entre ellos mientras alguien más leía en voz alta, el olor único que emanaba el libro en sus manos y las muchas letras que para él no tenían significado alguno.

—20… B-20, ¡Haugen! —habló Olav tratando de llamar su atención.

—Disculpe—dijo Ed volviendo su atención al hombre tras el escritorio.

—No te duermas Haugen por favor y sigue con la lectura.

—Eh…—Ed se puso tenso, no solo no sabía en donde se habían quedado, sino que era algo obvio para él estar perdido si no sabía leer absolutamente nada, entonces solo dirigió sus ojos a la página repleta de letras que, en ese momento, no tenían forma comprensible alguna y titubeó.

—Bueno hombrecito te estamos esperando—Olav alzó una ceja sin demostrar alguna burla en su expresión.

—Bueno…

—Mi primera impresión fue que se había declarado un incendio, porque había tanto humo en el cuarto…—la voz de Alek sonó segura cuando comenzó a leer, Ed lo miró sorprendido y segundos después miró a Olav, buscando desaprobación. El hombre solo suspiró y negó con la cabeza mientras decía “que se le va a hacer”. El castaño entonces volvió a ver al rubio, que seguía leyendo fluidamente en voz alta, hasta que tuvo que cambiar por alguien más, una pequeña sonrisa se asomó por sus labios.

***

Para su trabajo del día Alek volvió con Jakob a la lavandería mientras Ed y Jan junto a otros chicos se les asignaba la limpieza del campo norte. Ed siguió a Jan por un camino diferente del día anterior que también se adentraba por el bosque, al pasar por el pequeño almacén vio como el joven desgarbado y mal parecido que había visto antes sacaba un costal del lugar y después, junto al otro hombre tan viejo como Otto y un oficial, comenzaban a caminar detrás del grupo.

El aire que corría era frio, aunque había indicios de que podría salir el sol en cualquier momento. Por todos lados, las copas de los árboles se movían lentamente por la brisa y originaban su sonido natural característico con el roce de las múltiples hojas de tonos anaranjados y verdes apagados.

Cruzaron un gran tramo del bosque para salir hacia el gran campo norte, era amplio a la vista y desde ahí se podía ver el cielo azul pálido lleno de nubes grisáceas que se movían lentamente ocultando el sol en ocasiones, el campo estaba lleno de plantas de trigo que se mecían de un lado a otro como siguiendo la tonada de una canción lenta, pero también había una extraña vegetación espesa y parasitaria, por lo que debían removerlas.

—Rápido muchachos, que debemos avanzar—habló el hombre mayor, al cual Ed no le conocía nombre, al mismo tiempo que sacaba unas Hoz del costal para entregárselas a cada uno de los chicos—deben limpiar esa zona de allá, señaló hacia su izquierda a lo lejos, donde había una gran cantidad de maleza—no sé cuántas veces tendremos que hacer esto hasta la cosecha porque esa maldita hierba inservible crece muy rápido—escupió al suelo mientras Ed y los demás comenzaban a moverse hacia aquel lugar.

— ¿Podrás hacerlo sin problemas? —preguntó Jan que caminaba a su lado.

—Si, esta mierda no me va a sobrepasar—Ed miró al cielo y vio la silueta de un ave surcarlo, era tan pequeña que parecía casi como el rastrojo negro de una macha dejada por un lápiz en una hoja de papel vacía.

Al final de la jornada Ed terminó agotado, le dolía un poco el brazo con el cual se había movilizado para cortar la hierba alta y cuando trataba de recuperar el aliento era dificultoso pues sentía incomodidad en el pecho y el estómago al momento de inhalar con fuerza. Fue un poco más lento que los demás, pero el hombre mayor que lo vigilaba no le reprochó nada, pues estaba más que conciente de lo lastimado que estaba el castaño, cosa que Ed agradeció infinitamente, Jan por otra parte, le ayudó cortando con más rapidez y abarcando más terreno para que su amigo pudiera ir a un ritmo más lento.

Ed se encontró con Alek nuevamente a su regreso al patio trasero del edificio, este se acercó saludándolo con una sonrisa culpable y después se paró a su lado—me siento como una mierda al verte así y no haber podido hacer nada—susurró el rubio un poco decaído, Ed negó con la cabeza.

—No es tu culpa, no se podía evitar—Alek hizo un puchero antes de suspirar.

— ¿Chicos se van a quedar aquí? —Jan les preguntó antes de irse, ambos asintieron.

—No se puede evitar—repitió Ed desganado.

—Bueno…—respondió el rubio más bajo sobándose la nuca con la mano—supongo que los veré por ahí después— se despidió con un poco de pena por ellos y después caminó hasta el edificio despareciendo al cruzar la puerta.

Al poco tiempo Ed vio como otro interno se unía a ellos colocándose al lado de Alek, era alto como su compañero rubio y casi igual de delgado, pero se veía fuerte, tenía un rostro común pero agradable y lo que sin duda llamó la atención de Ed fue su mata de pelo rojizo como el fuego, que se movía cada vez que el viento frio soplaba con fuerza.

—Bueno, bueno—habló Strand caminado hasta quedar frente a los 3—como tengo mejores cosas que hacer, los voy a dejar con Haldor y Otto para su trabajo extra—dijo el hombre con evidente pereza, después, sin ninguna justificación levantó su mano y le dio un manotazo en la cabeza a Alek, haciendo que el chico se quejara—espero que la pasen bien caballeros—rio un poco antes de alejarse.

—Que mierda—murmuró Alek sobándose la cabeza como siempre.

—No pareces caerle muy bien—habló el pelirrojo.

—Ya lo sé…

Ed observó la pequeña interacción entre los dos chicos antes de que la voz del viejo Haldor atrajera su atención.

—Mala suerte para ustedes muchachos, pero ni modo—carraspeó para aclararse la garganta—van a convertirse en leñadores por un buen tiempo.

—Abels tu ya eres un veterano en esto así que ayuda a Borg con las herramientas—habló Otto.

—Si señor—Ed vio como el pelirrojo se iba en dirección al pequeño almacén para encontrarse con el joven hombre desgarbado, al cual el castaño no le encontraba una ocupación especifica más que el de ayudante de todos.

Cuando estuvieron listos comenzaron a caminar por un tramo que Ed reconoció como el camino que llevaba hacia las letrinas, aunque en un momento especifico se desviaron hacia una zona donde ya había unos cuantos árboles talados. Los dos hombres mayores y el joven Borg se colocaron en una zona repleta de hojas secas mientras comenzaban a sacar de sus viejos bolsos agua y café granulado, además de un paquete de galletas.

—Borg dale las hachas a los caballeros para que empiecen a trabajar—dijo Otto—¡ah! y cuidado con pasarse listos—miró a Ed mientras se acomodaba su vieja chaqueta mostrando una pequeña arma metida en una funda color marrón que el chico no había notado antes.

—Si señor—respondieron los 3 casi al mismo tiempo, Borg les pasó rápido las hachas y volvió junto a los dos hombres mayores para después comenzar a recoger pequeños trozos de madera seca a su alrededor.

— ¿Ven ese grande de ahí? —Haldor señaló un gran pino situado a unos cuantos metros a lo lejos—comiencen por ese—los jóvenes asintieron y comenzaron a alejarse.

—Se cree un gran macho por tener un arma a la mano, su escena de bravuconería siempre se me hace enternecedora—sonrió el pelirrojo a ambos chicos—soy Klaus—saludó burlonamente como un militar.

—Soy Alek—habló el rubio tendiéndole la mano a Klaus, este lo tomó cordialmente.

—Ed—Klaus volvió a sonreír.

—Hombre te dieron una grata bienvenida ¿no? —señaló los moretones en la cara de Ed—que hijos de puta.

—Si, me quieren mucho en este lugar—ironizó el castaño.

— ¿A ti siempre te castigan? —intervino Alek tratando de cambiar de tema—por lo que dijo uno de los viejos hace rato.

Klaus se rasco la barbilla justo antes de recargarse en el pino que debían comenzar a talar—pues… se puede decir que muchas veces, ni al director ni al encargado de ala les caigo muy bien—comenzó a levantar el hacha y dio un golpe certero al tronco, Ed y Alek se posicionaron para hacer lo mismo que él.

El rubio continuó—entonces ¿has hecho esto muchas veces?

—Lo suficiente como para decirte que ese par hará una fogata, calentaran café y se acabaran ese paquete de galletas sin darle nada al pobre Borg… aunque no siempre es venir aquí a cortar troncos, otras veces es llenar la pileta de los baños—finalizó el chico antes de dar otro golpe certero a la madera que se iba rompiendo conforme entraba el filo del hacha y pequeñas astillas volaban en el aire aterrizando en el suelo húmedo.

—Tú no eres del ala B ¿cierto? —preguntó Ed esta vez.

—No, soy del A, ya sabes por eso no nos hemos visto lo suficiente, aunque apenas lleven aquí un par de días.

— ¿Strand también es el prefecto de tu ala? —habló el rubio.

—Si, ese perdedor hijo de puta nos “vigila”, aunque la mayor parte de su trabajo se lo deja a Nils—se quitó el poco sudor que comenzaba a resbalar por su frente—ya saben, el tipo al que le dicen “far”, tremenda estupidez—sacudió la cabeza en negación después continuó—a cambio de ser su perra le da un poco de cerveza.

—Eso es ilegal—Alek tomó un respiro.

—No si eres el “far” y estas en Bastøy.

Al ver que hablar mucho solo los agotaba más rápido, guardaron silencio y se enfocaron en seguir con su trabajo. Después de que el gran tronco se desquebrajó y cayó retumbando en el suelo, Borg corrió hacia ellos y les entregó una gran segueta para poder seccionarlo en partes más pequeñas. Alek le dijo a Ed que comenzaría a cortar primero con Klaus para que él pudiera tomar un leve descanso y a pesar de que el castaño fue renuente en primera instancia, al final el dolor de su estómago le hizo aceptar la oferta.

Alek y el pelirrojo se apresuraron a tomar cada uno un lado de la herramienta y comenzaron a hacer el movimiento de vaivén para cortar la madera y al instante, pequeñas virutas comenzaron a aparecer por el acto.

Entonces, para no hacer el ambiente muy aburrido, el rubio decidió hablar un poco más sobre temas sin contexto como su fascinación sobre las mariposas o sobre cómo había leído acerca de algo llamado “la noche más larga en el círculo polar antártico” en una vieja enciclopedia perdida. Ed se encontró verdaderamente fascinado por la sapiencia escondida de su compañero, tanto, que no pudo evitar mirarlo diligentemente durante toda la charla.

Cuando regresaron para la cena, Ed estaba más que agotado y siendo así, se movió como en piloto automático, solo con la añoranza de poder acostarse y dormir un poco. Cenó y obvió que Alek compartiera parte de su ración con él, aunque estaba agradecido por tal acción; tampoco le prestó mucha atención a la voz de Jan y Jakob en su interacción con el rubio alto, solo se concentró en comer a velocidad no tan rápida pero constante. Después fue a los baños para limpiarse, cepilló sus dientes y pasadas las 10 de la noche llegó a su cuarto para tumbarse en el colchón. Alek lo había seguido todo el tiempo y eso ya no parecía molestarlo más, pues ahora encontraba al chico, aunque un poco irritante aún, muy interesante.

—¿Dónde aprendiste a leer? —Ed susurró con cansancio, pero ciertamente cautivado—¿y sobre esas cosas del mundo…? —suspiró, mirando levemente la figura de Alek quien estiraba los brazos antes de tumbarse en su cama.

El rubio lo contempló por un rato con ojos brillantes—Pues… no es una historia interesante.

— ¿En serio?

—Bueno, digamos que… viví un buen tiempo cerca de una biblioteca y tenía muchas horas de ocio—sonrió—y… un buen amigo que podía enseñarme lo básico también…

—Me sorprendiste hoy—dijo el castaño en un hilo de voz y suspiró nuevamente con pesadez mientras se acurrucaba en su almohada.

— ¿Sí?, me gustaría poder seguir haciéndolo—Alek también habló bajito pero emocionado.

—Lo espero…—Ed cerró los ojos cayendo poco a poco en la oscuridad de sus sueños, pudo escuchar levemente un “buenas noches” a lo lejos haciéndolo gruñir como ultima respuesta.

Así fue como, después del sonido de la puerta atrancándose, de la voz de Strand anunciando el toque de queda y el leve murmullo de sus vecinos que se iba apagando con el correr del reloj, al final todo fue silencio. Por lo menos hasta que Ed, por alguna razón, comenzó a volver en sí ligeramente.

El chico experimentó la extraña sensación de no saber si aún estaba siendo parte de un sueño o estaba en la realidad, con su vista borrosa no podía divisar muy bien las cosas, pero pudo escuchar el leve zumbido de algún mosquito revoloteando cerca de su oreja, de modo que se revolvió un poco más entre las mantas. Pasados unos pocos minutos y otra vez con los ojos entreabiertos, trató de enfocarse en el panorama oscuro que se interrumpía por la tenue luz de afuera que se colaba por la tela de ventana, pero al no lograrlo, solo suspiró y se dio vuelta, cubriéndose toda la cabeza con el cobertor.

Entonces, Ed lo pudo escuchar, el sonido de pasos sobre el corredor, pasos que querían ser imperceptibles pero que, con el leve crujir de la madera del piso, eran evidenciados. Los pasos cruzaron por enfrente de su habitación y continuaron solo un poco más adelante, luego se detuvieron y casi al mismo tiempo se escuchó el pequeño crujir de una puerta al abrirse y cerrarse con lentitud. Ed suspiró otra vez, aún en ese limbo entre la realidad y los sueños, sin embargo, ya no se escuchó nada después, solo el ligero rumor que Alek producía inconscientemente al respirar, entonces volvió a soñar, esta vez con grandes parvadas de aves cruzando el océano y perdiéndose en el horizonte.

Notas finales:

Estaba pensando en reencarnar a Alek para otro fic pero como alguien malo, en fin... hasta la próxima. 


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