Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lluvia de Oro por Kikyo_Takarai

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Pensó en cambiarse de ropa, en realidad se cambió la camisa antes de salir, dos veces, tal era el miedo que sentía de que alguien, no su prima que era beta, pero quizás algún invitado podría oler al Duque en su ropa y comenzarían los rumores. Quizás era preocuparse demasiado, por hoy tenía otras obligaciones.

Se dió prisa en tomar la tela y el hilo que había comprado para su prima, tratando de ignorar que gracias a ello es que había conocido al duque, el paquete parecía pesar más en sus manos, pero no se dejó amedrentar por sus recuerdos. Además de apuñalar Elliot era realmente bueno bordando, era un pasatiempo útil, pero hoy no tenía que pagar por el material así que podría darse el lujo de hacer algo decorativo.

Entró al salón de bordado temiendo llegar tarde, y si bien estaba ya ocupado no había tanta gente como esperaba, en realidad estaban sólo su prima, la señorita Hale y un hombre desconocido. Elliot lo miró perplejo unos segundos, tenía un aspecto amable y si no fuera por su aroma, que Elliot conocía bien, habría pensado que era un beta. Pero no, aquél hombre era claramente omega como él, por ello estaba sentado frente a un anillo de bordado, evitando levantar la vista.

— Mi querido Elías, quiero presentarte al primo de mi amiga George, Elliot Dalton, hijo del Conde de Whitebury. Elliot, este es Elías Dubral II, su hermano es dueño de un viñedo muy cerca de aquí.
—  Es un placer— . Dijo Elliot de inmediato, haciendo una reverencia. Elías parecía muy grande para su cuerpo porque se puso de pie y le imitó de forma algo torpe pero Elliot decidió que le agradaba. Jamás había visto un omega con suficiente vello facial como para tener bigote, eso y sus facciones rectas hacían de Elías el omega más masculino que Elliot jamás hubiera visto. Se sentó junto a su prima y repartió el material, la siguiente vez que se cruzo su mirada con la del hombre ambos se dedicaron una sonrisa. Quizás esta era otra oportunidad de hacer otro amigo. 
—  Elliot ¿A dónde fuiste esta mañana?
— Oh… fui a pasear al invernadero. — Dijo torpemente.
—  No me digas… ¿Cómo harías para entrar ahí si la primera sección está en reparaciones?Tan ocupado por ocupado había estado por ocultar que había pasado una hora con el Duque de Ransom que había olvidado ese detalle. Sintió que el color se subió directo a sus mejillas y hasta las orejas. 

— Bueno… yo…

—  Louis te ha llevado ¿eh? —  Dijo Amelia con una sonrisa cómplice. ¿Podría sonrojarse aún más? Se concentró demasiado en enhebrar la aguja y su prima rió en voz baja a su lado. Elliot estaba mortificado.

— Le ruego no se burle de mi Señorita Hale.

— Oh, no. Pero es que sólo Louis y yo conocemos tan bien la casa.

— Creo que mantener amistades Alfa y omega es saludable, no deberían avergonzarle si su relación con el Duque no es nada para presumir… — Elliot miró a Elías con agradecimiento, pero luego el hombre volvió la vista a su burdo bordado. — Aún, claro.

— Oh, es usted igual que ellas… Simplemente me han mostrado un nuevo lugar que visitar cuando llueve.

— Claro, claro— . Accedió Amelia sin borrar de su rostro su sonrisa. George estaba callada sólo porque evitaba sacar unas risitas. Ellliot se sintió agredido. Era peor que en su imaginación.

—Está bien, sé mejor que nadie que Louis puede ser encantador pero también que no le mostraría los caminos secretos a cualquiera.

Sintió su corazón latir con fuerza, pero no debía dejarse influir por sus comentarios. Se concentró en el ave que estaba bordando. No sabía si era un ave real, pero alguna vez había visto un ave gris con pecho rojo y eso estaba bordando. ¿Y qué si el Duque consideraba especial ese lugar? Quizás especial para un amigo. No era posible que un hombre de tanto mundo sintiera nada parecido a lo que su pecho acelerado parecía sentir. Idiota. Eso es lo que era, haría el ridículo y perdería el compromiso que tanto bien llevaría a su familia.

—¡Su familia lleva mucho tiempo en el negocio del vino?

—Oh, sí—. Respondió el señor Dubral con una sonrisa enorme que Elliot ignoró- —Mis ancestros han hecho y vendido vino por generaciones. Mi hermano mayor dirige el viñedo y el resto de mis hermanos le ayudan.

—¿Cuantos hermanos tiene?

—Somos 5 en total. El único Omega.

—Lo mandan a bordar porque no hay nada más que ponerle a hacer.

—Ah, está familiarizado.

—Soy muy bueno bordando—. Dijo con cierto cinismo y luego le mostró su progreso. Había comprado ese bolsillo sin saber si lo usaría o sería un regalo, así que el tema era natural y los colores muy sobrios, hermoso incluso con tan poco avance, la técnica era buena, se notaba.

—Lo es, me temo que yo no mucho.

—Ni yo, detesto bordar, significa que hay tantas cosas que no puedo hacer por estar sentada.. .—Dijo George mientras intentaba bordar su nombre en un pañuelo. Las puntadas eran disparejas y desprolijas, Elliot intentó guiarla pero pasadas un par de horas se había rendido por completo. Elliot y Amelia tenían un buen avance y Elías bebía té, hastiado como George de la tarea.  

—Señorita, está lista la comida—. Dijo una vocecita en la puerta, Amelia le sonrió a la criada mientras enterraba su aguja en la orilla de su marco.

—¡Menos mal, siento que podría comerme un buey completo!

 

Siguieron a la muchacha al comedor que Elliot ya conocía tan bien, tenía la mejor vista de las fuentes y una enorme mesa finamente tallada de roble con doce sillas alrededor. Dos de ellas ya estaban ocupadas. Una por el agresor del camino, ahora estático y compuesto, Charles Braudy. Con ojos castaños y astutos, cabello rojo cuidadosamente peinado. Elliot no se confiaría. El otro era, claro, el mismo Duque de Ransom, Louis Ainsworth, tan apuesto como siempre que Elliot lo veía. Se había cambiado la chaqueta por una de un profundo color verde botella y parecía radiante de estar ahí, rodeado de más comida de la que Elliot solía ver en semanas.

—Amelia, es un gusto que nos acompañen. Señor Dubral, no tenía idea de que se nos uniría.

—No me perdería la fiesta de Amelia por nada del mundo.

—Claro, pienso igual. Por favor.

Vió al Duque ayudar a abrir la silla para Elías, que parecía halagado pero no sorprendido. Así que eso era algo común, que aquél tan perfecto hombre lo tratase como el omega que muchos seguro olvidaban que era. Debía ser una existencia solitaria, Elías era mucho mayor que él.

 

Hablaron de la fiesta, de los preparativos que parecían llevar tanto tiempo, del menú, del pastel, de las flores, sobre la champaña burbujeante. Imaginaba que algo así debía estar pasando su hermana mientras planeaba la boda en la que él trataba de no pensar. Pensaba en los detalles que su hermano adoraría y se los enviaría en una carta. Sobre los lirios en cada florero y las hermosas y vaporosas telas en la iglesia. Sobre la comida sencilla y el pastel suntuoso. Estaba ensimismado en este pensamiento y cuando levantó la vista se encontró con los hermosos ojos del Duque. Hasta ese momento no se había percatado de lo hermosos que eran sus ojos, no podía saberlo de cierto, pero Elliot imaginaba que de no estar en llamas el sol tendría el mismo color cobrizo y ardiente.

Pero era una locura, no tenía nada que ofrecerle a un hombre así, centró la mirada en su plato, su puré de calabacín de pronto muy interesante. 

—Señor Dalton ¿En Whitebury hay viñedos?

 

—Había, hace años—. respondió mientras volvía su vista rápidamente a Elías. ¿Cómo habían las cosas circulado de vuelta a él?— Pero no hay una cultura de vino muy amplia allá, acabaron mudándose antes de que yo naciera.

Louis no dejó de mirarlo, su ducado debía servirle de algo, que fuera para al menos poder observar a quién le diera la gana, y eso hacía. Elliot Dalton hablaba de Whitebury como quien trata de ocultar un secreto pero eso no era difícil de imaginar, sin vino, con poco tiempo para actividades recreativas o visitas a la corte entre alguien con una denominación de Conde… o se trataba de un pueblo muy recatado o simplemente no tenían recursos de sobra para nada de eso. 

Lo veía en el mismo Elliot. Siempre con la misma chaqueta, buena pero pasada de moda, actuando como chaperón de su prima y no con su propia compañía. Implicaban que el valía menos que ella y aquella idea le quitò el apetito. 

—Bueno, no es de extrañarnos ¿verdad? el clima càlido es necesario par las plantas y demasiada lluvia podría no ser el mejor ambiente para algunas hortalizas tan delicadas—.Dijo George, sonriendo de oreja a oreja. —Deberían ver sus bordados, tantos días nublados le han dado mucho talento.

—Oh, no, es un pasatiempo común.

—Común son los omega que llegan queriendo pintar un retrato—.Dijo Louis, una gota de resentimiento en su voz. — Horas de trabajo muy pesado si no disfrutas la compañía. Amelia es una pianista dotada, sé que Elías es bueno montando, todo mucho màs productivo que retratos mediocres.

El salón entró en un incómodo silencio mientras todos hacían lo posible por no mirarle. Elliot dejó escapar una risita. Luego otra, hasta que finalmente dejó salir una carcajada que cubrió con su boca. En aquél ambiente donde todos eran amigos… qué fácil sería soñar con amar a un duque tan inapropiado. Pero no se atrevía a soñar qué sería amado también.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).