Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dos caras de la misma moneda por Hyunnieyeol

[Reviews - 76]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

2014.10.07. (Oh, she's back). Me he demorado una vida entera, y eso es algo que no tenía planeado de tal forma. Lo cierto es que escribí este capítulo tres veces y finalmente el sábado pasado logré algo satisfactorio. Estoy trabajando en el siguiente, así que ténganme algo de fe. Me volveré más responsable ahora que la inspiración está de vuelta y mi bloqueo muy lejos(?). 

Capítulo XI. De las actuaciones que superan todas las expectativas

 

 

Sungyeol se mira al espejo por enésima vez desde que se ha vestido. Va de blanco, como hace mucho tiempo no lo hace, con unos pantalones demasiado ajustados y una camiseta de rejillas. Sunggyu insistió demasiado con la sombra marrón y el delineador negro, y está seguro que sus labios parecen muy rosas. La imagen de él mismo durante la mañana y en ese momento es muy distinta. Tanto que casi da risa. Sólo que no se ríe. Sino que entrecierra los ojos y suspira, porque su vida se trata siempre de jugar a ser quien no es, aunque a estas alturas no sabe cuál de todas sus interpretaciones es el Lee Sungyeol real.

 

            Los otros dos le empujan fuera de casa, ignorando sus chillidos. Incluso al llegar a la acera se encuentra poco convencido. Así que dice eso que ronda en su mente en una sola respiración.

 

— Con todo respeto, pienso que esto es una pésima idea, Howon.

 

Su comentario flota en el aire durante treinta segundos exactos, el tiempo que les toma a sus amigos comenzar a reír.

 

— Respeto mi trasero — se burla Sunggyu, y Howon asiente con entusiasmo.

 

            Suben al coche del más bajo aun discutiendo si es adecuado o no seguir con el plan porque… Bueno, se supone que es una cita. Una cita de Hoya y Dongwoo. Sin embargo, ahí están ellos dos, montados en el nuevo coche del muchacho como si fuese un evento al que debiesen asistir también. Estamos ahí para pasar el rato solamente, le dijo Sunggyu en algún momento entre la comida y la ducha, Dongwoo no tiene porqué creer que no se trata de una coincidencia.

 

— Bien — interrumpe la charla entre los mayores —, ¿a dónde nos dirigimos?

 

            No van al club usual, eso es seguro. “Ni siquiera tenemos edad para ir a un club”, grita en su mente el castaño. Sunggyu enarca una perfecta ceja, percatándose de lo obvio. Hoya sonríe.

 

— Mis padres me han dado el control de un nuevo punto caliente — señala el moreno con todo el orgullo que posee. — El sitio se llama «Paradise». Lo inauguré el fin de semana pasado, así que es tiempo de que compruebe por mí mismo el lugar.

 

— Simplemente genial — riñe el menor, ofuscado.

 

            Kim Sunggyu heredará la corporación de su padre cuando llegue el momento en que éste se retire y su primer gran paso está señalado para la mañana siguiente, donde tendrá su primera reunión con un nuevo socio. Lee Howon se abre camino en el mundo de los clubs y bares, y ahí está su primer y enorme paso, porque tiene un establecimiento propio que seguro será un éxito como todos los que gestiona su familia.

 

            “Después estoy yo: Lee Sungyeol”, piensa con desdén, mirando a través de la ventanilla. Es una ruta nueva y todo parece oscuro y extraño. “Un padre ausente, un hermanito en el extranjero, una madre que tratará de heredarme una empresa al otro lado del mundo”.

 

— Nuestro querido Lee Howon pasa a ser todo un hombre de negocios esta noche — comenta el pelirrojo, palmeando el hombro de su amigo con más fuerza de la necesaria. ¾ Supongo que el gran chico de Busan no podía esperar más para darnos la noticia — los tres sonríen, aunque una persona con menos simpatía que las otras. — ¡Eres un maldito desgraciado!

 

— No, mi querido, Sunggyu — agrega de inmediato. — No lo soy. Además, estoy seguro que les encantará. De hecho, ya casi estamos ahí.

 

            Ellos no se atreven a contradecirlo. Conocen demasiado bien a su amigo y ninguno de los dos sería capaz de dudar del buen gusto de Lee Howon. A menos que se trate de colores, porque si el dichoso «Paradise» es un mundo morado, entonces Sungyeol está seguro que se echará a llorar. Eso también sería propio de Hoya y su obsesión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

— No entiendo por qué diablos estamos pasando la noche en un club — espeta Myungsoo con el ceño fruncido y los brazos cruzados frente a su pecho. — ¡Es la peor forma de comenzar el fin de semana!

 

— Lo que yo no entiendo — le responde Woohyun con una camisa en cada mano —, es por qué te alteras tanto por algo como esto. Es decir, venga, Myungsoo, no hacemos esto todo el tiempo. Lo que es más, no lo hacemos nunca, principalmente porque no tenemos la edad para ello.

 

— Prometí a mis padres que no iría a un bar antes de los treinta.

 

Dongwoo sale del baño justo a tiempo de escuchar el comentario. Su risa estridente provoca que las orejas del hijo mayor de los Kim se tornen rojas al reparar en lo estúpido que ha sonado su comentario. Sin embargo, Woohyun parece ajeno a la broma de mal gusto y continúa probándose ropa frente al espejo. Myungsoo enumera las razones por las que golpear a sus amigos con una lámpara y luego escapar de la ciudad es un mal plan, por lo que pronto se deja caer en la cama gigante de Jang y contempla el techo con una fingida admiración mientras los otros revolotean la maleta que ha traído el segundo mayor –o su chofer, en todo caso- con las posibles opciones de vestimenta. Ajeno a la discusión de los otros, el pelinegro aún no sabe por qué deben ir a un club.

 

— Creo que el único que no tiene edad para esto es Myungsoo — comenta Dongwoo con una gran sonrisa burlona, retomando una conversación olvidada mucho tiempo atrás. — Si miras la forma en que se comporta, posiblemente sea mejor llevarlo a una estancia infantil y dejarlo jugar con las pelotas de plástico.

 

— ¿Disculpa? — los orbes negros, enfurecidos, se clavan en el chico bajo. — Vuelve a decirlo, Dongwoo.

 

— Sólo bromeaba — ríe el muchacho, indeciso entre dos gorras. — Deberías divertirte un poco más.

 

— Puedo hacerlo perfectamente sin tener que ir a un club lleno de gente borracha.

 

— Diablos, Myungsoo — regaña Woohyun, sacándose la camiseta con descuido. — A esto nos referimos. Siempre encuentras la parte negativa de las cosas. Pensé que querías cambiar un poco y comenzar a vivir. ¿No eras tú el que hablaba el otro día acerca de las aventuras, la coquetería y seducir a Sungyeol?

 

— ¿Cómo llegó a esta conversación? — repone entre ofendido y curioso, jugando con un botón de su camisa.

 

— Supongo que Dongwoo olvidó mencionarte que estamos yendo a este dichoso club que tanto odias porque Howon lo invitó — el pelinegro amplía sus ojos al escuchar eso. — Quiero pensar que lo dijo con la idea de tener una cita entretenida con nuestro amigo acá presente, pero el muy idiota está demasiado avergonzado para ir solo, así que nos arrastra con él.

 

— Ajá — intenta el menor, esperando más información. — ¿Cuál es el punto?

 

— Que Howon no es un imbécil — dice como si fuese lo más obvio del mundo, y quizá de cierta forma lo sea. — Es probable que pensase que esto pasaría, así que tampoco irá al club por su cuenta — Myungsoo cree comprender lo que dice. — Eso quiere decir que Sunggyu y Sungyeol estarán ahí también, genio.

 

Myungsoo finalmente comprende la situación y se anima un poco, aunque aún odia la idea del club.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sunggyu parpadea en señal de evidente confusión cuando Howon los conduce a Sungyeol y él a una de las habitaciones reservadas para personas importantes en el segundo piso del club. Es elegante, lo admite, aunque le recuerda demasiado a una sala de karaoke. Hay un mini-bar dentro de ese espacio que cada vez parece más amplio. Le dan ganas de reírse porque ¿quién diablos necesita un mini-bar dentro de un bar? Hoya le sonríe mientras cierra la puerta a su espalda y se dirige a preparar un par de tragos.

 

— Supuse que sería más agradable de este modo — afirma con la sonrisa de un sabelotodo en su rostro agraciado. — No somos lo que otros consideran sociables, y parece que varias personas nos notaron apenas entrar. Aquí nadie va a molestarnos.

 

— Lo dices como si fuésemos a pasar la noche juntos — le regaña Sungyeol, buscando un encendedor entre el montón de tonterías cerca de las botellas. — Espera — razona de pronto —, ¿ese es tu plan? — su amigo asiente y un gemido escapa veloz de su boca. — ¡Diablos, no! — el pelirrojo se ríe, aunque también se nota que está molesto. — ¿Por qué demonios estamos Sunggyu y yo invitados a tu cita con Jang Dongwoo?

 

— Porque él es demasiado tímido para salir conmigo a solas.

 

— El punto de una cita es estar solos, genio — le recuerda amablemente el alto, haciéndolo sonar obvio de todas formas.

 

— Bueno, pues estaremos solos nosotros seis — Hoya se encoge de hombros.

 

— Nosotros seis — retoma Sunggyu, pasándose la mano por los cabellos medio ondulados. — ¡Y una mierda, Lee Howon! No pienso pasar mi noche con Nam -soy el mayor imbécil del mundo- Woohyun. ¡Y no estoy bromeando! Deja de reírte, maldita sea. ¡Lee Howon!

 

            Sungyeol le palmea el hombro, sabiendo que la discusión se ha perdido antes de iniciar. No hay más qué hacer. Habrá que pasar la velada juntos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Woohyun sonríe tan pronto pone un pie dentro de «Paradise», porque ¡maldición!, es una cosa fuera de este mundo. Apenas puede moverse entre los cuerpos calientes y apretujados de los presentes, riéndose de buena gana cada que Myungsoo da un respingo a su espalda porque alguien le ha tocado el trasero y no precisamente por accidente. Dongwoo va a lo último, observando con ojos curiosos todo lo que le rodea, como si nunca se hubiese colado al club de su hermana con el segundo hijo de los Nam. Sin embargo, el mediano del trío sabe que sólo busca a Hoya entre el montón de rostros desconocidos y apenas iluminados por las luces de colores.

 

            Vislumbran la barra y dos asientos libres cerca de ella, y a pesar de ser tres se apresuran a ocuparlos, porque no saben si habrá una oportunidad de encontrar sillas más adelante. Myungsoo se ofrece a estar de pie, con los brazos firmemente cruzados frente a su pecho y una mirada que demuestra lo poco que aquello le gusta. Los mayores le ignoran, uno demasiado ocupado buscando a cierto muchacho y otro concentrado en el menú que han dispuesto para ellos.

 

— Los precios no son una broma — señala Woohyun con media sonrisa, y Dongwoo se inclina hacia él para escucharlo mejor. — Pocas personas pueden darse el lujo de poner un pie en este dichoso Paraíso.

 

— Aun así hay demasiada gente — le recuerda Myungsoo, quien a pesar de estar alejado le escucha perfectamente. — No creo que sea tan desbordante si todos ellos pueden estar aquí.

 

            Su amigo le pasa el menú, sonriendo al ver los cambios en el rostro antes inexpresivo del pelinegro. Es una locura. Una completa y total locura.

 

— Toda esta gente debe estarse pudriendo en dinero — se burla el moreno —, si lo piensas bien, este es un paraíso falso.

 

            Myungsoo suspira. Él no encaja en un sitio como ese, está seguro. Las personas en la barra tienen esas sonrisas falsas que se posan en sus compañeros de instituto. Las que se encuentran en la pista se mueven y ven del mismo modo, como si esa fuese la única forma de hacerlo. Un par de chicas se le acercan y vuelve la atención a los mayores antes que se atrevan a hablarle.

 

— No veo a Hoya por ningún lado — escupe atropelladamente, con las palabras unas sobre otras.

 

— Querrás decir que no encuentras a Sungyeol — se burla Nam, guiñando uno de sus ojos.

 

— Lo que sea — masculla el pelinegro entre dientes, ofendido. — Quizá nos jugaron una broma.

 

            La posibilidad está ahí, latente. Ninguno de ellos reparó en el detalle antes, demasiado entusiasmados como para percatarse de lo obvio. “Nunca esperes que llegue si no le interesas”. Myungsoo se muerde el interior de la mejilla con pesimismo. ¿Por qué Lee Sungyeol estaría ahí? ¿Por qué él está ahí?

 

— Me regreso a casa — anuncia para sorpresa de los otros, dándose la vuelta.

 

            Sin embargo, no da siquiera un paso cuando siente el peso de una mano en su hombro. Una mano que nunca le ha tocado antes, pero cuyo dueño es capaz de reconocer con una facilidad increíble. El aroma de Sungyeol está por todas partes ahora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El humo deja sus labios en una exhalación cansada. Sungyeol alza la vista levemente, y una sonrisa se posa en su rostro al percatarse de la acalorada discusión en que se han sumergido sus dos amigos. Son como niños todavía, siempre peleando, siempre empujándose, tan tercos como les es posible. Quiere reír, quiere burlarse; pero no lo hace. En su lugar vuelve a llevarse el cigarrillo a los labios. No es un hábil fumador, siquiera le tiene gusto. Sólo que de vez en cuando siente la necesidad de sumergirse en un vicio que no es vicio, y los mayores le dejan sucumbir a la tentación porque eso no puede hacerle daño. Al menos no más que los pensamientos que rondan su mente y que busca alejar con cada calada.

 

— Bajaré a buscar a los otros — anuncia solemne, deshaciéndose del cilindro blanco y acabando su copa de un trago. — Seguro están en la barra pensando que les dejamos plantados.

 

            Sunggyu sonríe, porque la idea de dejar a Nam Woohyun esperando le agrada. Hoya le recuerda que eso es inadecuado para personas de su clase social, y gana muchos gruñidos y una que otra patada, pero no por ello deja de reír. Sungyeol se limita a negar con la cabeza, desordenándose los cabellos marrones en el proceso.

 

            Su suposición es correcta: están en la barra. Baja la escalera con una sonrisa ensayada y apenas logra escapar de las garras de todas aquellas “señoritas” que quieren su atención. Hoya estaba en lo cierto, después de todo: les notaron. Muchos de los presentes deben de saber para entonces quiénes son. Especialmente porque no visten como lo hacen en la escuela, sino como deben hacerlo. El heredero de los Lee se ríe entonces, porque sus pantalones blancos son ridículos y él es una farsa.

 

— Me regreso a casa — dice Myungsoo, y es todo lo que el castaño necesita para estirar la mano y tocarle.

 

            El pelinegro se estremece bajo su tacto, y Sungyeol siente un escalofrío recorrerle la columna.

 

— ¡Pero si es Lee Sungyeol! Ya pensábamos que…

 

— Ahórratelo — demanda el alto con desdén, apartando su mano del más joven. — Síganme.

 

            Gira sobre sus talones y esta vez le cuesta menos llegar a la escalera, porque se mueve con gracia y elegancia, ya no con prisa, y nadie le toca ni le interrumpe, porque su mirada se ha vuelto fría y despiadada. Aunque de vez en cuando hay una excepción, y existe una chica lo bastante tonta para aventurarse en su búsqueda. Le da alcance a mitad de la subida, empujando a Myungsoo en el transcurso. Le sujeta por el brazo y Sungyeol le aparta con menos tacto del que su posición demanda.

 

— Piérdete — ordena, y ella hace un puchero, mirándolo con lo que supone son ojos de cachorro. — He dicho que desaparezcas.

 

— ¿No me reconoces? — pregunta ella, siguiéndolo a la segunda planta. Los otros tres van un paso tras ellos, atentos y curiosos. — Soy yo… — inicia, sin reacción alguna —, Kwon Sohyun.

 

            El reconocimiento golpea a Sungyeol con la fuerza de un tornado. Kwon Sohyun.

 

— Lo siento, pero no sé quién eres — ella forma un puchero de nuevo, y él la hace a un lado una vez más. — Si nos disculpas.

 

            La muchacha se rinde y regresa a la primera planta, seguramente a ver a sus amigas o a quién quiera que la acompañe. De repente también tiene ganas de volverse a casa, porque esa niña es un verdadero dolor de cabeza. Con un gesto indica a los otros el camino, recordando el por qué está ahí en primera instancia.

 

— Bienvenidos — se burla al abrir la puerta, dejando que los tres pasen antes.

 

            Sunggyu y Howon se han ubicado en uno de los sofás, ambos de piernas cruzadas y elegantes sonrisas. Sungyeol quiere reírse, porque es la mejor puesta en escena de la vida. Cierra la puerta con pestillo a su espalda, sirviéndose un trago antes de ir a sentarse en otro de los muebles. Los invitados les analizan por varios minutos en completo silencio.

 

— Supongo que no me equivoqué al pedir a los chicos que me acompañasen — inicia Howon, haciendo su camino hacia el mini-bar. — ¿Qué les sirvo? — los pedidos llegan con algo de incertidumbre. — No sean tímidos. No mordemos.

 

— Me atreveré a dudar de tus palabras — asegura Woohyun, ocupando el lugar que el más bajo dejó libre a lado de Sunggyu. — Este lindo hámster se ve capaz de ello.

 

            Sungyeol se muerde el labio. Vete al infierno, es todo lo que dice Sunggyu.

 

— Es agradable acá arriba — continúa Dongwoo, visiblemente incómodo en el silencio recién formado. Myungsoo asiente; nadie parece prestarle atención. — Reservar una sala de estas debe costar una fortuna.

 

— Para aquellos que tienen el dinero — asevera Sunggyu, mordaz —, esto es nada.

 

            Sungyeol le patea discretamente, sólo que Hoya les ve desde el otro lado de la sala y deja escapar una risilla traviesa. Siempre es así.

 

— Disculpa la severidad de sus palabras — pide en tono suave, dejando las bebidas frente a los recién llegados. — Sunggyu se irrita con suma facilidad ante ciertas personas.

 

            Woohyun siente todas las miradas en él, pero no emite comentario alguno.

 

— Ciertas personas — el castaño repite, soltando una carcajada. Cinco pares de ojos se vuelven a él, tres con sorpresa, dos con curiosidad. — Una de esas ciertas personas me ha interceptado de camino aquí.

 

— Pensé que no la conocías — interrumpe Nam, dando un pequeño sorbo a su vaso. — Le dijiste…

 

— Mentí — asegura el alto con una sonrisa traviesa que manda el corazón de Myungsoo al diablo. — ¿Fui así de convincente, acaso?

 

            Dongwoo se ríe porque no sabe qué otra cosa hacer. Sunggyu endurece su expresión. Hoya borra su sonrisa. Myungsoo y Woohyun sólo los miran fijamente.

 

— ¿Quién?

 

            Ambos cuestionan a la vez, dejando sus vasos en la mesa de centro con más fuerza de la requerida.

 

— Kwon Sohyun.

 

            Nuevamente silencio. Entonces ocurre.

 

— ¡Debes estar bromeando!

 

            Pero no suena como una broma, y tampoco es divertido.

 

— Ha vuelto a Corea, eh — Sunggyu sonríe y sus nudillos se tornan blancos cuando envuelve la mano en su vaso. — Debió quedarse en América o en cualquier otro sitio, justo donde no podamos verla.

 

— ¿Quién…? — comienza Woohyun, porque no entiende nada y eso le inquieta.

 

¾ Ella es… — inicia Hoya, de pronto recordando que están acompañados y que no siguen el plan.

 

— La ex novia de mi hermano menor — completa Sungyeol, girando el rostro en dirección de los invitados.

 

— Y la fan número uno de Lee Sungyeol — agrega Sunggyu, gruñendo.

 

— Una completa acosadora — continúa Howon, medio serio, medio en broma.

 

— La clase de chica que no puede elegir entre dos hermanos — se aventura el pelirrojo. — Aunque claro que no había necesidad de elegir entre ellos, porque sólo uno se interesaba en ella.

 

— Para resumir la historia, esa señorita se coló en la habitación de nuestro querido amigo por la noche y montó toda una escena a mitad de la madrugada porque jamás esperó que Sungyeol tuviese el sueño tan ligero.

 

— Así es como su hermano los encontró: juntos, en la cama y a medio vestir.

 

            Myungsoo frunce el ceño, enfadado. ¿Qué clase de chica hace eso? Mira discretamente en dirección de Sungyeol, pero él no dice nada, no tiene expresión alguna, parece que ni siquiera está respirando.

 

— ¿Qué ocurrió entonces? — Dongwoo se olvida de la bebida, las botanas y todo lo que no sea parte de la historia que narran los otros.

 

— Lo que ocurre en estos casos — responde por todos Howon, riendo.

 

            “Ambos pelearon”, piensan los tres amigos, imaginándose la reacción del hermano de Sungyeol al verlo con su novia.

 

— Daeyeol la echó de la casa con lo poco que traía puesto — responde con orgullo el castaño. — No ayudó el que viviese frente a nuestra casa y sus padres estuviesen llegando en ese momento de un viaje de negocios. Tampoco que los vecinos estuviesen en medio de un compromiso social que involucraba a varios reporteros.

 

— Fue noticia de primera plana — ríe Sunggyu, recuperando su humor. — Su familia intentó demandar a los Lee por daños a la reputación de su única hija, aunque cualquiera que conozca a la madre de este amigo se arrepiente al instante.

 

— Al final fueron los Kwon quienes tuvieron que pagar.

 

            Dongwoo vuelve a reír. De cierta forma es una historia hilarante. No se imagina qué hubiese hecho de estar en la misma situación. Woohyun medio sonríe, porque seguro Boohyun no se hubiese puesto de su lado. Y Myungsoo sigue mirando a Sungyeol, preguntándose qué clase de persona es Daeyeol, al tiempo que admira la relación que tienen ambos. Moonsoo no haría lo mismo, está cien por ciento seguro.

 

— No es la clase de conversación que ellos esperan — habla el castaño, sonriendo levemente. — De saber que esto alcanzaría semejante punto no hubiese mencionado su nombre.

 

— Lo hiciste porque te gusta ser el centro de atención — asegura Howon, levantándose para traer una botella a la mesa.

 

— Ese es Sunggyu, no yo — le recuerda a su amigo, y se ríe cuando el pelirrojo le golpea el pecho con su puño.

 

— Que te den, Lee Sungyeol — escupe el mayor, burlón.

 

— Quizá más tarde — repone prontamente el alto, guiñando un ojo en dirección de Myungsoo.

 

            Definitivamente, no es la conversación que esperan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Myungsoo prueba el alcohol por vez primera esa noche, y quizá en su vida también. El trago es largo y amargo, y tose dos veces antes de dejar el vaso en la mesa y cubrirse la boca con una mano. El castaño enarca una ceja al verle y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios al tiempo que le golpea suavemente la espalda. Él fue exactamente igual. El pelinegro busca sus ojos con un sentimiento extraño, y sigue tosiendo, demasiado sorprendido para hacer cualquier otra cosa.

 

            Sunggyu frunce el ceño ante la escena. No está seguro de que el niño más joven deba estar tan cerca de su amigo, su mejor amigo. Ya con Sungjong tienen suficiente, no necesitan a su ex novio también. Sin embargo, parece que al alto le agrada.

 

            El pelirrojo chasquea la lengua. Woohyun muerde su labio inferior, molesto.

 

— Se miran bien juntos, ¿no? — cuestiona con media sonrisa, atrapando toda su atención. Sunggyu le lanza una mirada de muerte antes de ponerse de pie y dirigirse a la barra del mini-bar, preparándose lo más fuerte que encuentra. — Ambos son terriblemente hermosos, ¿no te parece? Sólo mira sus facciones, además que son altos. Son perfectos a su propio modo.

 

— Deja toda esa mierda — le interrumpe el mayor, malhumorado. — ¿Estás planeando juntarlos? Diablos, eres demasiado, en serio — rueda los ojos, chocando botellas con botellas. — Ustedes son la última clase de personas con las que necesitamos estar.

 

— Supongo que tu amigo no piensa lo mismo — señala divertido, moviendo la cabeza en dirección de Hoya, quien habla al oído de Dongwoo con una sonrisa de idiota. — A él parecemos gustarle.

 

— Seguro le gusta Dongwoo, pero no ustedes.

 

— Pues a mí me gustan ustedes — indica, jugando con una copa de cristal. — Aunque me gustas más tú.

 

— Eres quien más me desagrada — repone, mirándolo a los ojos. ¾ Casi tanto que quiero golpearte.

 

— Pero no lo suficiente para hacerlo, ¿eh?

 

            Sunggyu suspira. Por eso que Nam Woohyun no le agrada, siempre termina dejándolo sin palabras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Howon sonríe una vez más, guiñando un ojo a Sungyeol cuando éste atrapa su mirada. El castaño le regresa el gesto suavemente, con los primeros efectos del alcohol reflejándose en su rostro. Después de todo, él desconoce que su amigo sólo está utilizando al hijo de los Jang, así que es normal que encuentre aquella situación entretenida, creyendo firmemente que Hoya está enamorado.

 

— Espero que esta noche dejes de encontrarme aterrador — susurra el mayor de los Lee cerca, una vez más, del oído del chico de los restaurantes, rozando, de nuevo, su oreja accidentalmente con los labios. — Así quizá la próxima vez podamos salir solo nosotros dos — “aunque me divierte ver a Sunggyu así”, piensa.

 

            Dongwoo se atraganta con su bebida, mostrándose nervioso.

 

— No me pareces aterrador — corrige rápidamente, tan pronto el aire vuelve a entrar a sus pulmones. — Tal vez un poco intimidante, pero no esta noche.

 

            Hoya asiente e internamente celebra el cambio de actitud del mayor, quien le sonríe lindamente. La tensión entre ellos parece desaparecer por arte de magia luego de las palabras del muchacho, quien se muestra más abierto de pronto. El chico de Busan está seguro que alcanzó un nuevo punto cuando Dongwoo se ríe de su propia broma y deja caer una de sus manos sobre el muslo de Lee sin vergüenza alguna.

 

            “Te atrapé, Jang Dongwoo”, celebra, y busca la mirada del pelirrojo al otro lado de la sala. Sunggyu sonríe. Éxito. El marcador es 1:0 en favor de ellos.

 

— Deberíamos…

 

            Sus palabras quedan inconclusas cuando el celular de Sungyeol comienza a sonar. Es un tono específico de contacto, así que de inmediato los tres amigos saben quién es. El castaño duda en responder, pero al final lo hace de todas formas, no sin antes tomar una bebida más. Sus ojos indican que está borracho. Se tambalea un poco cuando se pone de pie para ir a apoyarse a la pared, al lado de la puerta.

 

— ¿Qué? — escupe a la línea, jugando con un cubo de hielo entre sus dedos. — ¡Debes estar de broma! — se ríe con amargura, llamando la atención de Howon. — Sí, estoy bebiendo, ¿algún problema? — Sunggyu camina en su dirección. — Vete a la mierda — el silencio llena la sala. — Escucha…

 

            Sunggyu le cubre la boca con la mano izquierda y le arrebata el teléfono con la derecha.

 

— Madre, ¿cómo está? — saluda cortésmente, mandando una mirada asesina a su amigo. — Oh, sí. Estamos en «Paradise» — Hoya se ríe, seguro ella ya sabe del lugar. — Sí, el nuevo club de los Lee, o quizá debo decir el nuevo club de Howon — un jadeo colectivo se escucha de los “invitados”. — Vinimos con unos amigos de Woollim — Sungyeol le aparta la mano, mostrándose herido, y vuelve al sofá con Myungsoo. — ¿Sus nombres? — los mira, confuso. Hoya le prepara un trago al castaño. — Jang Dongwoo, Nam Woohyun y Kim Myungsoo — se ríe falsamente, seguro igual que ella. — No se preocupe, yo me haré cargo.

 

            La mamá de Sungyeol aprueba a sus amigos. Conoce sus nombres, por lo menos de los dos primeros. Sunggyu lo sabe.

 

— No tenías por qué hablar con ella — gruñe el castaño. — No tenías por qué decirle dónde o con quién estamos, Sunggyu.

 

— No seas inmaduro — responde de mala gana, mirándolo ceñudo. — Acabo de salvar tu trasero de…

 

— No te lo pedí.

 

— Los niños… — se mete Hoya, imitando el tono que usa el mayor a veces. —, déjense de cosas. Lo importante es que la bruja ha colgado ya.

 

— ¿Bruja? — pregunta esta vez Myungsoo, hablando por vez primera en lo que han parecido horas.

 

— Mi/Su madre — responden los tres.

 

— Oh.

 

            Algo hace clic en las cabezas ajenas. Bruja. La mamá de Lee Sungyeol. Sigue sin tener sentido, pero es algo; al menos por ahora.

 

— Mucha charla ¾ comenta Hoya, palmeando los hombros de sus amigos. — Estamos aquí para ver el funcionamiento del lugar también, ¿recuerdan? — ambos asienten. Después de todo, «Paradise» le pertenece al muchacho. — Bajemos a comprobar el ambiente. ¿Qué dices Dongwoo? — se dirige a su cita con ojos amables. — ¿Quieres ir a la pista de baile?

 

Los seis dejan la habitación, pero a mitad de la escalera Sungyeol se detiene. Myungsoo le imita, enarcando una ceja.

 

— Vayan ustedes — sugiere, extrayendo una cajetilla de su bolsillo. — Esperaré aquí.

 

            Howon y Sunggyu asienten. Dongwoo y Woohyun los siguen. El hijo mayor de los Kim duda, pero las palabras de Sungyeol no son una invitación. Camina despacio, pero se mantiene donde pueda observar al castaño y el humo de su cigarrillo. No es el único que lo hace, pero eso no es algo que pueda saber.

 

            De pronto ocurre algo que nadie espera. La música se detiene, las luces se apagan, y todo se vuelve un caos. La gente siempre se altera cuando se les toma por sorpresa. Algunos vasos se rompen, algunas mujeres chillan porque alguien les ha tocado más de la cuenta. Myungsoo parpadea en confusión, camina hacia los escalones. Un jadeo escapa de los labios de Sungyeol, casi con miedo. Escucha un golpe contra el muro, unos pasos extraños. Howon grita algunas órdenes desde algún punto de la pista. Cree escuchar a Sunggyu decir el nombre de Sungyeol en mitad de un grito. Un “a-a-aquí” jadeante le alcanza los oídos unos metros hacia arriba. Sube a trompicones, tropezando consigo mismo un par de veces. Alcanza a ver dos figuras en la oscuridad y antes de alcanzarla una de ellas se mueve y le empuja, pero no se tambalea, porque sabe que la otra pertenece a Sungyeol.

 

— Vámonos — toma su mano y corre hacia arriba, con el otro chico tenso ante su toque.

 

            Empuja una puerta a medio abrir de la segunda planta, esperando que sea la habitación de ellos. Nadie hace ruido cuando entran, así que debe estar vacía. Coloca el pestillo de la puerta y se deja caer en el piso junto a Sungyeol, que pega su espalda a la pared y respira fuertemente.

 

— ¿Estás bien? — le pregunta.

 

El castaño deja escapar un bufido.

 

— Sólo me sorprendió un poco — admite a regañadientes.

 

            Después de eso permanecen en silencio por varios minutos. Aún no regresa la electricidad, y el mayor de los dos se siente inquieto. Encerrado en una habitación oscura y silenciosa no es la forma más grata de iniciar un fin de semana, y además le hace recordar una época de su vida que prefiere no traer a colación. Se estremece involuntariamente.

 

— ¿Le temes a la oscuridad? — la sorpresa evidente en la voz del pelinegro. Sungyeol suelta una risita.

 

— No lo hago — y es cierto; no es la oscuridad, es lo que pasa en ella. — Aún estoy borracho, ¿bien?

 

            El tiempo sigue avanzando. Comprueban sus celulares, pero ninguno lo trae consigo. Sunggyu y Woohyun se han quedado con ellos. Simplemente perfecto. No se escuchan voces en la segunda planta, pero en la primera aún hay murmullos. Al parecer la puerta se ha bloqueado hasta que regrese la luz.

 

            Myungsoo no puede soportarlo más.

 

— Sungyeol — habla despacio, arrastrando su nombre con deleite; muerde su labio en el nerviosismo.

 

— ¿Uhm?

 

— Lo siento — se disculpa, y el mayor gira el rostro en dirección de su voz, confundido.

 

— ¿Por qué t-…?

 

            Los labios del menor le interrumpen, capturando los suyos en un beso que toma al otro por sorpresa. Pero no le aparta, sino que corresponde casi de inmediato, con la misma necesidad que le es demandada. Myungsoo le acerca todavía más, desesperado por el contacto que le está siendo permitido, y pronto sus brazos se envuelven alrededor del cuello del niño más alto mientras le mordisquea el labio inferior. Sus lenguas se conocen brevemente, solo unos segundos, porque entonces Sungyeol coloca ambas manos sobre el pecho del pelinegro y le empuja suavemente. Las luces se encienden en ese momento, y ambos se miran de frente, con sus respiraciones que son irregulares, y Myungsoo se niega a dejarlo ir, aunque tampoco tiene que hacerlo, porque el castaño dice algo que suena como culparé al alcohol después y tira de él para otro beso, aún más desesperado que el primero, y el corazón del menor late como loco porque oh, Dios, está besando a Lee Sungyeol.

 

            Y a Kim Myungsoo no puede importarle menos cualquier otra cosa.

Notas finales:

Esto es todo por ahora. Me estaré reportando lo más pronto posible. En el siguiente veremos la "cita" de Sungyeol y Sungjong, así que no se lo pierdan(?). LOL


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).