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Dos caras de la misma moneda por Hyunnieyeol

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Notas del capitulo:

140320. Finalmente subí este capítulo. Lo peor es que tiene terminado mucho tiempo...

Capítulo IX. De las palabras clave para entender las cosas

 

 

 

Sungyeol se estremeció quedamente. La sonrisa de Sungjong se acentuó aún más. El mayor cerró los ojos un instante y esa fue la única señal que el otro necesitó para continuar con lo que le rondaba la mente. La distancia entre sus rostros se volvió inexistente y sus labios se encontraron en un beso violento, como sucedió otras pocas veces. Sungyeol apenas lograba ajustarse al ritmo que imponía el más bajo, pero si algo celebraba en sus adentros Sungjong era el que el castaño nunca se opusiese a sus arrebatos. Caso contrario el de su novio, quien siempre le apartaba luego de unos pocos segundos.

 

            El más joven de los Lee jadeó cuando las manos del más alto se posaron en su cadera y le colocaron cómodamente sobre su regazo. Sungyeol apenas era consciente de su postura, de las reacciones de su cuerpo, de que era Sungjong quien estaba con él y no cualquier otro. Una amistad que se tornaba peligrosa pero que no dejaba de ser sólo eso.

 

— Te digo que no es así — ambos saltaron ante la voz que se dejaba escuchar fuera del apartamento, convencidos de que a nadie agradaría lo que estaban haciendo. — Cuando no está en casa, él siempre está aquí.

 

            Sungjong prácticamente corrió a la habitación, tratando de no reírse de lo divertido que aquello le parecía. Sungyeol, por otro lado, marchó rumbo a la cocina. Un minuto después la puerta fue abierta y sus dos amigos entraron riéndose de algo que el castaño desconocía. Se pasó la mano por los largos cabellos y colocó una sonrisa gomosa, como de costumbre, agradeciendo que los otros estuviesen tan ocupados en su charla que apenas le prestasen atención a su rostro seguramente aún acalorado.

 

— Eh, Lee Sungyeol, ¿qué has estado haciendo este día? — lanzó la pregunta Sunggyu, rebuscando una lata de refresco en el frigorífico de su amigo. — Estuve llamándote y jamás respondiste el maldito teléfono.

 

— Quedé con Sungjong un rato — medio confesó, medio mintió. El pelirrojo frunció el ceño de forma automática.

 

— ¿No crees que pasan mucho tiempo juntos? — indagó en esa ocasión Hoya, alzando una de sus cejas.

 

— Quizá — coincidió de buena gana.

 

            “Más de lo que puedas llegar a imaginarte”, agregó en su mente.

 

— Salgamos de aquí — sugirió el mayor, pasando sus dedos por la superficie de la barra. — Muero de hambre y no quiero ramen. Hay un nuevo restaurante a unas cuantas calles.

 

— Bien — coincidieron ambos, siguiendo a Sunggyu fuera del apartamento.

 

            «Te llamo más tarde. Toma algunos caramelos del frasco». Sungjong se burló del mensaje tan pronto pudo refunfuñar en voz alta sin que nadie le descubriese. Salió de su escondite y se dirigió directo al lugar “secreto” donde el mayor tenía los caramelos de limón que tanto disfrutaban comer en su tiempo libre. Se paseó con el frasco hasta encontrar una bolsa para tomar algunos y casi lo dejó caer cuando su teléfono vibró de nuevo dentro de sus jeans.

 

— ¡Oh, Myungsoo! — respondió alegremente, realizando su tarea y volviendo el recipiente a su sitio. — Estoy en casa haciendo algunos deberes — mintió con habilidad, sin borrar su sonrisa. — Te llamaré cuando termine, ¿bien?

 

            Volvió el móvil a su bolsillo. Por un momento se cuestionó qué pensaría su novio de descubrir la verdad, pero se deshizo de la idea pronto. No quería saber en realidad. Tomó un dulce y lo llevó a su boca, andando hacia la salida. El portero le despidió con una sonrisa que correspondió por pura cortesía. Después se aventuró a cruzar el parque para ir a su propio edificio.

 

Lee Sungjong estaba convencido que esa aventura con Lee Sungyeol era lo más divertido en su vida hasta el momento. Así como su relación con Kim Myungsoo lo había sido al comienzo, más de un año atrás.

 

 

 

 

 

Dentro de Woollim los rumores se extienden más rápido que una epidemia, especialmente si involucra algo que a todos pueda llegar a interesar. Para mala fortuna de los llamados “nuevos estudiantes” ellos seguían siendo el tema candente de la Academia, y posiblemente eso no cambiase hasta el ingreso de algún nuevo elemento al sistema educativo del lugar. Cosa que no sucedería próximamente.

 

— ¿Has escuchado eso? — la pregunta obliga a Myungsoo a volver la cabeza en dirección de Woohyun, esperando que el mayor diga aquello para lo que ha venido. — Kwak Jungwook está de regreso en nuestras filas y llegó directamente en busca de los nuevos.

 

            El interés de Myungsoo aparece al escuchar la última frase. Jungwook era conocido por sus grandes dotes actorales y había solicitado una licencia a mediados del año anterior para ausentarse de la escuela por cuestiones que para todos resultaban desconocidas. El que volviese de un día para otro y se dirigiera hacia la última adquisición de Woollim hacía ver todo aún más extraño a los ojos del alumnado.

 

            Como si le hubiesen invocado en ese momento, Kwak Jungwook cruza las puertas de acceso a la cafetería con el brazo de Lee Howon rodeando sus hombros. El silencio se adueña de la sala incluso después que recogen sus almuerzos y toman asiento en la mesa acostumbrada por la pandilla de los recién llegados. Sungjong llega poco después junto con Sungyeol, y el mundo de Myungsoo deja de girar mientras los mira a la distancia, tan cómplices, tan cercanos. Aparta su comida con disgusto, frunciendo el ceño. Woohyun espera la entrada de Sunggyu, pero su malestar crece al ver que, para su sorpresa, también ingresa acompañado de alguien; y alguien que él conoce muy bien.

 

            La boca de ambos muchachos cae al presenciar algo inconcebible ocurrir frente a sus ojos: Jang Dongwoo estaba con ellos. Los murmullos no se hacen esperar. Dongwoo se sienta en la mesa de los otros sin dejar de reír, jugueteando con Sunggyu de vez en cuando. La única vez que dirige una mirada a Woohyun y Myungsoo, es de disculpa y sólo un instante.

 

— Él va enserio con Hoya — refunfuña Woohyun con algo de enfado, cruzando los brazos frente al pecho. — ¿Cómo logró acercarse tan rápido? — continúa, ofuscado. — ¡Le han invitado a sentarse con ellos! — el pelinegro apenas le escucha, totalmente perdido en las sonrisas que se dirigen los dos Lee. — ¿Y qué me dices de Jungwook? — se queja pasados unos minutos. — ¿De dónde diablos ha salido él?

 

— ¿Quieres callarte un minuto? — gruñe Myungsoo, enterrando los dedos en sus cabellos oscuros.

 

            Se quedan quietos y callados por cinco largos minutos, contemplándose el uno al otro sin verse en realidad. Sungjong surge de pronto y se inclina sobre la mesa, sorprendiéndolos por su aparición repentina. Sungyeol le espera cerca, pero a la vez muy lejos. Myungsoo quiere hablar con él, sólo que no sabe qué decirle ni cómo abordarlo.

 

— Si siguen comportándose así, Dongwoo se sentirá peor — les regaña el más joven entre divertido y serio, ganando una mirada sorprendida de ambos. — No está siendo fácil para él cargar con la culpa de haberlos abandonado un día.

 

— ¿Por qué está él ahí? — cuestiona Woohyun con un deje de amargura, traicionado.

 

— Eso es porque… — comienza Sungjong con media sonrisa, pero alguien lo interrumpe a mitad de la frase.

 

— Me gusta Dongwoo — ambos amigos giran los rostros para ver a Sungyeol un paso tras el más chico. El castaño no sonríe al decirlo, e incluso su tono parece un tanto amenazador. Coloca una mano en el hombro de Woohyun para sorpresa de todos, inclinándose cerca de su rostro. — Escuché de Sunggyu lo que sucedió el viernes. Si tu primera intención era dar un paso hacia él, lamento decirte que tomaste el peor camino. No le gustan este tipo de juegos, mucho menos si alguno de nosotros se ve involucrado. Espero entiendas esto, Woohyun, porque estoy seguro que no retirarás tus palabras de ese día: no harás a Sunggyu caer antes que tú mismo estés totalmente perdido ante él.

 

— Pero, ¿qué diablos…?

 

— Woohyun — sonríe traviesamente, sin alejarse, — estoy seguro que ya has caído.

 

            Myungsoo pasa saliva nerviosamente, sin despegar la mirada del rostro de Sungyeol. Luce peligroso ante sus ojos, y le hace sentir como un cachorro perdido. Sólo que le gusta. La mirada delineada se posa en él de pronto y le tiemblan las manos bajo la mesa. El castaño finalmente rompe todo contacto con el hijo de los Nam, que se encuentra contemplando la mesa con recelo. Sungjong trata de no reírse.

 

— Myungsoo — pronuncia con cuidado el mayor, — ¿verdad? — asiente suavemente, tratando (exitosamente, para su suerte) de ocultar su nerviosismo. — Te veré más tarde.

 

            Luego de la marcha de ambos Lee, Myungsoo suelta el aire contenido, jadeando estúpidamente. Una sonrisa se dibuja en su rostro ante las palabras de Sungyeol. Es la primera vez que el objeto de su interés se dirige a él, y por alguna razón las ganas de jugar al chico malo le regresan. Esos pensamientos de cuando Sungjong le propuso investigar al castaño están de vuelta, con las sensaciones intensificadas. No es más una broma del momento o una apuesta entre amigos, es ese deseo oculto de entrar en terrenos desconocidos y vivir un poco. Kim Myungsoo quiere descubrir a Lee Sungyeol. No. Va a hacerlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sunggyu mira cuidadosamente a su alrededor, esperando ser capaz de detectar presencias extrañas en torno a la sección de casilleros. Unos metros tras él, Howon apoya la espalda contra el metal. Sungyeol está en su clase de cocina con Sungjong, cosa que a ambos aún perturba un tanto. Esperan a que el último estudiante desbalagado encuentre su camino para poder conversar aunque sea unos minutos. El mayor debe ir a la sala de música y el más bajo al gimnasio.

 

— Jang Dongwoo fue fácil de atrapar — murmura Sunggyu, sonriendo con fingida alegría. — Pedirle a Sungjong que le llevase el sábado fue una idea estupenda. El que Sungyeol le invitase a sentarse hoy con nosotros fue la cereza del pastel.

 

— Coincido contigo — agrega el menor, cruzándose de brazos. — El único inconveniente son esos amigos suyos. Siempre parecen reaccionar de forma exagerada cuando nos acercamos — Sunggyu asiente, maldiciendo internamente a Woohyun y sus palabras el fin de semana. — Según lo que escuché de Sungyeol, el chico que canta ha puesto sus ojos en ti — el mayor no sabe si interpretarlo como burla o no, así que no responde. — Dongwoo parece interesado en mí; y el chico de cabello negro siempre está mirando a Sungyeol.

 

— Ese chico solía ser el novio de Sungjong — el más bajo no disimula su sorpresa. — Terminaron la mañana que llegamos aquí.

 

— Me estás diciendo que durante este tiempo…

 

Sunggyu le interrumpe antes que formulase su pregunta.

 

— Sungyeol jugó el papel de amante los últimos seis meses.

 

— ¿Crees que lo supiese? — la curiosidad se filtra en su voz.

 

— Él sabía que Sungjong tenía novio, también que está teniendo un enamoramiento en Jungwook. Dudo que supiese la identidad de este chico, pero siempre tuvo en cuenta su lugar.

 

— Ha de pensar que no sabemos nada al respecto.

 

— Sungyeol es algo ingenuo todavía — el pelirrojo sonríe sinceramente por vez primera. — Aunque no tanto como pensábamos.

 

            A Hoya no le queda más remedio que reír ante la afirmación.

 

— Volviendo al tema — continúa Sunggyu, — ¿ya decidiste qué haremos con Jang Dongwoo?

 

            Hoya asiente. La diversión se refleja en su mirada.

 

— Le invitaré a una cita.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sungjong se pasa la lengua por los labios para eliminar los restos de crema batida. Jina nuevamente les ha dejado solos en el aula horneando cupcakes. El castaño se pierde en sus pensamientos mientras hojea el recetario, ajeno a los planes que ha ideado el más joven en esos minutos de silencio. Para cuando reacciona, su mejilla está cubierta de crema y grajeas de colores. El más chico ríe traviesamente, mordiendo un bizcocho con su mirada brillante y pícara. Al alto no le cuesta trabajo arrinconarlo contra una de las mesas y morder el postre ante los ojos almendrados de su compañero.

 

Se miran fijamente por un tiempo indefinido. Sungjong reacciona primero, dejando que el pastelillo se deslicé fuera de su mano, la cual dirige al rostro del mayor para acariciar la mejilla sucia. Los labios de Sungyeol se curvan en una sonrisa pequeña, inocente y cálida. Un escalofrío les recorre cuando se acercan más aún. Un beso casto; el hormigueo está ahí todavía.

 

— Puedes confiar en mí — pronuncia Sungjong sin alejar su mano.

 

— Lo sé — responde sin miramientos Sungyeol.

 

— Entonces, ¿por qué no me dices lo que te molesta?

 

— No es el momento.

 

            Coloca un dedo sobre los labios ajenos antes que el otro pueda responder a sus palabras. Se miran a los ojos largo rato, sin intentar comunicarse verbalmente. Sungjong suspira una o dos veces, y al final termina retirando el dulce del rostro de Sungyeol (para molestia del otro) con su boca. Los dos se ríen ante lo exagerado que se comporta el mayor mientras le acusa de haberle babeado la cara.

 

            Una vez fuera de clase, cuando el más joven se ha ido, Sungyeol se permite pensar un poco en todo lo que ha compartido con Sungjong en ese año que tienen de conocerse. Recuerda la primera vez que el niño se rompió ante él, hablándole de esa madre que murió cuando él era joven y de la que sólo recordaba el sabor de sus bizcochos y su rostro por una fotografía que se perdió durante la última mudanza. También escuchó de ese padre abusivo que lo golpeó hasta el cansancio cuando se enteró que prefería salir con chicos y lo echó de casa, dándole el dinero suficiente para vivir por su cuenta hasta el día de su muerte. Entonces pensó en su primera aventura en la cocina, con su apartamento a punto de incendiarse. Si Sungjong se esfuerza en aprender sobre cocina, especialmente repostería, es porque su sueño siempre ha sido tener una cafetería donde sólo se sirva lo mejor. Algo que, a su ver, su mamá hubiese adorado.

 

— ¿Sungyeol?

 

— ¿Sí?

 

            Sunggyu le analiza con algo de escepticismo. Últimamente el muchacho se queda mucho tiempo espaciando y eso ha comenzado a preocuparle. Ninguno habla de camino a la salida, y a Kim le sorprende que su amigo no pregunte por el paradero de Howon a pesar que siempre se marchan los tres juntos.

 

            Van a la cafetería donde Sungyeol debía reunirse con Woohyun la semana pasada y se sientan en la misma mesa que él lo hizo. No prestan atención a su alrededor, así que no reparan en dos personas muy conocidas que están ahí también. Ordenan café americano ambos, y esperan la orden sin hablarse uno al otro. Sunggyu se mantienen enviando mensajes de texto con alguien mientras el otro dobla una servilleta hasta darle la forma de un animal típico.

 

— ¿Sungyeol? — el menor dirige la mirada al pelirrojo. — ¿Estás bien?

 

— Algo cansado — admite de mala gana, aferrando el vaso con ambas manos. — He estado buscando una forma de escapar a nuestro destino, pero el hechizo de la bruja parece demasiado poderoso.

 

— Ella es todo un caso — ríe Sunggyu, pero no es gracioso en absoluto. — He pensado un poco también, pero me creo incapaz de poder deshacerme de sus gatos. Supongo que acabaremos bebiendo la poción.

 

— Es… — inicia él, algo más animado, — un asco total. Me pregunto qué nombres llevarán esas condenas.

 

— ¿Sabes, Sungyeol? Mi padre me ha dado mi primera misión “importante” — hace las comillas en el aire y el menor trata de no reírse al imaginar de qué va eso. — Este fin de semana entro al “negocio familiar”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

— ¿Qué clase de “negocio familiar”? — pregunta Woohyun, pero Myungsoo se limita a beber de su café sin prestarle mayor atención. — ¿Crees que sus padres sean mafiosos? Eso explicaría su ingreso a Woollim. Deben de tener mucho dinero, y seguro amenazaron al director, y…

 

— Creo que ves demasiada televisión — le regaña el pelinegro, convencido que su amigo perdía la cordura para ese momento. — Estás loco.

 

            Sólo que Woohyun no estaba del todo equivocado al pensar que los otros gozaban de una fortuna enorme. Decide, por vez primera, hacer caso a Myungsoo y dejar sus conjeturas. El menor no quería decir que él se encontraba tratando de dar significado a todas las palabras en clave que los otros dos usaban en su conversación. Especialmente cuando decían «bruja», porque había oído eso más de un par de veces.

 

— ¿Dónde estará el otro? — prosigue Woohyun, incapaz de estar callado durante mucho rato. — Ellos tres parecen estar siempre juntos.

 

            Myungsoo aparta la vista de los papeles que revisa para su trabajo de Ciencias Sociales para mirar disimuladamente en dirección de la mesa ocupada por Sunggyu y Sungyeol. Un cuerpo bastante familiar se interpone en su propósito, respondiendo de paso la cuestión de su amigo. Howon acaba de llegar, y no luce ni un poco feliz.

 

— La bruja ha estado actuando — dice Hoya, y Myungsoo trata de prestar atención a la conversación que parece a punto de iniciar. — Recibí una llamada de camino aquí, la cacería comienza dentro de diez días y tendrá lugar en el viejo cementerio — Sungyeol se echa a reír, casi derramando su café. Sunggyu se muerde el labio inferior, pero sigue sonriendo. — Preparen sus trajes fúnebres, señores. La carroza parte a las 7:30 y los muertos se levantan una hora más tarde.

 

— Odio el cementerio — susurra Sungyeol. — Es tan…

 

— Huele a muerte, — agrega Sunggyu. — y es aburrido, además.

 

            Myungsoo y Woohyun se miran sin comprender. Ellos no pueden saber que la «bruja» es la mamá de Sungyeol, que el «viejo cementerio» es un salón para eventos de clase alta, que los «muertos» son todos aquellos invitados, la «carroza» es una limosina y sus «trajes fúnebres» sólo son sus ropas de gala. Sunggyu, Howon y Sungyeol se verán arrastrados a una cena esa noche, un evento de caridad, donde de paso conocerán lo que les depara el futuro según la ideología de sus padres.

 

Aunque claro, eso es algo que los curiosos espectadores no son capaces de siquiera imaginar aún.

Notas finales:

¡Trabajré en el siguiente desde ahora! Especialmente porque está a la mitad.


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