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Bones (Wolf & Beauty) por JHS_LCFR

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Notas del capitulo:

Preguntaa: ¿Ya todos vieron la advertencia de "muerte de un personaje"? Digo, no quiero que después se me enojen o se me depriman >n<

Para ustedes, ¿Quién va a...bueno..."PATAPÚFETE"?

Capítulo 04

 

Cayó sentado en el suelo, golpeando contra el cemento. Respirando agitadamente, se tomó del pecho y cerró los ojos con fuerza, preocupado: su corazón latía desbocadamente, le palpitaba la frente y la transpiración se iba apoderando de su cuerpo. Acostándose boca arriba, hundió el rostro en las manos y se apretó los párpados, frustrado.

¿Por qué dolía tanto? No era justo, Tao era un buen chico, hacía caso y estudiaba las palabras humanas con fervor para aprender, adaptarse y recibir una palmada de felicitación por parte de sus mayores: quería que Kris lo mirara y le dijera “Buen trabajo”, que le despeinara cariñosamente, que por lo menos le palmeara suavemente el hombro. Pero no, Xiumin Mama era el único.

Kris nunca le había tocado. Jamás.

Y sorprendentemente, Lay Mama tampoco.

¿Qué tengo que hacer? No pido que me ames, sólo un poco de atención.

“Amor”, era la primera palabra que Tao había aprendido, nunca olvidaría esa primera clase, esa primera lección. Xiumin Mama se había llevado las manos al pecho, a la altura del corazón y las sacudía con entusiasmo, sonriendo. “Amor”, le había dicho, “amor”. Tao supo instantáneamente a lo que quería decir, sólo le bastó ojear a Yifan que miraba indiferente antes de desaparecer en su cuarto.

Amor…Xiumin nos había dicho que era algo hermoso.

Mentira. Porque ahora me estoy muriendo.

Rápidamente se vaciaría, lloraría todo su interior si seguía pensando en el líder y moriría, según las conjeturas que habían sacado: a ver, en la caja con personas chiquitas siempre lloraban antes de morir, no podían estar equivocados.

Sintió el ardor en los ojos de vuelta y se mordió el labio, frustrado. ¿Por qué era tan difícil controlarlo?

-No quiero morir… - susurró dolido, mirando el cielo negro—¡No quiero morir!

Y hundiendo el rostro en las manos, frotó sus párpados con fuerza, gritando y suplicando por control, por un segundo más de vida.

Desde la perspectiva de Tao, sí había amores que mataban.

 

 

-No creo que hayamos hecho algo malo—puchereó Chanyeol, cruzándose de brazos—Era una duda, ¡Sólo eso! Queríamos aclararlo…Dios, culpa de los humanos nos retan a nosotros—bufó, sacudiendo la cabeza.

Baekhyun temblaba, se mordía el labio y pasaba sus ojos del suelo a la cara de Chanyeol sin cesar, nervioso. Intentó distraerse con el timbre de voz de Chanyeol: al transformarse había logrado tener una voz gruesa y grave, coqueta, intoxicante. Era maravillosa, cautivadora y le despertaba cosquillas; Baekhyun llegó a la conclusión que era el opuesto exacto de su compañero: bajito, de voz aguda y ojos pequeños. Lamentable, parecía más un cachorrito recién nacido que chilla por su madre en vez de un lobo de ya más de veinte años.

-¿Puedes creerlo? ¡Ni que nos hubieran parido ayer! ¡Yo no soy tonto, sólo…curioso!—protestó, pataleando y meciéndose a los costados—¡Decir que soy bueno y cariñoso, sino, lo pisaba! Total, soy muchísimo más grandote que Min Mama.

El más bajo gateó hasta Chanyeol, buscándole los ojos a través del cabello y la bandana que cubría su boca y su mentón.

-¿Qué pasa?—preguntó, atontado—No estoy llorando, tranquilo—sonrió—No lloro por esas cosas, aprecio demasiado mi vida.

Con miedo, Baekhyun estiró su mano y rozó la bandana, concentrándose en el pozo que producía el espacio entre los labios de Chanyeol. El tiempo se detuvo instantáneamente, Chanyeol levantó las cejas y parpadeó con entusiasmo, viendo las ansias de Baekhyun de entender algo, aprender.

-¿Q… - la vibración contra los dedos le dio cosquillas al más bajo, que apretó los labios, entretenido—¿Qué haces?—titubeó.

Baekhyun recorrió la superficie que sobresalía, dibujando los labios y su contorno, maravillado. La sonrisa en Chanyeol le despertó más cosquillas pícaras y se encogió de hombros, contento, riendo nerviosamente.

-No te hagas el torpe—rió el más alto—Qué haces, dije.

-Yo quiero… - fijó su vista en la bandana—Los humanos…Chanyeol.

-¿Qué quieres?—de pronto el aire se volvía denso y caliente, odiaba transpirar así de fácil y de la nada, aunque siempre que lo hacía se encontraba sola y únicamente con Baekhyun.

-¿Cómo lo sentiste?—susurró, ruborizado—Quiero decir…emh…¿Estuvo…bien?

Fue un golpe macizo a la frente, aturdiéndolo.

-¿Quieres saber si estuviste bien?—al verlo asentir con temor, empezó a perder foco en la vista—Pues…se sintió bien. Suave, diferente.

-Mojado también, ¿No?

-Oh, sí. Muy mojado.

-Y…cómodo.

-¿Cómodo? ¿Cómo?

-Bueno, yo creo que así…se expresan sentimientos—Baekhyun se frotó los muslos, sintiéndose raro por dentro, como un agitar constante en su pecho y un hormigueo en su estómago.

-¿Sentimientos como cuáles?—frunció el ceño, pensando—Ira no puede ser, porque fue agradable. Celos tampoco, Xiumin nos dijo que eso es algo más verbal… ¿Qué queda?

La respuesta rebotó en su cabeza, robándole un suspiro de sorpresa. Girando su cabeza, notó al lobo encogido en sí mismo, rojo hasta las orejas y mirando el suelo por la vergüenza.

-Baekhyun-ah… - se estiró para tomarle de la mano, mas el respingo que dio le forzó a levantarse y acorralarlo contra el suelo, colocándose sobre él con las manos a los costados de su cabeza—¿Qué quieres decir con “cómodo”?

Baekhyun veía a un imponente Chanyeol sobre él pero que no se disponía a asustarlo, dándole una sensación de abrigo y bienestar galácticos.

Chanyeol veía a un Baekhyun indefenso, patas arriba y respirando con nerviosismo, entregado a cualquier ataque posible, extremadamente vulnerable. Contando los segundos, esperó una respuesta que nunca llegó.

Bien, tendría que hacerlo por sí mismo.

Retirando la bandana de su rostro, Chanyeol se pasó la lengua por los labios, preparándose.

-¿Por qué no…aprendemos por nuestra cuenta?—preguntó, avergonzado—No necesitamos a Xiumin, podemos averiguarlo nosotros mismos.

Y se inclinó, disminuyendo los centímetros que lo separaban de su acompañante. De su presa aquella noche. Baekhyun recordó cuál era su papel, y como la mujer del puente, ladeó la cabeza para dejarse invadir por Chanyeol y su lengua, húmeda pero cálida y fuerte, sensible y sorprendentemente habilidosa. Dejó que las manos ajenas intentaran colarse entre el suelo frío y su espalda, acariciando a través de líneas verticales y terminando en su cadera, concentrando un poco de fuerza en un nuevo punto débil. Impulsando su pelvis para chocarla contra la de Chanyeol, Baekhyun le indicó que siguiera bajando, sintiendo los dedos hurgar por encima del pantalón, rasguñando suavemente, pellizcando, tomando cuanto pudieran para poder levantarle aún más, casi como queriendo hundir el cuerpo de Baekhyun dentro del suyo.

La sensación fue electrizante, y Chanyeol se aferró a ello como si se tratara de su vida, meciendo su cadera para encontrarse con la del más bajo, que empezaba a presentar un punto…raro, como duro y creciente. No obstante ese sector no molestaba, algo dentro de él le indicaba que era lo correcto y cuando comenzó a notar que su propio organismo reaccionaba, entendió lo que estaba pasando.

Estaba en celo. Baekhyun también lo estaba.

Chanyeol se venía aguantando desde hacía muchísimo tiempo. No iría ahora a desaprovecharlo.

El problema era uno solo: la ropa. ¿Qué se hacía en esas situaciones? ¿Qué se hacía con la ropa? ¿Se tiraba, se dejaba puesta? Chanyeol no podía hacer lo que quería hacer con ropa puesta… ¿Cómo entraría? Aparte, le asfixiaba, necesitaba espacio, libertad.

De pronto, Baekhyun se separó, interrumpiendo un sonoro beso y respirando aceleradamente con hilos de saliva cayendo de sus labios.

-Ay, ay me muero…No respiro… -comenzó a negar con la cabeza—Hay que parar a veces, debemos recordar eso.

-Baekhyun, la ropa—le dijo, preocupado—¿¡Qué se hace con la ropa!?

-¿Eh? N…no sé. Quítatela.

-¡No quiero que me vuelvan a pegar por andar con mi “cosito” al aire!

-Pero aquí no hay nadie.

-¡¡Pero---

-Aparte, estará ocupado—soltó el más bajo de pronto—Ya sabes…conmigo. Nadie podrá verlo.

La lujuria estalló en los ojos del más alto, que se mordió el labio y se miró los pantalones, apretados; su miembro palpitaba con fuerza contra la tela y rogaba por poder salir, por poder hacer aquello para lo que había nacido aparte de levantar la pata frente a un árbol.

-Ya sé qué haremos…me voy a sacar la ropa—titubeó, tomando el cierre y el botón del jean—Hasta aquí—dejando a la vista un pequeño rombo marrón, gritó—¡¡¡CARAJO, ME OLVIDÉ DE LA ROPA INTERIOR!!!

-Puedes…puedes bajártelo todo hasta las rodillas—propuso el otro, aún agitado—No será estar completamente desnudo, ¿No?

-Baekhyun…eres brillante—rápidamente dejó que el aire le rodeara los muslos y su estómago bajo, donde su emoción se encontraba con la sangre, palpitante, resaltando las venas—Se ve…feo—torció la boca—Está todo…rojo, ew.

-Y casi no tiene pelo, no puedes taparlo—convino Baekhyun, sentándose para ver mejor—Aunque…no debe ser tan diferente del de lobo…todos tenemos lo mismo, dijo Xiumin.

-¿El tuyo es igual?

-No sé, siempre que me baño no está…así. Está como dormido, así para abajo—comentó doblando el dedo—¿Duele?

-Sí. Mucho—puchereó Chanyeol, preocupado—¿Aún quieres intentarlo?

-Da pinta que va a doler…a ver—y ahí Baekhyun cometió el peor error.

Lo tocó, lo golpeó suavemente con el dedo.

-¡Oh, Dios!—Chanyeol se quedó sin aire, en su visión todo se tornó borroso—Hazlo… ¡Hazlo de nuevo!

-P…pero…

-¡Por favor!

-Pero no se supone que…

-¡Después veremos las películas de Xiumin, no pueden no saberlo!

-¿Se siente bien?—preguntó el más bajo, atento a tamborilear los dedos sobe la carne—Está baboso, ew.

-Se siente fantástico. Y sí, no sé por qué está mojado.

-Los humanos son tan raros… ¿Intento con toda la mano?

Chanyeol asintió, corajudo.

Esa noche los recién entrados a la manada aprendieron algo nuevo.

Quizás demasiado.

 

 

Sehun rengueaba, apoyándose en las paredes. Detrás de él, su Hyung cargaba retazos de tela poco importándole su reciente desnudez: maldita la transformación, que siempre te rompía las ropas.

-¿Tengo que pedir perdón? —rezongó Luhan, desentendido—Porque por lo que pude oír, estuve fantástico.

-Cállate—le retó el menor, separando las piernas un poco más—Sabía que no irías a cuidarme. Eres malo, Hyung.

-Yah, yah—pasándole un brazo por los hombros, le mordió el lóbulo de la oreja—Como  si no te hubiera gustado, gritaste más fuerte que los videos de Xiumin, ¡Eso tiene que significar algo!—Pobre Xiumin, su secreto en realidad nunca lo fue, todos estaban al tanto—Aparte, somos animales. A ver…TIENE que ser así.

-¡No me toques!—bufó Sehun, apartándolo—Xiumin Mama me mostró películas donde la señorita tenía miedo y el señor la cuidaba. Tú fuiste malo, no volveré a hacerlo contigo.

-¿Te estás escuchando? ¡Sehun, eres un lobo! ¡No eres humano, y mucho menos eres una señorita!

-¡Sólo digo que hubiera sido lindo si hubieras sido más considerado!—se detuvo de pronto y siseó de dolor, tomándose el interior de los muslos—Ay, no…me duele mucho—se mordió el labio, Luhan sintió una especie de pinchazo en el pecho.

-S…Sehun… ¿N…necesitas que te cargue?—agazapado en el piso, extendió los brazos hacia atrás—Ven…sube, te llevo.

-Si abro más las piernas moriré, estoy seguro—resopló el otro, molesto—Y no vengas a preocuparte ahora, fuiste rudo, muy rudo conmigo.

-¡Pero---!

-Debí haberle hecho caso a Lay Mama.

Aquel susurro que chocó contra sus oídos mientras su compañero se alejaba cojeando le destrozó, y no sabía por qué. Reconocía que Sehun le despertaba una atracción enorme por su inocencia, y si tenía que sincerarse aún más, haber logrado conectarse con el más chico de la manada le había volado la cabeza, le había fascinado, sobrepasando los límites que imponía nomás una noche de calentura. Había sido algo para liberar la tensión animal, estaba en celo y tenía que resolverlo, pero ver a Sehun gimiendo de dolor luego del acto le hacía sentir…mal.

¿Cómo se le decía a ese vacío en el pecho?

¿“Tristeza”?

 

 

Tomó el extraño elemento entre sus manos, observándolo. No era pesado, pero tampoco podía llevárselo al hombro por el tamaño. Tenía un esqueleto sinceramente extraño, delgado y con bastantes curvas, brillaba con un color grisáceo y tenía partes como de goma, plástico. Lo que más le llamó la atención eran esos dos pinches que le salían de abajo, sujetos a un mecanismo que le proporcionaban movimiento. Sentándose sobre esa especie de triángulo negro y suave, apoyó un pie sobre el pedal y lo impulsó hacia abajo. El equilibrio abandonó su cuerpo y cayó junto con la bicicleta, sorprendido.

Acomodándose los cabellos, miró atento al cadáver. ¿Cómo una joven tan menudita podía ir a semejante velocidad cuando comenzó a perseguirla? Quitándose el vehículo de encima, volvió a pararse con torpeza y empuñó el manubrio con rabia.

No me ganarán. Tengo que resolver todas las  dudas que tenga.

Más sepa de ellos, más rápido terminará todo esto.

Cargándola a un costado, tuvo que terminar caminando oblicuamente, pues los pedales giraban y el izquierdo le pegaba constantemente en la pantorrilla.

 

 

Minseok abrió la puerta y Kai prácticamente le pasó por encima, encerrándose en su cuarto. Desentendido, le siguió con la mirada hasta que unos bruscos sacudones le tomaron del hombro. Girándose, levantó las cejas al descubrirlo despeinado, rojo y resoplando.

-¡Jongdae!—sonrió, no tardó en notar el artefacto—¿Qué haces con una bicicleta, eh? ¿Acaso agarras todo lo que encuentras?—rió.

Con su mirada filosa y su semblante serio, separó los labios, casi graznando.

-B…bici—susurró con vos rasposa, señalando el vehículo acostado sobre sus piernas—Bici.

-¡Sí, bici! ¡Bien!—aplaudió, maravillado—Wow, ¿Repensaste la idea de aprender? ¿Quieres ir al galpón? Ahí estaremos más tranquilos—propuso, feliz. ¡Chen había hablado!

Mirando el objeto brillante y luego posando los ojos en aquel joven de mejillas redondas, Jongdae se encaminó al fondo: no podía hablar humano, pero lo podía entender; y además, Xiumin aprovechaba para intercalar su propio idioma con su propio lenguaje, no es como si los lobos no pudiesen comunicarse entre sí. Atravesando la casa y saliendo al jardín con la bicicleta golpeándole una vez más la pantorrilla, Chen se quedó estático en su lugar, soltando el objeto.

-¿Pasó algo?—preguntó el otro, dudoso y apurando el paso para alcanzarlo.

Chen instintivamente mostró los dientes, mirando con los ojos como platos a su alrededor, nariz arrugada y pupilas inyectadas en fuego.

Huele, pensó.

Gruñendo, mostró aún más sus fauces mientras se agazapaba, tanteando el pasto y agudiando sus sentidos.

Aquí huele a sangre.

Minseok rápidamente cayó en la cuenta y tomó a Chen del brazo, saliendo disparado hacia un costado: probablemente tendría el olor de Kyungsoo aún impregnado, y Jongdae no era un ser misericordioso.

-Chen, ¡Chen!—llamó, asustado—Chen, tú hueles a sangre—titubeó, nervioso—¿Qué hiciste?

Volvió a congelarse, sintiendo cómo se abrían los poros de su piel: era cierto, había matado y él llevaba una especie de olor mezclado con una combinación dulce, asquerosamente dulce. Si mal no recordaba, era sangre mezclada con perfume.

Pero ése aroma era diferente. Era agridulce, era fuerte, era imponente.

Era el olor del miedo. El olor de la sangre de alguien que teme.

-Jongdae, cálmate—suspiró Minseok, levantándose—Jongdae, déjame…

Estirando las manos con cuidado, apenas rozó el antebrazo del otro, espantándolo. Con las miradas conectadas durante una milésima de segundo, Xiumin comprendió, Jongdae comprendió.

Xiumin era, en cierto modo, muchísimo más fuerte que él.

Jongdae podría matar cuanto quisiese, pero en el fondo era débil. Jongdae mataba por miedo, no por venganza, aunque era demasiado orgulloso como para admitirlo; en cambio Xiumin lo soportaba todo y seguía insistiendo para llegar a su destino, era un tipo con decisión, fervor.

-Ch…Chen...Siéntate, respira—obedeciendo, el otro infló el pecho y resopló, flaqueando—Eso, así—sonrió—¿Te sientes mejor?—negó con la cabeza; Minseok miró la bicicleta con gotas rojas e intentó ignorar ese detalle—¿Por qué no me cuentas cómo te la encontraste?

 

 

-Soo, ¡Soo!—Su nombre hizo eco contra la puerta acompañado de golpes brutales—Kyungsoo, ¡Ábreme por favor!

Las fuerzas le abandonaban, quería pararse pero sus manos tapando con fuerza su boca dejaban escapar jadeos de pánico que a él mismo le asustaban y terminaba más ovillado y más tenso si era posible contra la esquina, bajo la luz de la lámpara y con los ojos bañados en lágrimas.

-¡¡KYUNGSOO-YAH!!

No grites. No grites, tengo miedo.

-¡¡¡KYUNGSOO!!!

Entra, está abierto. Ayúdame, ¡Entra!

Se hizo el silencio, Junmyeon alcanzó a oír los gemidos y golpeó la puerta para descubrir que estaba abierta; corriendo y agachándose, sostuvo al menor en brazos, afligido.

-Perdón, ¡Perdón! Estaba…ocupado—mentira, si Soo lo había visto todo—Y te perdí de vista. ¡Nunca más, nunca más, te lo juro!

No obstante las palabras perdían cacofonía y se volvían farfullo inentendible, deforme y ambivalente, como si alguna música monótona y cercana saturara perdiendo vitalidad para volverse un zumbido molesto que resonaba en la cabeza del morocho de ropa blanca.

-Soo, Soo, háblame…di algo por fa---Kyungsoo… ¡Kyungsoo, tu mano!—bramó—Qué carajo…

Estalló el otro entonces en gritos, gritos de dolor y vergüenza, hundiendo la cabeza en el pecho de su Hyung y sin saber ya si lloraba por el dolor, el miedo o la duda.

¿Por qué se fue? ¿Qué le hice?

Y en algún momento se habría quedado dormido, pues abrió los ojos pesadamente con el Sol entrando por entre las solapas de la persiana e iluminando con fervor, acompañado de las lámparas encendidas y el cuerpo de Junmyeon amoldado al de él, aún abrazándolo. Levantóse pesada y cuidadosamente librándose del agarre de los brazos y caminó con lentitud hasta la cocina, donde las hornallas seguían prendidas; estiró la mano y al sentir el calor, sonrió tristemente: estaba a salvo, ahora todo estaba bien.

Buscando tazas y abriendo las latas de las alacenas, se dispuso a preparar café con leche y calentar algún que otro bocadillo dulce guardado; en cuestión de segundos los croissants se disponían en semicírculo al lado de la tacita naranja con contenido beige claro. Incluso se tomó el atrevimiento de realizar dibujos con la leche, trazando una hoja en el medio del mar marrón claro. Cargó la bandeja y atravesó la cocina para sentarse en la mesa y acomodarlo todo, una vez estuvo libre, se inclinó sobre la bola durmiente para acariciarle el hombro con cuidado.

-Myeon… ¿Myeon?—susurró, meciéndolo—Susu…Hyung—sonrió al escuchar un gruñido cansado—Despierta, te acalambrarás.

-Ngh, Aigoo, aigoo—estirando los brazos, bostezó exageradamente—Urgh, me duele todo…Todo, todo, carajo. ¿Qué mierda hice anoche?

-Tranquilo, te quedaste conmigo. Dormiste en una mala posición.

-¿Con alguien o aquí en el piso? ¿Tuviste que traerme acá de algún lado?

-¡Junmyeon!—le retó, avergonzado—No dormiste con nadie…que yo sepa. Apareciste y me ayudaste, gracias por eso.

-¿Cómo?—se giró hacia la ventana, chillando y tapándose los ojos—¡Luz, estúpida y mortal luz, la cabeza!

-Ya, ya. Levántate y come, después puedes dormir en mi cama—sonrió.

-¿Tú no vas a comer?

-No tengo apetito. Quizás salga a barrer la entrada, no sé. Necesito…luz.

-Eres una planta—rió el otro, masticando con la boca abierta—Eres un potus, te alimentas del Sol. Necesitas hacer fotosíntesis… ¡Kyungsoosíntesis!—carcajeó solo mientras el otro se levantaba—¡o FoSoosíntesis! ¡Es bueno, es bueno!—aplaudió.

Tomando la escoba, Kyungsoo salió para respirar hondamente y morderse el labio de la emoción. Serían las siete de la mañana más o menos, pero el cielo brillaba con emoción como si fueran las diez: empujando la tierra y las hojas muertas junto con suciedad como cigarrillos y paquetes de comida, comenzó a amontonar la mugre en el cordón mientras sentía el calor abrigarle la espalda y los hombros, abrazarle la cintura y pegarle en las pantorrillas.

Ojalá el día no muriera nunca…Nunca, nunca.

No obstante, una imagen que contrastaba contra el claro de sus pensamientos le seguía molestando, seguía mordisqueando en su mente.

No podía evitar pensar mientras entraba a buscar las bolsas que, sólo por esa vez, casi se había olvidado de la noche. Mientras volvía con la palita y guardaba el polvo, recordaba, asombrado: Había conocido a un extraño y le había hablado animadamente, como si le conociera de toda la vida. Lo había encontrado simpático, bueno.

Casi…

Lindo.

Tres cuartos de lo que había juntado cayó sobre sus zapatillas.

 

 

Notas finales:

No soy de escribir más de 2500 palabras...este tiene más de 3000...y aún asi siento que el capítulo fue cortito xD


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