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Bones (Wolf & Beauty) por JHS_LCFR

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Capítulo 07

 

<<Corría, saltaba y se hundía en la nieve. Mordía cariñosamente, se dejaba morder, mostraba los dientes y arrugaba el hocico imitando a su padre, erizando los pelos del lomo y atrapando la tierra suelta entre sus garras. Sus hermanos lo imitaban, empezaba la pelea.

>>espués, cuando ya el Sol bajaba, sabían que debían volver donde sus madres y esconderse entre las piedras o debajo de las raíces salientes de algún árbol. Si no había lugar, había que moverse hasta las regiones más montañosas, ahí encontrarían con suerte alguna cueva desierta y alejada de todo.

>>Y en efecto, todas las noches, sin falta, sonaban los disparos, esas atronadoras bombas que rebotaban con su eco entre los árboles y se elevaban al cielo y hasta la montaña, haciéndoles saber que, como todas las noches, debían guardar silencio y no moverse. Y muchísimo menos llorar por aquel al que hubieran atrapado>>

-¿D…Duizhang?

Volvió a la Tierra, parpadeando frenéticamente y tratando de enfocar el cuarto oscuro apenas iluminado por los destellos de Sol que se colaban de entre los postigos. Tardó en escuchar los quejidos de Tao bajo su violento agarre, hundiendo las uñas en la carne de su mandíbula; entorpecido por la situación, soltó de repente y levantó la mano en señal de disculpa, el rubio ceniza sólo se limitó a tocarse la zona herida y sonreír con dolor.

-Me voy—tartamudeó con los ojos aún rojizos del llanto, no había podido ocultarlo—Gracias por…emh…gracias.

Y se levantó, marchando a paso vivo y esquivando a Lay, que miraba preocupado desde el marco de la puerta. Aparentemente el tiempo había transcurrido demasiado rápido mientras su mente volaba a aquellos días que parecían ajenos, de otro mundo, bañados en un humo de “imposible volver”, “imposible cambiar”, como él siempre lo decía.

-¿Estás bien?—preguntó por lo bajo, acercándose para sentarse en la cama—Te veías ido, pero frustrado. ¿Estabas recordando, de nuevo?—le buscó la mano que había usado con demasiada fuerza en el cachorro, acariciándola con cuidado.

-No es nada—tosió—Es normal, siempre pasa. Lo bueno es que sé interpretarlo como un recuerdo, nada más—mintió—No se puede cambiar, ahora sólo hay que ir para adelante.

-¿Matando gente?—le retó en un hilo de voz.

Genial, otra vez a pelear.

-Yixing, ojo por ojo, diente por diente.

-Nunca soportarán una venganza, siempre vendrán por más. Yifan—se acomodó, alejándose—Por querer quedar “a mano” estás poniendo al grupo en peligro. Y no sabemos con certeza si hay muchos más lobos además de nosotros rondando por ahí.

-Justamente. Le mostraremos que siendo pocos podemos acabar con todos—refutó, orgulloso—Chen ya se está encargando de eso.

-¿¡Tú lo mandas a matar humanos!?—exclamó, golpeando el colchón con las palmas—¡Mira si lo descubren! ¡¡Estás jugando con la vida de tu consentido!!

-Sabe cómo camuflarse, sabe cómo asesinar, dónde y de qué manera esconderse—le explicó, levantando el tono de voz.

Los gritos de discusión se oían por culpa de la puerta abierta, los demás lobos miraron extrañados e intercambiaron miradas entre sí. Sehun buscó ayuda con los ojos en Luhan, que negaba con disgusto. Baekhyun y Chanyeol se bajaron del árbol, atentos a los ruidos, el más bajo instintivamente escondiéndose en el pecho del menor. Kai miró a Tao, que se pasaba la mano por los ojos en un intento por aclarar su vista; Xiumin fijó su vista en Chen, sentado en el sillón y con los ojos abiertos, suspirando.

Lo sabía, siempre lo había sabido. Pero una cosa era pensarlo, suponerlo y otra muy diferente era oírlo como una afirmación total, como una declaración inflexible. Chen, orgulloso de servir para aquel que lo había encontrado y salvado, moriría a manos de un humano por cumplir la tarea que se le había asignado, realizándose lenta pero confiadamente en el proceso.

Iba a morir si seguía así, por supuesto.

¿Pero por qué ahora temía de perecer, de desaparecer para siempre sin haber logrado su cometido? Cuando las manos de Minseok se posaron en sus hombros en señal de consuelo, corrió.

Salió disparado hacia la puerta y nunca volvió.

-¡Chen!—la madre sustituta examinó a sus alrededores al tiempo que oyó un chillido de temor venir del patio—Sehun, Luhan, síganlo. No permitan que salga de la ciudad. ¡Tao, Kai!—llamó—Permanezcan atentos en caso de que vuelva, no podemos dejar la casa vacía—corrió al patio, Baekhyun lloraba, preguntando qué era ese olor intimidante que le aplastaba la cabeza y el cuerpo contra el suelo, le tomó de los brazos y lo tranquilizó, mirando al más alto—Chanyeol, Kris se está enojando, llévatelo. No regresen hasta la noche.

Luego de asentir, Chanyeol apretó los labios y entrelazó sus dedos con los de su compañero, corriendo por el patio. Viéndolos partir, Minseok se pasó la lengua por los labios y corrió en la dirección opuesta a la que tomaron Sehun y Luhan.

No podían darse el lujo de perder a un integrante.

Mucho menos uno que apenas sabía “hablar”.

 

 

-¿Chen? ¡Chen!—surcaba las calles,  tropezando con los pocos peatones, aún no sabía disminuir su velocidad cuando se trataba de impulsarse en dos patas—¡Chen, la puta madre!—siguió corriendo, doblando y siendo seguido por Sehun, que miraba con más atención en los rincones oscuros y los techos de las casas; cuando llegaron al río Han, se detuvo—Por aquí no está, listo—cayó sentado—Carajo, estas piernas no sirven de nada. Me canso rapidísimo.

-Tiene que estar por algún lado. Yo iré trotando para allá—señaló al Oeste—Quizás lo encuentre en el sector del basurero, no sé—por la mente del menor cayó una idea efímera—No estará…

Luhan levantó la cabeza, comprendió al instante.

-El bosque.

-No puede ser.

-¡Si lo llegan a ver…!

Dos segundos, sólo eso bastó para que ambos dispararan fuera de la ciudad, agitados y rogando porque el Sol abrasante cayera más rápido ese día, permitiéndole al perdido esconderse.

 

 

Tocó la madera, cálida por el calor que se bañaba en el tronco y la miró con desprecio, desdibujando la triste sonrisa que se había formado en sus labios. Entre los pozos de la corteza y los rastros de hormigas, había agujeros pequeños y poco profundos, olvidados con el paso del tiempo.

Agujeros de balas. Allí, en los árboles que habían significado su casa hacía ya tanto tiempo. Inspirando hondo y tensando la mandíbula, se esforzó por contener el llanto y recordar con odio el comienzo de su desdicha, momento que se negaba fervientemente a borrar de su memoria, pues culpa de los humanos ahora era lo que era, vestía lo que vestía y hacía lo que hacía.

Nunca se los voy a perdonar.

Jamás, ni siquiera cuando muera, se los voy a perdonar.

Cerró los ojos, avergonzado de su debilidad emocional y tragó saliva con fuerza, casi podía oír los alaridos desgarradores que brotaban de la garganta de su madre mientras le disparaban, la atrapaban y descuartizaban como si fuera una rata en boca de un gato. Casi podía oler la sangre que manchaba la nieve mezclado con esa peste humana que golpeaba sin cesar, cortaba y mataba sin piedad alguna mientras buscaban al resto de los supervivientes.

Arañó la madera y se tapó el rostro con la mano libre, gimiendo. Respiraba con dificultad y todo su entorno se volvía borroso, sus sentidos estaban ya flaqueando. ¿Por qué era tan difícil? ¿Por qué resultaba tan doloroso y cansador sobrevivir? ¿Por qué sentía que mataba a su madre a cada humano que aniquilaba con sólo un rasguño a la altura de la garganta? ¿¡Por qué!?

-¿¡Por qué!?

Su grito rebotó en los árboles, abriéndose paso hacia lo más oscuro y ahogándose en sí mismo, perdiéndose en el aire que no se movía y todo lo acallaba. Cayendo de rodillas, golpeando contra las raíces, Jongdae se tomó de los cabellos con torpeza, tirando suavemente. Necesitaba descargarse, necesitaba gruñir.

No quería matar, no. Ya no. Sólo quería sentir tranquilidad en la tormenta que se abatía en su interior. Sólo quería que en su cabeza hubiera silencio…cómodo silencio. Quería calma, rogaba por el vacío inacabable que enmudecería su agonía.

-¿Chen?

Ahí reconoció la calma, abriendo los ojos de golpe. Girándose lentamente, lo vio, parado frente a él, con las piernas levemente separadas y los brazos casi estirados en su dirección, como llamándolo.

-Sabía que ibas a estar aquí—masculló, sonriente; insoportablemente sonriente.

Se agachó, pidiéndole con temor que se abrigara su pecho, y Jongdae obedeció, avergonzado: podía dejarse mimar una vez, una sola vez…no pasaría nada malo, ¿O sí?

¿Cómo lo haces?, quiso saber.

¿Cómo haces para levantarte cada mañana y fingir que todo está bien?

Enséñame, Xiumin, te lo suplico.

Enséñame.

-¿Tú también te escondías aquí?—le preguntó sereno, acariciándole los cabellos; la bola que abrazaba asintió—Raro, no te recuerdo entonces. Quizás siempre estuvimos juntos y no lo sabíamos—rió, absorto en sus propias memorias—Mira cómo han crecido los arbustos, los árboles. Todo está gigante—levantó la cabeza, mirando las copas—Me pregunto si podré subirme allí—mantuvo el silencio, pensando—ChenChen, ¿Quieres subir conmigo? Si nos atrapan, diremos que estábamos jugando.

Increíble: ¿De dónde sacaba fuerzas este tipo para jugar, cantar y reír todo el tiempo? ¿No se cansaba de fingir? ¿Fingía acaso, había logrado superarlo todo? ¿O pretendía ignorar su historia, sus raíces, obligándose a creer que había nacido humano y que moriría como uno? Cuando parpadeó, se encontraba sentado entre las ramas, no muy lejos del suelo, y con Xiumin más arriba, balanceando sus piernas a centímetros de su cabeza.

-Se ve la ciudad desde aquí—recalcó con mirada perdida—A veces me gustaría venir aquí de noche y ver todas las lucecitas prendidas, como luciérnagas, pero el miedo me gana—confesó de repente—No quiero que me maten, no debería estar ahora aquí. Y lamentablemente tú tampoco.

Cabizbajo, Jongdae miró las huellas que habían dejado. No eran patas, eran pies, eran suelas de zapatos, de zapatillas, aún no se acostumbraba a asimilar que eso nuevo era él, así como su piel descubierta, los cinco dedos de sus manos y ese estúpido lenguaje que se rehusaba a aprender. Apretó los labios y los humedeció, indeciso.

-Min—dijo nervioso.

-¿Sí?

-Xiumin.

-Ajá, exacto—rió, entretenido, ladeando la cabeza para verlo mejor—Xiumin, ¿Xiumin qué?—le incitó.

-¿Xiumin…Mama?—preguntó, ruborizado.

-Hyung. Xiumin Hyung para ti—sonrió ampliamente, encantado—Porque te quiero mucho, ChenChen. Me creas o no.

 

 

-¿Sabías que no te mueres por llorar?—chasqueó la lengua, contento por su descubrimiento.

Tao le miró sorprendido. La sensación fue indescriptible, una mezcla de asombro, felicidad, frustración y enojo por ser tan estúpido.

-¿Me estás diciendo en serio?—dijo mudamente, encorvándose.

-Es un sentimiento, no una forma de morirse—le explicó—No tiene nada que ver con la sangre que corre por tu venas o con el oxígeno en tus pulmones.

-O sea que no puedes llorar aire.

-Ni sangre—asintió, feliz—¿Por qué llorabas, a todo esto?

Guardó silencio, enrojeciendo.

-Tienes que prometerme que no le dirás a nadie—gimoteó tiernamente.

Kai levantó una ceja: Ah, escucha a Lay Mama.

-¿A nadie? ¿No puede ser más reducido el grupo de gente? Porque si se me escapa, me voy a morir—rezongó.

-Ah, ¿Qué, te mueres?—frunció el ceño; repensó, apretando los labios—Está bien. Prométeme…que no le dirás a ninguno del grupo, ¿Qué te parece?

-Mh…complicado. ¿Tiene que ver con alguien en específico?

-Sí.

-¿Con Kris?—se lamió los dientes, fanfarroneando.

-¡Cómo…!

-Ay, por favor, ¡Tao, te desvives cuando te pasa por al lado! No hay un día en el que no te sientes al menos quince minutos al lado de su puerta y en tus ojos a cada rato lo veo a Yifan Papa. Sólo te falta llorar en una ventana por el amor que le tienes y que termines entregando la vida por él.

-¿T…tan obvio es?—tartamudeó, mordiéndose el labio—Porque si lo es, ¡Ayúdame!

-¿¡A qué!?

-¡No sé! A taparlo, a disimularlo…no puedo decirle cómo me siento, Papa quiere a Mama y además haría el ridículo, ¡Pánico!

-TaoTao—carraspeó, acomodándose en la silla—Al contrario de lo que planeas…yo te propongo de se lo digas, se lo cuentes.

-¿¡Estás loco!?

-¡No va a matarte por eso, no puede!

-¡Claro que sí!

-¡Tao, eso es imposible!

-¿¡Por qué, a ver!?

-¡No puedes controlar lo que sientes!

-¡¡LOS LOBOS NO SIENTEN—chilló con las venas de su cuello a explotar—LOS HUMANOS LO HACEN!! ¿Qué no te das cuenta? ¿No lo ves? ¡Me estoy haciendo humano y no puedo pararlo, no lo puedo controlar!—se golpeó el pecho, asqueado consigo mismo—Kai, ¡Mírame! Lloro, sufro, amo… ¡Yo no era así!—respiró hondamente, la vista se le emborronó por enésima vez—Yo no era así…

Pateando una silla, Tao maldijo entre dientes y apoyó la frente contra la heladera, frustrado.

-Quiero que pare, quiero volver—pidió, suplicante—Quiero que todo esto se termine, no quiero vestir esta piel.

El de trenzas se levantó y sin pedir permiso le rodeó la cintura con los brazos, serio.

-Nadie quiere…pero tiene que haber algo bueno detrás de todo esto.

La diferencia de altura era notoria, sin embargo Tao por dentro se encogía en una bola y buscaba consuelo en su propia presencia, en su propio ser ante la falta de familia, la falta de cariño de su madre, que había dado batalla hasta el último minuto antes de perder la cabeza frente a sus ojos.

-No puedo más—gimió con dolor—No soporto más. Basta…

-Ya pasará—susurró contra su columna—En serio, Tao, ya pasará.

-Lo quiero tanto Kai…

-Lo sé. Yo… - buscó las palabras, temiendo—Estoy en casi la misma situación.

 

 

Trotando entre los árboles, guardaron silencio al distinguir a lo lejos dos figuras sentadas en las ramas. Luchando por liberar sus piernas de la asfixiante nieve, aminoraron el paso mientras escuchaban atentos el eco del canto de los pájaros surcar el vacío, resonando más como gritos de guerra o lamentos ahogados, llantos por la historia que cargaba el bosque.

-¿Son ellos?

-No sé—torció la boca caminando detrás de Luhan—Déjame ir adelante.

-¿Por?

-Sólo déjame. Yo sé.

Extrañado, Sehun se detuvo y siguió estando detrás, entrecerrando los ojos para entender qué hacían (efectivamente) Xiumin y Chen. Acercándose, una sonrisa de sorpresa les surcó el rostro: Chen, CHEN, tenía un leve rosado en las mejillas y Xiumin sonreía con calidez, con excesiva felicidad.

Un paso más, dos pasos más y estarían ya lo suficientemente cerca como para ser vistos.

En eso, un grito se elevó hasta el cielo.

Sehun bajó la cabeza y a la altura del piso, Luhan luchaba contra una trampa que le apresaba la pierna, bañando a la nieve en sangre.

Una vez más.

 

 

-Quizás necesitas salir y airearte la cabeza, aunque seguro el contacto con "afuera" te hizo mal—espetó escépticamente.

Vio las puertas abiertas a la oportunidad, frunció el ceño, ocultando su alegría.

-Si así lo quieres, no me esperes esta noche en casa.

-Bien—escupió Kris.

-¡Bien!—y cerró la puerta, cayendo sobre la madera y mordiéndose los labios para no reírse.

Miró sus pies, emocionado: hasta ahora, todo iría bien. Sólo faltaba saludar a Junmyeon y listo, no rompería la promesa, no moriría, y final feliz.

Tú puedes, Lay. Por algo eres el líder.

UNO de los líderes.

Levantándose deprisa, y huyéndole a la creciente ira que salía por debajo de la puerta, se encaminó a la cocina, no supo cómo interpretar el abrazo entre Tao y Kai que no perdía agarre ni paciencia.

-¿Pasó algo?—al oírlo, los lobos se separaron; fijó su vista en el más alto, que se veía destruido—Tao, ¿Qué te está pasando? ¿Tiene que ver con…

Tao intercambió miradas con el de trenzas, que asintió para darle confianza. Respirando hondo, infló el pecho y la angustia salió en un suspiro.

-Mama… ¿Cuánto quieres a Papa?

La pregunta se disparó como flecha, en el momento menos preciso y de la forma menos precisa. No supo contestar.

-Bueno…recién se dio un pequeño percan…

-Mama—le interrumpió quedamente.

-Sí, Tao.

-Me gusta Pa---Me gusta Kris—se corrigió—Y es más fuerte…que lo de siempre—agregó tocándose el pecho con culpa—No puedo pararlo, es tan intenso que…duele.

¿Y después? Después nada. Fue una nada aglutinante, fue un silencio incómodo e insoportable en el que Lay sintió piedras golpearle el pecho, Tao un calor abrasador y Kai la certeza de saber que allí estaba de más, muchísimo más.

-Creo que debo irme—susurró más para sí que otra cosa—Buscaré a Chen.

Quedando los dos rubios, el líder y el de pelo ceniza, pasaron los segundos. El primero sin ganas de buscar palabras para expresarse y respirando con los labios levemente separados; el segundo, rogando por disculpas y comprensión con los ojos, apretando suavemente los labios, temiendo marcharse, temiendo quedarse más tiempo así.

Lay se vio forzado a romper el hielo.

-No podrás arrebatarme a Kris. Y lo sabes.

-Aún así lo intentaré—sonrió penosamente—Perdóname.

Lay, orgulloso, infló el pecho.

-A veces me olvido de cuánto creciste. Y me parece perfecto que luches por lo que quieres.

 

 

-¡Luhan, LUHAN!

Sehun luchaba contra el acero dentado y hundido en la carne de su Hyung, forcejeando desesperadamente y agitándose, hundiéndose en la nieve y empezando a perder el control de su forma. El mayor seguía chillando de dolor, tapándose los ojos para no llorar y morir el doble de rápido. Segundos después llegarían Xiumin y Chen, no avisados de su presencia puesto que habían estado demasiado metidos en sus cosas.

-Sehun, ¡Sehun tranquilo!—le ordenó el más grande, tomándole de los hombros—Vamos a sacarlo, ¿Ok?—lo miró con ojos desorbitados, necesitaba una respuesta—¿¡Ok!?—repitió, asustándolo.

Bajó una sola vez la cabeza, hombros temblando y respiración entrecortada.

-Chen, Chen ayúdame a sacarlo—pidió, tomando un extremo—Tira para allá y yo tiro para acá, ¿Entendido?—inspiró hondo, concentrando la fuerza en sus patas delanteras, sus brazos—¡Ahora!

Apretando los dientes Jongdae tiró tanto como pudo, la abertura debió haber sido de más o menos unos tres milímetros. Nada, incluso peor cuando se dieron por vencidos y volvieron a clavar los dientes de metal en el tejido.

-¡¡LO ESTÁN LASTIMANDO!!—chilló el más chico, abalanzándose sobre Luhan—Hyung, Hyung aguanta, ¡Aguanta!—gritó, tomándole de las manos—Mama, no podemos solos—gimió.

-Cierto. Jongdae, tendrás que ir por Kris—suspiró, nervioso—Explícale la situación, necesitamos que venga, NECESITAMOS QUE VENGA AHORA. ¿Entiendes lo que te digo?—exclamó con ojos vidriosos, perdiendo la valentía—Chen, corre, ¡Corre y pídele que venga!

Mordiéndose el labio, y con los gritos ahogados de dolor de Luhan de fondo, Chen estuvo a punto de negarse. No quería volver allí, no quería acercarse a Kris: le daba miedo, no le inspiraba ya confianza, sabía que ni se inmutaría si moría por su culpa y detestaba la idea de tener que seguir pareciendo su perro faldero pidiéndole ayuda y atención.

-Chen, te lo suplico—oyó en un suspiro, al levantar la vista, Minseok lloraba—Hazlo. Hazlo por mí, en serio.

Una bomba explotó en su mente y se levantó para correr raudo hacia el pueblo, suspirando con fuerza y agitando los brazos, ganando velocidad.

No le importaba realmente Luhan.

Pero Minseok lloraba, y se encontró queriendo que no muriera.

 

 

Se sentía terriblemente mal, un cuchillo imaginario se clavaba en su pecho y se retorcía, agrandando la herida. No debía mentir, y lo sabía, pero ése algo en su interior le gritaba que fuera, que pasara para ver si todo estaba bien.

No se había dado cuenta: ¿Y si Chen a medio camino había reconocido el olor que llevaba Mama? ¿Y si había logrado olerlo a “él” antes? Chen mataba gente…era un cálculo disparatado, pero tenía que asegurarse de que estaba bien.

Dime que estás bien.

Tropezándose con las baldosas, corrió bajo el abrasante Sol del mediodía recorriendo las calles y doblando en un vago intento por encontrar la casa, siguiendo débiles rastros del aura de Kyungsoo o de aquel estúpido petiso que lo abrazaba tanto. No tardó en encontrar la tienda de la que había salido Mama, y una sonrisa cansada le cruzó el rostro: no estaba muy lejos. Cinco minutos después, logró reconocer el perfume intoxicante, dulzón y bañado en miedo. Inspirando profundamente, y con el pánico hormigueándole en las manos, tocó la puerta, cada golpea siendo una advertencia de que se alejara.

-¡Ya va!

…Su voz…

¡¡Su voz!!

La puerta se fue abriendo, y verlo quedarse anonadado frente a él y con los ojos como platos le resultó la imagen más tranquilizadora del mundo.

-J…Jongin…

Con la voz quebrada y temblor en los pies, separó los labios e inhaló.

-Hey—sonrió, al borde del llanto—Estás bien.

-Pues…sí. ¿Qué haces aq---

Sobre sus labios se posaron dos dedos antes de ser abrazado con fuerza, sintiendo el sudor y el cansancio del moreno a cada respiración que daba: estaba completamente húmedo, como si se hubiera bañado pero no secado muy bien, y su pecho se unía con el suyo con frenesí en un intento por asegurarse de que estaba vivo.

-¿Kai?

-Creo que deliré demasiado—suspiró, fatigado—Pero quería estar seguro…Que llegaste bien a casa anoche—mintió—Lo siento, no tuve que haberte dejado solo.

-¿C…cómo?—no podía pensar, el calor que brotaba del lobo le mareaba, y sentir la pesadumbre de las manos tirar de él hacia abajo, arrugando a tela le hacía temblar las piernas: ¿Qué tan grande sería Kai en realidad, en su forma natural? ¿Cuánto pesaría? Le costaba sostenerlo en brazos, más resistió mientras devolvía el gesto con nervios, amoldando los dedos a los sobresalientes omóplatos del moreno.

-Ejem, hola, sí—se oyó desde la cocina—Estoy presente, y me incomoda mirar nomas. Así que, o me invitan a unirme o me echan—dijo, cruzado de brazos y sonriente—Aunque conociendo a Kyungsoo, mejor los dejo antes que me hagan vomitar maripositas.

Jongin clavó ojos en el chico, grabando su imagen en la memoria: arrugó la nariz y apretó los dientes.

-¿Con quién estuviste hoy a la mañana?—gruñó, soltando al de blanco y acercándose.

-¿Kai? Kai, tranquilo. Él es mi amigo Junm…

-Mama me contó lo que hizo. Lo retuvo y lo llenó de su olor, Kyungsoo, trajo problemas a casa—acusó, señalándolo con desgano.

La respuesta no llegó, Kyungsoo ardió al rojo.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Le oí llamarte así cuando entró, antes de encontrarme con Mama.

-¿Mama?

-¿¡Me estabas espiando!?—bramó Soo, tapándose con las manos como si se sintiese desnudo.

-¿Qué? ¡No! Yo sólo…

-Kyungsoo, tu amigo es coco loco—susurró Suho, arqueando una ceja—Alto…coco loco…raro… ¿Tienes algo que ver con el rubio de hoyuelos?—chasqueó los dedos.

-¡No vuelvas a tocar a Mama, no te le acerques!

-¡Alto!—Kyungsoo tomó a Jongin de los brazos, llamando su atención—Yo me encargo de eso, y Suho promete no tocar a…Mama. ¿Minseok?—susurró.

-No, Lay Mama.

-¿Lesbianas?

-¡¡MYEON!!—giró la cabeza de vuelta al lobo—De acuerdo, Lay Mama. No tocará a Lay Mama, ¿Ok?—tardó en recibir un asentimiento por parte del otro, suspiró—Bien. Ahora, no te pelees con él…es altanero y te faltará el respeto, pero es bueno. Es mi amigo—explicó.

Los ojos de Kai brillaron.

-“Amigo”—bien, no pasaba de lo que él mismo tenía con los otros.

-Exacto—sonrió—Y tú, Myeon, él no entiende…sarcasmo ni nada de eso. Así que sé claro y conciso, ¿De acuerdo?

-Meh…será aburrido—protestó; tendió la mano—Dime Suho, coco loco.

-¡¡JUNMYEON!!

-Ya, ya, lo siento.

La mano quedó tendida en el aire, Jongin torció la boca antes de entender. Terminada la presentación, los tres se sentaron en la mesa, Kyungsoo mirando de reojo al moreno.

-¿En serio te preocupaste por mí, anoche?—el otro asintió, confundido—Pero si me dijiste que---

-No importa lo que dije. No sé expresarme—se apresuró a decir, no podía explicarle todo, le espantaría y sería como un adiós para siempre—Lo importante es que estás bien.

-Kyung, ¿El coco loc…chico se queda a almorzar?

-¿Almorzar?—Kai frunció el ceño, desentendido.

-¿Ya es la hora?—miró el reloj—Bueno, si así lo quieres… - aunque había un pequeño problema.

Kai…Kai lobo…

¿Sabía usar cubiertos? ¿Había visto en su vida un plato?

 

 

-¿¡CÓMO MIERDA SE LES OCURRE IR AL BOSQUE!?—rugió, las ventanas temblaron estruendosamente.

Encogido en sí mismo, Chen se mordió el labio, cabizbajo.

-Kris—Lay le tomó de los hombros al encorvado, acercándose al rubio—No tienes por qué---

-¡¡NO HAY EXCUSA LAY, CALLA!! ¡Lo que hicieron está terminantemente prohibido, saben que está mal jugar con su propia vida y nuestra supervivencia!—claramente, se había olvidado de lo que le encomendaba a Chen—¡¡Llegan a salir vivos de ésta y me aseguraré de que aprendan!!

Tao se levantó del sillón, recuperado del susto.

-Yo puedo ir yendo—tartamudeó—Soy de los más fuertes y---

-¡No necesitamos perder más gente!—le interrumpió el rubio—Chen, ¿Estás seguro que son sólo ellos? ¿No hay nadie más?—el susodicho negó con temor, apretando los labios y mirando todavía el suelo—Bien, Tao, quédate aquí con Chen. Nosotros vamos al bosque.

Ya vestido, Yifan atravesó la casa en dos zancadas y estrelló la puerta contra el marco al cerrarla, dejando atrás a Yixing, que suspiró, frustrado.

-Chen—llamó sin mirarle, dándole la espalda—¿Sabes que ésta mal lo que hiciste?

Silencio, continuó de todas formas.

-Por favor, no lo repitas. Si llegan los humanos, Luhan puede perder la vida.

Al trote abrió la puerta y siguió a Yifan de cerca, aumentando la velocidad. En la casa, Chen se tapó la boca y se arrodilló en el suelo, Tao corrió preocupado a abrazarlo, frotándole los brazos y sonriendo torpemente.

-Llora tranquilo, me contó Kai que sólo es una forma de expresión, un sentimiento.

 

 

-No me gusta que peleen—susurró para sí.

-A mí tampoco.

-¿Existe la posibilidad de que nos separen?

-Si está, lo impediré—sentenció Chanyeol, severo—Me rehúso a dejarte. Somos con un perrito y su hueso, no podría dejarte.

Baekhyun sonrió tímidamente, percibiendo esa cálida brisa recorrerle el pecho.

-¿Por qué volvimos aquí?

-No lo sé, me gusta venir. Y se ve más lindo contigo aquí.

Sentado entre las piernas del más alto, y ambos mirando correr el río, Baekhyun apoyó la cabeza en el hombro del otro, suspirando.

-¿Falta mucho para volver?

-Quizás, no lo sé. ¿Quieres irte?

-No, quedémonos así. Me gusta así.

-¿Así cómo?

Chocando narices, Chanyeol recibió un beso corto, casto y efímero.

-Así—sonrió—¿Ahora entiendes?

-Mh—las comisuras de sus labios por poco no tocaban sus orejas—Entiendo—dudando, frunció el ceño—Me quieres, ¿Eso quieres decir?

El mayor rió.

-Todo tiene que ser explícito contigo.

-Es que soy tonto.

-Lobo tonto—bromeó.

-Tú lobo tonto.

-Mío—accedió, pasando las yemas de los dedos por el cuello de Chanyeol—¿Cuándo volveremos a…? Ya sabes…en el cuarto…y eso.

-Lobo tonto necesita todo explícito—rió, atropellando las palabras.

-No me hagas decirlo. Me da vergüenza.

-¿De la buena o de la mala?

-De la buena, de la buena—le calmó.

-¿Y entonces, qué problema hay?

Ambos se ruborizaron.

-Eres mi novio a escondidas—sonrió Chanyeol, emocionado.

-Y tú el mío.

Entre las risas contenidas, se oyó de pronto.

Detonante, explosivo, corrosivo y feroz. Uno atrás del otro.

Disparos.

Disparos humanos que provenían de lejos, a la salida de la ciudad, casi entrando al bosque.

 

 

Notas finales:

Bone = Hueso...¿Van captando? ;)


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