Mi Beta
Ryuta Kise había nacido siendo un beta. Habría deseado con todo su corazón haber nacido como un alfa, lo deseaba cada vez que lo veía, con sus cabellos celestes, su piel pálida, sus ojos que hacían palidecer el cielo en belleza del mismo cielo, su pequeña estatura que te invitaba a abrazarle, su carita de poker. Pero no importaba cuales fueran sus deseos, había nacido como un beta y eso no cambiaba en la mañana cuando despertaba. Pero nacer beta había tenido sus ventajas, como beta había podido pasar todo el tiempo que quería con su pequeño ángel su Kuroko Tetsuya. Como beta había podido ser su amigo y crecer con él. Como beta siempre pudo estar a su lado.
Para él todo había sido perfecto junto a su Kurokochii, hasta ahora. Su Kurokochii se iba a casar y no porque se hubiese enamorado, si ese fuera el caso, aun con el corazón roto, abría sonreído, pero su ángel celeste se casaba por decisión de sus padres con un alfa, alguien con más estatus que un simple y guapo modelo beta con habilidad para el baloncesto. No importaba lo que Kise hiciera, cuanto éxito tuviera en el bascket, cuanto éxito tuviera en los estudios o cuanto triunfara en la carrera de modelaje era un beta y los padres de Kuroko nunca elegirían a uno para su hijo. Un beta sólo podía aspirar a casarse con otro beta. Los omegas, el premio mayor, lo más anhelado por todos, eran sólo para los alfas y sólo los mejores alfas eran los que podían permitírselo. Murasakibara Atsushi, así se llamaba el alfa que habían elegido para su Kurokochii, pero no se quedaría así, él no entregaría tan fácil a su ángel, a su fantasma, a su Kuroko. No lo haría como que se llamaba Kise Ryuta, toda la pirámide social de alfa, betas y omegas podía irse a coger por culo, porque tendría a su Kurokochii.
***
-Kurokochii -caminó Kise al lado del de cabellos celestes en el patio de la escuela.
-¿Uhm? -preguntó Kuroko sin apartar su boquita de melocotón del sorbeto por el que sorbía su batido de vainilla.
-¿Te parece bien si nos sentamos? -le preguntó Kise- Me gustaría que habláramos -añadió. Kuroko simplemente parpadeó y asintió acompañado a Kise hasta la sombra de uno de los arboles del patio de Teiko High y sentándose. El rubio permaneció unos minutos en silencio antes de hablar-. Kurokochii… si yo hubiese sido un alfa… Kurokochii… ¿Me hubiese elegido a mí?
Kuroko al fin dejo su batido de vainilla y miro a Kise a la cara.
-No -respondió rotundamente-. Si Kise-kun fuera un alfa, Kise-kun no sería la persona que siempre me ha gustado desde niño -dijo con absoluta seguridad.
Kise quedó en shock, ¿Él le gustaba a su Kurokochii?
-Ahora si tú pregunta es a quien elegiría si se me permitiera, eso sería sin dudar Kise-kun -aseguró Kuroko. En la cara de Kise se dibujó una tonta sonrisa que nadie hubiese podido sacarle ni a golpes cuando escuchó al de cabellos celestes.
-Kurokochii, no te cases -le pidió.
-Soy un omega, Kise-kun, no se me permite oponerme -le recordó la realidad.
-Entonces huye conmigo, Kurokochii. Vámonos juntos, Tetsu, donde nadie nos encuentren donde a nadie le importe si nací beta y tú naciste omega -le pidió aun sabiendo de ante mano que Kuroko rechazaría su idea.
-Si nos atrapan nos castigaría, la ley y nuestras familias -le recordó Kuroko con su usual carita sin expresiones-, pero yo quiero irme lejos con Kise kun…. Vámonos, Kise-kun… antes de que nos puedan detener -le sonrió aceptando la loca idea del rubio. Kise quedó en shock, pero volvió a sonreír y asintió.
-Vámonos, Kuroko -le tendió su mano el rubio.
***
-En otras informaciones, aun se sigue con la búsqueda del joven omega Kuroko Tetsuya, si usted tiene cualquier información que….
Kuroko apagó el televisor aburrido, en el noticiero se mostraba su foto, aunque ya casi no se escuchaba nada de su desaparición después de tantos meses. Se levantó y se dirigió a la ventana para ver a Kise trabajar empecinado en montar un balancín en su balcón, habían emigrado lejos de Tokio, pero aun en Japón. Kuroko se había teñido su cabello de rojo y usaba lentillas, aunque casi no salía para no llamar la atención, tomaba supresores que enmascaraban su olor por los de un beta y se había cambiado el nombre a Tetsu Kise, el esposo de Ryuta Kise y era muy feliz.
Cuando Kuroko aceptó irse con Kise, esa misma noche se fugó al departamento del rubio, había que hacer las cosas de forma discreta o serían atrapados y por tanto separados. Kuroko permaneció toda una semana sin salir del departamento de Kise ni asomarse a las ventanas, mientras el mundo se volvía histérico buscando al omega perdido. Una semana después Kise se dio de baja de forma discreta de la escuela aludiendo razones de trabajo. Llegó con las pastillas supresoras del olor omega y las que enmascaraban el olor por el olor de un beta. Kuroko se tiñó el cabello se puso lentillas y salieron de Tokio juntos como una pareja de betas, nadie les dio importancia, una vez en su nuevo hogar se presentaron como pareja beta y Kuroko no podía ser más feliz.
Kuroko fue a la cocina donde sirvió dos vasos de jugo y salió al balcón de su perfecta y discreta casita alejada de vecinos indeseados con cuerdas y cuerdas de terreno y se acercó a Kise ofreciéndole uno de los vasos y pidiendo un beso a cambio como recompensa. Kise tomó el vaso, pero lo dejó en el barandal del porche antes de tomar a Kuroko de la cintura y besarlo, para luego arrodillarse en el suelo y besar el pequeño y redondeado vientre de su Kuroko.
-Te amo, Tesuchii -sonrió Kise desde el suelo. Kuroko le dio una de sus sonrisas y enmarcando el rostro del rubio en las manos se inclinó y lo besó en la boca.
-Yo también te amo, Kise Ryuta, Mi beta.
Fin