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-The Mechanic- por MarLe514

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Notas del fanfic:

"El Mecanico"

Es una producción muy linda, por favor, denle mucho amor, se que les va a gustar sólo espero que lo sigan hasta el final. 

Notas del capitulo:

Bueno es la primera vez que me anímo a hacer esto y espero en serio que lo disfruten. :D

By: Alejandra

1

 

China — Beijín, 11: 36 hrs.  “The royals” |Bar nocturne|

 

—¿Qué pasa, Lay? ¿Por qué parece como si estuvieras en un funeral? — Se quejó Luhan; un joven hermoso, de peculiar apariencia y rasgos faciales divinos. Piel pálida, nariz respingona, ojos avellana, labios rosas, e infartantes pantalones entallados. —Esta puede ser mi última noche contigo, teniendo en cuenta el historial paranoico de Kris, podría desaparecer para mañana. — Bromeó el rubio, terminando su trago de una.

 

Un silencio cómico se formó luego de su afirmación.

 

Luhan y Lay estallaron en carcajadas incontenibles.

 

—….

 

— ¡Hahahaha! — Lay, mejor amigo y confidente de Luhan, secó una lagrimita que se le escapaba por el rabillo del ojo. Lay a diferencia del rubio poseía una belleza más natural y realista. Bonitos ojos soñadores, nariz asimétrica, labios gruesos color durazno y lindos hoyuelos en las mejillas que acompañaban a una sonrisa infaltable. —Acabas de hacerme la noche, amigo. — Festejó el castaño.

 

Luhan jugó con su copa vacía, repasando su dedo sobre el aro y moviendo tranquilamente las caderas al ritmo de la música electrónica.

—Crees que Kris, pueda hacer algo como eso… ¿Lay? — Luhan ladeo la cabeza mirando a su amigo, solo para comprobar que no le prestaba atención. —Qué hijo de puta.

 

Lay dio un brinquito en su sitio. —¿Qué? ¿Decías algo, Lu? — Preguntó con su misma expresión boba.

 

—Huh, sí. — Se quejó. —Pero, ahora, dime que es más importante que las quejas de tu mejor amigo. — Farfulló Lu, siguiendo la mirada de Lay.

 

El castaño se encogió sobre sus hombros, cuando Luhan detecto al grupo de chicos en la primera zona.

 

Luhan puso los ojos en blanco, para luego entrar en modo: cómplice de travesura. 

—Así que te gusta. Vamos, dime quien. — Picoteó su brazo molestosamente. —Anda, puedo ayudarte. — guiñó un ojo.

 

Lay se sonrojo pensando en las formas en que el idiota de su amigo podía “ayudarle” con un chico.

La sola insinuación le hacía sentir humillado y avergonzado. No todos nacían con la fiereza y confianza del perfecto Luhan.

 

—Lu, puedes no ser tan obvio…— Pidió inflando las mejillas, esto no podía ser más vergonzoso.

 

Luhan solo rió más fuerte, soplando su cerquillo. Miró de soslayo al barman y con una sonrisa que podía catalogarse: ilegal, le pidió dos marlines dobles, mientras se lamia el dedo.

 

El chico asintió embobado.

 

Hey, Luhan no era arrogante, solo sabía muy bien lo que provocaba en las personas, y le gustaba.

 

—¿Puedes creerlo, Lay? Es cortesía de la casa. — Dijo en tono divertido y sarcástico Luhan dejando ambas bebidas sobre la barra donde estaban. —No quiero sonar exigente, pero vinimos aquí para divertimos ¿no? Deja esa cara, olvida los exámenes finales y por Dios, manda de una vez todo a la mierda y brinda conmigo. — Pidió al cielo, siendo un dramático.

 

Yixing, como la gran persona que era, intentó buscar el lado positivo y amoroso en las palabras de Luhan.

 

—Tú ganas. — Coincidió Lay, necesitaba dejar de pensar demasiado. —¿Sabes que se me antoja…?— Preguntó Lay suspirando.

 

Luhan le miró atento. —¿Hmh?

Lay mordió su labio. —Tu hermano, en serio…

 

Y el rubio con rostro de bebé, estalló en risas golpeando la mesa con su mano haciendo un completo escándalo.

 

La parte graciosa de la historia era que Lay había tenido un obsesivo enamoramiento de Kris, su hermano mayor, hacía más de siete años. Pero el muy cobarde nunca le había dicho absolutamente nada, y había permanecido amándole en las sombras, creando historias de amor en su cabeza para luego escribirlas en un cuaderno de notas privado.

 

Sí, sí, la parte divertida viene cuando Luhan encontró el susodicho cuaderno, y desde ese día no ha hecho más que torturarlo y burlase de él por su pésimo gusto y amor imposible. ¡Porque, admitámoslo! Kris era un cerdo.

 

Luhan jamás podría olvidar el muy homosexual cuaderno morado con unicornios dibujados y las frases: “Oh Dios, Yifan es tan lindo” “Ambos nacimos para estar juntos…” Y más mierdas románticas.

 

¿Pero qué clase de mejor amigo sería, Luhan, si no aprovechaba esa situación para extorsionarle?

 

—No es divertido. — Dijo en un puchero Lay.

 

Luhan intento dejar de reír, y se dejo llevar por el ritmo de la canción que había puesto el DJ, demonios, esa era su canción favorita. Empujo ligeramente el hombro de su castaño amigo incitándole a mover un poco el bote. Pero Lay se había negado rotundamente ir a la pista.

No era porque no fuera un buen bailarín, en realidad Luhan no había conocido a alguien mejor que Lay, era solo esa inquebrantable coraza que llevaba consigo de: No puedo hacerlo.

 

Y Luhan no deseaba presionarle.

 

—Hey, están mirando hacia acá. — Luhan le codeó, pero Lay estaba mucho más concentrado en beberse todo su Martini. Viró los ojos y se acercó a su oído para que pudiese oírle. —Cariño, uno de ellos está mirando tu trasero.

Y en ese momento Lay se pasó la aceituna entera.

 

¡Jodido e inoportuno Luhan!

 

Lay intento regurgitar la maldita aceituna que había bloqueado su garganta, ya empezaba a ponerse morado, cuando por última medida se golpeó el pecho, asiento ruiditos de pollo.

 

Cuando por fin logró escupir el mal de olivo, se dio cuenta de que todo el mundo se había detenido a verle, incluso el Dj le había puesto pause a la música.

 

¡Esto no podía ser peor!

 

Luhan se descostillaba de la risa como nunca antes.

 

Lay no volvería a ser el mismo luego de ese día. No saldría de su casa nunca más, no iría a la universidad y tampoco sacaría a pasear a su perro. Iniciaría una nueva vida como ermitaño y se alimentaria de frutos secos.

 

“Si... si… es lo mejor”

 

¿Exagerado? ¿Dónde?

 

—Vamos, Xing, sal ya. — Luhan aún seguía riendo un poco, mientras tocaba la puerta del baño. —Nadie lo grabó, estoy seguro.

 

Pero el castaño no se alejaría de su refugio.

—Estás loco si crees que saldré de aquí. — Lay hizo su berrinche.

 

Luhan dejo de insistir y como la mierda de amigo que era, fue a la pista de baile.

 

Volvió a apoyarse contra la barra mirando tranquilamente el panorama, con los codos apoyados sobre la madera. Sin la mala vibra de su amigo, todo parecía caer en su lugar.

La pista de baile estaba repleta de gente con ganas de moverse un poco, las paredes tenían ese bonito color marfil y los lumbrales estaban tapizados con Animal prince al igual de los sillones. Algo que realmente le gustaba de ese bar eran los colores diversos. Todos combinándose en uno.

 

 

Suspiró exhausto, llevando su vaso de ron a sus labios, mirando debajo de su cerquillo. Nadie se preguntaría quien era él, nadie pensaba, era un lugar selecto para quienes querían olvidar sus problemas y beber hasta el cansancio.

 

Pero por más que intentara, Luhan no podía olvidar sus problemas.

 

Por lo menos, no uno, muy perturbador.

 

[Flashback]

 

— ¿Qué vamos a hacer con él? — Preguntó Kris, pasándose las manos por el cabello repetidas veces, como síntoma de frustración.

 

—Si tu hermano sigue así, será más que difícil mantenerlo vigilado… No quiero esto, pero es lo mejor para él. — Coincidió su padre.

 

—Es peligroso, papá…— Murmuró Kris, dejando su vaso sobre la mesita.

 

Luhan se escondió detrás de la puerta cuando creyó que le habían oído respirar muy fuerte y se cubrió la boca, deseando no haber sido escuchado.

 

Un silencio decisivo reinó entre su padre y hermano.

 

—Confió en que puedas hacerte cargo.

 

[End flashback]

 

¿Qué demonios quería decir eso?

 

Había espiado a su padre hacia dos semanas y nada sucedía, no quería pensar que lo paranoico era de familia, y que se estaba volviendo un mini Kris, pero en serio ese tema le ponía los pelos de punta.

 

—Esto no está bien.

 

Luhan de pronto salió de sus cavilaciones, ante el sonido de una voz en extremo sensual. Una sonrisa igual de provocativa acompañó a su voz y un cuerpo mucho más sexy vino incluido en el paquete especial.

 

Luhan sonrió coqueto.

 

— ¿Cómo puede estar alguien tan hermoso como tú, sin una copa? — Se preguntó el hombre de tez morena con porte de actor porno.

 

Luhan vibro cuando el chico le acarició el brazo invitándolo a bailar con su lenguaje corporal.

 

Y la voz de Kris, sonó en su cabeza, con esa frase tonta que le había dicho antes de salir:

 

“No le hagas caso a extraños, Lu”

 

El rubio siempre se había sentido como un niño, ¿por qué no le dejaban en paz?

Ignoró la advertencia en su cerebro y la apagó con otro vaso de ron antes de tomar de vuelta la mano tendida hacia él.

 

Todo fue más confuso luego de la sexta copa… ¿o era la octava?

Bailaron, bailaron mucho, y se besaron… luego…

No lo recordaba, joder… ¿Qué importaba?  

Había sido solo una noche de diversión y punto. Nada más extremo que eso.

.

.

.

 

“Auch, demonios, duele.”

 

No quiso abrir los ojos, había dormido sentado, y su espalda dolía, la jaqueca empezaba con sus viejos síntomas.

 

Suspiró y abrió lentamente los ojos, frotándose la cabeza. Pero, esa no era su habitación, mucho menos su casa.

 

Justo frente a él, había una sonrisa perturbadora y una mujer con traje de idiota.

 

Mierda, mierda ¿Dónde estaba?

 

Hora, 12: 15 am

 

—Acabamos de aterrizar, agradecemos su preferencia. — Dijo ella como un saibort.

 

—Mierda…— Maldijo mirando a su alrededor. ¿Qué coño hacía en un avión?

¿Dónde demonios estaba?

 

Bajó como alma que lleva el diablo empujando y gritando furioso, fuera de la enorme máquina, encontró miles y miles de personas, llegando, yéndose, despidiéndose y saludando.

 

Pero obviamente nadie le daría una bienvenida a él.

 

En ese instante su mente quedó en blanco y como en piloto automático caminó hasta la salida del aeropuerto. Seguía pensando, que en algún momento despertaría de ese sueño tan extraño, producto del alcohol o tal vez alguna cosa que inhaló…

 

¡Demonios, estaba malditamente asustado en un lugar desconocido!

 

Tres tipos enormes y vestidos de negro empezaron a seguirle sospechosamente. Para el pequeño y débil Luhan fue tarde cuando quiso escapar de ellos.

 

Uno lo levantó en el aire y lo cargó hacia una limusina igual de sospechosa.

 

“¡Demonios! ¿Terminó para mí? ¿Así es como acabare?”

 

—Suéltenme malditos, todos hijos de puta. — Grito y pataleo todo en mandarín.

 

Los tipos lo lanzaron dentro del auto y cerrando la puerta, deshaciéndose del malcriado niño.

 

—Nunca serás cortes, eh, Luhan. —Pero de pronto su ataque de histeria cesó tan abruptamente que sus ojos llorosos se clavaron sobre el personaje que le hablaba tan campante.

 

— ¡¿Kris?!

 

—Hola, hermanito. — Saludo con una copa de champagne en la mano izquierda. — ¿Cómo estuvo el viaje? — preguntó como si fuera algo muy normal.

 

Luhan se rió secamente, en momentos como esos solo podía reírse tan histéricamente como un demente. Frotó su sienes y tomo una bocanada de aire.

 

Esto no estaba sucediéndole, era un mal sueño. Lo era.

 

Esto seguramente era el karma dándole una paliza por haberse burlado tanto de su amigo…, esperen. ¡Lay!

 

¿Qué demonios había sucedido con él?

 

—¡¿Dónde demonios estoy, Kris?! ¡Juro que si me mientes, se lo diré a papá, y no terminará bien para ti! — Acusó aun lanzando manotazos ante la molesta sonrisa de su hermano.

 

El abominablemente alto chico, se encogió de hombros. —Te advertí que no hicieras caso a extraños. — Dijo simplemente. —Tómalo como tu castigo o como una enseñanza de vida. ¿Lo ves? Te ocurren cosas malas cuando no me haces caso. Deberías ser más responsable y no seguir al primero que se te ponga enfrente. — Sermoneó.

 

Luhan bufo. —Muérete.

 

Kris rio entre dientes. 

 

—Quiero saber dónde está Lay, y si sabe lo que me pasó.

 

Kris negó. —Las cosas no son fáciles ahora, Lu, entre menos personas estén en esto, será más seguro para ti. ¿Lo comprendes?

 

— ¡No! ¡Por supuesto que no lo comprendo! —Chillo levantando las manos al cielo —Y agradecería que me mantuvieras lejos de tus juegos sucios. Quiero ir a casa, llévame de vuelta, o papá—

 

Kris rió divertido. — ¿Papá? ¡Fue idea suya! — Suspiró mucho más comprensivo y se acercó a su pequeño hermano para consolarlo. —Eh, no llores…— Pidió. — No será por mucho tiempo, acostumbrarse, es lo tuyo, puedes hacer nuevos amigos, la universidad aquí es igual de buena, puedes…

 

— ¿Aquí? ¿De qué demonios hablas? ¡No tengo una puta idea de donde estoy! — Chillo.

 

—Detén tu griterío, Luhan, que estresante. — Kris se llevó el pelo hacia atrás. —Me sorprende que no hayas leído los letreros, estamos en Seul, hermanito. — Presentó como un guía turístico, levantando los brazos.

 

“Ridículo” Pensó.

 

—Y puedo saber…— tomo su tiempo para no volver a estallar. —¿Qué hago en Seul?

 

Kris miró sus manos. —Es mas seguro. — murmuró. —Además, te falta respirar nuevos aires, tómalo como un regalo. De nada.

 

—Me gusta China, no quiero estar aquí.

 

Kris negó. —No hay vuelta atrás, Luhan.

 

—Quiero hablar con Lay. — Dictó Luhan como primera orden. —Necesito decirle que estoy bien, que no debe preocuparse…

 

—Prefiero que no sea así, Luhan, por favor entiende. — Pidió el mayor. —Ahora iremos a tu casa, y te darás una ducha. Apestas a prostituta. — Se quejó. —Sigo preguntándome porque papá te da tanta libertad. — Toco la ventanilla del chofer. —Llévanos a casa.

 

Luhan miró por la ventana todo el trayecto. Odiaba ese lugar, odiaba todo aquello que tenía que ver con ese viaje forzoso. Cuando el auto se detuvo, Luhan se encontró con una edificación preciosa frente a él.

 

Paredes blancas y algunas columnas eran de vidrio, no tenía que preocuparse por los vecinos ya que en dos millas más no había nada. Tenía un estilo elegante y sofisticado, definitivamente era el estilo de Luhan pero jamás lo admitiría en voz alta.

 

— ¿Te gusta? — Preguntó Kris apareciendo tras de él. —No finjas que lo odias, puedo verlo en tu cara, ahora ve a bañarte. Puedo percibir tu olor a kilómetros…

 

Cuando el pequeño rubio desapareció escaleras arriba, Kris sonrió satisfecho. De hecho quería que Luhan viera el baño, ya que era la mejor parte de la casa.

 

—¡Oh por Dios! ¡Es precioso! ¡Lo amo, lo amo!

 

Kris sonrió más grande al escuchar los chillidos de nena de su hermano y se fue.

 

Luhan tomo su ducha en la tina de delicada porcelana, el agua estaba caliente y eso le relajó un poco.

 

Pero no pudo simplemente dejar de pensar.

 

Había trascurrido solo unas horas y ya extrañaba China, a su amigo, ese bobo chico que estaba enamorado del idiota de su hermano, extrañaría su universidad.

 

¿Por qué habían tomado esa decisión a expensas de él?

 

¿Acaso su opinión no importaba?

 

Se sentía solo en ese lugar, empezaba a deprimirle las paredes blancas.

 

Se enroscó el nudo de la pequeña bata y se lanzó sobre la cama, era tarde y no tenía ánimos para ponerse una pijama, solo… durmió en esa misma posición.

 

.

.

.

 

—Hey, mocoso, despierta. — El profesor de turno le lanzó una tiza desde su lugar al frente de la clase. Ya no soportaba a su insolente alumno, que había osado dormir placenteramente en su nada aburrida clase, y como método de devolverle algo de su orgullo le presionó para que le pidiera disculpas por su ofensa. —¿Crees que es una sala de descanso?

 

El adolecente de cabello platinado, parpadeó con pesadez, levantando el rostro de sus brazos cruzados y observando por fin a toda la clase, observó a su izquierda y luego a su derecha con fina lentitud. Hasta que su escrutadora mirada cayó como un rayo sobre el hombre obeso.

 

El maestro dio un pequeño brinco en su sitio, sintiendo al instante esa mirada atravesarle los pensamientos, por lo que detuvo sus maldiciones al mocoso.

 

El platino tomo su mochila y la colgó en su hombro derecho con algo de fastidio, no podría dormir más en esa clase, eso era algo agotador, ya que pensaba que era un buen lugar para tomar una siesta.

 

Cuando estuvo junto al hombre detuvo su paso y le miró desde arriba, inclinó ligeramente la cabeza y se marchó del aula.

 

—Yah… Oh Sehun… ¡Oh Sehun!

 

Pero el chico ignoró el llamado de su nombre y caminó como si nada por los pasillos desiertos.

 

No era el mejor de la clase, no era el más tonto tampoco, pero su temperamento siempre debía estar frio. No era bueno manteniéndose fuera de una pelea, por lo mismo que hacia lo mejor para mantenerse al margen en todo.

 

Metió una mano en su bolsillo, pero, al dar vuelta en una esquina encontró a uno de sus amigos, Chen. Quien se metía nuevamente en algún problema, ya que el auxiliar de disciplina le había detenido en el corredor.

 

—¿Y que se supone que debo hacer ahora? ¿Encogerme y lamerle las botas? —preguntó sarcástico, Jongdae, mirándole a los ojos. Era un tipo simple; ojos rasgados pero llenos de vida, sonrisa divertida y burlona, un piercing en la oreja izquierda, portaba una bandita en la mejilla cubriendo una herida, tal vez, y el pelo alborotado.

 

Su hobby era irritar a las personas, tendía a burlarse de ellas hasta sacarlas de quicio, no importaba la edad, no importaba quien fuera.

 

El auxiliar apretó los dientes enfurecido. —Escucha niñato despreciable, no me lo hagas repetir dos veces: Te quitas esa porquería de la oreja o tendré que hacerlo yo. ¡¿Qué eres un marica?! —gritó cerca de su rostro.

 

Y por supuesto la sonrisa usual en su rostro cayó, se había disuelto como agua, trasladándola a una expresión seria y fría.

 

—Eso sonó un tanto homofóbico, anciano de mierda.

 

El auxiliar frunció el ceño estupefacto.

 

—¿Quieres hablar de las reglas de la escuela? Según el estipulo 32° no se le permite a ningún profesor mantener lianzas con ningún estudiante. ¿Entonces porque sigue tocando a las de primero? ¿Le gustan jóvenes? Viejo pervertido…—soltó una risa seca. —Y qué hay de las faldas en las estudiantes… Son algo cortas, ¿no hay una regla contra eso? Oh, lo había olvidado, te masturbas viéndolas ¿cierto?

 

El hombre rojo de la rabia y con las venas hinchadas en la frente, levantó su enorme mano para abofetear a ese insolente, pero al mismo segundo esta, se congelo en medio camino, mejor dicho alguien la detuvo.

 

Chen soltó una carcajada y apretó su agarre en la muñeca del adulto, mirándole debajo de su cerquillo despeinado. —¿Pensabas… tocarme con tu asquerosa mano?

 

Si había algo que Kim Jongdae odiara, era enfrentarse a alguien débil.

 

El auxiliar le observo patidifuso y algo intimidado por la fiereza repentina.

 

Apartó su brazo con brusquedad y al notar que no diría nada por contradecirle enterró sus manos en los bolsillos de su pantalón y siguió su camino por el corredor.

 

Era así siempre.

 

“Adultos atemorizados por niños… Jah…”

 

En medio de su caminata tropezó con Sehun, bueno, el menor se le cruzó en frente ya que lo había visto todo. Pero, no mencionó una palabra, podía sentir aún que Chen seguía algo perturbado.

 

Sehun empujó la puerta de la azotea y dejó que el más bajo pase primero. Cuando Chen se colgó de las barandas y se recargó hacia adelante, por fin su sonrisa volvió a su lugar habitual.

 

—¿Qué haces fuera de clases? Seguramente te echaron…—murmuró como una noticia obvia, pero con un toque de diversión agradable, no era una reprimenda, solo un comentario sin dobles sentidos.

 

La azotea era un lugar solitario y algo espeluznante, en ese lugar guardaban los inmobiliarios gastados o rotos, nadie lo frecuentaba, era horrendo.

 

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Sehun dando vuelta a la conversación.

 

Chen se acomodó recostado su rostro entre sus manos, y suspiró. Sabía que se refería al enfrentamiento ante el decano auxiliar, eso el traería problemas más adelante. Pero simplemente no pudo evitarlo.

 

—Es por que odio a las personas débiles. Si un maestro no tiene autoridad, por mi puede regresar a casa.

 

Sehun rió entre dientes ante la respuesta, para Chen las cosas eran así de simples, y a veces le envidiaba. Si realmente fueran así de simples…

De cualquier forma, Chen era uno de sus hyung más interesantes.

 

—Bueno… ¿Y eso contra las faldas cortas? Creí que no te molestaba…

 

—Y en realidad me gusta, solo quise irritarlo. ¡Por favor, chicas hagan más cortas sus faldas! —Gritó desde el techo de la escuela, soltando una carcajada.

 

Ese chico era un lunático, además de ser una cajita llena de secretos.

 

Se la pasaron hablando de temas triviales toda la jornada estudiantil hasta la hora de almuerzo, cuando esta llegó fueron al comedor a encontrarse con los demás.

 

—Hey… ¿Dónde estuviste? El profesor se la pasó hablando de los ‘estudiantes fracaso’, y te usó como ejemplo, que son la bazofia del país… Aguarda, ¿qué es bazofia?

 

En ese momento todos en la mesa empezaron a reír.

 

Sehun solo sonreía de lado, en su habitual postura, realmente esos comentarios no le afectaban en lo más mínimo. Pero tal vez, ese era su verdadero problema.

 

—Me distraje un rato con Chen.

 

—Pero hablando en serio, creo que no es saludable que te la pases durmiendo todo el día. ¿No puedes hacerlo en casa? —inquirió el castaño frente a Sehun; Baekhyun. Era relativamente cercano a él, pero, no eran muy íntimos, ya que lo había conocido por ser amigo de Chanyeol, su mejor amigo.

 

Aun así asintió en respuesta, masticando un trozo de pan. —Estoy bien.

 

Chanyeol bajó la mira a su charola, él sabía que Sehun mentía. Pero, si su amigo lo hacía debía tener una razón, y no deseaba inmiscuirse ahora, tal vez lo hablaría en privado, en el taller.

 

Terminaron su merienda en una ruidosa charla, y luego culminaron las clases con normalidad.

 

Cada uno tomó un destino diferente, y Sehun y Yeol caminaron juntos por la acera, ya que eran los únicos que coincidían debido a su trabajo en común.

 

En medio del típico silencio, Chanyeol abrió la boca primero. —¿Está pasando algo? —preguntó llevando ambas manos detrás de su cabeza, luciendo despreocupado.

 

Sehun suspiró, tenía la corazonada de que esa charla llegaría. —Dije que no…

 

—Creí que éramos amigos. —cortó el más alto mirándole a los ojos.

 

Sehun vaciló. —Tal vez lo seamos. —desdeñó, haciendo enfadar al pelirojo.

 

—No intentes desviar el tema. —retó Chanyeol, golpeándolo con su mochila.

 

El platino rió ligeramente sobándose el hombro, tomo la llave de su bolsillo y abrió las puertas del taller.

Bueno, de cualquier forma Chanyeol terminaría enterándose, de una u otra manera.

 

Diez minutos después…

 

—¡¿Qué has hecho qué?!

 

—No grites, tan ruidoso. —se quejó con la mirada fría. —De todas formas tú querías saber. —encogió de hombros y volvió a su trabajo de antes; revisar los cables de algún auto.

 

El taller, no era un lugar precisamente lujoso, pero si era espacioso y constaba con todo lo necesario para trabajar. No era tampoco muy sofisticado, estaba ubicado en la parte precaria de la capital, y digamos que no habían ‘vecinos’ ‘amables’ por la zona.

El taller era originalmente de su padre, pero luego de su abandono pasó a las manos de su tío, quien por estar fuera de la capital por trabajos, se lo encargó a Sehun.

 

El menor no recordaba la última vez que había visto a su padre, lo único que conservaba de él, eran un par de cartas que había recibido hacia mucho por su cumpleaños número doce.

 

¿Triste?

 

Nah, había aprendido a vivir con eso.

 

Sehun limpió el sudor de su frente con su antebrazo, se sentía acalorado estando debajo del choche, recostado sobre el patín, pero aun así siguió examinando los cables dañados; Chanyeol limpiaba el motor de Mustang mientras pensaba en algo para decirle al platino.

 

—No creo que lo que estés haciendo sea correcto, Sehun…—comenzó a decir Chanyeol.

 

Sehun al oírle puso los ojos en blanco.

 

—Lo he ido haciendo desde hace meses, no sucede nada ¿bien?

 

Chanyeol hizo una mueca al escuchar esa excusa tan vaga.

 

Chanyeol había sido su amigo desde un principio, no conocía muy bien su historia antes de la secundaria pero, sabía que ese amigo era algo oscuro, y no quería que algo malo le sucediera por mas necio que este fuera.

Había empezado a trabajar en ese taller hacia un par de años, y los autos que entraban eran completamente sagrados, y lo había descubierto por experiencia propia.

Ya llevaba usando ese uniforme dos años exactamente, había llegado a trabajar con la excusa de la necesidad de dinero extra, tomando el cartón de: “Necesitamos ayudante de mecánico” y lo había dejado sobre el escritorio del tío de Sehun, con una sonrisa en la cara.

Sin embargo, lo había hecho por Sehun, a pesar de no ser así ahora, el platino era alguien muy solitario.

Chanyeol solo le brindó su compañía, y el tiempo se aseguró de volverlos amigos.

 

—Si estos tipos llegan a descubrir lo que haces con sus autos podrían matarte, idiota…

 

—¿Puedes dejar de sermonearme?

 

Chanyeol suspiró agotado emocionalmente. —Solo no te metas en más problemas…— Y luego guardó silencio, pero aun así, una pregunta seguía rondando por su cabeza, aunque se negaba a formularla por cuestión de orgullo.

 

Sehun rio entre dientes y sin necesidad de verlo, lo leyó completamente.

—Ya dilo.

 

Chanyeol se quejó. —¿Soy tan obvio?

 

—Lo eres.

 

—Vaaale… ¿Y, las princesas ricas se creen ese cuento? —inquirió con una sonrisa emocionante. Demonios, Sehun había estado haciendo eso, todo el verano, ¿a cuantas niñas mimadas se habría levantado?

 

—Nunca les he mentido, son ellas quienes inventan historias acerca de mí. —murmuró con una sonrisa sarcástica en la cara. Y en teoría era cierto, jamás dijo que era dueño de alguna empresa famosa o hijo de algún magnate, solo paseaba por bares concurridos con la ropa adecuada y un auto caro, diferente.

 

Chanyeol soltó una risa seca. —Eso sigue siendo falso. —corrigió. Pero de momento se puso serio. —Debes sentirte muy aburrido en casa, para hacer algo tan arriesgado como eso.

 

Sehun corrió el patín y se sentó mirando a la cara a su amigo. —No es aburrimiento, Yeol. Muchas veces he sentido que no pertenezco aquí. En ese mundo todo es diferente…

 

Chanyeol le correspondió la mirada sin titubeos, él era tal vez la única persona que podía hacerlo, pero no pudo ocultar su tristeza al oírle hablar de esa forma.

 

Sehun sacudió la cabeza alejando sus profundos pensamientos e inmediatamente se corrigió. —Oh, vamos, no hablo en serio. No te pongas sentimental o vomitaré.

 

Yeol chascó la lengua. —¿Quién se pone sentimental, cabrón? Si te funciona ese juego de chico rico para ligar, bien por ti… tal vez yo lo intente algún día.

 

Los dos rieron por esa suposición, no estaría mal salir con Yeol por princesas.

 

Y así se la pasaron riendo y ensuciándose con grasa de auto.

 

Cuando llegaron las once Chanyeol tenía que irse a casa ya que era demasiado tarde y su madre no lo perdonaría si se saltaba la cena.

 

—Lo harás hoy también ¿eh? —comentó Chanyeol quitándose el traje sucio, pero sonriendo condescendiente.

 

—Nos vemos mañana. — Se despidió sin dar más explicaciones.

 

Chanyeol le desordenó el cabello, sabiendo que eso le molestaba. —Eres un caso perdido, Hunnie. — canturreó y luego se largó.

 

Cuando terminó de cerrar, suspiró observando la gama de autos que estaban guardados en la cochera.

Hoy planeaba usar el Bugatti Veyron que llegó a sus manos la semana pasada. Esta vez iría a un bar en especial, The Prince, lo habían inaugurado hace poco y quería comprobar los rumores de ese lugar, quizá, solo quizá esa noche sería diferente a las demás.  

 

 


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