OoO
Tatsuo enarco las cejas
- ¿tienes un título en empresariales?
Naruto asintió orgulloso del título que había obtenido por fin hacia escasas semanas, y no muy seguro de por qué él se mostraba incrédulo. Tal vez era uno de esos varones que no creía que las mujeres y los donceles pudieran estudiar y trabajar, aunque, por otro lado, no parecía ser de esa clase. La botella de champan estaba medio vacía y sentía una deliciosa sensación en la cabeza.
- ¿pero no has ido a la universidad?
- ¿te lo he dicho? – qué curioso, no recordaba haberle contado que había hecho el curso a distancia, desde casa- . tienes razón, no he ido- estaba preguntándose cómo habían acabado hablando de ese tema cuando se oyó un pitido y él se disculpó para responder el teléfono. Al oír que decía algo sobre un padre enfermo, Naruto le hizo una seña indicándole que le dejaría hablar en privado, pero él lo detuvo agarrándolo por el brazo.
Mientras hablaba en un fluido japonés, lo miraba a los ojos y le acariciaba el interior de la muñeca. El rubio tuvo que contenerse para no emitir un gemido, pero no pudo dejar de mirarlo y tampoco se apartó, a pesar de saber que con ello estaba dándole una señal táctica. ¡Era una locura!
El terminó la conversación y lo soltó con brusquedad, como si se arrepintiera de haberlo agarrado.
- ¿va todo bien?
El ojiazul lo vio apretar la mandíbula mientras lo miraba con intensidad.
- Es hora de salir de aquí
¿Quería decir que se fueran juntos? No. ¿Por qué iba a querer un varón así irse con él?
- Mañana me espera un día duro, será mejor que yo también me vaya. Gracias por las copas.
Tatsuo ya había pagado y no hizo caso cuando el ojiazul intento darle parte del dinero, algo que para el rubio fue un alivio, porque aunque no le gustaba que nadie le pagara nada, no tenía demasiado dinero en el monedero. Sai se había marchado antes de darle el dinero de las propinas y aún faltaba un par de semana hasta que recibiera el cheque de su último sueldo.
Salieron del club para adentrarse en la oscuridad de las calles y el frio aire de comienzos de primavera. Era casi media noche. Naruto se estremeció levemente cuando Tatsuo le ayudo acomodarse el saco de su traje acariciando su cuello. Justo en ese momento alguien que hacía cola en la puerta del local llamo y el ojinegro aparto las manos. El doncel se giró y saludo con la mano a una actriz que frecuentaba el local.
- ¿es amiga tuya?
Naruto se giró hacia el azabache, el corazón le latía con fuerza
- No exactamente – dio un paso atrás, aunque descubrió que alejarse de aquel varón le era más difícil de lo que quería admitir – mira gracias por todo… y por las copas. Me ha gustado charlar contigo.
Él se le quedó mirando con las manos metidas en el bolsillo.
- ¿de verdad quieres irte?
Al ojiazul se le helaron el corazón y el cerebro.
- ¿Qué has dicho?
- Ven a mi hotel conmigo.
No era una pregunta, era prácticamente una orden que volvió a acelerarle el corazón. ¿Pero a quien intentaba a engañar? No estaría preparado para un hombre tan viril como Tatsuo ni en un millón de años. Y sin embargo, mientras pensaba eso, su cuerpo se despertó haciéndole creer que aquel ojinegro era el único varón del mundo que podría hacerle el amor.
Confundido, se apartó negando con la cabeza.
- Lo siento, yo no… - <<no hago esa clase de cosas porque nunca antes lo he hecho>>. Independientemente de lo que su cuerpo pudiera decirle, su cabeza le estaba advirtiendo que saliera corriendo en la otra dirección.
Tatsuo estaba bajo la farola; tenía unos hombros enormes, un cuerpo esbelto e impresionante, y un rostro oscuro y pecaminoso. Todo lo que tenía que ver con el resultaba pecaminoso. Recordó las palabras de Sai ¿podría ese varón hacerle olvidar? Sin embargo, mientras pensaba en ello para tomar una decisión, Tatsuo retrocedió. Al parecer, había perdido la oportunidad y eso le hizo sentir decepcionado.
- Oyasuminasai Naruto
En ese instante, el ojiazul se dio cuenta de que nunca más volvería a ver a ese varón y de pronto se preguntó cómo sería besarlo. Por otro lado, se recordó que todo eso formaba parte de una fantasía porque él estaba fuera de su alcance y, además, ¿no detestaba a los hombres que entraban en el club? Sin embargo, una voz dentro de él le decía que tal vez era diferente.
Su recién despertado cuerpo parecía estar pidiéndole a gritos que le dijera: << si, espera, acepto tu ofrecimiento>>, pero en lugar de eso, dijo:
- Buenas noches Tatsuo
Se giró bruscamente y se alejó, con la respiración acelerada y el corazón palpitando tan fuerte que temió que se le fuera a salir del pecho. Y por ridículo que parezca, en ese momento se sintió mas solo de lo que se había sentido en toda su vida hasta la fecha. Cuando las lágrimas se acumularon en sus ojos, decidió que debían de ser a causa de todos sus problemas y de la terrible semana que había pasado, y no de la increíble noche que había surgido como de la nada.
Al pasar por delante de la cola de gente que aguardaba para entrar en el club, oyó una chica decir:
- Míralo… debe de estar loco ese doncel por no irse con un varón así…
El ojiazul se detuvo en seco y se giró lentamente. Tatsuo ya no estaba mirándolo, y el ojiazul podía verlo de espaldas esperando a que le entregaran su coche; podía ver su ancha espalda, su cabello negro, la masculina belleza de su cuerpo y el poder que denotaban su orgullosa pose y su altura. Pensar en no volver a verlo nunca le estaba causando un fuerte revuelo dentro del pecho.
De pronto no fue consciente de que sus pies lo estaba arrastrando hacia una inevitable dirección; de vuelta a él. Y al instante se encontraba allí, tras él, aliviado. Le dio un toquecito en la espalda. Inmediatamente el azabache se giró.
- ¿has cambiado de idea?
La sardónica arrogancia y el cinismo de su expresión no tuvieron ningún efecto en la patética debilidad que lo había hecho volver a él. No pudo responder. Nunca en su vida había hecho algo impulsivo, aunque por otro lado nunca había deseado ni nada ni a nadie con tanto anhelo. Se sentía protegido al pensar que se trataría de una única noche con ese maravilloso varón y que después dejaría que todo su dolor y toda su pena volvieran.
Pero durante las horas que estaban por delante podría ser otra persona. No el doncel que se quedó huérfano con dieciséis años, ni el hermanito pequeño del que se aprovechó su hermano mayor mientras él esperaba a que cambiara. Tampoco sería el doncel que trabajaba día y noche para obtener una titulación. Ni el que se había visto involucrado en un terrible accidente de coche al que solo el había logrado sobrevivir.
Quería a ferrarse a ese momento en el que podía dejarse llevar por la pasión, y así le respondió:
- Si. Me gustaría acompañarte al hotel.
OoO