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Rechazo cruel por Ia Aiko Wittakker

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Notas del capitulo:

hola!!!! mi musa volvio!! asi que voy a estar algo agetreada, actualizare este fick una vez cada semana!!!

jeje

espero qeu les guste, si alguien tiene alguna duda por favor comentela y yo respondere

se aceptan comentarios positivos por favor!!!!

onegai regalenme un review y me esforzare mas *u*

 

0oOo0

 

CAPITULO 1

 

 

Seis días después...

 

-          Pero Sai, estoy bien para trabajar y mañana regreso a Dublín. No es que este al otro lado del mundo- El rubio no pudo evitar que la voz le temblara.

 

-          Sí, claro, y yo acabo de ver un cerdo volando. Siéntate en ese taburete antes de que te caigas. No vas a trabajar en tu última noche aquí. Te he prometido el sueldo de dos semanas y aun te debemos las propinas- le dijo el guapo hombre mientras le servía una copa de brandy- Toma. Ayer, en el funeral, parecía como si fueras a caerte redondo.

 

Naruto se dio por vencido y se sentó en el alto taburete. Lo que lo rodeaba era un lugar oscuro, cálido y familiar, que había sido su hogar durante los últimos años. La emoción lo embargo ante las atenciones de su viejo amigo.

 

-          Gracias, Sai. Y gracias por venir conmigo ayer. No creo que pudiera haberlo hecho solo. Significo mucho para mí que Jūgo. Gaara y tú estuvieran allí.

 

El azabache se acercó y le agarro la mano.

 

-          Cielo, de ningún modo habríamos dejado que pasaras por eso tu solo. Deidara ya se ha ido. Se acabó. Y ese accidente no fue culpa tuya, así que no quiero volver a oír una palabra al respecto. Es un milagro que no te arrastrara con él. Sabes muy bien que era cuestión de tiempo que sucediera algo.

 

<<Si, pero podría haber intentado detenerlos… proteger a Hinata…>>. Esas palabras resonaban en la cabeza de Naruto. Las palabras de Sai pretendían reconfortarlo, pero no hacían sino remover las amargas emociones que siempre estaban presentes; el terrible sentimiento de culpabilidad por no haber logrado evitar que Deidara no condujera esa noche. Se había subido en el auto con ellos porque estaba sobrio y quería asegurarse de que no cometían ningún descuido…

Pero Sai no necesitaba saberlo.

El ojiazul le sonrió, intentando hacerle creer que se encontraba bien.

 

-          Lo sé.

 

-          ¿Lo ves? Ese es mi doncel. Ahora, bébete eso y te sentirás mucho mejor.

 

 

Naruto hizo lo que le dijo, arrugando la nariz mientras el líquido le quemaba la garganta. Sintió el efecto de inmediato, cálido y relajante. Movido por un impulso, se inclinó sobre la barra y llevo a Sai hacia sí, para besarlo en los labios y abrazarlo. Significaba mucho para él y no podía imaginar lo vacía y desesperado que sería su vida sin tenerlo como amigo.

 

El azabache lo abrazo con fuerza antes de apartarse y besarlo en la frente.

 

-          Parece que los primeros clientes están llegando.

 

Naruto se giró para mirar atrás y vio una figura alta a través de la franja que quedaba entre las gruesas cortinas que separaban la barra VIP del resto del club. Por alguna razón que desconocía le recorrió un escalofrió, aunque no le dio importancia y se volvió para mirar a Sai. Decidió que se marcharía enseguida. Tenía poco equipaje que hacer para volver a casa, a Dublín, pero gracias a ello estaría listo cuando, por la mañana, llegara el abogado para tomar posesión de las llaves del apartamento.

De pronto la idea de regresar a ese enorme y vacío piso sin alma le atemorizo al recordar la visita que había recibido allí mismo la noche anterior, tras el funeral.

Deidara, su hermano, lo había dejado únicamente con la ropa que llevaba encima. Desde que sus padres murieron y él rubio mayor se había hecho cargo de su hermano doncel de dieciséis años, no había dejado de dejar constancia de que lo enfurecía esa obligación fraternal que le habían impuesto. Pero pronto se había aprovechado de la presencia de Naruto, al verlo como un asistente del hogar interno. Él no se había esperado nada más, pero había sido un gran impacto descubrir que su hermano no solo tenía unas deudas astronómicas, si no que…

Sai lo saco de esos pensamientos al reclamar su atención y el rubio se sintió agradecido.

 

-          Cielo, no mires, pero esa figura que estaba mirando aquí dentro es el espécimen de hombre más divino que he visto en la vida. No lo echaría de la cama por hablar demasiado, eso seguro.

 

Por alguna razón el ojiazul volvió a sentir ese extraño escalofrió, pero sonrió, agradeció por la distracción que Sai le ofrecía.

 

-          Oh vamos. Eso lo dices de todo.

 

-          No. Este… no se parece a ninguno que haya visto antes, pero por desgracia la intuición me dice que no seré de su gusto. Oh, aquí viene. Debe de ser alguien importante. Naruto, cielo, levántate y sonríe. Te digo una cosa, un pequeño flirteo y una noche ardiente con un hombre así te harán olvidar para siempre los recuerdos sobre el tirano de tu hermano. Es lo que necesitas ahora mismo, un poco de diversión antes de volver a casa y empezar de nuevo.

 

Y entonces, vio a Sai dirigir su atención hacia el misterioso extraño, cuya presencia podía sentir a su lado.

 

-          Buenas noches, señor- le dijo Sai alegremente- ¿Qué le pongo?

 

A Naruto se le erizo el vello ante la presencia del hombre y decidió hacer caso omiso del consejo de su amigo. No tenía la mas mínima intención de dejarse llevar por una noche de pasión con nadie, y mucho menos con un completo desconocido, sobre todo, la noche después del funeral de su hermano, y especialmente porque en sus veintidós años de edad nunca había experimentado ninguna clase de pasión.

Con la intensión de marcharse, se giró sobre el taburete, pero antes de poder darse cuenta se vio cara a cara con el extraño, un ángel caído que la estaba mirando fijamente. Un oscuro ángel caído, con unos oscuros posos como ojos bajo unas largas y negras pestañas. Cejas negras y cabello como la noche. Pómulos altos. Unos labios que el rubio deseo besar en ese mismo instante, para sentirlo y saborearlos.

 

En cuestión de segundos, además de darse cuenta de que tenía unos hombros muy anchos y de que mediría más de un metro ochenta, supo que tenía la clase de cuerpo que volvería loco a Sai. Llevaba un grueso abrigo, pero por debajo del botón de arriba de la camisa se veía una suave piel y un escaso y crespo vello negro.

 

Naruto no podía entender la ardiente sensación que invadía su cuerpo, el crepitar en su sangre cuando sus miradas se quedaron enganchadas durante lo que parecieron siglos. Se le cortó la respiración y sintió un mareo, como si temblara. ¡Y eso que seguía sentado en el taburete!

 

-          ¿señor?

 

El hombre espero un instante antes de mirar a Sai e indicarle algo. El rubio se sintió como si hubiera estado suspendido en el aire y ahora, de pronto, estuviera precipitándose de vuelta a la tierra. Fue una sensación de lo más extraña. La voz del hombre era profunda y grave, acentuada y antes de que pudiera darse cuenta, Sai le estaba sirviendo otra copa de brandy.

 

-          Es de parte del caballero

 

Sai se alejó mientras silbaba en voz baja

 

-          Oh, no, de verdad. Iba a marcharme ahora mismo…

 

-          Por favor. No te marches por mí.

 

Esa voz dirigida directamente a él le golpeo como si fuera una bola de demolición. Era intensa y tenía ese delicioso acento extranjero. Cuando el sonrió, la habitación pareció darle vueltas.

 

-          Yo… - dijo Naruto, sin lograr nada.

 

El hombre se quito el abrigo y la chaqueta sentándose a lado del doncel, y Naruto sintió que estaba perdido porque en cuestión de segundos ese completo desconocido había despertado su cuerpo de un letargo de veintidós años.

 

-          Bueno… está bien. Me tomare la copa que me has invitado – logro decir antes de agarrar el vaso.

 

-          ¿Cómo te llamas?

 

-          Naruto. Naruto Uzumaki – respondió tras pensar en ello por un segundo.

 

Él le dirigió una mirada enigmática.

 

-          Naruto… - pronuncio el hombre y su voz hizo que se le pusiera la piel de gallina al rubio.

 

En una pequeña porción de su desconcertado cerebro, se preguntó si se había vuelto loco y a que se debía esa inesperada reacción. ¿Estaría provocada por el impacto de los últimos días? ¿Por el gran dolor que sentía? Porque, aunque no podía decir que quisiera a su hermano después de los muchos años en los que había abusado de él, no habría sido humano si no hubiera llorado por perder a la única familia que le quedaba. Sin embargo sentía mas pena por Hinata, la novia de su hermano, que también había muerto en el accidente de coche.

 

-          ¿y eres de…? – le pregunto el azabache enarcando una ceja  y adquiriendo así un aspecto algo diabólico.

 

-          Irlanda. Regreso allí mañana. He estado viviendo aquí desde que tenía dieciséis años, pero ahora vuelvo a casa.

 

-          ¿Y Naruto es un nombre común en Irlanda?

 

-          No – dijo sonriendo tontamente – pero fue cosa de mis padres

 

 

Naruto estaba balbuceando y lo sabía. El ojinegro lo estaba mirando con intensidad, como si quisiera meterse en su cabeza, y enseguida el rubio supo que un hombre como ese podía consumirlo por completo. Al pensar en ello, sintió un calor y humedad en su entrepierna. Estaba perdiéndose en sus ojos mientras él lo miraba.

 

-          En ese caso, brindo por los nuevos comienzos. No todo el mundo tiene la suerte de volver a empezar.

 

Naruto capto cierta intención en su voz, pero él estaba sonriendo. Brindaron, bebieron y en ese momento el ojiazul sintió el deseo de seguir conversando con él.

 

-          ¿y tú? ¿Cómo te llamas y de dónde eres?

 

El azabache tardo algo de tiempo en responderle, como si estuviera meditando sobre ello, pero finalmente dijo:

 

-          Soy de Japón… Tatsuo. Encantado de conocerte.

 

Al rubio se le corto la respiración. Hinata también era de Japón, de Okinawa. Era una coincidencia, y muy dolorosa, por cierto. El ojinegro extendió una gran mano de dedos largos y Naruto se la estrecho con su pequeña mano.

Impotente por el torrente de sensaciones que estaban recorriéndole el cuerpo ante su contacto, se le seco la boca y lo miro con intensidad mientras él le dedicaba una sexi y devastadora sonrisa.

 

<< ¡Oh, Dios mío!>>.

 

Finalmente, Naruto retiro la mano y la escondió bajo la pierna. De pronto sintió la necesidad de alejarse de esa intensidad, no estaba acostumbrado a algo así. Estaba asustado y bajo del taburete como pudo, aunque al hacerlo rozo el cuerpo del varón provocando diminutas explosiones dentro de él.

 

-          Disculpa. Tengo que ir al lavabo.

 

Con piernas temblorosas, salió de la zona VIP y cruzo el club, que estaba llenándose con rapidez y cuya música se oía a través de las cortinas de terciopelo. Entro en el aseo, cerró la puerta y se apoyó en el lavabo. Vio su reflejo en el espejo y sacudió la cabeza. Estar lejos de ese hombre no la estaba ayudando a calmarse ni a mitigar el rubor de sus mejillas. Tenía su imagen clavada en su mente.

 

¿Por qué le estaba pasando eso? ¿Y precisamente esa noche? Él no tenía nada de especial: cabello rubio corto y muy desordenado. Demasiado común. Un cuerpo larguirucho y nada de maquillaje o ropa elegante. Eso era todo lo que veía.

 

De pronto lo invadió una extraña euforia: al día siguiente volvería a casa y se alejaría de Londres, que nunca había sido su hogar. El hecho de que ese club y sus empleados hubieran sido como su casa después de la muerte de sus padres, lo decía todo.

 

Pero entonces, de pronto, el terrible recuerdo del accidente volvió a incrustarse en su cerebro. Fue como revivir una película de miedo; ese momento en el que vio el coche ir hacia ellos y fue incapaz de gritarle a Deidara para avisarlo. Sintió un fuerte dolor en su interior y bajo la mirada. ¿Cómo podía haberse olvidado por un segundo de la tragedia acontecida hacia escasos días y de la que, según los médicos, había sobrevivido milagrosamente?

 

Tatsuo. El corazón se le detuvo un instante antes de volver a latir. Él le había hecho olvidar por un momento y le estaba haciendo olvidar en ese mismo instante. Volvió a mirarse en el espejo ignorando el brillo de sus ojos; no le sorprendería que él se hubiera marchado cuando volviera a la barra. Conocía demasiado a esa clase de varones; los que frecuentaban el  pub eran hombres de negocios que competían por ver quien compraba el champan más caro y quien se iba con las mujeres más bellas o los donceles más elegantes.

 

Sin embargo, Naruto tenía que ser sincero consigo mismo porque Tatsuo no le había dado esa impresión. Perecía demasiado sofisticado. No había duda de que era rico, eso se veía a legua, y solo ese detalle la hacía  estremecerse porque ya había visto demasiados millonarios y detestaba la obsesión de muchos de ellos por el poder. Contemplo la idea de pedirle a uno de sus compañeros que fuera a la barra para recuperar sus cosas y así evitar volver a verlo, pero decidió despojarse de su miedo. Podría ocuparse de la situación…. Si es que el seguía allí…

 

Sin embargo, cuando Naruto volvió a entrar en la zona VIP, Tatsuo ya se había ido, y a pesar de habérselo esperado, lo invadió una fuerte decepción. Aún estaba intentado controlar esa reacción cuando Joe, uno de los camareros, le entrego una nota:

 

 

Cielo, he tenido que irme… una crisis domestica con Gaara ¡te llamo mañana antes de que te marches!

 Sai.

 

 

De nuevo, decepción, ya que había tenido la esperanza de que la nota fuera de Tatsuo, lo cual era ridículo ya que solo habían hablado durante escasos minutos.

 

Cuando estaba recogiendo su teléfono y su abrigo, oyó ruido tras de él, una voz familiar.

 

 

-          ¿es demasiado tarde para pedirte que tomes otra copa conmigo?

 

¡No se había ido! Un gran alivio le embargo y sintió que no quería que ese hombre volviera a alejarse de él. Se giró y, al mirarlo a la cara, volvió a perderse en esos fascinantes ojos y quedo cautivado por la brusca belleza de su rostro.

 

-          Bien. He reservado una mesa privada y he pedido una botella de champan.

-           

Naruto se vio incapaz de responder con coherencia y Tatsuo le tomo del brazo para llevarlo hacia la mesa.

 

-          Bueno- dijo el ojinegro-. Pues aquí estamos.

 

Se inclinó hacia delante y su rostro quedo iluminado por la suave luz de la lámpara que pendía sobre sus cabezas, sin duda era el hombre más guapo que había visto en su vida.

 

-          Dime, ¿Vienes mucho por aquí?

 

Naruto sonrió.

 

-          Es como mi segunda casa – inmediatamente imagino lo mal que debía de haber sonado esa palabras y se apresuró a aclararlo-. Eso es porque…

 

En ese momento una camarera apareció allí con el champan interrumpiendo la explicación del rubio y, para cuando volvieron a quedarse solos y Tatsuo sirvió las copas, ya había olvidado cual había sido la pregunta.

 

-          Brindo por esta noche.

 

-          ¿Por qué por esta noche? – pregunto el doncel

 

-          Porque creo que va a ser… catártica – respondió el antes de dar un sorbo de champan.

 

Que cosa tan rara por la que brindar, pensó Naruto, que también bebió saboreando las burbujas que le recorrían la garganta. No podía creer que estuviera allí sentado, con su traje de trabajo y bebiendo champan con ese enigmático varón. En todo el tiempo que llevaba trabajando allí, nunca había conocido a nadie como él, y eso que por ese exclusivo local pasaban los hombres más ricos del mundo; las presas favoritas de su hermano, y la razón por la que el había conseguido empleo allí.

 

Al menos el traje era lo suficientemente apropiado; sencillo y negro. La única pega era que era demasiado pegado, pero Gaara, el novio de Sai, insistía en que diera el aspecto de ser el doncel más importante del local. Y con Jūgo allí para protegerlo de las malas intenciones de algunos, por lo general evitaba situaciones comprometidas. Algo de lo que Gaara había sido consciente al contratarlo, ya que lo vio demasiado joven como para trabajar en el club. Al final había decidido darle un puesto en la puerta.

 

-          Háblame de ti, Naruto.

 

Estaba haciéndolo otra vez, pronunciando su nombre con ese sutil acento, y entonces el ojiazul se dio cuenta de que deseaba hacer exactamente lo que Sai le había sugerido; dejarse llevar y permitir que ese extraño le ayudara a olvidar su dolor y su pesar.

 

Para sufrir ya tendría tiempo cuando volviera a casa e intentara comenzar de nuevo. Al pensar en ello, la amenaza de la noche anterior volvió a colarse en su cabeza, pero logro volver a enterrar su miedo. Por el momento, y al lado de ese hombre, podía fingir que todo estaba bien… ¿o no?

 

 

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