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Ojos y oídos. por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Resumen: Con la civilización como la conocían casi destruida, Sherlock pensó que se aburriría horriblemente sin casos, sin asesinatos que no fueran otra cosa que el ataque de los mismos zombies a los desprevenidos refugiados.

Serie: Sherlock BBC.

Pareja: John-Sherlock.

Clasificación: AU Zombie!Lock.

Advertencia: Muerte de personajes (secundarios).

Capítulos: OneShot-Extra.

Palabras: 2.235. (Extra)

Notas: El titulo del fic como casi siempre se lo debo a mi Beta personal, amiga y compañera de vida, mi novia, que me ayuda en eso tan difícil para mí que es buscar un titulo que vayan medianamente acorde con el fic… Yo soy un asco para ello.  ¡Gracias, Pleasy!

Fecha: 25/11/2013.

Beta Reader: Pleasy TheYoko Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Sir Arthur Conan Doyle.

Ojos y oídos.

 

Extra.

 

Cuando Martha vio el movimiento a su alrededor, supo que algo estaba pasando. La mayoría de las personas en el refugio no le prestaban atención, siendo su interacción con Sherlock era la razón de esto. No que le molestara. Por mucho tiempo esos dos muchachos habían sido más que sus inquilinos… El detective por sobre todo, quien en más de una ocasión la trató como a una madre.

Por ello estaba con John y Sherlock; porque eran su familia, y ella los cuidaría como ellos cuidaban de ella.

Pero cuando los vio salir esa mañana… Oh, John había estado tan enfadado; lo más probable que consigo mismo por no haber estado con Lestrade… por dejarlo ir solo. Y ella sabía que ninguno de los dos estaría tranquilo hasta que ese buen hombre no estuviera en paz.

Los había visto hacer eso antes, cuando todos simplemente corrían, ellos esperaban, observaban, y daban fin al sufrimientos de otros…

Eso era un consuelo para la vieja señora. Internamente sabía que si ella… Bueno, ninguno de ellos la dejaría seguir de esa manera. Debía ser horrible acabar vagando entre cadáveres en descomposición… perdido, sin alma, sin conciencia.

Sherlock se lo había explicado, era simple cuando él explicaba las cosas, aunque le enojara repetirlas, pero era sencillo. Estos… zombies, eran movidos por algo primitivo, fuera del raciocinio, sólo las ansias de cazar y seguir adelante.

—Sera mejor que nos movamos… Tenemos un buen tramo hasta el próximo refugio, es imposible quedarnos en este.

La voz grave inundó el lugar. Muchos prestaron atención aún cuando creían que salir era una locura.

—No nos quedan más lugares en donde conseguir comida, es obvio que debemos movernos… —Otra voz aseguró, y comenzó a haber más seguridad en el grupo. —Debemos llevarnos solamente lo necesario… así que no empaquen cosas inservibles.

—Hombre grosero… —Martha no ocultó su leve insulto, así como aquel idiota no ocultó su mirada hacia ella cuando remarcó la palabra ‘inservible’. Después de todo, Sherlock tenía razón… todos ellos eran unos idiotas.

No estaba bien el desearle el mal a nadie, y ella jamás se lo desearía ni al peor de sus enemigos… Pero si ellos salían de allí… Por suerte no iría con el grupo, ni aunque rogaran por su compañía.

—No puede quedarse aquí, señora H. Debe ponerse en camino. Estoy más que segura de que puede seguirnos el paso.

—No, Angie, les será más fácil ir sin mi… Estoy muy vieja y cansada. —Explicó a la joven con la cual se había encariñado desde su llegada al refugio. —Además, debo esperar aquí a mis chicos, no podría irme sin ellos.

La chica la observó sin entenderla, ella sólo absorbía lo que había a su alrededor, y todo allí eran sólo críticas hacia el ‘detective’ y su ‘perro guardián’; nadie daría un penique porque alguno de ellos volviera por la anciana mujer.

Incluso Mark, uno de los que se había autodenominado jefe dentro del grupo, había dicho que Sherlock asecinaría al doctor cuando se viera en aprietos, sólo para poder escapar con vida.

Ella no lo creía, pero era difícil ver otra realidad que no fuera la de velar por su propio culo allí dentro.

La chica apretó sus manos con fuerza. Y aunque quisiera, no hubiera podido quedarse a esperar con Martha, después de todo… ¿Qué posibilidad tenían esos dos de volver? Y sabia Dios por qué habían dejado el lugar en primer momento.

Cuando las cosas estuvieron en orden y el grupo organizado, nadie excepto Angie se volteó para mirar con tristeza a la señora Hudson. La mujer agitó su mano, sonriéndole con dulzura, mientras que interiormente rezaba para que la niña llegara bien a un lugar seguro.

Tenían tiempo, y según aquellos quienes liderarían el traslado, el otro refugio estaba más afuera de la cuidad, más seguro…

—Sólo espero que esta vez no se equivoquen… —Era un deseo real, no podía pedir otra cosas… aunque dudaba que estuvieran llendo en la dirección correcta.

Buscó entre las cosas que John le había dejado, y corroboró que todo estuviera en su sitio. Tenía suficiente comida como para esperar por días a que sus muchachos volvieran… Porque ellos iban a volver, se lo habían prometido.

Recordó con nostalgia su vieja casa, donde tantas penurias había pasado en sus últimos años de matrimonio. Por suerte eso cambió cuando conoció a Sherlock; el detective fue más que una luz en su vida… a pesar de todo. Él llenó su viejo piso en Baker Street de algo muy distinto a sus viejos fantasmas, incluso el mismo Sherlock consiguió que John se mudara con él.

Martha no conocía a mejores hombres que ellos. Si la vida le hubiera dado niños, ella hubiera querido que fueran la mitad de buenas personas que eran el doctor y su querido inquilino.

—Nada más nos queda esperar, querida… Ellos vendrán.

Esa esperanza no era tan vaga como cuando deseó que los demás refugiados llegaran con bien, ella confiaba plenamente en las facultades de sus muchachos. Sherlock sabía por dónde ir, conocía Londres aún mejor de lo que se conocía a sí mismo; y confiaba en John para cuidar de Sherlock. El doctor era quien mejor podía hacer ese trabajo, en nadie más confiaría el detective para cuidar su espalda, o incluso guiar sus pasos…

Dicen que un perro escucha el sonido de una aguja caer en medio de la noche, y que es el gato el que la ve caer…

Y aunque suene increíble de creer, Martha piensa que así son ellos… no importa cuán oscuro esté su futuro, aun tendrán sus sentidos, y aun estarán juntos para complementarlos. Ojos y oídos…

Inteligencia y fuerza, perspicacia y rapidez…

—Ellos volverán, porque no hay nada que pueda con ellos.

Martha cenó sola esa noche. Se aseguró de que todas las puertas estuvieran cerradas y que la luz de su farol no llegara hasta la calle. De todas maneras era imprudente tenerlo prendido por mucho tiempo, y ella sola podía racionar muy bien… Y la luz de la luna le ayudaba a ver muy bien.

Definitivamente no podía dormir. John le había dejado un arma pequeña para que pudiera defenderse, pero no era como si una pobre y anciana mujer pudiera hacer mucho contra una de esas cosas desagradables.

Lo mejor era permanecer despierta, esperando…

Pensó en Maggie en medio de su vigilia, en la posibilidad de que hubiera llegado a salvo al siguiente refugio. Recordó a la señora Turner, pobre de ella. No creyó cuando Sherlock y John le dijeron que debían marcharse…

Recordó a la mayoría de los vecinos de su calle, incluso a los que ya habían muerto años atrás, o a los que se habían mudado antes de que todo eso comenzase. Y se sintió una vieja estúpida y sentimental.

Preparó su comida, y casi terminó haciendo la usual ración para tres.

—Martha, deja de hacer las cosas mal… Sherlock se estaría quejando de ti en estos momentos.

Intento sonreír  pero sólo consiguió llorar. Si al menos tuviera algo con que mantener la mente ocupada… necesitaba no pensar. No pensar en sus chicos allí afuera, no pensar en que quizás no volverían por ella…

—¡Basta! Creo que necesitas ponerte a hacer algo… ¡Vamos a barrer este lugar, es un asco! ¿Cómo alguien puede vivir así?.

Las horas pasaron, aunque ella no tenía manera de saber con exactitud en qué momento del día estaba viviendo. Pero cuando vio los colores cálidos del ocaso entrar por las ventanas superiores, supo que había sido más de un día sin ver a John o a Sherlock.

—Ojala tuviera mi tejido, me duelen las manos… pero es mejor que nada. Esperar es agotador cuando no hay nada que hacer.

No había comido nada desde que se había levantado, y no recordaba la última vez que bebiera algo. Pero no tenía hambre, su estómago simplemente se había cerrado. Simplemente su ánimo se iba apagando como los colores en el cielo, hasta quedar completamente negro. Esa noche ni siquiera prendió la lámpara por unas horas, ni buscó sus mantas para guardarse del frio; tan solo permaneció allí, sentada en la silla… llorando en silencio.

La mañana siguiente la encontró en el mismo lugar, de la misma forma, sus pequeños y cansados ojos miraban un punto fijo en la pared. No se movió de su sitio cuando oyó los golpes en la puerta, ni cuando oyó las respiraciones pesadas.

Estada demasiado ida, pero incluso así, sus manos temblorosas lograron llegar hasta el arma debajo de las cobijas.

No necesitaba mucho, una bala seria suficiente, ella no iba a terminar como tantos otros… No, claro que no.

Cerró el tambor como John se lo había enseñado, y bajó el pequeño pistón…

—Señora Hudson… ¡Señora Hudson!.

—Ábranos, señora H…

Martha sintió que sus piernas no respondían. Pero caminó hacia la puerta quitando los pestillos y trabas. Apenas se abrió la puerta, el pecho de Sherlock la recibió con cariño. Se dejó arrastrar nuevamente hacia su silla, oyendo lo que eran disculpas de ambos, y las excusas pertinentes de su retraso.

Tardó al menos veinte minutos en calmar a su anciano y cansado corazón, además de los cuales al menos cinco de ellos fueron ocupados por John para quitarle el arma de las manos. Pero estaba bien, ella lo estaba y sus chicos también. Luchó contra las ganas de golpear a Sherlock cuando al fin decidió salir de entre su chaqueta y ver a los ojos a ambos.

—Oh, Dios… ¡John, te mordieron!.

El doctor en segundos buscó la parte de su cuello, que la mujer le señalaba antes de retroceder.

—Sí, pero ese fui yo… No va a convertirse en nada, señora H. Y es probable que ni siquiera así pueda hacer que vea las cosas más simples, no es tan fácil. —Sherlock bufó, antes de sonreír de la seña nada discreta que John le había dedicado.

—Ustedes… ¿Acaso creen que ese era el mejor momento?.

—No es como si hubiéramos tenido algo mejor que hacer…

—Sherlock. —John no tardó en reprender la falta de de pudor de su compañero.

—Sí, está bien. Juntemos todo y vayámonos de aquí. —Sherlock pasó a sostener a su antigua casera, mientras el doctor ponía las pocas cosas que tenían allí en una maleta.

—¿Cómo podemos salir? ¿Tienen idea de adónde vamos a ir?.

—¿Usted confía en nosotros?.

—Sherlock… hasta el último día de mi vida.

El leve asentimiento del rubio le dio la pauta a Sherlock para que salieran. No había peligro en esos momentos, pero ya habían hecho mucho ruido al llegar y era mejor no confiarse. El detective tomó a la mujer en brazos para saltar los autos del frente sin ningún problema, antes de sentarla en el asiento trasero de lo que parecía ser una Grand Cherokee.

—¿Y esto?.

—Es de un vecino… no creo que le importe. —Sherlock cerró rápido su puerta al sentarse detrás del volante, y rápidamente John estuvo a su lado.

—No, Sherlock… todo esto… ¿Esta es mi vajilla?.

—Sí, exactamente es. —John se giró sobre el asiento sin respaldo, una mano en la cabeza de la vieja mujer, y suavemente la instó a permanecer de esa forma. —Nos tardamos por esto… Baker Street es nuestro hogar, y nadie ni nada se meterá en ella, Señora Hudson. Eso también podemos asegurárselo.

—Mi edredón, y mi tejido… Oh, Jeremi, estaba extrañándote tanto. —Martha sacó el cráneo de entre las cosas que estaba revisando y besó la boca descarnada con tanta efusividad, que John mismo olvidó mantener su cabeza baja.

—¿Jeremi? —Preguntó el doctor con una mueca en sus labios, hacia un detective que sólo se encogió de hombros, sin perder de vista la carretera a y los esporádicos cuerpos que caminaban en medio de ella.

—Si tenía que verlo siempre en mi chimenea como si fuera el adorno más normal del mundo al menos debía darle un nombre… El amigo de Sherlock no me parecía lo más acertado.

Ya estaban lo suficientemente lejos como para comenzar a ver verde y campiñas… eso no significaba que estuvieran a salvo, pero era un cambio interesante luego de meses de encierro pasados entre edificios grises, que hacía parecer todo mucho peor. Allí, John permitió que la señora Hudson viera a través de la ventana, y el pudo enderezarse a un lado del detective.

—Cerramos nuestro hogar. Cuando podamos volver, estará igual.

—Se arriesgaron demasiado por esto, chicos… Pero, ¿qué es lo que ustedes no pueden hacer?.

John comentó muy por arriba su pequeña expedición, y la forma en que pudieron salir de NSY con una horda detrás suyo, y de cómo consiguieron entrar al 221B de Baker Street; obviamente, saltándose la parte en que ellos decidieron de golpe expresar todo lo que llevaban dentro hacia tanto tiempo.

—¿Qué es eso? —Martha señaló hacia el frente, haciendo que John se volteara para ver las enormes rejas en medio del sendero.

Sherlock no hizo más que sonreír, más cuando tanto John como su casera se sorprendieron cuando las rejas se abrieron antes de que siquiera el auto llegara a estar en frente.

—Bienvenidos a la mansión Holmes.

En el poco trecho que les quedaba desde las rejas hasta la entrada principal de la casa, los tres pudieron ver cómo una a una salían varias figuras del interior. Sherlock reconoció a su madre, tal vez llorando sobre el pecho de Mycroft, por la posición en la que estaban.

 

Fin del Extra.

Notas finales:

Notas Finales: Lo siento, quise abarcar el acto de escapismo de John y Sherlock del depósito, así de cómo dieron caza al zombie de Lestrade, que era la razón primordial por la que habían salido en primer lugar… pero simplemente no se dio.

Explicando explicaciones tontas¹: La idea del Zombie, que hay muchas y muy varias, la terminé tomando del más reciente suceso: Walking Dead. Allí los zombies no sólo huelen a sus presas, sino que también son atraídos por el sonido, y pueden llegar a verte. O sea, de cualquier manera estás jodido… ¡MUY jodido!.

1: Nada… es solo una pifia del doblaje latino de Saint Seiya. Cuando Seiya de Pegaso dice: No tenemos tiempo de explicar explicaciones tontas. XD

Creo que eso es todo por ahora, nos vemos en el próximo Fanfic. ¡Gracias por su Review, Favoritos y Follows!!!

¡Besos!


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