-¿Qué cosas lees en internet?- me preguntó un poco alterado y hasta podría decir que estaba ligeramente asustado.
-Porno.- contesté riendo.
-Pero por el titulo.- me erguí y volví a poner mis manos en su pecho.
-¿Te asusta?- pregunté riendo.
-Un poco.- contestó. Su mano derecha fue hasta mi cabello para despeinarlo, mientras la izquierda seguía en mi cadera. –¿Qué cosas lees en internet?- susurró sonriendo.
-¿Me lo puedes leer después?- pregunté sonriendo, me incliné un poco para tomar sus mejillas y besarle de nuevo.
-Te lo leo todo lo que quieras. Taemin.- susurró sobre mis labios.
-Me encantas.- contesté para besarlo de nuevo. –Hay algo que quiero hacer.-
-¿Leer más porno?- preguntó bajando sus manos de mi cabello a mi cadera, pero me moví para que las quitara de ahí.
-Quiero hacer porno.- susurré. –Contigo.-
-¿Conmigo?- preguntó riendo, me encanta todo esto.
-Hace mucho lo intenté, pese a que me gustó me quedé con un mal sabor de boca. Deja redimirme.- entonces retrocedí sobre su cuerpo hasta bajar de su pelvis y quedar entre sus piernas, él las tuvo que separar y flexionarlas.
-¿Vas a hacerme el amor?- preguntó recargándose en sus codos para mirarme.
-Una mejor pregunta es “¿te puedo quitar el pantalón?”- puse mis manos en el botón del mismo para desabrocharlo y bajar la cremallera.
-Sólo si prometes volvérmelo a poner.- tomo esa promesa.
-Levanta tus caderas.- para que el pantalón pueda salir, claro. Al deslizarlo de su cuerpo noté sus bóxer negros y ajustados, pero olvida los bóxer, su miembro está semi erguido, seguramente lo comencé a excitar con mis besitos. –Pero tengo un problema.- dije riendo pero esta vez, apenado.
-¿Qué ocurre?- preguntó haciendo una abdominal para sentarse en el colchón inefable. Pero a la mitad de la misma se quitó la playera.
-Ocurre que quiero hacértelo, pero no quiero que me des la espalda cuando lo haga.- lo miré a los ojos, él negó mientras reía.
-Te lo he hecho de mil maneras como para que te cierres a “no quiero que me des la espalda” recuerda alguna…-
-No soy tan fuerte para cargarte por mucho tiempo.- al menos recuerdo la vez que me abrazó y enredé mis piernas en su cadera, entonces me penetraba, o cuando pega mi espalda a la pared y me penetra, o cuando hicimos esa variante del 69, mis rodillas en sus hombros, él sujetándome fuerte de la cadera para no caer, en todas me está cargando.
-¿Tus amigos pervertidos no te enseñas poses?- sentí su mano en mi mejilla así que lo miré. –Se te ocurrirá una.- eso espero.
-Pero no lo hemos hecho mil veces.- dije un poco molesto y divertido.
-¿Entonces cuántas van?- me acercó a su boca para darme un beso, pero era más un contacto entre nuestros labios que algo con lengua y apasionado.
-994.- susurré.
-Hoy te lo haré hasta llegar al mil.- un morbo macabro pero delicioso me recorrió todo el cuerpo, me punzó mi miembro porque su aliento chocaba tan excitante contra mis labios. –Sólo si tú me lo permites.-
¡Sí! ¡Sí! Sí, ¡Minho sí! Házmelo cuantas veces quieras que seré feliz. Pero en la emoción del momento creo que le di una cachetada a Minho, lo obligué a recostarse en el colchón y tomé sus manos para entrelazar nuestros dedos y dejarlas fijas a los lados de su cara. Yo de nuevo estaba sobre su pelvis, prácticamente acorralándolo con mi cuerpo.
-Ahora el activo soy yo.- susurré mirándolo a los ojos, él hizo eso con sus cejas que interprete a un “aja y yo soy la reina.”
-Demuéstramelo.- ¡me desafío! Alcé la nariz con orgullo y asentí firme. Me levanté para quedar erguido en su pelvis de nuevo, le mostré mi índice y ese lo llevé a sus labios, él los entreabrió sólo para meter mi índice y humedecerlo con su saliva.
Pero antes de que él lo aprensara con sus labios lo deslicé del interior de su boca, bajando por su labio inferior que al pasar a su barbilla rebotó muy bonito, tanto que me dieron ganas de morderlo y jalarlo. Pero eso será más tarde, mi índice iba por el centro de su pecho justo por la mitad de sus boobies hasta llegar a sus abs en donde contra mi voluntad seguí deslizándolo hasta llegar a su ombligo.
Para esto ya sus manos estaban libres, sólo para saber que hacía con ellas lo mir… mis comisuras se ladearon hacia abajo, ¡lo odio! Las tiene tras la nuca como quien disfruta de un día en la playa y no quién está a punto de ser tomado por su novio.
Me mordí el labio inferior de puro coraje, pero ¿por qué morderme yo si él está ahí totalmente disponible? Como también tenía los ojos cerrados estiré mi mano la opuesta a la que inicialmente estaba en su cuerpo para no levantar sospechas y al llegar a la altura de su pezón la bajé y lo tomé tan rápido que él lo notó cuando ya tenía un fuerte pellizco en su piel.