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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Primera actualización del año, que emoción!
Espero el inicio de éste nuevo ciclo signifique para ustedes mucha prosperidad, amor y yaoi ;)

Sobre el capi, pues me he volado la barda y he escrito 25 HOJAS!!! (la longitud usual de cada capi es  de 8 o lo era antes de que me volviera loca). Pude dividirlo en 3 pero he preferido no cortarlo para que no pierda fuerza, espero sea la decisión correcta. Oh, y también he jugado con los cambios de perspectivas, ojalá no sea confuso :/

Y antes de irme, dedico este mega maxi capi a pepi por ser el review 800! Y por siempre tomarse el tiempo de dejar una línea para mí, muchas gracias querida!

 


“Iré por ti” decía Sylvane, esta vez siendo completamente absurda y terca.
Llevaba horas recibiendo mensajes suyos, insistiendo hasta el cansancio que él y su hermano debían verse ese día sin falta. ¡Como si unos días pudieran hacer diferencia alguna! ¡Ricard lo había abandonado hacía un año! ¿Por qué la maldita insistencia esta vez?

Si bien había admitido encontrarse con él, Daniel un minuto después había accedido a encontrarlo en su departamento esa misma tarde, ¡y llevaba días aguardando poder verlo! Así que no le costaba nada, nada de trabajo negarle a su ex pareja ese tiempo que no se merecía y que además… deseaba con alguien más. No, mejor dicho se trataba de un tiempo que le estaba negando a la hermana de él, ¡ni siquiera a Ricard mismo! Porque éste ni siquiera había hecho un intento auténtico por contactarlo, no se dignaba a dar en verdad la cara, era el cobarde que había sido siempre y mandaba a su hermana menor como su portavoz.

¡Debería estar loco para preferirlo sobre Lascurain! quien pese a todo… siempre había sido el primero en admitir lo que sentía y sostenerse en sus decisiones.

Había salido antes de la hora de su trabajo, cosa que jamás hacía. Sus colegas, su jefa y su secretaria no ocultaron su sorpresa al ver al ejecutivo del año yéndose a la hora real de salida.
Quería asegurarse de que nada se interpusiera en estar en casa a la hora acordada para poder ver a Daniel. Tenía temor, temor de no tener otra oportunidad.

Se encontraba ahora de pie frente a la ventana de su sala, contemplando el invierno más crudo transcurrir desde su apartamento.

Alguna vez había visto desde ahí al portugués aguardar en la nieve para verlo justo abajo en la calle, con el rostro pálido y el corazón en la mano.  Tras todo aquel carrusel emocional había terminado abrazándolo frente a la chimenea de su castillo, comprendiendo que lo quería. Y él le había besado las manos heridas como si deseara sanarlo con sus besos.

Kyan se había permitido a sí mismo ser llevado por ese hombre tan terso, dulce y abierto a la parte más privada de aquel sitio, dónde se habían quitado la ropa y hecho el amor. No existía otra definición.

Aquella noche… finalmente se había enamorado como un idiota de él y al parecer… nada de lo que hiciera podía cambiar eso.
Estaba siendo honesto consigo mismo, más de lo que había sido en mucho tiempo…

Vio el Trans Amm amarillo que sabía ese millonario poseía estacionarse frente al edificio, él llegaba justo a la hora.
Una parte de sí mismo, había tenido el temor de que no fuera a venir, pero ahora que lo veía bajar del auto… su estrés parecía querer dominarlo.

Kyan le dio el acceso, sus nervios estaban escalando aquella montaña rusa de emociones. Abrió y cerró su mano recuperada, comprobando el pequeño dejo de molestia que persistía en ella. Abrió la puerta de su hogar y aguardó en la entrada a que el elevador del piso se abriera. Quizá tardó menos de un minuto en ocurrir, pero supo a una eternidad.

Ahí estaba él, se había quitado el abrigo mientras subía. Vestía un suéter blanco impoluto que contrastaba con el tostado de su piel latina, la nieve que caía intensamente esa tarde había posado sus copos en aquel cabello negro ondulado y brillante. Los ojos grises de aquella inquietante pantera negra lo miraron todo el camino hasta donde estaba él, paralizándole el corazón. Era tan apuesto que le sorprendió por un momento recordarlo.

Lo saludó, cediéndole el paso.

No había querido pensar mucho en esa reunión para no mortificarse pero quizá debería haberlo hecho pues ahora, teniéndolo de frente, no supo cómo empezar, aún había una confusa tormenta en su cabeza. Tal vez había sido imprudente quedar con él en esas condiciones, pero… no podía hacer otra cosa, desde su charla con Victoria Lascurain no había podido hacer nada salvo repasar en su mente cada una de las conversaciones que había tenido con él. Su versión de las cosas ahora sabía que debía ser muy diferente a la del arquitecto, tanto que era vergonzoso y no podía dejar así el asunto.

No era mentira lo que le había dicho en Berlín a su mejor amico, había podido comprender que su forma de actuar y juzgar a Daniel había sido contaminada por sus más profundas inseguridades. Y admitirlo frente a él era una parte del proceso de sanación que buscaba alcanzar claro, pero incluso más allá de eso… era sólo lo justo.

Su invitado estaba extrañamente callado, albergaba una expresión tensa en su faz.

De alguna manera absurda, había esperado ver en él un mínimo de entusiasmo por encontrarlo dado lo ansioso que Kyan mismo estaba por verlo después de aquellas semanas. Pero lo cierto es que Lascurain no parecía nada feliz de estar en ésa situación, ¿acaso estaba olvidándose  de su frialdad durante su última charla?

Tuvo un mal presentimiento…

- Gracias por venir- le dijo, su propia voz sonaba rasposa.

El otro parecía molesto, quizá consternado. De todos modos, estaba lejos de ser el efecto que deseaba causar en él.
- No hay nada que agradecer- respondía, en lo que suponía era mera cortesía.

Kyan lo echaba de menos. De una manera injusta.
Y había una confusa verdad en esa historia y era hora de que escuchar de su boca ciertas cuestiones.

- Sí lo hay- insistió obcecadamente- tú te despediste de mí, Daniel y yo he insistido en
  querer hablar contigo. Es obvio que te estoy molestando.

¿Le estaba reclamando? Él mismo no lo supo.
Pero el portugués nuevamente no dijo nada, quizá estaba siendo cauteloso. Y estaba muy muy serio.
Le invitó a tomar asiento en su sillón estilo english color crema, el arquitecto lo hizo.

El ambiente no había tardado en volverse extraño y tenso.
Kyan se sentó frente a él.

Ambos se miraron.
Podía cortarse el aire con un cuchillo….

- ¿Te ofrezco algo?

- ¿Qué quieres de mí, Kyan?- le dijo en cambio, dejando claro no tener ganas de quedarse
  lo más mínimo indispensable- He cumplido con mi palabra, me he mantenido lejos de ti,
  no entiendo por qué me estás haciendo esto, ¿acaso eres un sádico?

No creyó entender bien a lo que éste se refería.
Sinceramente no había esperado que él tuviera esa actitud.
¿Qué era “lo qué le estaba haciendo”? ¡Sólo lo había citado ahí para esclarecer las cosas!

- Sé bien que te has mantenido lejos de mí- admitió, sin comprender por qué seguía
  sonando a reclamo- y que has cumplido tu palabra.
  He estado al pendiente del proyecto que haces en la Casa Azul gracias a tu asistente y
  quería agradecerte lo que estás haciendo por los chicos, en su momento no lo hice
  porque… admito que estaba muy a la defensiva.

Lo vio fruncir el ceño.
Acababa de agradecerle y a cambio, no obtenía nada.
Comprendió que tendría que hacer algo más que eso. Porque así de mal estaban las cosas entre ellos.

- En honor a la verdad, Novak, tenías razones de sobra para estar a la defensiva- dijo el
  moreno en respuesta, porque al parecer de todo lo que había dicho, eso era lo importante
  de recalcar.

¿Por qué?
Novak pensó en sus propias palabras y entonces lo entendió.
Ese comentario hacía referencia a la última vez que habían estado juntos en la misma cama.
¡Los recuerdos de aquel episodio le asaltaron, torturándolo!
Había querido alejarse de  Daniel definitivamente tras ese momento humillante y violento. No era como si pudiera olvidarlo, ¿cómo hacerlo?

Era cuestión de cerrar los ojos para volver a aquel instante en que la furia de Daniel se volvía incontrolable, su cuerpo había sido herido y su mente también. En su piel se habían borrado los araños, los moretones y los desgarres, pero… había marcas que no desaparecerían nunca, que iban más allá del físico.

Había estado días en shock y sólo la muerte del padre de Enzo habían podido obligarlo a salir de su obscuridad para ser un buen apoyo.

Era una herida que había dejado cicatriz, una que jamás se iría.

- Sí, supongo que sí- admitió, porque no podía restarle importancia a que ese hombre lo
  hubiera violentado así- pero como te dije por teléfono, hay otras cuestiones que
  debemos aclarar.

- No estoy de acuerdo- fue cortado.
  Después de nuestras últimas conversaciones, no entiendo qué podría quedar pendiente
  de decirnos sin herirnos más.

Descubría una dureza en él que francamente nunca había conocido hasta ese momento, dejándolo completamente pasmado. No… en realidad aquella intransigencia ya había podido verla antes, era la misma que sabía tenía para su jefe, Roger Miller. Una mirada de esos ojos de plata bastaba para congelar el infierno. Fue desolador pensar que ahora despertaba en él esos mismos sentimientos de aberración que le habían desconcertado tanto en el pasado.

Sintió que no había esperanzas en aquella sala, cuando de pronto… le vio bajar la mirada y dudar.

- Pero… supongo que puedo aprovechar este momento que no se repetirá, para decir algo   
  respecto a lo que te hice esa noche.

¡No! ¡No quería hablar sobre eso!

- Nunca estuve en una situación así, que nunca hice algo tan atroz como lo que te hice a
  ti, Kyan. Sé que ya lo hemos hablado y que me diste la oportunidad de disculparme y
  también sé que lo último que debes querer es escucharme hablar de éste tema de nuevo,
  pero… en los últimos días he pensado mucho en ello y mientras más tiempo pasa, más
  me sorprende a mí mismo lo que te hice.

Una pausa volvió a aquel instante algo horrendo. Y el castaño quiso llenar el espacio con palabras, ¡las que fueran! pero no tuvo tiempo.

- Estoy avergonzado de mí mismo, del límite al que me permití llegar contigo, perturbado
  profundamente por la persona que fui en ése momento y la forma en la que mis
  sentimientos por ti volvieron todo algo tan obscuro.
  No me reconozco en esa persona, aquel no es el hombre por el que luchado por ser.

  Y honestamente… no creo que exista en realidad una forma de que superemos eso.


No, ¡eso era aún peor! Comprendió que ésta vez no se trataba de una disculpa, sino de algo más y ciertamente muy alejado de lo que en realidad deseaba discutir con él.

- Lo que siento por ti se volvió horrible, Kyan.
  Y no quiero eso, ya no más.

Aquello lo dejó sin palabras, confinado a escuchar aquella desconcertantes frases.
Sus labios intentaban dar una respuesta ¡pero esta vez no encontraron ninguna!
¡Todo estaba resultando complemente diferente a lo que había esperado!

- Yo… también yo he pensado en eso- le dijo al portugués, más para callarlo que por otra
  cosa- no voy a mentir y decir que lo he olvidado o que ha dejado de afectarme. Pero
  también ahora es que comprendo que no fuiste el único culpable. Sé bien que ése
  estado de desesperación y enojo en que te encontrabas… yo lo provoqué.
  Y…

Iba a disculparse, ¡tenía que hacerlo o nunca estaría en paz!

- Me hace daño estar cerca de ti- volvió a hablar Lascurain, como si sus palabras fueran
  lo único importante. Esta vez desconectaba su mirada de la suya.
  Estoy haciendo lo mejor que puedo para alejarme de ti, ¿no te das cuenta de eso?
  ¿Qué es lo que quieres de mí?- repetía.

Parecía… enojado.

No había esperado aquella pregunta.
Si había insistido tanto verlo era para explicarse, sí, pero también era debido a que… tenía sentimientos hacia él, que no se iban a ningún lado sin importar el tiempo que pasara o lo que hiciera para intentar pasar la página.
Si pudiera seguir adelante sin volver a verlo, ¡ya lo hubiera hecho! Pero la verdad más grande ahí era que era incapaz de superar al portugués, que su separación era devastadora.

¿Quería estar a su lado?
¿Quería que se dieran otra oportunidad?

No entendía el por qué había terminado enamorándose de él y tampoco estaba realmente seguro que esos sentimientos fueran suficientes para obviar la historia que arrastraban.
¿No era algo así como lo que acababa de escuchar?
Pero Kyan, había deseado averiguarlo. Daniel, al parecer no.

Comprendió como se topaba con un inesperado muro que le impedía avanzar y hacerle llegar sus sentimientos. Aquel que él mismo había creado entre ellos tiempo atrás.

Daniel… ¿en verdad no quería saber nada de él? Eso… parecía, ¿no?
Eso lo hacía sentirse afrentado, mucho, pero también súbitamente dolido… triste.
Aquella emoción lo hizo sollozar y sus autodefensas actuaron.

- ¿Te estoy haciendo perder el tiempo?- lo enfrentó,  sin poder evitarlo. Por más que
  estaba intentando educar a su lengua, a veces ésta no le obedecía.

Ante aquella respuesta, tuvo de vuelta la mirada gris de ese moreno. Era intensa, ¡más de lo que recordaba!

- Creo que es algo mutuo, Novak- obtenía una despiadada respuesta.

Si buscaba molestarlo con esa contestación, no pudo saberlo. Pero cierto era que el arquitecto tenía un punto, había pedido verlo cuando claramente se había despedido de él, MUY claramente.
Quizá… había subestimado aquella determinación de su parte.

No pudo evitar sentirse fuera de lugar, de ser él quien buscara un acercamiento cuando generalmente era al revés. Era tan angustiante sentirse tan vulnerable, era la peor sensación del mundo.

- Entonces iré al grano- “porque no me vas a dejar hablar, ¿verdad?” pensó.
  ¿Estás casado?

Pudo ver cómo su rostro se llenaba de algo poderoso, ¿enojo?
No, era algo más similar a la indignación.
Ya había escuchado una versión por parte de Victoria, pero necesitaba oírlo de él, realmente oírselo decir.


- -


Eso lo enojaba.
No podía creer que Novak en serio estuviera preguntándole eso. De nuevo.
¿Cuántas veces iba a tener que decir que Cath ya no existía? ¡¡Dolía responder esa pregunta!!

No comprendía lo que ese tipo pretendía al provocar ese encuentro, pero no podía descartar la posibilidad de que deseara sólo hacerle pasar un mal rato en venganza. Quizá no. ¡Todo era tan confuso!

Era tan extraña la manera en la que sus ojos color miel que tanto le hechizaban, estaban mirándole justo en éste momento. Como siempre, no podía deducir en absoluto lo que ése hombre estaba pensando.

Sea lo que fuera, era pura tortura.

- ¡Esa pregunta ya te la he contestado antes!- rugió.
  Pero bien… si eso es lo que quieres, te lo dejaré lo más claro que pueda, para que no
  quede pie a ninguna duda ¡y no vuelvas a cuestionarlo!
  NO. No estoy casado- declaraba realmente irritado- Te dije que mi anillo de matrimonio 
  era sólo un recuerdo. Y cuando comencé a verte, dejé de usarlo. ¿Siquiera lo notaste?

No, claro que no.
Ese financiero no hacía otra cosa más que rechazarlo, sin darle mérito alguno.
Aunque lo amara, Dan no podía sino darse cuenta de eso.

¿A qué venía aquella pregunta?
¿Por qué tenía que probarle algo?

Quizá si no se tratara de Catherine, el asunto no lo jodería como lo hacía.
Tener que decir una vez más que ella estaba muerta, era totalmente horrible.

- Estuve casado- admitió, siendo fiel a su idea de esta vez llegar al final del asunto dado
 que seguramente aquella sería la última vez que hablaría con él- Hace cosa de un año que  
 ella murió.

Y como si la muerte misma hubiera sido llamada, reinó de pronto un silencio sepulcral.
- Y con ella… también perdí a la hija que esperábamos.

No solía decir eso en voz alta, nunca.
Las personas cercanas a él ya lo sabían y las que no lo eran, no tenían por qué saberlo.
Aquel era el lado más hondo de su infierno.

Roger le había dicho que estaba en negación y había tenido razón. Él le había reclamado por el inexistente sepelio de su sobrina que nunca había nacido, pero Daniel había optado por ahorrarse la que sería inequívocamente una experiencia peor que haber visto muerta a Catherine en aquel ataúd; enterrar a su pequeña, su hija, esa personita que no había tenido ninguna oportunidad de vivir.

Sintió un par de lágrimas resbalando por su cara, ¡eran de absoluta impotencia y dolor!
De pronto se hacía claro lo que ya sabía, ¡tocar el tema simplemente era aún demasiado para él!

Se limpió de inmediato con sus mangas, pero era tarde, Kyan ya lo veía con extrañeza.
Mierda.

Había deseado no mostrar ese lado suyo, esa historia suya.
Y entonces comprendió que… así había sido.  Nunca le había contado aquello, no todo.
Fue desconcertante darse cuenta.

¿Por eso le preguntaba?
¿Qué había cambiado que Kyan Novak buscaba verlo y enfrentarlo de esa forma?

- Me es difícil hablar de eso- quiso explicar, porque pese a no tener porqué.

Habiéndolas perdido, ¡se había tapado los ojos y los oídos, se había encerrado a sí mismo en su castillo por meses! No había dicho eso a nadie después de mucho tiempo.
Y sabía que estaba mal haber intentado iniciar una relación y no haber hablado de la más importante que había tenido.

- Sé que debí hacerlo antes. Es sólo que no he querido pensar en ello debido a que una
  parte de  mí… aún… no lo ha superado- admitió.
  Decir en voz alta que perdí a mi mujer y mi hija es como volver a perderlas.
  Se trata de algo que…  que destruyó completamente mi vida.

Kyan frente a él, había perdido el habla.
Parecía desagradablemente sorprendido.

Respiró hondo intentando sobreponerse al momento.
Tenía el estómago completamente revuelto.
Pero… dicho estaba.

Para superar un duelo, tenía que admitirlo, lo sabía, y aun así había sido terco al respecto.
Hablar de sus pérdidas con alguien que no fuera su familia debían ser algo positivo, debería tener algo de sentido.
Pero, ¿de verdad lo tenía?

- Lo siento- escuchó decir a ese castaño de ojos cálidos, su voz sonaba densa y pesarosa
  y… raramente sincera y libre del matiz sarcástico que era tan usual en él.

Novak estaba correctamente sentado en el sillón frente a él, con su cabello color del trigo perfectamente peinado y con su traje negro de financiero tan formal hecho a la medida de su preciosa figura. Seguramente había ido a casa directamente del trabajo.
Pero contrario a la imagen de eficiencia y sagacidad que podía llegar a proyectar en Muggen, él… lucía perturbado.

- No estoy siendo solamente educado, en verdad lo lamento, Daniel.
  Debió ser algo completamente terrible, no puedo llegar siquiera a imaginarlo.

No pudo sino creerlo.
No había esperado ese instante de empatía de parte de ese duro financiero.

- Bueno, eso no importa ahora, ¿o sí?


- -


Victoria le había dicho que él era viudo, ¡pero jamás había mencionado una hija!
Aquel fue un golpe inesperado que sólo agregó pesadez a la ya desastrosa situación.

El asesor se sintió más avergonzado de lo que esperaba. Mucho más.
¡¡Si tan sólo le hubiera dicho eso antes!!
¡¡TODO ESO!!

Kyan le había hablado de cosas muy íntimas, de su infancia, de su patético origen, de sus estúpidos traumas, pero… también había optado por omitir a Ricard del relato de su vida, así como todo lo relacionado con los D´Oria, empezando por Sylvane.
No podía molestarse de no haber escuchado de Catherine ni de esa pequeña por más que lo quisiera.
Era él quien lo había acusado de estar casado, ¡y lo peor es que jamás lo había hecho de verdad en su cara!

- Tienes razón, eso ya no importa ahora- aceptó. En realidad no quería forzarlo a hablar
  de esas muertes, porque Daniel parecía apenas soportar decirlo- Probablemente debería
  ser más sensible y permitirte recuperarte de lo que acabas de decirme antes de seguir  
  preguntándote, pero no puedo… debí hacerte esta pregunta hace mucho tiempo, lo cierto
  es que temía la respuesta: ¿Qué es Victoria de ti?

No estaría tranquilo hasta escuchar una confirmación final, no después de todas las confusiones entre ellos. Quería escucharle decir que no existía una persona en su vida, aunque fuera demasiado tarde para que él mismo fuese quien ocupara ese lugar.

- ¿Victoria?

Pudo ver cómo el moreno fallaba en entender en verdad las implicaciones de su pregunta.
Y aún sin que lo dijera, supo que lo que la morena de perlas le había dicho era cierto.
Quizá… había deseado que todo fuera mentira y que Daniel seguía siendo el villano, el mentiroso, el hipócrita. ¿Qué tan ilógico era eso?


- -


No sería la primera vez que luxemburgués suponía equivocadamente algo sobre eso, ¡pero ya le había asegurado que no tenía un rival! ¡Y mucho menos Vi!
¡Era ridículo pensarlo siquiera!

¿A dónde iban todas esas preguntas?
Estaba exasperándolo. ¡No entendía!

- Ella es mi familia.
Pudo ver como el otro apretaba la mandíbula. ¿Quizá no le creía?
- Victoria es mi hermana menor- dijo ahora para que no cupiera la duda- ¡te hablé de ella!

Y fue así que… finalmente… todo tuvo un bizarro nuevo sentido.
El universo hizo click. Un horrible click.

Não.
¡NO!

¿Kyan pensaba que ella… era su ESPOSA?
Isso era ridículo... RIDÍCULO!!

¿Cómo? ¿Cómo era posible que él hubiera creído algo tan equivocado… todo ése tiempo?

Não!
Merda!
¡Qué cosa más idiota!

¡¡COMPLETAMENTE ABSURDA!!

- ¡No! ¡Mientes! ¡Nunca me hablaste de ella!- protestaba el castaño, negando con
  la cabeza, sus ojos dorado con verde brillaban enfadados.

- ¡Claro que lo hice!- alzó la voz entonces, sintiendo como una desquiciante ira se
  apoderaba de todo su cuerpo, haciéndolo sacar fuego de la boca- ¡Te dije que tenía una
  hermana! Incluso te conté que no me llevaba del todo bien con ella, lo mencioné cuando
  te hablé de mi familia, ¡por supuesto que lo hice! ¡¡Hace mucho tiempo!!
 
Sus palabras dejaban momentáneamente a Novak sin nada que decir. Parecía sorprenderse, pero no tardó mucho en replicar.
- Dijiste que tenías una hermana, ¡pero no que era ella!

- ¡¡Esto es estúpido!!- tuvo que exclamar en alto- ¡Muy estúpido!
  ¿Cuánto tiempo has creído eso?
  ¡¿Cuánto tiempo pensaste eso sin permitirme hacer nada al respecto?!

Su reclamo hizo al más joven apretar los labios.
- No… no importa lo que haya creído…

- ¡¡Por supuesto que sí!! ¡Por supuesto que importa! ¡Deja de desestimar tu error!
  ¡Maldita sea, Kyan!- gritó, levantándose del sillón. Estaba verdaderamente furioso-
  ¡Te había dicho que no estaba con nadie!
  ¡Te había dicho que no quería a nadie más que a ti!
  ¡TE LO DIJE MUCHAS VECES!

Pudo ver que iba a justificarse de alguna manera y no lo dejó.

- ¿Por qué no me lo dijiste? ¡¿Por qué?!
  ¡Pude aclarártelo si me hubieras dado la oportunidad, Kyan!   ¡Pero no me la diste!
  Preferiste hacerte ideas por ti mismo, creer lo peor de mí, ¡injustamente! ¡muy
  injustamente!

  ¿Cómo se supone que sabría de tus dudas?!  
  ¡¿Dime cómo demonios podría haberlo siquiera imaginado?!
  Caralho! Caralho!!


Gritaba sin darse cuenta.
Sus ojos color metal de pronto se encendían como acero al rojo vivo.

- ¡Nunca, nunca te mentí! ¡Ni una sola vez!
  Jamás hubiera hecho todo lo que hice y sentido todo lo que sentí si en verdad hubiera
  tenido un compromiso con alguien. ¡Yo no soy así, yo no jugué contigo jamás!
  ¡Has sido tan TAN injusto!- abrumado jadeó, parecía tan enojado e incrédulo- Siempre
  pensaste lo peor de mí, ¡jamás me diste crédito de nada!

Novak sintió que se atragantaba.

- ¿Por eso fuiste tan jodidamente cruel conmigo?- preguntó el moreno de pronto, como si
  finalmente comprendiera aquella conversación que habían tenido en la inauguración de
  la Copa Budge, el inicio de la peor noche de su vida.

Oh, no.
Acorralado, estaba ahí sentado sin saber realmente qué decir, porque era cierto, ¡se había portado como todo un imbécil!
Supo que todo lo que le había dicho en aquella ocasión en que lo había atacado con toda su ferocidad, había sido totalmente gratuito.

¡Deja de joderme! No eres nadie para mí, ¡lo que me das puedo obtenerlo de cualquiera!
¡Guárdate tu patético amor para otro!
¡Estoy harto de ti!
Y más,  mucho más. Hiriente, ¡lo más hiriente posible!

Había visto la cara atónita del portugués enfrentando aquel ataque sin fin, su expresión de aflicción había sido tal que quiso darla por fingida, ¡por supuesto que lo había creído dado que estaba convencido de que él sólo se hacía el tonto!
Y sólo ahora se daba cuenta de que en ese entonces no había manera que él comprendiera aquella vehemencia malvada de su parte.
¡Daniel le había pedido que no se fuera, le había rogado por una explicación! y Kyan a cambio… se había encargado de destrozarlo.

Ahora, con las “verdades” supuestas aclaradas debería sentirse el aire más ligero.
¡Pero no era para nada así!

Era peor que eso, Lascurain lo miraba con odio. Sólo una vez antes lo había mirado así.
Y supo que tenía que temer a esa furia.

- Decidiste no creerme- lo acusaba- Ni siquiera me diste el beneficio de  la duda.
  ¡Jamás me creíste una palabra, ¿no es así?!
  Y decidiste lastimarme en venganza, ¿lo olvidas?

Bence.

- ¡¡Yo no lo olvido!!
  ¡Le abriste las piernas a otro tan pronto me fui de la ciudad!
  ¡Y lo hiciste porque eres un terco! ¡Un insensible! ¡Y un idiota!!- le gritó.

Esa… era la primera vez que realmente lo insultaba.
Fue realmente algo perturbador.

- ¿Siquiera te sentiste culpable? ¿Un sólo segundo?
  No, ¡claro que no! ¡No tú!

Y de pronto, Kyan tuvo la misma exacta sensación que había sentido mientras las puertas del elevador del Montek lo llevaban lejos de Daniel. Que algo horrible e irreversible pasaba entre ellos, algo se rompía para siempre.

- ¡Y porque eso no fue suficiente, te negaste a hablar conmigo, una y otra vez!- le oía  
  decir al guallen, incapaz de apagar aquella vesania.

Novak sintió cómo la sangre abandonaba su cuerpo.
Sin darse cuenta negaba con la cabeza.
Pero todo lo que él decía con tanta furia… era verdad.
No había forma de defenderse. Abogar por su propio caso.

- ¿Quién fue el tipo con el que te acostaste?- fue interrogado, la situación sólo parecía
  empeorar más y más- ¿Quién fue ese hombre al que admitiste en tu cama mientras a mí
  me despreciabas como a la peste?

Aquella pregunta era horrenda, ¿por qué Daniel la hacía?

- ¡¿Quién era?!- exclamaba a todo lo que daba su voz. Estaba siendo autodestructivo.

Parecía tan dolido.

- ¿Qué hizo él que yo no intenté? ¡Dímelo!
  ¡Dímelo, Kyan!
  MALDIÇÃO!!

En aquel apuesto rostro latino se intensificaban sus sentimientos.
Lascurain era una persona muy emocional también. ¡Y estaba lleno de furia y agonía!
Probablemente no le importaba saber la identidad de Bence en sí, sino externar como le habían lastimado sus acciones.

No había caso en hablarle de su ex novio en ése momento.
Si ya de por sí… estaba tan alterado…
Más su silencio fue peor y sólo aumentó aquella cólera.

- ¡Y mientras tú tomabas tu venganza inventada yo no dejaba de buscarte como un
  imbécil para saber la razón por la que me evitabas!- rugía.
  ¡Jamás me imaginé que fuera por algo así! ¡¡ALGO TAN ABSURDO, KYAN!!

Lascurain apretó los dientes, como si se pidiera a sí mismo control, quería enfriar su cabeza, no perder la cordura, pero esa era una batalla que ya parecía perdida.

Ellos no eran una pareja, ni tampoco exclusivos, lo que ocurría entre ambos ni siquiera había llegado a ese punto. No podía hablar de una traición y sin embargo… entendía el por qué explotaba así, ¿no él había destrozado su clóset en una escena absurda de celos e indignación?

Pero si aquella acusación fallaba en algo era en que Kyan no había disfrutado nada pasar la noche con Ben. Había tenido que imaginar que era Daniel quien se apoderaba de él para lograr disfrutar el sentir aquellas caricias en su cuerpo.
¡Había llorado sintiendo su corazón desgarrarse!

Pero eso no minimizaba el peso de sus decisiones. Su tortura no hacía una diferencia ni lo redimía.

Aquel acostón no había ocurrido por venganza como Daniel suponía retorcidamente, pero… sin duda había sido provocado por él mismo, como todo lo demás.
¡Y se arrepentía tanto!

- Qué humillante. Qué patético. Que pobre diablo soy, ¿no, Kyan?
  Porque yo seguía deseando verte, ¡seguía queriendo aclarar las cosas! No entendía el por
  qué parecías odiarme tanto, ¿no te lo pregunté directamente?
  Acepté entonces la invitación manipuladora de Roger y viajé a Catania por ti,
  convencido de que podíamos arreglar las cosas, que tú me querías… que cualquiera que
  fuera el problema, ¡no podría ser más grande que mi deseo de resolverlo y estar contigo!
  Y lo que obtuve de ti… fueron las palabras más viles e hirientes que nadie me dijo jamás.

Sabía bien lo reprobables que habían sido sus acciones, pero escucharlas decir de Lascurain, las hacía infinitamente más abominables.

- Daniel…

- ¡Fuiste tú el que no me habló con la verdad!
  ¡Pese a todas las veces que te lo pregunté!
  ¡Fuiste TÚ el que me traicionó, pese a que sabias lo que sentía por ti!
 
  Siempre… siempre me sorprendió tu sangre fría, lo cruel que puedes llegar a ser, pero
  ahora todo tiene un lastimero nuevo significado: Tú… jamás sentiste el más mínimo
  de amor por mí.


¡No!
¡Eso era completamente mentira!
Pero antes de que pudiera decírselo, él remató.

- Porque tú… eres incapaz de amar.

Aquello dolió en verdad. Más que nada que nadie antes le hubiera dicho nunca.

No, eso no era verdad… ¿o sí?
De serlo, sería la cosa más horrible de sí mismo que pudiera haber.

- Tú no haces cosas así con la gente que en verdad quieres- dijo, dando un paso hacia
  atrás- ¡No te largas dejando las cosas así! ¡No le rompes el corazón como me lo
  rompiste a mí!
  ¡Y si es así… entonces no eres la persona a quien deseo querer!

Novak contuvo el aliento, aquella sentencia era agónica como un nuevo filo, rebanando su corazón.

- ¡Nunca sentí tanta impotencia como la que me hiciste sentir!
  ¡Nunca hice algo tan horrendo como lo que te hice a ti!
  ¿No lo ves aún?  Esto es un desastre, nosotros… somos un desastre… ¡todo está podrido   
  entre nosotros! No deberíamos estar juntos.

Novak dejó salir todo el aire de su cuerpo, repitiendo aquella frase que acababa de escuchar. “No deberíamos estar juntos”.

- Meu deus… ¡ni siquiera puedo estar en el mismo lugar que tú sin sentir que me hundo!
  ¡No debí venir aquí! ¿Qué demonios estoy haciendo aquí si he tratado tanto de
  olvidarte?

Y apenas acabada la frase, Daniel inesperadamente cambió la dirección de su cuerpo ¡y
comenzó a irse!

- ¡E-Espera!- atinó a decir por fin, consiguiendo fuerzas de su urgencia por frenarlo.
Se puso de pie, y tras un segundo de duda, fue tras él.
- ¡Lascurain!

Pero el moreno se alejaba de él a grandes zancadas, no parecía que nada en el mundo fuera capaz de pararlo.

- No hemos acabado de hablar. ¡Ni siquiera me dejaste decir algo!
  ¡No!
  ¡No te vayas!

Su corazón se encogía en su pecho, ¡era tal como la vez que se habían despedido en Casa Azul!
¡Dolía verlo alejarse de él!
¡No quería que se marchara de su vida así!

- ¡¡DAN!!- lo llamó por primera vez con aquel nombre.
 
Eso… detuvo sus pasos.
Aquello debería representar un alivio, pero no lo fue.

- ¡Dijiste que nunca me has mentido! ¡Y también me dijiste que me amabas!

El portugués se giró para verlo. No parecía nada, nada, nada feliz de lo que oía.
Enfurecido caminó de vuelta a él con toda su abrumadora intensidad.

Esa. Mirada. De nuevo.
Aquella que le acompañaba en sus momentos más obscuros.

¿Lascurain iba a golpearlo?

Sintió miedo y comprendió que aquello podía volverse físico, que la fuerza de ese sujeto  durante su furia podía ser incontrolable.
En el fondo… desde aquella noche… tenía temor de sus reacciones.

- ¡¿En serio acabas de decir eso?!- bramó como una bestia.
  ¡¿Todavía dudas de mí?!
  ¿No tiene fin tu crueldad conmigo?

- ¡Quería disculparme!
  ¡Por todo lo que hice!- confesó, comprendiendo que si no lo decía en ése momento, no
  podría hacerlo después.

Supuso que su disculpa cambiaría algo, pero… no lo hacía, en absoluto.
El moreno en cambio, lo sujetó de la corbata a centímetros del nudo, sus ojos brillaban como metal ardiente. Nunca antes había visto esa cólera en Daniel y fue horrendo saber que él era la causa de aquello.

“No deberíamos estar juntos” había dicho. Quizá… eso era verdad.

Fue jalado bruscamente hacia él y Kyan estuvo seguro que le golpearía o lo asfixiaría, en cambio, lo atrapó con la boca, con tanta fuerza y violencia que le dejó la mente completamente trastornada.

Él… volvía a ser físico y destructivo.
Y aquel beso que forzaba sobre sus labios era tan ardiente que le doblaba las piernas.

El hombre que amaba lo besaba de nuevo.
Y ansiaba tanto ése contacto que no pudo alejarlo. Permitió que hiciera de él lo que fuera, que aunque estuviera lleno de odio lo tocara.
¡Necesitaba tanto de su cercanía que estaba enloqueciendo!

Y entonces Daniel lo tomó de la cintura, sus manos eran rudas cuando lo empujaron hacia él.
Todo el cuerpo del moreno estaba hecho de fuego, ¡sentía la piel manando un calor intenso! ¡Su entrepierna ardiendo contra la suya!

¿Cómo… cómo estar tan cerca de ese hombre provocaba un efecto tan poderoso?
Una y otra vez le sorprendía.
Estaba… ¡estaba tan enamorado de él!

Sus miembros se buscaban. Kyan gimió atrapado sus labios de vuelta.
La necesidad lo cegaba.
Quería más, ¡quería todo de él!
Deseaba dejarse caer, dejarse llevar, volver a sentirlo en su carne, volver a tocar su pelo grueso ondulando entre sus dedos, volver a escuchar sus gemidos roncos contra su cuello cosquilleando un murmuro amoroso en portugués, ¡volver a tener Daniel adueñándose de todo su ser! ¡Apasionado como siempre había sido!

Pero en cambio, el otro lo separó firmemente. Y cuando volvió a hablar, sus susurros le provocaron escalofríos:
- No digas que intentabas disculparte, porque no lo parece.

- Daniel…  ¡déjame hablar!

- ¡¿Y encima me preguntas si te amo?!
  ¿No acabo de decírtelo? ¡Nada, nada de esto habría pasado si no fuera así!- decía él,
  revolviendo sus emociones como un huracán.
  Estoy completamente loco por ti desde hace tanto que ya ni tiene sentido, ¡yo quería
  estar contigo, te lo dije tantas veces!
  ¡Era lo único que siempre quise!
  Deseaba tanto derrumbar tu muro, llegar a ti… pero nunca pude, por más que lo
  intenté.

  Jamás me enamoré así, ¡jamás me sentí así por nadie!
  ¿Entiendes lo que estoy diciéndote? ¡¡Por nadie!!
  Yo no buscaba entretenerme contigo, ¡no quería sólo un affair!
  ¡Te quería a ti! ¡Te lo dije, te lo confesé! ¡Te quería en serio, Kyan!


El castaño jadeó, sintiendo que todo a su alrededor se destruía.
De pronto aquella pasión lo desarmaba.

Él decía la verdad, aquella que una parte de sí mismo había querido escuchar y otra parte no. Lascurain no tenía una familia a la que había engañado, ¡¡todo había sido un estúpido, un completamente estúpido supuesto suyo!!

Y acababa de decirle algo más, que lo que había sentido por él había sido más grande que lo que había sentido por ella, esa aparentemente joven y encantadora chica con la que había llegado al altar, aquella que le iba a dar su primera hija.
No podía ser cierto…

Más su corazón latía desbocado dentro de sí, aferrándose extrañamente a una esperanza de ser el único al que Dan quisiera.
Tenía que ser así, ¿no? ¿O él hablaba en pasado y no se daba cuenta?
¿O ya sólo escuchaba lo que quería oír?

- Pero, ¿de qué sirve todo eso?
  ¿De qué sirve todo el amor que te tengo?

Todo se le escapaba de las manos.

- Nada de lo que sentí por ti jamás fue suficiente para ti.
  Nunca te importaron mis sentimientos, ni te importé yo.

Y entonces, con el mismo salvajismo con que lo había besado, lo empujó lejos. La potencia de aquel movimiento fue tal que azotó a Kyan contra el muro, dejándolo completamente aturdido.
Pero, ¡tenía que soltar lo que de verdad quería decir! Porque la oportunidad estaba desapareciendo.
 
- ¡Discúlpame!

Sentía su corazón latiendo tan vehementemente que tuvo la impresión de que podía escucharse en toda la estancia.

- Tienes razón, ¡en todo lo que has dicho!- clamó, casi en un lamento.
  Debí aceptar la parte de  culpa que me corresponde, ¡pero lo hago ahora!

  Yo también te he lastimado, he sido despiadado, he sido terco, ¡y entiendo que estés tan
  enojado! Pero, ¿no estás siendo un tanto injusto?
  Tú tuviste tu oportunidad de hablar, de pedir perdón ¡y yo te escuché! ¿No merezco lo
  mismo? Por… favor.

Daniel estaba completamente furioso.
Se adelantó a su réplica.

- ¡Sólo déjame hablar! ¡Te lo pido!
  Esa noche, la noche del Montek… estabas tan enloquecido y desesperado, me dijiste
  que no soportabas la idea de perderme y que no querías que me fuera de tu vida, fue…
  fue por esto, ¿no es cierto? Fue debido a lo que ya habías perdido antes, a ella y tu hija…

¡El otro por fin callaba!
Pero… su rostro se descomponía por completo. Aquello no iba hacia un lugar mejor.
¿Nada de lo que dijera podía remediar algo?

- Yo desperté ese dolor de nuevo en ti, hice emerger tu peor parte, ahora lo sé.
  Te provoqué y… ¡lamento todas las cosas que te dije esa noche!
  ¡Lo lamento en serio, Daniel!
  No quería decirlas, no eran ciertas… yo no te odio, ¡no me eres indiferente! ¡Nunca lo fuiste!
  Y quiero pedirte que no seas tan duro conmigo, pero sé que no tengo derecho…

  Ha sido un desastre, todo esto lo ha sido pero ya no quiero seguir sintiendo éste rencor
  hacia ti, ¡estoy cansado!
  ¡Cansado de torturarme!
  ¡Cansado de extrañarte!


Las emociones del financiero no pedían permiso para salir, haciéndole frenético e insensato. ¡Kyan jamás se abría así, ni siquiera sabía cómo!
Y no estaba del todo seguro que eso era lo que quería realmente decir, ¡pero de pronto estaba tan desesperado por hablar!

Pero… en verdad nada cambiaba.
Vio a Lascurain negar con la cabeza, aborreciéndolo.

- Sólo compruebas lo que ya sabíamos- su voz se volvía tan ronca que prácticamente se
  perdía entre ellos- Lo único que queda entre nosotros es algo realmente obscuro.

- Daniel… por favor…

- Siempre creí que podría hacerte amarme… pero honestamente… ya no lo quiero.
   Ya no deseo nada de ti, Novak.

Su apellido jamás sonó tan despreciable.

El más joven jadeó, sintiendo que estaba a punto de llorar. Luchó con todas sus fuerzas por no perder la compostura como la última vez.

- Yo te dejé ir y lo hice de verdad, lo sabes.
  Ya no puedo seguir insistiendo en estar a tu lado, ¡ya no pudo seguir sufriendo por ti!
  Sin importar lo que siento, ya lo había decidido. Esta aclaración, esta charla, este beso
  que tanto ansiaba… no tiene sentido, ¿entiendes?
  No importa ya.

“No importa ya”, decía.

- Basta, ¡para!
  Escúchame, hay una razón por la que actué de esa manera, yo…

- ¡NO!
  ¡No quiero escucharte!
  ¡Tú mismo dijiste que ya todo estaba dicho entre nosotros! ¿Lo olvidas?
  ¡¿Lo olvidas?!
  Sé que querías verme y aclarar las cosas, pero hacerlo no cambia nada, ¡mi disculpa y tu
  disculpa, no cambian nada!

  Y la verdad fundamental de todo esto, es que al final de todo jamás logré derrumbar
  tu pared intraspasable… y ya me cansé de luchar por ti.
  No puedo permitirme entregar más de mí, porque la siguiente herida que me causes…
  no podré soportarla.

  Y, Kyan…en verdad creo merecer más que tu desprecio y tu inmadurez.


Aquello fue un golpe directo y sin miramientos.
El castaño quedó enfrentado a todo el daño que le había causado a ese hombre y supo que él no lo perdonaría esta vez.
Comprendió finalmente a dónde iba todo eso.

Iba a perderlo.
Una vez más…. como a todos.


- -


El semblante de Kyan se desfiguró por completo, lo cual resultó desagradablemente desconcertante.

¡Daniel había requerido todo su esfuerzo en romper ese beso que le había impuesto a ese sujeto! Porque nada deseaba más en el mundo salvo seguir devorando sus ácidos labios y escucharlo gemir debido al placer que le podía provocar con su contacto.

Todo lo que le decía al luxemburgués sonaba peor de lo que había esperado, ¡estaba comenzando a creer que de verdad estaba hiriendo a ese hombre de hielo!
Porque de pronto ese financiero lucía… deshecho.

Deseó tomarle la mano.
Deseó volver a besarlo.
Deseó olvidarlo todo.
Pero…
… no pudo.

Aquella sería la segunda vez que se marcharía de su lado, que renunciaría a él.
No habría una tercera.

- Daniel, hay algo que tengo que decirte aún… ¿por qué te niegas a oírme?- le escuchaba
  decir a ese financiero con desesperación.

“¡No existe ya nada que salvar entre los dos!”
¡Daniel se lo dijo mil veces para conseguir hacer lo que iba a hacer!

- ¡Porque no quiero!
  ¡No quiero nada que venga de ti! ¿No estás entendiendo?
  ¡Tus palabras son horribles! ¡Siempre lo fueron!
  ¡¡Ya no puedo más con esto!!

La voz de Lascurain se quebró.
Parecía… que iba a derrumbarse ahí mismo.


- -

Podía ver en esas palabras el reflejo de la magnitud que él mismo había causado.
Kyan entendió que en verdad era imposible revertir o enmendar sus errores, por más que pidiera disculpas.

Y fue entonces que le vio dar la media vuelta y salir de su apartamento tan rápido como pudo, dejándolo completamente sorprendido, ¡sin poder creer que el guallen se iba!
Pero, ¿no antes simplemente le había colgado? ¿Por qué le sorprendía aquella decisión?

Miró a su alrededor, intentando armar una respuesta que pudiera permitirle aceptar la situación.

Ese sujeto no quería estar con él.
¡Era algo completamente real!

Había contemplado la posibilidad de que todo terminara así, pero se había negado a aceptarlo. Comprenderlo fue vergonzoso porque implicaba lo verdaderamente egoísta que era pensar en pedirle a esa persona que se quedara sin ofrecerle nada a cambio. Y aún si tuviera algo de darle, ¡él ni siquiera le dejaba hablar!
No le permitía decirle lo que en realidad quería confesar…

La perspectiva de Daniel era abrumadora.
¡Más porque ahora estaba seguro que ambos se querían!

Lo lógico sería ver más allá de sus propios deseos y dejarlo irse.
Él mismo no era alguien bueno para Daniel… lo sabía perfectamente… no lo había sido para nadie.

Dejarlo en paz, después de aquella dramática relación, sería lo más decente y saludable, ¿no? no sólo para sí mismo sino para quien decía querer.
No mover un músculo y dejarlo salir del edificio y de su vida era lo mejor que podía hacer por ese hombre. Alguien como Daniel… merecía encontrar a una persona con la que pudiera hallar esa felicidad que la vida le había arrebatado.

Aquello era lo mejor. Para ambos. Tenía que ser un retrasado para no verlo.
Daniel lo había comprendido y ahora era su turno.

Pero… ¡su agitación no disminuía!
¡No quería! ¡No quería dejarlo ir!
¡No quería continuar una vida que no tuviera un beso tan poderoso como el que acababa de sentir, una pasión tan desbordante, un corazón tan rebosante de sentimientos… una existencia que no lo incluyera a él!

¿Qué tan destructivo y enfermizo era ir tras Lascurain en ése momento?
¿Qué tan codicioso?

Sacudió la cabeza.
¡Volvió a sacudirla!

Despedirse de él había sido algo horrible ya una vez. Había odiado ese instante y todos los que le siguieron.
¡No le dejaría hacerle lo mismo de nuevo!

¡No!
¡No iba a seguir cometiendo el mismo error una y otra vez!

¡A la mierda su orgullo!
¡A la mierda la lógica!
¡A LA MIERDA TODO!

Salió de su departamento, el elevador descendía hacia planta baja con ese hombre adentro.

“No he terminado lo que quería decirte, estúpido.
¡¡NO TE HE DICHO QUE TE AMO!!”

Corrió por las escaleras, piso tras piso, tal como a veces hacía en el edificio en que trabajaba, pensando en que debía detenerlo. Haciendo cuentas en su cabeza del tiempo que le tomaría bajar en el elevador y… ¡no iba a conseguir alcanzarlo!

Cada piso bajado de aquella forma tan desesperada fue vergonzoso y angustiante.

Cuando finalmente llegó a la planta baja, el elevador yacía vacío. Maldijo mientras salía del inmueble apresuradamente y el frío cortante no falló en entrar dolorosamente a sus pulmones agitados.

Alguien lo esperaba en el exterior cubierto de nieve.
Pero no era su guallen.
Era un taxi y una chica. Ella había ido hasta ahí, sin importarle su opinión al respecto.

Pero no se dio el tiempo de atender a Sylvane, sus ojos desesperadamente buscaron a la distancia a quien se le había escapado.
El Trans Amm de aquel millonario se perdía en el horizonte, y arrancando ferozmente con toda la potencia del motor.
Daniel Lascurain se volvía inalcanzable, más y más inalcanzable.

- No. ¡No!
  ¡NOO!

Sintió que todas las fuerzas se le iban a medida que ése auto desaparecía.

- ¡Daniel!- gritó con todas sus fuerzas, sin importarle absolutamente nada. Ni sus vecinos,
  ni su cordura, ni su estima propia, ni nada- ¡¡DANIEL!!

¿Qué tan loco sería correr tras un deportivo?
¿Qué poco le importaba eso?

Dio el paso de lo que sería una frenética carrera, cuando algo lo jaló del brazo de modo completamente inesperado. El impulso desquiciado que llevaba arrastró a Sylvane al suelo.
Al sentir su peso se detuvo pero fue tarde para frenar su caída.
En el suelo, la hermana de Ricard lo miró sin inmutarse.

Explotó contra ella, dirigiendo toda la frustración y rabia que lo dominaba hacia su muy exasperante persona.

- ¿Qué carajo haces? ¡No me jales así!
  ¡Te dije que no vinieras! ¡Te lo dije millones de veces!

Sus ojos púrpuras se abrían sorprendidos y eso le molestó más.

- ¿Qué es lo que se supone que intentas? ¿Detenerme? ¿Para qué?  
  ¡¡No me interesa volver con Rick!!
  ¡¿Acaso no eres capaz de comprender a quién es a quién amo?!

Su voz se rompía, sofocada ante el abatimiento.

Pero pese a la manera en que le hablaba, ella no soltó aquella mano, derrumbada en la nieve. Su mirada violeta cambió a otra completamente extraña que no supo leer.
Pero poco le importaba aquello, ¡no cuando su corazón lloraba amargamente!

Kyan volvió a ver en dirección a dónde Daniel se había marchado.
Era demasiado tarde.
No podría alcanzarlo… ya nunca… podría alcanzarlo de nuevo.

Su pasión se apagaba como una flama languideciendo. La desesperanza llegaba en su lugar a devorarlo, alimentándose de todas las ilógicas expectativas que había tenido. Qué estúpido… qué iluso… qué ridículo había sido.

Derrotado de manera absoluta, no supo qué más hacer porque en realidad no existía poder alguno en él que remediara algo… ¡fue tan desolador!
Deseó gritar a todo pulmón ese nombre con toda su desesperación pero… también supo… que su voz jamás volvería a ser escuchada.

De nada había servido aquel encuentro.
Daniel jamás lo perdonaría.

Y quizá tenía razón y Kyan simplemente se empecinaba en algo que los lastimaría: permanecer juntos.

Era tan agónico… aquel amor.
Tan destructivo, tan triste, tan carente de futuro…

La chica usó la misma mano que la había derrumbado para alzarse, haciéndolo volver un poco a su horrib le realidad.

- Amo a ése hombre, Sylvane- dijo en un murmuró sombrío empleando lo último que le
  quedaba de fuerzas.

Su propia voz sonaba desprovista de vida.
Fue terrible escucharse así.

Quizá fuera su estrepitoso fracaso, pero finalmente había pronunciado todo lo que había tardado meses en aceptar. Como una verdad que no era ya capaz de contener en sí mismo.

- Eso será lo que le diga a Rick.
  De nada servirá de nada ese encuentro que quieres para nosotros porque… no puedo
  amarlo, ya no.
  Y quizá… en realidad es cierto que soy incapaz de querer a los demás.

Su voz se apagó finalmente.

“Me cansé de luchar por ti.
Merezco mucho más que tu desprecio y tu inmadurez”.
Daniel… tenía razón, horrible razón.
Y aunque no fuera así, ¿de dónde sacar fuerzas para pelear?

Dolía demasiado.
¡Amar así dolía demasiado! ¡Perderlo así dolía demasiado!

Merecía todo aquello, se lo había ganado. ¡A pulso había alejado al hombre que quería!
¡Lo había arruinado todo UNA VEZ MÁS!

¿Por qué no aprendía la lección? ¡¿Por qué era tan idiota?!

Había querido arreglar las cosas… pero era imposible.

Sintió que lo perdía todo. Todo.
Quería dejarse caer en el suelo y llorar.
Perderse de aquella realidad…

Aquel era el final.
¡Ya no podía!

Kyan Novak dejó de luchar.
Se rindió por fin al sueño de encontrar un hogar… junto a él.

El silencio se apropió del espacio, dejándolo quieto a la mitad de la calle densamente nevada, inmóvil y sin fuerzas para continuar aferrándose a su estúpido amor.
Esta vez… ni siquiera pudo llorar.

Pero alguien se había apropiado de su mano sin dejarla ir.
Sylvane había ido por él y aquella abrumadora desolación en el inaccesible asesor era justo lo que había necesitado para vencer su resistencia. Como si el universo se lo diera macabramente en charola de plata.

No iba a desaprovechar aquella oportunidad. Estaba lista para llevarlo a su siguiente infierno con la calma con la que, sólo quien está acostumbrado a cargar horribles secretos, es capaz de actuar.



Continuará...

Notas finales:

Admito que lloré un poco al escribirlo. Y al revisarlo.

Pero yo lloro de todo.


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