Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AFFAIR por malchan

[Reviews - 1220]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Admito que no estaba muy motivada para escribir este capi, principalmente por su contenido pero también porque percibo cierta falta de interés de los lectores T.T

Fue difícil elaborarlo pero como no quería que el tiempo siguiera pasando sin actualizar y por respeto a quienes sé que sí lo leen, pues decidí modificarlo un poco para poder subirlo aunque lo haya cortado un poco. Sea como sea, estoy satisfecha con el resultado.

En fin, divagaciones mías. Los jueces son ustedes.

 

 

 

Aquel pequeño automóvil verde olivo avanzaba por un sendero empedrado a través de las montañas, aunque el camino era abrupto la verdad es que se trataba de un trayecto agradable a los ojos de cualquiera, ocurriendo en un día soleado y colorido, en un país donde pese a ser septiembre el frío no daba indicios de avanzar.

Kyan miraba distraídamente a través de la ventanilla, sus pensamientos lo tenían contemplativo pero distante, a decir verdad tenía tiempo sin poder sentirse presente del todo en su realidad, era como si su vida fuera un sueño del cual era imposible despertar, como si no se sintiera vivo de verdad.

A su lado además, se llevaba a cabo una plática en un idioma del cual le era fácil desprenderse pese a haberlo escuchado hablar durante años por sus amigos.

Roger Miller lo había mandado a ése lugar y aunque se había resistido al principio, tenía todo el sentido del mundo, ¿o no?
O eso quería pensar.

 

--

 

Su jefe había pedido las bebidas de ambos tan pronto entraron a aquel pequeño bar en la parte antigua del Grund como si aquello fuera un simple trámite para la continuar la conversación que acababan de tener en el hospital.

El gesto de Miller de ordenar por él le recordó mucho a Victoria, ¿acaso no ella había hecho exactamente lo mismo al reunirse ambos por primera vez?
Al parecer, estaba comenzando a conocer a ese hombre más allá del financiero que era.

Bien, le daba igual lo que fuera a tomar. Había cosas definitivamente más importantes que discutir.

- Dado que nos estamos saltando la etiqueta, no parece ser necesario esperar a que nos
  traigan nuestros tragos para comenzar a hablar de lo que nos ocupa- señaló a su jefe,
  sintiéndose osado.

Era la sensación de tener poco que perder.
Daniel… le había gritado, gritado que lo quería fuera de su vida.
Había pasado meses a su lado, sosteniendo su mano como un idiota sólo para comprobar que sus miedos tenían fundamentos; él no lo quería ahí.
No había esperado… que doliera tanto.

Aunque por las ventanas entraba luz natural, al ser un local con la estructura medieval de la zona no había mucha iluminación en aquel bar, aun así podía ver en la cordial sonrisa de Miller arrugas apareciendo en sus ojos azules.

- Sabes que me gusta que seas directo, Novak, a decir verdad siempre he apreciado eso de
  ti. Y sí, yo tampoco veo el por qué esperar.

  Empezaré por decir que no retiro nada de lo que he dicho, si tu objetivo es alejarte de
  Daniel, dalo por hecho. Creo que en éste momento se hacen más daño que bien. Yo
  también quiero que te separes de él.

Aquello era la confirmación de sus sospechas.

- Pero debo decir que hay algo que voy a pedir a cambio, además por supuesto, que el que
  no dejes mi compañía.

Había un pero.
Desde el inicio había sentido su resistencia.
Ése sujeto no quitaría el dedo del renglón aparentemente.

¿Tenía alguna opción?
Novak sabía que sin importar lo que Roger fuera a pedir, lo más seguro es que aceptaría sus condiciones sin más.

- ¿De qué se trata?- inquirió, inquieto.

Su estado mental era malo, si aquello le iba a requerir largas argumentaciones quizá no iba a poder manejarlo correctamente durante más tiempo.
Sí, diría que sí a lo que fuera en ésos momentos.

- No te mandaré a Paris- declaró el contrario, tajantemente.

Abrió la boca para protestar, aún sin armar su defensa, pero fue interrumpido.

- No porque no crea que eres la persona perfecta para este negocio, porque honestamente
  sé que lo eres. No se trata de eso.

- Si soy la persona perfecta entonces…

- Es sólo que- se adelantó- hay otro lugar dónde deberías ir y estoy bastante
  convencido de eso.
  Pero no te preocupes, es un sitio que cumple los requisitos de tu solicitud. Es lejos, lejos
  de Dan.

 

--


¿Cuál era el motivo por el que hacía ese viaje?

Suspiró, sintiendo cansancio.
Apenas si había dormido en varios días. Le dolía la cabeza y el estómago, pese a que últimamente estaba haciendo un esfuerzo por comer adecuadamente. Pero estaba en marcha hacia un lugar que seguramente le haría pedazos los nervios. ¿Por qué ser tan masoquista? Bueno, quería creer que todo tenía un objetivo benéfico.

Aunque Miller lo había “sugerido”, su terapeuta había apoyado la idea, ¿cierto? Y quería confiar en el Dr. Rubens.
No había sido hasta el momento un buen paciente, admitía que se la pasaba ignorando los consejos que recibía sobre maneras más saludables de conducirse y no es que no creyera en la experiencia y sentido común de su psicólogo, en el fondo coincidía con él.

Tanto que, se había levantado de aquella charla con su jefe sin dar un respuesta inmediata, había esperado días para poder discutirlo en terapia.

No quería tomar más decisiones equivocadas, no en ése punto crítico.

Por tanto, supuestamente, todo eso sería positivo.
Así que ahí estaba. Lejos de él y cada vez más cerca de alguien más, ¿cierto?

Pero incluso durante ese viaje que lo llenaba de recuerdos y congoja, no podía parar sus pensamientos. La distancia ya había probado no hacer una diferencia. Todos sus tiempos muertos se le iban en pensar en ese portugués y su mirada gris llena de odio lanzada hacia él.

Aunque estuvieran alejados, aunque él no lo quisiera en su vida, aunque se habían hecho tanto daño, pese a todo… quería verlo. ¡Siempre quería verlo!
Estaba enfermamente enamorado de él.

Tóxico.

Dado que estaba saneando su cabeza y ahora detectaba buena parte de sus comportamientos destructivos, lo siguiente era dejar de tenerlos obviamente.
Pero aquella distancia que había marcado con Lascurain era muy difícil y lo llenaba de ansiedad, sentía a eternidad el tiempo que llevaba sin pisar la clínica, aquello lo desquiciaba y estaba luchando por seguir adelante cada día por su cuenta.

¿Pensará en mí?
¿Celebrará la idea de que finalmente me he ido?
¿Estará más en paz?

Ese guallen había dicho que lo amaba, quizá ese alejamiento estuviera doliéndole también, probablemente… nunca iría a saberlo. Y era injusto desear ser extrañado sólo para sentir que el dolor de aquella separación era compartido, pero… se sentía solo en aquel sentimiento, horrendamente vulnerable y expuesto.

Había llegado al final del camino.
Hacer cualquier cosa que no fuera avanzar significaría hundirse.

 

Cuando el coche en que viajaba se detuvo, el resto del camino lo continuó andando con sus acompañantes, Anna tomaba su mano como si fuera lo más natural del mundo y fuera de confortarlo, aquello lo incomodó aún más. No es cómo si ese detective que iba con ellos fuera a emitir alguna opinión pues aceleró un poco para adelantarse en el trayecto que tenían a través de aquel panteón turinés con tintes barrocos.

Tras sobornar cínicamente al guardia, les dieron el paso a un mausoleo privado, cerrado bajo varias llaves y sumamente antiguo.

Aquel lugar pertenecía a una famosa familia en aquella ciudad del norte, los D´Oria.

Dos estatuas blancas de ángeles hermosos resguardaban aquel sitio y parecieron echarle una mirada en silencio mientras cruzaba el umbral, la sensación fue perturbadora.

Sí, entrar ahí fue horrendo, tal como había esperado que lo fuera.

Aunque afuera brillara el sol, aquel lugar de piedra tenía un aire frío y funesto se sentía pesado sobre la piel y el alma. Aquellos eran los territorios de la muerte.

El espacio le supo extrañamente estéril y privado de calor humano, no había foto alguna, ningún dejo de una visita o de humanidad siquiera. Lo único ahí que indicaba algo humano eran los nombres en las placas frente a las urnas de piedra blanca.

Sentía a su corazón inquietamente sonando tras sus costillas, jugaba con la punta de sus dedos sintiéndose temeroso y negándose a apretar los puños como había adquirido el pésimo hábito de hacer.

Tuvo que recordarse nuevamente la idea detrás de esa visita pese a que acababa de pensar en ello y para no acobardarse pasó a la acción, recorriendo los muros de piedra leyendo los nombres, algunas fechas eran tan antiguas que eran difíciles de leer, aquel apellido era en verdad antiguo, muchos de ahí seguramente habían sido nobles en su momento.

Una familia reconocida y respetada, imposible olvidarlo, Ricard nunca le había permitido no pensar de otra forma.
Kyan no tenía un nombre importante, no era nadie más que un huérfano, quizá nunca había podido entender lo que significaba aquel peso, sino hasta conocer a Rick.

Más un nombre lo detuvo en seco.
“Sylvane”
Tampoco había ninguna flor en su lugar.

Aunque era cierto que no había ido hasta allá para verlo a él, ciertamente tenía algo que decirle.

Ese chico había abierto para él y Daniel las puertas del infierno.
¡Era el responsable de que Lascurain hubiera estado al borde de la muerte! ¡Había osado hacerle daño! ¡Y aquella agonía no había parado aún!

Sintió una oleada de furia recorrerlo y tuvo que detenerse justo ahí.

Enfriar su cabeza había descubierto que era un verdadero reto, hacer uso de su autocontrol le requirió bastante esta vez. ¡Quiso dar un puñetazo a ese nombre en la piedra!

- Key… -lo nombró Mestri con el inequívoco tinte de preocupación en su dulce voz.

La situación era evidente.
Novak suspiró, obligándose a no reaccionar adversamente. Si no podía comportarse en ese lugar, haber ido hasta ahí perdería el sentido, ¿cierto?

- Estoy bien- le respondió, tenso.

Dado que no se encontraba solo, no podía verbalizar nada. Así que mirando aquel nombre, sólo pudo hacerlo para sí mismo.

 

En esa tumba yace Sylvan, pero a quien yo conocí no se llamaba así. No se sentía así, no era un él.
Sylvane, creo haber visto quien eras en realidad, todos tus horribles matices.
Y ahora sé que jamás debí creerte, que jamás debí querer acercarme a ti.

Por mucho que lo intenté, no estaba en mis manos hacer algo por ti, debí entenderlo antes.
Más si pudiera pedir un deseo, no hubiera sido salvarte, sino el jamás haberte conocido. Y eso no es algo que se le dice a cualquiera, no con la fuerza con la que siento este odio por ti. No existe nadie a quien aborrezca como te aborrezco a ti.

Espero pueda perdonarte algún día lo que le hiciste a Daniel. Por mí, ni siquiera por ti.

 

Eso sería todo. No le dedicaría una solo pensamiento a esa persona.
No es cómo si el pasado pudiera ser cambiado.
Y no era a él a quien venía a ver después de todo.

Así que siguió leyendo nombres, en un intento de abandonar el tema… hasta que dio con Él.

Ver finalmente Ricard escrito en uno de los cajones, hizo que todo fuera más completamente real. Funestamente real.

Ahí estaba.
Rick había buscado su muerte… y la había encontrado.
Tenía frente a él sus restos en una caja.

Había llorado tantas y tantas veces por él y ¡aun así le dolía el alma como si no lo hubiera hecho nunca!

Su amiga y ese sujeto intercambiaron miradas, y tras sentir la mano de Abrianna apretar suavemente la suya, la sintió ir.

Tras esos dos salir, el silencio no tardó en hacerse absoluto.
Realmente absoluto.

Kyan pasó los siguientes segundos escuchando su respiración agitada e intentando poner orden en su cabeza.

Todo esto estaba resultando demasiado.
¿Había sido soberbio pensar que estaba mentalmente estable como para aquella experiencia?

Su mano se estiró hasta tocar las letras tras el frío mármol tras las cuales las cenizas de ese hombre yacían.

Ricard había significado tanto, lo había amado tanto…
Había ido hasta allá para cerrar ese ciclo, pero estando ahí, sólo quería huir.

“Qui giace* Ricard D´Oria Egizi”.
*/Aquí yace.

El aire escapó de su cuerpo y sólo un jadeo le devolvió el aliento, más no la vida.
Dolía, aún dolía como el infierno.

Ver su nombre en aquella piedra fue nada salvo algo devastador.

Pero decir adiós, después de tanto tiempo sólo sabía justo.
Aquello sería algo más que tachar de su lista, su patética lista.

Se dedicó un momento, para acallar su agonía.
Y el mar de su aflicción, extrañamente le dio tregua.

 

Aquí estás.
Muerto.
Jamás pensé que tendría que hablarle a la nada para dirigirme a ti, pero ahora no existe más remedio.

Matarte fue tan cobarde, tan egoísta, pero tú… siempre lo fuiste, ¿cierto?

Aquello era completamente desolador.
De pronto, era volver a sentir ese viejo dolor en la piel, pulsante e hiriente como si fuera una herida fresca.

Comprender que pensaste que ésta era tu única opción… aún me rompe en pedazos.
¡Desear la muerte hasta conseguirla! ¡Maldita seas, Rick!

Porque yo sabía lo desesperado que estabas, no es como si no me diera cuenta. Pero la destrucción que causabas en mí me dañaba tanto que solía olvidar el que tú también sufrías, ¡debí hacer algo!

Jadeó. Sintiendo que se ahogaba en puro sentimiento.

No supe amarte, ¡pese a todo lo que te quería! Y tú… tampoco a mí.
Fuimos tan malos y dañinos el uno para el otro, ¡fuimos tan tóxicos en verdad!

No tenía por qué haber sido así.
¡Me hubiera gustado poder ser una mejor persona para ti, haber podido hacer algo!
Porque esto… no tenía que terminar de ésta forma, Rick, tú no deberías estar ahí dentro.

Tú no deberías estar muerto.

¡Era horrendo!
¡Que estuvo a punto de no poder soportarlo!

¿Qué significaba el tiempo si aquel dolor nunca había cesado?

Había necesitado tanto darle unas últimas palabras.
Era atroz que tuviera que ser así.

Pero tenía que hacerlo. Era lo único que tenía sentido, ¿cierto?

Sus manos comenzaron a temblar.
Kyan se dio cuenta que estaba llorando.

Te mataste. ¡Huiste de mí y te suicidaste!
Y despedirme así de ti… es en verdad más nefasto que la realidad que daba por hecho.

¡Hubiera preferido el que me hubieras dejado a esto!
Lo hubiera preferido mil veces.

¿Por qué fuiste tan ciego?

No quería que lucharas por mí, ¡quería que lo hicieras por ti!
¿No te lo dije una y otra vez?

Y el que te hayas hecho algo así me hace dudar de todo, ¿acaso te orillé a esto con mis reclamos?
No es justo, ¡no es justo tener que vivir con ese pensamiento en mí por siempre!

Rick.
Oh, Rick.
¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué decidiste terminar así?

¡¡Cuesta tanto aceptarlo!!

Y yo… sólo espero… que dónde quiera que estés… hayas encontrado paz. Esa paz que tan desesperadamente buscabas.

Gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas, quemantes como el ácido.
Imparables.

Lo siento.
Lo siento tanto.
Lo siento tanto, Ricard.

Tú… nunca entenderás cuánto te amé.
Cuanto de mí di por ti.
Todo lo que me está costando volver a construirme.

Pero ya es hora de que me devuelvas…
… todo lo que te entregué.

Necesito esas piezas que perdí de mí.
¡Las necesito para poder armarme de nuevo!

Porque estos pedazos rotos… no son dignos de amor.

 


Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).