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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Rato sin actualizar, lo sé, pero aquí está el nuevo capi.

Me han dicho que el capi anterior supo lento pero para mí es un periodo de reacomodo, así que pido comprensión.

Y bueno, aprovecho para desearles un lindo Año Nuevo -ya que no llegué a tiempo para desearles feliz Navidad- que este nuevo ciclo que empieza les traiga mucha felicidad, salud y satisfacciones personales, obvio mucho yaoi también jeje

Ahora sí, a lo que nos trunche....

 

 

 

La sonrisa más hermosa que existía en su mundo pertenecía a una mujer, una que lo había admitido en su corazón cuando nadie lo había hecho antes. El día en que Neru Novak decidió que no dejaría que fuera más un huérfano a la deriva, ése día todo había cambiado para Key.

Neru se convertiría en la primera persona en enseñarle a él, que nada sabía más que de abandono, lo que significaba el amor incondicional, ¿por qué ella habría de renunciar a tanto por tenerlo en su vida? Kyan nunca lo había entendido, aunque ahora, años y años después por fin lograra comprenderlo.

Porque esa mujer de brillantes ojos azules se habría de convertir en todo para él, su mundo entero, su más grande maestra, su mejor ejemplo a seguir… su madre.

Era por eso que verla sonreír, saberse recordado por ella y ser quien provocara esa inesperada alegría en su rostro envejecido, sintió a su propio corazón, tan herido, dar un vuelco en su pecho y latir con ilusión.

Por un instante no supo que hacer, ¡no había esperado ser reconocido! Porque se había preparado para el peor escenario, buscando no hacerse ilusiones. Pero…

Dio pasos apresurados para sostenerla al verla alzarse de la silla junto a la ventana, ¡no quería que se esforzara en lo más mínimo y aquella era una reacción impulsiva!

- Neru, ten cuidado, por favor.

La escuchó reír, aprovechando que había sido sostenida así, aprovechó para estrecharlo.

- No soy tan frágil como me veo- dijo con firmeza, apretando su persona contra la suya.

Kyan no supo que hacer, así que se dejó abrazar. Se sentía extraño y tenso pero poco a poco aquella incomodidad se fue yendo. Al fin y al cabo era Neru quien lo hacía, ¿cierto?

¿Cuándo había sido la última oportunidad que había tenido de abrazarla?
¡Se había sentido tan perdido sin ella!

Sin pensarlo más, la estrechó de vuelta, con todo el cuidado que fue capaz, pero sintiendo su cuerpo delgado y pequeño entre sus brazos, el calor tibio de su ser, su olor dulzón.

- Mamá…- susurró, vertiendo en aquel contacto todos sus sentimientos- ¡Te he extrañado
  tanto!

Duraron así varios segundos, quizá un minuto incluso. Después, pudo sentir como ella se separaba un poco, así que se lo permitió. Ella le sujetaba la cara para mirarlo con detenimiento y él también pudo ver el rostro de ella de tan cerca.

Sus ojos muy claros centelleaban de dicha. Y supo que ambos tenían una expresión boba en sus caras, que le hizo reír como un tonto.

- ¡Mira que sonrisa la tuya, Key! ¡Es tan hermosa!

Sintió que la cara le quemaba y aquello debía ser una señal de que se estaba sonrojando.

- Para, me avergüenzas- le pidió.

La vio reír.
Y aquello sonó como la música más hermosa del mundo.

- Pero eso no cuenta, ¡tú te avergüenzas tan fácilmente, Key!


- -


Había pedido que les permitieran salir al patio.
Y el personal parecía entusiasmado también de que aquella residente estuviera teniendo un momento de lucidez y no se negaron.
La enfermera de las gafas incluso le ofreció darle una baraja para que jugaran un poco, el que ella recordara aquel detalle fue estupendo y aunque Novak no iba a desperdiciar esa visita en jugar cuando podría realmente hablar con ella, aceptó aquellas cartas amablemente.

Caminaron por el patio el cual tenía una fina capa de hojas secas otoñales, los grandes árboles que les rodeaban eran de varios colores. Sin duda era una tarde muy bella y aunque Kyan hubiera tenido cientos así, no siempre solía apreciarlas como ésta.

Neru caminaba hacia unas bancas metálicas y le siguió el paso.

- ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?- le preguntaba, como si estuviera tratando de
  darle un poco de orden a las cosas.

Pronto se hizo evidente que ella no podía encontrar una respuesta, parecía confundida. Su memoria debía estar llena de tinieblas angustiantes. Algo malo de los periodos de lucidez era reconocer aquellos que no lo eran, que por desgracia eran la mayoría.

Kyan se apresuró a sentarse y tentó el espacio a su lado, invitándola.
- Acabo de estar en Casa Azul. Te mandan saludos.

Eso logró transformar su semblante. Neru tomó asiento a su lado, con añoranza asomándose en sus facciones.

- ¿Cómo está todo allá?- inquirió a cambio, aceptando el cambio de tema.

- Los chicos están bien, Aurore y Erika también.
  Se está llevando a cabo un proyecto de ampliación, pronto ya no será más una simple
  casa. En realidad todo marcha maravillosamente.

Kyan no estaba seguro que su “hermana” Aurore le hubiera comentado todo ese asunto o en todo caso, si lo había hecho y Neru lo recordaba.
Sea como fuera, sabía que la noticia la alegraría, porque Neru siempre había deseado un hogar más grande para todos aquellos que lo necesitaran. Así de grande era el corazón de esa mujer.

Sin embargo, algo enturbiaba todo, lo inevitable que fue pensar en quien había hecho todo eso posible. El arquitecto Lascurain Teixeira.

- La casa principal pasará a ser sólo dormitorios, se están construyendo nuevas salas de
  juegos y usos múltiples y lo que serán las nuevas oficinas. Más adelante habrá incluso
  una sección de atención pediátrica, la Asociación está buscando tener personal médico
  haciendo pasantías y servicio social en el futuro, además de personal de planta.

  Hay una nueva zona de jardines, el proyecto contempla hacer un huerto urbano,
  asociarnos con mini mercados orgánicos. El… diseñador del proyecto- logró definir-
  insistió mucho en darle un enfoque sustentable, incluyendo también captación de agua
  de lluvia y funcionamiento parcial a base de paneles solares.

En cuanto terminó de decir esto último, se detuvo.
Daniel había planeado todo aquello y se estaba llevando a cabo sin contratiempos pese a que él no se encontraba en las mejores condiciones. Se preguntó por primera vez en todo ese tiempo si siquiera él estaba aún al tanto de todo aquello o el proyecto ahora lo gestionaban terceros. Probablemente así fuera, ese guallen debía tener cuestiones mucho más importantes de las cuales ocuparse en esos instantes, como volver a ponerse de pie, hablar, volver a ser una persona funcional.

Daniel.
¿Cómo estaría en esos momentos?
La incertidumbre no lo dejaba en paz.
Pero no se trataba de mera añoranza, estaba preocupado por él, nunca había dejado de estarlo.

Pero Neru, pese a lo que escuchaba no parecía impresionada.
Sí, Aurore ya debía haberle informado de todo aquello.

- Así que sí lo hizo- la escuchó susurrar.
  Daniel se llama, ¿cierto?

El corazón del otro se detuvo un segundo, para luego comenzar a latir muy rápidamente.

- ¡Me alegra poder recordar su nombre!
  Él vino aquí a contarme su proyecto, el cual sonaba sumamente ambicioso, pero parecía
  tan determinado… sobre todo contigo.

¡Rayos! ¿Cómo había podido olvidar que ese portugués había ido a hablar con ella?
Aurore lo había llevado al asilo, ¡ellos habían hablado largo rato!
Neru recordaba todo a la perfección al parecer.

- ¿Cómo está ese apuesto moreno al que enamoraste hasta los huesos?

Había existido una época en que Lascurain lo había amado de esa manera, ¿cómo olvidar sus interminables llamadas? ¿El ramo que le había mandado? ¿Su férrea determinación en conquistarlo?
Ahora era difícil… siquiera considerarlo.

Su rostro se descompuso sin remedio.
Neru lo tomó de la mano, comprendiendo lo que no le era dicho.

- Aure lo trajo aquí, ¿verdad?- inquirió, eludiendo aquella cuestión- ella me dijo que
  ustedes hablaron por horas.

- Así fue. Ése hombre no fue otra cosa que encantador y cálido. Hablaba tan
  amorosamente de ti incluso sin darse cuenta- su voz había perdido su tono jovial y
  estaba siendo más formal- Suponía por las cosas que me dijo, que se trataba de un amor
  no correspondido. Pero tu expresión en este momento… me dice lo contrario.

No pudo contestar. No quería mentir, pero tampoco quería decir en voz alta lo enamorado que a su vez estaba de él. Lo mal que había resultado todo.

- Él es importante.
  No sólo lo fue en el pasado, lo es ahora, ¿me equivoco?
  Key, ¿estás sufriendo por él?

La respuesta a todo era un sí, un deprimente sí.

- Lo que pudiera haber existido entre nosotros… nunca ocurrió.
  Nosotros nunca fuimos nada. Yo no se lo permití.
  Él… es el arquitecto de este proyecto. Nada más.

Odio la frialdad en su voz.
Odio hablar de Dan en esos términos.
Odio hablar de Dan en esos términos con ella.

Su abuela suspiró y el silencio pareció ocupar el espacio que antes habían ocupado sus palabras.
Y un instante de mutismo los rodeó, como una ola de tristeza.

- Key- lo llamó esa vieja, con una suavidad que sólo ella empleaba al decir su nombre-
  quizá es dar una opinión que no me has pedido, es sólo que creo que toda esa dulzura
  que vi en él esa tarde… es algo que le iría bien a tu vida.

Lo había dicho, porque no se trataba de una mujer que guardara sus palabras.
Si a alguien le había aprendido la franqueza era a ella. Aunque doliera.

De cualquier otra persona hubiera odiado el comentario, pero más allá de cualquier condescendencia que pudiera surgir de conocer su pasado, él sabía que lo decía de corazón.

Su dulzura no era más que algo que había odiado.
¿Por qué de pronto tenía sentido? ¡Mierda!

- ¿En serio piensas eso?

Su pregunta salía de su boca sin pedir permiso.
Y aunque no lo notara, había cierta ansiedad en ella.
Frente a la mujer que lo había criado, no podía poner su usual distancia, ella siempre había podido traspasar sus barreras y aquellos momentos le hacía sentir vulnerable y transparente.

- Voy a decirte algo que quizá no te guste, así que por favor no vayas a odiarme,
  ¿de acuerdo?

Ante aquella advertencia, su estómago se revolvió.
Pero no tenía más remedio que quedarse sentado ahí como un estúpido y asentir.

- Nunca podría odiarte, pero me pones nervioso, ¿sabías?

- ¡Es bueno saberlo!- bromeó un poco, pero en seguida, se puso seria- Cuando trajiste a
  Ricard a casa, ambos parecían en la misma sintonía, como si desearan con aquel viaje
  dejar claro un futuro, ¿o no?
  Sé que querías verte feliz a su lado adoptando a Mila.

  Pero había una vehemencia en él, algo que era más una necesidad que amor en las
  miradas que te dedicaba. Lo siento mucho pero yo no podía ver aquello que tú querías
  ver ocurriendo, no con él, cariño.

  ¿Y para qué incordiarte? No quería lastimarte, Key, parecías buscar tan  
desesperadamente tu felicidad a su lado.


Kyan siempre lo había sabido, que Rick jamás había la convencido.
Más aquella franqueza cumplía con su misión de lastimarlo.

Y el que semanas atrás hubiera ido a su tumba y llorado por aquel futuro que jamás había ocurrido sólo le daba la razón como siempre.

Pero más allá de todo eso, una duda emergió tan poderosamente que no pudo callársela.
- ¿Y con Daniel… ?

La ansiedad se agalopó en su pecho tan pronto pretendió verbalizarlo. Sin darse cuenta ponía demasiadas expectativas en aquella pregunta. Así que no pudo hacerla.

Pero no hacía falta completarla, Neru ladeó ligeramente la cabeza y tardó en contestar lo que pareció una eternidad.
Aparentemente, elegiría con cuidado sus palabras.

- Quizá no deberías hacer caso a esta vieja, ¡soy la peor persona para hablar de amor, no
  de ese tipo de amor por lo menos!
  Yo dediqué mi vida a los niños y te juro que eso nunca me pesó, era mi manera de ser
  feliz, nunca me permití necesitar una pareja, estaba demasiado ocupada para eso.
  Pero yo sé, pese a tus ironías, que buscas un compañero de vida y una familia. Y por
  mucho que hayas cerrado tu corazón, sigues deseándolo muy dentro de ti.

No había sarcasmos bajo los cuales escudarse, ella lo conocía como nadie y tenía la razón como siempre, pero escuchar eso bajo sus condiciones actuales, sólo lo hacía sentirse patético.

Claro, podía pedirle cambiar de tema, ¿pero quién era quién había preguntado?

- Y ese hombre, construyó una casa para el pequeño Key, ¿acaso no te diste cuenta?
  Una que acabas de venir a presumirme.

Era doloroso.
Pensar en él era doloroso por donde lo viera.

- Dan… me quería, Neru.
  Y yo hice todo lo posible por sabotearlo.
  Para cuando entendí que me había equivocado, todo estaba arruinado.
  Ya no importó lo que hiciera por cambiar las cosas, era demasiado tarde.
  Ha rechazado mis disculpas, me ha pedido que me vaya de su vida, ¡lo ha pedido a
  gritos!
 
Aquella confesión salió de lo obscuro de sí mismo.
Ya no importaba, ¿o sí? Decírselo a ella.

- Si está llevando a cabo aún este proyecto es porque dio su palabra.
  Nada más. Ya no hay nada más entre nosotros.

La anciana frunció el ceño, y fue como un flashazo aquel recuerdo que parecía enterrado.
Ese hombre, Daniel Lascurain, había ido a verla. ¿Hacía cuánto tiempo? No podía precisarlo su cerebro deteriorado.

Pero lo que había escuchado de él, resonaba ahora.
“Estoy enamorado de su hijo” había asegurado.

Más allá de hablar del proyecto con la fundación, era obvio a lo que ese arquitecto había ido. Se presentaba con ella, como el pretendiente de Kyan.
Era absolutamente formal y adorable. Tan de la vieja escuela.

“He cometido un grave error con él, probablemente ya no hay nada más que esto entre nosotros, así que por favor no permita que él lo eche atrás. Es lo único que aún puedo hacer por Kyan”.

Sonaba… tan cercano a lo que acababa de oír de su pequeño Key.

Neru no pudo evitar reír.
Era verdad que el amor te hace idiota.

Pero aquella reacción desconcertó al joven, quien pareció consternado de no ser tomado en serio.

- ¿Dices que es por que dio su palabra que no canceló el proyecto?
  No me lo creo.

Vio cómo Kyan apretaba los dientes, contrariado, herido.
El asunto no era una broma para su pequeño.

- Él decidió que yo no era para él- pareció sacar entonces de lo más profundo de su ser,
  como si se arrancase las palabras dolorosamente de sus entrañas.
  ¡Y no puedo culparlo por eso!

- ¿Será que tengo que explicarle a un adulto como lo eres tú, que a veces las personas
  mienten?- contestó ella, sin darle la seriedad al asunto que para el otro tenía.

Frustrado, el castaño bajó la mirada, sin saber qué responder.
A sus oídos, Neru parecía no querer comprenderlo, ¿cierto?
¿Por qué?

Insistir en el asunto probablemente no tenía sentido, aun así… ¡ella era la primer persona en no creer aquellas palabras!

Era lógico, no sabía toda aquella tortuosa historia en que ambos se habían dañado una y otra vez hasta hacer evidente que no debían estar juntos.
Sin embargo, algo dentro de sí se resistía a aceptarlo.

- ¿Por qué?
  ¿Por qué dices eso?

Su pregunta sonó a pura negación, ¿es que pese a todo guardaba esperanzas?

Ella chasqueó los dientes, el viento sopló frío entre ellos, llevando hojas secas de aquí a allá. Los rayos del sol comenzaban a volverse más cálidos mientras el atardecer se aproximaba.

La oyó suspirar lentamente, llenándose de aire que transformaría en palabras.

- Bien, Kyan, no es como si lo que quisiera él no importara, pero a veces es más útil
  enfocarnos en lo que nosotros queremos y partir de ahí.
  Quiero saber qué piensas tú, no él.
  Dime sinceramente,  ¿crees que Daniel Lascurain no el hombre para ti?

El otro Novak parpadeó un par de veces, como si intentara procesar aquello.

Ella lo veía fijamente, con una expresión calmada y paciente en su arrugado rostro y aquello lo hizo sentir como si fuera un inexperto crío que necesitaba una lección.

Ella le pedía franqueza, se la daría entonces.
Ya no le importaba cuánto doliera admitirlo.

- No- murmuró, pero su siguiente frase tomó fuerza.
  Él… es la persona a quien amo.
  Daniel es el hombre que quiero para mí.

Lo había sabido cada día en aquel hospital.
El terror de perderlo le había hecho entenderlo.
Era por eso que había detenido su vida por estar a su lado, por asegurarse de que salía adelante.

Poder sostener su mano, poder leerle y hablarle libremente, cada uno de esos horribles días contenían una dicha extraña que jamás había sentido.
¡Por absurdo que fuera!

Amor… incondicional.

Le había asegurado a Rubens que no había ido hasta ahí por respuestas.
Pese a eso, acababa de encontrarlas.

La hermosa expresión de felicidad que Neru tenía en esos momentos, la recordaría por siempre. Aún si todo se iba a la mierda.

- Entonces, ya deberías saber lo que tienes que hacer- le oyó decir, mientras era tomado
  de la mano.

Neru acariciando sus cicatrices sin detenerse a preguntar por ellas.
Kyan cerró su mano, para afianzar aquel agarre.

- La próxima vez que pueda reconocerte, espero que tengas una linda historia que
  contarme, Key. Porque no hay nada en este mundo que desee más que tu felicidad- le
  decía la mujer que siempre lo había querido más en el mundo.

No pudo contenerse, la estrechó en sus brazos con todo el amor que podía existir en él.
Y supo que nada deseaba más que eso mismo.


 

- - - -

 


La doncella del Castillo Lascurain entraba a la gran cocina de piedra de aquel lugar con la misma charola con la que había salido hacía menos de media hora. Dentro de ella un cozido hecho con esmero se encontraba a medio comer y aunque aún humeaba un poco, al parecer estaría destinado a enfriarse.

Edite, la cocinera, la vio llegar. Terminaba de secarse las manos en su mandil y dejó los platos a la mitad para mirar aquello con una expresión de preocupación en su cara morena.

- Ele mal comeu há días*- dijo la mayora en su idioma nativo.
*/Ha comido mal por días.

- O sehnor disse que não está com fome, mesmo a ordem para não dar o jantar*- le
  informaba la joven a la otra portuguesa, por el semblante de la chica se hacía evidente
  que esa respuesta la angustiaba. Y no era a la única.
*/El señor dice que no tiene hambre, incluso ha pedido que no le lleven de cenar.

- Isso é terrível - murmuró como respuesta la mayor, mirando las evidencia en aquella
  bandeja de que algo iba mal.

Le había preparado su comida favorita, esperando que el joven señor Lascurain la comiera completa vez, pero no era así. Llevaba sin alimentarse adecuadamente lo que serían ya semanas. Y aunque al principio desde que había vuelto a casa ni siquiera probaba bocado, una discusión con su familia le había hecho volver a comer pero apenas si lo indispensable.

Les quedaba claro a todos que no es que se estuviera dejando ir, aún lo veían esforzarse, ¿no? Pero esa determinación parecía estársele agotando, era dolorosamente evidente.

Y el día anterior incluso había cancelado su terapia de rehabilitación, decía sentirse demasiado adolorido y si bien aquello podía ser completamente cierto, no evitaba que los que estaban a su alrededor se preocuparan, incluso la servidumbre.

- A este ritmo só vai piorar, que podemos nós fazer?*- preguntaba la más joven.
*/A este paso, sólo empeorará, ¿qué podemos hacer?

Pero no había una respuesta, el malogro se sentía en el aire pesadamente.

- Edite, ¿en serio vamos a dejar que esto siga?
  Desde que volvió no está mejor. Está tan deprimido, no sale de cama a menos que lo  
  obliguen, luce tan abatido.
  Y aunque sé que se está esforzando... no es suficiente.

Los tacones de Victoria sonaron en la cocina, sus bellos e inquisitivos ojos negros no tardaron nada en comprender lo que pasaba, un vistazo a la charola bastó.

- De novo?*
*/¿De nuevo?

Ambas pudieron ver como el enojo tensaba los rasgos de la hermana de Daniel.
La vieron poner ambas manos en el mostrado y exhalar molesta. Su frustración se volvió ira y Victoria escupió una maldición que las sorprendió.

- Me va a escuchar. ¡No voy a dejar que se siga haciendo esto!- decía para ella misma,
  tensando el ambiente- Si es necesario volverlo a ingresar al hospital, que así sea.
  ¡Haré lo que sea para verlo de nuevo de pie, no me importa qué!

Pese a lo que acababa de exclamar, la incertidumbre persistía. No sería la primera vez que Vi se enojaba con él, que lo reprendía, que le pedía que dejara aquella actitud.
Nada parecía funcionar del todo.

Era como si los deseos que en un inicio Daniel había mostrado para recuperarse, ya no estuvieran ahí. Y si hacía lo que tenía que hacer, no parecía ser por él, sino por los demás.
¿Qué tipo de motivación era esa?

Todo quedó envuelto en una inquietud a la que un timbre repentinamente se unió, irrumpiendo aquel momento nefasto.

Aitana no tardó en ir al intercomunicador y al ver quién era, sacó un pequeño gemido.

- Ah… es… ¡el señor Novak!
  ¡Está en el portón!

Victoria apretó los labios.
Más allá de cualquier emoción, lucía auténticamente sorprendida.

- ¿Señora?

Hubo un momento de duda que pareció extenderse demasiado, la aludida estaba tiesa en la misma posición, mirando al intercomunicador intensamente. Esperaban instrucciones y aunque bien podía dejarle la decisión a sus padres, tomó una inesperada determinación.

- Déjalo pasar.
  Llévenlo al recibidor.
  Y avísenle a mi padre que está aquí.






Continuará...

Notas finales:

Dejen reviews.

Dejen reviews.

Dejen reviews.

 


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