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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Si siguen comentando yo sigo actualizando.

*chuuu*

 

Era una velada en el Clausen, en el centro de la capital, en una de esas pequeñas calles que pese a encontrarse en un barrio antiguo, tenían petit boutiques especializadas en moda y antigüedades, estudios de arte y diseño e interiorismo, cafés franceses y por supuesto, despachos y agencias de servicios. En ese lugar estaba Vinnart, una galería de arte que esa noche inauguraba la exposición de una de las fotógrafas más famosas del momento, la italobelga Abrianna Mestri.

Novak y Baladi recién llegaban al lugar.

Pese a que el acceso estaba bastante lleno, el joven RP no tuvo muchos problemas para hacerse notar, él y su mejor amigo no tardaron mucho en avanzar sobre la “alfombra roja” sin alfombra, bajo la ola de flashes.

Y justo cuando el castaño apresuraba el paso, el otro se detuvo
Kyan ya sabía por dónde iba eso, pero había querido evitárselo.

- Lo siento, sabes que es parte de mi trabajo.

Enzo volteó hacia las cámaras y se detuvo, y los clicks se dispararon al instante enloquecidos, él apenas si arqueaba sus labios, pero no necesitaba hacer nada más, lucía simplemente maravilloso y en su elemento.
Seguramente esa foto saldría publicada al día siguiente como muchas otras en todos los medios.

Kyan se evitó la experiencia y fue directo a la entrada, seguramente ya tenían lo que querían de él, lejos habían quedado sus épocas de socialité y quizá ni lo etiquetarían en la imagen. Ahora sólo asistía a eventos si su trabajo lo ameritaba, cosa que no era muy frecuente.

Pasando la cortina de la entrada, el primer vistazo de la exposición fue bueno.
Por lo menos cincuenta fotografías estaban dispuestas a lo largo de las amplias paredes rematadas en techos altos en ese enorme loft, más una instalación de buenas dimensiones en el fondo. Y en el centro, una enorme escultura hecha con lo que parecía alambre. Kyan tenía buena vista y distinguió en ella a una pareja envuelta en olas de metal. Tendría que verla de cerca.

- ¿Éste es de Mestri también?- preguntó señalando la escultura.

- Claro che sí. Todo lo es.

- ¿Desde cuándo esculpe?- siguió sin pensar.

- No sé, ¿se lo has preguntado?

- ¿Vas a seguir con eso?

Baladi le tomó la mano.
- Lo siento, ¿estoy molestándote?
Era obvio que estaba haciendo siendo irónico.

- Por supuesto que lo estás haciendo, eres todo un cínico cuando quieres. Ahora, ¿podrías
  soltar mi mano?

Pero el otro sonreía complacientemente. Había un brillo juguetón en su mirada mediterránea que evitaban que Novak pudiera odiarlo como tal vez debiera.

- ¿Acaso no somos algo así como unos hermanos incestuosos?- cuestionó.

- ¿Qué tontería estás diciendo? No hay nadie que nos diga así. Eres un idiota.

- Bueno, no seas egocéntrico, nadie está aquí por ti, sino por Anna. No debes de tener
  miedo de que nos fotografíen demasiado cerca, la prensa ya sabe que eres mi mejor
  amigo y nada más, ¿o no?

El castaño le sonrió de vuelta, pero era una mueca que no estaba relacionada con la complacencia. Se liberó de su mano.
En realidad era poco probable que alguien los estuviera viendo en ese momento.
Pero ciertamente alguien los había notado y caminaba hacia ellos. Era un inglés con una camisa tan excéntrica que era difícil de ignorar.

- Buenas noches, caballeros.

- Ah, debí esperar encontrarte aquí- dijo el italiano con un dejo de fastidio.

- Por supuesto que sí, bello- pero para su interlocutor, esa palabra sonaba de su boca un
  tanto grotesca, como todo lo que viniera de su persona- ¿No vas a presentarme a tu
  igualmente apuesto acompañante?

Novak no pudo evitar notar la resistencia Baladi a hacerlo. Pero no introducirlos iba contra los convencionalismos sociales bien implantados en el publirrelacionista y el otro parecía saberlo al decir esas palabras.

- Él es Kyan Novak, trabaja en Muggen también y es amigo de la señorita Mestri, ¿no es
  cierto?- el castaño optó por ignorar eso último- Kyan, te presento al doctor Olaf  
  Lundgren, él es dueño de esta galería y espero un amante más del trabajo de Abrianna.

El anfitrión llevaba una copa de vino tinto bastante generosa en la mano, una sonrisa amigable y una mirada curiosa, sin embargo algo en él le hizo sentir un desagradable cosquilleo en la espalda.
Mala espina.

- Sí, por supuesto. No podría ser de otro modo- respondía el otro con acento inglés muy
  marcado- Elijo muy bien lo que presento en Vinnart. Soy fanático de la buena estética,
  buscador incansable de la belleza en todas sus formas.

Baladi pensó que esa forma de definirse sólo podría ser cierta desde una perspectiva perversa, pero se limitó a cerrar la boca. Mejor ni provocar a ese tipo.

- Baladi, ¿tienes un minuto? Tengo una propuesta para ti.

El rubio controló toda expresión de fastidio de su rostro.
- Me temo que no. Estamos buscando a la fotógrafa para felicitarla.

Eso pareció distraer al doctor Lundgren y frunció el entrecejo, evidentemente molesto.
- Esos misteriosos artistas. Como galerista estoy acostumbrado a sus excentricidades,
  pero es algo atrevido ni siquiera atender sus relaciones públicas, tú deberías asesorarla
  mejor.

Eso era grave, ¿su amiga ni siquiera había hablado con el propietario de la galería?
Enzo volteó hacia la multitud. Habría unos 6 fotógrafos a lo largo de la fiesta, muchos meseros, artistas, coleccionistas de arte, un par de representantes de la casa de subastas Phillips, gente de medios y potenciales compradores adinerados del sector bancario.

Parecía una fiesta inofensiva hasta que vio a Zia entre la gente. Mestri no estaba con ella  y tampoco la empresaria parecía buscarla o importarle la exposición siquiera.
El siguiente punto donde se detuvo su mirada fue en la persona que acompañaba a Borden, un alemán de casi dos metros que recibía un whiskey de un diligente mesero al que seguramente le había dado una enorme propina para siempre tener su vaso lleno esa noche.

Fue inevitable, la mirada azul glacial de Köhler se clavó en él reconociéndolo, pero a diferencia de su habitual intensidad esta vez rompió el contacto visual casi de inmediato, para volver su charla con la pareja de Abrianna.

Era molesto admitirlo, pero resultaba extraño no ser el centro de atención de su mirada, pero comprendía que el interés que los había unido con tanta fuerza en el pasado quizá se había quedado realmente ahí, en el pasado.
Y probablemente estaba perdiendo su tiempo pensando en él en ese momento.

- Iremos a buscarlo y le diremos que pase a saludarte- dijo despidiéndose de Olaf, quien
  estuvo a punto de decir algo, pero a quien dejó con la palabra en la boca.

Baladi había tomado el brazo de su mejor amigo y prácticamente lo arrastraba lejos de ese sujeto.

- Ok, ¿puedes decirme de que se trató eso?- quiso saber el castaño.
- Mantén distancia con ese tipo, Kyan.

Esa contestación tan vaga sólo lo confundió más.
- Siempre dices eso de todos los hombres que conozco.

El italiano bufó.
Usualmente aquello se entendería como una broma, pero el rubio no parecía tomarlo tan a la ligera.

Ya estaban lo suficientemente lejos de él al parecer. El rostro de Baladi por fin pareció relajarse, recuperando su encanto casi como un conjuro.

- Claro que no, ¿no estoy algo así como empujándote hacia Daniel?
  De Olaf se dice que sus gustos artísticos no lo son tanto.

- ¿Podrías dejar de ser tan críptico?

- Bueno, al parecer en el Vinnart no sólo se llevan a cabo exposiciones.
  El buen doctor sabe apreciar una buena orgía, en especial si involucra menores de edad,
  torturas y muchas fotografías.

Novak se detuvo, mirándolo muy serio.

- ¡No pongas esa cara! Aunque he recibido invitaciones a sus fiestas privadas, te aseguro
  que en lo que a mí respecta, lo que realmente pasa en ellas me es un misterio- le
  aseguraba.

El otro pareció pensar en lo que le decía.
Después miró gravemente a su amigo y le dijo:

- Enzo… si eso es cierto, entonces te voy a pedir también que mantengas distancia de sus
  garras, más aún si tiene propuestas por hacerte. No quiero verte cerca de él tampoco.

Su amico sonrió, como si ese comentario aligerara todo su humor.
- Oh, vaya… eres tan adorable a veces, Key.

El financiero abrió sus ojos color miel con sorpresa, el rubor apareció en sus mejillas súbitamente.

- ¡Que sorpresa verlos!- dijo una chica interrumpiéndolos de pronto, sostenía una
  bandeja de copas y un uniforme con moño de frac en el cuello, toda de blanco y negro.
Era la mesera de pelo negro del Moien, el café donde solían ir en el último piso de Muggen. Rebeka.
- ¿Gustan vino?

- Hola, sí gracias. Y si es sorpresa verte, no sabía que servías a eventos- decía el más
  sociable de los dos.

- Sí, a veces. Pagan bien y hay buenas propinas.

Ella les entregó unas copas. Tenía una sonrisa muy grande en los labios.
- Que bueno encontrarlos, aunque claro, estoy trabajando. Aun así he podido ver las
  fotografías y me han gustado. Creo que si pudiera comprar una de ellas, lo haría- su
  voz era animada- Por cierto, hay champaña en el bar, por si el vino no les gusta, no
  duden en decirme.

- Vino será suficiente para mí- dijo el RP encontrando una imagen que a su vez le
  gustaría tener en su sala. En el muro principal, de aproximadamente 5X5mts estaba la
  fotografía de Jan, el modelo noruego.

Era una imagen de cuerpo completo, en que el joven posaba flotando en el agua. La luz texturizaba su piel con las gotas de agua que salpicaban en su cuerpo escultural.
Las burbujas y la poca tela cubrían el secreto entre sus firmes muslos. Era una foto sugerente y exquisita. Exactamente el tipo de arte que a él le gustaba.
¿Ya habría llegado a la fiesta?

Cuando volvió su atención, Beka había comenzado a hablar con Novak. Él parecía distraído también, mirando a los asistentes.
¿Buscando su arquitecto tal vez?

- Voy a ver dónde está la mujer del momento- avisó pensando que lo peor que podría
  pasar sería que esos dos terminaran juntos.
Quien sabe, quizá no era tan mala idea…

Fue directo a Zia Borden y por consiguiente a Köhler. Lo hizo con un paso seguro y evitando pensarlo demasiado.
- Buenas noches.

La empresaria pareció un poco desconcertada de la firmeza con la que Baladi aparecía frente a ellos. No es que estuviera enfrascada en la conversación, pero de alguna manera su presencia era poderosa. Se trataba de una persona imposible de ignorar.

- Igualmente, Enzo- contestó Zia con perfectos modales, como siempre.

Siempre le había resultado difícil leer expresiones en el rostro de esa bella rubia y las inflexiones significativas en su voz. Como siempre, lucía muy bien, toda de negro con un cinturón blanco y un collar de acrílico a rayas monocromáticas a juego.
Reiner, daba un sorbo a su trago sin decir una palabra.

- ¿Has visto a Anna, Zia?

- No, lo siento. Acabo de llegar y todavía no la he visto.

Baladi miró al alemán entonces.
El suéter de tejido color guinda que llevaba le hacía ver más anchos los hombros. Aún más anchos. E iban perfectos con su piel.
Era un hombre alto y muy guapo, y con la actitud un tanto petulante de quien está al tanto.

Enzo sabía perfectamente que debajo de ese atuendo estaba un cuerpo bien conservado y marcado, fue inevitable recordarlo dado que hacía unos días lo había visto.
Se había revolcado con él, se había venido en su sala, pero encontrarse en un lugar así requería actuar más civilizadamente.

- Me parece que tendrás que seguir buscándola- concluía Zia con cierta frialdad.

Aunque su tono de voz indicaba que su presencia no era lo más deseado, como las buenas maneras de una ex publirrelacionista indicaban, procedería a presentarle al alemán con el recién llegado, pero Enzo no deseaba hacer migas de momento con ninguno de los dos, así que la paró en seco antes de hablar.

- La seguiré buscando entonces. Con permiso.

Köhler por su parte, siguió sin decir nada, pero sus ojos índigos lo miraban detenidamente mientras lo veía marchar.
 
Baladi atravesó el salón con cierta dificultad debido a la nutrida asistencia y fue cuando la vio. Mestri estaba hablando con el jefe de seguridad así que apresuró el paso para llegar a ellos alcanzando a escuchar que hablaban de un supuesto periodista en el evento que les había preguntado a unos asistentes de la fiesta información personal sobre ella. La artista parecía mortificada.

- Cara, lamento la demora.

- ¡Enzo!- lo abrazó la más joven con más fuerza de lo que solía hacerlo.

- Sería mejor que le pidieran su tarjeta y en cuanto la tengas, sácarlo- se adelantó a la
  charla que seguramente iban a tener, hablándole en francés para que el jefe de seguridad
  estuviera enterado. Ni siquiera iba a fingir que no había oído lo que decían y no iba a
  perder tiempo en explicaciones.

- Ya lo han corrido, no pensé en eso.
  Preguntaron sobre Zia- le dejó saber en italiano- cuando le diga esto va a enloquecer,
  sabes cómo es respecto a su vida privada.

La falsa morena lucía un poco ojerosa, un mechón le tapaba un poco el rostro, se había delineado con henna egipcia y sus ojos daban un aire felino. Era una lástima que luciera tan preocupada cuando debería estar disfrutando.

- Tampoco tienes que decirle en este momento. ¿Me permites?

- Sí, claro.

Baladi procedió a explicar a ambos.
- La gente de prensa tendrá que identificarse en la entrada y llevar un registro de cada
  nombre y a dónde pertenecen, no se admite nadie de medios sin tarjeta de identificación.
  Y nadie salvo las personas registradas deberían ingresar cámaras que sean de uso
  profesional.
  ¿Quién está a cargo del evento, la gente de la galería?

- No, Karen, ella me iba a ayudar en la fiesta pero su hija tuvo un percance y ha tenido
  que salir, me dijo que volvería tan pronto pudiera. No quiero marcarle a su teléfono,
  parece algo delicado.

El rubio pensó que sin importar el motivo él no se iría de su trabajo, pero no dijo nada para no empeorar la situación. Y respecto a la identidad de Karen, supuso que era algún trueque entre artistas.

- Bien, hasta que ella llegue, déjame a cargo a mí. Ya el lunes te llegarán mis honorarios.

 

- - - - - - -



Kyan se había despedido de Rebeka y daba una vuelta por la exposición.

Todas las obras parecían estar relacionadas con el tema del agua. Estaba ahora frente a una en que el agua misma era de un color turquesa impresionante y mostraba lo que seguramente era un niño entrando de clavado en el mar. La toma estaba hecha desde bastante arriba, quizá unos veinte metros y de cualquier forma tenía una luz excelente,

Mestri tenía una técnica impecable para la iluminación y eso le parecía la mayor virtud de sus fotografías pero no es que él tuviera muchos conocimientos del tema de todos modos.

- Una obra interesante- dijo un hombre a su lado, que sostenía una copa de champagne.

Kyan volteó reconoció su rostro de inmediato.
Como no ubicar al jefe del consejo de Muggen y su propio jefe.
- Señor Miller, buenas noches.

- Igualmente. Aunque no se requiere tanta formalidad, no estamos trabajando- le contestó
  el otro en un tono relajado.

Se trataba de un hombre distinguido. Llevaba unas patillas ligeramente largas cuyo inicio mostraba ya un encanecimiento. Lucía elegante y alejado de las extravagancias de algunos de los asistentes, aunque claro él no era un artista sino un hombre de negocios. Y sin embargo siempre había sido bastante accesible con él, desde la primera vez que habían sido presentados.

Claro, el año pasado había cerrado para Roger Miller contratos por  más de trescientos mil euros, así que obviamente éste lo tenía en alta estima.

Se rumoraba por los pasillos de Muggen que su presidente había tenido una crisis personal recientemente, lo cierto es que él era la clase de persona del cual jamás se escucharía un escándalo.

Y desde hacía unos meses no se le veía en eventos que no estuvieran relacionados con el trabajo y a éstos jamás iba con su familia, no le gustaba la exposición. Verlo ahí era algo de hecho inesperado.

- Creo que voy a comprarla- le decía el CEO respecto a la foto- a mi hijo le encantaría.

- Ése un buen motivo para adquirirla- respondió Novak pensando que Anna amaría el
  hecho de que su verdadero cliente fuera un niño.

- Novak, ¿cómo va todo con LD?
Se refería a la constructora de Daniel. Escuchar eso le hizo sentir ansiedad.

- Estoy esperando la propuesta final, confío tenerla en mi escritorio antes del lunes.

No había forma de que Miller no estuviera al tanto de un proyecto que había dado tantos problemas y del que lamentablemente formaba parte. Su interés por el progreso del casino había quedado claro en el momento mismo en que había ido a su oficina el día en que Lascurain había ido a presentarse a su oficina, la primera vez que lo había visto en el plano profesional, y en realidad, la segunda vez que lo veía en absoluto.

Esa asignación se había transformado en un motivo de vergüenza para él y detestaba el hecho de que su jefe sacara el tema.

- Daniel Lascurain y tú seguramente están haciendo un buen equipo, sé que no hay de que
  preocuparse.

- Por supuesto. Todo se resolverá la próxima semana, habrá una cita con los accionistas y
  se hará la presentación final para recuperar la liquidez y reanudar la construcción.
  Si todo sale bien, y así será, a finales del próximo año estará inaugurándose el casino.
  Así que, como bien acaba de decir, no hay de qué preocuparse.

Su jefe bebió un poco de champaña. Y Kyan lo imitó, aunque en realidad esa plática le revolvía el estómago.

- Me parece bien, ¿cuándo es esa junta?
- Este martes.
- Perfecto. Le pediré a Bianca que me pase el informe para hojearlo.
- Seguro. Confío en que conseguir todas las firmas.

Quizá no fuera del todo cierto, pero la actitud muchas veces marcaba toda la diferencia así que brindó mentalmente porque fuera cierto lo que acababa de decir.

- Tengo mucho interés en todo esto, Novak. Creo que lo sabes.
  Cuando algo no sale como yo deseo, tiendo a obsesionarme un poco y me parece que es
  lo que me está ocurriendo con este casino. Y además, tengo motivos que son más bien
  personales.

Los tacones de una mujer se hicieron sonar.
Y tal como debió haber esperado, ahí estaba aquella morena. Al igual que Roger Miller también lucía más elegante que el resto de la gente. No era una casualidad que se parara cerca de ellos. No fingía interesarse por el cuadro que tenían enfrente, fue directo con el presidente.

- Roger, esperaba encontrarte aquí.

Kyan recordó entonces lo que ya sabía.
Los Lascurain y los Miller eran amigos íntimos.

Sin embargo, su jefe lucía un tanto incómodo de la situación. O quizá sólo eran ideas suyas.

- Y quisiera hablar contigo a solas.

La mujer de Daniel ni siquiera lo miraba. Si recordaba haberlo visto en el restaurante, no mostraba interés alguno en él. Y obviamente no es que quisiera ser notado nuevamente por ella, pero no puedo evitar sentirse invisible.
Esa era la cachetada que la gente rica solía darle a la gente común y a la que Novak estaba un tanto acostumbrado.

Tuvo un instante de odio hacia ella y quiso pensar que era por eso, alejó la vista de ellos y se forzó a beber un poco. El gusto seco del vino bailó en su boca sin aliviar la tensión que comenzaba a sentir por todo el cuerpo.

- Por supuesto. Novak, un placer saludarte- se despidió Miller.

La pareja se marchó.
No supo cómo describirlo, pero entre esas dos personas aunque era obvia la familiaridad, también lo era una especie de muro de hielo. Fueron en dirección a la terraza de fumadores. El viento soplaba fuerte así que de momento nadie estaba afuera.

Novak se quedó de pie frente a la foto, mirarla de nuevo ya no era agradable.

Aunque el escenario fuera el mismo que hacía unos minutos, haber visto a esa mujer le había arrebatado el entusiasmo.
No le debía nada a Mestri y ni siquiera la había visto aún, supuso aceptable el irse en ese momento. Baladi seguramente la ayudaría hasta que llegara Carlo, no era necesario quedarse en absoluto.

Vació su trago y se dispuso a salir.

- Kyan, ¿otra copa?- preguntó la única mesera del lugar que sabía su nombre.
Beka sostenía sonriente una bandeja llena.

- No gracias, a decir verdad ya voy a irme.

- ¿Te sientes bien? Estás pálido- observó ella, cuya expresión se tornaba preocupada.

- No es nada- respondió inexpresivamente.

Pero la joven no lo dejaría así. Había esperado algún tipo de respuesta en Kyan que reflejara un poco de interés, pero era obvio que quien tendría dar el primer paso sería ella.

- Si no tuviera que trabajar aquí… te acompañaría a casa.

Su franqueza tomó por sorpresa al castaño, quien la miró con cierta sorpresa.
- ¿A casa?- le preguntó como si quisiera hacerla mostrar claramente su propósito y  
  despejar cualquier malentendido que pudiera haber.

- Sí, si tú quisieras.

Había un brillo en su mirada, uno que Kyan sabía reconocer.
Se preguntó a sí mismo si algún día esa chica tendría una oportunidad con él.
Era joven y linda y seguramente no tenía problemas para conseguir una cita.
¿Por qué se le insinuaba a él?

Sintió una extraña dulzura por ella.

- Quizá en otra ocasión. Debo irme.
En cuanto se escuchó a sí mismo, no se corrigió.,

Las mujeres nunca habían sido lo suyo, pero no sonaba mala idea besar a esa chica y llevarla a su cama. Eso le haría hacer a su cuerpo concentrarse en alguien más que no fuera Daniel Lascurain.

Beka sonrió al escuchar su respuesta.
- Que pases una buena noche, Kyan. Nos vemos pronto.

Le dio un beso en la mejilla de despedida. Su perfume olía dulce, un aroma que un hombre nunca usaría.

Salió a la calle.
Hacia más frío de lo que había esperado. O quizá era sólo su deseo de alejarse de ahí.

Los fotógrafos se habían retirado, o mejor dicho, Baladi los había mandado quitar. Aún existía una fila larga para entrar que se había vuelto más bien una multitud de desconocidos.

Creyó haber visto a alguien, seguramente alguna ave nocturna de tiempos pasados.
- ¡Kyan!- decía una voz.
No se detuvo, fuera quien fuera pertenecía a otra etapa de su vida.

Decidió no salir a la avenida y dar la vuelta rápidamente en una de las pequeñas calles laterales.
La llamada no se repitió.

El callejón al que entraba estaba completamente solitario, pero a la vuelta de la esquina podía tomar un taxi sin tener que pelearlos con los que estaban justo afuera del evento.

En pocos minutos estaría en su cama caliente, olvidando.

Pero un ruido lo substrajo de su mundo interior, desentonaba tanto que desafiaba la  realidad de un lugar público. Era una respiración vuelta casi un gemido que le hizo detener sus pasos por completo.
¿Había alguien teniendo sexo en ese lugar?

Ahí estaba ese ruido de nuevo, largo y suplicante. Carecía de voz y pronto se dio cuenta que no se trataba de un jadeo de placer, sino… de dolor.

Fue cosa de girar el rostro en dirección a la obscuridad.

Era el sujeto que acababa de conocer esa noche, el excéntrico dueño del Vinnart, que fumaba un puro mientras en la parte más obscura del callejón, la silueta de un hombre corpulento penetraba con violencia a una chica que tenían contra la pared.

Un sujeto completamente vestido de cuero, llevaba una máscara del mismo material la cual tenía incrustada en la frente una lámpara con que iluminaba la cara de la joven mientras tomaba fotos de lo que pasaba.

¡Hijos… hijos de puta!
Un corto circuito despertó por completo a Kyan.
¡No podía creer a sus ojos!

Su cabello largo estaba regado por todos lados, como ríos de chocolate obscuro. Su rostro cubierto de lágrimas le era completamente familiar. Su boca carmín y húmeda de sangre estaba puesta para un grito, pero no existía una voz que expresara su dolor.

Era Sylvane D´Oria.




Continuará...


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