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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Un poco tardía la actualización, lo siento.

Malchan en la vida real trabaja en arte y entretenimiento y día de muertos/halloween es la temporada más ocupada del año, eso y que tuve que recortar mucho el capítulo porque me había emocionado escribiendo mucha paja, hicieron que tardara hasta hoy lunes en la madrugada en subirlo.

Como siempre gracias por el apoyo y espero les guste este capi que si bien no es nada especial, me ha costado muchas correcciones!


<3

 

-  Ah… Enzo, ¡se siente… increíble!- gemía entrecortadamente el noruego, con su
  blanca piel cortada por chorros color caramelo. Miel de maple hacia brillar su cuerpo
  como una delicia lista para comer.

Aquel joven se retorcía como una serpiente enrollada a la persona que lo llenaba de placer: ese italiano sonriente y devastadoramente bello, con armónicos ojos felinos del color del mar, brillantes y lujuriosos como su dueño mismo.

Baladi recorrió los ríos de miel a lo largo de la piel del abdomen de Jan, recogiendo con la punta de la lengua el sabor de su amante, se había recogido su largo cabello en una cola de caballo alta para no ensuciarse y luciendo un poco más andrógino de lo que a veces era. Llevaba varios minutos masturbando al modelo con una mano y por su lenguaje corporal que había aprendido rápidamente supo que no tardaría en hacerlo correrse.

Jan le había invitado a tomar una copa con él y habían terminado en su departamento, después de todo no estaba muy lejos del lugar donde sería la sesión de fotos que el modelo tendía más tarde para la campaña de la marca de ropa Juicy Couture.

Sí, esa cadera se adelantaba haciendo que se enterrara en el hueco que sus dedos hacían, era un movimiento involuntario. Estaba cerca.
El italiano sonrió, sin parar el ritmo, disfrutando aquel momento que se aunaba a lo excelente de su día hasta ahora.

El tono rosado que invadía la piel de Jan se acentuaba más, sus gemidos ahora se hacían más hondos y agudos, así que aceleró la velocidad con la que lo llevaba al clímax, escuchando su nombre en aquella voz descompuesta una y otra vez.

Sería un caballero y lo haría venirse exageradamente, pensó divertido. Quería ver a esa belleza explotar, por lo que continuó con su mano aquel trabajo que llevaba un buen rato haciendo, saboreando de sus labios húmedos el sabor de su amante.

Jan lucía realmente erótico y fuera de sí, su preciosidad devastada en aquella cama no hacía sino prolongar lo bueno de aquel encuentro.

El orgasmo alcanzó finalmente a su amante y aquel ruido impúdico que se había vuelto excesivo se transformó en una respiración envuelta aún en placer.

Sus ojos azules lo miraban intensamente mientras intentaba recuperar el habla, así que Enzo le tapó la boca con un dedo, sonriendo bellamente.
- No es como si necesitaras decir algo, Jan. Es un placer absoluto verte.

El otro pareció intimidado, incluso en ese momento y si quedó sin voz no era porque la agitación se lo impidiera.

Baladi tuvo unas extrañas ganas de besarlo, pero prefirió no hacerlo.
Raro como sonara, quizás era mejor mantener cierta distancia emocional de él, sobre todo en ese momento tan vulnerable.

Estaba recogiendo el frasco de jarabe cuando en la mesa de noche sonó su teléfono móvil.
- Enzo… - lo llamó Jan, quien aparentemente no quería perderlo por una llamada.

- Disculpa- dijo  el otro en cambio, contestando.
No tomaba la decisión equivocada. Al otro lado de la línea hablaba el asesor de negocios de Joseph LeGrand solicitándole más información sobre la Copa Budge.

Vaya, aparentemente ese día insistía en volverse mejor conforme avanzaba.

Tras asegurarle que le haría llegar la información, intentó cortar la comunicación, pero el abogado seguía hablándole, preguntando si podía ver con él al asunto de Rá aprovechando la llamada, lo refirió con el asesor financiero del proyecto, Kyan Novak.
Seguramente el inversionista le daba luz verde al proyecto de su amico.

Ah, sí, aquel era un buen día que parecía ir mejorando.


- - -


Novak estaba sumido profundamente en sus pensamientos mientras miraba por los amplios ventanales de su oficina al Cuarto Europeo y su boscosidad envuelta en nieve.
Era una vista preciosa y ciertamente, no cualquier oficina en Muggen la tenía, él era un privilegiado en el mundo de los negocios y lo sabía.

Y ése era sólo el inicio de su carrera, el futuro sería brillante en la medida que él quisiera. Y vaya que lo quería.

Era bueno en lo que hacía, siempre había tenido habilidad con los números. Tal como Enzo le decía en broma, alguien sin corazón como él, era perfecto para las finanzas.
Y parecía tener algo de razón al final.

El día inusualmente improductivo que estaba teniendo sólo reforzaba aquella teoría.
No tenía nada más que sentimientos en su cuerpo, repitiendo en su memoria fragmentos del día anterior. Insistía en masticarlos casi a detalle en un intento de analizarlos adecuadamente.

Desde la junta ante los accionistas donde había sentido una manta de estrés agitando su cuerpo, las formas seguras y desenvueltas de Daniel durante la presentación, la intromisión incómoda del presidente de la compañía Roger Miller junto con su petición de llevar al arquitecto a los tragos de negocios y la manera en que sentía que lo había convencido…

El beso en el elevador; intenso, definitivo.
La inapropiada discusión con Daniel en el Zaphyr.
Su departamento. Las palabras del portugués diciéndole que deseaba algo más que su cuerpo.
La petición de una cita, que esta vez no se trataba de una exigencia hecha caprichosamente a la mitad de la calle después del sexo, sino hecha en una sala, con un civilizado café y total formalidad.
Todo.

Lascurain le había sorprendido, una y otra vez. La cereza del pastel había sido verlo marcharse sin que hubiera caprichosamente querido tocarlo, dándole a entender que hablaba en serio con su idea de hacer las cosas bien. Eso había sido en realidad una sorpresa para alguien que podía ser tan físico con él como el guallen.

Aquellos acontecimientos parecían haberse desarrollado en una semana, pero habían ocurrido únicamente en un día, el más intenso que recordaba en mucho tiempo.

Había dejado que las cosas pasaran sin hacer mucho al respecto.
Tal como al parecer sería en ese día laboral.

Todas esas cavilaciones constituían una pérdida de tiempo, lo tenía claro, pero sus propias circunstancias parecían promover su tortura mental. A medida que el fin de año se acercaba, la mayoría de sus proyectos se iban deteniendo para reanudarse los primeros días de enero.

Siendo un miércoles a mediodía, Kyan podría decir que estaba siendo realmente ocioso. Apenas cruzada la puerta de su despacho, se había instalado en su silla ergonómica Rohde & Grahl y había dedicado las siguientes horas a revisar sin mucho entusiasmo el poco trabajo que tenía para el siguiente año.

Había revisado las carpetas de sus clientes más recientes, hecho un par de reportes de seguimiento… nada realmente relevante.

Prácticamente todo el piso había quedado desierto a la hora de la comida, incluso había recibido invitación de sus colegas para almorzar, estaba seguro que la plática de ese lunch se dirigiría hacia quien podría tener el título de Ejecutivo del Año y prefirió evitarse el tedio.

Prefería quedarse en una oficina solitaria. Necesitaba eso, necesitaba alejarse del mundo por un momento.

Hasta ese instante había estado trabajando sin parar durante meses. Si, casi frenéticamente.
Amputar de su existencia la parte emocional había sido la única manera en que había logrado salir a flote del naufragio personal causado por Ricard, fundirse los circuitos que conectaban al corazón lo habían transformado en una eficiente máquina de hacer dinero para Muggen y para sí mismo.

Lo había hecho bien, magníficamente bien.
En muy poco tiempo cerraba negocios extraordinarios para su carrera. Y aunque en parte eran afortunados encadenamientos de eventos, lo cierto es que toda su energía, absolutamente toda, la había enfocado en lograrlos. Su determinación siempre resultaba sido una fuerza imparable cuando él quería que así fuera.

Pero la inercia parecía haberse agotado finalmente.

El proyecto Rá había sido desgastante desde el inicio y quizá el hecho de haberlo por fin presentado correctamente era la causa de que el estrés que había acumulado por tanto tiempo finalmente comenzara a desvanecerse, al igual que la inercia de su vida.

La suya era una carrera altamente competitiva porque él era altamente competitivo también… pero estaba exhausto.
Realmente agotado.

Suspiró, echando la vista hacia la nada.

Le aflojó un poco el nudo de su corbata. Él no era solamente un asesor financiero, pero quería tener sólo ese papel, para no pensar en los demás roles de su vida.
El hijo, el amante, el padre.
El sueño de tener un hogar, una familia propia, de adoptar a Mila, de tener un compañero de vida… se volvía simplemente absurdo. Estaba seguro que su propia orfandad tenía mucho que ver en eso, sin embargo… algún día de su vida había deseado todo eso en silencio.
Y dentro de sí, lo seguía deseando.

Necesitaba vacaciones tal vez.

Era en esos momentos en que sentía la necesidad de hablar con la única persona con la que compartía sus sentimientos.

Su teléfono comenzó a sonar en un tono que conocía perfectamente, uno que a veces dejaba sonar. La voz de su amigo se oyó con su casi imperceptible acento latino.

Sonrió sin saber que lo hacía.

- Amico, ¿es buen momento?
- Supongo que sí.

Era extraño que una simple voz pudiera otorgarle ánimos.
- De hecho pensaba marcarte, Enzo.

- ¿Ah, sí? Será que nuestro lazo nos conecta de una forma muy profunda- pareció
  burlarse el RP del otro lado de la línea.
O quizá lo decía en serio, con Baladi no siempre se sabía.

- ¿Con qué motivo ibas a llamarme?

De pronto sus conflictos existenciales sonaban a quejas patéticas.
Entonces recordó algo que había querido aclarar con él.

- Con el motivo de saber de qué hablaste con LD.
  ¿Le habrás dicho quizá, qué nuestro lazo nos conectaba de una forma muy
  profunda?

Escuchó la descarada risa del italiano. Kyan podía imaginarlo perfectamente, con su perfecta sonrisa blanca y burlona restándole importancia al asunto.

- Oh, vamos, ¿no me digas que estás molesto por eso? ¡Debiste ver la expresión en su
  rostro cuando le dije que eras el hombre que amaba!

¿Qué?

- Esa cara morena tan sexy que tiene me lanzó nada salvo puro desprecio por un efímero
  instante, sabes que los celos son algo primario y primitivo, cuando un hombre los tiene
  es tan transparente, Key.
  Debes de pensar que estaba haciéndole una broma pesada, lo cierto es que aunque amé
  ser el objeto de sus celos, necesitaba saberlo.

- ¿Saber qué cosa?

- Saber si en serio sentía algo por ti.
Kyan supo que eso no era broma, lo que no supo fue si creérselo.

- Aunque sé que seguramente no lo habrás disfrutado- continuó el rubio- por lo menos me
  da la seguridad de decirte que ese hombre tiene un interés profundo en ti.
  Cuando te sugerí que te lo llevarás a casa, susurrándotelo en el oído cuando te despedías
  en el Zaphyr… puede verlo luchar por contenerse.

Baladi había sido realmente descarado esta vez.
Como si se tratase de un juego, había manejado la situación para conocer las intenciones de Daniel. Para ponerlo a prueba.

Podría reclamarle, pero ¿en realidad podía?
Después de todo, al final había llevado al arquitecto a su departamento, casi como si hubiera seguido ese consejo. Ahora él mismo podría constatar que Lascurain lo quería para él, casi como un capricho.

- ¿No vas a decir nada en verdad?- preguntó suavemente ese apuesto rubio al otro lado de
  la línea- mi querido Key, por lo menos dime si después de haber salido prácticamente
  corriendo para alcanzarte, Lascurain logró su objetivo.

La respuesta más amplia a esa pregunta era complicada.
Mantuvo silencio mientras pensaba cual sería el objetivo del portugués realmente.

Prometer un futuro sería una bajeza sino se hablaba en serio, como técnica de conquista sería completamente estúpida a largo plazo.

- ¿Kyan Novak? ¿Te comió la lengua el ratón?
Se dio cuenta que no había pronunciado una palabra en mucho tiempo.

- No, es sólo que…
  Me ha pedido que le considere para una relación, lo dijo con absolutamente toda
  seriedad.

La risa del otro sonó contra el aparato nuevamente. Al parecer había intentado controlarla al principio pero después de los primeros segundos, simplemente la dejó escapar con toda la naturalidad con que llegaba.

Estaba seguro de que no era mofa esta vez, pero era inevitable no sentirse un estúpido al oírse decirlo. Quizá su amigo consideraba lo que acababa de escuchar como una completa tontería.

- ¿Te parece gracioso?

- Lo lamento, en serio… -escuchaba como intentaba recuperar la seriedad- es sólo que
  desde el principio supe que ustedes dos acabarían…

- ¿Acabaríamos qué? ¿Siendo una pareja? Enzo, en ningún momento le he dicho que sí,
  de hecho ha sido tan inapropiado como para pedirme una cita.

- Que conociéndote le negaste, ¿cierto?

Un silencio se hizo entre ellos.
El castaño se daba cuenta que ese día definitivamente no estaba siendo él mismo, su mundo interior parecía querer absorber el exterior.
Estaba sintiéndose ansioso como cada que algo tenía que ver con Daniel, estaba harto de sentirse así.

- ¿Y? ¿Vas a darle la cena que tanto te ha pedido?

- No. No debería. ¿En qué estaba pensando cuando te hice caso y lo invité a mi
  departamento? Yo tengo la culpa de todo esto…

Pero el RP del otro lado le obligó a detener su línea de pensamiento.
- No habías invitado a nadie a tu departamento, salvo a mí desde hace mucho tiempo.
“Desde Rick” había querido decir y lo sabía.

Aclararle que eso no era verdad, equivalía a contarle el motivo por el cual Sylvane D´Oria había terminado en su cama.

Ante el largo silencio que le siguió, Baladi comprendió que la conversación no iría a ninguna parte si el tema continuaba siendo el LD, así que decidió cambiar el rumbo.

- Ah, piénsatelo, ¿sí? De cualquier forma, sabes bien que una cena no implica nada.

“Con él, un simple silencio implica algo” quiso rebatir el asesor.
- Si tan sólo no estuviera muriendo de aburrimiento en la oficina, podría emplear mis
  pensamientos para cuestiones más prácticas- contestó en cambio.

- Olvidaba que tus fines de temporada son exactamente opuestos a los míos.
  ¿Ya pensaste que harás en navidad, Kyan?

Por mucho que le agradara el cambio de tema, la verdad es que había olvidado aquella fecha por completo, ¿cómo era posible?
No supo que contestación no lo haría parecer estúpido.

Hacía meses se había dicho iría a visitar a Neru y la Casa Azul, pero había estado tan absurdamente inmerso en su vida que lo había estado posponiendo.

Pretendía pasar con su abuela la navidad, de ser posible sacarla de su residencia y llevarla a cenar a la casa hogar de la Fundación, donde como cada año Erika preparaba una cena.

- Amico, no conozco a nadie más que se enajene en sí mismo al grado de sacar de su
  campo visual los caramelos, duendes y árboles navideños que invaden la ciudad desde
  hace semanas.

- Sabes que no me encantan las festividades- fue su pobre explicación.

- Entiendo, pero lo tuyo ya raya en lo ermitaño.
  Sal de tu concha de vez en cuando. ¿Y sabes qué? Tengo la oportunidad perfecta, la
  embajada de Inglaterra dará una fiesta el 24, ven conmigo y prueba que los milagros
  navideños ocurren.

Kyan tuvo que interrumpirlo.
- En realidad quisiera pasarlo en la Casa Azul.
¿Estaba siendo un mal amigo nuevamente?

El italiano no pareció ofendido.
- Bien. Tendré que echarte de menos entonces.
  Salúdame a Neru. Y si puedes guardarme un poco de su comida casera de Erika.

Hablaba de la mano derecha de su “hermana” Aurore, la mujer que había inicialmente empezado siendo cocinera para luego volverse una más de las madres de esos chicos.

- Erika te adora, así que no creo que tenga que siquiera pedírsela.
Esos dos se habían llevado bien y siempre se mandaban saludos.

De pronto aquella llamada lo hacía sentir en movimiento de nuevo.

- Casi lo olvido, la razón de mi llamada era el agradecerte me incluyeras en tu reunión
  en el Zaphyr- decía finalmente el rubio- Aparentemente Joseph LeGrand podría estar
  interesado en invertir en Montek.

La noche anterior, en medio de inversionistas de mediana edad, había llegado una joven vestida completamente de rosa, con un bolso diminuto y perfecto corte de cabello bob.
De verla, Baladi supo de inmediato la conocía.

Su nombre lo tuvo por fin en la boca cuando ella se acercó a besar en la mejilla a LeGrand y de paso lo miró sonrientemente.
Vanessa LeGrand, la cumpleañera con quien se había fotografiado él y el modelo en el evento de Anna en el Vinnart.

Ella lo reconoció enseguida y le mencionó al que pronto supo era su padre sobre aquel encuentro.
Sacó su teléfono móvil y les mostró el artículo en línea donde mencionaban la presentación y claro, a ella y sus amigas.

Era inevitable preguntarse qué tanto de esa conversación que había tenido con los LeGrand sobre la Copa realmente tenía que ver con el hotel como inversión y que tanto con Vanessa encantada de conocer a alguien tan bello como él.

- ¿Así que lograste interesar a LeGrand?- preguntaba Novak.
Sí, aunque tal vez no al correcto, pensó el otro.

- Y… ¿qué hay de la Megan Turpel? Ella parecía entusiasmada también.
Era extraño que él mismo la mencionara. La imagen de sus labios rojos sonriéndole a Daniel fue lo primero que le vino a la mente. Seguramente en la intimidad su apretado peinado no lo era tanto.

- ¿Te parece? Quizá debería comunicarme con ella- decía pensativo su amigo- Y por
  cierto, el abogado de Joseph mencionó la participación de su cliente en el asunto del
  casino, supongo que son buenas noticias para ti.

Novak se sintió desconcertado y prendió su computadora de inmediato.
- ¿Tan pronto?- susurró el otro.

- ¿Estás en la oficina?- escuchó le preguntaba- ¿Cómo es que no estás al tanto?

- Dame un segundo…

Ahí estaba. Era un correo que afirmaba el financiamiento del casino Rá por parte de LeGrand, quien devolvía los contratos ya firmados.
Y ahí estaban los demás… Turpel. El banco con Stiktz y Vermeulen como clientes,
Gilles, De Villet….

- Yoon también- murmuró.
El esquivo Peter Yoon daba una respuesta que incluso podría calificar tratándose de él como entusiasta.
La confirmación de Tomas Saether aún no llegaba, pero eso se podía considerar casi una victoria.

- No puedo creerlo… ¡sólo falta una firma!

Baladi lo captó enseguida.
- Estás a  nada de cerrar la parte financiera del proyecto. ¡Eso es grandioso, Kyan!

- Sí… yo… no sabía si iba a lograrlo. He estado batallando con esto durante meses.

¡Realmente meses!

- Lo sé. ¿Quién es quién ha tenido que escuchar todo el drama?
  Tengo una idea, estoy seguro de que tus dos esquivos inversionistas se comunicarán con
  buenas noticias pronto y será momento de celebrar. ¿Qué dices? ¿Vienes conmigo a la
  Copa?   Obviamente arreglaré el asunto de los gastos y de cualquier modo tengo
  entradas para todo lo que pasará. Será genial y me encantaría tu compañía para no
  volverme loco.

Ese entusiasmo desbocado era parte de la alegre personalidad del RP.
Seguramente si estuviera ahí le estaría besando en las mejillas.

- No, ni hablar, no puedo ausentarme una semana completa, no sólo se trata de Año
  Nuevo y sabes que la carga de trabajo no sólo se reanuda sino se intensifica los primeros
  días del enero.

- Toma vacaciones entonces, no aprovechaste el año pasado y aún tienes muchos días
  pendientes y a decir verdad… nada malo te haría tomarte un descanso después del estrés
  en el que te he visto.

Ese “estrés” no sólo era el casino, era su arquitecto mismo.

- No pediré vacaciones para ir a Catania, no tengo el menor interés en el tenis.

- No lo hagas por eso, hazlo por mí- pidió Baladi.

Kyan golpeaba con su pluma la orilla de su escritorio.
Sí, era totalmente un chantaje, pero lo cierto es que en los últimos días había sido nada salvo un amigo horrible. El publirrelacionista hacia un esfuerzo siempre para mantenerse cerca y Kyan, en su oposición a cambiar sus costumbres, no solía corresponder a ese interés hasta que era demasiado tarde.

- Lo pensaré, ¿sí?

- Aparentemente tendré que pedirle a la señorita Gilson que te arranque de tu oficina.

La siguiente línea fue una despedida.

En cuanto la comunicación se cortó, el silencio regresó para reclamar su territorio.
Kyan miró su reloj, la hora de comer estaba por terminar.
De alguna manera se alegraba de que el ruido fuera a volver.
Comenzaba a sentirse… extrañamente solo.




Continuará...

 

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