Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AFFAIR por malchan

[Reviews - 1220]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

FELIZ INICIO DEL 2015!
Que todos sus sueños (perversos o no) se hagan realidad!

Aprovecho este espacio para agradecer mucho a quienes leen Affair, prometo seguir escribiendo mucho misterio, hot lemon, drama existencial obscuro y claro, una que otra cursilería yaoiesca.

El siguiente capi surgió misntras viajaba y aunque obviamente tiene una continuación, hasta aqui he llegado. Tendré que esperar
a que mis musas vuelvan a susurrar a mis oídos.

Y sin más demora, disfruten el primer capi del año! ;)

 


El auto se detuvo frente a las puertas del hogar del arquitecto. Si, se trataba de un castillo, un maldito castillo.

Había olvidado por un momento del lugar donde ese guallen vivía. La mañana siguiente a haberlo conocido había atestiguado lo alejado de la civilización que ese lugar le hacía estar, pues habiendo declinado el ofrecimiento del chofer de Daniel de llevarlo de regreso a la ciudad había tenido que caminar lo que había parecido una eternidad, completamente miserable con la resaca del alcohol y sus malas decisiones.

Aún le parecía ridículo que hubiera gente viviendo en lugares así en pleno siglo XXI.

El trayecto había sido reinado por un prudente silencio. Kyan había optado por enmudecer su rabia y miraba por la ventanilla sumido en sus obscuros pensamientos. No ignoraba intencionalmente a su acompañante pero lo cierto es que tampoco él le había dirigido la palabra, dejándole a solas consigo mismo.

El taxista, en el cual en verdad no había reparado hasta ese momento dijo con hastío la cifra a pagar: Ciento cuarenta euros.
Una abominación.

Daniel sin inmutarse buscó su cartera, pero Novak lo detuvo diciendo algo finalmente.
- No, siquiera lo pienses- amenazó, mientras sacaba su tarjeta.

El portugués no lo aceptó.
- No, de ninguna manera, ha sido mi elección aguardar todo ese tiempo, no la tuya.

- No tienes que ser un caballero, ya te dije que no soy una damisela.
  Y esta no es una cita, ¿o sí?

- ¿Qué si lo fuera?- pareció retarlo el otro, como si le molestara lo que acababa de decir.
Al parecer no era del todo cierto eso de que sólo se trataba de una cena navideña de un par de marginados.

- Entonces el taxi me cobrará ciento cincuenta y cinco euros por llevarme de vuelta a mi
  casa- contestó el financiero, muy muy serio.

Lascurain exhaló frustradamente.
Pagar esa cantidad no debía significar nada para él, pero no permitirle hacerlo seguramente estaba hiriendo su orgullo de hombre rico.

- ¿Estarías dispuesto a que pagara la mitad, entonces, Kyan?

Aceptó, para fastidio del conductor que tuvo que hacer dos transacciones en la terminal POS. Seguramente el taxista moría de ganas de deshacerse de aquellos tipos tan desesperantes y el castaño se compadeció de él por tener que soportar aquel drama la noche de navidad.


- - - - - -



Entrar en esa mansión fue como regresar en sus recuerdos.
Las diferencias eran bastante obvias, él no estaba ahogado de alcohol y no había ido hasta ahí para follar con un atractivo desconocido.

Aunque Daniel seguía para su pesar siendo un hombre muy apuesto, distaba mucho de ahora ser un amante anónimo.

Para alguien normal, el hecho de conocer mejor a la persona por la cual hubiera atracción significaría sentir mucha mayor confianza al tener sexo con ella (después de consecuentes salidas juntos por supuesto) y no al revés. Y era en esas ocasiones en que Kyan se sentía como una gran puta.

- ¿De qué te ríes?- preguntó su anfitrión.

¿Se estaba riendo?

- He de estar perdiendo la cordura, eso es todo- contestó mientras entraba.

El calor del lugar le dio la bienvenida.
En sus cinco sentidos parecía aún más impresionante que en sus afectadas memorias.
Aquel era un castillo renovado y con tintes modernistas contrastantes. Obviamente la obra de un arquitecto de renombre.

Comenzó a vagar, y sus pasos lo llevaron al impresionante cuadro estilo Art Nouveau de Alphonse Mucha que había visto la primera vez. Recordaba que se había detenido a mirar aquella perfección.

Se había sentido atraído a ese lugar y a ese hombre casi de inmediato.
¿Cómo no hacerlo?
Ese moreno de ojos claros enfundado en un perfecto traje Tom Ford. Ese mismo portugués que tenía enfrente.
Parecía que había pasado mucho tiempo de eso, lo cierto es que no era así.

- ¿En qué momento de tu vida decidiste que querías vivir en un castillo y hacer en él tus
  oficinas?

- Desde siempre. Este lugar pertenece a los Lascurain desde hace apenas dos
  generaciones, mi abuelo lo adquirió cuando se retiró, él era un inmigrante que llegó a
  laborar en la construcción, trabajó arduamente desde que era apenas un niño y tuvo la
  sabiduría de saber lo que quería en la vida y cómo obtenerlo. Al final de sus treintas ya
  ya tenía su propia constructora y para sus cincuentas era un empresario por completo.
  Mi padre a su vez, no carecía de visión ni ambición y expandió exitosamente el negocio
  a otros países; Reino Unido, Francia y Alemania. Cuando llegó mi turno, creé LD como
  corporativo, integrando geo tecnología y diseño de avanzada a cada uno de los
  proyectos y expandí operaciones a Holanda, Suiza y Dinamarca, pero… honestamente
  siento que estoy a mucho de poder alcanzarlos.

  Este lugar representa todo para mí, así que cuando regresé, decidí renovarlo hasta el
  más ínfimo detalle. Me pareció que alojar justo aquí a la compañía que mi abuelo  
  creó era un homenaje a su labor, a la inspiración que fue para mí. Estoy seguro que le
  hubiera gustado la idea.


Esa charla de pronto resultaba agradable. Seguramente porque alejaba la conversación de ellos dos. Así que la alentó.

- Dijiste que tu padre se había retirado a Marruecos.

Una sonrisa brilló en los labios de Daniel.
Una inquietantemente encantadora.

- Me alegra que lo recuerdes.

- No tiene mucho que me lo dijiste- le restó importancia.

- Sí, su excusa es que yo estaba lo suficientemente preparado para tomar su lugar. Si me
  lo preguntas, es un voto de confianza increíble y una presión increíble también.

Seguramente lo era.

Kyan avanzó tras el arquitecto y eso le hizo darse cuenta también que la primera vez que había estado ahí había tenido problemas para caminar en línea recta.
Seguramente había hecho un tonto de sí mismo con su borrachera.

¿Se había tropezado en el escalón por el que ahora bajaba?
Que papel de idiota habría hecho aquella vez.

Lascurain era un buen anfitrión, pero Novak no se sentía un buen invitado, lo cierto es que en aquella ocasión nada le habían importado los modales; había sido llevado hasta ahí con el objetivo de ser tomado, después de conocerse en el Zaphyr y haber sido provocado por él.

No había tenido nada en la cabeza más que el sexo con ese íncubo de ojos transparentes que lo llevaba a un lugar donde no existía nada más que el placer.

Se sintió fuera de lugar con sus pensamientos, era una suerte que el otro caminara enfrente para no tener que mirarlo.

Apretó las manos, pero éstas le recordaron que no podría depositar en ellas su nerviosismo. Las movió un poco, sentía la carne cicatrizando y comenzaba a tener comezón que seguramente iría empeorando.

Cruzaron el recibidor y las largas escaleras que conducían a los pisos de arriba terminaban en una puerta de cristal que rompía el tradicionalismo de lo antiguo. Era algo completamente intencional ese contraste medido hasta la perfección. Después de todo, el guallen era un diseñador de espacios, no un mero constructor como su respetable abuelo, lo que él había creado ahí estaba impregnado de una sofisticación que no podía ser accidente.

Llegaron a una estancia muy lujosa. Un sillón cubierto de piel blanca de cordero les dio la bienvenida, un mullido y vasto tapete café negro era la superficie perfecta para el frente de una chimenea de acero estilo industrial. Daniel la prendió en un panel de mando en la pared y le ofreció asiento.

Se sentía rodeado de puro lujo.

- Esta noche estamos solos. Como te había comentado antes, he dado el día de hoy al
  servicio y no hay nadie más. Iré a calentar la cena, ¿te gustaría tomar algo mientras
  aguardas?- su voz se volvía tersa- No demoraré, pero hará más corta la espera.

Los modales de Daniel eran impecables cuando quería.
Era casi morboso saber que podía ser mucho menos correcto cuando estaban en posición horizontal.

- Te acompañaré. No tienes que servirme.
- ¿A la cocina?- pareció no haber esperado aquello.

Una cena frente a la chimenea sonaba como un error.

- Sí, compláceme- lo provocó, a sabiendas de que no recibiría un no como respuesta.
Además, no quería quedarse solo en un lugar tan enorme y solitario.
No esa noche.
Si había accedido a ir ahí era porque no deseaba estar con sus pensamientos.

Bajaron de nivel por una escalera de caracol de piedra, cuya iluminación, como todas las demás estancias se activaba con el movimiento.

La cocina era también deslumbrante por su tamaño y por su planeamiento.
Imaginarse el estilo original requería de un ejercicio de imaginación, pues salvo los espacios y la distribución, no había rastros de la época en que había sido construido inicialmente, únicamente las paredes aunque renovadas parecían ser las auténticas.

Aunque seguramente destinada para el personal, esa cocina era elegante y sin duda eso quería decir que el dueño debía pasar algún tiempo ahí también.

- ¿Tienes cocinero?- preguntó siguiendo con esa idea.

- Sí, en el día hay mucha gente aquí. Como te habrás dado cuenta tengo la planta baja
  llena de gente una buena parte del día, el staff prepara desayuno y almuerzo para
  todos los empleados de LD entre semana. Edite, la esposa de Viriato, a quien ya
  conoces, es la cozinheira y es grandiosa, deberías comer aquí en alguna ocasión.

- ¿Qué no estoy a punto de hacerlo?

Esa contestación pareció agradarle a su anfitrión que se movía con facilidad por aquel espacio, sacando ollas, platos y copas con familiaridad. Sonreía ligeramente como queriendo no hacerlo.

- Bueno, la verdad es que esta cena la he preparado yo, espero no decepcionarte.

Eso era una sorpresa.
Había asumido que la cocinera de la que presumía habría preparado un espléndido menú para deslumbrarlo, ¿qué no era esa una de las ventajas de ser millonario?

Lo vio servir una sopa y tuvo que admitir que olía deliciosamente a mariscos.
Su estómago que no había dejado de insistir en ser satisfecho, ahora rugió furioso.

Daniel no hizo ningún comentario al respecto, pero de haber querido, no hubiera sido difícil bromear a sus costillas. Él lo hubiera hecho.

- ¿Me permites servirlo en el comedor o prefieres darle informalidad y comerlo aquí
  mismo?

Una cena en un comedor… también sonaba como una cita.
Así que eligió la segunda opción.
La sonrisa de Daniel le dio a entender que había esperado esa respuesta.

- Empieza a comer por favor, te acompañaré enseguida.

- Eso no sería educado- admitió.

- ¿Kyan Novak preocupándose por ser correcto?- Bueno, esta vez admitiría que eso era
  gracioso- Normalmente agradecería el gesto, pero esta vez te ruego que comiences, me
  gustaría que regresara un poco el color a tu rostro.

Kyan se preguntó si acaso estaba tan pálido.
Decidió darle gusto a Lascurain y a sus tripas, después de todo, no quería escuchar el gruñido de su cuerpo otra vez.

El sabor a mejillones llenó su boca. Nunca había probado una sopa así.
Admitió en voz alta que estaba realmente muy buena y el otro lo agradeció mientras calentaba lo que parecían langostinos. Una flama azul saltó de la sartén.

¿Qué diablos estaba cocinando allá en el otro extremo de la enorme cocina?

- Se le llama sopa típica- dijo el nombre en su lengua materna, pero luego lo tradujo al
  luxemburgués.

Novak había escuchado portugués infinidad de veces, pero en la voz profunda de Daniel de pronto tomaba cierta musicalidad, era menos gutural que el luxemburgués, más melodioso.

- No un plato navideño ni nada por el estilo pero es mi favorita- continuó, casi como si le
  avergonzara esa aclaración- Me encanta la comida del mar, supongo que me recuerda a
  mis años en Porto.

- Tu luxemburgués es bastante bueno.

- Mi infancia la viví aquí. Mi padre hablaba español, alemán y mal luxemburgués en casa
  todo el tiempo, cambiaba de un idioma a otro como si nada y mi madre hacia lo mismo
  con el francés y el portugués.
  Siempre fui a escuelas internacionales, así que aunque tomara clases en inglés, mis
  maestros se quejaban de que no había quien me entendiera cuando era un pequeño.

Kyan aprovechó esa plática unilateral para terminar la sopa.
Era una lástima que su hambre le impidiera disfrutar de la manera en que un plato así requería.

Mientras unos enormes langostinos bañados en una crema color marrón le eran servidos, un dejo a vino llenó el ambiente con su aroma.

- Déjame adivinar, ¿Oporto?

- Precisamente- parecía feliz de escucharlo atinar- decidí dejarlos sin flamear hasta que
  estuvieras aquí para que la evaporación de recalentarlos no modificara su sabor, espero
  los disfrutes.

Novak no tenía idea de lo que eso quería decir, pero comenzó a saborearlos y comprobó que aquello estaba delicioso.

- Para mí que te has tomado demasiadas molestias.

Ahora le servía un vaso de agua con hielos.
- Parecerá una elección extraña, pero te aseguro que el agua es lo que mejor le va a las
  gambas preparadas así.

- ¿Podrías sentarte a comer por favor? Me haces sentir incómodo.

El guallen puso entonces su plato enfrente y tomó asiento.
Supuso que estaba siendo educado al saltarse la sopa para estar en el mismo tiempo que él. Debería haber apreciado el detalle, pero cosas como esas parecían tan innecesarias.

Mientras los dos comían, una pregunta se formaba en Kyan.
Era inevitable hacer comparaciones, ya alguna vez había salido con alguien de clase muy acomodada, sin embargo Lascurain parecía comportarse de un modo mucho más accesible que el caprichoso Rick. El portugués tenía más edad claro, pero provenía al igual que Ricard, de una familia latina.
Pero, ¿en qué otras cosas diferían?

- Qué expresión tan severa tienes- observó casi como recriminación su chef.

- ¿Puedo preguntarte algo personal, Daniel?
Iba a adentrarse en un terreno delicado.

- Sabes que sí.

- Es algo muy personal.

El otro parecía curioso de aquella doble advertencia.
- Pregunta lo que sea, lo responderé.

- ¿Eres abiertamente homosexual?

Pareció tomarse un momento para contestar.
Novak sabía que eso no era un tema para tratar en una cena, pero alguna parte de si deseó saber si existía la mínima posibilidad volver a sentir el rechazo que había sentido en un pasado tan doloroso.

No existía punto de comparación en eso, claro está, el arquitecto no era su pareja, aun así… necesitaba saber esa respuesta.

- En realidad no me veo a mi mismo como homosexual, no del todo por lo menos.
  Me gustan las mujeres, y a decir verdad nunca he tenido una relación con un hombre
  que no sea algo sexual.

Kyan detuvo su masticar por completo, sin percatarse de la intensidad que ahora cobraba su mirada color miel, pero Daniel sí, por lo que no tardó en completar su idea.

- Pero el hecho de que me agrade el olor que sólo tienen los hombres, la forma de sus
  cuerpos y cada una de sus partes, me descarta de ser heterosexual, ¿no crees?

“Nunca te tenido una relación con un hombre que no sea sexual” decía.
¿Qué tenía de sexual una cena formalmente hablando en su propia casa?
¿Acaso eso era una preámbulo de lujo para un acostón?

- ¿Novak?

Si lo que Lascurain decía era cierto, sólo provocaba más dudas respecto a lo que pasaba ahí, en ese momento, entre los dos.

“Eres bisexual… claro que eres bisexual” pensó.
No es como si pudiera olvidar a la morena de las perlas.

Pero no podía empatizar con eso. Él jamás he sentido verdadera atracción hacia una
mujer, resultaba un tanto chocante toparse con alguien que gustara de ambos sexos.

Y por la manera animal en que Daniel lo había tomado todas las veces anteriores, de alguna manera en su cerebro estaba convencido de que a él le gustaban los varones… nada más.

El recuerdo del placer que podían darse sus cuerpos le hizo sentir la garganta seca.

- ¿Kyan?
Llevaba demasiado tiempo en sus pensamientos.

- No has contestado a mi pregunta, Daniel- observó.

El moreno jugueteaba con su comida, pero se detuvo para verlo mientras decía:
- Nunca he ocultado quien soy.

Esa declaración era contundente. Tanto, que sintió rabia.
Si tan sólo Rick alguna vez hubiera pronunciado esas palabras…
Apretó los dientes, comprendiendo las abismales diferencias entre ellos.

- Mi madre nunca tuvo un problema con eso, ella pertenece a un mundo en que esas
  cosas no tienen mucha importancia. Y mi padre… bueno él definitivamente preferiría   
  que no fuera así, pero nunca se opuso a que tuviera amantes varones. Si algún día lo
  conocieras, te aseguro que le agradarías.

Eso prendió todas sus alertas.
¿Conocer a su padre, decía?
Decidió creer que lo decía por decirlo.

- Ya veo- fue todo lo que pudo contestar e imitándolo tomó un sorbo de agua para
  humedecerse la garganta.

Su plato estaba vacío. Lamentó eso pero no pediría más.
El guallen pareció adivinar sus pensamientos y le ofreció otra porción.

- No, gracias.
- Nadie lo comerá y en realidad no queda mucho, por favor…

Dudó por un segundo. Esa noche definitivamente estaba bajando la guardia, pero Lascurain había cumplido su promesa al no hacer ningún movimiento del que tuviera que tener cuidado. De hecho era la primera vez que se sentía completamente cómodo a su lado.

- En ese caso…

- Me alegro que te haya gustado- le dijo animado mientras servía dos langostinos más.
  Estaban realmente suculentos y no tardaría nada en terminarlos- ¿Te parece si vamos a
  la chimenea después?

- ¿Vas a intentar algo en un entorno romántico?

Esta vez lo decía de broma, esperaba que lo entendiera así y el otro no se apresurara a justificarse, y no lo hizo.

- Quizá sólo te desnude, pero no sería nada romántico- jugó de vuelta.

- Sí, ya me quedó claro que te gustan las partes masculinas, es una forma sin duda
  elegante de decir que te excitan los penes- observó Novak, ácida y descaradamente.

Daniel soltó una carcajada que lo demoró en llegar al enfriador de vinos del otro lado de la cocina, su risa en ese amplio espacio tuvo un eco.

Era un sonido agradable y hasta él tuvo que admitirlo.
¿Era la primera vez que lo oía reír así?

- ¡Vaya! Supongo que es otra forma de decirlo.
  Me alegra contar con tu voz para satirizar lo que digo- bromeó también- ¿tu aguda
  lengua apetece un poco de vino blanco?

El financiero sonreía también con cinismo.
- Sólo si es ridículamente lujoso.

- Por supuesto que lo es, ¿no soy ridículamente millonario?- volvió a mofarse.
Quizás estaba abusando de su suerte.

- He conocido a gente más pudiente que tú, ¿sabes?

- Lamento decir que eso no lastima mi ego- declaró entretenido mientras abría la botella,
  la cual destapada, le pasó para que la viera mientras dejaba al líquido respirar un poco-
  es un Château d’Yquem, aunque desentona con el tema al ser francés, es realmente
  increíble, así que haremos una excepción- le sirvió una copa y después una para él
  mismo- ciertamente es costoso, pero más allá de eso… es realmente exquisito y
  en eso radica su lujo.

Kyan la cató tan bien como pudo, lo cierto es que sentía que quizá debería hacerle más ceremonia. Daniel hizo lo propio.

Sorbió el líquido y lo encontró inesperadamente dulce.

- ¿Me acompañas a las chimenea entonces?

El castaño lo miró un segundo antes de decidir, tal vez estaba bajando demasiado sus defensas. Quizás era demasiado tarde para decir que no.
Aunque… no es que quisiera hacerlo.

Su corazón herido se negaba a sentirse solitario y Daniel estaba siendo inesperadamente encantador. Cualquier otro día, en cualquier otra circunstancia, se dijo, todo esto prendería sus alarmas, pero ciertamente… era Navidad.
Y había tenido un día horrible.

Ya antes ese hombre de traje le había hecho olvidar su dolor y ahora volvía a asegurarle  hacerlo.
Y supo que como la primera vez, cumpliría su promesa. Así que accedió a acompañarlo.

Su corazón latía a un ritmo anormal.
Tenía que ser ansiedad, incertidumbre, temor.
Porque… ¿qué otra cosa podría estarlo agitando así?




Continuará...

 

 

.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).