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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Tardé en actualizar porque me debatía mucho entre si publicar este capítulo o no.

Escribir es un proceso extraño, cuando solía hacerlo únicamente para mí misma me daba la libertad de ser reiterativa y escribir absolutamente todo lo que se me antojaba, pero el publicar cambia las cosas. No quiero ser repetitiva, me exijo que lo que plasmo en letras tenga un mínimo de sentido!

Este capítulo no siento que sea indispensable e incluso fastidia el halo mágico que se creó en entre Kyan y Daniel... pero no puedo resistirlo! Creo que una línea que describa lo que pasa entre ellos a un nivel tan íntimo, no puedo obviarla.

Así que al final, decidí publicar lo que sigue. Espero no sea la decisión equivocada.

 


Volver al mundo envuelto en los brazos de Kyan fue prolongar el paraíso un segundo más.

Con lo que quedaba del dominio sobre si, Daniel lo envolvió con los brazos para  depositarlo en la cama, luchando contra el agotamiento. Pero su amante no disminuía la intensidad con que lo sujetaba a su vez, ni siquiera cuando el otro lo hubo soltado.

Podía escucharlo jadear, luchando por volver a la realidad. Apretándolo contra su cuerpo con fuerza.
Su corazón dio un giro dentro de su tórax, eso que Novak hacía no era un abrazo… parecía más un momento de posesión.

¿Debía preocuparse por eso?

Pero Lascurain mismo se encontraba en un lugar extraño. El sexo que habían tenido había sido inexorablemente intenso.
Quizá se habían excedido esa vez.

Lo miró a los ojos.
Kyan parecía estar pensando en eso mismo. Esa íntima cercanía en ese momento de parte de ambos los dejó en completo silencio. Se habían poseído de una manera más allá de lo físico, o al menos, a Daniel así le parecía.

Quedaron así un segundo. Dos. Dios sabe cuánto más.

El asesor pareció abrumado, así que no le sorprendió cuando fue soltado, habiendo comprendido lo absurdo de sus acciones.

Y el moreno luchó por no tirarse sobre su cuerpo. Durante casi un minuto sólo fueron jadeos que poco lograban hacerlos regresar a la normalidad.

¿Lo dejaría besarlo ahora que habían terminado?
No quiso tentar su suerte.

Finalmente a la habitación llegaba un poco de paz.
Estaban extenuados.

Disfrutó los remanentes de aquella dicha antes de que se desvanecieran por completo, si Novak fuera verdaderamente su amor seguiría besándolo hasta dormirse, negándose a dejar de tocarlo. Pero no podía hacerlo, porque sabía perfectamente que no estaban en la misma página.

- Kyan... -lo llamó mirándolo a los ojos sin darse cuenta con la profundidad con que lo
  hacía.

- ¿Si?
- Voy a echarte de menos cada segundo que pase lejos de ti.

Sabía que debía contenerse. Que frases así lo disgustarían, pero no podía frenarse.
No podía no verbalizar la fascinación irremediable que ese hombre había despertado en él desde el día uno y que no hacia otra cosa más que intensificarse.

Tal como lo esperaba, él pareció incomodarse.
- A veces… eres odiosamente melifluo, espero… que estés enterado- decía aun
  jadeando un poco. Aunque sonaba como un insulto, lo decía con una sonrisa torcida en
  sus labios hinchados de ser besados.

Sus cuerpos comenzaban a enfriarse, al igual que sus cabezas…
Y el portugués comenzó a temer que pasaría después.
Porque no poseía a Kyan en absoluto.
Porque tenía miedo de volverse a enfrentar a una pared de hielo.

El calor de su éxtasis fue extinguiéndose… el sudor de su piel comenzaba a obrar sus efectos y comenzó a sentir un poco de frío. Se giró sobre la cama y los cubrió a ambos bajo las cobijas.

No esperaba acurrucarse a su lado, pero si se acercó a él. Era imposible no hacerlo.

Acababa de tener el mejor sexo de su vida. Era ridículo ponerlo de otra forma.
Estaba enamorado de esa persona y acababa de hacer el amor con él.
Pero no podía obviar su inseguridad, la posibilidad que sólo él estuviera sintiendo eso.

Kyan se recuperaba todavía de aquello, y aunque había estado dentro de su cuerpo hacía tan poco, sus pensamientos parecían haberlo llevado lejos. Pronto supo el por qué.

- Daniel, cuando te besé en el elevador…
No supo lo que iba a decir, pero el aire se llenó con su expectativa.

El castaño parecía no hallar las palabras, el huracán de aquel frenesí finalmente se había extinguido.

- ¿Si? ¿Qué hay con eso?
Su expectativa rozó en la ansiedad y el arquitecto se obligó a relajarse.

- Me dijiste que a veces… mi mirada cambiaba porque pienso en él.
  No te referías a Enzo, ¿verdad?

Al parecer no era el único dispuesto a ser un tanto inapropiado.
Era una pregunta directa así que contestaría sin rodeos.
¿No estaban cada uno de ellos metidos hasta el fondo en eso?

- No. Me refería a Rick, ¿no es así como se llama?

No había esperado que Novak contuviera la respiración, pero había de pronto tanto silencio que pudo notarlo.
El asesor parecía afectado por una simple mención. Su expresión parecía inundarse de un dolor que luchó de inmediato por contener.
Rick… aquel que lo había llevado a las lágrimas esa vez.

Kyan se giraba para verlo esta vez. Y esta vez también con profundidad.
Había visto ya demasiada tristeza en su mirada esa noche, ¿qué de verdad no existía nada que hacer para ahuyentarla?

- ¿Cómo sabes su nombre?

Tuvo que recordarle.
- Lo dijiste la noche en que nos conocimos. En el Zaphyr, ¿recuerdas?

- ¿Dije… su nombre?
Su voz sonaba herida.

Daniel suspiró. Acercándose más a él.
Sus cuerpos aún estaban tibios, los efectos de aquel sexo parecían bajar las defensas de su amante por el momento.

- No es de mi incumbencia en realidad. Y no tienes que explicarme nada.
  Ciertamente, para alguien tan reservado como tú, has dicho suficiente de ti hoy.
  Además, no pensaste en él mientras lo hacíamos esta vez- susurró- eso es algo bueno.

Sintió aquellas manos heridas deteniéndolo por el pecho para impedirle acercarse más.
Tuvo la impresión de que su vista color miel estaba fijada en un punto impreciso con el único objetivo de evitar cualquier contacto visual.
Todos sus músculos parecían endurecidos nuevamente.

¿Lo había molestado?
“Fuiste tú el que me preguntó” deseó decir.

- Creo… que tú pensaste en tu propio Rick esta noche… por un instante. Pude verlo-
  Eso le hizo contener el aliento- Y ahora entiendo a que te referías- completó.

No supo cómo reaccionar a eso.
Él lo había notado. Había pensado en su esposa.
Quizá era algo enfermizo haberlo llevado a esa cama.

Había creído que podría exorcizar algunos de sus demonios con ese ritual y con esa persona, pero aquella plática estaba haciendo evidente que no estaba haciendo un buen trabajo olvidándola.

No quería tener una plática de ex amores, todo en ese charla sería algo que evitar. Ahora decir el nombre de Rick le molestaba pues se trataba de un idiota que se había ganado el corazón de Kyan y para no hacer otra cosa que romperlo.
¿Cómo no detestar ese nombre?

¿Se sentiría celoso Kyan, como él lo estaba cuando pensaba en “su Rick”?

No pudo evitar buscar en sus ojos miel algún indicio de esos sentimientos, aunque sabía que era absurdo hacerlo ya que en realidad no sabía hacia donde se dirigían sus pensamientos.

Novak se hacía impenetrable.
No se movía en absoluto, frío y firme sin dejarlo avanzar.
Fue una dolorosa decepción.

Por la expresión que habitaba en él, Daniel supo que estaba consternado.

- ¿Estás bien, Kyan?- susurró.

Deseó estrecharlo con la fuerza con la que él lo había hecho antes. Su sentido protector  pareció reclamar su lugar perdido.
Quizá… era verdad que algunas veces lo trataba como una mujer. Su deseo por complacerlo, por ser caballeroso con él, por llevarlo a ese lugar.

No podía engañarse, aquello era debido a ella.
Recordarla en ese momento era una pesadilla.
¿Y no había dicho que se concentraría en el efímero presente que existía con ese sujeto?
Al final… era lo único que parecía obtener de cualquier forma.

Y deseó dormir… estrechándolo entre sus brazos, porque la cama era para los amantes, para aquellos que habían jurado amor.

La idea supo graciosa, y a la vez patética para sí mismo.
Para él constituiría acurrucarse después de hacer el amor, para Kyan… ser sujetado incómodamente después de tener sexo.

Él no era ella.
Aunque por esa noche… en su mente… hubiera ocupado el papel de su pareja.

La falta de una respuesta, estaba mortificándolo.
- Espero que sepas que de verdad no busco molestarte, pero después de todo lo que ha
  pasado, sólo quisiera saber si de verdad estás bien.

Teniéndolo frente a él, Daniel podría ver como aquella persona con la que había estado esa noche, aquella que miraba a su interior y lo compartía… desaparecía.

El otro parecía aislarse en sus pensamientos, obscuro como lo había estado al inicio de la velada.
- Estoy bien- dijo secamente.

No había forma de que le creyera eso.
¿Por qué de pronto actuaba así?

- Me levanto en unas cuatro horas- dijo el moreno- necesito dormir, sólo quiero que sepas
  que…

Comprendía lo necio que seguir insistiendo en esa extraña fantasía.
“Él no es ella” se repitió varias veces en su cabeza.

No quiere que lo rescate.
No quiere estar conmigo.
No siente lo mismo que yo.

- Que me importas, mucho. Que lo que…

- No necesito escuchar esto- le interrumpió- ¿qué caso tiene?
  Acabas de decir que te levantas en unas horas, así que buenas noches.

Se giró sobre la cama, dándole la espalda.
Y así terminaba cualquier diálogo.

Pero Daniel, atónito ante esa reacción, no pudo dejarlo pasar.

- No lo comprendo, ¿de pronto no confías en mí? Acabamos de tener un buen rato…

No,  “un buen rato” era una descripción bastante deficiente.
- Acabamos de…

  Hacer el amor.
- Tener buen sexo- dijo en cambio.

El financiero no se giró a verlo.
- En serio, Daniel, ¿qué es lo que quieres de mí?
 ¿No podemos simplemente dormir? Me has dejado…  tan cansado.

Esa sería toda la respuesta que recibiría.

Lascurain decidió no insistir, tampoco es que pudiera hacer otra cosa ante tal respuesta.
Podría haberlo vuelto a besar, podría haber oprimido sus cuerpos uno contra el otro mientras el sueño llegaba. Pero Novak ponía nuevamente una barrera.
Era tan obvio que él no iba a abrirle más puertas.

Se puso de pie para apagar la luz.
Desnudo y dándole la espalda, se hizo consciente de su propia vulnerabilidad.

Ansiaba volver a esa cama, pero al mismo tiempo el constante rechazo comenzaba a desquiciarlo.

En esa “relación” estaba perdiendo los estribos.

¿Habría un límite en aquella intensidad?
¿Era de verdad capaz de controlarse?

Caminó de regreso, sintiendo la tensión en su cuerpo.
No podía verlo a la cara, ni seguir intentando acercarse. Lo odiaba un poco ahora por la forma en la que lastimaba su ego.

Suspiró hondamente.

A su lado estaba el hombre del que se había enamorado.
Sólo que él… no sentía lo mismo.
Pero por primera vez, en verdad le dolía sentirse rechazado.

Lo miró de nuevo. Kyan se había hecho un ovillo, su respiración era ligera y supo que seguía despierto.
-
Bien podía ponerse atrás de él y rodearlo con sus brazos, dejar de pensar en lo que el luxemburgués quisiera y enfocarse en lo que él mismo deseaba. El asesor protestaría, pero a menos que quisiera ponerse violento, sería absurdo forcejear.
Y después de algunos minutos lo tendría como quería.

Deseaba hacerlo. Deseaba hacerlo tanto.
Lo había poseído con desenfreno hacía apenas unos minutos, se había pronunciado dueño de ese cincelado cuerpo… ¿no era absurdo que no pudiera seguir reclamándolo?

Pero no podía hacerlo. No quería obligarlo.
Porque aunque la idea de sujetarlo era irresistible, lo que en verdad quería era lo contrario, que Kyan Novak quisiera estar en sus brazos.
Cerró sus ojos. No tenía caso torturarse así.

Su sentido de posesión no debía provenir sólo del embelesamiento que ese hombre despertaba. Era un sentimiento más profundo… más obscuro.
Tan denso.

Él sabía perfectamente lo que significaba haberlo llevado a su cama, un lugar tan inherentemente privado. Y quizá sus implicaciones tenían tintes más perversos que poseerlo en un lugar común.

Quería que el olor de Key se quedara ahí. Quería imprimir esa imagen poderosa de él llegando al orgasmo en esa cama.

Porque quería tenerlo, sí, pero también porque desesperadamente ansiaba romper otra clase de promesa. Una que no le había hecho precisamente a él.

Si el nombre de Rick arrastraba a ese hombre a la miseria... él también tenía uno, tal como Kyan había supuesto.

¿Qué diría ella si pudiera verlo ahora?
¿Cuál sería la mirada que le dedicaría?

“Lo siento” le dijo mentalmente a alguien que no estaba en esa habitación, y se disculpaba aun a sabiendas de que lo había hecho deliberadamente.

Sin darse cuenta, una lágrima escapó se su rostro, pero afortunadamente su cansancio… hizo correr el telón de ese largo día.

Sin importar lo que ocurriera dentro o fuera de su cabeza… dormía junto a Novak.
Eso debería ser suficiente motivo de satisfacción.

Se dijo a sí mismo que en vez de mortificarse por un futuro, disfrutaría de aquella pequeña victoria, sin pensar en nada más.
Aunque fuera sólo por esa noche.

Pero aquel era un consuelo que sabía perfectamente… le duraría muy poco.
De pronto aquella pared de hielo se hacía más fuerte que nunca.



Continuará...

 


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