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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Estoy super feliz por que esta vez los comentarios han llegado muy pronto! (extrañamente más rápidos y abundantes que el lemon mismo), de verdad no tengo palabras para agradecerles esto, sobre todo en una semana que ha sido muy dura para mí.

Debido a eso he acelerado mis dedos y héme aqui actualizando 3 días después de la última subida. Para aquellos que no creen en que los reviews dan de comer a las musas...

Gracias!

 



Después de lo que pareció una eternidad de salir del castillo Lascurain, finalmente entraba de vuelta a su departamento, todo ese tiempo había rumiado como un veneno el engaño del portugués, sentido todo tipo de sentimientos negativos hacia éste y hacia él mismo; odio, ira, decepción, vergüenza, tristeza… todo por haber sido tan ingenuo y estúpido como para haber visto todas las señales y haberlas obviado.
 
No sería “el otro” de nadie y menos cuando ese affair involucraba a una esposa y un hijo.
¡No querría tener que ver la cara de ese niño de rizos negros cuando le explicaran que su padre tenía un amante, un hombre con quien se acostaba en navidad en la cama de sus padres! ¡No quería ser ese monstruo arruinando esa fecha!

No. No volvería a ser la vergüenza de nadie. ¡El secreto sucio de nadie!
No más. No más.

Al abrir la puerta de su departamento, algo lo hizo detener la carrera frenética que se llevaba a cabo en su cerebro.
Un hombre estaba acostado por toda la longitud de su sofá, por un segundo no supo exactamente cómo reaccionar.
Una larga y tersa cortina de oro se esparcía por la superficie del sillón y tras ésta un ser de rostro precioso yacía dormido.

- Enzo- susurró sin creer que fuera cierto el verlo ahí.

Si, él tenía una llave de repuesto, pero no recordaba que la hubiera usado alguna vez sin que él lo supiese… salvo claro, en una época muy negra de su vida, en que había tenido que sacarlo de su propia tina y que no quería ni recordar.

Cerró la puerta ostentosamente, despertándolo.
En cuanto su amigo lo vio, tuvo la misma impresión de sorpresa que la chica del servicio que lo había pillado destrozando la habitación, pero en lugar de miedo, hubo preocupación.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó cansado.

El rubio estiró los brazos, activando su cuerpo un poco. Después, le mostró su celular en la mano.
- No contestabas y estabas volviéndome loco.

¿Cómo…?

Cayó en cuenta tras unos segundos…
Había dejado el teléfono abandonado en el sofá por correr como una colegiala detrás del arquitecto. Novak suspiró, sentándose a su lado.

Estaba aún furioso por lo que acaba de pasar, sin embargo tenía que cambiar el tono en que le hablaba a su amigo, él no tenía la culpa de su mal humor y además… lo había estado esperando en casa.

- Key… a veces tu aire de desamparo me provoca abrazarte.

Eso sonaba un poco triste.
El asesor se dio cuenta que aunque normalmente no le gustaba mucho el contacto físico, un abrazo no sonaba como una mala idea en ese momento.
Pero era demasiado vergonzoso pedirlo.

Sin embargo, no tuvo que hacerlo, el rubio lo arropó en sus brazos. Su cuerpo estaba caliente por haber recién despertado, su pelo su cabellera llevaba también su calidez y su aroma.

Kyan cerró los ojos, sintiendo como se diluía la adrenalina de su cuerpo finalmente.
Era Baladi quien lo había acercado a sí, quien hacía eso. Sus brazos eran un lugar seguro. Pudo relajarse completamente. Aun así… no se movió para abrazarlo de vuelta.

Suspiró largamente, buscando sacar todo su estrés. Lo increíblemente pasional que había sido, el hecho de destrozar el cuarto de Daniel podría calificarse como algo sociópata.
Lo que necesitaba era una ley de restricción… para sí mismo, pensó sarcástico.

Y verla después, ¡y ver a ese niño!
Había sido demasiado vergonzoso.
Se daba cuenta de sus actos, de lo irracional que se había actuado.

Si ella se enfureciera, bien podría mover sus contactos con Miller para despedirlo, para arruinar su carrera.

El rubio lo apretó contra su cuerpo.
Cerró los ojos con fuerza, buscando desesperadamente recuperar la cordura.

- Enzo… -susurró- no debiste esperarme, yo… soy un caos, estoy hecho un desastre.
  Lo siento mucho.

- ¿Tienes hambre?- preguntó el otro en cambio, ignorando sus palabras, minimizando esa
  sensación de incomodidad.

¿Tenía hambre? ¿Qué hora era?
- Muero de hambre- contestó.

Su amigo se separó de él, sus ojos color del océano le sonreían adorables y su mano le revolvió cariñosamente el pelo.

- Habrá que hacer algo al respecto, amico.
Y enseguida se puso de pie y fue a la cocina.

- No creo que tenga nada para comer, deberíamos salir- protestó viendo al otro abrir la
  nevera.

No es que quisiera regresar a la calle, no con ese frío de mierda pero era bochornoso no tener nada de comida para preparar algo. ¿Qué tipo de adulto era?

Pese a eso, Baladi comenzó a buscar.
- Eres imposible. Tienes que cocinar más, eso es todo. Siempre hay ingredientes en una
  cocina, incluso en la tuya.

Y así fue.
Comenzó a preparar un omelette con huevo y queso que tenía en el refrigerador. Había olvidado por completo que eso estaba ahí. Le echó también una salsa que tenía guardada en lo más recóndito de su alacena, rebajando lo ácido con una cucharada de miel.

Sabía que Enzo normalmente no cocinaba, aunque en realidad lo hiciera bien, mucho mejor que él por supuesto.

Su precioso amigo, entretenido en prepararle algo, no parecía interesado en interrogarlo. No de momento al menos.

Novak se ocupó de ponerle algo de música antes de desaparecer para ir a ducharse.
Necesitaba un tiempo fuera, se dijo a sí mismo que no iba a rumiar lo que acababa de pasar, no más.

Tenía que tranquilizarse. No pensaría más en los Lascurain.
No pensaría más en… Neru.

Tenía que apagar su mente. Cerró los ojos recibiendo el agua caliente en la cara, como ésta bajaba por su pecho, resbalaba por su vientre y escurría por su entrepierna, limpiándose del sexo con él.

Daniel había besado cada parte de su cuerpo la noche anterior… y ahora cada una de esas caricias eran como una maldición.

Como un necesario ritual purificador se lavó concienzudamente el cuerpo.

Y después quedó algunos minutos sentado recibiendo la lluvia de la regadera.
Momentos en que apagó la vorágine de sus propios pensamientos, de sus recriminaciones.

Todo iba a estar bien siempre y cuando tomara a partir de ese momento las decisiones adecuadas, no cometer más errores y hundir el pie más en el fango.

No podía hacer nada con el asunto de Neru Novak, pero si podía dejar de verse con un hombre casado. No era el fin del mundo, aunque costara tanto recuperar el control de sí mismo, su serenidad, su maldita entereza.

¿Qué le había hecho Daniel para hacerlo reaccionar así?

Debía retomar las riendas de su vida. No era momento para desmoronarse y ser débil.
El agua caliente lo consoló poco a poco, cobijándolo bajo su cortina.

No podía seguir golpeando paredes y destrozando habitaciones, era hora de parar.
Tenía que portarse como un hombre.

Cerró el agua de golpe y se secó el cuerpo vigorosamente, pese al dolor que tenía en las manos, las cuales lucían ahora más hinchadas y amoratadas.
Estaban sangrando otra vez, así que se apretó las heridas con toallas hasta que dejaron de hacerlo. Ya se las vendaría más tarde.

Cuando salió, el rubio ya tenía los platillos servidos en la mesa.
Con la toalla en la cintura fue a sentarse a su lado.

Supo que Baladi haría algún comentario provocador como a veces hacía, y obviamente lo hizo.
- Si me recibes así cuando te hago el desayuno, supongo que yo podría cocinar desnudo
  en correspondencia. Me gusta tu filosofía liberal.

- No lo dudo- bromeó de vuelta- Y no dudo que cocines desnudo normalmente.

- Con delantal en realidad, no querrás que el aceite hirviendo te caiga en el abdomen o
  peor aún… en algún otro lugar.

Tonto.
Había servido café también, tal como sabía que le gustaba, eso le dio un inesperado placer. Era justo lo que necesitaba.

Sorbió un expreso perfecto, sintiéndose agradecido de tener ahí a Baladi.

- ¿Puedo preguntar qué le pasó a tus manos? No lucen nada bien- inquiría.
Ya había tardado mucho en preguntar a decir verdad.

- Es una larga historia.

- Supongo que sí. Pero dado que es 26 y todo está muerto, tenemos tiempo, ¿no?
  No necesitas contarme nada que no quieras salvo eso.

Entre bocados le narró lo ocurrido en Liewensbam como si se tratara de una película, como si él yo de sus recuerdos fuera únicamente un personaje de aquella historia, un joven huérfano dolido. No Kyan Novak.

Y cuando llegó a la parte en la que siendo un imbécil golpeaba la pared, pudo sentir un poco de lástima por el tipo que en realidad no era nadie salvo él.
Su despersonalización no la usaría todavía en la parte en que destrozaba el espejo de Lascurain a patadas.

Inesperadamente, Baladi no lo interrumpió en ningún momento, pero su mirada verde con azul le decía que tenía razones para estar molesto.
Al terminar, también dio el último bocado de su desayuno.

El italiano bebía un poco de café y después tomó la palabra finalmente.

- Lo primero que tengo que decir, es que me parece una completa inmadurez de tu parte
  atreverte a lastimarte de esa manera, sin importar el motivo. Pudiste romperte las
  manos… podrías tenerlas rotas ahora mismo.

Aquella era la menor de sus preocupaciones, aunque no así al parecer las de su amigo.
El italiano lo tomó entonces de la mandíbula, obligándolo a verle al darse cuenta de que el castaño estaba restándole demasiado la importancia.

- No actúes como si no importara, Key.
- ¿No te parece que estás exagerando?
- No creo que te des cuenta realmente de lo mal que se ven.
- Me estás tratando como niño- replicó.

El rubio hizo un mohín de desacuerdo y decepción, que lucía odiosamente bien con su cara.
- Tendrá que ver con el hecho de que te estés comportando como uno.
 


- - - - -




Nadie más que él podía haber hecho que fuera al hospital en un 26 de diciembre. La sala de emergencias, tal como habría de esperarse, estaba llena.

Los dos hombres aguardaban sentados en la zona de espera de la clínica D´Eich por más de tres cuartos de hora. Quizá era sugestión provocada por Baladi, pero empezaba a sentir verdadero dolor en sus manos, cuando salió al frío, aún con guantes esta vez realmente comenzaron a molestarle.

Ahora comenzaban a verse peor, unos sedantes no le caerían mal.

El rubio no quitaba la vista de la recepción, atento al movimiento de las enfermeras. Era casi como ver un depredador en la sabana africana.

- Dame un segundo- le dijo, poniéndose de pie y caminando rumbo a admisión. Una
  joven enfermera acababa de entrar en turno.

La saludó y ella en seguida quedó encantada y atenta a lo que tuviera que decirle, él se presentó y comenzó a contarle la situación seguramente. No podía escuchar la conversación, pero sabía lo que estaba pasando, él usaba sus encantos con ella y lo peor del caso es que obraban como un conjuro mágico. La joven comenzó a ruborizarse y escucharlo interesada.

De pronto la joven miró al cubículo de enfermeras donde seguramente estaba su supervisora y comenzó a mover unos papeles.

Baladi miró a su amico, con una gran sonrisa. Un tanto cínica para su gusto.

El siguiente en ser llamado fue él, por supuesto.
El financiero le miraba reprobatoriamente, había gente en peores situaciones que él, como ese sujeto que no paraba de toser como si fuera a expulsar sus pulmones.

- Páselo a él primero- le dijo a la enfermera, que no esperaba eso.
Baladi suspiró.



- - - - -



Una fisura menor en un nudillo de la mano derecha. La izquierda con daños menores por el trauma, de milagro. Y claro, heridas que habían dejado prácticamente los huesos expuestos.

Le habían dado un buen cóctel de analgésicos que deberían dejarlo noqueado muy pronto.

Iban de regreso en el automóvil que el financiero había rentado para ir a Troisvierges. Escuchaban jazz que Baladi había puesto, era la primera vez que le oía algo como eso, el RP solía ser más del estilo indie. Esos acordes clásicos de guitarra acústica acompañados de saxofón eran completamente nuevos para él.

- ¿Desde cuándo escuchas jazz?

- Es sólo para distraerme de lo molesto que me has puesto, Key.

Lo decía como si fuera una guasa, pero él sabía que no era así.
Iba a tener que disculparse.

- Enzo… sé que he sido poco más que el peor amigo del mundo últimamente.
  Tú sabes que no es algo hacia tu persona y que no es que no confíe en ti… pero… no
  puedo evitarlo. A veces me cierro demasiado y excluyo sin darme cuenta a los que
  quiero de mi vida.

Neru.
No pudo evitar pensar en ella.
Se obligó a no hacerlo. No ese día.

- Y también es cierto que últimamente me avergüenzo de mis decisiones y es difícil
  contarlas.

El rubio tenía la vista puesta en el camino, alguien que no lo conociera no podría ver a través de esa cara de póquer,  pero él sabía que estaba algo dolido.

- Habla cuando quieras hacerlo, la cosa es que voy a estar contigo por si quieres platicarlo
  y también por si no quieres.
  Te echo de menos, Kyan, a quien eras antes.

Esa frase lo hizo sentirse realmente vacío, no debió controlar bien su expresión, porque el italiano tuvo que continuar.

- Además sabes que yo no voy a juzgarte. Y tú no deberías hacer lo mismo contigo tan
  duramente.

Normalmente le daría la razón, pero esta vez… en verdad había tenido un comportamiento censurable.
Había decidido no pensar más en el día anterior, ya resolvería lo que hubiera que resolver después. Eso implicaba tampoco analizar los hechos y contarlos.

Estaba demasiado desgastado emocionalmente como para hablar incluso con ese rubio.
Así que le tomaría la palabra.

- Conocí a Sylvane D´Oria ayer- cambiaba de tema el conductor- pensé que querrías
  saberlo.

Fue algo demasiado súbito.
Lo decía como si fuera lo más casual del mundo, pero lo hacía con una tono de voz que supo significaba algo.

No había querido contarle acerca de la noche en que habían abusado de la D´Oria, porque tendría que explicarle todo para justificar el haberla llevado a su departamento, bañado y metido a su cama.

Sentía una extraña vergüenza de sus actos, por eso no había podido comentarlos.
Además, sabía que todo aquello haría enojar al italiano.

Pero el otro parecía pensar en algo, su mirada puesta en el frente de pronto se sentía un poco ausente.
Kyan, que lo conocía más que nadie, supo que iba a decirle algo importante y aguardó.

- ¿Sabes, Kyan?- decía finalmente, tal como había esperado- Quizá debamos considerar
  la posibilidad de finalmente aceptar nuestros sentimientos el uno por el otro y hacer
  nuestra relación oficial. Creo que nos evitaría problemas- continuaba, esta vez el otro no
  supo si lo decía como broma.

- ¿Problemas como cuáles?

- La gente ya cree que somos amantes, Reiner ayer tuvo algo así como un arrebato
  posesivo, me alcanzó mientras me iba del Doubletree. Como estaba preocupado por ti,
  amico, malinterpretó este interés malsano que tengo por tu causa con otro tipo de
  sentimientos.

Como Daniel, pensó Novak, que también había tenido celos de Enzo al verlos juntos en los tragos de negocios en el Zaphyr.

Quizá a los ojos de cualquier persona, en realidad parecía que hubiera algo entre ellos.
“Hermanos incestuosos” había dicho el rubio como un juego hacía no mucho.
Ahora comprendía un poco más aquel chiste.

- ¿Lo corregiste?- preguntó el castaño.
- Si, ¿no debí?- lo miró de pronto, incitador como era.
- Sólo si querías ponerlo más celoso- bromeó Kyan de vuelta, recuperando un poco de su
  humor.

El otro chasqueó los dientes.
- No es que necesite ponerlo celoso, él lo hace perfectamente sin mi ayuda- le recordó- en
  algún punto de lo que se volvió una extraña conversación entre nosotros me preguntó
  por Jan, más como una recriminación que otra cosa pensé. Pero me equivocaba, lo hacía   
  porque él estaba detrás de mí.

Supo que no iba a narrar nada bueno.

- ¿Qué fue lo que contestaste?

- La verdad, como siempre. Que lo mío con Jan no iba a ninguna parte.

Eso dicho en voz alta sonaba como algo doloroso si es que ese modelo con quien salía a veces Enzo sentía algo por él, como seguramente era el caso.

Pero eso no le sorprendía, aquella era una historia que se repetía una y otra vez cuando se trataba de él. Sus amantes siempre terminaban enamorados de él.
Lo cierto es que Baladi era un hombre fácil de querer, amigable, tersamente amable y sumamente apuesto.
Era algo casi inevitable.

- Por supuesto, Jan lo escuchó todo, tal como él quería- agregaba.
  Reiner lo ha hecho con toda la intención, por celos supongo, porque pensar en que me
  acostaba contigo aparentemente no es suficiente.
  Köhler es un… - no encontró el insulto adecuado en luxemburgués- possessivo di merda.

Kyan no supo que significaba eso, pero lo supuso.

Bien, ahora era momento de que Novak le dijera algunas verdades.
- Pero no mentías, Enzo, tú mismo lo has dicho, sólo decías la verdad.
  Si no sentías nada por Jan, era mejor que él lo supiera. Amar sin que te correspondan es
  mucho peor.

Neru.
Hayley. Auguste.
Rick.

- Pero aunque eso sea verdad, Reiner no tenía por qué interferir, no es asunto suyo lo que
  pase en mi cama- rebatía su amigo, quien protegía celosamente su intimidad y de hacer
  con ella lo que le gustase.

No podía culparlo de eso. Aun así…

- Pero también ya lo dijiste, Enzo, está celoso. Quizá él aún…

- No lo digas- lo frenó el otro- no digas lo que estás pensando, Novak.

Llegaron a un alto y entonces el italiano se giró para verlo, alzando un dedo y poniéndoselo en los labios como señal para parar de hablar.

- Porque eso no haría ninguna diferencia tampoco para mí. Yo elijo no volver a tener
  una relación con Rein- usó lo que supuso era un diminutivo, lo extraño es que… nunca
  se lo había escuchado antes.

¿Se daría cuenta de que lo había hecho?
¿Se daría cuenta de que además acababa de admitir por primera vez que lo que había tenido con Reiner había sido realmente una relación?

Se miró la mano entablillada sobre su pierna.
Los analgésicos comenzaban a hacer efecto y se sentía algo soñoliento.

Se recargó en el asiento, mirando hacia las calles nevadas pasar aletargadamente.
La blanca nieve cubría todo con su fría belleza. Con su presencia hermosa resultaba ciertamente melancólica.

- Yo no te conocía cuando estuviste con él en Italia y tampoco lo conozco a él, pero
  por la forma en la que tú y Abrianna hablan de esa época, él es lo más cercano a una
  verdadero noviazgo que has tenido, ¿o no?

Eso pareció hacerle gracia al otro que rio por lo bajo.

- No me tomes a broma, Enzo… Köhler ha sido la persona que te ha mantenido
  interesado más tiempo y eso no es tarea fácil. Ustedes fueron pareja ese verano, no
  salieron con nadie más.

El otro pareció considerarlo.
Pero no iba a dar su brazo a torcer.

- Eso no es completamente cierto. Él nunca fue mi pareja, Kyan. Nunca tuvimos un  
  “noviazgo”- decía como si aquel término fuera algo tonto.

Bueno si, sonaba un poco cursi al plantearlo así.
- Pero eran exclusivos- tuvo que replicar.

- No por compromiso, fue circunstancial, estábamos en un yate en medio del mar.

Quizá era momento de dejar el tema, pero como siempre, resultó difícil controlar la lengua y más cuando comenzaba a dejarse llevar por el mareo del sedante.

- Pero… eran exclusivos, desde que se conocieron. ¿Alguna vez dejaste de tener sexo
  con otras personas mientras salías con alguien?
  Ese sujeto te daba lo que tú necesitabas para no querer a nadie más. Esa es una gran
  diferencia entre él y todos los demás con los que has tenido algo y no puedo sino hacerla
  notar.

Quizá…. decía incoherencias.
Ahora ya no podía sentir las manos, el dolor había parado.
Se relajó en su asiento, concentrándose en sus palabras.

- Caro amico, estás muy drogado.
Aguda observación… o quizá ni tan aguda.

- Si, lo estoy, pero eso no lo hace menos cierto.

El rubio suspiró largamente, pensativo mientras cambiaba la velocidad de aquel auto alquilado porque se dirigían a su departamento de regreso y entraban en la zona boscosa y sin casas.

Un minuto de silencio se extendió entre ellos, hasta que el italiano lo rompió.
- Pero finalmente ocurrió que no quise continuar con él, como ya te he contado antes.

- Si, perdiste el interés, recuerdo perfectamente que fue eso por lo que te fuiste de su lado,
  pero, ¿qué no es lo que siempre te pasa?
  Ellos se enamoran de ti y tú no. Y los dejas.

Kyan cerró los ojos, pero encontró que eso lo mareaba.
Algo en todo eso sonaba familiar.

- ¿Te molestó verlo conversar con Sylvane?- quiso saber de pronto.

En realidad, a Novak le parecía que su amigo estaba comenzando a sentir algo por ese hombre. No por nada se volvía un tema de conversación recurrente.
Quizá simplemente Baladi no se daba cuenta aun.

- Me sorprendió toparme con ella y fui a enfrentarla- explicaba el rubio- Quería que no
  volviera a intentar contactarte.

Si el castaño fuera a comentar sobre eso, no lo hizo.

- ¿Te molestó verlo conversar con Sylvane?- repitió la pregunta, forzándolo a pensar
  mejor en su respuesta esta vez.

Las manos adormecidas era una falta de sensación realmente agradable.
En realidad… se sentía estupendo.
Deliciosamente narcotizado.

- ¿Por qué me preguntas eso? ¿Supones que estoy celoso?

La idea fue graciosamente ridícula.  

- ¿Sabes… si ellos se conocían de antes?- le preguntó, su voz articulaba con evidente
  lentitud.

- Estoy seguro que sí, aunque no entendí lo que se decían, soy bueno leyendo el lenguaje
  corporal. Se gustan. ¿Pero qué tiene que ver eso con tu pregunta?

- Quizá ellos ya se han acostado.

No sabía bien porqué decía eso.
Pero… la idea de pensar en ella, tan joven como era teniendo sexo después de haber visto su cuerpo torturado y ultrajado, le resultó chocante, molesta.

Cerró los ojos sintiendo somnolencia, esta vez no era mareo el que sentía, sino sueño. Quizá había pedido analgésicos muy fuertes.

Si se dormía en ese auto, sería una lata para Baladi. Ya suficiente hacía con llevarle al hospital y comprometerse a ir a entregar el vehículo que había alquilado a la arrendadora.

- Enzo… no sé si estás celoso, no necesitas contestarme, y no lo has hecho, esa cuestión
  es más bien para ti.
  Me has dicho que debería darme la oportunidad de estar con alguien, creo que… esta
  vez tu consejo deberías de seguirlo también.

Lo escuchó reír, cada vez más lejano. Cerró los ojos sintiendo muchas ganas de dormir.

- ¿Lo dices en serio? ¿Crees que debería volver con él?- hizo énfasis en la última
  palabra.

Quizá era una mala propuesta, admitió Kyan para sí mismo, sintiendo que se quedaba dormido, después de todo desconocía completamente como era Köhler en realidad.

Había estado tan inmerso en sus propios problemas que había dejado de lado lo que su amigo podía sentir últimamente. Debería estar más al pendiente de él.

- No lo sé- le contestó finalmente, recargándose en el frio cristal de la ventana- sólo
  quiero que seas feliz, Enzo.

Sonaba un poco cursi de nuevo, quizá se le estaba pegando eso de Daniel.
Pensar en él de esa manera súbita, le causó una sensación de desagrado que le duró el resto del minuto que tardó en quedar dormido.

A partir de ahí, sólo fueron ideas y sensaciones confusas, entremezclándose con una realidad de la que no podía ser realmente parte. Escuchó los pasos de Baladi pausados caminando en la calle, más no los suyos… el sonido del elevador, la chapa de su puerta abriéndose, la fresca suavidad de su cama.

Percibió nuevamente el aroma dulce del rubio y el calor de sus brazos.

Se sintió tan culpable de sus acciones, de sus omisiones, mientras Enzo fungía cabalmente y como siempre, sus labores de mejor amico y lo recostaba en su cama.

- Soy una mala persona. Me merezco todo lo que pueda pasarme- dijo sin darse cuenta,
  merodeando la frontera de la inconsciencia..

Una ola de tristeza se extendió en su pecho.

- Eso no es verdad, Key- dijo la tersa voz del italiano- A veces eres tan duro contigo
  mismo.

Estaba desnudándolo, podía sentir sus manos expertas quitándole los pantalones.
Cuando sintió que se alejaba, extendió sus brazos para atraparlo.

Le agradeció el hecho de estar ahí, cuando todos se marchaban, de hablarle con la verdad, de importarle… de recordarlo. Aunque lo hizo sin saber que palabras usaba realmente

Sintió el calor del llanto en sus ojos y la belleza en Enzo acercarse, con los ojos brillantes como dos esmeraldas entornadas de preocupación, su mano tersa le acarició los costados del rostro, calentándole la mejilla.

Enzo… que podía llegar a ser tan impersonal a su manera, era tan cercano con él.
Era su mejor amigo en verdad…

Novak acercó su cabeza y no se detuvo hasta que tocó con sus labios.
Aquel beso fue tan suave como acariciar seda tibia, tan hermoso como lo era Baladi.
Sintió como él lo se acercaba más, uniendo más aún sus bocas.

Aquello no sabía a un acto de lujuria, sino uno de amor, privado de secretos y mentiras.

Quería a Enzo de una manera especial y profunda que no sentía por nadie más.

El rubio se separó suavemente y su voz se oyó como un murmullo.
- Tú sabes cuánto te quiero, Key… cuanto te echo de menos. Necesito que vueltas, que
  vuelvas en verdad. No esa fachada fría de la que te has armado.

- Lo siento- susurró pronunciando exageradamente las palabras para no arrastrarlas, los
  ojos se le cerraban irremediablemente- siento ser… tan frío y… tan depresivo.

- Entiendo, de verdad, lo entiendo, pero no puedes quedarte en este lugar demasiado
  tiempo.
  Torna presto, Key, senza di te languisce il cor*.
/*Vuelve pronto, Key, sin ti, mi corazón languidece.

Segundos después escuchó la puerta de su habitación cerrándose. Estaba solo.
Y a instantes del olvido.

“Necesito que vuelvas” le había pedido o eso había creído entender.

¿Cuánto tiempo hacía que no se sentía él mismo? Se preguntó justo después de quedar dormido.





Continuará...


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