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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

No creo que puedan imaginar la emoción que me dio leer a muchos de ustedes que daba por desaparecidos! Uno a uno sus comentarios hicieron mis mini vacaciones los días más lindos que he tenido en mucho tiempo.

Sé que debe ser un fastidio ser chantajeadas jaja pero para mí, valió la pena! Un gusto saludarles!

Y ahora... para las que preguntaban por cierto portugués...


El aire salía pesadamente del cuerpo de Reiner Köhler.
La siguiente exhalación resultaba igual de exigente dado el esfuerzo físico que hacía.
Un sofocante calor le quemaba los músculos tensos, su anatomía estaba hirviendo por el ejercicio.

Su mente hacía la cuenta de las abdominales que llevaba en aquella sesión.
Sesenta y ocho. Sesenta y nueve. Setenta.
¿Llegaría a noventa?

Tenía las piernas alzadas en tijera y su torso moldeado se alzaba y bajaba mientras sus manos permanecían cruzadas en su pecho.
Sesenta y cinco.

Tenía tanta energía desde que había dejado de tener sexo que era casi gracioso.

Haber decidido no estar con nadie salvo Enzo estaba resultando una decisión poco práctica, pero había tomado esa determinación y se mantendría con ella.
Ochenta.

No es como si fuera incapaz de disfrutar del sexo con alguien más, ciertamente esa bomba rubia no era la única persona con quien tenía química.
Ochenta y cuatro.

Pero había decidido reservarse ese ritual.
Estaba siendo ideático muy seguramente.
Ochenta y siete.

¿Por qué lo hacía?
No era un autocastigo aunque a lo largo de su vida una persona muy sexual.
Por primera vez en mucho tiempo… deseaba parar.
Noventa.

Ciertamente se le daba fácil la frivolidad, había aprendido que ése era un camino fácil a la satisfacción. El placer siempre borraba cualquier pena, cualquier soledad que pudiera llevar dentro… ya lo había hecho en el pasado, cuando las consecuencias de su sinceridad  le habían costado tan caro…

Pero nada de eso le era suficiente ya. Había decidido, después de volver de Holanda, que algunas cosas iban a cambiar, tenían que hacerlo. Después de aquella noticia que le habían dado, tenía que tomar algunas determinaciones.

Su último jadeo fue extenso y frustrante.
Sentía su cuerpo temblando un poco.
Faltaban sólo diez para las cien.
Dieznueveochosiete… seiscincocuatro… tres… dos…

Apretó los dientes y resistió el dolor para completar la serie.
Al final, se dejó caer en el suelo de madera mientras recuperaba el aliento.

Su cuerpo había sido el dueño de varias de sus decisiones. Insistir en ver a Baladi y tomarlo cada que se encontraban era una de ellas. Ir a Italia para verlo, otra más.
Su comportamiento bien podría rayar en lo auto exigencia, pero siempre le había gustado retarse a sí mismo.

Pensarlo de ese modo le hacía preguntarse cuánto tiempo aguantaría. Con o sin él.
Llevaba pocos días sin sexo en realidad y su viaje de negocios había conseguido distraerlo.
Después de todo, ¿no era algo común que la gente se embebiera en su trabajo para olvidar lo que pasaba en sus vidas privadas? Su socio Lascurain le había enseñado aquello con el ejemplo.

Se incorporó, sin ponerse de pie todavía.

Después de dos horas de ejercicio por fin se había podido sacudir aquella sensación que estar en ese yate le había dado. Un deja vú antiguo que incluía a Baladi y su piel bronceada en ella.

Había llegado con Daniel muy temprano en la mañana a Sicilia y conseguido que le llevaran la embarcación a Catania, a partir de ese momento no necesitaba contratar un capitán, él mismo solía navegar a Esmerald.

Tenía que admitir que era extraño estar en ese viaje con su socio, porque si bien se habían encontrado en Rotterdam, no había esperado que la invitación de Roger Miller y Victoria fueran algo que el portugués aceptaría y sin embargo, por increíble que pareciera, ahí estaba.… aunque no con la mejor actitud.

Daniel había pasado todo el día apáticamente leyendo un libro, sin hablar ni tener disposición para otra cosa, siendo que tenían un yate a su disposición para trasladarse por mar y el vehículo que Vi habían alquilado en la isla.

Él no tenía interés en ninguno en el evento que ocupaba aquel puerto, la razón por la que había estado sospechosamente de acuerdo con la idea, fue de pronto clara.
¿No lo conducía ahí el mismo motivo?
Cada uno perseguía a un hombre.

Por eso el portugués aguardaba, como deteniendo su vida, a que Kyan Novak llegara.



- - -



Después de una ducha muy fría, se arregló y salió a cubierta. La brisa nocturna podía sentirla fresca en su cabello plateado aún húmedo.

Ahí seguía Dan, tal como lo había dejado hacía horas, con la nariz metida en su bendito libro. Leyendo desde temprano, no parecía importarle que la luz natural se hubiera ido, la iluminación suave de la cubierta parecía serle suficiente.

Pese a sus opiniones personales, dejaría que el arquitecto hiciera lo que quisiera con su tiempo. Era una especie de acuerdo que tenían entre ellos; no entrometerse en la vida del otro. Lo había aprendido de su socio, a la mala.

Y de cualquier forma se merecían vacaciones ambos, después de todo, habían tenido un ritmo de trabajo intenso los últimos días, prácticamente no se había movido de Holanda hasta obtener el sí en el contrato de GreenHommes que acababan de firmar.

Se acercó a la mesa donde estaba el portugués, su cara estaba detrás de un título llamado “El Hombre Perfecto”.
¿Estaba a la mitad de una ironía?

Pese a estar aislado en ese universo novelesco, el moreno estaba despojado de su traje y abrigo, vestía casual para un clima cálido y la humedad del mar había ensortijado su cabello negro más de lo habitual. Él tenía genes de clima cálido, España y Portugal, y ahora que estaba cerca del mar, podía ver cómo le sentaba bien. No pudo sino recordarle al pequeño Josú.

Su socio ciertamente tenía ese aire solitario y triste que no recordaba se hubiera ido de él desde hacía tanto, quería pensar que era Kyan Novak el objeto de esa melancolía y no lo que lo había deprimido tanto en el pasado.

Lo conocía desde hacía muchos años, se sentía miembro honorario de los Lascurain. No es como si él mismo pudiera decir que tenía una familia, con todos sus hermanos regados por Europa.

A Dan lo había visto en determinantes etapas de su vida; anunciando su compromiso, presenciado su boda, en las melifluas reuniones de recién casados en el renovado castillo y luego… en la más densa obscuridad.
Era como si el destino hubiera decidido quitarle todo de un golpe, cerrando el telón de todo su éxito personal.

La constructora LD había estado al borde del cierre, su dueño simplemente no parecía interesado en continuar su vida, así que Reiner tomó entonces la inesperada decisión de formar parte de ésta y volver a echarla a andar.
No, no iba a adjudicarse su éxito en absoluto, en realidad no había hecho nada salvo hacer obvia la situación y afortunadamente su nuevo socio había decidido volver a la realidad y a los negocios.

Aunque sabía que en el fondo Daniel lo agradecía, la única pelea que ellos habían tenido alguna vez era respecto a él enfrentándolo con la realidad. Lascurain le había pedido que se mantuviera al margen de lo que fuera su vida personal. Köhler había aceptado bajo la condición de que él regresara a encabezar su negocio familiar.

Se arrepentía de ese trato, porque si bien al final había logrado lo que buscaba, aquella apatía hacia la vida de su amigo resultaba demasiado conveniente cuando Daniel se empecinaba en estar solo y recluido en su castillo, sin recibir a nadie en la parte de su hogar que estaba tras la puerta de cristal.

Al final del día, era de las personas más importantes en su vida. Se sentía involucrado en aquel sufrimiento que él insistía en padecer sin apoyo. Era por eso que… se alegraba de haber escuchado que ese tal Kyan Novak le ocupara la mente, aunque fuera para torturar al dramático moreno.

- Espero que ese libro no sea la forma educada en que te haces el rato conmigo más
  pasable- le dijo sentándose a su lado, había una tasa vacía de expresso en la mesa frente
  a ellos.

Un par de ojos grises alzaron su mirada brevemente al escucharlo.
- Lo siento, Rein. No es mi intensión ser grosero, pero me gustaría terminar este libro,
  no me falta mucho.

- Es un libro romántico, ¿no es así?

Tenía que serlo con aquel título y sus ya conocidos gustos literarios.
El otro no contestó, pero ese silencio sí.

- La vida sólo es color de rosa cuando es ficción, Dan- opinó también- y a veces ni
  siquiera así.
  Iré por un café, ¿te gustaría otro?

Ni siquiera verbalizó su negativa. Daniel era tan difícil cuando quería serlo.


- -


Bien podía tratarse de una burla, lo cierto es que Köhler tenía razón.

Unos segundos antes de su llegada, en el relato que leía, el detective Sam Donovan se enfrentaba a un asesino suelto, dedicaba parte de sus esfuerzos en proteger a su interés romántico, pero la resistencia de ella a confiar en él no sólo le dificultaban su trabajo, sino que ponía en riesgo el delicado equilibrio en que su naciente relación se balanceaba.

Era un tanto irónico verse reflejado en el protagonista de una novela como esa, literatura ligera que no era para ser tomada demasiado en serio.

Algunas de sus lecturas podían ser tan sentimentales que resultaba un placer culposo para él, quien colaba esos textos entre letras más ilustres.

Aquellas historias románticas bien podían pasearse en la frontera de lo absurdo, pero no podía evitar seguir creyendo en el amor, aunque estuviera sólo en un papel y el hecho de tener a una autora como Linda Howard ese mes lo constataba.


- - -

 

Cuando el alemán volvió, llevaba un café idéntico como el que se había servido el otro. Se sentó a su lado y dio un sorbo.

Después de la ducha y un expresso, se sentía listo para ir a la fiesta de Diageo, pero no había prisa. Aún buscaba entablar una conversación con Daniel, que a veces podía ser tan circunspecto y supo exactamente que decir para hacerlo.

- Conocí a Kyan Novak.

Sabía que esa mención captaría su atención.
Y así fue.

Ahora tenía ese par de ojos color acero llenándose de curiosidad sobre él, no una mirada forzada como la de hacía un rato. El libro iba poco a poco siendo dejado en la mesa.
Finalmente.

- ¿Dónde?

No iba a gustarle su respuesta.

- Estaba junto con Enzo y la novia de Zia en un after party clandestino de año nuevo.
  Él y Baladi se estaban besando cuando llegué.

El inversionista pudo apreciar el cuerpo del arquitecto tensándose como un reflejo completamente incontrolable.

- Veo que eso ha llamado tu atención.

- ¿Estás hablando en serio?- preguntó Daniel sin poderlo creer. Una arruga atravesó su
  frente. No, no le gustaba nada lo que acababa de oír.

- Oh, sí, no estoy bromeando para nada- continuó- Ellos estaban a la mitad de un beso
  con público, un beso de verdad al que no le encontré la gracia en absoluto y que me hizo
  agarrar a Enzo de la mano y llevármelo de sí, como si yo fuera su amante despechado.

Darle un poco de humor, no parecía aliviar los celos que podía observar habían invadido la cara de su interlocutor.
Bueno, ya había abierto aquella puerta, lo haría por completo.

- Y después de eso, vi a Novak con otro sujeto en la barra, le sonreía con una mueca que
  no me pareció fuera cínica y ese tipo parecía completamente embelesado por él.

Pudo ver la ansiedad que generaba en su socio y que se unía a su enfado.
Daniel miraba a la nada, pensativo, claramente irritado.

- ¿Kyan… sonriendo?
  ¿Por qué? ¿Por qué me dices todo esto?- dijo, su voz cargaba rencor.

Alguien tenía que decírselo. No es que quisiera ser él el emisario de ese tipo de noticias, pero consideraba que era peor dejarlo sin saberlo.

- Bueno, Dan… creo que es bueno que sepas dónde estás parado.
  Si Kyan y Enzo son amigos, es porque son parecidos, ¿no?  Y a Enzo puede ver a las
  personas de una manera muy fría.

Parecía entenderlo. Pero veía el conflicto que le había causado.

- Y más… dado que tu financiero es un hombre atractivo también.

El silencio se instaló entre ellos. La cara de Lascurain se fue descomponiendo aún más.

- Rein, ¿a ti te gusta Kyan?- preguntaba ahora.

Era claro que toda esa conversación estaban haciendo que éste se pusiera celoso y molesto. Novak le parecía atractivo, desde la primera vez así había sido, pero no era como si fuera incapaz de controlarse, menos en una situación así.

- Dan, creo que sabes exactamente quién es la persona que me gusta. Ni siquiera sugieras
  que podría querer algo con tu luxemburgués.
  Aunque… entiendo por qué decidiste tomarte tantas molestias con él.

Las manos entrecruzadas del portugués se apoyaron en su mentón, inclinando su cuerpo hacia adelante en aquella silla, irritado y pensativo.

- ¿Y con molestias te refieres a venir a seguirlo hasta aquí?- dejó ir aquella pregunta.

Köhler se tomó un segundo para contestar.
Su mirada glaciar lo miraba ahora.

- Has aceptado una invitación que te obliga a corresponder las atenciones de Miller, y sé
  perfectamente como esa decisión te debe causar conflicto. Y también sé que de alguna
  manera eso te hace estar enojado.

  Ese Kyan Novak… te tiene completamente loco, ¿no es cierto?

  Y no puede sino sorprenderme ese hecho, porque… honestamente siempre me dio
  curiosidad tu bisexualidad, Dan, sobre todo porque yo la consideraba inexistente, un
  puñado de historias antiguas. Incluso antes de que te casaras, nunca te conocí ningún
  amante que tuviera algo colgando entre las piernas.

¡Cómo no reír ante lo inapropiado del comentario!

- Vaya, por lo visto no vamos a hablar de negocios más, ¿cierto?

Köhler sonrió, había una cierta satisfacción en hacer reír a Daniel.
- Me parece que llevamos hablando de negocios una eternidad- le contestó.

Era cierto, esas semanas habían sido duras.
Era un alivio que los contratos estuvieran firmados y el negocio en marcha.
¿No era ese el pretexto oficial de haber ido hasta ahí? ¿Celebrar el nuevo proyecto?

- No lo sé, Rein, no quiero dejar sin satisfacer tu morbosidad pero lo cierto es que no hay
  una razón, simplemente es así. No creí pudiera en verdad llegar a querer a alguien más,
  ha pasado tan poco tiempo que no dejo de sentir culpa por ello.
  Es como si hiciera algo malo en sentir lo que siento… Kyan mismo hace que me sienta
  de esa manera y yo… no sé cómo detenerme.

Pudo ver como el alemán apretaba la mandíbula, pesarosamente.

- ¿Es verdad? ¿Es tan fuerte?

El arquitecto lo miró entonces, con la respuesta brillando en sus ojos.
Köhler quiso sentir alivio, de saber que por fin Lascurain estaba dispuesto a ir al fantasma de su pasado, pero… también supo que ese dolor que veía en él, era un veneno que el amigo de Enzo parecía haberle plantado.

Se cruzó de brazos, teniendo el presentimiento de que esa historia difícilmente tendría un final feliz. Y Dan merecía su final feliz, después de todo lo que había pasado.

- Ten cuidado, Dan. Los financieros no tienen corazón- le advirtió.

Pareció pensar en ello, intensamente.
¿Qué rayos pasaba en la cabeza de Daniel?

De pronto, negaba con la cabeza.

- No, eso no es verdad- decía entonces, casi en un susurro- Aunque él lo niegue, Kyan no
  es indolente, sino todo lo contrario; siente todo con tanta intensidad que a veces decide
  cerrar la puerta. Es un hombre apasionado, terco, terriblemente intenso.
  Y eso… me encanta a la vez que lo odio de él, ¿qué tan estúpido es eso?
 
Köhler frunció el entrecejo, aquellas palabras lo incomodaban y reforzaban la idea de que ese amor que Daniel sentía por él, existía solo de su lado.

Pensó en Enzo dando dos pasos para besar a su mejor amigo, la manera tan afectuosa en que acarició el costado de su cara mientras lo hacía, con tanto afecto, con tanta naturalidad que era… completamente odioso.

- Rein… ¿supones que ellos son amantes?- inquirió de pronto el otro, como si fuera tan
  trasparente en ese momento para Daniel.

No, eso era ir demasiado lejos.
¿O no?

- ¿Sabes, qué? No, no creo que sean amantes, pero hay algo morbosamente íntimo en su
  amistad que obviamente me irrita- reflexionó con sinceridad.
Y como siempre en su caso, quizá resultaba demasiada.

- Kyan me ha dicho que no se acuestan- dijo el moreno de pronto.

Parecía una extraña declaración. Sin duda inesperada.
Como si lo afirmara con cierta alegría, con cierto alivio.

- Vaya, ¿te dijo eso de verdad?
- Si- le hizo dudar un momento- ¿te parece extraño?

El otro se dio unos segundos para armar su respuesta.
- Bueno, para un tipo que no quiere dar un solo paso hacia algo, informarte que no
  mantiene una relación sexual con alguien tan cercano a él suena como una confesión un
  tanto innecesaria.

Eso era cierto. Y aunque el inversionista no lo supiera, de hecho tratándose de Novak, esa información había resultado bastante privada para compartir. Ciertamente Daniel había alcanzado a acercarse bastante a él y pasar una gran parte de su hermetismo. Pero no lo suficiente.

- ¿Baladi te ha hablado de su relación con Kyan?- quiso saber.

- Claramente no conoces a Enzo- respondió duramente el peliplateado.

Iba a explicarse más pero no tuvo las ganas.
Lo que ocurría entre él y ese rubio no era nada más que un Affair que estaba resultando un desastre.

- Rein- lo nombró Daniel, la expresión de su rostro parecía esta vez preocupada y le hizo
  saber anticipadamente de a dónde se dirigiría la conversación ahora- supongo que tú…
  no has hablado con Enzo, ¿verdad?

Eso era romper el trato, involucrarse en temas delicados.
Si Köhler no tenía permitido hablar del matrimonio de Daniel, él no tenía el derecho de hablar del asunto incómodo al que se refería.

El portugués se metía en su vida, quizá porque él mismo acababa de hacerlo.

Köhler se reservó su derecho a contestar de inmediato.
Guardaba silencio, como lo había hecho hasta el momento mientras sus frágiles ojos índigo se perdían en el mar tan infinito como en el que estaban.

- Bueno, Dan, no tengo ánimos de hablarlo con él, ni contigo, ni con nadie.
Aunque su voz no se había endurecido, sus palabras sí.
- Así que cambiemos el tema. ¿Podrías dejar de ser un aguafiestas de todo y
  acompañarme afuera?
  El exterior está a unos pasos  por si lo olvidas.
  Vamos al Voyager. Dios sabe que necesitas despejar tu cabeza y yo también.

Desviaba el tema, como había esperado que haría.
Poco sacaría Daniel de insistir. Y tampoco tenía intenciones de agobiar aquella alta energía que su amigo tenía esa noche, que tenía siempre, a decir verdad.

El arquitecto decidió ir con el cambio de rumbo.

- Seguramente he de parecer la mar de aburrido para ti, pero no saldré esta noche.
  Como te dije, quiero terminar El Hombre Perfecto y pero mañana he prometido
  acompañarte a la inauguración del torneo, no lo olvides.

Reiner sorbió su café.
Aquel aire pensativo se negaba a irse de su persona.

- La última vez que me hiciste caso y saliste de tu castillo, fue que conociste a Novak.
  Deberías escucharme con más frecuencia- disfrutó la ironía.

Era verdad.
La noche en que Reiner lo había arrastrado con el pretexto de una junta a salir fuera de LD habían estado en el Zaphyr. ¡Incluso había convencido a Andy Kelly de ir para darle más credibilidad al asunto!

Esa noche había cambiado muchas cosas para él.

- No ha sido una experiencia del todo placentera, ¿sabes?- rebatía- Y lo cierto es que…
  estoy muy lejos de tener lo que quiero de él- su voz sonó mal.

Köhler miró nuevamente a Daniel con una espina de preocupación.
- Y es por eso que has venido, ¿no es cierto?
  Tal como yo.

Aquella era una verdad incómoda que resumía perfectamente ese viaje a Catania.

Pensar en Luxemburgo era aguardar demasiado tiempo.
Ambos habían decidido ir hasta ahí tan pronto habían obtenido el contrato con Willem Van Buren.

- Pues… así parece- respondió el moreno, sin poder sino reconocerlo.

El otro terminó lo que quedaba de su café.

- Bueno, Dan entenderás entonces que iré al Voyager contigo o sin ti. Porque tengo mi
  propia agenda para hoy.

- Sí, estoy consciente de ello. Una agenda libre de sexo, según me has dicho.

Por fin una broma.
Aunque fuera a sus costillas, le agradó escucharlo.

- No pretendo ir a tontear con nadie.
- Dijiste sexo- repeló el portugués.

Se conocían el tiempo suficiente para que Lascurain supiera que su cama no solía pasar mucho tiempo sin alguien nuevo. Estaba siendo escéptico acerca de su determinación de cambiar su dinámica. Cualquiera lo haría y sin embargo, lo dejaría bien claro a quien fuera.

- No sexo, no nada.

Sonaba como algo definitivo.
Era casi gracioso escucharse decir eso.
Su socio torció un poco la boca, al parecer lo consideraba.

- No es como si tú no estuvieras haciendo lo mismo. Solo que sin decirlo, Dan.

Y una vez más, el moreno tuvo que darle la razón.

- Y mientras tanto.. Key se besa con Enzo y deja que tipos se le acerquen- susurró y fue
  como si ese pensamiento lo sumiera de vuelta a la agobiante obscuridad que Daniel era a
  veces- ¿qué más ha hecho en mi ausencia? ¿a qué grado es que no le importo?-
  preguntó, esta vez al aire.

Novak…
Había dejado de simplemente ignorarlo para pasar a la parte en la que vivía su vida sin hacer las menores deferencias a su persona.
¿Cuánto tardaría un hombre como ése, con esos ojos ambarinos, con esa piel cremosa, con ese cabello trigo revuelto, con ese paraíso en sus piernas, en encontrar a quien se enganchara con él?

Sin embargo, su amigo frente a él vio más allá de aquella aflicción.


- ¿Dijiste Key?

- Kyan… es el diminutivo que…
“La gente cercana a él usa” iba a decir.
Quizá él no debía decirlo.

Apretó la mandíbula, intentando relajarse.
No parecía que fuera a dar resultado a corto plazo.

- De cualquier forma, es extraño estar en la misma situación que tú, Reiner. Siempre
  hemos sido tan distintos y henos aquí.

Köhler hizo una mueca similar a una sonrisa cínica.
Era claro que su amigo estaba intentando no recaer en sus sombríos pensamientos.
No desaprovecharía la oportunidad.

- Bueno, quizá la experiencia no busque sólo torturarnos- le dijo- y quizá nos sirva para
  unirnos un poco más, eres el peor hermano falso que he tenido. Desde que formo parte
  de LD, no haces nada más que trabajar- reclamó.

- Pero si fú fuiste quien dijo que trabajar me sacaría adelante, ¿lo olvidas, Rein?

- Si y cómo siempre, Dan, se te pasó la mano.

De pronto, un grito se escuchó cercano. Alguien decía el nombre del inversionista.

Ambos quedaron atentos al sonido.
Una vez más.
El dueño de la embarcación, se puso de pie y se asomó por la barandilla.

Un visitante había llegado. Se trataba de un bronceado y sonriente sujeto de cabello castaño obscuro muy bien vestido. Alguien del pasado que volvía al presente.

- ¿Quién es ese?- inquirió Daniel.

- Phillip Collins- susurró con la vista fija puesta en el recién llegado que agitaba la mano
  como saludo- es… un viejo amigo.



Continuará...

Notas finales:

Personalmente he disfrutado la interacción entre Daniel y Reiner porque absurdamente desde el capítulo 2 (hace mucho!) no había habido un capi dedicado a ellos y su relación.

Además, me he adentrado un poco más en el corazón herido de Daniel y este otro aspecto obscuro de su personalidad que parece haberse acentuado por el distanciamiento de Kyan hacia él (es obvio que tendría sus consecuencias).


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