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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Actualizando a las prisas! -espero no publicarlo doble esta vez.


Todavía estaba adormilado mientras aquella lujosísima limousine lo llevaba al hotel Montek.

Había estado desvelándose continuamente desde que el año había iniciado, en un intento adelantar lo más posible de su trabajo, dado que iba a tomar casi a la fuerza esos días de descanso.

La vista de sus ojos color miel vagaba por el panorama de la ventanilla, donde recorría la isla de Sicilia. Pese a ser enero todo lucía un verde opaco, y junto del mar, en ese momento incluso de sol invernal, podía ver los rayos dorados reflejándose contra el espejo del agua. Era tan diferente al invierno en casa siempre blanco y melancólico.

Quizá había sido un necio por resistirse a aquellas vacaciones, siendo completamente honestos ¿cuándo había sido la última vez que se había tomado un día libre?

Ahora comprendía que había perdido demasiado tiempo en el abismo de Rick, ¿aquel periodo depresivo contaba como vacaciones? Bufó ridiculizando la idea.

La limousine salía del área del aeropuerto de Catania, el Fontanarossa.
Estaba molido y deseaba empezar sus verdaderas vacaciones, lo cual implicaba ir directo a la cama. Obviamente no le importaba para nada que aquella noche fuera la inauguración de la Copa Budge.

Se acercaban a lo que no podía ser otra cosa que el nuevo más grande hotel de la isla, el famoso Montek. Era alto e impresionante, con dos torres de cristal a los costados, un edificio de tantos pisos era algo de ciudades grandes.
Pensó en el casino Rá, en cómo luciría una vez terminado. Seguramente sería tan magnífico como ese hotel.

El auto se detuvo en la puerta, Kyan abrió la portezuela sin esperar a que se la abrieran, pero entre el impecable botones y el chofer monopolizaron la tarea de encargarse de sus maletas, no permitiéndole hacer nada más. Tuvo la impresión que de seguir su estancia, estaría rodeado de lujos a donde fuere. Por ridículo que pudiera sonar, a veces ese tipo de pompa lo incomodaba.

Se acomodó la chaqueta y se peinó con los dedos, su cabello color caramelo debía ser un poco desastroso, como solía volverse cuando lo dejaba ser.

Fue a la recepción del hotel y dio su nombre, Mientras esperaba su llave paseó su vista por el lobby, para la hora había mucha gente en la recepción y probablemente en todos lados. Veía gente de élite, todos ahí tenían que ser personas de mucho dinero y poder, ese era un lugar asquerosamente opulento.

Dudó que pudiera relajarse en un ambiente así, su verdadera intención era tomarle la palabra a Abrianna y salir de Catania lo antes posible, los eventos que se llevarían a cabo esos días no podrían importarle menos.

En cuanto tuvo su tarjeta digital en la mano, fue directo al cuarto. Mientras esperaba el hermoso elevador de puertas doradas, escuchó alguien decir su nombre.
Una sonrisa se formó en su rostro incluso antes de girarse y toparse con su bella cara.

- Enzo.

- ¿Qué hora es ésta de llegar, amico? Llevo todo el día esperándote- le reclamaba.

- Si, seguramente es eso lo que has estado haciendo todo el día de hoy.

El rubio sonreía hermosamente, parecía de verdad feliz de verlo.
Apenas si habían estado separados un par de días y ya lo había echado de menos.

Baladi iba vestido de riguroso traje negro, espléndidamente elegante con una bufanda de seda verde luminosa y como siempre verlo tan impecable le recordaba el hecho que a veces olvidaba, lo ridículamente atractivo que era su mejor amigo.

- Incluso extrañaba tus sarcasmos- dijo el italiano- espero hayas disfrutado el paseo en
  limousine, cortesía de los RPs del evento.

- Ya me parecía algo excesivo- le dejó saber. Como siempre, no le permitía expandir su
  ya de por sí bien alimentado ego- Además, si he de ser sincero…

- ¿Ya vas a empezar?- bromeaba el otro mientras caminaban a los ascensores.

- Si, ya voy a empezar- retomaba- no quisiera que te hicieras ilusiones sobre mi
  compañía. Justo ahora me dirigía a mi cuarto a dormir. Ech si midd wéi en Hond-
  dejó ir una frase en luxemburgués, sin saber si el italiano la comprendería.

- ¿Cansado como un perro?
  ¿Estás de broma? ¡Cámbiate de camisa, vamos a salir! ¿Crees que me voy a ir a dormir
  a las diez? Dijiste que llegabas hace dos días y estaba empezando a creer que
  simplemente no vendrías. Hoy es la inauguración y hay una gran fiesta en el salón
  principal.

El italiano cuando vio las puertas del elevador abierto, lo metió dentro.
Vaya, el interior también eran paredes doradas. Casi dejaba de ser elegante, casi.

- Ciertamente estuve a punto de no venir, en realidad esto no es precisamente mi idea de
  unas vacaciones de descanso. Y si dices que tanto las necesito, entenderás que no me
  quede a la Copa.

Le vio suspirar, estaba desesperándolo.

- ¿Me vas a obligar a chantajearte, Key? No has venido a dormir hasta aquí, para eso
  bien podías haberte quedado en Lux, hibernando como todos los oficinistas. Pero has
  decidido venir hasta Italia, así que vendrás conmigo. Esta vez no te lo estoy
  preguntando, amico.

Novak alzó una ceja, sarcástico como siempre.
- Vaya. Pasaste rápidamente de una opción de chantaje a una orden.

- Así es. No tienes voz ni voto en el asunto- decía con resolución el rubio, mientras
  pasaba el brazo por su hombro- ¿Por qué estás tan extenuado? ¿Por la hora? Ni siquiera
  cambiaste de uso horario. El cansado debería ser yo.

 


- - - -

 


Poco le duró a Enzo el placer de aquella sarcástica compañía. La situación de aquella fiesta de inauguración es que tenía que ponerse a trabajar, sólo para no variar.

Para el RP, volver al Montek para el inicio de la Copa Budge después de haber tenido aquel amanecer a la mitad del mar, había sido como regresar a la realidad después de un efímero sueño. El resto del día lo había pasado tan ocupado que estaba completamente agotado.

Había dormido tan pocas horas y en cambio había pasado tantas de pie... quizá sólo la conferencia de prensa que había dirigido junto con Rivielle podía haber calificado como un rato de descanso, físico, claro está.

Pero al fin y al cabo, aquellas no eran vacaciones para él, así que dejaría que Novak, que sí las tenía, descansara de andar a su lado cuando era necesario hacer relaciones públicas.

Paseó su mirada como tantas veces había hecho esa noche, entre la multitud de exclusivos asistentes, no buscaba a la siguiente persona clave de su estrategia de mercadotecnia para Muggen, lo buscaba a él, al inversionista de LD.

Muy al inicio del día, después de despuntar el sol, se había despedido de Reiner.
Y el alemán había sido sorprendentemente seco con él.

Le había sabido mal la manera en que había terminado todo.

No comprendía el porqué de su fría reacción, resultaba injusto.

Porque Enzo había admitido su debilidad por él y le había pedido verlo, a costa de su sueño previo a un día tan importante y agotador como estaba resultando esa jornada para pasar un par de horas a su lado, había dejado que Reiner hiciera completamente sus caprichos con él se había dedicado a complacerlo para darle gusto, había correspondido a sus besos llenos de inesperada dulzura sin titubear, tampoco le había dado un sermón sobre lo sobrevaluado que era el amor… y finalmente había decidido verbalizar su sentir por él; le había dicho que le hacía feliz estar a su lado, que lo había echado de menos.

Y apenas le hubo dicho que no podía quedarse a continuar aquel idilio, lo vio alejarse de él con indiferencia.

¿No era capaz de entender que él no era un acaudalado dueño de sus antojos?

No era como si de verdad quisiera irse del paraíso que era aquel yate.

No había dicho aquella frase con ninguna mala intención, ¿cómo hacerlo después del rato que acababan de tener? Del amanecer, del mar, de las fresas, de los besos, de sus cuerpos.
Y sin embargo se había topado con una inesperada frialdad tan gélida como sus ojos azules.

Sentía que Köhler estaba siendo injusto con él, había hecho un gran esfuerzo por complacerlo y al parecer… no lo apreciaba.
Él no parecía ver aquella lucha.

Pero… no era estúpido y comprendía que quizá era algo que debía haber esperado, que él tenía parte de la culpa. Tal vez su propia inconsistencia provocaba aquel comportamiento.

La noche anterior habían sido vergonzosamente claros los celos que había sentido hacia Phillipo, a quien por cierto Rivielle se había encargado de mantener lejos- Pero si había admitido esos celos, lo había hecho para sí mismo.

Rein... no creía que Enzo tuviera sentimientos hacia él y no lo creía porque ciertamente él mismo estaba haciendo lo posible para que no se diera por enterado.

Pero había decidido dejar de jugar. Quería una relación con Reiner, era tan obvio. Ahora tendría que hacérselo saber. Las indirectas no bastarían.

Sintió que le revolvía el vientre,
Eran mariposas en su estómago.
Cosi romantico.

¿Qué le contestaría Reiner Köhler si le pidiera que fueran una pareja?

Suspiró, mientras escuchaba una anécdota de unos de los jugadores más populares de la Copa, mientras éste contaba un relato deportivo al grupo donde se encontraba conversando. Era gracioso sin duda, todos reían encantados.

Reiner no había ido aquella noche a esa fiesta, LA fiesta. Era tan inverosímil.
¿Estaba evitándolo? ¿De verdad negarse a quedarse en Esmerald era suficiente para provocar una reacción así?

Sus ojos vagaron nuevamente entre los asistentes. No. No había rastros de su presencia.

En cambio, vio en el horizonte a Kyan, quien más temprano que tarde había decidido escaparse de su lado porque su modalidad social exaltada en ese momento era demasiada para sus ariscas maneras de todos modos. El castaño hablaba con alguien a quien no había tenido el placer de saludar; el mentor de Kyan, Roger Miller.

Se relajó, si el señor Novak estaba con él, no se sentiría forzado a socializar con un desconocido.
Eso debía ser algo bueno, ¿no?

Y por otro lado se alegró que a su lado no estuviera aquel portugués, aunque… comprendía que era tan probable que apareciera su cínico trasero por ahí.

 

-  -  -  -

 


Había decidido darle tiempo a Enzo, que en realidad estaba trabajando, porque sentirse forzadamente  incluido en una charla acerca del hotel y la Copa por tercera vez amenazaba con matarlo de aburrimiento. Así que se había ido a la barra no porque realmente deseara aquella copa, sino por hacer algo.

Ritsu y Anna ni siquiera estaban ahí, aparentemente el evento del año en la isla era demasiado mainstream para aquellas artistas.

- Buenas noches- dijo alguien a sus espaldas.

Aquel saludo lo había tomado en un momento de absoluta abstracción y se sintió sorprendido.
Roger Miller.

- Buenas noches, señor- regresó el saludo.

Era extraño ver a su jefe en un ambiente más alejado del trabajo, aunque no del todo. Ambos iban vestidos casi como siempre, con saco y corbata, era un hotel elegante después de todo y esa fiesta no admitía realmente un código de vestimenta casual formal.

Aquel evento le hizo pensar nuevamente en el día en que el día que el Casino Rá abriera y qué estaría ocurriendo en su vida cuando eso pasara. No es que estuviera obligado a ir, pero si lo hiciera, seguramente tendría que ver a Lascurain y al señor Miller, bajo el mismo techo.

Recordó aquella tensión que había sentido entre ellos.
Era una suerte que Daniel estuviera de viaje muy lejos de ahí.

- Me alegra que hayas tomado tus vacaciones, Novak.

- Era una oferta muy generosa. Es una lástima que no haya podido agradecerle en la
  Cena de Año Nuevo.

Roger sonrió.
- Si, fue imposible para mí ir, y tampoco pude felicitarte personalmente por tu título de
  este año, por tercer año consecutivo- Kyan intentó no sonreír ante la mención, pero no
  pudo- Lo cierto es que estuve con mi familia, supongo que no sabías que soy divorciado.

- No, no lo sabía.

En realidad, no sabía nada de su vida privada. Lo que hacía más extraño el hecho de que él la mencionara con tanta naturalidad tan de pronto.

- Me separé de mi esposa hace un año, pero resultó muy difícil estar lejos de mi familia.
  Este año decidí, por primera vez en veinticinco años a tomarme vacaciones para
  estar con ellos, si decidieron tenerme de vuelta, yo tenía que estar ahí, ¿entiendes?
  Es importante darse tiempo, Novak, por eso de verdad me alegra verte aquí.

Kyan no supo que contestar.
No había esperado aquello.

Lo cierto es que Roger había podido notar su crisis personal hacía unos meses, por más que se había esforzado en no permitir que ésta entrara a su espacio profesional. Quizá realmente nadie de su trabajo lo hubiera notado, ni siquiera Bianca, pero había tenido la mala suerte de encontrarse con el CEO una tarde en un restaurante a unas calles del Museo de Arte Moderno, estaba sentado en un rincón, recargado en la pared, un plato elegido al azar del menú se enfriaba frente a sus ojos y sabía que tenía que comerlo, que tenía que comer algo en todo el día y no por otra cosa.

Pero no podía, no sentía la necesidad de alimentarse, en realidad… no recordaba la última vez que lo había hecho.

Miller al verlo, se sentó en su mesa, como si fueran viejos conocidos –un poco como ahora hacía- y comenzó una extraña plática casual. Sintió que debía enderezarse, que debería peinar un poco su cabello, pero en cambio simplemente lo escuchó.

Hasta ese momento la única persona con la que había hablado realmente era Enzo, nadie más que él, conversar con otro ser humano… se sentía extrañamente bien.
Aunque fuera su jefe. Aunque diera aquella imagen de sí mismo.

Le hizo ver que había algo más que su propio universo, algo más que sí mismo.
Y fue vergonzoso dar esa imagen de sí a alguien que admiraba. Aquella herida a lo poco que quedaba de su orgullo le dio la determinación necesaria para volver a su vida. Se le había pasado la hora para desterrar a D´Oria de sus pensamientos.

Y ahora, compartía una copa de champaña con Roger mientras intentaba no pensar en Daniel. Eso resultaba indudablemente irónico.

- ¿Su familia se encuentra aquí esta noche entonces?

El rostro de Miller pareció contrariado.
- No- dijo, y en seguida el castaño comprendió su error- A última hora hemos decidido no
  hospedarnos en el hotel, hemos rentado una casa al otro extremo de Catania, como dije,
  buscamos tener tiempo de calidad juntos. Y… estoy aquí solo porque… ha habido…
  una situación.

Su inesperada incomodidad se extendió a su interlocutor.
Lo que Kyan había supuesto era una pregunta por cortesía, estaba resultando un desastre.

- Tomaré en cuenta su consejo, señor- quiso retomar el rumbo de esa charla.

Rayos, no podía censurarse a sí mismo a veces.
Tenía que admitir que ese acercamiento personal era algo inusual que rápidamente se tornaba inapropiado, o por lo menos, así lo sentía él.

- Espero que disfrutes tu estancia en Catania, Kyan, Es un lugar estupendo, especialmente
  si se tiene un yate. Habíamos planeado mañana visitar alguna playa privada en la embarcación de un amigo… aunque… quizá en realidad ya no vayamos a hacerlo.

No pudo evitar pensar en lo que acababa de escuchar.
¿El yate de un amigo?
¿El socio de Daniel? ¿Reiner Köhler?
¿Sería ese yate el mismo en el que…?

- Esmerald- susurró.

- Si, de él hablo. Vaya, ¿conoces a Reiner?

Apretó la mandíbula.
- No en realidad, tenemos… amistades en común.
No supo cómo más decirlo.

¿Sabría Miller que el socio del arquitecto de LD con quien tan accidentada relación tenía era Reiner Köhler? Por supuesto que debería saberlo.

Lo que quizá no, era que Enzo y ese inversionista habían sido amantes. Que  lo seguían siendo.
No iba a ser el quien abriera la boca.

- Es curioso, ¿no crees?- le escuchó decir a su mentor.

- ¿Cómo dice?

- Que conozcamos gente en común, claro, Luxemburgo no es un lugar grande.
  ¿Conocías a Daniel antes del proyecto Rá?

Aquella suposición vuelta pregunta le hizo sonreír para sus adentros.
“Claro, nos conocimos en un bar y tuve sexo con él en el jacuzzi de su mansión, un par de días antes de saber que trabajaríamos juntos”.

- ¿Por qué me lo pregunta?

Sí no era cortés responder de esa manera, pero no pudo evitar querer saber qué le llevaba a Miller a inquirir sobre aquello.

Su jefe frunció el ceño como si no le agradara el cuestionamiento.
- Simple curiosidad.

- ¿Le ha dado la impresión de que nos conocemos de tiempo atrás?
Quizá no debía presionar la situación, pero no pudo contenerse.

- Si, de algún modo si- fue toda la respuesta- ¿Sigues en comunicación con él?

De pronto se encontraba hablando de Lascurain con su jefe.
Así de buena era su suerte.

- No, él está de viaje y ha dejado a cargo a otro arquitecto, Andrew Kelly.
  Y si quiere saberlo, opino que ha resultado una buena decisión.

Roger pareció tener una opinión respecto a lo que acababa de escuchar, pero no la dijo.

- Me alegro que todo esté resultando bien- concluyó, pero no fue muy convincente.

Aquella conversación había tomado un rumbo extraño.
Tenía la rara impresión de que las preguntas de Miller tenían un significado que no estaba captando y entonces un pensamiento lo alarmó.
¿Existía posibilidad de que Roger supiera que algo estaba pasando entre él y el guallen?
Una espina de horror se le clavó en el corazón.

No tendría sentido que el portugués le contara de su vida personal a alguien que evidentemente detestaba. Pero, ¿qué había de la morena de las perlas? Kyan sabía que ellos eran cercanos, los había visto en la inauguración de Anna estar juntos.

- Me pregunto si Dan habrá aceptado mi invitación a Catania también.

Dan.
Novak contuvo la impresión, lo cierto es que la sangre se le había escapado de la cabeza.
No estaba seguro de haber oído bien o más bien… de creer lo que escuchaba.

- ¿Lo ha invitado aquí?

Trató de sonar lo más casual posible. ¡Con resultados nada convincentes!

- Estoy tratando de limar asperezas con él, después de todo, somos familia.
  No tiene ningún sentido tener una mala actitud el uno hacia el otro, así que le he pedido
  que venga, Vi también tuvo mucho que ver.

Vi. Victoria. Lascurain alguna vez había dicho su nombre. Ella era la mujer con la que él negaba tener una relación y sin embargo a aquella a quien le había hecho una promesa en un anillo de oro blanco que dictaba “Por siempre nuestros”.
Y ahora… ¿estaba siendo ella la intermediaria en su conflicto?

¡Mierda! Ahí, en ese mismo lugar estaban los Lascurain.
¡No había forma de que Enzo no lo hubiera sabido!
De pronto tenía más ganas de ver a su amico que antes… para ahorcarlo, ¿cómo lo llevaba a ese lugar a sabiendas de aquello?

Sus ganas de quedarse en ese salón se iban yendo muy rápidamente, ¿no había querido irse a dormir aquella noche en vez de formar parte de ese estúpido circo?
Después de todo, no iba de trabajo, ¡no tenía ninguna obligación con nadie!

Comenzó a elaborar una cordial despedida en su cabeza para marcharse de ahí, pero antes de que pudiera verbalizarla, sintió una poderosa presencia aproximándose rápidamente hacia ellos.

No.
¡¡Diablos no!!

Era la persona que menos deseaba ver en ese momento, ¡aquella que tanto se había esforzado en evitar!

En el mismo salón, a miles de kilómetros de casa.
No podía ser una coincidencia.

Schäiss!

Daniel.
Sintió que su corazón se detenía, al igual que el tiempo y el universo.

Iba hacia ellos. Luciendo como una pantera negra al asecho.
Sus ojos grises brillaban como no recordaba lo hubieran hecho antes.

Su instinto se lo dijo, algo iba definitivamente mal.
Lascurain no parecía nada, nada, nada contento.





Continuará...

 

Notas finales:

:O


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