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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

*reparte dulces a tod@s*

 

 

- ¿Dónde te metiste al final de la noche?- preguntaba una voz fresca y llena del energía al
  otro lado de la línea.
Aún estaba sentado en la cama, despabilándose después de haber sido despertado a las 6 y tanto de la mañana por una llamada de su compañero de trabajo, Paine Rivielle.

Se había marchado finalmente alrededor de las cuatro de la aquella fiesta, pero para la inauguración de la copa, eso podría considerarse temprano. Había dormido menos de dos horas y el día ya comenzaba de nuevo. Se sentía muy aturdido.

- Lo siento, tuve un asunto que atender, ¿ocurrió algo?

- No mucho en realidad, pero causas un efecto en la gente y cuando te vas, se nota-
  dijo el otro con tersura- Y disculpa la hora, pero hace un rato, hubo un cambio muy
  importante en el itinerario; la familia real danesa llega tres horas antes al aeropuerto.
  Imaginé, a riesgo de ser descortés, que esto podría merecer despertarte y aunque he
  actualizado el itinerario electrónico y podrías haberlo visto en cuanto despertaras, creí
  que sería mejor informarte cuanto antes.
 
Aquello revolucionó su adormilado cerebro.

- No, gracias por llamarme. ¿A qué hora dices que ocurrió ese cambio?
- Hace 15 minutos.

Baladi revisaba en su Smartphone sincronizado con el del otro RP.
- Paine, ¿sabes que probablemente estás salvando mi trasero?

Tenía que admitir que la situación de Kyan había dejado en otro mundo.

Maldijo su suerte.
No quería apartarse de su amigo.
Lo miró sobre su hombro, aún acostado.
Kyan había tenido una noche horrible.

Los tres cuartos de hora que habían tardado en dormirse, lo había escuchado respirar hondo y forzado. Hondo y forzado. En un esfuerzo de controlarse, de salvar su mente.

La habían pasado sumidos en el silencio que Enzo le regalaba, no le pediría saber de lo ocurrido, pero cuando quisiera hacerlo, ahí estaría para él.
Le había acariciado las hebras acarameladas que eran sus cabellos, lo que supo a una eternidad, hasta que finalmente cayó rendido.

Parecía tan herido…

Era así que tenía que tomar una decisión fuerte en ese momento.
Y la tomó con el corazón.

- Paine, quisiera agradecerte toda la ayuda que has sido y me preguntaba si estabas
  interesado en conocer a los reyes.

Una ligera pausa indicó la sorpresa que creaba en el joven.
Se lo imaginó sonriendo hermosamente del otro lado del teléfono, con sus ojos brillantes.

- Pero… tenía entendido que sólo uno de nosotros podría ir a recibirlos.
- Sí, estoy pensando que ese podrías ser tú. Yo puedo ir en tu lugar a la entrevista.

En unas horas uno de los RP del evento debía encontrarse con la gente del Canale 5 para grabar una cápsula sobre la Copa. Pero eso no requería salir ni siquiera del hotel, de hecho había acordado hacer las grabaciones en el Montek, por supuesto. Con todo, se trataba de un asunto que podía tratarse en relativamente poco tiempo.

- Me encantaría- dijo el otro- sea lo que sea tu asunto, debe ser algo importante.

¿Era tan evidente?

- Lo es, te veré más tarde entonces.

- Que tengas buen día, Enzo. Yo sé que lo tendré.
  Si me disculpas, tendré que cambiar mi atuendo, ahora tengo invitados VIP+ que recibir.

- Disfrútalo, Paine- respondió sin poder evitar reír un poco.

Se puso de pie y fue al baño, abrió toda la llave de la ducha.
Tenía que prepararse él también y estar funcional.

Mientras el agua se calentaba y antes de que se empañara el espejo, se miró.
Lucía algo ojeroso, nada que una buena crema de contorno de ojos no pudiera arreglar. Era extraño que las desveladas se le notaran, aquel viaje estaba resultando agotador.

Baladi era la clase de persona que no tenía problemas para trabajar bajo presión y estaba acostumbrado a los horarios extremos, pero… estaba pidiéndole mucho a su físico y ¡no sólo eso! Lo que acababa de pasar la noche anterior lo había dejado muy abrumado.

Ese maldito portoghese le había hecho daño a su persona favorita, mucho daño. No había que ser un genio para suponerlo.
Kyan olía a sexo. A sexo con Daniel.

Ahora mismo sólo tenía ganas de volver a la cama y continuar abrazando el cuerpo de ese castaño necio que tanto quería.
Pero se conformó con el chorro de agua caliente cayéndole por su larga melena empapándolo.

Lo sabía, había tenido el presentimiento de que algo iba mal cuando habló con Kyan, él le había dicho que estaba en su cuarto, que lo dejara en paz, ¿se podía haber esperado algo diferente de él?
Y sin embargo, supo que no debía dejarlo solo.

El evento estaba por terminar y lo más lógico era respetar aquella petición e irse a la cama dado que estaba absolutamente molido por la desvelada en el Esmerald y lo pesado del trabajo de ese día, pero no pudo. Fue a buscarlo.

Estuvo largo rato tocando la puerta de su cuarto y otro más llamándole por teléfono, primero a la habitación y después a su móvil, pero con la oreja en la puerta al no oír su celular sonando supo que Novak había mentido y que ¡no estaba ahí!

Tras hablar con la gente del hotel, supo que un huésped había informado sobre un sujeto tirado en la playa, pero cuando seguridad había atendido el reporte, no lo hallaron.

El sentirse absurdamente paranoico no le impidió revisar la lista de reservaciones para ver cuál era la habitación que Miller le había cedido a los Lascurain, ¡cuál sería su sorpresa cuando el elevador se abrió en el último piso y se encontró con Kyan y Daniel, ambos completamente fuera de sí mismos!

Recordar todo esto le hizo sentir fuego en las entrañas.

Mientras terminaba de enjuagarse, el teléfono comenzó a sonar; cerró la llave y tomó aprisa el teléfono del baño porque no deseaba que el ruido despertara a su bello durmiente.
¿Quién le marcaba directo a la habitación?

- Pronto?

- No me cuelgues- dijo la voz de ese hijo de puta al otro lado. En seguida deseó hacerlo!
  Sólo déjame decir algo, no cuelgues, por favor Enzo.

Daniel Lascurain no tenía reparos en pedirlo y seguramente continuaría llamando una y otra vez, era mejor enfrentarlo.

- Si pretendes disculparte con él, ni te molestes, no te lo voy a pasar.

- Sí, quiero disculparme- decía, su voz sonaba bastante alterada- claro que quiero
  disculparme, pero…

- ¡No vas a hablar con él ni de broma! ¡Estás soñando con que vas a volver a hablar con
  él nunca!

El silencio de una tumba se manifestó del otro lado de la línea, haciéndole pensar que arruinaba su plan A.

- De acuerdo, sólo no cuelgues- volvía a pedir- Déjame hablar contigo entonces.
  Sólo voy a pedirte algo- Parecía estar forzándose a mantener la calma- Eso es todo,
  después colgaré y no volveré a marcar.

- ¿Con qué derecho solicitas algo de mí?
  No puedo creer lo que has hecho, ¡yo fui quien le dijo que te diera una maldita
  oportunidad! ¡Una y otra vez!

¡Aún no entendía cómo es que había creído en él!

Pero Enzo se dijo a sí mismo que nada obtendría dejando que sus emociones ganaran, tenía que llevar aquella charla hacia rumbos convenientes, como siempre lo hacía, era su trabajo, su habilidad.

- Pero no dejaré que hagas esta llamada en vano, ya que has tenido el descaro de hacerla.
  Haré un trato conmigo, Lascurain. Haré lo que me pides y a cambio… te irás de su vida
  para siempre, ¿no te parece sólo lo justo después de cómo lo has agobiado?
 
  Y te lo digo muy en serio, no me hagas tener que amenazarte y no me hagas tener que
   cumplirlo, porque lo haré a la fuerza si es necesario, no estoy jugando.
   Promételo.

- Bien, lo prometo- juraba, por un segundo el rubio no pudo creer que lo hacía.

- ¿Te alejarás de Kyan entonces?

Un segundo, dos, tres.
- Lo haré. Si tú cumples tu parte del trato- insistió.

- Cuenta con eso- Si eso alejaba para siempre a ese portugués de Kyan, prometería lo que
  fuera- ¿Qué es lo que quieres, Lascurain?




Había estado varios minutos hablando con él, en que su cuerpo se enfrió al permanecer mojado junto al teléfono del baño.

Cuando salió de la ducha, Kyan seguía en la cama.
El castaño no había hecho el menor gesto de ir a levantarse pronto. Quizá si no lo molestaba, estaría así hasta pasado el mediodía.

Y en realidad, su mejor amigo había tenido que tomar dos vuelos para llegar ahí, le había dicho que quería descansar y él lo había obligado a seguir la noche sólo para un rato después abandonarlo en un salón que contenía a ese tipo.

Novak, por muy duro que fuera, podía llegar a ser muy autodestructivo, sobre todo al beber. Seguramente se había dejado arrastrar otra vez por aquel arquitecto con el que había jurado no volver a tener nada. Un tipo que seguía casado y con el que técnicamente seguía trabajando. ¿En qué estaría pensando?

No debía estarlo haciendo.
Si se dejaba arrastrar por sus emociones respecto a él de esa manera… era verdad éste le importaba más al financiero de lo que quería admitir.

¿Y qué no, tras encontrarse con él bajo cualquier circunstancia, el castaño siempre terminaba alterado?

Al parecer… de verdad se había enamorado de él.
Y no iba a perdonarle a ese gran imbécil haberle hecho daño.

Le dolían los nudillos por el derechazo que le había dado en la cara a ese caprone.
¡Debía haberle dado otro más antes de irse!





Kyan dio un giro en su cama, enredándose en las tibias cobijas.
Olían a Baladi y eso… lo tranquilizaba.

Tenía los oídos tapados y estaba congestionado, sentía una presión dolorosa en la frente.
Debía ser por haber llorado.
Estaba agotado. Con resaca. Su cuerpo se sentía molido a palos.

Se incorporó lentamente, sintiendo los estragos de la noche con el portugués, cada músculo, cada tendón, cada centímetro de piel dolían.

Sentado al fin sobre la cama, las marcas que vio en sus muñecas fueron evidentes sobre su piel clara, aquel enrojecimiento se volvería moretones en cuestión de horas.

Enzo estaba vistiéndose cuando lo vio despertar, pudo ver como intentaba controlar la expresión en su faz, pero su belleza se descompuso al verlo.
Debía lucir peor de lo que pensaba para despertar una reacción así.

El rubio susurró su nombre, llegando a su lado.
Se sentó en la cama y lo tomó del rostro.

- Caro… ¿qué te hizo ese cabrón?

Aquella frase iba acompañada de angustia pura lo que no le gustó para nada.

- Por favor no pongas esa cara de preocupación- pidió-  no me gusta verte así.
- Podría decir lo mismo de ti. Kyan... dime que está pasando.

Pero su mirada color miel no se quedó en la suya, navegó a través de la nada, como si buscara la respuesta. No comprendió esa búsqueda, cuando para él era tan obvio lo que había ocurrido.

- Key… habla conmigo.
- Pero… no quiero- susurró- no puedo...

El mayor frunció el ceño y al segundo siguiente lo descubrió por completo, en un movimiento limpio e inesperado.
Pudo ver entonces la rudeza con la que había sido tratado, sus ojos esmeraldas paseaban por su anatomía, horrorizándose.

- ¿Cómo se atrevió a tratarte así?- murmuró, y como si no pudiera hacer alguna otra cosa,
  posó sus labios en las marcas que había en su cuello.

Kyan jadeó, confundido. Y cuando los besos continuaron por su pecho, no supo qué hacer. Se sentía bien… tener un inesperado alivio, ser cubierto de besos que sabía que si provenían de él… eran de un afecto real.

Cerró los ojos, dejándose llevar por aquel amor, deseando que aquellas caricias desvanecieran los horrendos recuerdos.

- Enzo…- dijo su voz vuelta un gemido.

- Si no quieres que te toque, basta con que lo digas- le escuchó susurrar mientras sus
  labios se volvían inapropiadamente dulces…

- No… no me sueltes ahora.

Baladi lo recostó suavemente en la cama, cubriéndolo de ósculos por todo el cuerpo, viajando por aquellas muñecas que ese tipo había apresado con fuerza hasta amoratarlas, por sus manos que habían vuelto a hinchar y en cuyas uñas estaba la dermis de Lascurain, pasando después por su pecho donde su corazón latía apesadumbradamente, descendiendo por toda la carne que ardía y pulsaba herida; su abdomen caliente, sus enrojecidos muslos…

- No debí dejarte solo, Key… - susurraba provocándole escalofríos con su aliento contra
  su piel, llegando a su entrepierna, la cual besó tan tersamente- lamento tanto… todo
  esto… ojalá pudiera borrar este daño, este dolor.

Lo había sonrojado por completo.

- No… ¡No!- negó Kyan, su voz se llenaba de angustia- ¡No digas algo así! No has sido
  tú el que me ha  lastimado, tú eres… quien siempre me conforta y me hace volver a
  respirar paz- dijo en una voz que se quebraba- la persona… en que más confío en el
  mundo, eres tú, Enzo... no te sientas mal por mí…

Lo sintió subir suavemente, su mirada estaba puesta en la suya, intensamente.
Podía ver cómo todo aquello afectaba profundamente a su amigo, pudo ver en sus ojos color del mar todo el cariño que le tenía.

El rubio lo tomó de la nuca, acercando su cara a la suya.
- Key- le escuchó nombrarlo, su voz se había enronquecido.

Novak jadeó, sintiendo que se sonrojaba.

La distancia entre ellos era tan mínima que sintió que sus labios se rozaban. Sentía la respiración de Enzo tan íntimamente cercana que se mezclaba con la suya.

- No soportaría verte hundirte de nuevo, Key…

- Yo… estaré bien, te lo prometo, amico- dijo apresuradamente, sin estar verdaderamente
  convencido de lo que decía, ¡sólo quería quitar ese dolor de la cara de Enzo!- Estoy
  exagerando, como siempre.
 
  No sé qué es lo que piensas que ha pasado, pero… esto no es lo que parece. Por más que
  deseara que no fuera así… yo lo he permitido… yo le he dejado hacer esto conmigo al
  final.

Se supone que eso lo hacía menos una víctima, pero escuchándose a sí mismo, supo que admitir aquello era aún peor.
No pudo sostenerle la mirada. Aquello era demasiado vergonzoso.

- No justifiques a ese maldito sádico- le oyó decir, con su mano le obligaba a volver a
  verlo.

- ¡No lo hago! Pero sería falso decir que no hubo un momento en que dejé de querer que
  parara.

Pero para el otro la idea fue inadmisible.
- ¡Dios, Key! Estabas en shock cuando te encontré. ¡Desnudo en el pasillo del hotel con
  los ojos bañados en lágrimas!

Le acarició las mejillas, por donde aquella pena había resbalado.
La intensidad y la dureza de Enzo al respecto estaban abrumándolo.

- Pero… no fue por él. ¡No fue por lo que me hacía! ¡Fue por mí!

Sus ideas eran una tormenta en su cabeza, incapaces de tomar forma, de volverse coherentes. Le sorprendió su incapacidad de describir lo que había ocurrido.

- Yo… estaba excitado- confesaba mirándolo tan de cerca que estuvo convencido que
  decía la verdad pues de otra forma no podría decírselo a la cara, desnudo como estaba
  bajo él y su cabello frío, no le importó llegar a ser gráfico para hacerle que era en serio-
  me corrí en su mano, gimiendo como un loco, ¡temblando por el deseo!

Decirlo en voz alta quizá lo hacía parecer un completo estúpido, pero al mismo tiempo tenía que sacárselo del sistema. Y sólo podía decírselo a ésa persona que tenía enfrente.

- Y justamente fue algo tan... intenso… que supe que estaba mal, que yo estaba mal
  permitiendo eso, que era retorcido que se sintiera… tan bien.
  Entonces fue como si algo horrible se trepara en mí de la misma manera en que lo había
  hecho el placer.
  Estaba... aterrado. De sentir... lo que sentía... ¡lo que siento!
  ¡Que en este momento desee tanto verlo!

La amargura se instaló en el rostro de Baladi, endureciéndole los rasgos.

- Basta- lo frenaba- No estás pensando claramente.

- ¡No, no lo estoy haciendo!
   Evidentemente no escucho a mi sentido común, por si no lo habías notado. Porque
  quisiera poder arreglar las cosas.
  ¡Porque necesito tanto verlo! A ese maldito maldito guallen

- ¡Key!- lo nombró el otro, reprendiéndolo en un intento de hacerlo entrar en razón.

- ¡Sé lo mal que suena! ¡Lo que digas al respecto, me queda claro!
  Pero… tampoco seré un esclavo de lo que siento, ya había hecho una elección… y él
  sólo la hizo más fácil. Porque aunque pudiera perdonarlo por lo que pasó anoche, ¡no
  puedo ignorar las condiciones de su vida!
 
  Daniel no renunciaría a su posición por mí, así como no lo hizo Ricard.
  ¿Y qué no debería ser yo el responsable de mi propia felicidad?

  Así que estaré bien, porque no me daré otra alternativa.
  No lloraré por él como lo hice por Rick, soy más fuerte ahora.


Pero el rubio estaba lejos de sentirse satisfecho con eso.

- Me parece que no estás viendo las cosas en perspectiva. D´Oria por mucho que te haya
  hecho un daño emocional, nunca te puso una mano encima, en éste momento, Lascurain
  es mucho peor que él y eso es mucho decir, lo sabes; con él no se trata de algo
  existencial, ha atentado contra tu integridad física lo hayas gozado o no y no me parece
  que le estés dando la importancia que merece.

Aquella severidad le provocó un momento de autoconciencia.
Estaba tan vulnerable y despojado de todo, desnudo en la cama, a la vista de Enzo, hecho un desastre.
Un golpe de vergüenza lo abofeteó.

- Si no vas a besarme… por favor, suéltame- pidió inesperadamente.

Baladi frunció el entrecejo, parecía molesto y eso le hizo sentir culpable. Estaba siendo un idiota con él, como siempre.
Su desamparo no fue a ningún lado, porque ese hombre en vez de alejarlo lo estrechó en sus brazos.

Baladi creía que estaba minimizando los hechos y quizá sonaba a que estaba excusándolo.
¿Lo estaba?

- No vuelvas a decir que disfrutaste que te tratara mal- le escuchó, apoyando su cabeza en
  el hueco de su hombro, en un abrazo tan apretado que le dio a entender que estaba lejos
  de dejarlo ir- Eso no es saludable, no es algo que necesites en tu cabeza en éste
  momento.

Sonaba lógico, no podía negarlo.

- Merda! ¡Me alegraba tanto que él hubiera aparecido en tu vida! ¿Cómo pude ser tan
  ciego? Yo mismo te pedí que le dieras una oportunidad, lo hice porque creía que él te
  haría feliz y no hay nada que quiera más en el mundo más que eso- Enzo rugía- te he
  visto sufrir tanto… y podía ver lo mucho que él te gustaba, aunque dijeras que no. Quise
  creer que él era para ti, ¡estaba tan equivocado!

Novak quedó sin palabras.
El publirrelacionista había visto claramente a través de él, ¿acaso entonces las palabras que había intercambiado con él en la madrugada buscaban nada más una confirmación?

“No es como si lo amaras”, lo había obligado a pensar…

Y además se sentía culpable por lo que había pasado, ¡Baladi era quien menos tenía que ver en el asunto! No dejaría que se sintiera de alguna manera responsable, eso era ridículo.

- Ha sido mi error desde el principio, Enzo, de nadie más.
  Y lo cierto es que jamás pensé que llegaríamos tan lejos, que llegaría a importarme de
  verdad. Que en tan poco tiempo se hubiera hecho tanto espacio dentro de mí.
 
  Pero… de verdad estoy listo para olvidar este asunto, si no puedo perdonarlo, tampoco
  quiero volver a verlo. No voy a dedicar a esto sin sentido uno más de mis pensamientos.
  Así que por favor, tú tampoco lo hagas.
 

- Claro que no, voy a hacer lo que hacemos los italianos cuando algo así pasa, le damos
  una paliza al pezzo di merda.

Había rencor en su voz que no le permitió saber si se trataba de una broma o no.
- Tu sarcasmo no puede ser tan bueno, ahora no sé si hablas en serio.

El otro resopló una risa en su cabello, aliviando la tensión del momento.
El siguiente instante fue de puro silencio y también los que le siguieron.

- Voy a estar bien, Enzo, tú lo dijiste anoche- dijo después de lo que pareció casi un
  minuto. Había deseado corresponder a aquel abrazo, pero el afecto era un chip que tenía
  dañado hace mucho tiempo. Y ahora mucho más.

- Si… por supuesto que estarás bien- le escuchó repetir al otro, casi obligándose a
  hacerlo. Supo que estaba intentando apagar su apasionamiento- Discúlpame, creo que no
  estoy ayudándote mucho en realidad, pero estoy tan tan enojado con él.

Tenía el cuerpo de Baladi rodeándolo y puso sentir como se tensaba.

- Eso es tan ridículamente adorable, Enzo-le dijo entonces, encontrándole de alguna
  manera la gracia- de verdad eres el incómodo hermano mayor que nunca tuve.

Aquello le sacó una risa irremediablemente a su mejor amigo.
- Has olvidado un calificativo en nuestra descripción, mi calificativo favorito, fratellino.

Incestuoso, pensó de inmediato, sonriendo finalmente.

Suspiró largamente, esforzándose a dar con un pensamiento coherente.
No podía pasar el resto del día en la cama siendo mimado por Enzo.
No si quería dejar de pensar y hablar del asunto.

-  Me vendría bien una ducha- decidió- después de todo, ¿soy o no un desastre?

- Siempre eres un desastre- respondía el rubio, soltándolo finalmente para dejarlo
  incorporarse.

Sus palabras iban acompañadas por un una curva suave en sus labios que terminó por convertirse en sonrisa, cuya belleza era tanta que le daba consuelo, ¡así de hermosa era!

Supo que de no existir Enzo, el mundo sería mucho más oscuro, por lo menos el suyo.

Pero aquella burbuja estaba a punto de romperse, una llamada entraba, haciéndole al RP tomar su teléfono móvil de la mesa de noche.

- Ni un momento de paz- le escuchó mascullar antes de contestar.

- Buongiorno, bello!- decía una voz animada de mujer en su lengua materna.

Mestri.
Por el tono de sus palabras, Baladi supuso que estaba de buenas.

- Estoy marcando al señor Novak pero no contesta, vaya sorpresa, ¿eh?
  Espero no sea muy temprano- parloteaba.

- Aparentemente no. ¿Dónde estás, Anna?

- Voy camino al Montek, traigo un café delicioso que me he encontrado, ¿tienes cafetera
  en tu cuarto?

- Si, pero…

- ¿Qué?

Kyan.
¿Estaría de humor para ver a la fotógrafa o lo odiaría por invitarla?
Al final, ella era su amiga. Debería ser algo bueno.

- Estoy con Kyan.

- Ah, ¿desde ahora? ¿Es que han dormido juntos?

Le hizo reír.
- Que deductiva estás hoy. Sólo ven, estamos en la 507.

- ¡Genial, los veo pronto!

Cortó la comunicación, Kyan se había puesto de pie y miraba por la ventaba, lucía tan serio mirando hacia afuera, donde ocurría una luminosa mañana. Fue irresistible no abrazarlo por la espalda.

El luxemburgués le permitió hacerlo porque ciertamente el calor de ese abrazo le daba fuerzas. Nada en el mundo funcionaría mejor que estar a cargo de Enzo Baladi en aquel instante.
Incluso aunque hubiera invitado a la fotógrafa a venir justo ahora.

- E ´perfecto, Enzo- susurró irónico, cambiando a un idioma que muy a veces solía
  hablar y que sabía siempre emocionaba al rubio- Oggi voglio socializzare con il
  mondo*.

*/Es perfecto. Hoy tengo ganas de socializar con el mundo.

- Si tu italiano mejorara como lo hace tu sarcasmo, pronto dejaría de ser el lenguaje
  secreto en que Anna y yo hablamos mal de ti- bromeó- pero no me culpes, todo lo hago
  por complacerte. Ella ha prometido traer un café suculento- musitó en su oído, como si
  cada palabra contuviera verdaderamente algo delicioso- que sé muy bien, que un adicto
  a la cafeína aquí presente le va a encantar.

Kyan se giró, sin romper el abrazo para verlo.
Las gemas esmeraldas del rubio le sonreían por fin y eso a su vez lo serenó.
Era extraño le preocupara más la paz mental de Enzo que incluso que la suya.
 
Si fuese ese alemán el que hubiera tratado así a su mejor amigo, no sólo no podría perdonarlo sino que su opinión respecto a él sería mil veces más dura que la que Enzo había expresado de Daniel.

- ¿Y pretenden prepararlo la cafetera de la habitación?- le siguió el juego- Esa es una
  bonita manera de arruinar un buen café.

No tardó en obtener una respuesta de alguien que siempre una respuesta para todo.

- Es un hecho que los cafeinómanos siempre están de mal humor antes de la primera taza
  del día, como cualquier horrible adicto. Así que no es de sorprender una respuesta tan
  negativa como la que acabas de darme.
  Ahora ve a tomar esa ducha, y yo me encargo de que tengas el mejor café posible
  cuando salgas, lo juro.





No recordaba la última vez que había tomado un baño tan largo. Kyan solía ser práctico y eficiente en las mañanas, nada de complacencias superfluas, pero hoy, bien podía haber estado allá dentro una vida.

Si existía el momento perfecto para ser autoindulgente, debía ser ese.

Escuchaba la voz de Abrianna hablando animadamente afuera del baño desde hacía un buen rato.
Seguramente Baladi no le había mencionado sobre la noche anterior, ¿tenía que decir algo? Y de no hacerlo, ¿se le notaría?

Lo cierto es que le había costado un poco de trabajo caminar, y mientras se duchaba había podido sentir su carne inflamada que ardía con el agua caliente. Terminó usando agua muy fría que también ayudó a despertarlo, a hacer un bendito reinicio.

Se secaba, prometiéndose bloquear todo recuerdo de la noche anterior, no le daría a Lascurain el privilegio de afectarlo más de lo que ya había hecho.
Por su propio bien, era hora de no dedicarle un solo pensamiento más.

Se envolvió en la esponjosa bata de baño del Montek, dio una bocanada de aire y salió.

Mestri parecía un poco bronceada, sus labios tenían labial color morado, al igual que uno de sus mechones de cabello.

- Lindo color- dijo en forma de saludo.
- Enzo lo odia-  contestó ella poniéndose de pie para besarlo en la mejilla.

Ella estaba muy sonriente esa horrenda mañana.

- ¿Llegaste ayer, verdad?
- ¿Cómo lo sabes?
- No has tomado nada de sol, estás tan pálido como luxemburgués- se burlaba.
- ¿No te faltó decir como financiero también?

Después de todo, era su tema favorito para hacer guasa de él.
Ella se mordía los labios, divertida. Probablemente olvidaba que tenía que tener cuidado en no darle demasiada cuerda.

- Mi piel no es de las que se broncean- continuó, sin dejarla seguir con aquella línea.

- Kyan, ¿te excediste con las copas anoche? Pareciera que tuvieras resaca.

El timbre de la habitación sonó, el rubio se apresuró a la puerta.

- Ése debe ser el café que trajo Anna, pedí que lo prepararan como un pedido especial
  para ti.





Abrianna podía llegar a ser una bendición.
Era el tipo de personas llenas de entusiasmo, que iluminaban con facilidad una habitación. Había llegado directamente a la casa de Ritsu hace dos noches y ya había aprovechado para tomar un poco el bronceado junto a la alberca de la enorme mansión siciliana que el otro artista había conseguido, o mejor dicho, de la otra artista.

La verdad fundamental es que la Copa Budge a la fotógrafa  le daba igual y aunque cualquier asesor de imagen le recomendaría asomar su nariz a los eventos con ropa fabulosa y dejar que los paparazzis le tomaran fotos con otras celebridades… a ella le importaba un comino.
No dudaba que esa conversación ya la hubiera tenido con Carlo, con Enzo y con más personas, pero ella no los escucharía, porque así era ella.

La joven proponía un día de spa para los tres en el hotel, ¿qué no dejarse ver en las instalaciones era bueno para “el negocio” como la fotógrafa llamaba al empleo de ambos en Muggen?
Era obvio que como artista, no tomaba mucho en serio el mundo financiero.

Baladi se portaba como si nada ocurriera, haciendo el ambiente en la habitación ligero… como una mentira.

Más si Novak por un momento deseara poner un pie fuera de ese cuarto como Anna sugería, no sería para pasearse en el hotel, sino para largarse de Catania.

- ¿Qué tan lejos queda entonces la casa de Ritsu?- cuestionó.

- Algo así como dos horas en auto, pero me han dicho que la transportación en la isla es
  una pesadilla. Las tres empresas de taxis y servicios ejecutivos están saturadas. Si no
  tienes un auto es imposible moverte y parece que todo está siendo ocupado.

Eso le hizo pensar a Baladi, que Paine había tenido razón en no dejar ir la limousine.

- ¿Y cómo es que tú has llegado entonces aquí, Anna?- preguntó el asesor.

- Reservé un traslado desde ayer en la mañana.

- ¿Eso quiere decir que tendríamos que esperar para irnos si quisiéramos marcharnos
  ahora mismo?- inquiría poco sutilmente en sus deseos de largarse de ahí.

Ella pareció no comprender su premura.
- Si quieres ir a casa de Ritsu, sería mejor llamar ahora mismo a un servicio de traslado
  para que quizá haya algo libre en la tarde.

- Entonces habrá que hacerlo de inmediato- fue su respuesta.

Mestri comenzó a buscar en su teléfono la información.
- No te imagino de jefe- murmuraba- aunque creo que es buena idea.
  ¿Y tú no vas a decir nada, Enzo? Pensaría que le darías un poco de drama a que tu
  amado Key se marchara del hotel y no pudieras verlo los siguientes días. Ah, este es-
  dijo para después marcar.

- La verdad es que voy a estar trabajando y no quiero aburrirlos.
  Quisiera que disfrutaran sus vacaciones ustedes que pueden- decía mientras daba
  propina al joven que les traía el servicio a cuarto.

Mientras Anna daba los datos de la reserva a la operadora, Kyan miró a su mejor amigo, agradeciendo la naturalidad con que ocultaba la verdad.
Él lo miró de vuelta sonriendo con completa confianza, dejando el servicio de café a un lado. El botones podría haberlo llevado y servido incluso, pero Enzo no le había permitido entrar a la habitación.

Como Abrianna se mostraba ocupada, escuchó la voz queda del rubio.

- Te fallé anoche, no cometeré ese error dos veces.
  Creo que es bueno que te marches, que estés lejos de él.
  Si supiera que puedo estar a tu lado por completo, no permitiría que te fueras, pero esta
  vez… tendré que dejar de ser un celoso hermano mayor. Anna cuidará de ti y le obligaré
  a que te dé de comer.

- Enzo…

Baladi miró a Abrianna de reojo, pero ella se había puesto de pie y discutía molesta la negativa que estaba recibiendo.

- No tienes que decir nada, Key. Sé que no quieres hacerlo.
  Entre nosotros las palabras vanas no deberían existir, ¿cierto?
  Anna no conseguirá ese taxi, pero me encargaré de que te vayas en limousine a donde
  Ritsu, a cambio sólo te pido… que la próxima vez que te llame, contestes tu bendito
  teléfono.

Eso le hizo soltar resoplar una risa.
Y no creyó que pudiera volver a reír tan pronto.

- Gracias- dijo en un susurro a su mejor amigo- de verdad, Enzo.
 
El otro volvía a sonreír, pero su expresión siempre tan avasalladoramente preciosa estaba opacada por una dulce consternación.

- Sé qué harías lo mismo por mí sin chistar, Key. Porque en el fondo de tu duro corazón,
  me amas tanto como yo te amo a ti- se mofó, llenándole una taza.

Su comentario tonto lo hizo sonreír, algo contenía de verdad.

Olía delicioso aquel café hirviente que le servía.

Y deseó que su mejor amigo tuviera razón, que después de aquella taza… todo fuera a mejorar.

Supuso que era hora de ser positivo… sólo para variar.





Continuará...


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