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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Ahora si, subiendo el capi a tiempo!
(y además, uno largo)

 

¿Qué podía haber hecho después de abandonar Palermo? Volver a Catania, no había otra respuesta.

Enzo tomó la determinación de que aquella muerte no podía hacerle abandonar su trabajo. Once años atrás, cuando se hubo separado de su familia había aprendido a la mala que no había tiempo para lamentos, que el único camino que existía era hacia adelante. El único.
El luto era un lujo que no podía permitirse siendo uno de los representantes de aquella Copa Internacional que estaba ocurriendo.

Su trabajo requería una profunda atención, agudeza con la información y los detalles, tener siempre frescos nombres, cifras, conexiones y lugares, dominar el arte de la conversación y mucho más. Quien dijera que dedicarse a las relaciones públicas era algo fácil, estaba equivocado.

Aunque era cierto que ser social le era algo natural, también lo era que había tenido que aprender las técnicas y metodología de esa profesión en particular. Y si bien su apariencia lo hacía alguien agradable de tener cerca y bienvenido casi automáticamente en muchos ambientes, no estorbaba ser alguien interesante de conocer y con una buena inteligencia emocional, ante esto resultaba mucho más sencillo que los demás empatizaran y se soltaran.

Pero toda la teoría y experiencia que tenía, estaba a punto de ser puesta a prueba…

El primer obstáculo para reponer el tiempo perdido fue irónicamente su mejor amigo quien le sugería que dejara todo en manos de otro y se ocupara de sí mismo. ¡Contradictorias palabras para un financiero que siempre encontraba en su adicción al trabajo un escape!

Y como Novak no pudo argumentar mucho, entonces hizo algo inesperado: ese castaño decidió quedarse en la Copa Budge hasta el final, acompañándole, en vez de volver a Sciacca con Anna, Zia y Ritsu o ¡ir a cualquier otro lugar donde no estuviera ese portugués!

Fue turno entonces de Enzo de expresar su negativa, su regreso al Montek ponía a su amico a la vista de cierto canalla… pero… no había esperado recibir la noticia de que LD se hubiese marchado de la isla.

Y aquella no fue la última sorpresa, en el instante que fue presentado con Paine, Kyan fue exageradamente amigable, ¿de qué se trataba todo aquello?

Más de que asombrarse fue el hecho de que conforme avanzaron las horas, Kyan no se separara en absoluto de su lado, aprendiendo de buena gana decenas de nombres como si aquello le fuera natural, saludando a completos extraños y pretendiendo interesarse por ellos, conversando con decenas de invitados como… ¡como una persona normal!

Era casi escalofriante verlo ser tan accesible con desconocidos, sosteniendo conversaciones superfluas y respondiendo a comentarios idiotas con total condescendencia…  sin sarcasmos. No podía, ¡no podía creer lo que veían sus ojos!

Los siguientes días, continuó lo que estaba seguro era una farsa, su querido luxemburgués hacía un evidente esfuerzo por facilitarle el trabajo ante los potenciales contactos que pudiera querer conservar, además de que Kyan hablaba cinco idiomas, ¡lo cual no le estorbaba para nada!  El colmo fue el día 3 cuando fue Novak mismo quien comenzó a presentarle personas ¡haciendo mancuerna con Rivielle!

Paine fue a la única persona a la que le contó lo que había ocurrido con su padre, porque merecía una explicación por su ausencia, había aguardado algún tipo de recriminación por dejarle todo a él durante su partida, en cambio el joven publirrelacionista le aseguró que haría lo posible por compensar cualquier carencia que pudieran tener como equipo.
Parecía motivado más allá de lo posible.

Resultó casi enfermizo encontrar a Paine y Kyan hablando una mañana en el desayuno sobre estrategias en las relaciones públicas que él mismo había intentado meter a la conversación miles de veces ante su aburrido amigo y que sin embargo ahora Novak oía y aplicaba como si fuera su propio trabajo el que estuviera en juego.

No cabía en sí. Y no había esperado esa respuesta de su parte, jamás.

Tenía de conocerlo más de siete años y nunca, nunca, ni siquiera en sus épocas más despreocupadas y fiesteras, el señor Novak había sido tan exageradamente complaciente, atento y abierto.

Si no fuera toda una actuación quizá ese arisco hombre bien podría llegar a tener éxito como RP, ¿estaba siendo un ingenuo al pensarlo? Sí, con seguridad.

Le estaba profundamente agradecido, y quizá se lo decía diez veces al día, a lo que Kyan alzaba los hombros con indiferencia y le restaba importancia.

Pero le inquietaba verlo actuar así no sólo por lo obvio, sino porque su  mejor amigo debía estar aún muy herido en realidad por lo que había ocurrido con el arquitecto. Sin embargo dejaba todo su drama personal de lado con inquietante facilidad a favor de Enzo.

El castaño le había prometido que estaría bien y había querido creerlo pero Enzo tenía sus reservas al respecto porque ya antes lo había atestiguado hundirse a causa de su anterior relación, en cambio esta vez la capacidad de su fratellino para sobreponerse lo tenía completamente desconcertado y le preocupaba que toda aquella charada estuviera siendo una tapadera del dolor que Key no dejaba salir de sí mismo.

Mas Baladi se daba cuenta que si quedaba alguna certeza en su mundo, era que no debía detener su vida en ese momento, todo el trabajo que le cayera en las manos, era bueno y también lo era no estar solo. Y tuvo que admitir que necesitaba la fuerza que Kyan le daba sin pedírsela.

Si Novak podía hacer su vida personal de lado y ser extrovertido y encantador, él podría concentrarse también en cumplir cabalmente sus funciones, ¿no?

No podía permitir que una muerte tan egoísta como la de su padre, le valiera la reputación y el empleo, sin duda su amigo lo inspiraba a dar lo mejor de sí mismo, ¡porque vaya que  éste lo estaba dando!

Con todos sus esfuerzos logró sacar la Copa Budge sin más complicaciones, pese a que seguramente era más mérito de esos dos que suyo.


--



La noche que volvió a Luxemburgo se hizo la nota mental de telefonear al día siguiente a su jefe, Aloy Martens, para para explicarle su situación familiar, pero tan pronto pensó esa idea, tuvo que descartarla. Lo cierto es que ni siquiera se había quedado al funeral, ni tampoco quería que aquella noticia cambiara la forma en la que lo trataban o los proyectos que tenía en curso, ni estaba interesado en tener días libres, ¿qué caso tenía poner en manifiesto aquella muerte en su mundo profesional?

Tenía muchísimo trabajo por hacer después de la Copa, había que elaborar documentación extensa y analizar mucha información, además de llenar la base de datos y el mapeado de personas.

No podía parar. No en ese momento.
No tras haber abandonado el proyecto más importante del año por casi dos días enteros y requerido de dos colegas para auxiliarle.

Esa noche trabajó hasta el cansancio hasta tener listo un informe previo y adelantar lo más posible el papeleo.

No obstante, a la mañana siguiente Aloy ni siquiera le dejó tomar asiento antes de hablar con él para darle cierta notificación ipso facto.

Días libres. Demasiados días libres. Forzosos.
Y de aparecerse por ahí, lo obligarían a regresar. Y lo mismo iba para cualquiera de los eventos que ya tenía programada asistencia.

¿Qué? ¡No!
¡Que absurdo!

Logró “negociar” con Aloy un medio tiempo desde casa, ¿qué se supone que haría de su vida sin nada que hacer de todos modos?
¡Jamás se había sentido tan workaholic!

Y con todo, salió de la oficina frustrado. ¿Acaso en Muggen no entendían nada el cómo funcionaba un ejecutivo? Forzarlo a tomar días libres era una pesadilla en ese momento.

Regresó a su apartamento, sintiéndose ansioso.
Después de trabajar largo rato frente a su portátil, decidió que no estaba concentrándose lo suficiente.

No sentía nada de hambre, pero su instinto de supervivencia le dictaba que no había tomado nada salvo un café, un croissant y un yogurt sin sabor y ya comenzaba a anochecer. Mientras se preparaba risotto puso un poco de jazz en una estación de radio online, cualquier cosa que pusieran estaría bien, él no era muy conocedor del género de todos modos pero estaba de humor para aquellos tonos antiguos y suaves. Pensaba inevitablemente en Reiner siempre que escuchaba jazz.

Mientras el arroz se cocinaba, escribió un correo de agradecimiento a Paine, pero no pudo terminarlo. Aunque sabía que estaba mal, no tenía mucho entusiasmo de hacerlo. Quizá estuviera de mejor humor para eso al día siguiente y pudiera mejor hacer una teleconferencia con él, se le daba más las conversaciones en vivo y además, apenas había pasado un día desde que había vuelto a casa.

Su platillo iba bien aunque le supiera un poco insípido, lo condimento quizá un poco de más pero no mejoró. Quizá necesitaba unas clases de cocina… más ahora con tanto tiempo libre en puerta.

Después, aun siendo apenas las 10 de la noche, decidió irse a la cama.
Y él jamás se acostaba antes de la una de la mañana.

Soñó la casa de sus padres, con un detalle irreal, se vio a sí mismo viendo el sol morir desde los grandes ventanales del comedor.
Escuchó la voz de su padre hablando con su madre en el fondo sobre las vacaciones de verano y como ella quería ir a Mónaco y él a Ibiza. Escuchó las risas de su hermana Chiara y la voz suave y mordaz de Franco mientras conversaban en alguna parte.
Oír todo eso habría sido imposible en su verdadero hogar siendo una mansión tan inmensa pero en el sueño él lo escuchaba perfectamente.

Esa cotidianidad que había sentido en esa casa, estaba destinada a desaparecer, así como toda comunicación con su familia, de tajo, cruelmente.
Y ese sueño lo hacía evidente… todo lo que había perdido.

Despertó con malestar.

Había sido tan cobarde como para no enfrentarse al entierro de Ángelo, porque no había podido ver a su hermano de nuevo, ni a su madre y su desprecio. Ni a sus tíos, ni a sus abuelos ni al resto de su familia, muchos de ellos con cargos políticos en el partido más conservador de Italia. Todos tendrían una opinión al respecto de su vida y no dudarían en decirla.

Baladi estaba seguro que después del difunto, él sería el siguiente tema más hablado.
Y definitivamente no estaría preparado a que su familia pudiera “tomar medidas” ante su presencia ahí, después de todo, habían dejado perfectamente claro que aquella no era su casa y no estaría jamás invitado. Ni él ni su amante…


- -


Alguien tocaba el timbre.
Quizá había escuchado mal…
No, ahí estaba de nuevo. Se incorporó de la cama y miró la hora, eran pasadas las doce.
¿Pero del día o de la noche?
Aquel pensamiento lo confundió.

Se había despertado a las cinco de la mañana debido a aquel sueño y había tomado somníferos para no volver a soñar, pero no probablemente había calculado mal la dosis.

Abrió la cortina mientras la persona en la puerta exigía ser atendida. La luz del sol le atacó la cara.

Había dormido demasiadas horas, mientras iba hacia la puerta más lento de que debería, pero en verdad no podía caminar más rápido. Seguía bastante adormilado.
Se pasó los dedos por su largo cabello que como era de esperarse estaba revuelto.

Del otro lado de la puerta estaba Kyan, vestido con un traje negro que le sentaba bien e indicaba que su día era normal a diferencia del suyo. Traía un paquete entre las manos.
Cuando abrió, el olor a comida saturó su olfato.

- ¿Cocinaste eso para mí, amico?
Bien, estaba bromeando, quizá al final no estaba tan mal como pensaba.

- Claro, ya sabes cómo me gusta meterme a la cocina- contestó sarcástico el financiero  
  mientras entraba sin aguardar a ser invitado, con modales tan poco pulidos como
  siempre.
Era bueno verlo volviendo a ser él mismo.

- Pensé que era irreversible tu estado simpático y encantador.

Novak se mofó, por supuesto.
- No veía la hora de dejar de serlo, ni siquiera entiendo cómo puedes mantener la sonrisa
  ante ciertas personas idiotas. Tengo un nuevo respeto por lo que haces.
Eso era ciertamente cáustico.

- Bueno, era hora, ¿no?
Novak lo miraba, tenía sus bellos ojos miel puestos fijamente en él.
- Tu cabello… está hecho un desastre- sus labios se arqueaban- y aun así logras que se
  vea bien. Sólo tú puedes lucir tan apuesto acabado de despertar, amico.

Supuso que era una broma. Se acomodó lo que hasta entonces comprendió parecía una melena, controlando las hebras doradas de su pelo largo. No tenía una liga a la mano así que lo trenzó provisionalmente.

El asesor fue directo a su cocina donde sacó un par de ejemplares del Kebab´s House favorito de su amigo, un local de comida turca del centro, que a él no le encantaba particularmente, y del cual además, le había traído el de pollo especialmente a Enzo porque sabía que le gustaba. Podía ser tan secretamente dulce cuando quería.

- El que me ignores me hace sentir un poco bien- decía el asesor mientras servía la
  comida de las bolsas de cartón a la vajilla, porque sabía que incluso cuando se trataba
  de comida rápida, Baladi prefería usar platos y cubiertos.

- Eso suena un poco masoquista, Kyan- respondía mientras se sentaba en el desayunador
  color rosa ácido, dejando que el otro le sirviera.

Lo escuchó bufar.
- Me refiero a que me quitas la culpa que pudiera sentir de alguna vez no contestar tus
  llamadas.
  Te he estado marcando y como no me contestabas, decidí aprovechar mi hora del lunch
  y venir a ver si estabas aquí, y aquí estas.

Le ponía el plato al frente, con un poco de rudeza.

- Ya comí, un risotto, Key.

Sí, hacía mucho. Pero su amigo no era estúpido y con sólo una mirada a la estufa se hizo obvio que la pequeña olla vacía con restos de arroz duro era su última comida preparada ahí.

- Eso no parece ser de hoy.
Al parecer iba a jugar al detective.

- Bueno, la verdad es que aunque agradezco el detalle, y lo hago, no tengo mucha
  hambre. Lo comeré después, pero por favor, que eso no te detenga.

- Ni hablar- rebatía- Tú más que nadie, sabes perfectamente que el mejor momento para
  comer un kebab es cuando está recién hecho y éste está así ahora- dijo, dándole el
  ejemplo y comiendo el suyo.

Había olvidado lo que era tener un hermano de verdad, la idea era graciosa.
Le dio gusto, dando una mordida.
Estaba buenísimo. Tendría que comerlo todo.

- Enzo… ¿has sabido algo de Köhler?- soltaba de pronto la pregunta.

Durante todo ese tiempo, no había mencionado ni escuchado decir ese nombre.
Había supuesto que volvería a encontrarse al alemán en su regreso a Catania, pero no había sido así. Había sido sencillo no pensar en él, inmerso en tanto trabajo.
Pero ahora Novak lo nombraba, y seguramente había aguardado hasta ese momento por hacerlo.

- Ustedes dos tuvieron tiempo a solas, ¿no es así, Key?
- Un encuentro memorable si me lo preguntas.
- Lo supuse. Siempre me pregunté si se llevarían bien, tienen un humor parecido, pero
  eso mismo podría hacer que no se agradaran.

Vio como el otro pareció divertido con el asunto.
No había esperado eso.

- Salvo su insistencia por hablar a favor de su socio, fue… entretenido conocerlo, por
  decir lo menos- lo decía mientras una sonrisa se formaba en sus labios con la mención
  de aquel hombre.

Baladi tuvo que admitir que sintió un poco de celos, sin comprender hacia quién de los dos iban. Quizá si las circunstancias fueran diferentes… ¿ellos terminarían gustándose?

- Y te diré algo más, Enzo: Él fue sincero en cada una de sus palabras, lo cual no es algo
  que espero ya de la gente. Y mira que lo digo después de 4 días de ser odiosamente
  sociable.

Novak dio otro bocado, el rubio lo imitó.
Al cabo de unos segundos lo escuchó continuar.

- Pero… no te vayas por la tangente, Enzo y contesta mi pregunta.

Al parecer aquellos días lo habían hecho un poco más agudo.

- ¿De si he sabido algo de él? No, nada aún.
  Supongo que volvió a la ciudad, pero la verdad es que no lo he contactado yo tampoco,
  llegamos apenas antier y… estoy… un poco avergonzado de la manera en que le pedí
  que se marchara de casa de mis padres.
  Supongo que no le encantó escucharme decirle que se fuera.

- Tenías tus razones para esa petición.

- Si, quizá. Pero él encontró la manera de llevarme a Palermo y el único momento que se
  marchó de mi lado fue cuando fue a traerte a ti. Sé que pude resolverlo de otra manera,
  decírselo con más tacto… pero… quería que se marchara lo más pronto posible de esa
  casa y sabía que tendría que ser firme.
 
  Temía, temía que mi madre llegara y lo viera, que supiera lo que él significa para mí y
  que ella decidiera ser con él lo desagradable que sé que puede llegar.
  Tú no la conoces, nadie conoce realmente lo cruel que esa mujer puede llegar a ser más
  que los que somos su familia. De todos ellos, es la reina, una malvada reina.

Por un momento, Novak pudo ver como la situación lo conflictuaba, su mirada esmeralda se perdía en aquel escenario en su cabeza y parecía verlo como si todo lo que decía ocurriera frente a sus ojos. Y debía ser algo horrible lo que veía si su belleza podía opacarse de esa manera.

Dejó todo lo que hacía para darle toda su atención.

Para Novak la imagen de una madre era algo sin duda idealizado, no llegaba a comprender la cruel figura de Elena Baladi. Pero, ¿qué sabía él de padres de todos modos?

Pensó en la forma violenta en que Neru había reaccionado ante él, creyéndolo su propio padre y lo tomó como referencia de una horrenda paternidad.

Aun así… él nunca habría tenido que temer a ese rechazo. Alguna ventaja debía tener el ser un huérfano, pensó, cínicamente.

Su amigo apretaba la mandíbula, podía ver la tensión en el costado de su perfecto rostro.

- Ella… si ella… se hubiera atrevido a insultar a Reiner de la manera que fuera… yo…
  sé… que no hubiera podido contenerme, incluso en su propia casa.

Su voz se endurecía, creando una tensión instantánea.

- Y Franco… dios, Key, ¡ni siquiera quiero imaginarlo dirigiéndose a Rein! Y sé que   
  Reiner tampoco permitiría esa actitud, sé que le contestaría con su descarada ironía y  
  que aquello terminaría mal… muy muy mal.
  No podía arriesgarme… ¿lo entiendes? a que él tuviera que conocer a la gente horrible
  que son los Baladi.
 
  Por eso le dije que se fuera de la peor forma posible para asegurarme que lo haría.
  Me porté… como un cobarde.


El luxemburgués era el único testigo del pesar que esa situación le causaba al italiano. Y suponía que todo ese tiempo había guardado aquel peso entre todo el abatimiento que ya cargaba de por sí.

- Estabas vulnerable, Enzo.
  Y tu explicación tiene sentido, de verdad, pero no creo que él tenga idea de nada de lo  
  que me estás diciendo- le hacía saber- debiste decirle tus verdaderos motivos para que
  no hubiera pie a una impresión equivocada.

¿Estaba Kyan defendiendo a Köhler?

- Tú crees que debo llamarle y explicarle- dedujo el RP.

Los labios mordaces de Novak se arquearon en una mueca ganadora.
- No, aparentemente tú eres el que lo cree.

Touché.

- Él lo entenderá si se lo explicas, Enzo.
  Köhler te quiere. De la manera correcta.

Esa frase logró frenar el corazón adormilado del hermoso joven.
¿Qué tipo de conversación habían tenido aquellos dos?
Y más allá de eso… ¿no había un dejo de tristeza en la voz de Key?

¿“De la manera correcta” hacía alguna referencia oculta a aquel portugués que no lo quería así?
El socio de aquel inversionista había resultado ser una persona sin escrúpulos, un sujeto que no merecía otra oportunidad y Baladi no sería quien hablara bien de él. Nunca más.
Pero en honor al esfuerzo que Kyan continuaba haciendo a favor de su bienestar, no tocaría el tema a menos que el otro lo hiciera. Lo cual veía muy poco probable.

Kyan le preocupaba.
Antes, con Ricard, por lo menos había sino honesto respecto a su dolor.
Ahora, parecía no mostrar en absoluto ningún tipo de emoción respecto a lo ocurrido con Daniel Lascurain.

Nadie que no supiera aquella historia, podría siquiera imaginársela.
Pero él, que lo sabía… comprendía que algo iba muy mal en aquel silencio y la forma en la que Kyan se guardaba de siquiera hablar de ese sujeto.



- -


Kyan se marchó poco después y en la noche en invierno, no tardó en llegar.
Enzo estaba en su terraza, su trenza rubia había terminado por deshacerse y por haberla traído su cabello estaba más ondulado que nunca. Decidió dejarlo ser, mirando la ciudad mientras fumaba un cigarrillo en aquella ventosa noche invernal. El humo de su cigarro calentado en sus pulmones era llevado rápidamente por el viento en el cual el viento también bailaba.

Pensaba en lo que su amico le había dicho, sin fijarse en nada más.
No podía decir que no tuviera razón, necesitaba aclarar las cosas con Köhler. Más allá de una disculpa y un agradecimiento, le inquietaba el no saber nada de él aunque sólo hubieran transcurrido algunos días desde su escueta despedida.

Algo le sabía mal de todo eso, porque no consideraba a Reiner tan rencoroso como para simplemente desaparecer por algo así.
¿No ese había sido su mismo pensamiento cuando no lo hubo visto en la inauguración de la Copa? ¿Y todos los demás eventos que le siguieron?

Mató su cigarro y entró a departamento. Entre sus objetivos de año nuevo debería haber estado el de dejar de fumar, aunque sólo lo hiciera ocasionalmente.

Después de recuperar un poco la temperatura parándose cerca de una salida de calefacción, tomó la determinación de ser quien le marcara tras asegurarse que no era una hora grosera para hacerlo.
Seguramente al inversionista no le importaría, como siempre, pero a él sí. No volvería a hacer una locura como mandarle un mensaje en la madrugada para pedir verlo.

El teléfono sonó cinco veces para después irse a buzón.
No quiso darle importancia, estuvo seguro que le devolvería la llamada.

No lo hizo.

La mañana siguiente, se preparó un desayuno ligero y antes de decidirse por una larga sesión en el gimnasio de Muggen, volvió a marcarle, ocurrió lo mismo. Aprovechó su rutina de ejercicio para volver a algo positivo su inquietud y evitar que se volviera molestia.

Pasó a ver a Kyan a su piso y él le parecía un poco más ojeroso que el día anterior, sin embargo, salvo ese detalle, parecía estar bien. Era claro que su rutina diaria como asesor financiero le beneficiaba. No se quedó mucho tiempo, el teléfono de aquella oficina no paraba de sonar, el señor Novak tenía cosas que hacer, a diferencia de él.

Mientras manejaba a casa, recibió la llamada de Ritsu y la puso en altavoz, “ella” le informaba animadamente que estaba de vuelta en la ciudad y que deberían verse para unos tragos, no mencionó a Abrianna ni a Zia, que seguramente aprovechaban un poco más su estancia reconciliatoria en Sciacca, quedaron de verse en unos días.

El tiempo muerto de la tarde, le hizo evocarlo…

Y como si su mente buscara torturarlo, le llegaron imágenes de ambos, de aquel tiempo que había pasado con él después de ver a Ángelo… su duelo en uno de los cuartos de la casa de sus padres… donde Reiner lo había consolado… donde lo había amado con una intensa dulzura, susurrándole contra la piel palabras de amor que buscaban sanar su alma.

Esa noche, su corazón había latido potentemente y nada tenía que ver con el sexo o el dolor.

Se dejó llevar por el recuerdo de aquellas emociones.
Si estaba buscándole la cara a ese alemán era porque había comprendido que lo suyo con él iba más allá de un simple affair… sentía algo real por él.

Decidió que había aguardado lo suficiente por una respuesta de Köhler y volvió a marcarle…  y ante el irritante timbrar interminable, decidió dejarle un mensaje.

“Espero que hayas vuelto a Luxemburgo sin problemas.
  Me gustaría poder verte pronto. No sé si atiendes más éste número, pero es el único que
  tengo de ti. Contéstame éste mensaje”.

¿Sonaba demasiado formal?

Me gustaría poder verte, había dicho, pero no era exactamente lo que sentía.
“Necesito verte” sería más aproximado.

Caminó sin rumbo por su departamento, sintiendo la amargura de saberse ignorado, algo a lo que supuesto, no estaba en absoluto acostumbrado.

Era molesto, era… desconcertante.

"Él te quiere. De la manera correcta” había declarado su amico.
Sí, Enzo mismo siempre había tenido la orgullosa certeza de que era así. Siempre lo había creído, pero por primera vez… dudó.

¿Qué no parecía que Köhler quisiera sacarlo de su presente?
Uno no haría eso con la persona que quiere.

No. Debía estar exagerando.
¡Seguramente era así!
Se repitió eso mismo muchas veces.

Pero en el fondo de sí mismo… no lo creyó.
Y él, que no estaba acostumbrado al rechazo… no supo que hacer esta vez.




Continuará...

 

Notas finales:

Como siempre gracias por comentar!


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