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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Sé que el capi anterior fue un poco pesado y hubo dolor de kokoros, pero...



El clima en Luxemburgo a mitad de enero no estaba mejorando precisamente, la noche anterior había tenido que subir la calefacción en su apartamento y supo después que la temperatura había descendido a menos tres grados centígrados.
La última noche que había estado con Reiner había resultado más gélida que eso…

Sólo una vez en su vida Enzo se había sentido así de despreciado antes.
¿Esa era la forma en la que sus amantes se habían sentido cuando él los abandonaba sin pensárselo dos veces?
¿O en la que Reiner se había sentido cuando lo había dejado en el pasado sin decirle adiós, cuando lo había cambiado por Camil, cuándo le había dicho que no estaba dispuesto a serle fiel? Y seguramente podía aplicar aquella pregunta a muchas otras situaciones más de las que ni siquiera estaba realmente consciente de haber sido insensible.

Había tenido largo tiempo para reflexionar en ésos días sobre los acontecimientos que habían llevado a ese alemán a negarse a estar a su lado. Le creía la parte en la que señalaba que su reciente pérdida lo hacía mal candidato para una relación y también estaba convencido de que la forma en la que él mismo lo había tratado todo ese tiempo hacía que quizá fuera muy tarde para cambiar las cosas y la opinión que Reiner tuviera respecto a él. Comprendía entonces que el inversionista había hablado muy en serio al decir que no deberían estar juntos así como también el por qué había querido follarlo de esa forma tan intensa y alejada de cualquier sentimiento.

Reiner no quería estar a su lado, era tan simple como eso.

Su amor propio no tardó en darle la respuesta a qué era lo que tenía que hacer. Si no se te quiere, lo lógico es pasar la hoja y seguir con tu vida, ¿no?

Él no solía involucrarse sentimentalmente con sus amantes después de todo, Köhler no podía ser salvo una extraña y absurda excepción. Sería muy fácil retomar su pasada filosofía de vida; era tan sencillo como buscar en su lista de contactos a la primer persona apetecible que apareciera en ella y estaba convencido de que su prospecto no le diría que no, ¿quién le decía que no?

No requería un esfuerzo verdadero para conseguir un amante, dos, tres, ¿qué más daba?
Por más que sonara pretencioso era francamente cierto, siempre había sido así.

No representaría un reto convencerlos de hacer lo que fuera por él, de llenarlo de halagos que reparasen su orgullo pisoteado, que le follaran exactamente como se le antojara esa noche o quizá él a ellos si le apetecía el cambio, se entretendría hasta que perdieran novedad…

Y por supuesto, les dejaría sólo adentrarse a la parte de su vida que les permitiera, como siempre era, al fin y al cabo ¿por qué tendría que dar una explicación alguna?

Sería tan extremadamente fácil volver a su indolencia, lo sabía a la perfección.
Nadie le importaría lo suficiente para hacer una excepción de nuevo. Punto.

Era tan sencillo… salvo que… no lo era.
Sus sentimientos eran reales, existían. Y no podía hacer como si no fuera así.

¿Cómo pretender que no quería a Reiner? ¿Cómo meterse en la cama de otro y esperar obtener satisfacción de un tipo cualquiera?
Si deseaba alimentarse eso no sería suficiente para saciar esa hambre que ahora tenía, una que sólo él era capaz de despertarle.

Jamás habría creído que las últimas palabras que Jan le había dirigido algún día tendrían sentido: "No puedes esperar no dar nada de ti y pensar que eso es suficiente para quien de verdad te quiera. Espero algún día que alguien te haga entender lo absurdo que es porque a su lado todos tus miedos pierdan sentido”.

Ese joven había visto directo a través de él. Lo que había dicho en su momento le habría de molestar lo suficiente para no desear tenerlo cerca y le dejó marchar de su vida con indolencia. Y lamentaba lo frío que había sido con él, porque era ahora que se ponía en sus zapatos; cuando un Affair quiere más que ser sólo un amante…

Le angustiaba que Reiner volviera a repudiarlo como lo había hecho, sí, ¡porque vaya que podía ser hiriente! Pero era ridículo pretender marcar una distancia emocional de él y en verdad conseguirlo.
El deseo de estar con ese inversionista de alguna manera era más grande que su temor a ser rechazado por él… como decía ese modelo noruego en quien no había pensado en mucho tiempo.

Era por eso que estaba ahí, estacionado enfrente del Hotel Hollerech, siendo un terco sin sentido común.

Ya no podía seguir intentando contactarlo por teléfono porque la línea de Reiner había sido dada de baja, ¿tenía eso que ver también con él? Era difícil no pensar que sí, ¿cuántas veces le había marcado desde que habían vuelto de Catania? ¿9? ¿15? ¿20?
No quería ni pensar en la respuesta.

Estaba tan ensimismado deshilvanando sus ideas que cuando su teléfono sonó, tardó en reaccionar.

- Fui a tu departamento, no debí ir sin avisar porque es obvio que no estabas ahí, ¿no me
  habías dicho que tomabas tus nuevas clases de cocina hoy? Supuse que serían en tu
  fabulosa cocina que te tomó un año remodelar.

El señor Novak.

- Sí, se supone que sí, pero me di el lujo de cancelarla. De hecho, he cancelado todo lo
  que iba a hacer los siguientes días- supo que le preguntaría a que iba todo eso, así que le
  ahorró tiempo- y aparentemente estoy dedicando mis días libres a intentar encontrarme
  con Reiner.

Sabía perfectamente lo absurdo que la verdad sonaba.

- ¿Qué? ¿Sigue ignorándote?  
  ¿No se supone que habían tenido una cita juntos?

Aquella plática no tardaría en avergonzarlo, lo vio venir.
- Sí que la tuvimos. Fue horrible.

Normalmente no sería tan directo, disfrutaría teniendo una charla civilizada con su mejor amigo, pero estaba muy cansado. Y si alguien apreciaría que fuera directo al grano, ése sería Kyan.

- ¿Por qué? ¿Qué ocurrió?

Claramente iba a tener que contarlo, recordarlo.
Suspiró, fracturado.

- Bueno… toda la noche fue frío conmigo, estuvo tan sombrío y callado.
  Y cuando tuvimos un sexo, resultó tan lascivo y deshumanizado, fue tan perversa su
  manera de tocarme. Quise pensar que se trataba de una fantasía obscena, seguro que lo
  era, pero… había algo más, algo que no entiendo.

- ¿Te lastimó?- la pregunta de Kyan fue inesperadamente dura y directa.

Seguramente estaba pensando en la imposición violenta a la que él mismo había sido sujeto. Se dio un instante para odiar al socio de Reiner, ese arquitecto hijo de puta.

- No, no de la manera en que crees por lo menos, pero si me ha lastimado- trató de
  definir. Se reclinó en el asiento de su BMW buscando un alivio que no llegó- Todas las
  señales para que no lo hiciera estaban dadas, ¿no se supone que sé leer a la gente? Y ni
  siquiera cuando finalmente lo dije ni siquiera pude hacerlo correctamente…

Sus pensamientos se volvían dispersos, como si no consiguiera estructurarlos.

El financiero no parecía comprender que le pasaba a su hermoso interlocutor, porque definitivamente no estaba hablando como Enzo Baladi, siempre tan desapegado.

Tocó la ventanilla del ActiveHybrid, sorprendiendo a su amigo quien tras recuperarse de la impresión, le abrió la portezuela enseguida.

Novak entraba a la cabina, se dirigió las rendijas de calefacción a las manos, aún debían dolerle y el frío seguramente no ayudaba. Iba bien abrigado pero su piel cremosa había perdido su color. Su cabello color castaño estaba un poco desordenado como siempre y lleno de adorables y pequeños copos de nieve.
Su fratellino era tan guapo y él ni se daba por enterado.

- Key, ¿qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde…?

- En cuanto supe que no estabas en casa- lo interrumpió con su usual brusquedad- vine
  hacia el parque Merl, sé que sueles caminar en él y además me dijiste que Reiner vivía
  en el Hotel Hollerech que está justo enfrente. Así que decidí probar mi suerte, claro, te
  llamé por si las dudas.
  Me da gusto saber que aún te conozco bien.
 
Le desconcertó ser tan fácil de deducir para él, además…

- Definitivamente no estoy tan loco para pasearme en el parque en medio de una nevada,
  ¿por qué es que tú vienes caminando, Kyan?

- Necesitaba un poco de aire- fue su extraña explicación.
  Pero volvamos a ti, tú estabas a punto de decirme algo.

El rostro del castaño no lucía como siempre, parecía haber sido sometido a mucho estrés y sin embargo, Kyan parecía… ¿estar bien? ¿O no?
De alguna manera… no lo creía por completo.
 
- Dijiste que había señales para no hacerlo, ¿hacer qué, Enzo?

Insistía. Sus ojos miel tan suaves eran inquisidores, podía ver claramente cómo se teñían de pesimismo.

Aquello funcionaba en ambas direcciones: Kyan sabía sin que él se lo dijera que algo iba mal. ¡Había atinado incluso el lugar en el que se encontraba!

Tener que explicar sus acciones le resultaba molesto en general, pero ésta vez tener que decirle sus motivos personales para actuar como un acosador era especialmente incómodo.
Claro que se trataba de la persona a la que le confiaría su vida, pero… aun así sabía cómo sonaba aquella historia que iba a contarle y una voz en su interior le decía que era ciertamente patética.

No había remedio. Suspiró y lo dejó salir de su cuerpo.

- No podía dejar pasar la oportunidad, dado que es tan difícil obtener su atención a
  últimas fechas. Le dije que quería que estuviéramos juntos de manera formal.

Un silencio profundo le siguió. Los dos amicos se miraban sin decir nada.
Fue el turno del luxemburgués para sorprenderse, no lo culpaba.

- ¿Le pediste… una relación exclusiva?

El tono de su voz mostraba su incredulidad ante éste hecho, Reiner tampoco le había creído al principio.

- Eso hice, e incluso fui más allá. Le dije mis motivos, le dije que tenía sentimientos por él.

- Y ha sido un idiota contigo- como siempre su amigo acertó en la fatalidad.

Su situación en realidad debía sonar bastante lastimera. No pudo sostenerle la mirada, quería de alguna manera esconder su vergüenza y prefirió mirar hacia la entrada del hotel, donde nada ocurría.

- Quizá es verdad lo que me dijo y el asunto de mi padre me ha afectado más de lo que
  me doy cuenta porque… resultó muy doloroso su rechazo, Key.
  Y admito que no lo estoy tomando con nada de gracia- confesó, comprendiendo que
  quizá esa definición ni siquiera abarcaba lo ilógico que se estaba comportando ante
  aquella simple negativa, lo personal que lo estaba tomando todo.

- Enzo… la gente no suele decirte que no- reflexionaba el asesor, como si buscara él
  mismo una explicación a los hechos- es normal que te sientas frustrado.

Estaba defendiéndolo y lo amó por eso. Pero no podía utilizar eso para seguirse mintiendo.

- No dudo que sea en gran parte eso, voy a simplemente admitirlo. Pero eso no es todo.

La tristeza se instalaba en ese rubio, en sus ojos esmeraldas, en sus hombros cansados, en sus cejas fruncidas…
El financiero supo que el dolor que había llegado a la vida de su amigo en Italia, no sólo no estaba yéndose, sino que empeoraba cada vez más.

- Me he dado cuenta de que él en verdad me importa- le oyó susurrar, en una voz más
  bien débil, Enzo no miraba en su dirección, parecía perdido en un sitio lejano, tal como
  Reiner lo había dicho alguna vez- Y estoy completamente convencido que a él le
  importo también.
  Sé que sueno como un loco, pero… tenía que estar mintiendo cuando me dijo todas esas
  frases hirientes.
  No lo admito, no le creo. Elijo no creer que no me ame.

- Enzo… -Kyan sonó afligido, confirmando sus sospechas de no estar actuando
  racionalmente- tienes razón, eso no suena bien. No es saludable que pienses así.

El rubio apretó los labios, sin despegar la vista de aquella puerta al otro lado de la calle, sus manos jugaban distraídamente con el teléfono móvil en el que aquella conversación había comenzado.

Caía la nieve con fuerza esa tarde moribunda.
Nadie entraba ni salía del hotel.
Nada había cambiado.

- No deberías seguir buscándolo- le escuchó decir a su mejor amigo, parecía severo en
  esa afirmación. Sonaba preocupado por él.

Sí, efectivamente aquello sonaba como lo más cuerdo.
No es como si no lo supiera.

¿Cómo podría explicarle su decisión sin sonar equivocado?
Quizá no había forma.

- Lo amo- dijo entonces claro y firme. No tenía una mejor manera de comunicarlo-
  Y su actitud me está hiriendo.
  Necesito verlo, hablar con él y saber sus verdaderas razones.

- Amico…

- ¡Por favor no digas lo que creo que vas a decir!- lo miró entonces.
  Yo… nunca antes me había sentido así, ¿entiendes esa diferencia?
  No permitiré que todo se arruine entre él y yo. Todo esto es mi culpa, yo fui quien lo
  aparté tantas veces que ya no me cree. Tengo que hacer que me crea.

No, Novak no le entendía.
Había querido ver a su querido biren para desahogarse con él respecto al drama en Casa Azul, para verbalizar el inesperado y profundo pesar que le había provocado aquella despedida del portugués… pero de pronto comprendía que su mejor amigo seguía siendo quien realmente necesitaba de él.
No podía hundirse en su dramatismo, no esta vez.

Porque era como si no estuviera hablando con el Enzo que conocía y aquello lo estaba mortificando de verdad.
Jamás lo había escuchado hablar de esa manera respecto a nadie antes. Le hacía sentir un nudo en el estómago.
¿De verdad Enzo iba a insistir en que lo rechazaran?

Se sintió culpable por alimentar sus ideas, por decirle que Köhler le había dicho quererlo, ¡porque ese bastardo no tenía reparos en tratar a alguien tan importante para él de esa forma!

Y no sabía ni qué decirle, ¡era tan malo confortando a la gente!

- No. ¡No te culpes! ¿En qué tono te debió haber hablado para que te sintieras así?
  A mí me suena a que ha sido cruel y que su respuesta fue más allá de un no, ¿me
  equivoco? ¡Y no es como si él no estuviera enterado de lo mal que la has pasado las
  últimas semanas e incluso sabiéndolo se porta como un estúpido contigo!

Sonaba enojado. Mucho.

- ¡Mándalo al diablo! No necesitas esta mierda ahora. ¡Deberías enfocarte en ti!

El rubio sonrió irónico, ¿qué no era eso lo mismo que Reiner le había dicho?
Sintió como si estuviera encerrado en un laberinto.
Novak le decía lo que una parte de sí mismo pensaba, que estaba actuando absurdamente.

Y hubiera querido darle la razón a su querido luxemburgués, pero no podía.
No podía permitirse cambiar de postura o lo perdería todo.

- Estoy enfocándome en mí, en lo que busco en mi vida: Lo quiero a él en ella, Key.
  No me importa lo que haya dicho, no le creo, no le creo que no sienta nada por mí- insistía.

- Amico… eso es ridículo. Estás siendo autodestructivo.

El financiero no se tocó el corazón, pero, ¿qué no lo que acababa de escucharse decir a sí mismo debía hacerlo preocuparse por su salud mental?

- Enzo, no importa lo que pasó entre ustedes, si él no puede apreciar lo extraordinario que
  eres, deberías reconsiderar la energía emocional que le estás invirtiendo a ese sujeto.
  Tú eres una persona increíble, ¡no creo que te des cuenta cuánto!
 
Kyan se obligaba a censurarse porque lo siguiente que diría sería impulsivo y ofensivo y lo último que el otro debería necesitar escuchar en ese momento.

- Key… me halagas, pero…

- ¡No, no lo digo para hacerte sentir mejor! Lo digo porque es cierto.
  ¡Tú mereces mucho, mucho más que esto! Y el hombre al que le des tu atención debería
  ser capaz de apreciar la fortuna que es que estés a su lado.
  Yo mismo a veces fallo en corresponder a lo maravilloso que es tenerte en mi vida, lo sé
  y es precisamente por eso que creo que quien no te sepa amar como mereces… no es  
  más que un pobre diablo.

Baladi abría los ojos un poco más.
- Key…

- Eres demasiado valioso para mí para dejarte que te lastimes- repelaba, en una sentencia
  definitiva y honesta.

El italiano sentía calor en las mejillas.
¿Novak lo había hecho sonrojar?

- Pero… que palabras tan hermosas, Key- musitó el otro.
  Me confortan de una manera casi infantil- confesaba, una sonrisa se le escapaba.

Probablemente el castaño debía parar ahí. Pero como siempre, no sabía medir sus palabras y le parecía que la efímera alegría que había creado en Enzo de alguna forma lo alejaba de su punto, así que continuó:

- Enzo, ¿estás realmente ahí?- sonó exasperado- porque no te reconozco.
  ¿Por qué permites que te trate así?
  ¡Sólo deja de buscarlo! ¡Que se vaya a la mierda!

La dureza del financiero, pese a que lo conociera de años, siempre lograba encontrar maneras nuevas de sorprenderlo.

- Key, ¿no será que te estás proyectando un poco en tus comentarios?- buscó frenarlo. Y
  lo consiguió.

Evidentemente, había dicho eso para dar en un punto sensible y hacerlo callar.
No debió haberlo hecho, se sintió mal enseguida por usar referencias personales para hacer que su amigo retrocediera, a sabiendas de cuánto le había afectado el asunto del Montek.
Quizá era verdad el que no era él mismo en ése momento…

- Sería absurdo negarlo- le escuchó aclarar su voz- y entiendo a la perfección que no soy
  la mejor persona para dar consejos sobre relaciones, pero aun así… no es sano para ti en
  éste momento ni en ningún otro, insistir en buscar a alguien que ya dejó claro que no te
  quiere de la misma forma que tú a él.
  No quiero que te haga daño, no ahora.
 
Baladi se sintió profundamente triste al escucharlo.
Sus ojos se entornaron, comprendiendo que estaba atormentando a su amico.
Eso era lo último que quería.

- Eres muy dulce a tu manera, Key- murmuró- y de verdad aprecio que te preocupes tan
  sinceramente por mí… pero no puedo seguir huyendo de mis sentimientos y hacer cómo
  que éstos no existieran.
  No voy a seguir engañándome a mí mismo, estoy cansado de endurecer a mi corazón.
  Quiero sentir… aunque implique que ser lastimado. ¿Lo entiendes?

Novak de pronto se sintió enfrentado a esas frases… que le calaron muy hondo.
Quizá no fueran una indirecta, pero se sentía así.

Baladi y él siempre habían tenido una especie de desdén por el resto de los mortales, no era la base de su amistad ni mucho menos, pero siempre se había sentido aliviado de que alguien más lo comprendiera.

De pronto, se dio cuenta que Enzo se apartaba de ese camino.
No le importaba sufrir, iba a luchar por ese sujeto de comportamiento cuestionable.
¡No podía creer lo obstinado que ese italiano podía llegar a ser! ¡Ni siquiera le detenía el hecho de que ésta vez tuviera todo que perder!

- Pero… deberías pensar en ti mismo, más que nunca, ¡anteponerte antes que a nadie!-
  rebatió.

- No- lo cortó el otro, de tajo- No dejaré que mis miedos sigan controlando mi vida.
  ¿No lo ves? Quiero luchar, luchar por lo que sé que puedo tener con él.
  Porque me veo a su lado, Key, me veo siendo feliz con Rein. Y no veo a nadie ocupando
  ese lugar en mi vida más que él.
  No tengo dudas. Ya no tengo dudas.

Su seguridad era aplastante.
Pudo ver la expresión desarmada en Kyan

- Mi padre me dijo que debería luchar por mi propia felicidad, eligió esas palabras para
  decirme cuando eran pocas las que podía dedicarme. Voy a escucharlo, voy a luchar por
  mi felicidad, es lo único que tiene sentido en la vida, Kyan.

Supo que su amigo quería repelar, así como también que no encontraba las palabras.
Cuando finalmente habló, fue firme y directo como siempre.

- Tú me pediste que me alejara de Sylvane porque estabas seguro que ella me haría daño,
  ¿no es cierto? Ahora quiero que me escuches tú a mí y comprendas que Reiner no se
  tocará el corazón para herirte, si no lo hizo antes, no lo hará ahora.
 
  Hay algo por lo que tienes que luchar sin duda y no es por él, es por ti.
  Y ésta es una batalla que no vas a poder ganar ¡y que no quiero verte perder!
  El amor es una broma de todos modos… algo que nunca termina bien.


Baladi apretó los labios, mirando fijamente a Kyan.
Supo que algo no le estaba diciendo, ¿o sí lo estaba haciendo?

- Lo siento, Key, lo siento mucho. No voy a escucharte esta vez.
 
Se quitó inesperadamente el cinturón de seguridad, desconcertando al asesor que lo vio abrir la portezuela y salir del auto.

Dirigió su vista hacia la entrada del hotel, una limousine negra se estacionaba.
¿No le parecía conocida?



- -

 


El frío atravesó su abrigo azul marino como cuchillas ante su paso acelerado.
Quería llegar al otro lado de la calle antes de que Reiner entrara al hotel, pero los coches pasando lo retrasaron.

Pudo verlo salir del auto, traía lentes obscuros como últimamente llevaba. Viriato le cedía el paso, el portero le abría la puerta.

Köhler iba todo vestido de un blanco impoluto, con su cabello de plata perfectamente arreglado lucía tan albar como la nieve misma, polar como si el invierno le perteneciera.
Un brazo moreno se enredó en el suyo como una serpiente, creando un contraste inesperado. Era una chica a su lado, joven y bella, tan atenta con él.

¿Quién era ella? ¿Por qué lo llevaba así del brazo?
Sus pasos se alentaron… pero segundos después recuperaron la fuerza.

Entró en su campo visual, haciendo presencia. Ya debía de haberlo visto, supuso que le diría algo aunque fuera pedirle que se fuera, pero él… pasó de largo.
Ese cabrón… ¡Estaba ignorándolo de nuevo! ¡Y de qué forma tan definitiva!

- ¡Reiner!- gritó, su voz potente sonó por todo el espacio, él no solía alzar la voz jamás.

Pudo ver cómo se detenía, ¡finalmente!
Llamarlo lo había frenado pero cuando creyó que tendría una oportunidad, lo vio continuar su marcha hacia la recepción con indolencia. La joven que le acompañaba parecía sumamente incómoda y le susurró algo. Él respondió negando con la cabeza.

- Reiner!- volvió a gritar- Smetti di fingere io non sono qui!*
*/ ¡Deja de pretender que no estoy aquí!

No pudo creer lo que pasaba.
Köhler ni siquiera miró en su dirección, llevando su frialdad al siguiente nivel.

Cruzó la puerta, entrando al edificio. Baladi dudó un segundo, pero después lo siguió.
El majordome parecía tenso, apresuraba el paso para avanzar a los elevadores.
Enzo apretó su andar también, hasta alcanzar al inversionista.

No podía creer esa actitud, ¡ni siquiera se molestaba en rechazarlo esta vez!

- Noi abbiamo bisogno di parlare- “tenemos que hablar”- Non valgo un minuto del tuo
  tempo, Rein?

La chica pretendió soltarse de su brazo, pero pudo ver cómo el alemán lo impedía, apretando el agarre.
- No hay porqué detenerse- le escuchó indicarle con voz terriblemente calma y
  segura.

- Perché mi fate questo? Guardami, Rein!!- sentía que estaba a punto de quebrarse en
  medio de tanta desesperación- Se vuoi rifiutarmi dimmelo in faccia!*

*/ ¿Por qué haces esto? Mírame Rein!!
¡Si vas a repudiarme, hazlo en mi cara!

El elevador se abrió, el viejo portugués estiraba el brazo para que las puertas no se cerraran, pero cuando el rubio pretendió avanzar, le cerró el paso.
- Lo lamento, señor Baladi, no puedo dejarle subir si él no lo desea- explicaba el viejo en
  luxemburgués.

Miró entonces al alemán, aguardando su respuesta.
El señor Köhler se quitaba impasiblemente los guantes, sin mostrar ni el menor visto de consideración, sin siquiera pretender que existía en su espacio personal, invisible a sus ojos ocultos tras sus lentes obscuros.

- Rein!- lo llamó, desesperado- Rispondimi!

Su indiferencia era tan severa que no pudo creerla.
Köhler actuaba como si no le importara quien era, lo que sentía. Como si no significara nada para él. Como si no lo viera.
¡No podía creerle!

- Presiona el botón de cierre, ahora- ordenaba Köhler a la bonita muchacha, la cual tras
  mirar con culpa a Enzo, le obedeció.

- No… - lo llamó, una última vez- Rein… per favore… non farlo.*
*/No… no hagas esto, por favor.

Las puertas se cerraron en su cara.


 

 

 

 


Continuará...

 

 

 

Notas finales:

Ha sido un reto verdaderamente armar tantas frases en italiano! Agradezco a mis birens por su ayuda con las correcciones.


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