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AFFAIR por malchan

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Notas del capitulo:

Actualizando un jueves a las 11:30 pm... porque no puedo callarlo más!

Ya lo había mencionado en comentarios, pero he dejado a lo largo de esta historia algo de lado a Daniel (pese a que me encanta), en adelante voy a tratar de escribir más sobre él en general porque sé que algunos de ustedes también lo quieren <3

Y bueno, había mantenido muchos misterios, en especial respecto a él pero ya es momento de revelar algunas verdades! Espero que les guste y gracias por su paciencia!

(muchos estarán felices de saber que sus teorías no eran tan descabelladas... otros supongo que no jaja).


Llovía copiosamente, las nubes estaban tan negras y cargadas que apenas si se podía decir que fuera el inicio de la tarde. Un gran grupo de personas se había congregado para despedirse de Catherine Miller.

Era una enorme tragedia su muerte, sobre todo para alguien tan joven. Su corazón había fallado una vez más, pero en esta ocasión nadie había podido hacer nada, muy temprano en la mañana, Cath había caído sobre la mesa de la cocina, el desayuno que ella misma preparaba se derrumbó con ella al suelo y así, todo quedó en silencio hasta que Edite, la cocinera del castillo Lascurain, la encontró rato después.

El Senhor del castillo fue avisado de inmediato y éste salió precipitadamente de sus oficinas para contemplar una escena que le perseguiría como una devastadora pesadilla durante el resto de su vida: Su hermosa y joven mujer privada de la vida y con ella, el producto en su vientre casi al término de su gestación, habría sido una niña hermosa, todos decían.

El día era gris y lo seguiría siendo por mucho, mucho tiempo…

Catherine había sido pese a su fragilidad una persona llena de vida, querida por mucha gente. Los asistentes a aquel lluvioso funeral espiaban el rostro del nuevo viudo que permitía que la tormenta lo empapara. Al tratarse de un hombre guapo, joven y millonario de alguna manera hacía para esa comitiva de la alta sociedad que la tragedia fuera aún mayor.

El hermano de la difunta se había presentado primero que nadie y su mujer le acompañaba, ambos estaban de pie junto al viudo, soportando la pesada tempestad que se colaba por sus paraguas, viendo con aire sombrío bajar el ataúd que contenía los restos mortales de Catherine.

Roger apretó los dientes, con dificultades para poder asimilarlo, Victoria sostuvo su mano firmemente entre sus dedos. Ella miró entonces al hombre cuyos ojos plateados no paraban de llorar en silencio. Más allá de esa muerte, lo que más le dolía era el sufrimiento que apenas comenzaba para él.
Sabía que después de Catherine, nada sería igual para Daniel.

Él lucía... completamente destrozado.



- - - -



El silencio en el castillo era sepulcral cuando Roger entró.
LD había cerrado todo acceso y la totalidad de aquel inmenso lugar tenía penetrado un intenso aire a soledad, pesado como un manto de tristeza.

La alegría que algún día había reinado en aquel hogar se había marchado. Roger no pudo evitar pensar en Cath, en todo lo que su muerte se había llevado.
Su partida inesperada le había robado buena parte de su propia vida y también la promesa de su primera sobrina y seguramente, la única que tendría.

Nunca había existido un funeral para esa pequeñita que no había alcanzado a nacer y aunque él había insistido en que lo hubiera, su padre se encontraba demasiado devastado para salir de su ensimismamiento y poder ser razonable. Tal vez eso le hacía guardar un poco más de resentimiento hacia él, no podía asegurar que no. Y no era como si Dan no lo odiara un poco de vuelta por otras circunstancias.

De hecho, Roger era un intruso ahí, de cierta forma siempre lo había sido. Le preocupaba la manera en que Edite no había replicado al verlo llegar y le permitía entrar con una expresión extraña de alivio.
¿Estaba Dan realmente bien?

Fue conducido por la corpulenta cocinera hacia el salón principal, un vasto espacio de enormes techos altos, cuyas paredes mostraban la colección de arte de la familia, algunas de las cuales, habían sido pintadas por su suegra, Vanita.

En el sillón principal, viendo hacia la chimenea apagada, estaba el señor Lascurain hijo.
Su mirada plateada igualmente cristalina que la de su padre, contemplaba a la nada, a la obscuridad misma. Una copa de coñac era sostenida por su mano inerte, a su lado la botella casi vacía evidenciaba que había estado bebiendo sin parar.

Miller estaba seguro que el fantasma de su hermana rondaba su alma, y que además, no debía ser el único.

- Daniel- dijo con fuerza, rompiendo el silencio.

El otro volteó a verlo muy lentamente y tan pronto lo reconoció una sonrisa amarga se formó en sus labios húmedos y gruesos.

- Voy a tener… que discutir con Edite el concepto de privacidad. Viriato jamás te hubiera
  dejado… entrar- arrastraba las palabras al hablar.

- Me disculpo por llegar sin avisar, pero estoy seguro que de otra forma jamás me
  hubieras recibido.

- ¿Victoria te ha mandado aquí?

- Lleva días preguntando por ti, pero creo que eso es algo que sabes que nunca haría,
  ¿provocar un encuentro entre nosotros?
  Quizás ella me ha dado una nueva oportunidad, pero sé que tú no.

El portugués dio un largo trago a su copa.

- Y sin embargo aquí estás, Roger.

El financiero metió las manos a sus bolsillos, paseando la mirada azul por el sitio que había sido el último hogar de su hermosa hermana menor. La alegre y querida Cathy.

- No había venido al castillo Lascurain en mucho tiempo, la última vez que estuve aquí
  Cath acababa de comprar las últimas cosas para la bebé y bailoteaba aquí y allá-
  murmuró sin poder evitarlo, presa de la melancolía de aquel recuerdo brillante y lejano.
 
Su rostro se descomponía y quien lo escuchaba no parecía precisamente encantado de hacerlo.

- Sí, ya veo que hace tiempo no vienes. No estás familiarizado con el hecho… de que no
  permito que la gente hable de ella aquí.

Una arruga profunda se asomó en la frente del CEO.
- ¿Y comprendes lo mezquino que es eso? No puedes hacer como si ella no hubiera
  existido. No alguien como ella.

Parecía algo herido. No era como si eso debiera importarle al portugués.

- ¿Has venido a torturarme? ¿No te das cuenta que ese trabajo puedo hacerlo solo y muy bien?

Miller miró el amplio sillón Rolf Benz negro que estaba frente de su cuñado y dirigió su mirada en busca de aprobación para sentarse, cosa que obviamente no obtuvo. Tomó asiento de cualquier forma.

- ¿Hace cuántos años que nos conocemos, Dan?

La respuesta se remontaba a casi diez años atrás, en Londres. Lascurain estudiaba una maestría en energías renovables en el East London y Roger crecía como financiero en Gartmore Group, sus círculos sociales habían terminado por estrecharse hasta que se conocieron.

El arquitecto no respondió a la pregunta que su “no invitado” acababa de formular y lo contemplaba simplemente con un dejo de rencor en sus ojos metálicos. El otro tuvo que seguir hablando si quería romper ese grueso hielo.

- La noche en que nos conocimos me impresionaste bastante, tu pasión por las mismas
  cosas que yo amaba, la energía intensa e idealista que radiabas… y tus ojos grises. Pero
  cuando tu atención se vertió por completo en mi hermana, supe que no tendría
 oportunidad contigo. Admito que ustedes se veían muy bien juntos.
  Aun así… de algún modo retorcido, me alegró que por ella te mantuvieras cerca de mí.

Daniel gruñó, molesto.

- ¿Retorcido? No pudiste haberlo dicho mejor…
  De haber sabido tus verdaderos motivos, no lo hubiera hecho. Siempre me pregunté si la
  razón por la que te casaste tan fácilmente con Victoria se debiera a que guardabas algún
  sentimiento hacia mí.

Lo había dicho, ¡después de tanto tiempo!

Y aunque nunca había querido realmente creerlo, ese pensamiento siempre había quedado como una posibilidad incomprobable en el aire.
Porque Daniel sabía bien que aunque Roger nunca lo hubiera dicho, había estado enamorado de él.

El mayor se acomodó con incomodidad en el sillón y pensó bien en que decir antes de hacerlo.

- Amo a Victoria, Dan, aunque siempre lo hayas puesto en duda. Pero entiendo tu
  postura. Seguramente yo hubiera sido escéptico respecto a ti si la situación hubiera sido
  al revés.

- ¡Pero no lo fue!- su mirada clara se iba impregnando de indignación- ¡Y no puedes
  comparar mi matrimonio con Cath con el tuyo con Vi! ¡Yo jamás falté a mi palabra de
  respetar a tu hermana!

No tenía ni que decirlo, ambos sabían perfectamente a que se refería con eso: a Abby Levine, su asistente hasta hacía unas semanas, su amante.

- Admito mis errores, todos ellos. Y vivo con sus consecuencias.
  Estoy arreglando las cosas con Vi. Ella ha decidido perdonar mi desliz y yo he cortado
  por completo contacto con Abby, ella ya no trabaja conmigo, no he vuelto a verla desde
  que abandonó Muggen y ni lo haré jamás- su semblante se endurecía, era difícil hablar
  de un tema tan delicado y vergonzoso como la infidelidad que le había valido su familia
  y la confianza de los Lascurain- no volveré a cometer un error así jamás, nunca.

El otro subió la vista hacia el techo, deseando que esa persona non grata se marchara.
Su alrededor daba suaves vueltas como un espiral que lo llevaba hacia la nada.
Ansiaba estar solo más que nada en el mundo y Roger removiendo el pasado era representaba una completa tortura.

- Vi te cree… pero yo no tengo porqué. Cada día que pasas a su lado, me pregunto si
  existe la posibilidad de que vuelvas a hacerle daño. ¿Cómo puedo perdonarte que la
  hayas engañado durante tanto tiempo? ¿Por qué ella lo ha hecho? ¿Y qué pasará si un
  día vuelve a pasar?
  Se trata de mi familia la que sufrirá, de mi hermana y mi sobrino. No tienes
  credibilidad… no tienes honor, Miller.

- Jamás volveré a hacerles daño- aseguraba el otro, firmemente.

Pero al arquitecto no parecía importarle su respuesta.
- Sí, eso dices y quiero creerte. Pero tus palabras no valen nada. Las he estado
  escuchando por años, y ya no quiero hacerlo más.

Esa era ya una ofensa difícil de dejar pasar, Roger apretaba los dientes intentando justificar a su cuñado, quien probablemente no hablaría así sin tanto brandy en el organismo, o eso quería pensar.

- Cometí muchos errores con la persona que amaba pero haré todo lo que sea necesario
  para recuperar su confianza.  ¿Qué no todos merecemos una segunda oportunidad, Dan?

El eco de esos últimos pensamientos se llevó la mente del portugués lejos de ahí.
Era inevitable… pensar en él... en ese duro hombre de ojos miel.
¿No había él mismo deseado vehementemente una segunda oportunidad también?
Entonces pudo ver parte de su hipocresía hacia el esposo de su hermana.

- En todo caso, Dan- decía intentando suavizar su voz sin mucho éxito- mis esfuerzos por
  recuperarlos los estoy haciendo independientemente de tu aprobación.

Lascurain sonrió.
¡Al fin escuchaba algo que podía creer de esos labios mentirosos!

- Vaya, por fin estás sacando el valor- decía ácidamente sirviéndose más licor.
Algo le había aprendido a Kyan Novak después de todo.

- Quizá- admitió el otro- y si vamos por esa línea entonces te aseguraré que hace mucho
  mi interés por ti no va más allá de una hermandad.
  No podría ser de otra manera, siempre fuiste inalcanzable para mí, primero con Cath...
  y ahora con Novak.

Una mirada de fuego se clavó en quien hablaba entonces.
¡Vaya que con eso había logrado captar su atención! No sería difícil en realidad rastrear a la fuente de esa información

¿Qué tanto sabía Roger?
¿Qué tanto sabía Victoria?

Había intentado mantener en bajo perfil lo que ocurría entre Kyan y él, pues sabía perfectamente que el asesor no deseaba una relación y menos una que fuera del dominio público.

Supuso que Victoria bien podía haber obtenido más información de la que ya tenía por medio de Roger o viceversa. O quizás había investigado por su cuenta.
¿Reiner incluso? O tal vez… sólo estaba siendo muy paranoico.

Dio un trago al vaso que acababa de servirse, había bebido tanto que ni siquiera le supo a nada.

- No es sólo por la sombra de tu esposa que bebes, también es por él.
  Lo sé, se nota.

Aunque caminaba por un hielo sumamente delgado, Miller no podía volver atrás.
Pese a que esos ojos grises lo estuvieran fulminando.

- Cathy te amó con locura y estoy seguro hubiera apostado por tu felicidad. Mi hermana
  hubiera querido que no dejases de amar aún si ella no estuviera y que lucharas por esa
esa plenitud.

Daniel lanzó un bufido.

- Foder, ¿qué tanto parloteas, Roger? No sé qué ideas te hayas hecho en tu cabeza… pero
  yo no amo a Novak- se defendió, pero una vez vuelta verbo aquella sentencia, sonó
  completamente falsa para él mismo y seguramente… para cualquiera.

Lo amaba.
¡Lo amaba desde el primer momento y ese sentimiento no había hecho nada salvo crecer en él cada día, hasta volverse una locura, una verdadera locura!
No dejaría jamás de estar profundamente horrorizado por lo que había hecho, por el monstruo en que se había convertido en ese lapso lleno de violencia y venganza que había obrado contra él.

Había pasado casi una semana en Troisvierges incapaz de darle carpetazo a lo que sentía por Key hasta que inevitablemente él fue a enfrentarlo. Pero… no merecía su perdón, ¡no después de lo que le había hecho a su cuerpo, a su persona!

¡Tan sólo besarlo había sido tan horrible para Kyan como para hacerle romper en llanto y hacerle escapar una vez más de él, de su contacto, de su cercanía!

Esta vez Novak no iba desnudo, pero igualmente llevaba horrendas lágrimas causadas por él… se había subido a ese auto y había arrancado tan rápido que fue cuestión de segundos para verlo desaparecer para siempre de su vida.

A ése grado su contacto le resultaba traumático…

Todo estaba mal. ¡¡Absolutamente todo!!

Ése había sido el adiós definitivo, lo mejor que podía hacer por ambos.

Pero… esa despedida no cambiaba sus sentimientos ¡ni lo mucho que dolía saber que jamás volvería a ver a la persona que le había hecho sentirse vivo de nuevo!

Su mundo se había vuelto completamente obscuro tras la muerte de su esposa… hasta que cruzó miradas con esos ojos del color del atardecer, todo habría de cambiar esa noche. Todo.

Ese financiero intenso, sarcástico y determinado que alguna vez se había refugiado en sus brazos como un ave herida… ése era el verdadero Kyan, aquel que no le dejaba ir de sus brazos después de hacerle el amor… ese que… ¡no volvería a ver jamás!

Su recuerdo dolía tanto como el de Catherine...
Quizá… ¿más?

- Conozco a Novak desde hace varios años- le escuchó decir a Miller- él siempre ha sido
  tan celoso de su privacidad como lo soy yo, pero la gente habla y más cuando considera
  que existe un misterio.
  Hace un año, él estaba en una relación aunque desconozco con quien.

No era difícil juntar las piezas del rompecabezas.
“Rick” pensó, era inevitable ser indiferente a lo que escuchaba.
Lascurain conocía toda aquella historia, había insistido a Baladi que se la revelara.

- Pero algo cambió, Daniel.
  Ese hombre inteligente, ambicioso, y resuelto que era él, desapareció, dejando a cambio
  una máquina, un cerebro matemático guiado por la inercia, pero nada salvo eso. Fue así
  por muchos meses.
  No voy a negar que su tristeza y su rabia me recordaban a la tuya, lo hacen justo ahora.

La comparación era extraña. Un escenario donde Kyan se mostraba vulnerable, donde se dejaba vencer. Él siempre tan cínico, tan insensible y hermético.

¿Solitario y triste?

Pero… la noche en que lo había conocido… Kyan lloraba por él, por esa persona que era sólo un nombre: Rick.
Se negaba a abrirle la puerta de su vida a nadie más por él, ¿no era así?

Miller había sido el mentor de Novak, después de todo. Lo conocía.
Él no estaba inventando nada, era evidente.

Mas pensar en Kyan era un suplicio inútil, se lo había dicho a sí mismo ya tantas veces, cada segundo transcurrido pensando en él era un segundo perdido, porque él jamás le perdonaría aunque dijera haberlo hecho. Él mismo… no podía.

- ¿Me escuchas? He dicho que me recuerda a ti justo ahora- repetía, señalando algo
  que al otro se escapaba.

- Estoy muy borracho para… una verdadera plática en este momento, Roger.
  Quiero que te vayas ahora.

Deseaba terminar esa visita ¡No era capaz de sostener una charla con tal carga emocional sin sentirse estallar!
En sus ojos la creciente desesperación estaba quebrándolo y contener el aliento fue su siguiente recurso para no descomponerse frente a Roger.

- Escucha lo que digo, Dan. Me recuerdas a él justo ahora, ahora mismo.
  Él se parece en mucho a mí, es por eso que lo sé, que sé que ha vuelto a perder a quien
  quería. Y sé que esta vez… se trata de ti. Es tan obvio, ambos lo son.

Su corazón se exaltó ante la posibilidad de que Kyan estuviera sufriendo ahora de amor… por él. Era la cosa más egoísta que podía haber pensado, pero su afecto ya había probado ser siniestro, ¿o no?

- Pero tú me preocupas más, Dan. Tú eres mi familia.

Ese era el remate perfecto, uno que le daba la justificación que necesitaba para terminar con aquella conversación fútil.

- Será mejor que te marches a casa con la familia que tanto dices que te esfuerzas en
  recuperar- le dijo, con la misma acidez que recordaba del castaño- pues aquí no haces
  más que perder tu tiempo- lo citaba.
  No he cambiado mi opinión sobre ti, Roger y no quiero escuchar tampoco las
  impresiones que pudieras tener sobre mi vida.

Lo miraba al decirlo, sus ojos metálicos eran intensos. Lo decía muy en serio.
Sólo escuchar hablar de Cath lo ponía muy mal.
Y cambiar el tema a Kyan no lo hacía mejor.

Roger inesperadamente se puso de pie.
Al parecer, iba a hacerle caso y largarse.

- Hubo un tiempo en que te amé- confesaba, después de más de diez años- pero eso ya lo
  sabes, ¿no es cierto?

Lo decía con una voz cansada y vulnerable.
Lo decía como si fuera lo único natural en ese momento.

Miller estaba de pie ante él, luciendo elegante y poderoso como siempre, pero a través de aquellas capas sociales estaba el Roger real. No había esperado aquella confesión, no tan a destiempo.

- Me enamoré de ti, Dan, era una atracción que jamás esperé tener.
  Nunca sentí por ninguno lo que sentí por ti… porque nunca me enamoré de un hombre
  antes, pero tú lo hiciste tan fácil y tan difícil. Jamás miraste en mi dirección.

  Tú le diste una lección a mi ego, y es que ni el amor ni el perdón pueden forzarse.
  Esos hay que ganárselos.
  Y yo espero que tú… luches por ambos.


Él también lo miraba al decirlo. Y también lo decía en serio.
No hablaba de sí mismo. No estaba pidiéndole amor ni perdón, le estaba pidiendo que obtuviera los suyos.
Sus ojos azules lo miraban profundamente, inquietándolo.

Ese hombre sabía más de lo que decía.
Siempre había sido así.

- Y además… quizá debo recordarte que existe alguien más que necesita que vuelvas a
  ser tú mismo en éstos momentos, alguien que la está pasando muy mal y a quien no le  
  caería mal un poco de apoyo. Alguien que absolutamente siempre estuvo a tu lado
  en tus peores momentos.

Antes de poder preguntar más nada, su cuñado le dirigió una sonrisa amarga tras la cual se dirigió a la salida del castillo, dejándolo tal como le había pedido, solo.
Y acaso más torturado de lo que ya estaba.

Era un egoísta, se lo había dicho a Reiner.

Luchar por un perdón sonaba absurdo, porque jamás iba a obtenerlo.
Luchar por ese amor sonaba igualmente estúpido porque jamás iba a obtenerlo tampoco.

Todo era tan imposible. ¡Estaba tan innegablemente perdido!

Tanto como él… como su esposa y su hija… como un futuro con el hombre que amaba…
“He perdido todo cuanto he amado. ¡Una y otra vez!”

El universo que se tejía a su alrededor tensaba los hilos hasta sofocarlo. Haciendo cada respiración de su cuerpo… algo intolerablemente doloroso.

Daniel apretó los dientes, maldiciendo cada parte de su miserable mundo.



Continuará...

 

Notas finales:

¡Por fin me lo he sacado del sistema!

Quisiera hacer una mención especial a Orange (que hace una eternidad no leo) porque fue el primero en deducir la identidad de Abby, cosa que en su momento me sorprendió muchísimo y no pude decirle :D


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