Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AFFAIR por malchan

[Reviews - 1220]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Alguien vio Super Lovers? No creen que Ren es la cosa más tsundere y adorable del mundo y Haru el bishie más guapo y dedicado?

Ya sé, super off topic pero en fin!

Y no, no tengo problemas con el incesto -aunque ni lo sea- porque tampoco tengo problemas con la sangre, la muerte, el rape, el mpeg, el shota y demás... XD amo el yaoi en todas sus formas como devota de yaoi sama que soy ;)

 

 

- ¿Qué le pasa a tus ojos?- preguntaba Enzo, con la voz empapada de miedo.

Reiner Köhler se alzó del sofá en que había permanecido durante todo el rato que había escupido injurias contra su amante, pero su semblante frío que había mantenido como una coraza cruel e impenetraba comenzaba a derrumbarse.

Parecía perturbado, incluso más que el joven publirrelacionista que aparentemente había ido ahí sólo para ser insultado.

Baladi lo vio desplazarse con inseguridad por un espacio que no podría dimensionar en un horrendo intento de apartarse de él a toda costa.
Había un claro temblor en su cuerpo siempre fuerte y seguro. Quería alejarse de él físicamente como su último recurso.

Algo horrible pasaba con él.
Baladi sintió que se le encogía el corazón. Quiso alcanzarlo y confrontarlo.
¿Hacía cuanto que era incapaz de ver?
¿Por qué? ¿Y por qué no se lo había dicho?
¿A cuántos se lo ocultaba?

- Reiner…

- ¡¡Lárgate de aquí!!- rugió furioso, su voz fue tan potente que lo paralizó por un
  segundo.

Pero… ahora creía entenderlo todo.
¡Y no retrocedería!

- ¿Cómo… cómo esperas que me vaya en éste momento?

No obstante, el alemán se alejaba con vehemencia cruzando la estancia a tropezones.
- ¡Es en serio! ¡¡Para de joderme!! ¡¡No necesito esto!!

El rubio negaba incrédulamente con la cabeza.
- ¿Por qué, por qué no me lo dijiste?- insistía, aún sin poder creerlo.

- ¿Y por qué tendría que haberlo hecho?- atacó de vuelta, frenándose un momento pero
  sin girarse para encontrarlo- ¿Por qué crees que esto es asunto tuyo, que esto tiene que
  ver contigo? ¡NO ME JODAS!

Y después de aquel grito, continuó su marcha por aquel penthouse en tinieblas

No.
No le iba a permitir más de lo mismo. Menos a sabiendas que no era repudio el que lo conducía.
Comenzó a seguirlo a través de aquella sala. ¡Reiner iba a tener que escucharlo quisiera o no!

- Tú estuviste ahí cuando perdí a mi padre, en el peor momento de mi vida me salvaste de
  mí mismo… no lo olvido, ¡jamás voy a olvidarlo!
  Necesitaba tu amor y tu consuelo más que nada en el mundo y tú me lo diste, aún a
  sabiendas de lo horrible que era contigo.
  Reiner, fuiste mi luz esa noche tan obscura… ¿por qué? ¿por qué no me permites hacer
  lo mismo por ti?

Pero Köhler no se frenaba más, llegaba al pasillo que conectaba con las demás habitaciones.
El más joven tuvo que apretar el paso para alcanzarlo.

- ¡Reiner! ¡Contéstame!

- ¡¡Porque no te necesito!!
  No soy como tú, no quiero a nadie aquí, ¡y mucho menos a ti!

Tendría que haberse esperado una respuesta despiadada de su parte.
Incluso quizás… ésa era una respuesta honesta como las que había ido a buscar. Y era horrorosa.

Ese hombre siempre poderoso, innegablemente seguro de sí y autosuficiente de pronto… estaba dolorosamente desvalido. Enzo comprendió lo extremadamente duro que debería ser para él, ¡el enorme miedo que debía haber estado guardando todo ese tiempo dentro de sí como un vergonzoso secreto!

¡Era sumamente doloroso ver en ése estado al hombre que amaba!

Le tocó el hombro para detenerlo pese a que había buenos fundamentos para pensar que reaccionaría mal. Reiner giró su cuerpo, sus ojos índigo buscaban algo donde anclarse, pero naufragaban en la umbría.

- ¿Es… porque no puedes verme que ya no me quieres contigo, Rein?

El hermoso rubio no pudo callar esa súbita duda.
Si su apariencia era todo lo que podía ofrecer en realidad, no tenía sentido mantenerlo a su lado si no era capaz de verlo, tendría sentido.

¡Qué pensamiento tan hiriente! pensó él mismo, ¡estaba tan lleno de inseguridades!
Pero aquello reflejaba sus miedos más grandes, que quien era en realidad no fuera suficiente para él.
Había inquirido aquello sin pensarlo siquiera, pero ahora puesta esa cuestión sobre la mesa, deseó enfermizamente que él lo negara, pero aquella respuesta… nunca llegó.

- No me toques- dijo en cambio el alemán, sacudiéndose su mano.

Pero incluso pese a su repudio, eso no cambiaba nada.
Porque ahora esa expresión de odio que veía en su cara palidecida tenía un matiz diferente: Agonía.
Köhler estaba bajo mucho dolor, de pronto estuvo atrozmente seguro.
¿Qué tanto podría ser si se lo callaba de esa forma?

Jugó su última carta, jalándolo hacia él, atrapándolo súbitamente en sus brazos. Cada célula de su ser temía aquel rechazo, pero ya no le importaba correr el riesgo.
Quería estar cerca de él, ¡ahora más que nunca!

El gran cuerpo de ese hombre no se movió, lo escuchó gruñir.
- ¿Qué se supone que haces? ¡No voy a caer en tu juego de nuevo!

- Te extraño, como un loco- murmuró, apretándolo con fuerza en aquel forzado abrazo.

- Enzo… ¡para éste teatro!

- Tu horrenda actitud me está matando. Y saber la razón es aún peor, sé que lo cruel que
  te portas conmigo es por lo terrible que debes estar pasándola. Es cierto lo que dices,
  creía que tu irritabilidad y tu rechazo tenían que ver contigo, metí mi ego hasta el fondo
  y no pensé que algo más allá de mí ocurría.

  Lo siento tanto, ¡todo! ¡Por ser siempre tan egocéntrico!
  Déjame estar aquí, ¡permíteme quedarme a tu lado!


Ese enorme cuerpo estaba terriblemente tenso, en cualquier momento podría empujarlo lejos, volverse violento no sólo con sus palabras.

- ¿Para qué? ¿Para que veas el desastre que soy? ¿Para que tengas que cuidar de mí?
  No quiero que esa sea la última imagen que tengas de quien era, ¿por qué no te importa
  lo que quiero? ¡Es cierto lo que dices, eres tan egoísta como siempre!

Enzo lo apretó, “la última imagen” había dicho, nada de lo demás le hacía ruido.
Aquello despertó un hondo temor que se sumaba a todo lo demás.

- Te quiero fuera de mi penthouse, eso no es mentira.

- ¿Y lo demás sí? Reiner, por favor, sé sincero conmigo, yo lo he sido. Y estoy tratando,
  ¡tanto!- su propia voz sonaba tan afligida que le sorprendió

- Lo sé- respondió en un ronco murmuro- Jamás te vi esforzándote tanto, no puedo
  entenderlo.

Aquel momentáneo cambio de tono fue un instante que el rubio no iba a desperdiciar. Le acarició el dorso de su cara sometida a aquel frágil control, Reiner se apartó de su contacto, tal como había supuesto que haría.

- No te irás, ¿verdad? Sin importar las cosas nefastas que te diga.
  Eres un necio de verdad, superas el sentido común.

- ¿Cómo podría dejarte solo en éste momento?
  ¡Esta vez nada podrá alejarme de ti! ¡Ni siquiera tú!

Teniéndolo tan cerca era perturbador ver cómo su mirada vagaba perdida, la fuerza magnética de esa mirada que le doblaba las piernas… había desaparecido, dejando a cambio una honda desesperación mezclada con tristeza.

- No creo que entiendas lo que estás prometiendo.

Köhler no pudo ver como sus palabras descomponían el perfecto rostro de Baladi.
- No me importa que sea, Rein- respondió apasionadamente, que no dejaba de mirar cada
  detalle de su cara aún en la obscuridad, estaba tan ojeroso, tan lleno de estrés. Más allá
  de su lobreguez, lucía verdaderamente consumido ¡en tan sólo unos cuantos días!

- ¡No sabes lo que dices! No tienes idea de lo que está pasándome.

- No me importa lo que sea- le repitió.
  Si yo te dijera que algo grave me ocurre, ¿te irías?- No hubo respuesta, pero ambos la
  conocían- Tú no dudaste en Catania, ni siquiera requeriste una explicación para ir en mi
  ayuda. Aquello no fue solidaridad, sé lo que fue.

Pero antes de poder seguir, el otro se adelantó:
- ¿Y tú? Me dijiste que tenías sentimientos por mí, Enzo, pero… ¿en verdad son
  suficientes para mantenerte conmigo cuando tengas que atenderme, cuando no pueda
  moverme, cuando no pueda ser funcional, cuando me cague en los pantalones como un
  imbécil, cuando no sepa quién soy?

No lo entendió. Su cerebro se negó a procesar esa información tan cruda.
Y faltaba más.

- ¿O preferirás que hubiera muerto durante la cirugía cuando comprendas que tienes que
  cambiar tu fantástica vida por mi culpa?

El horror invadía a Enzo que perdía todo el piso que pisaba.
- ¿De qué… de qué hablas?- inquirió con un hilo de voz- ¿Por qué dices todas esas cosas
  horribles?

- ¡Hablo de que el futuro que dices querer conmigo no es nada salvo una infantil fantasía!
  ¡¡Hablo de que voy a morirme!!

Baladi sintió que la sangre se escapaba de su cuerpo.
¿Era esa otra forma cruel de alejarlo?
Sin darse cuenta, negaba con la cabeza.

- ¿Morirte?
  No… tú no puedes morirte.

La incredulidad hacía nido en el mismo lugar que sus temores.
Acababa… de perder a su padre.
¡No iba a perderlo a él!
¡NO!

- ¡Desiste de querer acompañarme en mi vida, porque ésta es un maldito infierno!-
  declaraba  Köhler- ¡No terminas de entenderlo! ¡Y yo no tengo fuerzas de explicarlo más!
  ¡VETE!
  Sólo… busca a alguien con quien de verdad puedas tener esa relación exclusiva que de
  pronto se te ha metido a tu hermosa cabeza de biondi.
  ¡Cualquier persona serviría mejor que yo!- hubo algo distinto en su tono esta vez-
  porque la verdad… es que estás hablando…

- Rein…

- …con un muerto.

La voz dura del alemán finalmente se quebró. Tan cerca como estaba, el rubio lo escuchó jadear aire, sofocando un sollozo. Sus ojos azules dejaron escapar algo que nunca había visto en su cara; lágrimas.

La impresión dejó mudo al RP, cuando había subido a ese penthouse se había esperado muchas cosas, un amante rencoroso, un desinterés, un malentendido pero jamás… aquel dolor.

Ese hombre poderoso giraba su rostro para que no lo vieran llorar.

- ¿Por qué no lo entiendes? ¿Por qué no te vas? ¡¡Haces que me sienta peor!!

Aquella inesperada reacción tenía impávido a Enzo, quien no atinaba a poder responder.
Jamás lo había visto así. ¡Ni siquiera habría imaginado que podría verlo así!

- Yo… ya no soy Reiner- susurró, con la voz rota- no soy el hombre que era,
  ¡compréndelo!- jadeó, la frustración era obvia en cada célula de su ser, estaba bajo algo
  insoportable que su amante no terminaba de captar pero que estaba aterrorizándolo hasta
  la médula.

¿Qué en este mundo podía ponerlo así? ¿A él, un nombre tan fuerte?

- Estoy ciego, estoy enfermo… todo lo que era se ha ido, ¡no soy nada!
  ¡¡Nada!!

Aquellas palabras destruían a Baladi tanto como lo destruían a él. Por nada del mundo habría pensado que se enfrentaría a ellas.
Esa sentencia resultaba verdaderamente peor que cualquier insulto a su persona… ¡que cualquier palabra despiadada que pudiera dirigirle! No había creído que hubiera algo aún más malo.

El hombre que quería estaba atravesando el infierno, solo.

Y si… ¿todo era verdad?
¿Si ese hombre estaba cercano a la muerte? ¿O a no volver a ser el mismo?
Tenía que ser cierto, aquella persona no parecía en realidad el hombre del que se había enamorado.

¿Podría asegurar que estaría en serio a su lado si aquel espantoso escenario se hacía realidad? ¿Qué no tuviera, de ser quien lo cuidara el resto de su vida, el deseo oculto de escapar? ¿Podría dar la cara cuando tuviera que verlo morir?

¡Sintió terror! ¡Terror de no ser lo suficientemente fuerte para él!

Su instinto más primario le dio una respuesta que supo era egoísta, tenía que protegerse a sí mismo, escuchar lo que Reiner le estaba advirtiendo y salir de ahí antes de que se comprometiera a algo que pudiera ser demasiado doloroso para aguantar.

Después de lo su padre… lo lógico sería alejarse de una situación similar.
Era una cuestión de amor propio.

Huir. Dar un paso atrás, aprovechar la obscuridad y largarse de ahí. Si decidiera hacerlo, si le diera la espalda a Reiner a cambio de su salud emocional… ¿qué pasaría después?

Aquello sería algo… que jamás podría perdonarse.

Verlo tan destruido despertaba algo en su interior, algo más grande que él mismo.
¡Quiso protegerlo de toda aquella impotencia que le hacía llorar!

¡¡Se mantendría firme, por él, por los dos!!

Tenía que demostrarle el amor que tanto clamaba tener por él.
Y lo haría. De verdad lo haría.
¡No iba a dudar ni un segundo más!

- No. Eres tú el que no lo entiende.
  Nada de lo que dices es cierto. ¡No eres nada, lo eres todo!      ¡Todo lo que amo!
  ¡No me importa lo que pase!

- ¡No seas estúpido, Enzo!- gemía, intentando verbalizar algo horrendo- No te permitiré
  dejarte llevar por tu pueril experimentación del amor, no quieres estar junto a mí cuando
  todo se ponga mal. ¡Y se pondrá muy mal! ¡Muy pronto!
  ¡No voy a forzante a eso!

- No. ¡No lo admito! ¡No tienes derecho a decidir eso por mí!
  Siempre defendí mi libertad con uñas y dientes ¡porque tenía que hacerlo para
  recuperarme a mí mismo! Para salir de las sombras, para ganarme mi lugar en el
  mundo… creí que no necesitaba nada más que eso y entonces… apareciste tú.
 
  Tú viste desde el primer día a través de mí y pese a lo viste… me amaste, incondicional
  y profundamente. Nadie me había querido así. Todos amaban a la “imagen perfecta” que
  yo era- lo citó- el hijo admirable, el amante hermoso… pero tú me querías a mí, a quien
  era yo más allá de todo eso.

  ¡Y yo fui un idiota!
  No volveré a serlo, ¡no quiero perderte!
  ¡No de nuevo!


Jadeó, asombrado por sus propias palabras.
Dichas estaban ya. Y no eran mentira.

Pero Köhler aunque había dejado de luchar por alejarse de él físicamente, mantenía la distancia emocional entre ellos muy en alto.

- Que glorioso suena todo lo que sale de tus labios, Enzo, siempre fue así.
  Pero no estás consciente de tus palabras- arremetió, la desesperación se hacía más
  intensa en él- ¡No te das cuenta de lo que éstas significan! ¡Y a lo que te estarás
  obligando!

- ¡Sé lo que significan! ¡Eres tú el que elige no creerlas!
  Te amo… te amo Reiner- dijo por primera vez en voz alta, por primera vez en toda su
  vida- ¡Te amo tanto! ¡No es mentira!

Tenía que hacerle entender eso, ¡conseguir que le creyera!

- No… no digas eso… no justo ahora…
  Porque si por un momento decidiera creer que es cierto que me amas, esa persona de la
  que te has enamorado… ya no existe- sollozó.
  ¡Mira en lo que me he convertido! ¡Ni siquiera puedo verte!

Baladi apretó los dientes, buscando fuerzas dentro de sí.
- Pero… tú dijiste que no necesitabas ojos para verme, ¿ya lo olvidaste?

Lo apretaba en sus brazos, intentando controlar su respiración mientras sentía a Reiner fracturarse. Estaba quebrándose, sentía como las piernas perdían su fuerza.

Finalmente… se rendía.

Baladi intentó como pudo llevarlo al suelo, su cuerpo pesaba tanto que verdaderamente tuvo que luchar por no soltarlo.

La preocupación lo invadió, entendiendo la totalidad de sus palabras, la fatalidad que éstas llevaban.
Estaba completamente angustiado por él, por la forma tan extrema en que actuaba ante la insoportable realidad.

Cuando logró llevarlo al piso, comprendió que Reiner estaba temblando.
Verlo así era completamente perturbador. Lo estrechó con todas sus fuerzas.
¡Aquello requería de toda su entereza!

- Tengo miedo… -murmuró Köhler- tengo miedo… de morir…

El italiano no se movió, el efecto de aquella confesión no tardaba en destruirlo también.
¡Oh, Rein!

¡Pensar en su muerte era algo tan espantoso que se obligó a no aceptarlo!

¿Qué podía darle a cambio de esa inesperada revelación? Pensó, comprendiendo que esa confesión era realmente valiosa como lo era horrible.
¡Sólo podía ofrecerle la absoluta certeza de lo contrario y nada más!

Si estaba siendo totalmente necio respecto a quererlo en su vida, bien podría llevar su obcequidad a un nuevo límite.
Se prometió ser lo más firme que fuera capaz. Y nada rompería esa determinación.
Ni siquiera Köhler mismo.

- NO- le dijo, su voz tomó fuerza- Tú no puedes morir. Eso no va a pasar, te lo juro-
  afirmó con total aplomo, mientras lo abrazaba en el frío suelo de mármol.

- ¿Qué… qué sabes tú?- su voz profunda y ronca sonaba desoladoramente quebrada-
  ¿Cómo… puedes asegurarlo así? Eres un tonto…- temblaba.

Köhler se derrumbaba en sus brazos, perdido en la obscuridad de su destino.
Enzo lo apretó con fuerza, buscando las suyas.

Oh, Dios….
¡No quería verlo así! ¡Era desgarrador!

Baladi soportó el momento para no quebrarse. Tomó una bocanada de aire y luchó por no romper en llanto también.

- Estoy completamente convencido que lo que sea que te ocurre, pasará.
  Que tú estarás bien, que tendremos una larga vida juntos- declaró, firmemente.

Todos los miedos que había tenido respecto a permitirse ser vulnerable con sus sentimientos por alguien, de pronto no significaban nada. Nada.
¿Cómo podría ser su ego más importante en ese momento que el dolor de quien quería?

- ¿Una… larga vida juntos, dices?- se burlaba el alemán desde su abismo, jadeando para
  poder hablar- Es tan ridículo… ¿acaso no entiendes… lo que acabo de decirte?- se
  negaba a creerle, destrozado en el suelo, desesperado y asustado- estoy muriendo…
  ¡¡cada día de agonía muero más!! ¡Ya no puedo! ¡En verdad ya no puedo más!

Rein.
No.

- Eres tú el que no lo entiende- murmuró sin soltarlo de sus brazos, volviendo su verbo un
  susurro que buscaba ser suave y confortante- Recuperaremos el tiempo perdido, todos
  los años que estuvimos lejos, los meses que tardé en entenderlo. No dejaré un
  centímetro de tu piel sin besarla, una respiración sin decirte que te quiero.
  No estoy mintiendo, no podría con algo que es mucho más grande que yo.
 
  Si he persistido tanto en no dejarte ir es por eso, porque puedo ver mi futuro contigo, tan
  nítidamente que no puede ser de otra forma. No mentía, no mentía, Rein…


Cerró sus ojos, sumergiéndose en ese abrazo que le daba al hombre que tanto adoraba y que lloraba desconsolado, siendo más vulnerable de lo que había sido jamás frente a él. Y seguramente frente a nadie.

Köhler ya no hablaba más, ya no podía hacerlo. Sentía como perdía la vehemencia en ese abrazo, debilitado.

Lo escuchaba llorar tristemente.
Jamás habría creído que su dolor sería tan abrumador… ¡estaba tan furioso con la vida!
¡Por intentar arrebatarle lo que tanto amaba!

- Estarás bien, Rein, estoy seguro, totalmente seguro. Y haré que lo creas también- le
  dijo, besando su cabello de plata. No permitiendo que la obscuridad siguiera
  devorándolo todo.

Sería la fuerza que necesitara.

- ¡No te permitiré que te hundas jamás!
  ¡No mientras yo exista!

Finalmente al cuarto llegó un silencio diferente.
Uno que la muerte no pudo penetrar.

- Te amo, Rein. Te amo como nunca amé a nadie.
  Estaré contigo en esto, no importa lo que ocurra, te lo prometo.
  Te lo prometo, caro mio.



- -


Un dejo de inesperada esperanza penetraba en aquella noche tan negra. Jamás había creído que Enzo algún día diría todas esas palabras.

Ese precioso italiano era devastadoramente certero en su verbo, su confianza lo era todo en aquel momento y para ese hombre devastado… lo fue todo.

Reiner no era capaz de alejarlo, ni de agradecerle nada. Simplemente dejó salir todo aquel terror, por primera vez en todas esas semanas tortuosas.
Ya no le quedaban ironías para escudarse, estaba desnudo ante ese hombre.

Su hermoso rubio… le había dicho que lo amaba. Repetía aquella confesión en su cabeza con la esperanza de que aquel eco lo distrajera del dolor.
Y Enzo, no sólo lo decía, parecía en verdad dispuesto a demostrarlo. ¡Pese a todas las cosas crueles que le había dicho sin parar como un cobarde!

Baladi veía a través de todas sus mentiras, no podía engañarlo y engañarse a sí mismo y decir que no lo necesitaba. Aquella felicidad tenía que dejarla en su vida, era lo único bello en ésta, lo único que aún valía la pena en su existencia.

El precioso brillo que su amado podría llegar a ser… ¡era una bendición a la que no podía seguir renunciando! Y de pronto era tan claro como aquella seguridad que el italiano le transmitía inesperadamente fuerte.

“No te permitiré que te hundas jamás” Le había dicho. Eso significaba más para él que todos los te amo confesados.

Elegía creerle.
Lo elegía a él, como siempre había hecho.

Ese apuesto joven decía quererlo de verdad, y por primera vez desde que cruzó miradas con sus ojos esmeraldas, lo sintió, lo creyó.

Reiner jamás se había sentido amado antes, ¡y ese sentimiento lo superaba!
Enzo lo refugiaba en su abrazo, le daba pequeños besos por doquier.

¿Aquello era real? ¿O simplemente había perdido finalmente la cabeza?

Quizá era realmente tarde… pero ese instante que Enzo le daba era todo lo que impedía que se lanzara por aquel balcón, como había pensado varias veces los días anteriores.

- Déjame estar contigo, Rein- le escuchó murmurar, desde aquel lugar de tinieblas
  donde estaba- y te demostraré cada una de mis palabras. Non smetterò mai di amarti!*

*/¡Nunca dejaré de amarte!

No pudo seguir rechazándolo.
¡No pudo seguir luchando más!
 
Reiner se hundió en el cuerpo de aquel hermoso ser que decía quererlo y que pese a todo lo horrible que había sido con su persona, no había renunciado a él.

Y dejó que el dolor del alma emergiera por fin, ¿cuánto más habría podido contenerlo?
En aquel suplico interminable de pronto existía un sitio seguro, en que era posible dejar salir todo su dolor… Enzo prometía quedarse a su lado en el peor momento de su vida… nunca habría creído esa sentencia viniendo del él, pero… quería creerle esta vez.
¡Desesperadamente!

Porque no tenía nada más…

- Estaré contigo en esto, no importa lo que ocurra, te lo prometo, te lo prometo- le
  escuchaba decir en suaves murmuros.

Se aferró a sus brazos, jadeando en ellos, dejándose consolar por aquella tersura… por aquel amor inesperado…





Continuará...

 

Notas finales:

Es extraño que algo tan triste me haga sonreír...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).