El sol traspasa levemente las gruesas cortinas de la habitación y unos pequeños rayos de luz dan directo en mi rostro. Solo en la habitación, sin nadie más a quien sentir expreso todo dentro de mí, sin ningún tipo de traba emocional.
-Detente- susurro para mis adentros- por favor, detente- instintivamente mi mano aprieta con fuerza la parte superior izquierda de mi pecho, arrugando mi camisa. Podía sentir los fuertes latidos de mi corazón, algo totalmente desconocido para mí. Sentía una gran punzada por cada latido que golpeaba con fuerza.
“Detente”
Exigía a mi caprichoso corazón.
Un contaste TIC-TAC proveniente del redondo reloj sobre la pared era el único sonido que podía oír, y lo único en lo que quería concentrar mis pensamientos. De repente una frase se atraviesa en mi cabeza, sobreponiéndose sobre el constante sonido del reloj.
“Te amo”
Las palabras aparecen instantáneamente junto a tu rostro y, de nuevo, presione con más fuerza mi puño.
-No- cerré con fuerza mis ojos- no puede ser
No podía creer, o mejor dicho no quería hacerlo. El que esas palabras me recordaran a ti era algo muy malo, y que quería parar por completo, pero sentía que era imposible. Sentí como algo imposible el parar estos fuertes latidos y más aun el poder sacarte de mi mente. También pensaba en lo imposible de estos sentimientos. Nunca, en todos estos años, sentí algo similar por alguien y tampoco quería hacerlo. Pero estos constantes golpeteos y esta angustia eran algo que parecería no tener fin y eso me enfurecía. Tan solo me producía furia y unas inmensas ganas de mandar al diablo a todo aquel quien describiera el supuesto “primer amor” como algo hermoso y maravilloso. Ellos de seguro no se sentían como yo ahora, seguramente ellos nunca estuvieron con las personas por puro placer; seguro anhelaban y disfrutaban la pasión del amor. Pero yo no era así, yo jamás escuche a mi corazón, hasta ahora, que las señales fueron demasiado fuertes para poder ignorarlas. Y en donde no me quedo más que aceptarlo. Nunca seguía a mis sentimientos y jamás lo haría, eso es algo que logre aprender con el tiempo y ahora tan solo no hacía más que reafirmar esa idea en mi terca cabeza.
-Jamás amare a nadie- dije decidido en la fría y obscura habitación
Ya estaba decidido, jamás volvería a sentir esto por alguien más y mi estado actual será algo que dejare que muera con el pasar del tiempo y saciaría con el placer de mi cuerpo, porque tan solo así podre vivir, o al menos intentarlo; Sabiendo que lo podrido de mi corazón y mi persona jamás llegara a ti, ni a nadie más.
-¡Shouta!- tu voz irrumpe de repente en la habitación- ¿estas aquí?- te paseas lentamente, buscándome, hasta que te paras frente a mí y me miras fijamente
-¿Qué haces aquí?- pregunto rechazando tu mirada
-Te estaba buscando- sonríes- me tenias preocupado- estiras tu mano lentamente y me la ofreces. Acepto silencioso y me levantas precipitadamente
Noto tus ojos fijos en mí y no puedo evitar preguntar.
-¿Qué sucede?
-¿Acaso estas llorando?- tocas mi rostro delicadamente, y de repente, siento como la calidez de tu mano se pasea por todo mi cuerpo
-No es nada- contestó frio
-¿Estás seguro?
-Si- aparto tu mano y vuelvo a sentir el frio de la brisa- lo estoy
-Lo que tu digas- suspiras y te das media vuelta- ¿vamos?- Me dedicas una leve sonrisa que noto disimuladamente
-Claro- contesto sin expresión alguna
Los constantes pasos y TIC-TAC inundan el silencioso y frio cuarto. Mis lágrimas caen silenciosas en el suelo. Tu grande espalda cautiva mi mirada y tan solo los ecos de hace unos segundos son mi único recuerdo de tu voz. Al cruzar la puerta ambos seguimos caminando en el silencio y yo tan solo pienso en que no detectes los fuertes latidos de mi corazón , ni que jamás te enteres de este sentimiento que arde en mi interior, que no haría más que dañarte y perjudicarte. Del cual tan solo yo seré testigo y víctima, sintiendo como me quema por dentro.
-Adiós- te despides finalmente
-Adiós- digo sin más
Tu figura se hace pequeña, alejándose de mí. Mis pasos tildados me mantienen firmes en mi lugar, mientras te veo marchar. Dejándote ir a ti y a mis lágrimas, cada una que resta en mi interior. Sé que nunca volverás y que jamás provocare tan locura en mi corazón de nuevo.
El olvido será mi meta y el placer mi medio y, aunque tarde mil años en olvidarte, te borrare de mi mente y mi corazón. Miro al cielo, el sol pega en mi rostro, iluminando las frágiles lagrimas. Expreso mi doloroso amor, sintiendo los ardientes latidos. Pienso en el futuro, donde siento que todo será mejor que ahora, en donde al fin, después de mucho, podre decir que jamás tuve ni tendré jamás un primer amor.